Unas vacaciones en la playa que me dejaron satisfecha

Me encontraba entusiasmada. Hace mucho que no iba a la playa, y ya me estaba haciendo falta sentir el calor del sol en la piel, meterme al mar disfrutar su oleaje y comer de lo más delicioso. Hace un par de días que comencé a sentirme caliente porque por alguna extraña razón, mi deseo sexual cada día era casi nulo hasta esta semana.

Desperté caliente, deseosa de juerga, de que alguien me haga suya. Y tenía a alguien en mente… Su nombre es Santiago y lo conocía desde mis catorce años, lo conocí justamente en la playa, el en ese entonces tenía 18 años, hoy en día él tiene 21 y yo 19. En un principio mis deseos eran muy bajos ya que mi sexualidad comenzó a desarrollarse más lento que mi cuerpo. Tocando el tema de mi cuerpo, creo que es hora de describirme un poco: mido 1,67, mis senos son respingados y grandes con una aureola oscura, no muy grandes, pero jodidamente sensibles. Tengo una cintura pequeña junto con un abdomen relativamente plano, y mis caderas junto con mi culo y mis piernas son, lo que yo pienso, lo más envidiable de mi cuerpo, aparte de claro tener facciones agradables latinas y buenos genes.

Mientras arreglaba mi maleta para ir a la playa pensaba en si me encontraría con él ahí, y cruzaba mis dedos para que no me llegara el mes en este feriado. Como genio invocado me llegó un mensaje de Santiago preguntándome si iba a verme estas vacaciones en la playa ya que hace mucho que no iba. No le respondí en ese instante, quería mandarle una foto cuando ya me encontrase allá. Terminé de hacer mi maleta y me dirigí a bañarme. Me quité mi pijama quedando desnuda y posicionándome bajo la ducha para abrir la llave y sentir como el agua fría caía sobre mi cabeza, no fue suficiente para calmar mi calentura ya que el calefón se prendió y agua caliente comenzó a recorrer mi cuerpo. Sentía como el agua caía por mis pechos erectos y dolorosos, llevé mis manos hacia ellos masajeando, intentando calmar la inflamación de estos, pellizqué, jalé, los llevé a mi propia boca para succionarlos y lamer mis aureolas en fuego. Después de un buen rato de atención a mis senos mi vagina pedía a gritos algo de caricias, mi mano sabiendo lo que mi cuerpo necesitaba bajo pronto por mi abdomen mojado para estimular mi clítoris, en círculos y presionando poco a poco, seguía la ruta por donde sabía que mi coño comenzaría a chorrear y no precisamente por el agua, me llamaba a meter un dedo dentro y sentir el calor de mi necesitada vagina. Y así lo hice, metí mi dedo medio hasta el fondo y comencé a moverlo dentro de mí, haciendo que de mi boca escapen jadeos de placer hasta hacerme desear otro dedo, así que metí el índice y los dos me hicieron gozar hasta correrme en gemidos ahogados por mi propio placer. Obviamente, no fue suficiente.

Después de aquella masturbación monumental, tomé mis cosas las subí a mi carro y salimos por las mismas rumbo a la playa. Saqué el carro de la casa y subiendo el volumen de la música, disfrutaba un solo brutal de Amon Amarth. Salía de la urbanización cuando me encontré con mis queridos vecinos, un par de gemelos preciosos que debían tener la misma edad de Santiago. Me saludaron y yo paré el carro, bajando la ventanilla les pregunté cómo estaban.

-Vecina, hace mucho que no te veíamos, ¿a dónde te diriges? -. Me preguntó quien según yo era Oslo.

-Si, siento haber estado tan perdida, este semestre en la universidad me tomó desprevenida y me dio duro contra la vida, y ahora me tomo un descansito, me voy para la playa -. Ambos se rieron con compinchería, dejando ver sus blancas y perfectas dentaduras, en mi mente solo alcanzaba a pensar “como me gustaría que me follen ahora mismo, sobre el carro, en los matorrales, la boca, el culo… joder, menuda burra estoy hecha”. Milo me despertó de mi ensimismamiento de que tan grandes serían sus pollas dentro de mi boca.

– ¿Y estás con mucho afán querida Amelia? -. Preguntó con un brillo curioso en sus ojos, alcancé a reírme con superioridad, puede que los chicos estén buenísimos pero se han tirado a todo lo que camina, y bueno, algún día lo harán conmigo también, pero por ahora, por más que mi coño esté rogando por una buena pinga, sabía que la tendría en la playa y me iban a dar mi tema por allá, así que me bajé los humos, o al menos en ese momento lo que logré para salir de ahí victoriosa y con la tanga puesta.

– Muchachos, por ahora si estoy con algo de afán ya que me gustaría llegar antes de que anochezca para descansar y salir a patiperrear por la noche- les hice un gesto para que se acerquen y así lo hicieron, con la voz muy baja y ronca les dije – pero no se me preocupen, cuando regrese espero que aún estén hambrientos -. Les sonreí y les mandé un beso volado a cada uno mientras subía el volumen de la música y salía por las mismas, me reí de mi misma pensando en como iba a perder la gran oportunidad de follar con ellos estando tan caliente, pero solo podía pensar en llegar a la playa y ver a Santiago, además, ellos no se iban a ir a ningún lado. Seguí mi camino observando mi alrededor durante la carretera, tragando y fumando un porro cada que pasaba un control policial. Me encantaba fumar marihuana y lo hago desde mis 16 años, lo llevo muy bien y he sabido quedarme solo en la planta sin tener la necesidad de probar algo mas intenso. El viaje pasó volando, hasta que llegué al pueblo principal, lo había logrado. Me dirigí al edificio donde mi familia tiene el departamento, pero la que más lo aprovecha soy yo. Aparqué el carro y bajé mi maleta, no me quedaba mucho tiempo, tan solo 4 días. Llegué a los ascensores subí y marqué el piso 19, desgraciadamente no era un ascensor rápido, se demoraba unos 30 segundos en llegar al piso. Con las maletas encaramadas y con la gota de sudor cayendo por la línea de mi espalda las puertas se abrieron al llegar y entré a mi departamento. Estaba limpio y habían cocinado, mi madre fue tan bella de pedir que me echaran una mano mientras estaba por allá, aproveché para dejar mis cosas, ponerme un bikini rojo que no cubría más de lo estrictamente necesario y una salida de baño por encima, comer algo, llamar a mi mamá para decirle que había llegado y agradecer por todo, salí por las mismas con la intención de ir a saludar al mar y tomarme la deseosa “selfie” que quería enviar a Santiago.

Bajé por la piscina caminando, observando quien se encontraba ya en el lugar y si había alguna cara conocida, nada. Saludé a las personas que trabajan ahí, ya que todos me conocen me recibieron con gran entusiasmo y cariño. Al fin tenía la arena y el mar frente a mí, me saqué las sandalias y puse un pie sobre la arena sintiendo su agradable y caliente consistencia. Camine hacia el mar mientras la arena se metía entre los dedos de mis pies, y podía sentir en mi nariz como el olor a sal del mar cosquilleaba mi nariz. Tuve un pequeño “flashback” …

“Santiago y yo nos encontrábamos solos hace un año en la playa.

-Hace mucho que no te veía, me contenta que estés por acá- Santiago me miraba con expectativa deseando una respuesta reciproca, pero el sabe de sobra que de mí jamás tendrá algo por el estilo.

-Si, así veo, no solo tu sonrisa te delata, también la carpa entre tus piernas- contesté mientras me reía a carcajadas. El me siguió el juego riéndose, pero sin esconder su erección.

– ¿Qué pretendes que haga Ami? Hace mucho que no te veo y te me acercas por atrás aparte de sorprendiéndome, me doy la vuelta y tienes que estar semi desnuda, parce no sé qué pretende vestida de esa manera-. Alcanzo a mirarlo de reojo riendo ante su ridículo comentario, lo único extraño de mi ropa era que me encontraba con mi terno de baño y un short diminuto.

-Es la playa San, ¿pretendes que use pantalones? – Le dije entre risas y empujándolo – Es más, me acaba de entrar un bochorno…- Lo dije mientras me quitaba el pantalón y decidía impulsivamente meterme al mar, sabiendo que el me seguiría sin pensarlo dos veces. Sin mirar atrás, lancé la prenda que tenía encima y corrí hacia el agua, por alguna extraña razón el agua estaba temperada, no caliente, pero si con una temperatura mayor de lo normal. Dejé que invadiera mis pies, hasta que subía poco a poco y me llegaba a las rodillas, así hasta que tuve el agua hasta la cintura y a Santiago junto a mí.

-Sabía que ibas a venir- Le dije sonriendo socarronamente.

-No puedo dejar que una delicada dama se meta a estas altas horas de la noche sola al mar, estaría completamente fuera de mis principios-. Me guiñó un ojo antes de clavarse en una ola formada “creído”. Regresó a ver hacia la orilla donde me encontraba y comenzó a llamarme gallina para que me fuera hacia la profundidad con él, en mi mente estaban sucediendo muchas cosas si decidía seguirlo hasta que decidí dejar de maquinar y aventurarme para comprobarlo por mi cuenta. Comencé a sortear las olas, presumiendo mis aptitudes para nadar, hasta que llegué junto a él.

-Pensé que no ibas a venir-. Me lo dijo sin mirarme a los ojos, y el sabe cuanto detesto que me desvíe la mirada cuando hablamos.

-Sigues sin mirarme cuando me hablas, ¿por qué? -. Lo miré expectativa, deseando una respuesta lógica. No me respondía, y aún no se dignaba en mirarme así que comencé a lanzarle agua salada en la cara, por un momento se dejó y comenzó a jugar, parecíamos dos niños chapoteando. Hasta que se cansó, pero yo seguía, quería ver que tanto me toleraba, con decir que me cansé de hacerlo y me decidí por nadar pretendiendo que estaba sola. San no me hablaba, solo nadaba junto a mi y no se alejaba, hasta que lo perdí de vista unos 10 segundos pensando que lo había revolcado una ola o algo por el estilo, hasta que sentí un par de manos abrazando mi cadera apretándome contra un cuerpo alto y duro, lo sentí atrás mío diciéndome pegado a mi oído,

– “Primero, me pones estúpidamente nervioso, y si lo hago, no creo tener la habilidad para controlarme”- lo último lo dijo cerrando la oración mordiendo el lóbulo de mi oreja. Alcancé a morderme mi labio y escapar de el como una lagartija en su jaula, me metí bajo el mar y nadé sin sacar la cabeza, tenía la cabeza bombeando al igual que la sensación en mi coño, quería más y rápido, pero no quería que fuera tan sencillo para los dos.

Salí buscando su cara entre el agua, y estaba frente a mí a un metro de distancia, le hice una seña con mi dedo para que venga. Hace mucho cuando salíamos a matar el tiempo hacíamos una pequeña apuesta de quién era el mas pervertido, el que besaba al otro primero perdía y se quedaba con la corona hasta ese entonces, así que me dije a mi misma que nos íbamos a poner a prueba. Santiago llegó a mi lado riéndose y preguntándome si me encontraba bien ya que no paraba de mirarlo profundamente, cuando estuvo frente a mi salté del suelo con el agua ayudando mis movimientos y me aferré a su cadera con mis piernas enrollándolo. Me miró encantado, pero solo por dos segundos, y yo volví a relinchar del cabreo, así que decidí moverme despacio para que lo note encima de su pelvis, se encontraba dormido hasta ese momento en el que me sintió mas cerca y un poco mas activa. Pude notar como tragaba saliva de manera nerviosa, pero agarraba mis piernas con mas seguridad y me pegaba más a él, me acerqué a su cuello y no muy alto le dije “pervertido”.

Sonrió y mientras subía sus manos a mi culo y lo agarraba sin miramientos me dijo – Quien se pueda aguantar contigo o es homosexual, o es ciego-. Me reí ante su estupidez, pero mi vagina se contrajo al sentir sus manos en mi culo, cerca pero aun muy lejos, mis pezones comenzaban a hacer acto de presencia.

-Me parece ridículo tu comentario, a una persona puedo de manera libre no gustarle, no soy el gusto de todos-. Se lo dije mientras lo acercaba mas a mí, el solo sonrió y meneando su cabeza me dijo:

-Bueno, en todo caso te tengo para mi solo estos 4 días y no tengo que preocuparme si deseas a alguien más-. Siempre he agradecido la libertad que Santiago me ha dado, esta vez no fue la excepción y en realidad sirvió para ponerme mas cachonda. Me valía llevar los puntos ganadores de nuestra apuesta de besos, quería comerme esos labios carnosos que ese muchacho se cargaba y así fue, leyó mis pensamientos, sin decirnos nada nos acercamos de manera necesitada buscando nuestros labios como si de aire se tratase, chocamos y nos buscamos, lengua, saliva, mordeduras, sentía como se llevaba mis labios a sus dientes y como mi lengua peleaba con la suya, quería más. Su mano subió de mis piernas a mi culo haciendo presión entre su verga y mi vagina varias veces, provocándonos mutuamente haciendo que jadeemos de placer. Besó mi cuello, lo mordió mientras una de sus manos jugaba con mis senos y se entretenía un rato, yo resoplaba del deseo, sentí como me quedaba sin atención, pero para ser atendída en donde mas lo necesitaba mi vagina. Me tocó sobre mi terno de baño, haciendo que sus dedos se vuelvan unos especialistas y hagan bailar a mi clítoris, así un buen rato hasta que comencé a retorcerme por un orgasmo que sus dedos causaron, pero paró, me miró sonriente, malicioso, sabiendo qué fue lo que hizo… dejó de masturbarme y no llegué a sentir mi preciado orgasmo

Lo miré con rabia y calentura en los ojos, sin desprenderme de su cuerpo, bajé mi mano y comencé a meneársela, con gusto y dedicación. Noté como su cuerpo se tensó completamente al sentir mi mano sobre su verga, sonreí ante su reacción y lo saqué de su pantaloneta, no se si era igual que lo recordaba pero podía cerrar mi mano entorno a ella con las justas, haciendo que dé un largo camino desde su base hasta la punta, sabía que estaba apunto de reventar sentía su dureza en mi mano, y haciendo a un lado mi terno de baño lo ubiqué en la entrada de mi vagina y empujamos suavemente, sentía como se abría paso en mis entrañas como la humedad de mi vagina le daba la bienvenida y se acoplaba dentro de mí, me llenaba completamente y hasta llegaba a ensancharme un poco causando presión, volviéndome putamente loca.

-Joder…- a ambos se nos escapó un gemido al estar completamente unidos. Santiago al fin me miró a los ojos, pretendiendo de hacer este un momento romántico, imposible.

– Muévete- el notó mi poca preocupación ante el cliché e hizo lo que le dije, mientras me miraba comenzó a bombear mi coño que chorreaba por una buena verguiza. Gemí, joder, por fin.

Santiago me miraba con intensidad mientras volvía a agarrar mi trasero para hundirse dentro de mí con más facilidad en mí.

-Ahh, ahí, aahh así.- Mis gemidos eran bajos para no llamar la atención, y Santiago solo resoplaba mientras me miraba.

-Amelia, joder Amelia-. Santiago decía mi nombre como si de una cuerda que lo salvaría de su muerte se tratase. Lo sentía en toda mi cavidad, y cada vez mas profundo por lo que ahí comenzó a tocar mi cérvix llevándome al cielo.

-¿Te gusta pequeña pervertida, eh? ¿Quieres más? Dimelo, ruega por ello zorrita- Santiago estaba poseido, mordía sus labios reteniendo sus gemidos y me perforaba como una jodida maquina, me estaba llevando al kundalini.

-MIERDA SÍ, no pares San, no pares, AAAHHH, ¡por favor no pares!-. Mi placer estaba llegando a su cumbre, pero aún me faltaba algo más. Llevé mi mano a mi clítoris mientras que Santiago bombeaba mi inflamada concha, y comencé a frotarme.

-Esto era maldita sea, ASÍ SI JODER- gemí al sentir mi contacto en mi clitoris dsifrutandolo a más no poder, necesitaba agarrarme de algo y el era lo que tenía en mis manos, con mi otra mano me agarré de su espalda desgarrando su piel y sintiendome encantada con el gruñido que causé que de su garganta saliese.

-Hija de… Vas a ver- Santiago me agarró del cabello, penetrandome con mas dureza y sin piedad.

-OH PUTA MADRE, SANTIAGO-. No pude retener mi grito de placer al notar como San aumentaba sus embestidas no podíamos con tanto placer, los dos nos íbamos a correr.

-Amelia, Amelia, OOHH JODER SI AMELIA- Santiago gemía junto conmigo y en sus ultimas envestidas sentí el cielo recorrer mi cuerpo, primero el calor, y como crecía de rico por todo mi cuerpo haciéndome tener espasmos eléctricos, mis piernas temblaban obligándome a soltar a Santiago, pero él me tenía bien agarrada. Sentí la fuerza abandonar mi cuerpo, pero aquello fue sustituido por el placer de una buena corrida. Santiago me miraba como a la expectativa de algo.

– ¿Qué pasa? – Le pregunté buscando nuevamente su mirada.

-Amelia, me corrí dentro-. Intenté cabrearme ante su declaración, pero no pude y solo reí.

Entre risas le respondí – Deje esa cara de afligido, que no pasa nada parcero. – terminando mi expresión con una rápida sobada a su verga agradeciendo por su atención.

“Fin del flashback”

Volví a la realidad, llevaba mucho tiempo parada recordando previos episodios no solo con el calor del sol como un bonus, si no también el de mi propio cuerpo. Recordando mi plan, saqué mi celular para tomarme una selfie frente al mar y mandársela, dos fueron suficientes, elegí la mejor y le escribí un mensaje respondiéndole “Ya estoy aquí esperando por ti”. Dejé mis cosas en una carpa del edificio, y me metí al mar, dispuesta a quitarme todo el calor que mi cuerpo emanaba por su cuenta, y ver si me masturbaba al ojo de varias personas, pero dentro del agua.

A ver me presento, mi nombre es Ana, me encanta escribir desde hace algún tiempo, por no decir toda mi vida, encontré esta plataforma y me gusó un monton. Tengo muchas ideas para escribir, pero quiero ver de qué es lo que mas disfrutan leer ustedes, mis proximos lectores. Les agradecería millón un comentario diciendo si les gustó o no y qué podría mejorar. Aquí estoy con ganas de escribir y caliente. Espero sus criticas constructivas y sus ideas para proximos relatos (que son siempre las mejores),

Un beso gigante

MaddWicca.