Una historia morbosa entre dos jóvenes que simplemente quieren dejarse llevar y no pensar en nada más que eso

Iván era un chico bajito, con unos kilos de más y gafas, un chaval sociable y con mucha personalidad. Eva era la típica chica en la que todos los hombres de su edad, más mayores y más pequeños, ponían sus ojos y, si se dejaba, sus manos. Alta, muy morena, delgada, proporcionada, risueña, melena negra, con unas curvas de infarto, ojos saltones y labios carnosos. 18 años, esa era la edad de ambos.

En la historia que os voy a contar no esperéis una noche de sexo desenfrenada, no esperéis posturas elaboradas ni tampoco prácticas sexuales duras. Esta es una historia y muy morbosa, sobre todo, vista con los años.

Eran las ocho de la tarde y las fiestas del pueblo de Iván, para resumir, os diré que, avatares de la edad, la noche no comenzó bien, problemas que les parecían montañas hicieron que comenzara entre lloros, pero con 18 años ¿qué no arregla un par de copas? Así fue.

Bailes, risas, debates existenciales, Iván y Eva siempre habían tenido una amistad muy especial. Jamás había pasado nada entre ellos pero incluso podemos decir que existía en ocasiones cierta tensión sexual entre ambos aunque ninguno se dio cuenta hasta esa noche…

Como os podréis imaginar, Eva dormía en casa de Iván, pero no sólo ella dormía allí, otros cuatro amigos más usaron la casa de éste para dormir la borrachera de la noche. Dos habitaciones libres y seis personas para dormir, sin saber muy bien el cómo, Eva e Iván acabaron durmiendo en la misma habitación.

Dos adolescentes, una cama, diez copas en cada cuerpo y una habitación vacía ¿hay que explicar algo más? Pues sí, claro que hay que contarlo.

Había confianza, Eva se quitó la ropa y se quedo sólo con la ropa interior, un sujetador blanco que realzaba sus jóvenes pechos y un tanga color verde era lo único con lo que se metió en la cama, Iván se decidió a dormir con un bañador, sólo con un bañador, que dejaba ver cualquier cambio en su caliente adolescencia.

La alegría de las copas, el roce de ambos cuerpos y la confianza que ambos se tenían les fundió en un tímido pero no por eso menos morboso beso. Un beso largo y profundo que hizo que la mano de Eva agarrase la cabeza de Iván haciéndole ver que ella quería seguir como sus lenguas jugaban bajo las sábanas. La lengua de Iván comenzó al cuello Eva, lentamente, despacio, sus manos rozaban el joven culito de Eva mientras su lengua rozaba levemente su cuello y bajaba hasta sus pechos, sus pezones eran oscuros, tersos, perfectos. Mientras ella abría poco a poco sus piernas,

Iván rozaba con la yemas de sus dedos el tanguita verde, apenas rozando los genitales de Eva, sus pezones estaban ya dentro de la boca de Iván, éste los movía con su lengua, los succionaba bien dentro, la respiración de Eva era ya, música del erotismo.

Las manos de Iván estaban ya debajo de la ropa interior de Eva, pero quería hacer que ella estuviese aún más caliente, rozaba con sus dedos el clítoris sin llegar a moverlo, paseaba sus manos por los bordes de su sexo cada vez más húmedo mientras su boca bajaba por la barriga de Eva, despacio, muy despacio…

Cada vez más impaciente por sentir la boca de Iván en su entrepierna, Eva agarró la cabeza de Iván con fuerza, llevándola hasta el comienzo de sus largas y esbeltas piernas, pero éste, no obedeció sin más, rozó con su lengua los muslos de Eva, desde las rodillas hasta su sexo con enorme calma mientras con sus manos masajeaba sus muslos con fuerza, pero muy despacio.

En un movimiento rápido, casi brusco, Eva se deshizo de su tanguita verde, ese tanguita verde…indicándole así a Iván lo que debía hacer inmediatamente. Éste, dejo la calma a un lado y esta vez sí, obedeció. Sin mediar palabra succionó su clítoris hasta el fondo de su boca, moviéndolo con su lengua dentro de ella el mismo ritmo al que sus manos masajeaban sus pechos firmes y excitados. Eva agarraba con fuerza el pelo de Iván, casi fuera de sí, dejándolo casi sin aire, él no se quejó.

Sacó su clítoris de la boca y comenzó a mover la punta de su lengua sobre él al mismo tiempo que dos de sus dedos empezaban a entrar dentro del sexo de Eva, lento, muy lento, con cada centímetro Eva respiraba más y más fuerte. El rítmo del movimiento de los dedos de Iván aumentaba por segundo, el mismo ritmo al que su lengua lamía sus muslos…

– ¿quién te ha enseñado a hacer esto? Exclamaba Eva con una voz entrecortada por el placer…

No había respuesta, sólo había calor y morbo en esa habitación.

Ella llevaba la iniciativa, él sólo quería ver como su amiga gozaba con sus manos, con su lengua y con su…

– ¿tienes condones? Preguntó Eva.

– No…contestó Ivan

– Da igual…ahora vas a ver lo que sé hacer yo.

Casi de un salto, Eva se puso a cuatro patitas en la cama, la imagen era extremadamente caliente, ese cuerpo monumental, con esa piel sudorosa delante de él, echado en la cama, con su miembro duro y rojo, casi a punto de estallar.

Eva, ya no conocía el significado de la palabra calma. Agarró su pene con la mano, con mucha fuerza y se lo metió en la boca, sus labios carnosos y cuidados recorrían el miembro de Iván de arriba abajo mientras ella le pajeaba al mismo ritmo para después masajearle los testículos con una mano mientras con otra le hacía paja fuerte, larga, lenta pero muy profunda.

Su lengua recorría los testículos de Iván mientras no dejaba de hacerle esa paja que le estaba haciendo llegar al clímax…

– ¿Estáis despiertos? Preguntó una voz tenue al otro lado de la puerta…

Quizás otro día os cuente alguna noche más de estos dos adolescentes…