UNA PROPUESTA DIFICIL DE DECIR QUE NO: Se trata de un joven androgeno que no es homosexual pero que le gusta vivir bien

Antes que nada tengo que confesarles que la historia «Una nueva familia» era el inicio de una novela que iba escribir y es producto de una interpretación tanto de nacimiento como los viajes de Dionisos, el dios griego del vino. Mi intención era ver de que manera recepcionaban, por eso necesitaba de su excitación, el inicio como el final, si quiero re-contar el mito de Dionisos tanto el comienzo como el final debe ser hecho grandilocuentemente. Pero ahora este relato va a tener su sentido original, que sea impreso en papel.

Tengo que confesar que sus mail me excitaron mucho, que mi texto haya servido para que alguno se abra a mí, esa debe ser la relación del escritor con sus lectores, por esto me debo a ustedes y voy a escribir un texto (que no es la continuación de mi nueva familia) hecho especialmente para este espacio, especialmente para ustedes mis lectores cibernautas.

Estoy echado en una cama de hospital, me siento dopado, a punto de cerrar los ojos, pero antes de dormirme puedo ver a un cirujano, por su instrumentar y su atuendo, a punto de operarme.

De pronto me despierto-era un sueño, pensé-. Aunque no había abierto los ojos, me siento raro, y de pronto escucho una voz extraña que me dice –Por fin despiertas preciosa, desde hoy empieza tu nueva vida-. Al abrir los ojos no pude ver más debajo de mi pecho, dos enormes senos me lo impedían, y me di cuenta que ese no fue un sueño.

Pero tengo que contar como paso todo esto. Yo era contador en una empresa de una gran empresa multinacional francesa, no tiene sentido decir su nombre, pero en una sucursal en mi país, Esta en Latinoamérica, no voy a decir más. Por una razón que nadie supo, el presidente del directorio y dueño de la compañía, Ronald Von Lange, vino a nuestro país, según lo que nos decían nuestros jefes, había planes de expandir la compañía por toda la comunidad andina. El monopolio que existía de esa multinacional acá podría hacer convincente aquello, pero lo extraño es que venga no un representante de la central sino el mismo Von Lange.

Lo particular de la empresa donde trabajaba era que la gran mayoría eran homosexuales y lesbianas. A pesar de que yo no lo era homosexual pues lo femenino me encantaba, si era muy andrógeno. Mis rasgos y mi cuerpo eran de una mujercita, pues no sólo era delicado, sino que mis formas delgadas dibujaban un culito paradito y una cinturita de modelo, cuidaba mucho mi alimentación, así me criaron.

En la oficina era totalmente asediado, todos querían cogerme. Los gays, oficinistas que descargaban su tensión del trabajo en el gimnasio de la compañía, se sabía que ahí no solo descargaban tensiones con ejercicios, me piropeaban, algunos me metían la mano, me llamaban a mi casa, para las lesbianas mi imagen también resultaba atractivo y me molestaban de manera distinta, por ejemplo, al abrir mi cajón apareció en uno de mis cajones un consolador de 24 cm color carne y venoso, Con una nota que decía «un regalito para ese culito rico y de putita que tienes». Mis jefes más bien me trataban con amabilidad, una amabilidad que no tenía otro fin que el mismo que el de mis compañeros, mi culito. Pude renunciar, pero una forma de retenerme era el sueldazo que me pagaban, me había acostumbrado a tal ritmo de vida que sabia que no aguantaría un sueldo mediocre.

Luego de cumplir todos los requerimientos necesarios que presuntamente había venido hacer Von Lange, que muchos fue directamente con migo, me invito a cenar en la casa de uno de mis jefes, junto con su esposa, una mujer cuarentona, con esa belleza siútica que solo puede tener una mujer madura. La conversación fue amena, hablaba, aunque con un leve acento, perfectamente el español.

-Me he enterado de cómo te asedian tus compañeros de piso

-No los culpo, es una belleza-Dijo Sra. Lange, con una sonrisa de picaresca excitación, siempre con clase, la Sra. Lange era deliciosa asta en su sonrisa. Sus palabras me abochornaron

-Mira como pones al muchacho-le dijo el Sr. Von Lange con una leve risa.

-No más bien se lo agradezco.

-La razón de que te hallamos invitado es que te queremos llevar con nosotros, te pongo en un puesto donde ganarías diez veces más que acá.

Esas palabras me gustaron, pues quería refinar aun más mis placeres, y el dinero que ganaba ya veía sus límites

-No sabe la alegría que me causa, ir a la central era uno de mis más grandes sueños-mentira, detesto trabajar, pues como los griegos disfruto del ocio, pues me gusta escribir.

-Pero hay una condición- después de esas palabras un silencio fúnebre, y tanto él como la Sra. Lange leían atentamente mi rostro.

-Tendrías que vivir en nuestra casa, pero antes completar algo que la naturaleza n hizo, afemenizarte…