Una madre entregando todo por su hijo

«Lo lamento pero… tu madre está muy buena»

Fueron las últimas palabras que su amigo le dijo antes de encerrarse en la habitación con su madre. Sabía a lo que se dedicaba su madre, y a su amigo de su misma edad le sobraba el dinero. Ambos tenían tan solo 18 años, y se ofreció a pagarles una gran cantidad de dinero a cambio de hacer lo que quisiera con su madre.

Ella ya estaba esperándome sentada en la cama. Tenía ya sus 42 años, pero era rubia de cabellos largos, ojos marrones y una gran figura para la edad que iba ya teniendo, pues sus pechos eran de un tamaño considerable. El amigo de su hijo se emocionó nada más verla y al empezar a pensar que durante un rato iba a ser solo para él, así que sin querer perder el tiempo, se abalanzó sobre ella para empezar a besarla.

Sus labios fueron bajando a través del cuello de la mujer, empezó también a manosear sus pechos cuando a la mujer se le empezaron a escapar algunos gemidos. Le pidió que se quitara la ropa, y con ello sus pechos quedaron únicamente cubiertos por su sujetador.

«Siempre quise hacer esto con usted, señora…»

Le quitó el sujetador y metió la cabeza entre sus grandes pechos. Cierto era que por la edad y por el tamaño ya le caían un poco, pero eso excitaba más al muchacho. Restregaba la cara por sus pechos mientras también los chupaba sin parar dejando chupetones sobre ellos, y cuando ya no pudo aguantar más, terminó sacando su enorme miembro.

La mujer se avergonzó un poco ante la situación, realmente no quería seguir con aquello pero tanto ella como su hijo necesitaban el dinero. El muchacho colocó su mano detrás de su nuca para empujarla y así meter todo su miembro hasta el fondo de su garganta. Ella no tuvo otro remedio que empezar a chupar para estimular esa gruesa y pringosa polla que tenía en su boca, después, la colocó también durante unos instantes sobre sus enormes pechos para estimularle más todavía, y antes de terminar, el muchacho volvió a introducirla en su boca para terminar corriéndose en ella.

Era la mejor mamada que le habían hecho nunca. Le había dejado la barbilla, pechos, y parte de la cara con restos de semen, y con un gesto violento, tumbó a la mujer en la cama para seguir con el siguiente acto. Ella sabía lo que tocaba ahora, le pidió que por favor se pusiera condón, pero él había pagado, y por lo tanto, él decidía.

Poco tardó en penetrarla y en empezar a moverse con violencia. La madre de su amigo quiso retener sus gemidos pero no pudo soportarlo, y fue en ese momento cuando entre lágrimas, su propio hijo al otro lado de la puerta no pudo hacer otra cosa que taparse los oídos.

Sus gemidos eran cada vez más fuertes tras haber probado ya varias posturas, y con ello, el joven volvió a correrse de nuevo esta vez en su interior. Todo parecía haber acabado, pero el joven se reincorporó para penetrarla por detrás. La mujer no pudo retener sus lágrima de dolor que poco a poco fueron de placer, y ya con ello concluyeron el acto sexual dejándole fuertes dolores en su trasero.

El joven se marchó, y la madre se encontró a su hijo bien triste en el salón. Se acercó a él para explicarle que no había tenido otro remedio si querían pagar este mes el alquier, pero las palabras de su propio hijo no se las esperó en absoluto.

«Mamá… te escuché gemir, y visto que te gusta hacerlo con jovencitos… yo también quiero hacerlo contigo.»

Un hijo enamorado de su atractiva madre, una madre divorciada tras los maltratos que había recibido de su marido. Sí… su hijo era lo que más quería, y llegada la situación ya no tenía nada que perder, pues su hijo iba a convertirse en el hombre de su vida.

A ella se le hizo bien gracioso cuando su hijo se aferró con fuerza a sus pechos, le recordó cuando era pequeño… pero ahora era todo un hombre, y sin duda, iba a tener toda la noche para demostrárselo…