Una relación con un alumno comienza convirtiéndome en esclava debido a un chantaje y luego, termino volviéndome su amante, la amante de uno de mis alumnos

Estábamos en la clase de gimnasia, faltaba escasamente un par de meses para terminar las clases, la profesora, Nora, nos tenia a todos los alumnos con las hormonas revolucionadas, no solo era guapa y tenia un físico estupendo, además le gustaba vestir provocativamente. Aquel día, había comenzado la clase con chándal, pero al poco tiempo se lo había quitado, quedándose en pantalón de deporte corto y camiseta ambas prendas muy ajustadas, aun llevando sujetador se le marcaban los pezones, de las dos buenas tetas que tenia.

Al terminar la clase, nos mando a la ducha a todos menos a mi que me tocaba recoger las colchonetas, y llevarlas al cuartillo que hacia de almacén. Estaba dentro me pareció oír a Nora, la profesora, estaba hablando con alguien, me acerque con sigilo, pude ver que la otra persona era Luis, el profesor de matemáticas.

– Esta noche en tu casa a las ocho – dijo Luis.

– ¡Noooo! Esta noche estará mi marido – dijo Nora.

– ¡Mierda! – respondió Luis.

Luis había cogido a Nora por la cintura, y mientras se besaban en los labios, Luis le daba un repaso al buen trasero de Nora.

– Pero seguro que el fin de semana estará fuera.

– Perfecto, veré que me invento, para ir y que mi mujer no sospeche nada. ¿Por qué no vamos al cuartito?

Imagine que era el almacén donde yo estaba. Así que decidí esconderme tras unos sacos de boxeo y unas colchonetas. Unos segundos después entraban los dos en el cuartito, Nora se arrodillo, le saco la polla a Luis, se la acaricio y comenzó a darle chupetones, desde el lugar que me encontraba escondido, aunque estaba algo oscuro, los veía perfectamente, pues escasamente había un par metros de distancia. Unos minutos después Nora se desnudaba, se tumbaba en el plinto, abriéndose de piernas y flexionando las rodillas. Luis se colocaba frente a ella con la polla bien lubricada por la saliva de Nora, le agarraba fuertemente de los muslos y de un empujón le metía la polla. Nora ahogaba un grito de placer al sentir la polla recorriendo su vagina, entre jadeos se semi-incorporó, agarrando del cuello a Luis, y este a su vez le agarrara los pechos con las manos y saborear los pezones con su boca. Vi las bragas de Nora estaban en el suelo cerca de mi, espere unos minutos, aproveche el momento de máxima excitación de la pareja para recogerlas. Poco después Luis se corría y Nora alcanzaba el orgasmo. Tras unos minutos de inactividad Luis se incorporo, poniéndose bien la ropa.

– ¿Donde están mis bragas? – pregunto Nora.

– Las buscare – dijo Luis – ¿Por donde las dejaste?

– Aquí junto al pantalón.

En ese momento me di cuenta de la tontería que había hecho al coger las bragas, se pondrían a buscarlas y me descubrirían.

– Pues no pueden estar muy lejos no tienen…

Pero en ese momento se escucho fuera una voz llamando a Nora.

– Calla, alguien me esta buscando.

– Vístete luego buscaremos las dichosas braguitas – dijo Luis sonriendo.

Nora se vistió rápidamente y salió.

– ¡Ah! Eres tu Patricia – escuche decir a Nora.

No pude escuchar a la aludida Patricia; pero supuse que era la profesora de Latín. Luis se quedo escondido y unos minutos después se marcho, tras el me fui yo. En ese momento no era consciente de lo que había visto; pero esa misma tarde estando en casa comprendí lo que había visto, era un bombazo, la cuestión era como usarlo, aunque en mi mente se iba desarrollando una idea perversa. Salí de casa sin rumbo fijo, cuando me di cuenta estaba cerca de la casa de Nora.

Conocía donde vivía Nora porque en una ocasión tuve que ir junto con otros compañeros para que nos firmara una autorización. Sin pensarlo mas me dirigí a su casa, llame a la puerta y me abrió Nora.

– Buenas tardes, mejor dicho noches.

– ¿Qué haces tú aquí? – pregunto Nora con cierta altivez.

– ¿Quién es? – dijo una voz masculina desde dentro de la casa.

– Un alumno – dijo dirigiéndose al interior – ¿Qué quieres? – pregunto de forma altanera.

No dije nada, simplemente saque las bragas del bolsillo. Ella se puso colorada al reconocer las bragas.

– ¿Porque me enseñas eso? estas loco – dijo disimulando su propiedad.

– Son tuyas – dije sin usar el posesivo de cortesía o respeto “suyas” a propósito

– ¡Mías! ¿Dónde las has encontrado? – dijo intentando cogerlas sin éxito.

– Donde tú dejaste – dije sonriendo.

Ella encajo la puerta tras de si.

– Y tú las has encontrado.

– Seria mas correcto decir que me cayeron encima.

– ¡Que te cayeron! Tu, tu estabas allí – dijo casi tartamudeando de lo nerviosa que estaba – entonces…

– Si estaba allí, y lo vi todo.

Estaba roja como un tomate, su nerviosismo era patente.

– ¿Qué quieres? – esa pregunta sonó a derrota.

– ¡No se! ¿A ti se te ocurre algo?

– Sobresaliente en gimnasia.

Sonreí.

– No estaría mal, pero mi nota es de notable.

– ¡En matemáticas!

Sonreí nuevamente, imagine su influencia sobre Luis.

– En las otras asignaturas no puedo…

– Nada de eso, no me hacen falta mejores notas, ni tampoco quiero que tu trabajo peligre, ni mucho menos tu matrimonio.

– Entonces que quieres, ¡Dinero!

– No lo había pensado, pero tampoco.

– Entonces a que has venido.

– Para que no te volvieras loca buscando las bragas. Deberías ser mas imaginativa.

Se produjo un silencio, mientras pensaba; de pronto su expresión cambio.

– No estarás pensando…

– Dilo, parece ser que lo has adivinado.

– Tu y yo…

– ¡Nora! – nuevamente dijo la voz del interior de la casa.

– Ya voy cariño.

– Por mi nadie se enterara – dije – mejor que Luis no sepa nada.

– Pero…

– Cuando se va tu marido.

Me miro sorprendida, comprendió que había escuchado la conversación entre ella y Luis.

– Pasado mañana, el viernes por la tarde – dijo bajando la voz.

– Y has quedado con Luis. ¿No?

– Si.

– Pues dile que no podrá ser. Vendré yo y hablaremos.

– Pero…

– Ya sabes, este fin de semana, tienes otros planes.

Sin decir nada más me marche.

Aquella noche no pude dejar de pensar en Nora, mi objetivo estaba claro y ella lo había adivinado, FOLLARMELA.

Al día siguiente, en el instituto, nos cruzamos Nora y yo, al verme se puso nerviosa, poco después la vi hablando con Luis, por la cara de cabreado que puso, supuse que le dijo que el fin de semana no se podrían ver.

Y por fin llego el viernes, me hice el encontradizo con Nora.

– ¿A que hora se va tu marido?

– A las ocho de la tarde.

– Pues a las ocho y un minuto estaré yo allí. Te aseguro que vamos a disfrutar

Se puso colorada, imagine que por primera vez comprendió el alcance de lo que yo quería.

Las horas me parecieron días de lo lentas que pasaban, a eso de las siete no pude mas y me fui a su casa, como estaba relativamente cerca no tarde mucho y tuve que esperar, no eran aun las ocho cuando un taxi se paro junto a la casa. Se abrió la puerta de la casa de Nora, salió un hombre debía ser el marido de Nora, me sorprendió, era un hombre muy bien trajeado, elegante, pero debía pasar de los cincuenta, cuando Nora no debía tener los treinta.

Espere unos minutos y me dirigí a la casa, fue llamar a la puerta y aparecer Nora.

– Veo que eres puntual, entra.

– Estaba esperando a que se fuera tu marido.

– Lo imagine, ya estas aquí, comprendo lo que quieres de mi.

– Si, que es lo que quiero.

– Quieres joderme, en el sentido físico de la palabra. Estoy dispuesta, podrás alardear de haber follado con una profesora de 28 años, con tan solo ¿16 años?

– Si 16, los cumplí el mes pasado; pero no pienses que eres la primera.

Sonrió.

– ¿Dónde quieres hacerlo? Aquí en el salón, sobre el sofá, en la habitación sobre la cama. ¿Dónde? Cuanto antes lo hagamos antes acabaremos.

– Veo que has comprendido lo que quiero, pero no del todo.

– ¿Es que hay algo más?

– Pues si, un simple polvo no seria interesante, lo puedo hacer con muchas mujeres. Quiero que seas mi esclava este fin de semana.

Se quedo sorprendida.

– ¿Tu esclava?

– Si mi esclava, harás todo lo que yo te pida sin rechistar, te prometo que nada de lo que hagas te comprometerá y si lo hace es porque tu quieras..

– Si lo he comprendido bien, lo que quieres es que haga todo lo que me pidas, incluido sexo.

– Si, sobretodo sexo. ¿Tu marido vuelve el lunes?

– Puede que antes – dijo distraídamente.

– Es lo mismo, yo me iré el domingo por la tarde, espero que cuando me vaya, hayamos disfrutado los dos.

– Lo dudo. ¿Qué quieres que haga Mi Amo? – dijo con cierta ironía.

Pase al interior de la casa y me senté en el sofá cómodamente.

– Porque no pones algo de música.

– De que tipo desea el señor.

– Adecuada para un strep-tease.

Nora se acerco al mueble del salón, cogió un disco y lo puso, la música no me sonaba pero era muy insinuante.

– ¿Y ahora? Supongo que deberé hacer un streptease.

– Me has adivinado el pensamiento.

Nora comenzó a moverse, a contonearse, se quito la coleta del pelo dejando su largo cabello suelto, sus movimientos eran perfectos, recordé al principio del curso dijo que de pequeña hizo gimnasta rítmica. Ante aquellos movimientos tan sensuales me excite, comencé a acariciarme el paquete, me metí la mano por debajo del pantalón, y me acaricie la polla, unos minutos después con la polla tiesa, me desabroche el pantalón y me baje la cremallera, me saque la polla y comencé a meneármela, note cierto asombro al mirar mi polla, su desnudez iba en aumento, imagine que esperaba el momento que yo le pidiera que me la meneara o me la chupase, pero no lo hice, los minutos fueron pasando y su desnudez fue total, mi excitación estaba en su apogeo.

– Ya, ya ahhhh – dije mientras tres grandes chorros de leche salían de mi polla, caían sobre la mesita de centro.

Ella seguía moviéndose.

– Ya puedes parar.

– ¡Ya! No quieres que haga nada mas – dijo sorprendida.

– No te parece que ya has hecho suficiente – dije señalando el liquido sobre la mesita – ahora habrá que limpiarlo.

Fue a la cocina y volvió con una servilleta de papel, se disponía a limpiarlo.

– ¿Qué haces? – dije como sorprendido.

– ¡Limpiarlo!

– Pero no con una servilleta, mi semen es muy valioso, lo tienes que hacer con la lengua.

Me miro y sonrió.

– Si esperas que me de asco, te diré que la leche de un cabrito como tu me encanta.

Y sin protestar se agacho lamiendo la mesa, haciendo desaparecer el semen, entonces me enseño su lengua, con restos de semen, cerro la boca y se lo trago, para seguidamente pasarse la lengua por los labios.

– ¿Algo mas mi amo?

– Si ahora límpiame la polla.

No tuve que repetírselo, acerco su boca a mi polla y comenzó a lamerla, limpiándola. Mi polla había comenzado a deshincharse tras la masturbación volvía a hincharse.

La cogí del pelo y la separe.

– Ya es suficiente, tampoco quiero que te ilusiones. Ahora quiero que hagas la cena.

– ¿Quieres que haga algo especial?

– ¡Sorpréndeme!

Nora fue a coger la ropa.

– Sin ropa, como aquí dentro no hace frio, quiero que vayas por la casa totalmente desnuda.

No replico se fue a la cocina, contoneando su trasero. Deje pasar unos minutos y me dirigí a la cocina, era excitante verla cocinar totalmente desnuda, me fije en su vello púbico, lo tenia depilado solo una pequeña hilera de pelos en vertical en su zona central como indicando donde estaba lo bueno.

– La depilación del coño ¿A quien le gusta? A Luis o a tu marido.

– A los dos, espero que a ti también te guste.

Puse mi mano sobre su vientre y con los dedos acaricie la hilera de pelos, un gemido se le escapo a Nora.

– Me gusta, me gusta. Una pregunta ¿Tu marido es mucho mayor que tu?

– Si tiene 52 años.

– Y te quejabas de que yo tenga 16, me llevas solo 12 años, sin embargo tu marido te lleva … 24 años. Podría ser tu padre.

– Y casi lo es, era el padre de una amiga mía.

– Y que dice su hija.

– Nada, murió, fue a raíz de su muerte cuando empezamos a vernos y terminamos casándonos, hace tres años.

– Y ya te has cansado de el.

– Oye, yo quiero a mi marido.

– Por eso follas con Luis

– Lo de Luis es una necesidad física, mi marido esta casi siempre fuera.

Por su forma de decirlo comprendí que Luis seria uno mas de su lista, pero también saque una conclusión mas, había perdido la agresividad del principio, comenzaba a aceptar la situación de sumisión.

– En unos minutos estará terminada la tortilla, la he hecho como a mi me gusta con “dos huevos”.

Sonreí, me acababa de demostrar que se estaba implicando en el juego. Le ayude a poner la mesa, y mientras cenábamos.

– Sabes empieza a gustarme eso de ir desnuda por la casa, si no fuera porque es por obligación.

– Que más da que sea por obligación, si te gusta.

– No es lo mismo.

Habíamos terminado de comer. Recogimos y llevamos las cosas a la cocina, entonces vi un almirez de decoración, de cerámica, sonreí para mi, se me había ocurrido una nueva idea, cogí la mano del almirez, que semejaba un falo de unos 20 centímetros de largo con unos 4 centímetros de grosor por la parte de golpeo, y volví al salón.

– Que desea que haga ahora mi señor.

– Quiero ver una película porno en el video.

– ¡Una película porno! No tengo ninguna.

– Pues ya sabes tendrás que crearla – dije enseñándole la mano del almirez.

Se me acerco, sus tetas se movían rítmicamente, cogió el aparato, se sentó sobre el brazo del sofá, empezó a lamer el aparato, y a pasárselo por el cuerpo.

– No quieres participar.

– Ya participo mirando

Lo cierto es que estaba muy excitado, me habría sacado nuevamente la polla y me habría masturbado, o habría dejado que ella lo hiciera; pero tenia que aguantar, el placer seria mayor si era capaz de resistir.

– Tú te lo pierdes – en esa respuesta había algo de desencanto por parte de ella.

– No pares sigue, quiero que lo utilices para masturbarte.

Nora obedeció, se metió el aparato por la vagina, soltó un gemido, estos se multiplicaron al sacárselo y metérselo cada vez mas rápido hasta que alcanzo el orgasmo, dejándose caer en el sofá.

– Estarás contento, todo esto ¿Para que?

– Para que disfrutes.

– Eres perverso. Me voy a la cama.

Se le notaba que estaba enfadada, y algo mas, supuse que estaría excitada. La observe como se marchaba escaleras arriba, moviendo su trasero. Espere unos minutos y subí también yo, localice en la habitación que estaba, entre. Estaba sobre la cama desnuda, con las piernas abiertas, entonces me desnude, comprobé que no me perdía de vista, sobretodo al quedar desnudo y enseñar mi polla, me tumbe en la cama al otro lado.

– ¿Por qué me haces esto?

– ¿El que?

– Ponerme caliente como una perra en celo, y después despreciarme.

– De verdad estas tan caliente.

– Tócame – me cogió la mano y se la llevo a su entrepierna.

Tenia el coño muy húmedo, con el dedo acaricie su clítoris ella emitió un gemido, se pego a mi, sus tetas pegadas a mi cuerpo, me acaricio la polla que ya estaba tiesa.

– Tú has ganado – me dijo al oído.

– ¿Si?

– Si, estoy deseando que me folles, quiero sentir tu polla dentro de mi.

Mientras que con una mano seguí acariciado su clítoris y sus labios vaginales, incluso introduciendo los dedos en su vagina, con la otra estrujaba sus pechos, y pellizcaba un pezón, y el otro lo mordisqueaba. Sus gemidos fueron en aumento, realmente estaba muy excitada.

– Métemela, estoy a punto de llegar.

Me puse entre sus piernas, me agarre la polla, sin llegar a metérsela, roce su clítoris y los labios vaginales.

– ¡Cabrón! métela.

– Y tú eres una puta.

– Si, soy tu puta, quiero sentirte dentro.

En ese momento, tenso el cuerpo, alcanzo su primer orgasmo, y fue el momento que escogí para metérsela, la cogí de los muslos y se la metí, fue una penetración profunda, ella reacciono con un grito. Seguí empujado, ella se cogía a la almohada, a las sabanas, no sabia a donde cogerse, pronto experimento un segundo orgasmo, o puede que fuese una prolongación del primero, nuevamente tenso el cuerpo arqueándolo, lo que hizo que la penetración fuese mas profunda.

No pare, me deje caer sobre ella y seguí empujando con movimientos pélvicos, cada vez mas rápidos, sus gemidos eran constantes.

Giramos sobre la cama quedando ella encima, sobre mi, arqueo su cuerpo hacia tras llegando a tocar la cabeza en la cama, se contorsiono como en sus mejores tiempos de gimnasta, eso me permitió acariciarle el clítoris, tal era su excitación que sentí como su cuerpo se estremecía. Volvió a incorporarse, dejándose caer sobre mi, entre jadeos.

– Estoy a punto de llegar de nuevo, lléname quiero sentir tu leche dentro.

En ese momento mi polla comenzó a echar leche, lo que hizo que ella alcanzara otro orgasmo.

Permanecimos abrazados durante unos minutos.

– ¡Dios! Creo que ha sido el mejor polvo de mi vida, y ha tenido que ser con un niñato.

– De niñato nada, soy tu amo y señor.

– Sí mi amo y señor.

Nos reímos, empezaba a entrar en el juego, y lo mejor era que le gustaba.