Una reunión que termina con todos teniendo sexo ¡Totalmente inesperado!

Disimulé diciendo que no me había enterado de nada, que solo noté que alguien me movía y que sí, me encontraba algo dolorido en alguna parte, pero que no sabía a qué se refería, así que tuvo la cara de contarme, o más bien de lo que él creía recordar, como me folló al encontrarme desnudo en la cama.

– hacía tiempo que no follaba con un tío, y la verdad es que me apetecía.

– eres gay?

– nooo, pero me gusta todo, y follar lo que más, y si no hay una tía, pues me conformo con lo que sea.

– o sea, que fui una consolación para ti…

– ehhh, no te lo tomes así, que me lo pase muy bien, y seguro que, por cómo te movías, tú también.

Total, que me preguntó si no me gustaría ser objeto en un grupo de sexo entre hombres, que solo me penetrarían si yo lo deseaba, y que ellos a veces lo hacían, sorteando a quien le tocaba quedarse, por decirlo de alguna manera, y siendo nuevo, sería mas excitante, un aliciente en la reunión y yo podía disfrutar de todos y sentir algo diferente.

Me lo pensaría, contesté excitado ya, dejando para la tarde la confirmación definitiva, por si surgía algún inconveniente. En realidad no estaba muy decidido, que hacía yo, el único desconocido entre un grupo de amigos ajenos, y sin saber quiénes eran ni cómo eran. Pero al final, cuando llamó para comprobar si podía ir y si me recogía, le contesté que sí sin pensarlo.

Era casi un palacio, un caserón enorme rodeado de jardines aunque apenas iluminado, como para no llamar la atención. Mi amigo me presentó; había en general gente más mayor que yo, y dos o tres demasiado jóvenes, que me suponía serian invitados especiales, o incluso hijos de alguno que les quisiera iniciar.

Hice casi lo que me indicaba mi compañero, le seguí, mas bien, cuando me tomó del brazo y me condujo a una sala donde nos desnudamos y pasamos a una especie de gimnasio con duchas, con cabinas individuales, sin cortina, que pronto me di cuenta de que no hubieran servido para nada, porque dejaron de ser individuales muy pronto. Me metí debajo de un chorro de agua y al poco tenía a uno enjabonándome con la mano, y otro que intentaba entrar para ayudarle.

En poco tiempo éramos cuatro en el pequeño cubículo, los cuerpos mojados, pegados unos a otros y con las pollas enhiestas. Yo sentía una por detrás y otra sobre el vientres, y un montón de manos por todo el cuerpo.

La siguiente sala era también como un gimnasio, con colchonetas y una barra llena de bebidas, a donde íbamos llegando por grupos, sirviéndonos y entablando conversación, esos diálogos anodinos, que no dicen nada, pero sirven para romper el hielo y acercarse entre sí.

Hasta que uno de los que me rodeaba se decidió: sin mediar palabras, se acercó y se pegó a mi espalda, comenzando a sobarme el pecho y el vientre. Otro me quitó la copa y agachándose, metió mi polla en su boca, chupando con un arte especial, que nunca hubiera imaginado podía llevarme a tal excitación solo con la lengua y pequeños mordisquitos.

El de atrás era un tío algo mayor, que pronto se cansó de preámbulos y me llevó a una especie de cama, para que me colocara sobre ella y así no tener que agacharse, me dio un par de azotes en el culo y parsimoniosamente procedió a ir entrando poco a poco en mi agujerito. Otro se puso de rodillas delante de mí, y me ofreció su polla. Los empujones traseros hacían que me tragase cada mas rabo, tuve que morderla un poquito, para poder saborearla sin atragantarme.

Una pareja se puso al lado nuestro y mi calentura subió a lo mas alto al poder observar, casi como en un espejo lo que me estaban haciendo a mí. Era el morbo en grado sumo, mi polla reventaba y mi culo ardía. Nos debimos correr a la vez todos, tal vez como contagiados, por nuestros gemidos y movimientos.

Perdí un poco el ardor, aunque sentía manos tocándome, pollas en mi cuerpo, alguna entrando en mi culo encharcado y lenguas sobre mi piel, pero mi mente ya no podía mas, solo sentía sensaciones diversas, así que cerré los ojos y pensé: pues ha estado bien al fin y al cabo.