Tres parejas se fueron a disfrutar en un yate, allí en medio de la nada. Estas seis personas deciden explorar las relaciones sexuales mas allá del matrimonio

Un Paseo en Yate

1. Alex

La verdad es que no sé a quién de todos se nos ocurrió: !un paseo en yate por las islas del Caribe!  Seríamos dos parejas: nuestros amigos Bea y su esposo Bob, y nosotros.

Nos conocemos desde hace un par de años y sabemos que son parecidos a nosotros en sus gustos, por eso nos caemos tan bien mutuamente.

A ver, nosotros (Alícia y yo) tenemos 5 años de casados y siempre hemos sido muy liberales. Y cuando digo siempre es que ya éramos liberales antes de conocernos. Nos encontramos y nos enamoramos profundamente, pero entendemos que el amor y el sexo son dos cosas parecidas pero no iguales.

Siempre hemos hablado de otros hombres y mujeres, de sí son bonitas o feas, si son sexys o no, de cómo se comportarían en la cama. De cómo sería tener sexo con ellos, pero nunca ha pasado de las palabras, nunca nos habíamos decidido a hacerlo de verdad.

Luego nos casamos, pero siempre hemos mantenido nuestras ideas liberales.

Pero entonces nos hicimos hicimos amigos de Bob y Bea y nos dimos cuenta de que eran muy parecidos a nosotros y probablemente por eso nos gustaron tanto.

Sin discutir explícitamente ningún plan, ambos nos dimos cuenta de que si realmente íbamos a tener relaciones con otras personas, seguramente serían parecidos a ellos… o, ¿porque no ellos especialmente?

Y entonces surgió esta idea de las vacaciones juntos ¡y en un yate! Era una buenísima oportunidad de poner en práctica nuestras ideas. Sol, mar, poca ropa. Tendríamos muchas ocasiones de tener sexo con ellos.

El problema se complicó cuando una tercera pareja, Clarita y Carlos, quisieron sumarse al proyecto. No sólo sumarse, sino que ellos fueron los que consiguieron el yate, el trayecto, los precios. A ellos los conocíamos mucho menos y no estábamos seguros de que ellos participarían en nuestro plan, pero Alice optimista como siempre, pensó que en el peor de los casos, haríamos el intercambio entre nosotros cuatro y en el mejor, ¡seríamos seis!

Así pues que luego de innumerables reuniones entre los seis para organizar el viaje, cosa que de paso nos permitieron conocer mejor a Clarita y a Carlos, estuvimos listos. El optimismo de Alícia se enfrió un poco porque Carlos era mucho más conservador que nosotros, lo que podría ser un problema. Clarita tampoco parecía ser muy liberal, quizás más que Carlos, pero participar en un intercambio de parejas parecía más allá de sus posibilidades.

2. Alicia

Obviamente llevamos demasiado equipaje para sólo una semana, pero no iba a dejar ninguno de mis vestidos veraniegos y seguramente lo mismo pensaron las otras chicas. Cuando los chicos terminaron de bajar todas las maletas y acomodarlas en los camarotes, estaban agotados y un poco de mal humor. Pero entonces Maya, la esposa del capitán, marinero, mesonera y entertainment, intervino abriendo una botella de Prosecco para brindar y darnos la bienvenida.

Maya era una mujer de unos 45 años, pero muy bien conservada, bronceada y de buen cuerpo, aunque el sol le había envejecido un poco la cara. Manuel, el capitán se veía aún más viejo, quizás unos sesenta, pero delgado y fibroso. A ambos se le podía jugar su quintico. Claro, ninguno de los dos se podía comparar con nuestros cuerpos o los de nuestros maridos de finales de los veinte, pero tenían sex-appeal.

Luego de describirnos el trayecto del viaje, las islas que visitaríamos y preguntarnos por nuestras preferencias, todos preferimos más las playas solitarias que las visitas a otros puertos, pasó a hacernos una pregunta final, pero dejemos que él nos lo diga:

-Ahora una pregunta final. Por un cierto tiempo vamos a estar los ocho encerrados en este hermoso, pero estrecho barco y tenemos que establecer ciertas reglas- dijo Manuel.

-Tendremos que comportarnos con paciencia y compresión. Habrá ruidos molestos, quizás algún olor indiscreto. Alguien que ronca, alguien que hace ruidos haciendo el amor. Con un poco de paciencia y comprensión no debiera haber ningún problema.

-Otra cosa. Podemos hacer un viaje censura A. Me refiero a un viaje en el que cuidamos el lenguaje, la vestimenta y tenemos un comportamiento general muy tranquilo. Pero también podemos permitirnos algunas libertades, todos somos adultos. Bikinis más pequeños, alguna grosería, unos tragos demás y cualquier otra cosa se mantiene dentro de sus camarotes. Eso lo llamaríamos censura B.

-O podemos tratarnos con absoluta libertad. Si alguien decide prescindir totalmente del traje de baño, a nadie más le importa. O si alguien decide hacer el amor en la playa detrás de unas palmeras. Nadie voltea a verlos…

-¿Eso quiere decir que no podemos voltear a ver? Jajajaja- dije yo.

-Bueno eso es justamente lo que deciden Uds. y yo quiero que quede claro desde el principio-

-¡Yo quiero poder ver!- dije antes de que nadie se fuese a adelantar.

-Jajajaja- rieron todos, aunque sospecho que Carlos parecía un poco preocupado.

-Pero para que puedas ver, tú tienes que participar también- intervino Bob.

-¡Claro! Tu sabes que yo soy la más salida de todas- dije dándome una vuelta para que la falda que llevaba se levantase mostrando mis piernas y probablemente un poquito de las pantaletas.

-Muy bien, parece que tenemos un consenso. Estamos pues en un paseo libre. Cada quien puede hacer lo que quiera y nadie tiene que molestarse por eso. Por cierto, mi esposa Maya, se siente muy agradecido por eso, porque ella le encanta andar por ahí con sólo una cadenita de oro en el tobillo.

-Jajaja- reímos todos de nuevo, mientras Maya enseñaba la minúscula cadena en su tobillo derecho.

-Bueno- continuó Manuel -Ahora hay que decidir o rifar quiénes ocuparán los camarotes. Hay tres, uno con una cama matrimonial pequeña y las otras dos tienen literas-

-Noooo!!!- dijo Bea -¿Cómo vamos a dormir en literas?-

-¿Y quién dijo que íbamos a dormir? Jajaja- respondí

-Bueno, reformulo la pregunta ¿cómo vamos a tirar en literas?-

-Yo no sé tu- respondí -pero yo tiro en cualquier lado. jajaja. Además a nosotros nos va a tocar la cama matrimonial-

-No, a nosotros- ripostó Clarita.

-Tu eres la más pequeña- dijo Carlos -Tu puedes tirar en la litera y ni siquiera tocas la parte de arriba. Jajajaja-

Al final, rifamos los camarotes y, efectivamente a nosotros nos tocó la cama matrimonial, mientras que los otros se tuvieron que conformar con las literas.

Inmediatamente procedimos a mover los respectivos equipajes a los camarotes, mientras Manuel y Maya se encargaban de pilotear el yate a su primer destino, una pequeña isla a un par de horas de distancia.

Luego de arribar, procedieron a anclar y luego a preparar la primera cena en el yate. Maya era la cocinera, ayudada por nosotras a quienes nos daba pena andar por ahí haciendo nada, mientras Maya preparaba todo. Los chicos ayudaron un poco a Manuel con el ancla y asegurar el bote y pronto estuvimos listos.

Se colocó una mesa, bueno realmente tres mesas juntas, en el medio de la cubierta y pronto estábamos todos sentados disfrutando de unos sabrosísimos filetes de pescados fritos a la perfección por Maya y acompañados por un rico vino blanco.

La conversación se hizo larga y divertida, pero todos estábamos muy cansados, habíamos tenido que manejar por unas horas para llegar al puerto donde embarcamos y luego, con toda la emoción de la primera navegación, etc. estábamos agotados. Así pues, entre todos recogimos la mesa y mientras unos fregaban, otros limpiaban y pronto estuvo todo a punto para retirarnos.

Alex y yo entramos a nuestro camarote, mientras hacíamos turno para ir al baño. Había dos pequeños baños, tipo avión, para compartir entre las ocho personas. Obviamente no había donde bañarse, Maya nos comentó que el baño era arriba en la cubierta, a la vista de todo el mundo, principalmente con agua salada y un poco de agua dulce al final, para quitar la sal. Así pues, aunque me sentía un poco sudada no pude bañarme, por lo que me lavé lo mejor que pude en el micro-baño y me metí en la cama con Alex.

-¿Y entonces? ¿Cómo te pareció el primer día de las vacaciones?- le pregunté abrazándolo. El no tenía pijama puesta, sólo unos shorts, porque hacía un poco de calor. Por encima de la cama había una claraboya por la que entraba un poco de aire fresco, pero todavía el camarote se sentía un poco caliente. Yo estaba casi desnuda también, sólo llevaba puesta una camisola de encaje y mis pantaletas.

-Muy prometedor- respondió -Eso de que podremos desnudarnos y que a todos les haya parecido bien es una buena señal. Sobre todo el entusiasmo que mostraron Bob y Bea. A Carlos no lo vi muy convencido, pero espero que se acople a la mayoría-

-Estoy de acuerdo contigo- le dije -yo voy a comenzar mañana una campaña con las chicas para “aligerar” las cosas. No quiero ser demasiado “salida” y aparecerme desnuda para el desayuno y que se vayan a asustar-

-Jajaja. Tienes razón- dijo Alex -aunque me encantaría desayunarme desnudo contigo-

-Como si no nos hubiésemos desayunado ya muchas veces desnudos… es más, mas de una vez he comido salchicha de desayuno- dije agarrándole el güevo por encima del short, y que para mi placer ya estaba medio endurecido.

-¿Y qué le vas a decir a ellas?-

-Shhhh-

-¿Qué pasa?- preguntó.

-Shhhh, oye- le volví a decir y por unos instantes nos quedamos en silencio. Sólo se oía el ligero rumor del agua contra el casco del yate, cuando se oyó un ligero gemido.

-“Uhhmm”-

-¿Oíste?- le dije en voz muy baja al oído.

-Si. ¿Qué fue eso?-

-Yo creo que alguien la está pasando bien- respondí, mientras seguía acariciándole el güevo, que ya estaba más grande.

-“Uhhhhmmmm”- volvió a sonar. Más duro y más largo.

-Yo creo que es Bea- le dije -y sospecho que Bob tiene la boca entre sus piernas-

-Coño. Tú si inventas. Cómo vas a saber que Bob le está comiendo la concha a Bea?-

-Fíjate que ella es la única que suspira. El no puede hacerlo porque tiene la lengua ocupada-

-Jajaja. Puede ser, pero a lo mejor es que él no es de los que hace ruido…-

-“Uuuhhhhhmmmmm”-

Ya no había ninguna duda. Los gemidos eran cada vez más duros y más largos. Y si nosotros los oíamos, los otros miembros de la “tripulación” probablemente también. A menos que estuviesen dormidos.

Mientras, le saqué el güevo del short a Alex y doblándome un poco en la cama, bajé mi cabeza hasta que me lo pude meter en la boca. El me acarició la cabeza con los dedos, acomodándose en la cama.

-“Ayyy”-

-¡Hey!- dije sacándome el güevo de la boca -¡Esa no fue Bea!-

-Uuuuuuhhhhhhmmmmm”-

-“Aaayy”-

-Creo que tenemos una competencia aquí. Jajajaja- dijo Alex.

-Pues vamos a tener que apurarnos- le respondí mientras me bajaba las pantaletas y le pasaba una pierna por encima para acomodarme sobre su cuerpo. Luego le agarré el güevo y apuntándomelo a mi vagina, me bajé poco a poco, encajándomelo.

-“Mmm”- gemí. Un poco más de lo habitual, pero es que esas bichas no iban a ganarme.

-“Uuuuuuhhhhhmmmm”- gimió Bea.

-“Aaaayyyyy¨- respondió Clarita.

-“MMMMMmmmm”- gemí yo.

Y en unos minutos el barco se llenó de gemidos en tres tonos distintos. Obviamente las tres mujeres se habían dado cuenta de que las tres estaban tirando al mismo tiempo y ninguna quería terminar antes que las otras.

-Contribuye tu también- le dije a Alex, a quien cabalgaba con desesperación, metiéndome su hermoso y duro instrumento hasta el fondo y girando luego la cadera para sentir como la base se restregaba contra mi encendido clítoris.

-¿Que contribuya también?- preguntó Alex sorprendido.

-Si, coño gruñe o algo-

-Ok-

-Hmpf- o algo así dijo Alex

-“AAAyyyyyyy”-

-“Mmmmmmmmm”-

-Uuuuuuhhhh”-

-“Asiií miii amoooor…”- dijo Bea arrastrando las palabras.

-“¡Queee ricooo”-

-“Mmmmmmmmm…. estaaaaá tan graaandeee”-

-Aaaaaayyyy…. voooy a acabaaar…-

Finalmente no pude más y un explosivo orgasmo se apoderó de mi cuerpo. Los músculos de mi vagina aprisionaban rítmicamente el güevo de Alex, mientras mi mente se recreaba en la pasión que me consumía. Ya no me importaban los otros, sólo la pasión que me embargaba. Un chorro de eyaculación inundó mi cuerpo chorreando sobre Alex, mientras el orgasmo me hacía estremecerme una y otra vez.

Me dejé caer en la cama, tratando de recuperar la respiración. Alex me abrazó y pacientemente esperó que me recuperara.  Pero de pronto me di cuenta de que él no había acabado y que su güevo seguía tan duro como cuando empezábamos hace un rato.

Los otros seguían gimiendo:

-Aaayyy siiii-

-¡Queee ricooo miamorrr-

-Aaaahhhh-

-Ven, mi amor- le dije a Alex, mientras me acomodaba y abría las piernas para él.

Entonces él se acomodó entre mis piernas y apoyándose con sus manos a cada lado de mi cuerpo, cuidadosamente puso el güevo en la entrada de mi vientre. Una vez allí empujó hasta el fondo.

-AAAAAHHHHH- me tocó gemir a mi cuando me penetró profundamente. A pesar de estar perfectamente lubricada y haber acabado unos minutos antes el güevo me llegó más adentro que nunca!

Luego, siempre apoyado en los brazos y viéndome intensamente a los ojos, empezó a moverse. Adentro y afuera, adentro y afuera. Y mi cuerpo empezó a estremecerse de nuevo y no pude evitar comenzar a gemir otra vez.

-Aaaahhh-

-Aaaahhh-

-Aaaahhh- cada vez que me lo empujaba hasta el fondo de mi alma. Si no fuera porque conozco algo de anatomía, diría que me el güevo me llegaba al estómago.

-Aaaaaaaahhh- gemía más y más.

Y entonces Alex comenzó a gruñir también.

-Grrrñññ-

-Grrrrñññ-

Los otros parecían haber acabado ya porque ya no los oía o quizás sólo tenía oído para el placer que me embargaba…

-Aaaahhh-

-Grrrrñññ-

-AAAAAHHHH-

-GGRRRRÑÑÑ-

Y mi cuerpo empezó a prepararse para el orgasmo. Un profundo calor empezó a irradiar desde el fondo de mi vientre y a llenarme. Alex también parecía estar a punto de acabar y… de pronto lo metió más adentro que nunca y poniéndose rígido comenzó a acabar-

-GGGGGGRRRRRRÑÑÑÑÑÑÑÑ!!!!-

Cuando sentía como su primer chorro de semen se derramaba dentro de mí, exploté también y volví a acabar, mientras lo abrazaba contra mi pecho…

 

3. Clarita

Me desperté muy temprano. Todo estaba en silencio y en primer momento no sabía dónde estaba. Era una cama estrecha y estaba muy cerca del techo. Me estiré un poco y me sentí muy bien. Cuando me despierto así de bien es seguro porque anoche cogí rico. Poco a poco fui recordando todo.

Primero me acordé que, efectivamente Carlos y yo habíamos tirado como hacía tiempo no lo hacíamos. Luego recordé que había sido como una competencia de gemidos ¡qué bolas! Nosotros no somos así, jajaja! pensé riéndome entre dientes.

Todo el día de ayer fue tan extraño. Todo fue muy normal al principio, el viaje hasta el puerto para tomar el bote, arreglarnos, etc. Pero luego vino la conversación sobre las…”libertades” en el bote y cómo Alicia se había adelantado diciendo que no había ningún problema con andar desnudos justo antes de que yo dijera exactamente lo contrario.

A ver, yo nunca he estado desnuda delante de otro hombre que no fuese mi marido… bueno, por lo menos desde que nos habíamos empatado. Los novios que había tenido antes, sí… pero. Bueno, el caso es que se acordó que todos se podrían desnudar.

Yo no creo que pueda hacerlo y creo que a Carlos no le gustaría que yo andase desnuda delante de Alex y Bob…

Bueno, la verdad es que yo no tengo nada que ocultar y mi cuerpo está tan bien como la de esas dos locas de amigas mías, pero no sé…

Vaya. Tengo los pezones endurecidos. Parece que a Uds le parece muy bien que los ande mostrando.

Clarita se tocó los pezones y se le erizó todo el cuerpo. Estaban sensibles y se endurecieron más aún.

Luego vino la noche y cuando vinimos a acostarnos nos tocó uno de los camarotes con litera. Traté de acostarme con Carlos pero no cabíamos en la estrecha cama, así que lo dejé a él abajo y me fui a la parte de arriba. Pero luego empezaron los gemidos. Creo que fue Bea pues sonaban a través de la pared, justo donde tenía la cabeza. ¡Coño, Bea está tirando con el marido! pensé en ese momento. Traté de dormirme, pero nada, con esos gemidos me comencé a excitar yo también.

Como ahora, por cierto. Los pezones siguen alborotados y tengo una agradable sensación entre las piernas…

El caso es que me desnudé y me bajé de la litera. Carlos no se había dormido tampoco. Me arrodillé en el suelo, le bajé el pantalón de la pijama y le agarré el Bicho. Para mi muy agradable sorpresa, ya estaba un poco excitado también. A él le cuesta mucho llenar de energía ese aparato tan grande, pero se ve que también había estado oyendo los gemidos de Bea… ¡y ahora los de Alicia también! No perdí tiempo y me lo metí en la boca y comencé a acariciarlo con la lengua. Enseguida completó su tamaño ideal y sin perder tiempo me acosté sobre Carlos y conduje el Bicho a mi cueva. Lo metí sin contemplaciones y en segundos estaba gimiendo de placer yo también.

Clara siguió acariciándose los pezones con una mano pero ahora comenzó también a deslizar la otra entre las piernas.

Vaya, hacía años que no me masturbaba… y no voy a empezar ahora-

Con los pezones como piedra y la entrepierna empapada, Clarita comenzó a bajarse de la cama.

No voy a despertar al pobre Carlos ahora, pero esta noche vuelvo a cogérmelo-

Despacio cogió unas pantaletas y se las puso. Cuando iba a agarrar un brassier, lo pensó:

-Bueno. No voy a andar desnuda por ahí, pero puedo estar sin sostén y así voy practicando-

Se puso una franela blanca de algodón, muy delgada y salió al baño a asearse un poco. Se cepilló los dientes, se lavó un poco entre las piernas.

Coño, estaba completamente mojada… ¡qué rico! ajajaja-

Antes de salir se vio en el espejo y se dio cuenta que los pezones no sólo seguían erguidos sino que la camisa era tan delgada que se notaba claramente no sólo que no tenía sostén, sino que los pezones se trasparentaban un poco a través de la tela. Decidió a cambiarse la camisa por algo menos revelador, pero a última hora decidió ser “valiente” y salir así. Total, era temprano y nadie andaba por ahí. En lo que salieran los hombres entraba de nuevo al camarote y se ponía un bikini.

En la cocina no había nadie y pensó en tomarse un café, pero no era evidente cómo funcionaba la cocina y dónde estaban las cosas por lo que decidió no hacerlo y subir a cubierta.

El día estaba apenas empezando. El sol no se veía todavía –Coño, debe ser muy temprano todavía- pero los pájaros cantaban y a corta distancia se veía una playa divina con arena y árboles al fondo. Se oía el rumor de las olas pero obviamente no era ésta, pues donde estaba anclado el bote era muy tranquilo.

Hacia la popa del bote había un chinchorro colgado y alguien dormía profundamente dormido. Clarita se alejó un poco hacia la proa y se sentó en el suelo del yate a ver la salida del sol, sin embargo, a los pocos minutos, Maya, la esposa del capitán salió también del interior del bote con un café en la mano:

-¡Oh, buenos días!- dijo en voz baja.

-Buenos días- respondió Clarita.

-¿Quieres un café?-

-¡Oh! Eso sería buenísimo-

-¿Leche? ¿Azúcar?-

-Negro y edulcorante. ¿Se puede?-

-Claro, ya vengo-

A los pocos minutos regresó Maya con el café para Clarita, sentándose al lado de ella. Al hacerlo, su batola se le subió subió dejando sus piernas desnudas junto a las de Clara.

-No me imaginé que hubiese alguien despierto a esta hora- dijo sonriendo, entregándole el café a Clarita.

-Me encanta madrugar- dijo ésta.

-A mi también. Aunque anoche estuvo la cosa un poco… agitada. Me costó un poco dormirme, jejeje-

Clarita se ruborizó un poco, pero sus pezones se irguieron de nuevo y ella no supo cómo disimular. Sin embargo pudo ver claramente que los pezones de Maya también estaban erguidos y que también se veían claramente a través del vestido de ésta.

-Oh, está bien- le dijo Maya -nosotros estamos acostumbrados a que las parejas jóvenes como Uds. hagan el amor frecuentemente en el bote. Al fin y al cabo están de vacaciones y eso. Son jóvenes. Jajaja-

Clarita seguía sin saber qué contestar y simplemente se rió ruborizándose aún más, pero siguieron conversando por un rato y pronto se sintió muy cómoda con Maya. Esta le contó cómo había conocido al capitán, cómo habían empezado con los paseos. Algunas anécdotas sobre los muchos viajes que habían hecho. Clarita se sentía muy cómoda y se rió mucho.

El tiempo pasaba y finalmente Maya le dijo mirando hacia el chinchorro:

-Bueno. Ahora voy a despertar al capitán. Por cierto, mi método es un poco heterodoxo y espero que no te moleste-

-O no te preocupes. Si quieres me voy abajo-

-No, no- respondió Maya poniéndole un mano en el muslo desnudo -Quédate…-

La forma en que Maya dijo el “quédate” fue muy extraño, como una petición, y con un tono sexy. El corazón de Clarita se aceleró mucho y asintió con la cabeza. Entonces Maya deslizó la mano hacia arriba por el muslo de Clarita, mientras la veía intensamente a los ojos y luego se levantó, acercándose al chinchorro.

Una vez que estuvo allí, volteó la cabeza hacia Clarita y le sonrió de forma pícara. Luego, dándole la espalda de nuevo, se agarró en vestido y se lo sacó por la cabeza. Por supuesto, no llevaba nada debajo.

Luego se agachó para hablarle quedamente al capitán, despertándolo con un beso. Finalmente volvió a mirar a Clarita y se metió en el chinchorro. Por unos momentos ambos cuerpos se agitaron de aquí allá en el chinchorro, buscando cómo acomodarse, hasta que al fin encontraron una posición y se quedaron tranquilos. O por lo menos lo que Clarita podía ver.

Ella se los imaginó besándose y nuevamente sintió una punzada de deseo. Desde la mañana se sentía excitada y aunque la conversación con Maya había sido totalmente inocente, su mano en el muslo y la sensual mirada al final de la misma la habían vuelto a excitar.

Se tocó el muslo donde Maya había posado la mano y se estremeció. Luego se tocó las tetas y los pezones erguidos la saludaron agradecidos por la caricia.

Así, con la mano izquierda acariciando levemente su pecho volvió la mirada hacia el amanecer. El sol ya había salido y más y más aves revoloteaban alrededor del yate. Se sentía tan bien.

Al poco rato le pareció ver que había movimiento en el chinchorro y quitó la mano del pecho, no la fueran a ver. Entonces vio a Maya irguiéndose en el chinchorro. Por primera vez le vio las tetas, grandes y un poquito separadas, pero todavía deseables. Eran del mismo color que el resto del cuerpo, lo que le recordó que el Capitán había dicho que a ella le encantaba andar desnuda. Obviamente todo el cuerpo tendría el mismo bronceado.

Maya sacó las piernas del chinchorro, una hacia cada lado y luego se irguió, quedando como cabalgando sobre el mismo. Desde allí miró a Clarita y le sonrió. Luego metió una mano entre sus piernas. Clarita pensó que estaba buscando algo y efectivamente lo consiguió porque nuevamente bajó el cuerpo. Obviamente se iba a coger al capitán.

Clarita abrió mucho los ojos. Nunca había visto a otras personas hacer el amor en vivo. Obviamente en películas y anoche los había oído, pero así, en persona, nunca.

Maya cerró los ojos mientras se bajaba sobre el chinchorro, encajándose el miembro, hasta quedar sentada. Luego volvió a abrir los ojos y a mirar a Clarita sonriendo. Luego bajó los ojos hacia el Capitán, Clarita no podía verlo sólo a Maya y a ésta desde la cintura hacia arriba, y comenzó a mover las caderas adelante y atrás.

Clarita volvió a agarrarse las tetas, pero ahora quería más, así que sin pensarlo mucho levantó un poco el culo para que la franela se pudiera levantar lo suficiente para meter la mano por debajo y acariciarse los pezones directamente.

Maya seguía moviéndose sensualmente sobre el Capitán y Clarita podía ver cómo sus pechos comenzaban a agitarse poco a poco. De vez en cuando también se le oía un ligero gemido.

A Clarita le picaba la vulva. Estaba tan mojada.

Entonces decidió que desde el chinchorro no la podían ver si metía con cuidado una mano bajo las pantaletas. No sólo estaba muy mojada, sino que los labios estaban hinchados y el clítoris estaba allí, esperando.

Se metió dos dedos para mojarlos bien y luego empezó a acariciarse el clítoris haciendo círculos con los dedos alrededor de él. Con la otra mano se halaba los pezones y luego los acariciaba, para luego volver a jalarlos.

En el chinchorro la acción se iba acelerando y Maya cabalgaba al Capitán con fuerza. Ya no sólo giraba las caderas, sino que apoyando los pies en el suelo se levantaba y se dejaba caer de nuevo, gimiendo ahora con fuerza.

Mientras Clarita seguía masturbándose, metiendo los dedos profundamente en su vagina, pero principalmente acariciando el clítoris.

De pronto Maya se puso rígida sobre el chinchorro, arqueando la espalda y emitiendo y agudo gemido, apenas contenido. Cuando el orgasmo terminó, se dejó caer sobre el capitán de nuevo.

Clarita se acariciaba furiosamente, sintiendo como el orgasmo se iba preparando, y cerró los ojos para acabar, pero de pronto vió como Maya se levantaba del chinchorro y se no se atrevió a seguir tocándose. Rápidamente sacó la mano de las pantaletas y de se medio acomodó la franela.

-¿Qué te parece cómo desperté al Capitán?- preguntó Maya acercándose mucho a Clarita. Tanto que era evidente el olor a sexo que despedía su cuerpo. No se había puesto nada y todo su cuerpo brillaba por el sudor. Unas gotas de líquido, probablemente provenientes del Capitán, se deslizaban lentamente por la parte interior del muslo.

-Me encantaría tener un reloj despertador así- respondió Clarita sin darse cuenta de lo que decía.

-Oh, de pronto puedo despertarte un día- respondió Maya, agachándose y besando a Clarita en la boca. Esta se quedó aterrorizada dándose cuenta ahora de lo que había dicho. Entonces los labios de Maya se abrieron y su lengua buscó la boca de Clara. Ésta cerro los ojos y se dejó hacer. La lengua penetró en su boca y ella no pudo sino disfrutar de ese beso repentino.

Finalmente al cabo de unos segundos, que a Clarita le parecieron horas, Maya separó su boca y seductoramente le dijo:

-Mmmm. Me va a encantar despertarte… despertarte toda. Quizás un día de estos se nos presente la oportunidad-

Luego se dirigió a donde había un balde atado a un mecate. Lanzó el balde al agua y luego de sacarlo, se lo echó por encima.

-Uhhh. Qué rico- dijo mientras el agua le recorría sensualmente el cuerpo.

La mente de Clarita era un vendaval de confusion… y de placer y de sensualidad. Se tocó los labios recordando el beso y sintió como su vagina lanzaba chorros de jugos. Estaba tan excitada que podría acabar con el roce de… ¿el roce de su mano?

Miró nuevamente a Maya que estaba secándose luego del baño mañanero. Seguía desnuda, por supuesto. No estaba totalmente afeitada, como estaban las muchachas de ahora, sino que tenía su triángulo de velos bien acomodado entre las piernas. Tenía las caderas un poco anchas, la cintura también y las tetas grandes, pero para los 45 años estaba muy bien.

Clarita se dio cuenta de que la seguía viendo embobada. que se sentía extrañamente atraída hacia Maya y no sabía porqué. Nunca la habían gustado las mujeres y ahora miraba embelesada una mujer desnuda.

De pronto el capitán se puso al lado de Maya y él también se echó un balde de agua. Al igual  que había hecho Maya se restregó por la entre pierna (de espaldas a Clarita, pro lo que ésta no pudo ver nada) y luego se puso un short. Luego ambos sacaron de alguna parte los cepillos de dientes y procedieron a cepillarse. Finalmente un peine completó la limpieza matutina. Maya se volvió a poner la batola, sin nada debajo, y pasando por el lado de Clarita que seguía embobada, le dijo:

-Me ayudas a hacer el desayuno?-

4. Alicia

-Niñas, tengo una propuesta que hacerles-

Se habían quedado solas las tres esposas, mientras fregaban las cosas del desayuno. Maya y el Capitán, junto con los varones, preparaban todo lo que íbamos a llevar a la playa. Hoy pasaríamos el día en una isla desierta. Pero a diferencia de los náufragos, nosotros llevábamos de todo, sillas, sombrillas, bebidas, almuerzo. Era toda una proeza llevar todo eso a la playa en el bote auxiliar, pero haciendo varios viajes, se fue llevando todo.

-¿Qué será?- respondió Bea, siempre dispuesta a todo.

-Acérquense, porque no quiero que los chicos oigan-

-Mmmm, me sospecho que va a ser algo interesante- volvió a decir Bea mientras se acercaba con cara de conspiradora.

-A ver, creo que anoche todas lo pasamos de lo mas bien-

-O si, estoy segura- respondió Clarita-

-Bueno, se me ocurre una idea para que esta noche y todas las próximas sean igual… o mejor-

-¿A ver?- dijo Bea excitada. Sus pezones ya pujaban por romper la camiseta que llevaba puesta.

-Tenemos que mantener a los chicos alebrestados. Me refiero a que tenemos que estar editándolos todo el tiempo. Hablando con frases de doble sentido. Sonriéndoles seductoramente…-

-¡Muy buena idea!- dijo Bea.

-Si, pero tiene que haber algo más. Propongo que lo hagamos con todos, es decir, no sólo con nuestros respectivos maridos. Que le hablemos seductoramente a todos. Que les enseñemos las tetas, que se las restreguemos disimuladamente o más bien descaradamente por la espalda. Así, por ejemplo, si tengo que pasar al lado de tu marido Bea, le pasó así-

Y entonces Alicia pasó por detrás de Bea deslizando sus tetas pos su espalda,

-¡Oooohhh. Me muero por hacer eso!- dijo Bea inmediatamente -M voy a abrir el escote y le voy a enseñar todas mis tetas al bobo de tu marido, Clarita. Jajaja-

-Jajajaja- respondió ésta -estoy seguro que se le van a salir los ojos. Jajaja. Sin embargo tengo ciertas dudas. Yo puedo ser todo lo sensual que quiera con mi marido, pero él es un poco celoso y si soy muy liberal, digamos que con Alex, se puede poner fastidioso-

-Bueno. Te dejamos a ti decidir cuánto puedes hacer. Pero la idea es mantenerlos al borde del orgasmo. Que se pasen todo el día con esos bichos parados para que esta noche volvamos a tener una fiesta inolvidable.

-¡Aprobado!- dijeron las otras dos riendo y pensando ya en las maldades que iban a hacer.

5. Alex

Llegamos a la playa como a las 10 am, hubo que hacer dos viajes para llevarnos a todos junto al equipaje de sillas sombrillas, cavas con hielo, refrescos y cervezas… ¡todo un cargamento!

Menos mal que todos ayudaron y pronto tuvieron todo armado y dispuesto.

El Capitan y Maya regresaron al bote y nos dejaron por nuestra cuenta por unas horas. Un radio permitiría comunicarnos con ellos en caso de necesidad.

La isla era estrecha y en la costa norte había un oleaje interesante para los que quisieran caminar hasta allá. Esta playa, por el contrario, era mansa pero tenía algo de sombra y allí colocamos las sombrillas y las cavas.

Clarita propuso irnos a la playa de olas pues a ella le encantaba que el mar estuviese movido y hacer body-surfing. Bea rechazó la idea, le daban miedo las olas. Bob y Carlos aceptaron pero Alicia y yo decidimos quedarnos con Bea.

Tan pronto como Clarita, Bob y Carlos se alejaron, me acomodé en una silla de playa y anuncié que dormiría un rato. ¡Creo que no había terminado de hablar, cuando ya estaba dormido!

Luego de unos 30 minutos, abrí los ojos lentamente y contemplé el paisaje. Yo estaba bajo las palmeras y en la sombra, pero aún así, el resplandor del sol y el azul del cielo dominaba el ambiente. Hacía un poco de calor, pero una agradable brisa del norte mantenía la temperatura a raya. En la bahía, como a unos 100 metros, el bote apenas se mecía, pues el agua era muy tranquila. A lo lejos se podía ver al Capitán y a Maya ajetreados en la cubierta, haciendo sus labores. Enfrente de mi, en la playa, se bronceaban Alicia y Bea cada una en una toalla. Alicia, como era de esperar, estaba boca arriba topless. Bea estaba boca abajo y se había desabrochado el top del bikini, pero no se lo había quitado del todo.

Cerré los ojos de nuevo y traté de dormir de nuevo, pero no pude, así que decidí levantarme e ir en busca de una cerveza o un refresco. Abrí la cava y luego de dudar un poco, me decidí por el refresco. Lo abrí y tomé un largo trago.

El sonido de la apertura de la lata llamó la atención de Alicia.

-Hola, mi amor. ¿Me das un traguito?-

-Claro- respondí acercándome y dándole la lata.

-Y ya que estás aquí a mi lado ¿Me untas un poco de crema en la espalda?-

-No faltaba más-

Alicia se sentó en la toalla y luego buscó en la cesta el pote de crema y dándomelo se acostó en la toalla pero boca abajo.

Primero me eché abundante crema en las manos y me las restregué una contra la otra para calentarlas. Luego comencé a cubrirle los hombros y la espalda.

Aprovechando la oportunidad, le dio un masaje en los músculos del cuello, que estaban un poco tensos. Después bajé las manos hacia la espalda y aproveché para acariciarle los senos que aplastados contra el piso, sobresalían hacia los lados del cuerpo su cuerpo. Ésta se irguió un poco, lo suficiente como para permitirme meter las manos y acariciarle los pezones.

-Mmmm- gimió Alicia con las caricias. Sonido que no pasó desapercibido por Bea que aunque parecía dormitar y mantenía los ojos cerrados, oí lo que estaba pasando a menos de un metro a su lado.

Alicia se bajó de nuevo y yo seguí poniéndole crema, ahora en la parte baja de la espalda y la cintura. Cuando llegué al bikini pasé las manos por debajo de éste, poniéndole crema protectora debajo de la cinta.

Luego le subí el bikini lo más que pude, haciendo que la tira de abajo se encajara más entre sus nalgas. Volvió a ponerme crema en las manos y comencé a echársela en las nalgas, una parte importante de las cuales se mostraba más clara que el resto, demostrando que el bikini era más pequeño que los que usaba normalmente y había más piel sensible que había que proteger.

Por un largo rato continué acariciándole las nalgas a Alicia (poniéndole crema, jajaja), separándoselas y metiendo los dedos por entre ellas.

-Mmmmmm- volvió a gemir Alicia con mis caricias.

Todo ese tiempo había estado arrodillado al lado de Alicia, pero ahora me moví y me arrodilló entre sus piernas, luego de separárselas un poco, para poder ponerle crema desde los pies hacia arriba.

Poco a poco fui subiendo, acariciando ambas piernas, una a la vez, hasta llegar más o menos a la mitad del muslo. Luego, echándome más crema en las manos, puse una mano a cada lado de su muslo izquierdo, uno cubriendo la cara externa del mismo y la otra mano la cara interna y comencé a subir poco a poco por su entrepierna. Alicia, adivinando lo que iba a hacer, se irguió un poco, apoyándose en los codos y agachando la cabeza, concentrada en mis manos.

Finalmente mi mano izquierda subió por la cadera, pero la mano derecha se encontró la ingle de Alicia y con fuerza apreté contra su vulva, apenas cubierta con la tira del bikini.

-Mmmmm- gimió.

Y mientras la mano izquierda cubría de crema su cadera, la mano derecha y especialmente con el pulgar, presionaba su vulva y la zona del clítoris.

Allí seguí varios minutos, para luego volver a ponerme crema y pasar a su otra pierna. Al igual que antes, puse una mano en la cara externa del muslo y otra en la cara interna y empecé a subir aún más despacio que antes.

Alicia se estremecía de impaciencia, mientras mis manos subían lentamente. Finalmente alcancé su pubis y comencé a acariciarla por sobre el bikini que estaba completamente mojado con sus jugos.

Entonces traté de apartarle el bikini para penetrarla con los dedos ahí mismo, sin importarme la presencia de Bea, cuando entonces Alicia me interrumpió y volteándose boca arriba y moviendo las piernas para que yo ya no estuviese entre ellas me dijo:

-Gracias, mi amor, yo creo que ya es suficiente. ¿Porqué no le pones crema a Bea ahora? Seguramente a ella le va a gustar que le hagas lo mismo que me hiciste a mi-

-¡Oh! Claro- dije sorprendido.

Yo estaba muy excitado y el güevo lo tenía, obviamente, completamente parado. El traje de baño, un Speedo de esos que usan los nadadores (no me gustan los shorts para nadar), me impedían que el güevo se moviera mucho, pero estaba un poco incomodo. Así pues, antes de levantarme y aprovechando que Bea no podía verme porque estaba casi de espaldas a ella, me acomodé el güevo para que estuviese de lado. No podía disimularlo por completo, pero por lo menos así de lado estábamos más cómodos él y yo.

6. Bea

Estaba medio dormida, cuando oí a Alex conversando con Alicia y a ésta pidiéndole que le echase crema para el sol. Me pareció una buena idea y me hubiese gustado que Bob estuviese aquí para pedirle que me hiciese lo mismo. No quería quemarme la espalda y después estar sufriendo.

Pero entonces se me ocurrió que a lo mejor Alex podría ponerme crema a mi también. Sería una oportunidad excelente para flirtear con él, tal como habíamos acordado esta mañana. Flirtear con un hombre buenmozo ¡y con permiso de su esposa!

Me encantó la propuesta de Alicia. Yo habría flirteado con Alex aún sin el acuerdo, más disimuladamente claro, pero es que él me gustaba mucho y… bueno. Unas miradas pícaras no le hacen mal a nadie. Carlos no estaba mal tampoco, también podría buscarle guerra, pero Alex me parece más sexy. Ahora, con el acuerdo de esta mañana, tengo permiso de sus esposas para ser más atrevida. Por ejemplo, yo nunca he tomado el sol topless, pero hoy lo voy a hacer. Primero de espalda y luego volteándome cuando alguno de ellos me esté mirando y mostrarles mis nuevas tetas.

Pero luego comencé a oír gemir a Alicia ¿qué clase de “echar crema” era esa? Traté de mirar, pero desde mi posición, no podía hacerlo sin que me vieran y no quería que me agarraran curioseando.

Pasó un rato más y luego Alicia volvió a gemir. Más sensualmente. A la tercera vez, sin poder aguantar mas la curiosidad, levanté la cabeza y miré hacia donde estaban los dos, pero no pude ver nada extraño. Alex parecía estar de rodillas y Alicia acostada boca abajo. Traté de ver más y nada. ¡Oh! ¿Estaba Alex entre las piernas de Alicia? ¿A dónde le estaba poniendo crema?

Entonces oí que Alicia le pedía a Alex que le pusiera crema a ella. ¡Qué bueno! Justo lo que había estado pensando, la perfecta oportunidad para jugar con él. Inmediatamente me quité completamente el top del bikini y me incorporé un poco apoyándome en los codos, para que así Alex vería mis tetas de lado y se quedaría pasmado.

-Bea, querida, ¿qué te parece que Alex te ponga un poco de crema?- dijo Alicia.

-Oh, me parece muy bien. Digo, si a él no le molesta- respondí tratando de parecer indiferente.

-No tengo ningún inconveniente- dijo Alex.

Así pues éste se acercó y se arrodilló a mi lado, tal como yo quería, pero lo primero que vi cuando volteé la cabeza, fue un extraño bulto en su traje de baño deportivo. Siendo éste muy pegado y corto, se podía ver claramente un bulto que se extendía desde su ingle hacia la cadera, un bulto cilíndrico… ¡Oh dios, es su güevo!

Me quedé paralizada, ¡era enorme! Bueno, tengo que reconocer que el de mi marido es muy largo, pero definitivamente no tan grueso como éste. Sin poderlo evitar, inmediatamente pensé en cómo se sentiría ese bicho entrando lentamente en mi conchita y literalmente sentí como la muy puta se lubricaba.

-¿Empezamos?- preguntó Alex, pero lo que yo quería hacer ahora mismo era voltearme boca arriba, abrir las piernas y dejar que me cogiera allí mismo. Coño, ese güevo debe ser por lo menos el doble de grueso del de Bob… ¿Cómo se sentirá cuando me lo vaya metiendo…?

-Oh, por supuesto- respondí componiéndome un poco. Entonces recosté la cabeza en la toalla de nuevo, con los ojos fijos en su güevo y olvidándome de mis planes de enseñarle las tetas. Entonces él se echó crema en las manos y se las frotó, para comenzar a ponérmela en los hombros y la espalda.

Yo tenía los músculos muy tensos por todo lo que estaba pasando por mi cabeza, pero Alex comenzó a masajerarme y enseguida me fui aflojando. Alex tenía unas manos maravillosas (además del güevo) y la tensión se me fue pasando, aunque con el traje de baño a pocos centímetros de mi cara, ahora en lo único que podía pensar era en agarrárselo y meterme el monstruo en la boca.

Luego de unos minutos, Alex se mudó de puesto, colocándose a mi lado en vez  de estar frente a mi. En esa posición perdí de vista al monstruo y pude concentrarme mejor es sus manos. Tal como había hecho con mis hombros, Alex más que echarme crema, me masajeaba la espalda, lo que era no sólo muy agradable, sino menos sensual y así me relajé más.

¡Coño!, pensé. Yo que pensaba flirtear con Alex y que se pusiera todo nervioso tratando de verme las tetas o tocarme, y resulta que yo soy la que me quedé boba con él y trato de tocarlo o acercarme a él.

Finalmente terminó con mi espalda y cuando pensaba que la puesta de crema iba a terminar, sentí que agarraba la parte de abajo de la tanguita y me lo bajaba hasta mitad de las piernas diciéndome:

-Permiso, tengo que ponerte crema por aquí y esto está atravesado-

Inmediatamente comenzó a ponerme crema en la cintura, la parte baja de la espalda y… el culo. Mi tanga era sólo un poco más grande que el de Alicia (lo que lamentaba y pensaba comprar uno más chiquito para la próxima vez) y efectivamente me tapaba un poco más el culo por lo que Alex, al bajarlo, podía echarme crema mejor. Bueno eso era lo que yo pensaba. De ser otras las condiciones, hubiese dicho que no era necesario ponerme crema por debajo de donde la piel está cubierta, pero mmmm era tan agradable que yo también estaba a punto de gemir en voz alta y me contuve para que Alicia no me oyese.

Luego de echarme la crema es esa zona, Alex agarró mi traje de baño y lo subió de nuevo, para mi sorpresa y mayor placer, tomó con los dedos los bordes del mismo y se aseguró que lo más posible del mismo se metiese entre mis nalgas, dejando éstas completamente al descubierto. Inmediatamente se echó crema en las manos y comenzó a ponerme en las nalgas, asegurándose que, como antes, no quedase nada sin cubrir, inclusive aquellos sitios en los que no llega el sol. Con total desparpajo, me agarraba las nalgas cada una con una mano y las separaba, dejando que los pulgares llenasen de crema el interior de éstas. Por un momento pensé que iba a levantar la cinta del tanga para ponerme crema directamente en el ano. No lo hizo y yo lo lamenté, pues para ese momento, yo estaba dispuesto a dejar que me hiciese lo que él quisiera, ¡inclusive mentirme el monstruo por el culito!

Por un tiempo interminable Alex continuó acariciándome el culo, olvidada la excusa de ponerme crema contra el sol. Yo estaba tan mojada que no sólo mi tanguita estaba mojada, sino que estaba seguro de que la toalla debajo de mi tendría una enorme mancha de humedad.

Entonces Alex volvió a moverse y comenzó a ponerme crema en las piernas, sólo que empezó por los pies. Primero me levantó la pierna y el pie izquierdo y me puso crema, dejándolo un poco más cerca de él. Luego hizo lo mismo con la pierna derecha, la que reposicionó más alejada, con el resultado de que mis piernas estaban un poco más separadas.

Se colocó crema de nuevo en las manos y las colocó en la parte trasera de mi pierna izquierda, a la altura de la corva. Una mano cubría la cara externa del muslo y la otra la cara interna y comenzó a subirlas con un movimiento ondulado.

¡Esa mano se dirige a mi conchita! pensé alarmada y agradada a la vez y no pude suprimir un estremecimiento de placer.

Efectivamente, la mano que estaba recorriendo el muslo por su cara externa subió por la cadera, pero la otra llegó hasta mi ingle y al mismo tiempo que echaba crema en la parte interna del muslo, el borde de la mano se deslizaba arriba y abajo en mi conchita cubierta apenas con la tela del tanga. Tela que como dije antes, estaba empapada de mis jugos.

Instintivamente moví la ingle contra su mano, pero él la retiró rápidamente, jugando con mi cuerpo.

Entonces repitió el mismo proceso con el otro muslo, subiendo las manos despacio desde la corva. Otra vez, al llegar a la cadera, la mano exterior siguió su recorrido, pero la otra se quedó en mi ingle, sólo que esta vez se giró y todos los dedos comenzaron a apretar contra mi vulva.

¡Casi tuve un orgasmo en ese momento!

Por varios segundos, su mano continuó masterbándome. Sus dedos recorriendo mi raja de arriba a abajo y presionando, especialmente en donde se hallaba mi clítoris a punto de reventar.

Y entonces intentó meter los dedos debajo del tanga cuando la voz de Clarita nos llegó desde una corta distancia y Alex se vio interrumpido en sus agradabilísimos trabajos.

-Hola- dijo primero Clarita y luego Bob, mi marido.

-Hey- respondió Alex levantándose, mientras me susurraba: –Te debo una-

A lo que le respondí también en un susurro: -Lo espero con ganas-

Entonces levanté la mirada, todavía totalmente perdida en mi apasionada sesión de masaje, justo antes de tener un orgasmo. Para mi sorpresa, Clarita venía topless, con el top del bikini en la mano y con Carlos a un lado y Bob al otro, muy cerca ambos de ella, como si hubiesen venido caminando abrazados o por lo menos agarrados de manos.

Miren a la mosquita muerta, pensé. ¿Ella que no ique iba a flirtear con nadie? ¡Y allí estaba, casi desnuda junto a mi marido! ¡Y éste no disimulaba que estaba medio excitado, su culebra estaba medio levantada bajo el traje de baño!

Inmediatamente me sentí un poco ridícula, hacía menos de un minuto otro hombre me estaba masturbando y yo me ponía celosa porque mi esposo caminaba al lado de otra mujer.

7. Clarita

Estábamos recogiendo todo para volver al bote. Eran casi las 5 de la tarde y en este tiempo el sol se pone temprano. Había sido un día de playa espectacular. Apenas llegábamos cuando Alicia, fiel a su idea de mantener excitados a los hombres, se quitó el top del bikini. A Carlos casi se le salen los ojos de las órbitas y no podía dejar de mirarla. Eso me pareció excelente porque lo iba a poder usar como arma para que no se ponga ridículo cuando yo intente hacer alguna travesura. Bob también estaba embelesado por las tetas de Alicia, pero no tanto como mi marido o quizás lo disimulaba mejor.

Luego nos dijeron de la playa del otro lado de la isla en la que se podían correr olas y enseguida nos anotamos los tres: Bob, Carlos y yo y dejando a los otros tomando el sol (menos Alex, que parecía dormido en la sombra), nos fuimos caminando.

Como a los 20 minutos habíamos atravesado la isla y una playa con numerosas olas nos saludaba con el arrullar del rompiente. No eran muy grandes, pero servirían para el propósito. El Capitán nos había advertido que normalmente no había mucha resaca, pero que fuéramos cuidadosos. Adicionalmente nos dejó un radio para llamarlo en caso de emergencia, en la que ellos acudirían con el bote.

Pronto dejamos las pocas cosas que llevábamos, el radio, una toalla y los anteojos oscuros y nos metimos poco a poco. Efectivamente no parecía haber resaca, así que poco a poco fuimos cogiendo confianza y nos adentramos hasta donde podíamos agarrar las olas para correrlas, más o menos a donde el agua nos llegaba al pecho… y a mi al cuello, jajaja.

El primero en hacerlo fue Carlos y le fue muy bien, llegando casi a la orilla. Luego fuimos Bob y yo en la misma ola pero a mí me dejó y Bob sí pudo llegar a la orilla.

Luego acordamos que no correríamos las olas simultáneamente, sino por turnos, así siempre estarían dos vigilando al tercero.

Cuando me tocó a mi, me resultó una ola perfecta, ni muy grande ni muy pequeña y llegué hasta la arena sin problemas. Pero cuando me fui a parar, me di cuenta que casi se me habían salido los pezones del top del bikini y mientras me los arreglaba, se me ocurrió una idea perfecta.

Por un rato seguimos corriendo olas por turnos, como adolescentes, riéndonos y burlándonos cuando alguno fallaba o la ola lo dejaba en el camino.

Entonces, decidí poner en juego mi idea. En la siguiente ola, no sólo dejé que el agua me sacase los pezones del bikini, sino que disimuladamente me saqué todo el pecho derecho. Entonces me levanté y comencé a caminar hacia los muchachos.

Ambos abrieron mucho los ojos cuando me vieron, pero obviamente, Carlos me empezó a hacer señas para que me cubriera. Yo me hice la loca como que no lo oía y seguí caminando y saltando las olas que venían en mi contra. Sólo cuando estuve cerca, hice la pantomima de que lo oía y procedí a acomodarme el bikini sin mucha prisa.

-¿No te diste cuenta de que ibas medio desnuda?- me dijo Carlos con voz reprochadora.

-No, la verdad es que no- respondí acomodándome para la próxima ola.

Carlos no dijo más nada y Bob, que lo había visto todo, por supuesto que no dijo nada.

En la siguiente ola, volví a hacer lo mismo, pero sólo dejé que los bordes superiores salieran por sobre el bikini. No se veían los pezones, pero si la aureola.

Carlos no me dijo nada, pero me hizo un gesto para que me arreglara el bikini, lo que hice sin mucho espaviento.

Ya estábamos un poco cansados y pronto terminaríamos de correr olas, por lo que tendría que hacer el acto final ahora. Así pues, en la siguiente ola, mientras me acercaba a la playa, me bajé completamente el top del bikini hasta la cintura. Cuando terminó la ola, simplemente me paré y comencé a caminar hacia ellos sin el top puesto.

Carlos comenzó a hacerme gestos otra vez y yo volví a ignorarlo.

-¿Hey, no ves que se te salió el bikini?-

-Esta vez sí me di cuenta- le respondí- pero ya me cansé de estar agarrándomelo cada vez que corro una ola-

-Pero no pensarás andar por ahí medio desnuda- dijo airado.

-Eso no fue lo que pensaste cuando viste a Alicia se quitó el top esta mañana. ¿Crees que ella no deba andar medio desnuda tampoco? ¿O más bien te quedaste embobado viéndole las tetas?-

Carlos se quedó paralizado. Seguramente él no se había dado cuenta de cómo se había quedado bobo viendo a Alicia y de que yo me había dado cuenta.

-Ella… ella, puede hacer lo que quiera- dijo dudando.

-Y yo también- respondí. Pero después pensé que era mejor no enfrentarlo sino convencerlo   -Sólo estamos nosotros en esta isla. Todos somos amigos y no tenemos complejos. Alicia se ya se quitó el top y Bea seguramente también-

-A ver, Bob- continué -¿tu tienes algún problema en que Bea se quite el top del bikini?-

-Por supuesto que no- respondió éste -Ella se hizo hace poco las tetas y por supuesto que está chinga de enseñárselas a todo el mundo-

-¿Ya ves?- le dije a Carlos y éste no contestó.

-Es más- siguió Bob -recuerden lo que dijeron Maya y El Capitan el primer día, es un viaje libre y abierto y cada quien se viste o se desnuda, lo que quiera-

-Está bien- dijo Carlos un poco enfurruñado y yo me volteé para que no viese mi sonrisa de triunfo en la cara.

El caso es que al hacerlo, casi le restriego la tetas en la cara a Bob, que estaba por correr una ola casi me muero de pena. La verdad es que no estaba tampoco muy segura en estas lides.

Así pues, seguimos corriendo olas un rato más, yo ya sin el problema del top del bikini (que nunca tuve, en realidad) y ellos, sobre todo Bob, mirándome las tetas saltando alegremente con las olas.

Al regresar a la playita donde estaban los otros, encontramos a Bea efectivamente topless. Aparte de eso, parecía también muy agitada y tenía la cara roja. Primero pensé que era por el sol, pero después vi la toalla donde había estado acostada y una mancha de humedad en forma de triángulo estaba a la altura de su vientre. Mmmm… Traté de verle la tanga y estaba mojada sólo por abajo. Eso no parecía mojado de playa.

Alex también parecía agitado y una enorme erección se podía ver en su pequeño traje de baño. Parecía que estos dos habían estado en algo. Aunque Alice no parecía ni siquiera preocupada, así que me olvidé del asunto.

Después de un rato de descanso y de bañarnos un par de veces en la playa, que parecía una piscina, comparada con la otra, llegaron Maya y El Capitán, con el almuerzo. Se necesitaron varias idas y venidas del bote para prepararlo todo, pero al final teníamos una mesa perfecta para 8 personas, con mantel blanco, platos de loza y cubiertos de verdad.

Comimos una carne a la parrilla que estaba deliciosa. Con ensalada y papas de acompañantes. Todo bañado con un Valdepeñas, que con la ayuda del hielo, se mantenía a una temperatura agradablemente fresca. De postre hubo ensalada de frutas y quesos.

Después de la comida todos quedamos grogis y nos recostamos a descansar, pero media hora después volvieron el Capitán y Maya con una malla de voleibol y varias pelotas. Todos nos animamos a jugar y pronto armamos varias partidas de dos contra dos. Usualmente una mujer y un hombre contra otra pareja similar, sin embargo pronto nos dimos cuenta que Bea jugaba mucho mejor que todos los otros, por lo que llegamos a jugar varias veces ella y yo contra Alex y Carlos o Bob o cualquier otra combinación y siempre ganábamos. Por cierto que cada vez que lo hacíamos, nos abrazábamos y cada vez me hacía más consciente de las tetas de Bea. Obviamente nos habíamos puesto los bikinis para poder jugar, pero igual al abrazarnos, sentía sus pechos contra mi, cálidos, duros, realmente una sensación que nunca había tenido.

Finalmente, como a las cuatro, empezamos a recoger todo para regresar al bote. Cuando íbamos llegando, Maya nos instruyó de cómo bañarnos para quitarnos la arena sin gastar agua:

-Lo primero- dijo Maya -es quitarnos la arena con agua de mar- e inmediatamente se despojó de toda su ropa (igual no era mucha) y se lanzó un clavado en el agua. Luego salió y se paró en un borde que tiene el bote hacia el agua. Desde allí cogió un tarro con jabón que estaba escondido.

-Con esto se pueden enjabonar. No lo hagan mucho en la espalda o la cara para no perder demasiado protección. Se enjabonan todo lo que quieran y luego una rápida zambullida se lleva todo el jabón- mientras hablaba se iba enjabonando, exclusive entre las piernas, sin ni siquiera perder el hilo de la conversación. Como si enjabonarse la totona delante de seis extraños fuese lo más normal del mudo.

Luego se echó al agua de nuevo y volvió a salir enseguida.

-Con eso es suficiente. Si se secan inmediatamente, no quedará sal en la piel y estarán perfectamente cómodos después-

-Si prefieren, pueden tomar esta manguerita aquí, por la que sale agua dulce y con mucho cuidado se enjuagan rápidamente. No hay mucha agua dulce, así que, por favor no la desperdicien-

-¿Y ahora quien sigue?-

Yo seguía mirándola desnuda y las mariposas seguían revoloteándome en la barriga. O quizás debería reconocer que me revoloteaban más abajo. Definitivamente algo me pasaba, ¿desde cuando me gustaban las mujeres? ¡Y los hombres debo decir! La cabeza me daba vueltas.

Por supuesto, la siguiente fue Alicia, que se desnudó totalmente, como había hecho Maya, para mayor complacencia de Bob y Carlos, que si antes se habían comido con los ojos a Maya, ahora con Alicia desnuda parecía que se fueran a desmayar.

Alex comenzó a bañarse justo cuando Alicia se lanzó al agua por primera vez. Lamentablemente no se quitó el traje de baño, porque definitivamente me hubiese gustado echarle una mirada a eso que tiene debajo. No creo que sea más grande que el de Carlos, pero… igual me gustaría verlo… ¿y quizás metérmelo en la boca?

Coño, mira como estoy de excitada. Menos mal que por lo menos está vez estoy pensando en hombres y no en mujeres. En cualquier caso voy a tener que enjuagarme bien la totona. Estoy otra vez empapada !y no es de agua¡

Alex-

Después de cenar, Maya nos anunció que si queríamos podíamos jugar algunos juegos de mesa.

-¿Como monopolio?- preguntó Bob.

-Oh no, algo un poco más moderno y… más atrevido- respondió Maya riendo.

-Ya decía yo que seguro que tenías algo bajo la manga-

-Cual manga?- respondió ella levantando el brazo desnudo. Su blusa no solo no tenía mangas, sino que el hueco por donde salían los brazos eran tan amplios que a través de ellos se podía ver su torso y sus senos-

-jajajaja- reímos todos.

-Por supuesto que vamos a jugar- dijo Bea -y si involucra sexo y licor, mejor-

-Pues claro- dijo Maya -no iban a esperar menos de mi-

-Lo primero es preparar la mesa. Ayúdenme-

Inmediatamente empezamos a re acomodar la mesa y las sillas en la cubierta. Primero colocó algo debajo de las patas de la mesa, de forma que ésta quedó más alta de lo normal. Luego colocó solo 4 sillas alrededor, lo que resultó un poco extraño por que somos 6, y si contamos a Maya, 7.

Luego colocó una lámpara sobre la mesa, una botella de brandy y unos vasos pequeños. Entonces apagó todas las otras luces de la cubierta. Y como esa noche no había luna, solo lo que alumbraba la lámpara de la mesa.

-Ahora- dijo Maya -siéntense los hombres en las sillas y sus respectivas mujeres se sentarán en sus rodillas-

Riéndonos nos acomodamos en las sillas con las respectivas esposas cada uno, mientras Maya se sentó en la última silla disponible. Nosotros quedamos relativamente alejados de la mesa, que estaba tan alta, que a las mujeres le llegaba a la altura de las axilas. Podían poner los brazos sobre la mesa, pero parecían como niñas pequeñas que no llegan a la mesa.

-Es así que tenemos que estar?- preguntó Alicia.

-Están perfectas-

-El juego es básicamente de preguntas y respuestas- continuó Maya -Yo voy a hacer unas preguntas que cada una de las mujeres deberán contestar lo más acertadamente posible. Al terminar la rueda de respuestas, todos votaremos en relación con la veracidad y/o calidad de la respuesta. La persona que tenga menos votos, deberá tomar -fondo blanco- una copa de brandy.

-¿Y los hombres no van a contestar nada?-

-Las preguntas van a incluir cosas relativas a ellos, pero solo las mujeres podrán hablar. En esos casos, cada una podrá voltearse y hablar con ellos para saber la respuesta de éstos y trasmitirla al grupo.  Igualmente, al momento de votar, se puede decidir que alguno de ellos no cumple con la calidad esperada y por lo tanto, debe tomarse su trago-

-Me parece bien- dije.

-Una cosa más. Noten que la luz ilumina sólo la mesa y la cara de las mujeres. Todo lo que suceda debajo de la mesa no se verá y es irrelevante para el juego. Así pues, si alguien decide tomarse alguna libertad que, por ejemplo, impida que la mujer de un alguna respuesta, no es problema de la mesa y la mujer será igualmente castigada-

-Debo aclarar que luego de cada ronda, las mujeres rotarán un puesto (excepto yo), con lo cual las parejas no serán las actuales y la comunicación entre cada una será más divertida-

-Ahhhh- dijo Bea -ahora veo que poco a poco esto se va poner más interesante-

-Ya verás cuando oigas las preguntas- añadió Maya riendo.

-¿Quizás deberíamos empezar todos tomándonos un trago?- dijo Carlos incómodo. Seguramente preocupado por lo que le fuera a suceder a su esposita Clarita cuando se siente en mis piernas o las de Bob. Ella, en cambio, no parecía muy preocupada.

-Muy bien. Todos un trago- dijo Maya.

-¡Salud!- fuimos celebrando todos mientras el vaso de brandy iba dando la vuelta. Al cabo de ésta ya nos habíamos bebido a mitad de la botella.

-Vamos a ver- continuó Maya cuando todos nos tranquilizamos -la primera pregunta es para las mujeres y lo que quiero que me digan con la mayor sinceridad posible es ¿qué es lo les gusta más de la herramienta de su marido?-

-¡Oooohhh!, ¡Aaahhh!- gritaron todas las mujeres al mismo tiempo.

-Vamos a ver, ¿quién quiere empezar?-

-¡Yo!- dijo Bea sin dudar ni un segundo.

-Vamos a ver, mmmm. Lo que más me gusta del… de la herramienta de Bob…-

-No, no, no- interrumpió Maya -seguro que tu no le dices “herramienta” cuando la tienes dentro. Danos tu respuesta con el nombre correcto-

A Bea ya no le pareció tan fácil la cosa y se puso colorada.

-Esto se está poniendo interesante- le susurré en el oido a Alicia, mientras le apretaba las tetas desnudas por debajo de la blusa -hasta yo quiero saber qué es lo que más te gusta del mío-

-Jajaja. Ya te vas a enterar- respondió girando las caderas contra mi, lo que hizo que el güevo se me empezara a parar, mientras le hacía girar los pezones con los dedos.

¿Estará Bob jugueteando con Bea mientras ella habla? .

-Bueno, yo no tengo un nombre especial, pero a veces lo llamo la culebra y ya van a saber porqué- continuó Bea cuando se recompuso -El bicho, digo la culebra de Bob es muy larga. Yo no se las medidas normales de los hombres, pero comparada con las de mis parejas de antes de casarnos, él es mucho más largo. Más delgado, pero más largo-

-El promedio de los hombres es como de 12 cm- añadió Alicia -¿cuanto más larga es “la culebra”?-

-Yo diría que ¿quizás 20?- respondió Bea -la mejor descripción y por eso es que me gusta tanto, es que me la puede meter en las posiciones más inverosímiles. Por ejemplo, sentados así como estamos, él podría fácilmente tenerme metida la culebra profundamente-

-Mmmm- gimió Bea, moviéndose un poco, por lo que mi sospecha de que Bob la estaba jurungando por debajo de la mesa se confirmó.

-No saben cuántas veces hemos estado “tranquilitos” sentados así como ahora y sin embargo la culebra estaba en su cueva… jajaja-

-¿Y ahora está?- preguntó Clarita.

-Jajaja. Lamentablemente no estaba preparada para eso ahora, pero si me dejan unos minutos…-

-No. Está bien- Interrumpió Maya -sigamos con el juego. Aunque repito, lo que Uds. hagan debajo de la mesa no es nuestro problema. ¿Quién sigue? ¿Clarita?-

-Muy bien- comenzó ella más asentada -Yo lo llamo el cañón y es porque verdaderamente Carlos tiene un cañón entre las piernas. ¡Es grande y grueso! Tan grande y tan grueso que casi que cuando se le para, el resto del cuerpo se le queda sin sangre. Jajaja-

-¡Qué exagerada!- dijo Bea, pero quizás más por envidia que por incredulidad.

-Quizás no tenga los 20 cm de Bob, pero es que si además de grueso fuese más largo, no me cabría en ninguna parte. Jajaja-

-El caso- continuó Clara -es que como es tan grande, necesita un montón de estimulación hasta que está lleno. Lo cual es muy bueno, pues yo me beneficio de eso. La parte mala es que el cañón tiene una sola bala. Lo que tampoco es tan malo, por lo que después que has

pasado media hora estimulándolo para que alcance su tamaño “integral” y después media hora más con él llenándote hasta el cogote, ya no quieres repetir la función sino hasta el día siguiente-

-Jajajaja- rieron todos, menos Carlos, que parecía un poco incómodo de que estuviesen hablando de sus intimidades.

-Mmmm. Siento mucha curiosidad por saber cómo se siente un cañonazo de esos- intervino Alicia, relamiéndose los labios y tratando de ver la cara de Carlos.

Nuestras caras no se veían mucho, pues la iluminación la cortaba el cuerpo de las chicas, pero si se veía suficiente como para ver que Carlos le devolvia la mirada a Alicia.

-Bueno, ahora es mi turno- dijo Alicia irguiéndose y dirigiéndose a todos, lo que aproveché para volver a agarrarle las tetas con ambas manos, apretándolas duro, como a ella le gusta (y a mi también).

-Mi marido, aquí presente y que en este momento me está agarrando las tetas como si fuesen a escaparse (estoy seguro que eso lo dijo para estimular a los otros). No tiene el güevo ni muy largo ni muy grueso. Tampoco tiene nombre, pero ahora que Uds. lo dicen, creo que puedo darle uno-

-No es que sea pequeño debo advertir, solo que lo que más me gusta es otra cosa: su durabilidad-

-Jajajaja- rieron todas.

-Así es. No solo me llena a cabalidad, sino que se queda así por mucho tiempo. Y yo acabo una vez y otra vez y él sigue firme yendo y viniendo. Pero no sólo eso, sino que cuando él acaba también y estamos en modo “rochelero”, al cabo de 15 minutos, ¡está listo otra vez!-

-¡Wow!- dijo Bea casi babeando. Clarita no dijo nada, pero tenía los ojos muy abiertos y estoy seguro que envidiaba a Alicia.

-Así pues, aunque el güevo de Alex no tiene nombre, se me ocurre que en vez de cañón, podríamos llamarlo “ametralladora”-

-Jajajajaja- volvieron a reír todos.

Yo había dejado de agarrarle las tetas a Alicia y ahora tenía metidas mis dos manos entre sus piernas, a lo que ella contribuyó abriéndolas lo más posible. Así pues, con la mano izquierda aparté su tanga y dos dedos de mi mano derecha se introdujeron profundamente en su vulva completamente mojada.

-Mmmmm- gimió de placer. No sólo por mis caricias, sino por ver las caras de sus amigas envidiando su “ametralladora”.

-Muy bien- dijo Maya -Todas tres dieron muy buenas respuestas. Ahora hay que votar a ver si alguien lo hizo menos bien que las otras. ¿Bob?-

-¿Ah?- respondió este que parecía estar ocupado en otra cosa, ¿quizás en lo mismo que yo? ¿masturbando a Bea?

-¿Quién opinas que tuvo la peor respuesta?-

-Oh, no sabría decir. Creo que las tres estuvieron bien-

-Muy bien. ¿Y tu Carlos?-

-Yo opino lo mismo que Bob. Que las tres estuvieron bien-

-¿Y Alex?-

-Me uno a la misma opinión-

-Ok- dijo Maya -como fueron incapaces de decidir, ¡los tres tienen que tomarse una copa de brandy!-

-¡Hey! eso no lo habíamos dicho-

-Es cierto, pero lo digo ahora y por eso, en castigo, ¡yo también voy a tomarme una-

-Jajaja- reímos todos mientras circulaba el vaso de brandy y todos los tomábamos fondo blanco-

-Ok- siguió Maya -Ahora seguimos la siguiente fase, que consiste en una nueva pregunta para las mujeres, pero esta vez sentadas en el regazo del hombre de al lado. Así pues, Alicia se sienta en el regazo de Carlos, Clarita se sienta en el regazo de Bob y Bea en el regazo de “la ametralladora” Alex. Jajajaja-

Bea

-Pero antes del cambio tienen unos minutos para conversar con sus propias parejas por si quieren establecer alguna norma de comportamiento o cualquier cosa… aunque como pudieron ver nadie supo qué pasaba bajo la mesa-

-También, si alguien quiere ir al baño, o descansar las piernas…-

Me volteé hacia Alicia y le di un beso en la boca,

-¿Así que “la ametralladora”?-

-Jajajaja. ¿Te gustó? Lo pensé en el momento que oí lo del “cañón”.

-Por cierto. Supongo que ahora vas a tratar de averiguar qué tan ¨¨cañón” es ¿no?-

-Ni lo dudes. Y aunque aquí no puedo hacer sino sentirlo, si es verdad que es tan grande como Clarita dice, me produce mucha curiosidad cómo será tener un bicho enorme dentro-

-Claro y me imagino que vas a intentarlo antes de que termine el viaje-

-¡Por supuesto!. Como supongo que vas a intentar hacérselo a las otras chicas. Con Bea no creo que tengas problemas, pero no sé si Clarita llegue hasta el final-

-Ya veremos. Por lo pronto en los próximos minutos haremos las respectivas exploraciones-

-Por cierto. Se me ocurre una cosa ¿Qué opinas de quitarte los pantalones y dejar que las chicas conozcan la “ametralladora” en vivo y directo?-

-Jajajaja. Tú tienes unas ideas… no sé-

-Hazlo. Y cualquier cosa les dices que yo te lo pedí-

-Lo que es absolutamente cierto-

Así pues, después de que se paró Alicia y sin que nadie viera, me bajé los shorts y los dejé que cayeran bajo mis pies.

-Con permiso- dijo Bea sentándose en mis piernas. Yo tenía el güevo medio parado por lo que al sentarse ella y empujar su culo contra mi regazo, lo aprisionó entre sus nalgas y mi barriga.

-Uhmmm, así que ésta es la ametralladora- dijo haciendo oscilar las caderas y retrocediendo aún más contra mi. Su falda era muy corta y por supuesto, sus muslos y sus nalgas quedaron pegadas a mi piel.

Pronto todas estuvieron sentadas y Maya formuló la siguiente pregunta:

-Ok. La siguiente pregunta es para las damas otra vez: ¿Qué experiencia sexual no han hecho todavía y quisieran tener?-

-Mmmm- dijo Alicia -primero yo-

-No- dijo Maya -sigamos el orden. Ahora le toca a Clarita, luego a ti y última Bea-

-Déjame pensar un segundo- dijo entonces Clarita.

Mientras ella pensaba, acerqué mi boca al oido de Bea y le susurré: -Me gustó mucho echarte crema esta mañana- mientras le acariciaba las piernas.

-A mi también me gustó mucho. Estuviste a punto de hacerme acabar ¿Lo sabías?-

-No estaba seguro de qué tan cerca estabas, pero sabía que estabas muy cerca-

-Y además me moría por tocarte éste- dijo moviendo las nalgas contra mi güevo. Mientras yo subía y bajaba mis manos por sus muslos, cada vez más cerca de su entrepierna.

-¿De qué tela es tu short? Se siente muy raro-

-¿Cuál short?- respondí.

-Espera un momento- dijo volteándose hacia mi y recorriendo mi pierna con la mano.

-¿Donde están tus pantalones?-

-Ya te dije que cuáles pantalones?-

-¿Te los quitaste?- dijo alarmada.

Yo no le respondí, sino que sonreí mientras mis manos subían por su cuerpo.

-¡Coño! ¿Y si Alicia se entera?-

-Ella fue la que lo sugirió- respondí calmadamente al tiempo que mis manos llegaban a sus tetas. -Mmmm. Esta mañana me moría por agarrártelas- Por supuesto que no llevaba sostén y mis manos se engolosinaron con esas perfectas esferas. Sé que eran operadas, pero igual, me encantó agarrárselas.

-¡Coño, tu esposa sí que está loca! Jajaja. Bueno, pues entonces aprovechemos- dijo y siguió:

-Dentro de un momento voy a levantarme un poco ¿podrías pasar la ametralladora bajo mi cuerpo? Me encantaría tenerlo entre mis piernas-

-Claro-

En ese momento empezó Clarita a hablar.

-Todos Uds. saben que yo soy muy recatada y que en general me dan miedo las personas extrañas, pero… una cosa que he querido hacer toda la vida y no me atrevido es a hacer el amor en público. Eso sí, que nadie se entere-

-Pero entonces no es en público- respondió Alicia.

-Sí, si es, porque la gente puede verme pero no sabe que estoy haciendo el amor-

-A ver, ¿cómo sería eso?-

-Por ejemplo, estoy en un balcón viendo hacia la calle, por donde circula gente, y detrás de mi está Carlos haciéndome el amor y nadie se da cuenta-

-¿Y no dices nada, no gimes ni nada?-

-Esa es parte de la fantasía. Yo estoy muy excitada y tengo que suprimir mis gemidos…-

-Pues mira qué casualidad. Ahora mismo podrías estar cumpliendo con tu fantasía-

-¿Cómo es eso?-

-Bueno. Ahora podría tener la culebra de Bob dentro y nosotros no tendríamos idea. Jajaja-

-¡Oh noooo!- respondió Clarita tapándose la cara-

-Una fantasía que sigue por cumplirse. Jajaja. No tienes sino que pedirle a Bob. ¿Verdad Bob?- dijo Bea al tiempo que se levantaba lo suficiente para echar su minifalda hacia atrás y que yo moviese mi güevo hacia adelante, sentándose de nuevo inmediatamente.

-Por supuesto Clara, no tienes sino que pedírmelo- dijo Bob riendo.

La verdad yo es que no le estaba prestando mucha atención a lo que estaba sucediendo en la mesa. Primero porque estaba muy distraído jugando con los pezones de Bea que cada vez se ponían más grandes mientras yo los seguía halando.

Cuando Bea se levantó, me agarré el güevo y lo moví hacia adelante, entre sus nalgas que, al levantar ella la faldita, quedaron desnudas frente a mi.

Ella se sentó de inmediato y el güevo quedó aprisionado entre sus piernas y las mías, pero luego ella abrió las suyas y éste pudo levantarse un poco, quedando ahora en el triángulo entre sus piernas y su vulva, que todavía estaba cubierta con la tanga.

-Mmmm- dijo Bea muy suave para que nadie la oyera. O por lo menos eso creyó ella, porque Alicia volteó de inmediato, sospechando por los movimientos de Bea que algo estaba en movimiento. E inmediatamente me sonrió.

-Muy bien, Clarita- intervino Maya -ahora oigamos cuál es la fantasía de Alicia.

Esta pareció sorprenderse, pues estaba tratando de ver qué hacía Bea, en mis piernas pero se recompuso rápidamente e inició su relato.

-Bueno, mi fantasía es un poco más complicada que la de Clarita- dijo.

-No hagamos comparaciones, cada quien diga la suya sin decir si es mejor o peor que la de los otros- le comentó Maya.

-Oh, yo no quería decir que la de Clarita sea mala, sólo que la mía necesita de más personas, pues lo que yo quiero es participar de una orgía romana. Si, una verdadera bacanal donde todo el mundo esté tirando con todo el mundo, sin preocuparse de quién es quién-

-Yo veo un gran salón lleno de mujeres y hombres. Todos bellos, claro, como nosotros, jajaja-siguió diciendo Alicia -Y en ese salón hay sillones y camas y mesas llenas de comida y vino y música. Y por todos lados se ven personas conversando, riendo y, por supuesto, tirando en las más diversas formas. Unas mamándoles el güevo a su pareja, otros entre las piernas de otra mujer. Otros tirando sentados, acostados… en fin, pueden darse la idea-

-¿Y tú qué haces?- preguntó Clarita.

-Ah, yo voy por entre la gente, buscando alguien que me guste-

-¿Alguien? ¿No necesariamente un hombre?-

-No. No necesariamente un hombre. Podría ser otra mujer. O una pareja…-

-¡Ohhh!- dijo Clarita. Si hubiese habido más luz, estoy segura de que se le hubiese visto sonrojar.

Bea, por su parte, no le prestaba mucha atención a lo que decía Alicia pues toda su concentración estaba en mi güevo en la entrada de su vulva, separado apenas por la tela de la pantaleta, y que ella trataba de masturbar moviendo las caderas y los muslos sin que nadie notara nada. Yo recorría todo su cuerpo con las manos, desde los muslos, subiendo por las caderas y llegando a las tetas. Allí me distraía amasándolas despacio. Por supuesto que eran más grandes que las de Alicia, al fin y al cabo se las había operado. Y en lo que respecta al tacto, eran duras, aunque no estaba seguro si lo que yo palpaba era suyo o era la adición, La Bolsa de silicones. Aunque como no se notaba ningún borde, suponía que La Bolsa de silicona estaba debajo del músculo, como se hacía algunas veces en los aumentos armarios. En cualquier caso me era muy agradable acariciarselas y más jugar con sus pezones que crecían cada vez más.

-Ok. Ahora Bea- dijo Maya.

Bea no respondió, distraída con la excitación que iba subiendo desde su vientre y que amenazaba en convertirse en un orgasmo en poco tiempo.

-¿Bea? Estas distraída. Te toca responder la pregunta-

-¡Ah! Si, perdonen- respondió.

-Tal parece que hay algo que la está distrayendo- dijo Alicia divertida.

-No, no- respondió Bea disimulando-

-A ver, mi fantasía es más sencilla… a ver… no sé cómo decirlo-

-Vamos, no te de pena- la animó Clarita.

-Bueno… mi fantasía es tener dos hombres al mismo tiempo-

-¿Dos amantes?- dijo Clarita.

-No, no dos amantes, dos hombres dentro de mi. ¡Uno por delante y otro por detrás!-

-¡Wow!- dijo Alicia.

-¡Huy!- aportó Clarita -¿No será mucho?-

-Bueno, supongo que estaré un poco… “congestionada”, jajajaja-

-Yo lo vi en una película porno una vez y era bastante complicado- dijo Alicia.

-Si, porque en las películas porno la cámara tiene que poderlo filmar, pero si te pones a ver. En realidad si uno está abajo, tu arriba y el otro arriba de ti..-

-¡Ah! Ya veo que lo tienes todo planeado- aportó Clarita.

-Jajaja-

Mientras, Bea había encontrado una posición más o menos estable para mi güevo, que como dije estaba aprisionado entre sus piernas y su vulva, y ella movía las caderas rítmicamente haciendo que el güevo se moviese de adelante a atrás, apretando contra su vulva cada vez.

-Muy bien- dijo Maya -ahora vamos a votar otra vez. Qué opinas tú Alex?-

-Bueno, la verdad es que es difícil porque cada una expresó su deseo y no podemos opinar nada sobre los deseos de cada quien-

-Claro, pero te pareció alguno más sexy que otro?-

-Ah! Si vamos a hablar de “sexyness” tendría que decir que el que más me gustó fue el de Bea. Eso de la doble penetración me pareció extremadamente sexy-

-Yo estoy de acuerdo con eso- se apuntó Clara -Me encantó la fantasía de Bea-

-Jajaja- reímos todos, pero Alicia añadió-Y no quisieras probar tú también?-

-Oh no. Solo de imaginarme el “cañón “ entrando por allá atrás me da escalofrío!-

-Jajaja-

-Ah, pero no tiene que ser el cañón, yo te puedo prestar la “culebra”. Jajajaja-

Clarita se puso colorada ante la idea de que Bob fuese a cogérsela. Ni por delante, ni por detrás creo que pensó, aunque se quedó muda.

-Bueno, estamos de acuerdo que la respuesta de Bea es la mejor? Qué opinan los hombres?-

-Si, si- dijimos. Aunque nuevamente Carlos parecía un poco incómodo. Seguramente le gustaba la idea de Bea y la posibilidad de ser él uno de los escogidos, pero la otra idea de que Bob se cogiera a Clarita por culo…. ufff. Ni de vaina.

-Bueno. Entonces Alicia y Clarita tienen que tomarse su shot de brandy-

-Y yo porqué?- dijo Alicia -Bueno, no importa-

Se pasaron los vasitos y cada una lo vació sin respirar.

-Muy bien. Ahora hacemos una nueva rotación y Clarita se sienta sobre Alex, Bea sobre Carlos y Alicia sobre Bob.

Antes de pararse, Bea me agarró el güevo con la mano y acariciándolo rápidamente, me susurró: -pronto espero tenerte más adentro-

A lo que yo le respondí metiéndole la mano por debajo de la falda cuando ya estaba parada junto a mi, y acariciándole la vulva con los dedos por encima de la pantaleta completamente empapada -Seguro. Esta cueva va a ser pronto explorada-

Clarita ya estaba parada a mi lado, esperando que Bea se fuese. Luego de que ésta lo hizo, se sentó de lado y casi en mis rodillas, volteando a verme. Siendo la mas pequeña, su cara quedaba justo a la altura de la mia y estuve a punto de darle un beso. Sólo me contuve a última hora, ella no era Bea y no habíamos casi ni conversado en todo el día. Puse mi mano derecha sobre su muslo, a una distancia media entre la piel desnuda del muslo y su vientre.

-Hola Preciosa-

-Hola- me respondió y luego disparó: -Espero que te comportes mejor de lo que lo hiciste con Bea-

-¿Mejor? ¿Y que se supone que hice con Bea?- le dije. Y yo pensaba que nada de lo que habíamos hecho se había visto.

-No sé exactamente, pero ella estaba muy distraída-

-Ah, pero eso era porque ella es así-

-No sé, tenía una sonrisa medio boba en la cara-

-Uh… no sabría que decirte-

-Y esta mañana, cuando regresamos de la playa, uds dos primero estaban juntos y cuando se pararon, ella estaba… muy excitada. Y tú, tú tenías… bueno, tú traje de baño mostraba… tu me entiendes-

-Mmm. No entiendo. ¿Que sería lo que viste en mi traje de baño?-

-No te hagas el tonto. Era evidente que tú también estabas excitado. Así que es fácil deducir que tanto esta mañana, como ahora, tú y Bea estaban jugando uno con el otro-

-¡Aaah! Ya entiendo- respondí haciéndome el pendejo -pero esta mañana sólo le estaba  poniendo crema para el sol a Bea-

-Si, claro. ¿Y ahora?, ¿también le estabas poniendo crema?-

-Ahora estaba revisando si la crema había servido y no se había quemado la piel-

-¡Ah, claro! ¿Y que dice Alicia de eso?-

-¡Fue su idea!-

-Si, claro. Vas a decirme que Alicia te mandó a que acariciaras a Bea-

-Bueno. No con esas palabras. Me dijo que le pusiera crema “como lo había hecho con ella”. Y como yo lo había hecho tan bien…-

Clarita me miraba incrédula -¿Y esta noche?-

-Esta noche también-

-¿Como que también?-

-Por supuesto. Ella no me dijo que les pusiera crema, sino que debía divertirlas. Hacer que Uds. se sientan bien-

-¿Eso fue lo que dijo ella?-

-Y no sólo eso- seguí- sino que me dijo que ella iba a hacer lo mismo con Bob y con Carlos-

-¿O sea?- dijo Clara mirando a donde estaba Alicia sentada sobre Bob.

-O sea que probablemente ahora mismo esté Alicia acariciándole la “culebra” a Bob y si interpreto bien lo que hizo Bea conmigo, ésta debe estar puliéndole el “cañón” de tu marido con el culo.

-¡No puede ser!- dijo Clarita viendo hacia donde estaba Bea sentada en el regazo de Carlos.

-Fíjate en la espalda de Bea. ¿Notas como oscila un poco? Eso es porque sus caderas están girando contra el regazo de Carlos, restregándose contra “el cañón”, que seguramente ya lo tendrá parado-

Clarita se quedó mirando hacia ese lado de la mesa, donde Carlos y Bea conversaban en voz baja tratando de ver si, como yo decía, ella estaba restregándose contra su marido. Mientras, yo también empecé a acariciarla a ella. Mi mano derecha subía y bajaba un poco por el muslo y la otra por la espalda.

-Bueno, pero yo no voy a hacer lo mismo contigo- dijo voz dudosa.

-Esta bien. Pero a mi sí que me gustaría acariciarte un poco. Sólo voy a hacer lo que te agrade a ti-

-No sé- dijo mirándome.

-Oh, vamos. Yo no soy el único que hizo cosas esta mañana. Cuando tu llegaste con Carlos y Bob, vi que caminabas muy cerca de ambos. Y también vi como tus preciosas tetas rozaban los brazos de Bob. No demasiado, pero si que era muy obvio-

-¡Yo no estaba haciendo eso!-

-Oh si. Quizás no te dabas cuenta, pero sí lo hacías y tus pezones estaban muy activos como consecuencia del roce con la piel de Bob-

-¡Yo no lo estaba haciendo a propósito-

-Pero lo estabas haciendo. Y luego, cuando Maya se bañaba, no podías quitarle los ojos de encima…-

-Bueno, no quiero hablar de eso ahora- dijo visiblemente incómoda y volteándose hacia la mesa y trepándose más en mis piernas. No tanto como para sentir mi güevo contra su culo, pero solo por unos centímetros. Estoy seguro de que en algún momento se acomodaría mejor y entonces. Mientras yo aproveché para acariciarle un poco la espalda y las caderas. Ella no dijo nada.

-Bueno. Espero que ya se hayan acomodado en sus nuevos puestos, así que vamos a seguir con las preguntas. Esta vez vamos con los hombres-

-A ver. Una pregunta fácil: Carlos, ¿qué es lo que te gusta más de las mujeres? Recuerda que se lo debes decir a Bea y ella nos lo dirá a todos-

Carlos lo pensó unos segundos y luego le susurró algo al oído de Bea.

-Ok. Carlos dice que lo que más le gusta de las mujeres es el culo. Le fascina esa parte del cuerpo-

-¿Y nada más?- preguntó Alicia, que se veía que le parecía chimba la respuesta.

Carlos volvió a hablar con Bea.

-La pregunta era qué era lo que más me gustaba, y ya lo dije, el culo-

-Bueno, está bien- dijo Alicia desilusionada.

Mientras, mis caricias se iban haciendo más extensas, recorriendo la espalda de Clarita desde los hombros, hasta la parte baja de la espalda y el culo. Mis dedos apretaban y rozaban, rascaban y tamborileaban. Luego apretaba con toda la mano o si el sitio lo permitía, la apretaba. Cuando llegaba al culo podía ser que subiera otra vez por la espalda o que bajara hasta las piernas, por donde recorría la parte externa de los muslos hasta más allá de la falda, siguiendo por la piel de las piernas y regresando por la cara interna de los muslos, subiendo un poco la falda en el proceso. Otras veces subía por los dos lados del cuerpo de Clarita o pasaba a la parte de adelante, abarcando todo su abdomen, deteniéndome poco antes de los pechos, por la parte de arriba y del vientre, por la parte de abajo.

-Bueno, ahora Bob- dijo Maya -¿Qué es lo que más te gusta de las mujeres?-

A Bob le costó concentrarse. Estoy seguro de que Alicia había encontrado la culebra y la tendría bien entretenida, así como a su dueño. Pero pronto reaccionó y le habló en el oido a Alicia.

-A ver. Bob dice que está de acuerdo con Carlos y que la parte más sexy de las mujeres es el culo. Además añade que no puede ver pasar a una mujer sin mirárselo e imaginarse cómo sería agarrárselo-

-Me he dado cuenta de eso- dijo Bea -a veces hasta se te sale la baba-

-Jajajaja- nos reímos todos menos Bob que preguntó -¿De verdad te diste cuenta?-

-¡Claro, habría que ser ciego para no verlo!- respondió Bea -es más, seguro que todas aquí se han dado cuenta-

-Oh si- dijo Alicia.

-Yo también me di cuenta de inmediato- intervino Clara.

-Upsss- dijo Bob.

-A ver, Alex ¿qué opinas tu?-

Clarita de recostó de mi para oir lo que yo iba a decir.

-Para mi- le dije susurrándole tan cerca, que mis labios le rozaban el oído, haciéndola estremecerse mientras le hablaba.

-Para mi- continué -la parte más bella de la mujer son los senos. Estas maravillosos promontorios duros y suaves a la vez- le dije mientras efectivamente le agarraba las tetas a Clarita y se las apretaba-

Ella cerró los brazos para tratar de impedirme que le siguiera acariciando los pecho y al mismo tiempo disimulando para que nadie, especialmente su esposo, se diera cuenta.

Obviamente ella tenía puesto un sostén, a diferencia de Alicia y Bea, pero igual pude notar como los pezones erectos respondían a mi sorpresivas caricias. Para no incomodarla más de lo necesario, bajé las manos y las coloqué en sus muslos, muy cerca de su entrepierna y luego seguí susurrándole al oído.

-No hay nada más bello en el mundo que unas tetas oscilando libremente al impulso del  caminar de una mujer. Como por ejemplo esta mañana, cuando vi tus tetas espectaculares cuando venías de la otra playa-

-Mis tetas son muy grandes- me respondió susurrando también en mi oído.

-Tus tetas son perfectas- respondí subiendo de nuevo las manos y acariciándoselas rápidamente para luego volver a ponerlas en sus piernas.

-Bueno, ya basta de susurrar uds. dos- interrumpió Bea -A ver Clarita. ¿A Alex también le encantan los culos?-

Clarita se acomodó en mis piernas acercándose a la mesa y al mismo tiempo echando el cuerpo para atrás, lo que la hizo encontrarse con mi güevo que, como era de esperarse, estaba nuevamente parado y aprisionado entre sus nalgas y mi barriga.

-¡Ooohh!- dijo Clarita al sentirlo, tratando de separarse, pero yo la tomé de las caderas y la mantuve en su posición.

-¿Qué fue eso?- preguntó Alicia, que se imaginó de inmediato que yo le había hecho algo a Clarita.

-No, nada- dijo ésta -A Alex le parece que la parte más bella de las mujeres son las tetas- y se quedó callada. Sintiendo la presión en sus nalgas y en la parte de abajo de la espalda.

-¿Yyy? ¿Eso es todo?- dijo Bea -Uds. estuvieron hablando mucho más tiempo.

-Bueno- respondió Clarita -También dijo que no había nada mas bello en el mundo que las tetas de una mujer cuando va caminando y éstas van oscilando libremente…-

Obviamente se cuidó de mencionar que yo había hablado de las suyas esta mañana y que yo opinaba que las suyas eran perfectas.

-Ciertamente- intervino Alicia -se me había olvidado que Alex es un hombre de tetas y no de culos.

Como Clara había dejado de forcejear contra mi y se quedó apretada contra mi vientre, yo comencé nuevamente a acariciarla. Esta vez una mano en los muslos y la otra subiendo por el cuerpo, deteniéndome antes las tetas y de nuevo hacia abajo.

-Muy bien, vamos a votar de nuevo- dijo Maya.

-Yo opino que l a mejor respuesta fue la de Alex- dijo Bea -las otras dos fueron muy… trilladas-

-Estoy de acuerdo- apoyó Alícia.

Clarita no dijo nada.

-Muy bien- continuó Maya -entonces les toca tomar aCarlos y a Bob-

Mientras se servían las copas, acerqué mis labios al oído de Clarita y le susurré:

-Hay algo más que me sugirió Alicia cuando comenzamos el juego. Quieres saber qué?-

-No estoy muy segura de quererlo saber- respondió

-Me dijo que sería más interesante este juego si me quitaba los pantalones para que Uds se sentarán directamente sobre mi piel- evitando decir que no precisamente la piel a lo que se había referido Alícia.

Clarita no me respondió nada, pero su cuerpo se enderezó y se puso rígido momentáneamente. Su culo, sin embargo seguía pegado a mi y mantenía la presión contra mi güevo.

-Ok. Ahora vamos a cambiar otra vez. Despídanse de sus parejas actuales y regresen a la posición original- dijo Maya.

Clarita primero giró un cuarto de vuelta sobre mis piernas, todavía sentada y se me quedó mirando a la cara sin decir nada. Luego metió la mano entre los dos y me agarró el güevo. Lo sostuvo unos segundos, luego murmuró: -esto está muy loco- y finalmente se paró para ir a sentarse en las piernas de su marido.

-Yo tengo que ir al baño- dijo Bea, levantándose apurada y bajando en dirección a los camarotes.

-Cómo le fue a mi “ametralladora”?- me dijo Alicia sentándose en mis piernas, mientras me  agarraba el güevo para acomodárselo entre las piernas como había hecho Bea.

-Muy bien- respondí- ¿y a ti? Tuviste oportunidad de agarrar algo?-

-Bueno, agarrar, ninguno. Definitivamente ninguno como mi querido aquí- dijo oscilando las caderas con mi güevo apretado entre las piernas, lo que fue muy agradable -pero si tuve la oportunidad de apreciar lo que se gastan estos caballeros. Ambos son impresionantes en sus respectivas características. ¡La culebra de Bob casi le llega a las rodillas!-

-¿Queeé?- dije.

-Bueno, no tanto, pero efectivamente es muy largo y delgado. Sería muy apropiado en una situación como ésta, donde a pesar de estar sentados podría llegarme hasta el fondo de la vagina-

-Wow-

-Carlos, en cambio, no es tan largo, pero más gordo, muuucho más gordo-

-Vaya-

-Lo que pasa es que él es un poco quedado. Le di todas las oportunidades para que me acariciara. Le agarré las manos y se las puse sobre mis piernas y estuve mucho rato girando las caderas estimulando el cañón, para que finalmente se pusiera duro. Pero él casi ni me tocó-

-Bob en cambio, pronto cogió las señas. Al principio parecía no atreverse, pero luego se convirtió en un pulpo con las manos por todos lados. Bueno, principalmente con mis tetas. No se atrevió a tocarme entre las piernas-

-¿Y a ti cómo te fue?- preguntó Alicia.

-Bea, al igual que Bob no parece tener ningún problema. Luego de recorrer todo su cuerpo con las manos y de acariciarle las tetas a placer, descubrió que mi güevo estaba desnudo y casi se muere… de ganas. Hizo exactamente lo mismo que tu acabas de hacer, meterlo entre sus piernas para luego apretarlo y acariciarlo-

-Muy bien, creo que pronto podremos hacer algo con esos dos. ¿Y Clarita?-

-¡Ahhh! Ella está muy dudosa. Yo creo que le gusta la cosa, pero le tiene miedo a Carlos-

-¿Y no lograste nada entonces?-

-Bueno, poco a poco la fui llevando. Al final le pude acariciar las tetas un poco y luego, cuando le dije de mi ausencia de pantalones, me tocó un poco, pero nada definitivo. No sé con ella-

-Si. Con ellos tendremos que esperar un poco. Ir despacio-

-¡Aquí estoy!- dijo Bea alegre, regresando del baño.

-Muy bien, empecemos entonces- dijo Maya.

-Tengo una propuesta- dijo Bea.

-¿A ver?-

-Creo que es mucho más divertido cuando estamos sentadas en hombres distintos a nuestros maridos. ¿no les parece chicas?-

-Por lo tanto, propongo que nos saltemos ese paso y continuemos jugando en el siguiente-

Maya miró a las otras chicas -yo no tengo problemas. ¿Qué opinas tu Alicia?-

-¡Oh! yo encantada. No es que no ame a mi príncipe aquí y… a su ametralladora. Pero me divierte el cambio. ¡Vamos a hacerlo!-

-¿Y tu Clara?-

-Bueno… si los demás están de acuerdo…- dijo dudando.

-Pues está hecho- dije yo antes de que Carlos fuese a oponerse.

Inmediatamente Bea se paró a mi lado, impaciente, esperando que Alicia se quitase. Esta la miró sonriendo y le susurró algo al oído. Ambas se rieron.

Cuando Alicia se apartó, Bea se sentó en mis piernas de lado, como lo había hecho Clarita y sin dudar un momento me agarró el güevo.

-Mmmm. Estaba esperando este momento-

Mientras. Alicia se sentó en las piernas de Carlos y Clarita en las de Bob. Todos empezaron a conversar en voz baja. Me pregunté qué le estaría diciendo Bob a Clarita.

-Quiero que me prometas que no le vas a decir a nadie nada- dijo de pronto Bea.

-¿Qué no le vaya a decir nada a nadie? ¿De qué, por Dios?-

-Primero prométemelo-

-Bueno, te lo prometo, claro- dije extrañado.

-Ni siquiera a Alicia-

La miré extrañado. Por supuesto que yo no le iba a ocultar nada a Alicia, pero una pequeña mentira para tranquilizar a Bea no era malo.

-Muy bien, te prometo que no le voy a decir nada a Alicia-

-Muy bien-

Entonces Bea giró su cuerpo y se volteó hacia la mesa, no sin antes doblarme el güevo hacia abajo para que quedase bajo sus nalgas.

Una vez acomodada volvió a meter su mano entre las piernas, agarrándome de nuevo el güevo y empujándolo contra su vientre.

Entonces entendí lo que pasaba. En vez de sentir la tela de la pantaleta de Bea, mi güevo comenzó a deslizarse contra su vulva desnuda y muy humedecida y antes de que pasar un segundo, la cabeza se encajó en su vagina, penetrando un par de centímetros.

-Mmmm- gimió Bea un poco más duro de lo debido y todas las mujeres en la mesa intuyeron que algo estaba haciendo.

Luego sacó las manos, poniéndolas sobre la mesa y empujó con todas sus fuerzas contra mi, tratando de que el güevo le entrara más adentro. No era fácil, porque sus nalgas se hallaban en el camino, pero los dos centímetros que había penetrado no eran suficientes para ninguno de los dos.

Yo también quería meterlo más adentro, pero no sabía como, hasta que se me ocurrió algo. Así pues, en vez de sentarme derecho, con el cuerpo vertical, agarrando a Bea por la cintura, me recosté contra el espaldar de la silla lo mas que pude. Eso giró mi cadera un poco y otra dos centímetros se introdujeron el el cuerpo de Bea.

-Empezamos?- dijo Bea dirigiéndose a las otras chicas como si no pasara nada.

-Muy bien- respondió Maya -vamos a hacerle otra pregunta a las chicas, similar a la de los caballeros; Qué es lo que más le gusta de los hombres en general?-

-El güevo- respondió Bea inmediatamente.

-Jajajaja- rieron todas.

-Muy bien Bea- dijo Maya, pero primero debes esperar tu turno y segundo, quizás podrías elaborar mejor tu respuesta-

-Claro. El güevo…. duro. Jajajaja-

Mientras reían yo me enderecé en la silla nuevamente, causando que casi se saliera el güevo de la vagina de Bea y haciendo qu ésta se moviera inquietA. Probé entonces abrir las piernas un poco, con lo cual ell bajó también un poco y por ende, mejoró la penetracion.

Luego volví a recostarme, metiendoselo otra vez más profundo, pero estaba. Incómodo y no hallaba como ponerme.

Bea estaba disfrutando todos estos movimientos y añadía los suyos propios, con lo que estábamos tirando en lo que podíamos llamar “una cogida de baja profundidad”. Suficiente sin embargo para mantenernos distraídos y sin prestarle atención a las respuestas de Alícia y Clarita. Y menos aún a la de Bea, que al final se ganó el premio a la peor respuesta.

Llegado el momento en que teníamos que separarnos, Bea se giró de nuevo, lo que causó la salida definitiva del güevo, y con una enorme sonrisa en la cara se me acercó al oído y me susurró: -Esto sólo fue una prueba. Pronto espero tener la ametralladora completa. ¡con todo y balas! ¡Hasta el fondo!-

Y entonces me beso en la boca, se paró y fue a sentarse con Carlos.

Clarita que esperaba pacientemente que Bea se quitase, se sentó en mis piernas de lado, al igual que antes.

-¿Desde cuándo Bea tiene permiso de besarte en la boca?- me dijo seria.

-¡Oh! Sólo fue un besito de despedida-

Me pareció interesante Clara sintiera celos de Bea y que no le haya gustado que me besase en la boca. Algún progreso parecía había logrado yo con ella.

Inmediatamente puse mi mano izquierda en la parte baja de su espalda y la otra traté de ponerla entre sus piernas, pero las tenía tan juntas que no cupo, por lo que la puse sobre el muslo, justo donde se acababa el vestido, con el dedo gordo apoyado en el valle entre las dos piernas y tan cerca de su vientre como pude sin ser demasiado agresivo. Ella me dejó hacer. Se había sentado hacia la parte bajo de mis piernas, por lo que el güevo quedaba libre entre los dos.

-La próxima pregunta- dijo Maya una vez que vio que todas las chicas estaban acomodadas -es para los hombres: ¿Qué es aquello que no han hecho nunca con una mujer y que les gustaría hacer. O si es algo que ya hicieron ¿qué les gustaría repetir? Hablen con su correspondiente pareja para que ella nos trasmita la idea-

Clarita, que había girado su cuerpo hacia la mesa, sin dejar de estar sentada de lado, mientras hablaba Maya, se volteó a verme.

-¿A ver? ¿Qué será?- dijo sonriendo, con lo que supongo que lo del beso quedaba olvidado.

-Vamos a ver- le dije susurrándole al oido mientras mis labios rozaban su oreja, lo que la hizo estremecerse un poco.

-Lo que me gustaría hacer es sentarte en el borde de la mesa…-

-¿Cómo que sentarme?- preguntó alarmada.

-Así es. Mi fantasía no realizada eres tú- respondí subiendo un poco la mano por su pierna.

-¡Oh!-

-Como te decía, te ayudaría a acostarte sobre esta mesa, justo en el borde-

-Luego, con mucha delicadeza, te subiría la falda mientras te voy besando suavemente los muslos-

-Pero…- protestó Clarita débilmente.

-Cuando llegue a tu vientre, tomaré tus pantaletas y las bajaré, mientras admiro tu cuerpo perfecto-

-Luego sigo besándote por la entrepierna, por los alrededores de tu vulva. Acercándome poco a poco a tu vagina, pero con un camino tortuoso. Besándote aquí y allá. Pasando la lengua por este lado y por aquel-

-Pero yo no puedo…- me dijo Clarita agitada.

Mientras, mi mano había llegado ya a la parte de arriba de sus piernas y mi dedo gordo se deslizaba sobre sus pantaletas, más o menos donde calculaba que se hallaba su clítoris. Sin apretar mucho, haciéndole una suave caricia por encima de la tela.

-Finalmente llego a tu clítoris con la lengua y empiezo a jugar con él- continué -no muy fuerte. Dejando que el placer se vaya acumulando en tu cuerpo…-

-¡Yo no puedo decir eso!- dijo finalmente Clarita respirando agitadamente -Yo no puedo decir delante de mi marido que tu quieres hacerme el amor-

-Pero eso es lo que quiero hacer- le dije. Mientras, mi dedo giraba sobre la su vulva, presionando cada vez más. Haciendo con el dedo lo que le había susurrado que haría con la lengua.

-Pero yo no puedo decirlo. Tienes que cambiarlo… y tampoco deberías estar haciendo esto con la mano- añadió poniendo su mano sobre la mía tratando de impedirme que la siguiera masturbando.

-Vamos a ver Bea, ¿qué es aquello que Carlos quiere hacer y nunca ha podido?-

-¡Ahhh!- dijo Bea sonriéndole a todas la otras chicas.

-Carlos tiene un deseo muy interesante- continuó -él quiere hacerle el amor por detrás a una chica-

-¿En la posición de perrito?- dijo Clara interesada.

-No, no dijo en qué posición, pero a lo que se refiere Carlos no es la posición, es el hueco. Jajaja-

-No entiendo- dijo Clara.

-El quiere cogerse a una mujer por el culo, querida- intervino Alicia.

-Eso- aclaró Bea -El dice que con su tamaño, todas las mujeres a las que se lo propuso se negaron-

-¿Inclusive tu Clarita?- dijo Alicia.

Clarita no respondió. Estaba muy impresionada por la declaración de Carlos y, era cierto, ella nunca había querido hacerlo por ahí.  No sólo él era muy grande, es que ella tampoco se sentía cómoda con la idea.

-Bueno, creo que aquí se nos presenta una interesante posibilidad, ¿no te parece, Bea?-

-Oh si. Creo que es algo que podríamos considerar, Jajajaja-

-Jajajaja- rieron también Alicia y Maya.

Clarita estaba cada vez más mortificada pensando en que Carlos estaba proponiéndole a Bea y a Alicia que se dejaran cogerse por el culo. Al mismo tiempo, su lucha contra mi mano en su vientre quedó en un segundo plano, al tiempo que también abría un poco más las piernas.

Yo aproveché y comencé a hacerle círculos con el dedo sobre el clítoris, aplicando presión y aflojándolo rítmicamente.

Y mientras Maya se dirigía a Alicia para que ésta dijera cuál era el deseo secreto de Bob, yo volví a susurrarle a Clarita en el oído.

-¿Entonces no quieres que decirle a todos que lo que yo más quiero ahora es hacerte acabar con mi lengua? ¿Que quiero darte un orgasmo increíble?-

-Uhhhmmm… nooo- gimió quedamente.

-¿Y que después, mientras todavía te estremeces con las últimas oleadas del orgasmo, te metería despacio el güevo?-

Entonces, Clarita quitó al mano que tenía sobre la mía, la que había estado tratando, sin mucho convencimiento, de impedir que la siguiera acariciando entre las piernas y para mi sorpresa me agarró el güevo, apretándomelo.

Sus piernas se abrieron aún más y yo aproveché para mover mi mano y buscando con los dedos el borde de la pantaleta, la aparté y metí los dedos dentro.

Primero me encontré con una corta maraña de pelos, obviamente no se depilaba como Alicia y Bea. Luego llegué su vulva, que obviamente estaba completamente mojada, y comencé a acariciarla.

-Uhhhhhhmmmm- volvió a gemir, al tiempo que ella empezó a subir y bajar su mano alrededor de mi güevo.

-Ok- le dije -si te parece mejor, di que quiero hacerle el amor a dos mujeres al mismo tiempo. Yo quiero que tú seas una de ellas, pero no tienes que decirlo-

Mis dedos recorrian los delicados labios de su vulva. Subiendo hasta su clítoris y volviendo a bajar hasta la entrada de la vagina, donde se metían un poco, para luego volver a recorrerla.

-Diles que quiero hacerte el amor a tí y a… Alicia. Mientras tanto Uds. dos se hacen el amor mutuamente. Yo estoy acostado boca arriba y tu te sientas con mi güevo metido hasta el fondo, viendo hacia mi cabeza y Alicia se sienta en mi cara, viendo hacia ti y yo le como el coño. Y mientras yo les hago el amor a las dos al mismo tiempo, Uds se besan en la boca y se acarician mutuamente los pechos..-

-Bueno, ya consultaron bastante. A ver Clara, cuál es el deseo de Alex?- dijo Maya. Obviamente Alicia había dicho el deseo de Bob y yo no me había dado cuenta.

Clarita despertó del arrebato sensorial en que estaba, giró su cuerpo hacia la mesa y carraspeó, aclarándose la garganta. Debo decir que al girar el cuerpo, dejó su pierna derecha muy hacia afuera, permitiendo que yo siguiera acariciándola.

-La fantasía de Alex es hacerle el amor a dos mujeres al mismo tiempo…-

-Yo me lo imaginaba- dijo Bea.

-Según él, quiere estar acostado boca arriba… una de las mujeres sentada sobre su…. sobre su miembro, cabalgándolo, y la otra sentada sobre su cara…-

En la nueva posición me costaba mas seguirla acariciando, pero entonces me doblé un poco a la derecha y pude meterle dos dedos profundamente en la vagina.

-Ooohhh- se le escapó a Clarita al sentir mis dedos.

-¿Qué pasó?- dijo inmediatamente Carlos, preocupado por ella.

-Nada, nada, es que me golpeé el pié con la pata de la mesa…- respondió Clara.

Yo creo ninguna de las chicas, sólo Carlos, se creyó el cuento del golpe, pues todas sonrieron con miradas pícaras. Mientras, yo seguía moviendo mis dedos índice y medio en la vagina de Clarita, al tiempo que el dedo gordo acariciaba su clítoris.

-El caso es que en la fantasía de Alex, las mujeres se están besando en la boca, acariciaandooose sensualmente las tetas mutuamenteee-

Cuando Clara empezó a arrastrar las palabras, se dio cuenta de que estaba demasiado excitada para seguir hablando y decidió que tenía que parar un poco. Cerró las piernas y se quedó en silencio respirando fuerte.

-Muy bien- dijo Maya -¿Qué opinan a quién le toca beber ahora?-

-Yo tengo una propuesta mejor- dijo Alicia interrumpiéndola -¿Porqué no dejamos este jueguito hasta aquí y nos vamos cada uno a nuestro cuarto? Si no me cojo a Alex en los próximos 10 minutos voy a terminar cogiéndome a alguien más y no estoy seguro de quién ¡Jajajaja!-

-Estoy de acuerdo- la apoyó Bea.

Clara aprovechó para levantarse, aunque las piernas le temblaban…

Y así terminó el juego.

Clara-

Volví a despertarme temprano. Quizás era el ligero movimiento del yate, pensé. Miré el reloj y eran apenas las 6:30 de la mañana.

Me di la vuelta en la estrecha litera, otra vez estaba en la parte de arriba, mientras Carlos dormía plácidamente en la de abajo y recordé las locuras de ayer.

¿Realmente había hecho yo todo eso?

Entonces oí un ligero movimiento en la parte de afuera y pensé que sería Maya. ¡Ojalá sea Maya!

Me levanté y pensé en ponerme algo más de ropa. Sólo tenía una franela larga, sin sostén ni pantaletas, pero luego lo pensé mejor y decidí salir así. ¿Quería que Maya me viera?.

Salí del camarote evitando hacer ruido, no fuera a despertar a Carlos. Anoche me enojé con él, cuando me enteré que quería hacer el amor con otras mujeres, pero yo estaba tan excitada que terminé dejándolo así. Y luego cuando hicimos el amor nosotros, acabamos en tiempo récord.  Hoy, mas sosegada, me picaba un poco lo que había dicho, pero la verdad es que yo tampoco me había comportado demasiado bien.

Al salir del baño, con los dientes y la cara limpia, me encontré efectivamente con Maya.

-Buenos días Clara- me dijo alegre, estampándome un ligero beso en los labios. ¡Casi me caigo de la sorpresa!.

-Buenos días- alcancé a responder con voz temblorosa y sujetándome al mostrador para equilibrarme.

-Ya tengo listo los cafés. ¿Nos los tomamos afuera?-

-Claro, encantada-

Maya tomó las dos tazas grandes de humeante café y salió hacia la cubierta.

-Ven- me dijo -vamos a sentarnos adelante, en la proa. Es más cómodo-

Y más privado, pensé.

Caminado por el borde del yate, llegamos a una parte más abierta. Allí colocó una toalla y nos acomodamos contra lo que sería la claraboya del camarote principal. No se veía nada hacia abajo a través del vidrio, porque una especie de cortina lo tapaba por dentro.

Sentadas muy juntas, tomamos unos sorbos de café en silencio.

-Cuéntame ¿Cómo estuvo tu segundo día de vacaciones ayer?- preguntó Maya.

-Oh, ¿Qué quieres que te diga?- respondí sinceramente -La verdad es que estoy un poco abrumada-

-A ver, cuéntame- dijo mirándome a los ojos.

Por unos instantes, le devolví la mirada y mi corazón se aceleró. Finalmente me puse nerviosa y desviando la mirada comencé a contarle.

-Es que yo no soy así-

-¿Así como?-

-Yo no soy tan liberal como aparenté ayer-

-A ver- continué -Ayer vi por primera vez a una pareja haciendo el amor.  Y me refiero que te vi a ti y a tu esposo, pero eso ya lo sabes, porque tu me devolviste la mirada con una sonrisa. Yo nunca había visto a una pareja hacer el amor en vivo. En películas si, claro, pero así. A unos metros de mi… ¡Y que además me sonrieran como invitándome a participar!-

-Jejeje- rió Maya.

-Pero además, ¡después me diste un beso! ¡Nunca me había besado otra mujer! Para luego alejarte y seguir como si nada. Como si ese beso no hubiese sido… sino un saludo-

-¡Oh, perdóname por haberlo hecho-

-No, no es que no me hubiese gustado… es que… ese es justamente parte del problema. ¡Es que me encantó!-

Maya me miró sonriendo, sin decir nada. Esperando que yo dijese todo-

-Y es que a mi nunca me gustaron las mujeres. Bueno, digo sexualmente. Siempre me consideré una mujer perfectamente heterosexual a la que sólo le gustan los hombres-

-Ok-

-Y luego, viendo a las otras muchachas desnudas, no dejaba de pensar que eran muy bellas… y que…-

Me quedé en silencio, sin atreverme a expresar verbalmente lo que pensaba. Maya esperó, mirándome intensamente a los ojos. Yo le devolví de nuevo la mirada y cogí el valor que me faltaba.

-Y que… ellas me parecían muy bellas también… y que me… me… gustaría tocarlas… acariciarlas…-

Ya no pude hablar más y bajé la mirada.

-Está bien, yo era así también- dijo Maya agarrándome las manos.

-¿Así?- ¿Así cómo?-

-Cómo tu. Yo también consideraba que solamente me gustaban los hombres hasta que me casé con Manuel, mi esposo. Luego, cuando empezamos a hacer estos viajes, él notó cómo yo miraba a las otras mujeres y me preguntó qué sentía. Yo le dije más o menos lo mismo que tú. Entonces él me dijo que una cosa era lo que una es realmente y otra lo que te enseñan. Probablemente, como a mi, a ti te enseñaron a que te gustaban los hombres y que no te debían gustar las mujeres. -Déjate llevar- me dijo -No pienses si es bueno o es malo, sólo piensa en si una persona te agrada o no, no importa de qué sexo. Disfruta ver a esa persona, conversar con él y ya. Eso no es ni bueno ni malo-

-Eso mismo te digo yo ahora. Qué te guste alguien no tiene que ver con su sexo. Es que te gusta y ya está-

-Pero…- respondí incómoda.

-Tienes que diferenciar entre que una persona te guste a que te vayas a enamorar de ella, que quieras vivir con ella. Son dos cosas distintas-

-No entiendo-

-A ver. Digamos que un día estás en la calle y hace calor. Y entonces pasas por una heladería y te compras un helado de… ¿cuál es el sabor que más te gusta?-

-Generalmente me gusta más el chocolate, pero a veces prefiero fresas-

-Jajaja. Muy bien. A mi me gusta más el de almendras, pero volvamos a nuestro cuento. Entras a la heladería, te compras un helado de chocolate y sales caminando, saboreando tu helado. ¿Significa eso que a partir de ese momento tu nunca más vas a comer comida? ¿Que ahora pasa vivir de helados de chocolate?-

-Mmmm- respondí entendiendo.

-Eso mismo me dijo Manuel. Un par de meses después tuvimos oportunidad de llevar de paseo a una pareja de chicas. Una de ellas se dio cuanta de que me gustaba y empezó a flirtear conmigo. La otra hizo lo propio con Manuel y pronto tuvimos nuestro primer intercambio de parejas y mi primera experiencia con otra mujer. Después de eso no las vimos más nunca y está bien porque el amor de mi vida es Manuel, pero de vez en cuando nos comemos un “helado”-

-¡Ohhh!-

-No te preocupes. Tu sí eres como eres, no como los demás quieren que seas. Tú tienes tú comida normal de todos los días, pero de vez en cuando te gusta comerte un helado !Y ese helado puede ser de chocolate o de fresas! Igual pasa en la vida. Mucha gente tiene su comida normal y nunca se sale de la dieta. A otros les gusta salirse dela dieta de vez en cuando, pero solo comen helado de un tipo. A ti parece que te gustan varios helados, igual que a mi, !muy bien! Nadie tiene que meterse en tus gustos-

-?Pero y mi esposo?-

-Eso es algo que tienen que discutir los dos. Por lo que pude observar ayer, ni Alícia ni Alex tienen problemas en “compartir”. Bob y Beatriz creo que tampoco, pero Carlos no parece muy dado a la idea. Ayer, sin embargo, se presentó una situación interesante cuando el reconoció que quería cogerse a una mujer por el culo y Alícia y Bea se ofrecieron voluntarias. Si el acepta acostarsecon ellas, tendría que aceptar que tú lo hicieras con alguien otro o con otra-

-No se…-

-?Y tú aceptarías que él se acueste con alguna de nosotras?-

-?Alguna de nosotras?- pregunté incrédula -?Tu también?-

-!Claro! Jajaja. Yo también quiero probar ese cañón!-

-!Oh! Supongo que eso llamó la atención de todas ustedes-

-Claro. Recuerda que, al igual que tú, a mi también me gustan los helados de distintos sabores-

-Jajaja. Es cierto- reconocí.

Seguíamos sentadas muy juntas y esta  cercanía , el perfume de su cuerpo, el roce de sus brazos contra los míos, más el tema de la conversación ,me excitaba aún más.

-Por cierto. No sólo somos nosotras, !a Alícia también le gustan los helados de varios sabores!-

-¿Tu crees?-

-Creo que si, aunque no me ha hecho ninguna insinuación a mí… pero la he visto cómo te ve a ti…-

-¿Queeeé? No me he dado cuenta de nada-

-Pues, tienes que ponerle atención. Mientras tú me mirabas a mi, ella te miraba a ti con la misma intensidad- dijo Maya deslizando tiernamente el torso de su mano por mi mejilla. Lo que me hizo estremecer de deseo. Sentí como mi vientre se humedecía aún más.

-Pero a lo mejor a ti no te gusta Alicia- continuó -puedes decirme, yo no soy celosa-

-Oh… no sé… ahora que lo pienso… puede que si me guste un poco-

-!Qué Bueno! De hecho a mi también me gusta un poco, pero ninguna como tú-

-Oh- dije ruborizándome como una colegiala-

-Pero hay otra cosa que me preocupa- dije luego de unos segundos.

-A ver-

-Es que me siento excitada todo el tiempo-

-¡Ah! pero eso es normal también. Estamos en un ambiente de vacaciones, Uds. son todos jóvenes en edad de estar haciendo el amor todo el día todos los días. Estamos casi desnudos todo el tiempo… y yo, además propicio el ambiente-

-¡Uy! el juego de anoche… estuvo fuerte-

-Jajaja, si, pero creo que te fue muy bien ¿no?-

-No sé. Siento que me extralimité. Justamente por ese ambiente sensual a que nos llevaste. Y de pronto tenía las manos de Alex en todas partes… o mejor dicho… ¡en ciertas partes!-

-Yo me lo imaginaba. Estabas casi que tartamudeando…-

-¿Se notaba tanto?-

-Mucho… casi como ahora-

-¿Cómo ahora?-

-Si. Estas con la cara muy roja y siento el olor de tu cuerpo…-

-¿Qué olor?- dije asustada.

-El agradable olor del deseo…-

Entonces Maya acercó su cara despacio. Yo sabía que iba a besarme y la dejé acercarse. Sus labios tocaron los míos y mi corazón saltó. Por un largo tiempo, nos estuvimos besando profundamente, su lengua y la mía jugando en su boca o en la mía. Apartándonos apenas unos segundos para recuperar el respiración y volver a hundirnos en el placer del beso.

-¿Quieres helado?- me preguntó de pronto y yo la miré sorprendida sin entender la pregunta.

-Que si quieres tocarme, puedes hacerlo-

Subí mi mano izquierda y le toqué el pecho derecho… uhmmm la piel era tan suave. El pezón estaba muy erguido, por supuesto, pero sentí como se ponía más duro al contacto de mis dedos. Nunca había tocado el pecho de otra mujer y era increíble, tan suave.

Entonces sentí sus manos tocándome a mi. Primero mis pechos, luego mi abdomen y más abajo. ¡Oooohhhh!- gemí.

Seguimos besándonos y acariciándonos. Yo sólo sus pechos, pero ella había bajado hasta el interior de mis piernas y sus dedos se recreaban entre mis pliegues con una delicadeza que nunca había sentido en un hombre.

-Me vaas a haaacer acabaaaar- gemí.

-Está bien- me dijo -disfrútalo. Es mi regalo para tí-

-Ahhhh- gemí mientras mi cuerpo empezaba a extremecerse con un orgasmo como nunca había tenido. O quizás igual, no sé.

-Aaaaahhhhh- volví, ahogando mis gemidos en su boca.

Entonces ella dejó que me tranquilizara y que recuperara la respiración. Una vez que logré recuperarme, volví a besarla con pasión, mientras mis manos empezaban a buscar su sexo.

-Mmmm- gimió mientras yo recorría su húmeda vulva.

-Está muy rico, pero creo que mejor lo dejamos para otro día. Creo que los otros pasajeros ya están por ahí y pronto empezarán a preguntarse dónde andamos nosotros-

-Muy bien- respondí volviendo a besarla, mientras mis dedos índice y medio se hundían profundamente en su vagina.

-Pero quiero que tú comas helado también conmigo-

-Oh si, seguro que volveremos a comer helado, jajaja- dijo levantándose y ayudándome después a mi, que tenía las piernas flojas todavía.

Beatriz

Me desperté temprano con ganas  de hacer pipí. Bob roncaba en la parte de arriba de la litera a donde lo envié después de tirar como dos locos anoche. ¡Qué jueguito el de anoche! Sobre todo con Alex, porque Carlos desde luego es un pajúo. Bueno, un pajúo con un güevo enorme. Cuando me tocó sentarme con él, pude sentirlo. Vaya pedazo de mandarria. ¿Cómo fue que le dijo Clarita? ¡El cañón! Pero aparte de eso, no se atrevió a tocarme por ningún lado. En cambio Alex… mmm… ese sí. Y hasta logré que me lo metiera un poco… Estoy segura de que antes de que termine este viaje me lo cojo como debe ser… Probablemente Alicia se va coger a Bob, pero esta bien. Ojo por ojo…

!Coño, será mejor que vaya al baño, que me voy a hacer pipí en las pantaletas…!

-Ay, perdona! Dije al entrar al baño y encontrarme adentro a Alícia cepillándose los dientes.

-No importa, pasa- respondió ella -fue mi culpa que se me olvidó cerrar la puerta-

-Gracias, me ataba haciendo pipí- dije sentándome en la poceta. Vaya! Ya no sólo nos desnudamos una frente a la otra, sino que hasta hacemos pipí juntas…

-Estuvo bueno El juego de anoche, ¿no?- dijo Alicia cuando terminó de cepillarse.

Yo me sonrojé porque yo le pedí a Alex que no le dijera a nadie que yo me había quitado las pantaletas para meterme su güevo, pero no estaba segura de si no se lo habría dicho a Alícia de todas maneras.

-Oh si- respondí de forma más o menos neutra -estuvo muy sensual-

-Vamos a ver cómo involucramos más a Carlos, porque anoche no hizo mucho- dijo Alicia.

-Oh si. La primer vez que me tocó sentarme sobre el, ni siquiera la tenía dura. La segunda vez, si y realmente es grande…-

-¡Ah claro! Gracias a mi. Vaya lo que costó que se le pusiera así. Casi que se lo saco y me meto a la boca. Jajaja. Se lo restregué tanto con el culo que finalmente reaccionó-

-Bueno, Yo hice más o menos lo mismo, aparte de restregarle las tetas cada vez que podía, pero creo que el pobre no está para estas cosas…-

-Bueno. Vamos a ver si logramos satisfacerle su deseo-

-¿Pero tú de verdad piensas dejar que te meta esa cosa por detrás?-

-En realidad no es mucho más grande que la de Alex… bueno, eso creo. Y ya Alex ha tenido el privilegio de usar mi “puerta trasera” muchas veces-

El cerebro empezó a darme vueltas…

-¿Y de verdad te gusta por atrás?- le pregunte a Alicia.

-Tiene su encanto. No tan rico como por delante, tienes que tener todos esos preparativos…-

-¿Preparativos?-

-Claro. No quieres que él te encuentre “llena” y se embarre todo-

-¡Uff, qué asco!- dije

-Así es. Una vez nos pasó y luego nos reímos mucho, pero en el momento…-

-¡Guácala!-

-Pero volviendo a lo que te dije, voy a tratar de agarrarlo por ahí para que se integren más en nuestros jueguitos. Jejeje. Además, si me coge a mi, no podrá protestar cuando involucremos a Clara-

-Pero yo creo que Clara ya está involucrada. Por lo menos ayer, sentada sobre Alex parecía que estaba a punto de acabar. Jajaja-

-Si, Alex me contó que la estuvo masturbando todo el tiempo-

-¡Mira tu! La inocente Clarita-

-Ni tan inocente. Recuerda que ayer, cuando fueron a nada, ella fue la primera que se puso topless-

-Si, pero yo creo que le tiene un poquito de miedo a Carlos. Ya veremos- respondí.

-¿Y tú?- me preguntó Alicia, recostada contra la puerta del baño mientras yo me cepillaba los dientes.

-¿Yo qué?-

-¿Vas a echarle pichón a lo de los dos hombres? ¿Uno por delante y otro por detrás?-

-Uhhh… no sé. Era sólo una fantasía para mantener el juego vivo…- respondí.

-¡Ah!, pero no tiene que ser sólo una fantasía. Si quieres te presto a Alex y junto con Bob, te dan una buena revolcada. Jajaja-

El vientre me brinco ante la idea y sentí como me mojaba por debajo.

-Bueno… no sé…-

-Háblalo con Bob y si él está de acuerdo, yo le digo a Alex. El estará encantado de participar-

-¿Y tu?-

-Jajaja. Bueno, a lo mejor es ese momento tengo un cañón metido en el culo. JAJAJAJA-

Me quedé en silencio unos instantes, viéndome en el espejo –¿Será que me atrevo?-

-Por cierto ¿Ya Bob se levantó?-

-¡Oh!- brinqué sobresaltada -No. Creo que todavía está roncando-

-Jajaja. Alex también… Por cierto… ¿Quieres que yo despierte a Bob y tu despiertas a Alex?-

-Mmmm… bueno… ¿sólo despertarlo?-

-No seas pendeja Bea, tienes meses con ganas de cogerte a Alex. Anda y sal de eso de una vez y yo… bueno, yo voy a darle una mirada a la culebra esa-

-¿De verdad?- le pregunté todavía incrédula.

-Nos vemos en una… ¿media hora?-

Alicia

Entré al camarote donde dormía Bob y, efectivamente estaba todavía dormido. No roncaba, pero si que parecía estar en el más plácido de los sueños. Me acerqué después de cerrar la puerta.

-Vaya, éste sí que es un camarote chiquito. Menos mal que a nosotros nos tocó el grande porque por lo menos podemos dormir en la misma cama. Aquí es uno abajo y otro arriba.

Y hablando de abajo y arriba ¿cómo voy a arreglármelas? Bueno. Ya veremos.

Bob parecía estar desnudo pues la sábana le dejaba el pecho al descubierto. No se veía mal. Es un tipo buenmozo y simpático, con un cuerpo atlético al que la buena vida le estaba poniendo un poco de barriga, pero todavía se le hubiese podido echar los perros.

Bueno y ahora voy a echarle algo más que los perros-

Me arrodillé a lado de la cama, cerca de su cintura y comencé a levantarle la sábana más o menos a la altura de los pies, con cuidado. Iba a despertarlo, pensaba darle una sorpresa primero.

Logré subir la sábana hasta los muslos, pero no podía más sin que se despertara, así que decidí meter la mano derecha por debajo, adivinando, buscando la cuerda que iba a usar para despertarlo.

Poco a poco fui llegando a mi objetivo y finalmente, sin que él se diera cuenta la encontré. Estaba, claro, completamente en reposo. Se lo agarré con la mano y lo acaricié un poco. El no pareció darse cuenta.

Luego exploré con la mano por los alrededores. Le recorrí los pelos del pubis hasta el abdomen y luego bajé hasta los testículos cubiertos de pelos gruesos.

En ese momento se movió y yo retiré la mano rápidamente. Al hacerlo levanté completamente la sabana, dejándolo desnudo, sin embargo él se acomodó y no se dio cuenta de que yo estaba allí. Ahora podía verlo todo con calma.

Como dije antes, tenía mucho más pelos que Alex en esa zona. El güevo, delgado y largo, aún estaba en reposo, apoyado sobre el pubis.

Esperé que se tranquilizara y su respiración se hizo regular, nuevamente.

Entonces se lo agarré otra vez y lo levanté un poco. Cerré el puño con cuidado pude y ver que aún así ya era más largo que mi mano.

La conversación con Beatriz en el baño me había excitado un poco. Bueno, la verdad es  que había estado excitada desde que nos montamos en el barco. Jajaja. Pero ahora estaba mucho más. Además, estaba a punto de cogerme al primer hombre distinto a mi marido desde que me casé.

Acerqué mi cara y se lo miré de cerca. Le bajé el prepucio y apareció la cabeza sonrosada. Entonces decidí cambiar la forma en que lo iba a despertar, no le iba a jalar “la cuerda”, !se la iba a comer!

Así pues, Mmmm. Primero le pasé la lengua por la cabeza y me alejé a ver qué pasaba. Bob no reaccionó. Volví a hacerlo… y una vez más… y luego no aguanté más y me lo metí completo a la boca.

-Mmmm- dijo Bob dormido.

Me lo saqué y miré hacia la cara de Bob, no seguía con los ojos cerrados, así que me incliné de nuevo para metérmelo todo en la boca, pero a pesar de que todavía no estaba duro, no me cupo todo. !Era demasiado largo ya!

Entonces jugué un rato con la lengua y luego me lo saqué.

-Mmmm- volvió a decir Bob.

Volví a metérmelo en la boca y me di cuenta de que estaba más grande y que la parte que no cupo era mayor. Subí y bajé la cabeza varias veces, mientras lo acariciaba con la lengua y los carrillos.

El bicho crecía rápidamente, pero solo de largo.

-Mmmm… buenos días, mi amor- dijo sin abrir los ojos Bob -qué buen despertar-

No le respondí, sino que seguí moviendo la cabeza hacia arriba y hacia  abajo, mamándoselo despacio.

-Yo pensé que anoche habías quedado satisfecha… mmm-

Su mano me buscó la cabeza y apenas me toco el pelo… se dio cuenta de que no era Beatriz y abrió los ojos levantándose de pronto.

-¡Alicia!- dijo cuando me vio.

-Shhhh- respondí sacándome el güevo de la boca y agarrándoselo con la mano mientras lo seguía masturbando -tranquilo. Sólo estoy conociendo a la culebra esta-

-Oooohhh- dijo recostándose de nuevo -¿Y Beatriz dónde está?-

-Supongo que haciéndole lo mismo a Alex- dije metiéndomelo de nuevo a la boca. El güevo le había seguido creciendo y aunque seguía más o menos del mismo grosor, ahora era más largo todavía. Mucho más que el de Alex.

Entonces sentí su mano buscándome el cuerpo. Yo seguía arrodillada al lado de la cama y su mano alcanzaba a acariciarme apenas un lado del cuerpo y la nalga de ese lado.

Le apreté el güevo en mi boca con la lengua y volví a subir y bajar con la cabeza, pero más de la mitad se quedaba afuera cuando la punta me llegaba al fondo de la garganta, así que me ayudaba con la mano, apretando con el puño la parte que se quedaba afuera.

De pronto me di cuenta que era mucho más fácil mamar un güevo tan delgado n. Usualmente me con Alex me empieza a doler la boca por tener que tenerla tan abierta. ¡Con Bob era mucho más fácil!

-Acércate más- me dijo Bob -Yo también quiero probar a qué sabes…-

Me encantó la idea, así que me levanté, pasé mi pierna izquierda sobre su cuerpo y luego me acosté sobre él, con la cabeza hacia sus pies. Él me ayudó a acomodarme y pronto mi vulva quedó cercana a su cara, ¡perfecto para un 69!

Enseguida volví a agarrarle el güevo y a metérmelo a la boca, pero ahora el ángulo era más apropiado, me era más cómodo y podía abarcar más.

Entonces sentí como su lengua empezaba a recorrerme la vulva y me estremecí toda. Lo hizo de una forma tan suave que me sorprendió.

-Mmmmm- gemí, sin poder decir nada por tener la boca ocupada, jejeje. Bob era muy diestro en el asunto, porque no fue directo a mi clítoris, sino que estuvo como merodeando, cada vez que yo esperaba que me lo chupara, hacia otra cosa. Una tortura deliciosa.

Por el momento, me concentré en mi propio placer y sólo mantuve su güevo en la boca sin moverme, pero luego recordé en lo que estaba y volví a jugar con mi lengua y mis labios.

Solo que ahora me era mas difícil, pues me costaba concentrarme.

Y él seguía cambiando de ritmos. Por momentos se olvidaba de mi botoncito y me recorría el resto de la vulva o me introducía la lengua en la vagina y la movía por todos lados.

Entonces tuve una idea. Nunca me había podido tragar la pinga de Alex, era demasiado gruesa, pero ¿y ésta? Así pues bajé la cabeza un poco y dejé que la punta de su güevo se apoyara en el fondo de mi garganta. En seguida sentí ganas de vomitar.

Me separé lo suficiente para que se calmaran, moví la lengua hacia afuera, como había leído una vez en Cosmopolitan, y lo volví a intentar. Cuando empezó a darme ganas de vomitar, en vez de sacármelo ¡empujé la cabeza hacia abajo y me lo metí a la garganta!

Mi cuerpo se confundió de alguna manera y las ganas de vomitar pasaron. ¡Como pasó la cabeza del güevo, que la tenía metida en el cuello!

Pero se me había olvidado coger aire y no podía respirar con eso allá adentro, así que tuve que dejarlo salir, pero ya sabía cómo hacer. Me lo saqué y pude respirar. Mientras me volvía el alma al cuerpo, lo seguí masturbando con una mano, mientras la otra jugaba con sus bolas y su culito.

-Oye- me dijo -eso estuvo muy bien-

-Estoy aprendiendo. Vamos a ver cómo me sale la próxima- respondí.

Entonces cogí aire, empujé la lengua hacia adelante, abrí la garganta y me lo fui metiendo poco a poco. De pronto, mi barbilla chocó con su pubis ¡me lo había tragado todo!

Lo dejé un rato así y luego tuve que volver a coger aire.

-Wow. Primera vez que me hacen garganta profunda- me dijo.

-Y primera vez que lo hago- respondí jadeando por la falta de aire. Tenía que haber una forma de respirar y tragar al mismo tiempo, pensé. Voy a googlearlo.

Pero mientras pensaba en eso, sus esfuerzos en mi coño se fueron haciendo más y más persistentes y me costaba concentrarme, más y mas. Tenía dos dedos encajados en mi cueva, otro en mi culo y la lengua jugando con mi clítoris.

Así que hice un nuevo esfuerzo y me lo volví a meter a la garganta. Con la precaución ahora de dejar suficiente espacio para moverme, sacándolo y metiéndolo un poco.

-Voy a acabar pronto- me dijo.

Me lo saqué un instante para decirle que lo hiciera cuando quisiera y volví enseguida a mi labor.

-Aaaaahhhh- gimió y sentí como se ponía rígido. Su güevo se hundió un poco más en mi esófago y comenzó a verter su líquido directamente en mi estómago.

Yo esperé a que se vaciara todo y finalmente, ya sin aire, me lo saqué. Todavía pude saborear las últimas gotas de semen en la boca, el resto quedó directamente dentro de mi cuerpo.

Esperé unos segundos sin moverme, pero yo ya estaba muy cerca de acabar y comencé a girar las caderas de forma refleja. Él se dio cuenta y volvió a comerme. Esta vez fue directo al clítoris, chupándolo sin misericordia. Eso fue demasiado y enseguida sentí como explotaba mi orgasmo. Profundo, poderoso.

-AAAAAAHHHHH- gemí sin temor a que cualquiera me oyera.

-AAAAAAAHHHHH, SIIIII-

-AAAAAAHHHHHHHHH- grité mientras oleadas de placer recorrían todo mi cuerpo.

Beatriz-

Entré al camarote y esperé que los ojos se me acostumbraran a la semi oscuridad del cuarto mientras cerraba la puerta. No me preocupé de cerrar con llave. La única persona que podría entrar estaba en este momento cogiéndose a mi marido.

Alex estaba en la cama medio atravesado, es decir, con los pies hacia el centro y la cabeza cerca del borde. La sábana le cubría apenas el centro del cuerpo y se veía que probablemente estaba desnudo. –¡Que conveniente!- pensé.

 Me agarré el vestido y me lo saqué por la cabeza. Luego más bajé las pantaletas, más mojadas que secas, y me acaricié las tetas saboreándome el manjar que me iba a dar.

Mis pezones estaban duros y sensibles y eso me dio una idea.

Así pues me arrodillé al lado de la cama y con mucho cuidado de no despertar a Alex antes de tiempo, le acerqué el pezón derecho a los labios.

Cuando se los rocé, movió un poco la cara hacia el lado, apartándose. Luego volvió al mismo lugar y pude ver que se pasó la lengua por los labios, como extrañando la sensación. Una vez que se quedó quieto de nuevo, volví a acercarle el pezón, que estaba tan duro y excitado que casi me dolía.

Primero le recorrí el labio inferior y luego lo empujé un poco entre los dos labios, tratando de metérselo entre los dos.

-Mmmm- gimió sin abrir los ojos y luego entreabrió los labios y el pezón se introdujo un poco.

-Mmmm- repitió -¿esto será lo que yo pienso que es? ¿O será que estoy soñando?-

Sonreí pero no le dije nada. Sólo seguí moviendo mi pezon entre sus labios, mientras el calor entre mis piernas continuaba aumentando.

-Pero hay algo raro aquí…- dijo Alex -Este pezón no me parece que pertenezca a mi mujer-

Entonces, sin abrir los ojos, pasó una mano por mi espalda, empujándome más hacia él y haciendo que más de mi pecho se metiera en su boca.

-Mmmm- volvió a gemir, mientras hacía girar su lengua alrededor de mi muy sensible pezón.

-Los pezones de tu mujer deben esta ahora en la boca de mi marido- le dije mientras metía la mano debajo de la sábana, buscando su güevo.

Cuando lo encontré pude sentir que no estaba completamente duro, pero aún así me estremecí con la expectativa de tenerlo dentro de mi en pocos momentos.

-Pero si no te gusta este, lo podemos cambiar por este otro- le dije apartando mi teta y poniéndole la otra inmediatamente en la boca.

-No me he quejado de que no me guste. Al contrario. Pero está bien, probemos con la otra- alcanzó a decir antes de que mi otro pezón llenara su boca.

Mientras, yo había comenzado a masturbarlo y, por supuesto, su miembro se había puesto como piedra. Una piedra que metería pronto en mi molino. No solo el extremo, como la noche anterior, sino toda.

De solo pensarlo me estremecí de placer, sintiendo como un nuevo chorro de lubricante me mojaba la vagina.

-Yo creo que ya has podido probar lo suficiente, así que ahora me toca a mi y lo primero que quiero probar son esos labios- dije con voz temblorosa de deseo apenas contenido.

-Arrímate un poco- le pedí con la intención de acostarme junto a él, pero mientras me montaba en la cama, lo pensé mejor y más bien me acosté sobre el.

Mientras me acomodaba busqué sus labios y empecé a besarlo. Inmediatamente nuestras lenguas se trenzaron en una batalla sin cuartel, primero en su boca y luego en la mía. Al principio  su aliento estaba un poco fuerte, obviamente no se había cepillado los dientes, pero no me importó y enseguida nuestros sabores se igualaron y ya sólo sabía a sexo, a deseo.

El güevo me quedó primero torcido, con la punta hacia un lado y aprisionado contra mi muslo. Siendo un poco más baja que él, mi pubis estaba a la altura de su abdomen.

-Esto está mal- le dije rompiendo el beso un instante y metiendo la mano entre los dos, le agarré el güevo y me lo metí entre las piernas.

-¿Qué estás haciendo?- preguntó.

-Llevo meses pensando secretamente en esto- le dije volviendo a besarlo ávidamente en la boca, mientras muevo mis caderas contra su cuerpo y su rígido miembro apretado entre mis piernas y mi vulva.

-Nunca pensé que algún día se haría realidad. Pensé que era solo una fantasía para excitarme-

Volví a besarlo mientras el deseo de cogérmelo de una vez se hacía casi insoportable.

-Pero luego empezaron las insinuaciones, las indirectas de Alícia, los comentarios de mi marido, sobre cómo sería hacerle el amor a Alicia…-

Me moví un poco más arriba en su cuerpo, agarré con la mano su güevo y puse su cabeza contra mi vulva, que estaba tan mojada que chorreaba por todos lados.

-Y entonces surgió este viaje… y ya sabes el resto-

Lo volví a besar mientras empujaba mi cuerpo hacia abajo y la cabeza de su güevo comenzaba a abrirme.

-Mmmm- gemí contra su boca.

Parecía más grande que anoche, pero mi vagina se fue abriendo y abriendo y de pronto, entró la cabeza.

-Mmmm, qué rico- volví a decir.

-Estás más apretada que anoche- dijo Alex.

No le contesté sino que empujando hasta que me sentí tan llena que no pude seguir. Entonces esperé unos segundos y levanté un poco el culo, dejando que el güevo saliera un poco.

Separé mi cara de Alex y nos quedamos viendo a los ojos. Luego comencé a bajar el culo otra vez y el güevo volvió a llenarme, pero me pareció que pude metérmelo un poco más adentro.

-Y tú lo tienes más gordo- le dije.

-No sé cómo, pero me encanta sentir cómo te voy abriendo-

-Oh siii- gemí cuando ya no pude meterlo más adentro.

Así seguimos un rato, tirando despacio, metiéndome cada vez más ese delicioso pedazo de verga en mi cuerpo, que poco a poco se lo iba tragando.

Pronto, ya mi pubis comenzó a chocar con el de él y su cabeza me llegaba al fondo de la vagina.

-Estoooyy muuuy cercaaa de acaaabar- le dije con voz ronca

-Vente- me dijo, al tiempo que empezaba a empujar contra mi, metiéndomelo aún más adentro.

-Y tuuu-

-Ventee- me dijo, empezando a temblarle la voz a él también -yo me veeengo en un moomento-

Entonces decidí dejarme llevar por el placer. Mi cuerpo hervía de sensualidad, de sexo, de un orgasmo que se había estado gestando desde anoche y entonces lo dejé salir.

Me empujé duro contra su güevo que me llegó al fondo de mi cuerpo y disparó una bomba de placer de mi vientre a mi cabeza.

-Coooñooo, siiiiii, coooñoooo- gemi

Mi cuerpo se tensó y no pude pensar nada más, mientras la primera ola del orgasmo subía por mi espina hasta explotar en el cerebro.

-COOOÑOOOOHHHHH-

El se quedó inmóvil, dejando que el orgasmo siguiera sacudiéndome. Los músculos de mi vagina se contraían contra su güevo una y otra vez. Como si trataran de exprimirlo.

Traté de relajarme, pero cortos y cada vez más espaciados espasmos me seguían estremeciendo.

Cuando finalmente pude empezar a respirar de nuevo, Alex me agarró por la espalda y con un movimiento de su cuerpo, nos hizo girar para quedar él sobre mi.

-Ooohhh- gemí al sentir el peso de su cuerpo sobre mi y sobre todo, su güevo que casi se había salido durante la maniobra, volviéndose a meter hasta el fondo.

Entonces él se acomodó. Puso sus manos a cada lado de mi cabeza y levantó el torso, para quedar despegado de mi, unidos sólo por el vientre.

Entonces comenzó a moverse otra vez, sacándolo y metiéndolo despacio. Mi orgasmo había pasado, pero todavía sentía el placer de su güevo, que ya no se sentía tan grande, entrando y saliendo de mi.

Yo veía su cara de intensa concentración, con lo ojos cerrados, probablemente como yo abrumado por el placer.

De pronto parece que cambió de opinión y deteniendo el movimiento de sus caderas, con las manos me agarró las piernas por la parte de atrás de las rodillas y me las dobló hacia la cabeza, con lo que quedé doblada y con la vulva apuntando para arriba. Miré entre las piernas y pude ver que aunque sentía que el güevo me llegaba al fondo, todavía sobresalía un buen pedazo fuera. “No puede ser que me vaya a meter todo eso” pensé.

Pero entonces, otra vez apoyado en sus brazos, comenzó a moverse y en cada embestida metía un nuevo pedazo. Yo me sentía no sólo llena, sino que la cabeza del güevo empezaba a empujarme la matriz o lo que sea para adentro y me dolía un poco. Milagrosamente, sin embargo, yo sentía como si mi cuerpo se acomodaba por dentro y con cada embestida se abría un nuevo espacio ¡que él ocupaba en la siguiente!

Pronto ya no hubo más espacio, pero tampoco más güevo. Cada vez que empujaba el pubis de Alex chocaba duro contra el mío, sonando un fuerte ¡plaf! Ese golpe me producía una intensa vibración en el clítoris que era extraordinariamente placentero.

Alex comenzó a acelerar, sus embates eran cada vez más fuertes y nuestros cuerpos se estremecían con cada empuje. Yo estaba otra vez tan excitada que empece también a empujar contra él, levantando el culo como si quisiera o pudiera metérmelo más adentro.

Pronto sentí que él ya estaba llegando y yo también. Un nuevo orgasmo, más grande aun que el anterior, se estaba gestando en mi vientre.

-Coooñoooo… – gemi

-Coooooñoooo…-

-Ay cooooooñoooo- seguí con cada golpe de su verga.

-COOOOÑOOOOO…. YAAAAAA- grité con todas mis fuerzas, cuando sentí que él también se tensaba y de su güevo salían chorros de leche, llenándome aún más y haciendo que mi propio orgasmo explotara en mi cabeza…

Por unos segundos él se quedó tieso, empujando con toda su fuerza, mientras su güevo pulsaba expulsando su leche muy adentro de mi. Por otra parte, mi vagina pulsaba exprimiéndolo aun más.

Clarita.-

Tenía toda la vulva y las piernas mojadas, así que primero fue ir a lavarme un poco en el baño, para luego tomar otro café. Maya ya estaba en la cocina preparando el desayuno.

El Capitán se había levantado también y charlaba con Maya, que cortaba cebolla y tomate para hacer un perico.

Yo me acerqué y les ofrecí mi ayuda, que fue aceptada de inmediato. El capitán me entregó su cuchillo y el resto de la cebollas y se apartó, yendo a servirse otro café. En realidad ningún otro pasajero se había levantado, pero igual seguimos conversando mientras preparábamos todo para el desayuno.

Los primeros que aparecieron fueron Alicia y Bob. –¿Alicia y Bob?- pensé ¿cómo es que llegaron éstos al mismo tiempo-

En mi inocencia pensé que sería una casualidad y que en pocos momentos vendrían también Bea y Alex. Alicia y Bob muy sonreídos y alegres e inmediatamente se sirvieron café. Después Alicia preguntó en qué podía ser útil y Maya le dijo que pusiera la mesa. Mientras, Bob y el Capitán conversaban de la navegación que íbamos a hacer hoy.

De pronto se oyó claramente la voz de Beatriz gimiendo:

-Coooñoooo… –

-Coooooñoooo…-

-Ay cooooooñoooo-

-COOOOÑOOOOO… YAAAA-

Inmediatamente entendí dónde estaban los otros y porqué Alicia y Bob estaban muy sonreídos: -¡Estos carajos se cambiaron y Alex se está cogiendo a Bea!- y me le quedé mirando en la cara a Bob

Obviamente a Bob no le importa- pensé -Claro, si seguro que él se acaba de coger a Alex-

-¡Coño, esto está cada vez más confuso!… ¿O más interesante?-

Unos 10 minutos después apareció Alex, que nos saludó a todos sonriente como si acabara de levantarse. Nada indicaba que hacía unos momentos se estaba cogiendo a Bea, ¡estaba hasta peinado! Después se acercó a Alicia y le dio un besito en la boca, pero ésta lo agarró y lo besó más profundamente, separándose después sonriendo y continuando cortando cebolla como si nada.  Luego se me acercó ¡y me besó a mi también en la boca!

Después apareció Bea, también como quien no a roto un plato. Aun más arreglada que Alex, recién peinada y con el maquillaje fresco. Un bikini verde minúsculo, tipo push-up que realzaban sus bellas tetas y sobre el que llevaba un pareo también verde muy trasparente que la hacía ver más sexy.

Por supuesto nos saludó a todos con la mayor tranquilidad, siendo que apenas hacía unos minutos estaba gimiendo como una loca bajo los embates de un hombre que no era su marido ¡y a éste no le había importado un comino!

El último que apareció fue Carlos, al que yo había ido a despertar unos minutos antes y que, por supuesto, no se enteró de todo lo que había pasado en la mañana.

Inmediatamente nos sentamos a desayunar. Todos estábamos contentos, alegres y no parábamos de hacer bromas. Por un momento pensé: –De los ocho que estamos en la mesa, acabamos de hacer el amor seis. Ninguno con su pareja ¡y a nadie le importa! Creo que esto me está gustando.

Después ddesayunar, los hombres se fueron a preparar el barco para navegar. Nos íbamos a otra isla y teníamos  6 horas de navegación por delante. Había que levar anclas, colocar las velas, asegurar las cosas, etc. en fin, cosas de hombres (y de algunas mujeres, porque Maya los ayudaba activamente).

Nosotras tres nos quedamos lavando las cosas del desayuno y guardándolas bien porque nos dijeron que el mar estaba un poco fuerte y la travesía seria un poco movida. Lo que claro, no nos hizo gracia, pero al fin y al cabo, estábamos en un barco, ¿no?

 

Mientras lavamos, Alicia le dijo a Bea con una sonrisa pícara en la cara:

-No tengo que preguntarte como te fue con Alex esta mañana, ¿no? Jajajaja-

-La verdad es que me van a perdonar. No pensaba ser tan escandalosa, pero es que mijita, no se como aguantas tu esa mecha. Si a mi me cogen así tres veces seguida, quedo lisiada para siempre- respondió Bea -¡Y tú lo aguantas todas las semanas!-

-Jajaja. No te creas. Al principio fue un trabajo fuerte, pero luego te acostumbras-

-¡Coño, no se si podría acostumbrarme a tener un kilo de salchichón tan adentro en la concha todos los días!-

-Jajajaja- nos reímos las tres, mientras yo pensaba en lo del salchichón.

-Te digo que yo como que prefiero mi culebrita. Y es que no me guste el salchichón, sólo que lo dejaríamos para los días de fiesta-

-Ah! Yo pensé que no ibas a querer usarlo mas-

-Nooo, todo lo contrario. Solo que creo que tengo que comerlo con moderación. Jajaja. ¡No me vaya a subir el colesterol!-

Yo no podía creer que estaban hablando del güevo del esposo de una de ellas!

-Y por cierto, ¿cómo te fue a ti? No oí ningún ruido proveniente de tu cuarto-

-Jajajaja. Claro, porque es mala educación hablar con la boca llena-

-¿La boca llena? !Ahhhh, jajaja!-

-Yo pensaba despertarlo con una mamadita y después cogérmelo normalmente, pero la mamadita se transformo en un 69 por toda la regla y debo decirte una cosa, tu marido me lo hizo que es una maravilla. !Qué delicado! Y al mismo tiempo con la presion y la fuerza apropiada para cada lugar-

-Pues ni te imaginas lo que me costó. Cuando lo conocí era un completo inepto. Se lanzaba sobre mi con toda su fuerza e ingenuidad a darme lenguatazos sin ton ni son. Tuve que emplear muchas horas enseñándole donde debía hacer que cosa, cuando, etc-

-Pues te felicito- dijo Alicia y luego, volteándose hacia mi, me dijo: -No debes perder la oportunidad de probarlo. ¡Es una delicia comiendo coños!-

Me debo haber puesto muy colorada, pero reaccioné y balbuceé:

-La verdad es que no había pensado…-

-¿Ah? No puede ser, ¿Ni siquiera con Alex?- intervino Bea -Pero si anoche te vimos como te pusiste cuando estabas sentada en sus piernas-

-Estabas sofocada- continuó Alícia -yo creo que estabas a punto de tener un orgasmo. Estoy segura de que Alex estuvo jugando con sus dedos en tu conchita ¡y tú lo estabas disfrutando!-

-No me vayas a decir que no te gusta Alex- añadió Bea.

-Bueno… gustarme, me gusta-

-Y por mi no te preocupes- dijo Alícia -ya se lo presté a Bea y con mucho gusto te lo presto a ti también-

-Pero… no se si deba-

-¿Cómo que si debes o no. ¡Es como venir a una pastelería y no comer dulces!-

-Es por Carlos- reconocí finalmente.

-Ahhh claro, me lo tenía que haber imaginado- dijo Bea.

-El es muy celoso-

-Será muy celoso, pero ¿donde estaban los celos anoche? No pudo resistirse a nosotras- dijo Alícia acercándose a mi y pasándome un brazo por la espalda. Claramente sentí su pecho contra mi brazo. Yo la miré sorprendida, pero ella siguió diciendo:

-Claro, tú estabas muy ocupada con los dedos de Alex en tu coño, pero te cuento que, mientras tu disfrutabas, yo lo masturbaba con los movimientos de mi culo en sus piernas. ¡El famoso “cañón” estaba preparado para disparar!-

-Y yo puedo dar fe de eso. Yo también pude sentir el “cañón” cuando me senté en sus piernas.  No aprovechó el momento, es verdad, pero no creo que fuera por otra cosa que por timidez- aportó Bea.

-No sabría como hacer… no quiero tener un problema y menos acabar con mi matrimonio-

-Déjame hacer algo- dijo Alícia que continuaba sujetándome -pero primero déjame preguntarte algo ¿Qué opinas tú de que él se acueste con una de nosotras?-

-¿Porqué con una sola?-

-Bueno, ¿Qué opinas de que Carlos se acueste con nosotras?-

-No se, nunca me lo había planteado, pero viéndolas a Uds y todas las cosas que han pasado en este viaje…- No me atrevía a decirles que hasta yo había hecho el amor con otra persona distinta a mi esposo… -Supongo que no debería ponerme celosa. Estoy segura de que la intención de Uds no es quedarse con él-

-Oh no. Cómo ya hemos dicho, es sólo una diversión pasajera mientras estamos de vacaciones. Al regresar, cada una a su casita con su güevo de costumbre, jajajaja-

-Por eso digo. Siendo ese el caso, no tengo problemas en que Uds hagan algo con Carlos, ¿pero cómo influiría eso para mi?-

-Ah, muy fácil, ¿recuerdas el deseo íntimo de Carlos? ¿Conseguir una mujer que acepte darle el culo?-

-¡No me digas!- le dije mirándola asombrada.

-¡Qué buena idea!- apoyó Bea.

-Coño, todavía no he expresado mi idea, ¿qué estarán pensando Uds? Jajajaja-

-Jajajaa, creo ya te conozco lo suficiente- dijo Bea.

-Bueno, el caso es que yo puedo ponerme a flirtear con Carlos y ultimadamente ofrecerle que podría dejar que me lo metiera por el culo-

-¿Estás segura de querer hacer eso?- le dije preocupada.

-Tan considerada- me respondió dándome un beso en la mejilla y volviendo a apretarme contra sus tetas. Me estaba empezando a excitar con esas caricias. Sobretodo recordando lo que me había dicho Maya de que yo le gustaba a Alicia. Parecía que era verdad.

-El caso es que Alex y yo lo hacemos de vez en cuando por detrás. A mi no me mata, pero si tengo mis orgasmos. Por mis investigaciones de anoche, es cierto que Carlos lo tiene el güevo más grande que el de Alex, pero el culo es elástico y no creo que me vaya a pasar nada dejándolo entrar por ahí. Pero la condición sería que si él puede cogerme, Clarita puede también cogerse a quien quiera-

-¿Y tu crees que acepte?- dijo Bea.

-O si. Si se lo digo cuando ya está excitado y a punto de metérmelo, no tendrá sangre en el cerebro para pensar mucho-

-¿Y luego? ¿Mantendrá su palabra?-

-Bueno, tendríamos que tener testigos. Lo mejor sería que Clarita estuviese presente y otro hombre, para que en ese mismo momento…-

-No sé- dijo Clara -Tanta gente en el cuarto, sobre todo, otro hombre-

-Mmmm, tienes razón. Tendríamos que hacerlo nosotras dos-

-¿Hacer qué?- dije alarmada.

-Bueno… ¿qué te parece si mientras él me coge, tu y yo tenemos unos… jueguitos ¡Y que él vea!-

Yo me quedé muda pensando. Era… era…

-No sé- dijo Bea -a lo mejor está dispuesta a dejar que Clarita se acueste con una mujer, pero que no la deje hacerlo con un hombre-

-Yo creo que… – dije todavía nerviosa -yo creo que si Carlos se coge a Alicia, no puede tener autoridad moral para pedirme a mi que no lo haga con Bob o con Alex. ¡Más si hay testigos!-

-¡Muy bien! Entonces tenemos un plan- dijo Alex apretándome de nuevo.

Y entonces se volvió hacia Bea -pero todavía tenemos algo que discutir- dijo mientras nos servíamos más café.

-¿Qué será?- dijo Bea.

-Anoche hubo otra persona que expresó ciertos deseos- dijo Alicia acercándose a Bea y acariciándole la cara y pasándole el brazo como había hecho conmigo.

-¡Oh nooo!- gritó Bea.

-¿Porqué no? Estamos en el momento perfecto-

-No se. No es un deseo así… –

-Claro que si. A también me encantaría y seguro que a Clarita también-

-No me acuerdo… – dije.

-Vamos, que los dedos de Alex te hicieron olvidar el resto del mundo. Cuando te coja de verdad, será que vas a quedar amnésica, jajaja- siguió Alicia.

-Esta niña aquí- continuó mientras acariciaba a Bea -quiere tener una doble penetración. Así que me parece que este es el momento adecuado para cumplir con los deseos más profundos-

-¡Alex y Carlos al mismo tiempo!- dije.

-Nooo, Carlos es demasiado grande. Tendrían que ser Alex y Bob- replicó Bea.

-¡Ves! Yo sabía que lo estabas pensando- ripostó Alicia abrazándola otra vez y dándole un beso casi en la boca.

Entonces me di cuenta de que yo no era la única a quién Alicia quería cogerse, ¡ella quería cogerse a todo el mundo, hombres y mujeres!

-¿Entonces?- continuó Alicia -¿que tal si lo organizamos para esta misma tarde?-

-No sé, tengo que hablar con Bob primero-

-Claro, hazlo. Y yo lo hablo con Alex-

-Coño, no sé, dos hombres desnudos en la misma cama…-

-Ah, no te preocupes tu eres suficiente para los dos… ¡y hasta para tres!

-Niñas, prepárense que ya estamos partiendo- dijo Bob bajando desde cubierta-

-Ya estamos listas- respondió Alice -tenemos todo planeado-

-¿Todo planeado?-

-Todo arreglado, quise decir- respondió Alice riendo mientras nos dirigíamos a cubierta.

-Bob, mi amor- dijo Bea -¿quieres venir un minuto que quiero consultarte una cosa?-

Alicia y yo nos reímos disimuladamente…

Alex

-Levanten el ancla- nos dijo el Capitán y Bob y yo empezamos a jalar la cuerda. Al principio estaba muy dura, pero luego el bote se fue acercando al sitio donde estaba hundida el ancla y cuando estuvo justo encima, ésta se despegó del fondo y comenzó a subir.

-Ahora la otra- y así quedó libre el bote.

Moviéndose impulsado por el pequeño motor comenzamos a alejarnos de la playa. Mientras, Maya comenzaba a desplegar la velas, primero el foque, la vela triangular que va entre la proa y el mástil.  Como íbamos en casi en dirección del viento tendríamos que navegar en zigzag, o como se dije en lenguaje marino “orzando”. Así pues el foque formaba un gran ángulo en relación al eje del barco. Ya con esa vela el bote empezó a tomar velocidad al tiempo que empezábamos a sentir las olas que al igual que el viento, también venían de frente. Luego Maya alzó la vela mayor. Bob y yo nos moríamos por ayudarla, pero la verdad es que eran maniobras de las que no teníamos idea.

Con todas las velas desplegadas el barco -ahora ya no era un bote, sino un barco- se veía hermoso y se sentía la fuerza con que avanzaba. El Capitan fijó un rumbo aproximado de 45 grado con respecto al viento. Luego de un rato giraríamos noventa grados e iríamos otra vez en 45 grados pero en la otra dirección. Todo eso por unas tres horas hasta pasar una isla, ya no recuerdo el nombre, y luego giraríamos hacia el noroeste, con lo cual ya no estaríamos de frente al viento y mejor todavía, frente a las olas.

Y lo digo porque apenas llegamos a mar abierto, las olas resultaban enormes. Yo no se de cosas de mar, pero subíamos y bajábamos como en un parque de diversiones. Menos mal que ninguno nos mareamos, porque hubiese muy desagradable.

Yo me quedé al lado del Capitán, no es que necesitase mi ayuda, sino porque me mataban las ganas de manejar el barco. Bueno no se dice manejar, se dice timonear, tal como me indicó él.

-Vamos a pasar las primera hora y si todo sigue en calma, tal como parece, te dejo el timón-

Me divirtió que dijera que todo estaba en calma, porque todos estábamos completamente mojados por el agua que salpicaba de la proa, que impulsada por el viento, nos bañaba a todos los que estábamos sobre cubierta.

Cómo hacía un sol precioso, las chicas quisieron tomar sol en la proa y allí se acostaron, quitándose la poca ropa que llevaban, pero fue un esfuerzo inútil. Entre el movimiento del barco y el agua que salpicaba, tuvieron que bajar bajo cubierta, acomodándose cada uno como mejor pudo a leer o a conversar.

Arriba sólo quedamos el Capitán y yo. Este me iba explicando lo que hacía. Cómo leer los diferentes equipos electrónicos que tenía delante, que le decían dónde estábamos, cuál era el rumbo óptimo, el estado de las olas y las corrientes delante de nosotros y sobre todo el viento.

Al cabo de unos 45 minutos, cuando tocaba el siguiente cambio de dirección me ofreció el timón, pero se quedó a mi lado para asegurarse de que lo hiciera bien.

Una vez establecido el nuevo rumbo me dejó solo, pero no se alejó mucho, pendiente de mis movimientos.

Finalmente decidió que ya estaba lo suficientemente aprendido para dejarme “solo” y se despidió… por media hora:

-Sr. Timonel, continúe con el rumbo 10 grados norte como le enseñé, orzando cada 15 minutos aproximadamente-

-Hi ay! Capitán-

-Así responden los marineros de habla inglesa. Ud. me puede responder con un ¡Si señor! Jajaja-

-¡Si señor!-

Riendo, El Capitan se fue bajo cubierta a tomar un café y a descansar.

Luego de un rato de disfrutar del mar y mis funciones de timonel, Alícia subió a cubierta y caminando melosa se me acercó por detrás y abrazándome de dijo:

-¿Cómo le va mi adorado capitán?-

-No se Si adorado! Pero capitán no soy. Soy solo timonel-

-Ah, muy bien. ¿Entonces como le va a mi adorado timonel?- volvió a deci restregándose contra mi espalda desnuda.

-Pues muy bien. Aprendiendo a manejar… perdón, a pilotear este barco. Ven déjame que te explique…-

Rodeándome con sus brazos me dejó que le explicara todos los aparatos que hacía minutos me habían explicado a mi y ya yo era un experto!

Luego de un largo silencio, que coincidió con el momento en que me tocó hacer una nueva orzada y el barco giró elegantemente bajo mi “experta” mano, me preguntó Alicia:

-¿Y? ¿Cómo te fue esta mañana con Beatriz?-

-Ahhh, muy bien- respondí sin dejar de mirar a proa.

Ella esperó que continuara, sabiendo que yo quería contarle.

-Beatriz tiene una cosa que me encanta y es que es muy vocal. Inmediatamente sabes si lo que estás haciendo le gusta: empieza a gemir y a agitarse ¡cuando se queda en silencio, sabes que no vas bien!-

-Jajaja. Un feed back auditivo inmediato-

-Así es. No tienes que estar preguntando: “¿Te gusta?”, “¿Está bien así?”, “¿Lo quieres más adentro?”-

-¿Y le gusta bien adentro?-

-¡Oh si! Al final se lo metí todo. Realmente es un poco estrecha allá abajo-

-Claro- dijo Alicia -con el aparato de Bob…-

-¿Es muy chiquito?-

-No, no es chiquito. Es delgado. Un poco más gordo que… déjame ver. Un poco más gordo que tu dedo gordo. Pero larguísimo. Mucho más largo que el tuyo-

-¿Y cómo hiciste con el largo?-

-¡Ah, no me lo metió!-

-¿Y eso?-

-Bueno, yo quería despertarlo mamándoselo un poquito, pero después la cosa se fue por ahí. El me haló para que montara sobre él y empezó a mamármela a mi… y terminamos con un 69 divino-

-¿Si?-

-Resulta que Bob es una maravilla comiendo mujeres. Beatriz lo entrenó y ahora lo hace muy bien-

-Vaya, bien por esa. ¡y a ti que te gusta una buena mamada!-

-Así es, pero eso no es todo…-

-¿A ver?-

-Bueno. Como sabes nunca he podido comerte completo, no sólo porque tu güevo es muy grueso, sino que mi garganta no me deja con las ganas de vomitar-

-Bueno- siguió diciendo Alicia -aprovechando el poco grosor de Bob, comencé a presionar con su güevo contra mi garganta y ¡zas, allá va, Hasta el fondo de la garganta!-

-¿Si?- dije viviendo mi mirada a Alicia ahora que el barco estaba estabilizado en su nuevo rumbo.

-Así es. Pude metérmelo completo hasta que la nariz me llegó a las bolas de él-

-Mmmm-

-No te imaginas las ganas que tengo de probar mis nuevas habilidades contigo- dijo metiendo la mano por debajo de mi traje de baño y sacándome el güevo, que ya estaba medio duro.

-¡Hey. No puedes hacerle eso al timonel. Podrías causar un accidente!-

-Jajaja. No me vengas con eso. Te lo he mamado en el carro mientras vas manejando por la autopista y me vas a decir que no puedo hacerlo aquí. ¿Contra qué vamos a estrellarnos? ¿Contra una gaviota?- dijo Alicia mientras me empezaba a masturbar.

-¿Y entonces no acabaste esta mañana?-

-Claro que si. Como te dije su lengua es muy hábil. Primero lo hice acabar a él en mi estómago?-

-¿En tu estómago?-

-Si, pero ¡por dentro! Jajajaja-

-Aaaahhh-

-Luego me concentré en su lengua y sus dedos y tuve un estupendo orgasmo-

-Mmmm. Qué rico. Yo también tuve una buena acabada y Bea se llevó dos orgasmos-

-Oh si. El segundo lo oímos todos. Jajaja-

-Si. A mi me aturdió un poco. Jajaja-

Su mano siguió acariciándome el güevo despacio, ya totalmente erecto.

-Me muero de ganas de cogerte ahora mismo y meter tu güevo en mi garganta, probando mis muevas habilidades, pero antes tienes una misión y por eso ni siquiera te voy a hacer acabar ahora-

-¿No? Y yo que ya me estaba preparando. Jajaja-

-No. Te quiero duro y fuerte pero primero tienes que cogerte de nuevo a Beatriz-

-¿Y eso?- pregunté extrañado -¿Otra vez?-

-Si, pero esta vez en combo-

-¿En combo?-

-Si. ¿No recuerdas la solicitud de Beatriz anoche?-

-¿Uh?-

-No, si estabas muy ocupado metiéndole mano a Clarita, jajaja-

Aunque no sólo era verdad y ella lo sabía, preferí no decir nada.

-El caso es que ella quiere no sólo tener un trío, sino que se la cojan los dos al mismo tiempo. Uno por delante y el otro por detrás-

-¿Y el otro sería?-

-Bob, por supuesto. No sólo que es su marido, sino que tiene un tamaño adecuado para intentar una cosa así-

-Ya veo. El gordo y el flaco-

-Jajajaja. Más o menos-

-¿Y cuándo será eso?-

-No sé. Mientras este barco se esté moviendo así, no creo-

-Ah. El Capitán me dijo que esta tarde entraríamos en una navegación más calma-

-¡Ah! Perfecto. Entonces sería esta tarde. Pero supongo que los detalles los discutirá Bea contigo-

Me quedé pensando un rato mientras ella seguía jugando con mi güevo, que había perdido algo de rigidez.

-¿Qué te preocupa?- preguntó Alicia.

¿Porqué dices que me preocupa algo?-

-Te conozco querido-

-Bueno… es que yo nunca he estado junto a otro hombre desnudo-

-Jajajaja-

-No. Es en serio. Me preocupa-

-Jajajaja. No tienes que preocuparlo. No tienes que tocarlo-

-¡Ni de vaina que lo voy a tocar!-

-Bueno. Y si accidentalmente lo tocas no te va a pasar nada coño-

-Yo sé, pero…-

-Jajajaja-

Beatriz-

Toda la mañana el barco estuvo dando tumbos, subiendo y bajando olas. Menos mal que todos resultamos más o menos buenos marinos y nadie se mareó. Bueno, quizás Clarita y Carlos estuvieron un poco decaídos, pero no llegaron a vomitar.

Los otros estuvimos de maravillas. No pudimos tumbarnos en la proa a coger el sol, pero cada quien buscó la manera de divertirse.

Alex estuvo piloteando el barco un tiempo y luego lo sucedió Bob. Ambos se sintieron como verdaderos marinos leyendo los diferentes instrumentos y girando el timón como si tuvieran años de experiencia.

Alícia y yo nos dedicamos a cosas más mundanas, como mantener nuestros amados maridos tan excitados como fuese posible. Todavía manteníamos un cierto nivel de disimulo frente a los demás, lo que lo hacía todo más divertido. Por ejemplo, mientras Alex piloteaba, Alícia decidió acompañarlo y cuando me asomé, sin que ellos se dieran cuenta, pude ver como la mano de Alice se había metido bajo el short de él y le había sacado el güevo, para proceder a masturbarlo. Interesantemente, pude ver que no lo llevo hasta el final, sino que lo dejó a mitad de camino. Y lo se con propiedad, porque un rato después que ella se vino bajo cubierta, subí yo a conversar con él ¡e hice lo mismo! El güevo ya se le había bajado, pero aprovechando que no había moros en la costa, me encargué de ponerlo en marcha de nuevo ¡con la boca!

Alícia, mientras, se encargaba de mantener a Bob en estado de “alerta” también. Con lo que nos asegurábamos de que en la tarde, cuando la navegación se hiciera más ligera y el barco no diera tantos brincos, nos pudiéramos retirar los tres al camarote a cumplir con mi deseo secreto. Bueno, ya ni secreto, ni nada.

La verdad es que con esa ida en la cabeza, yo parecía un baño con goteras. Mi tuve que cambiar el bikini tres veces porque estaba tan mojada que enseguida se formaba una mancha en la parte de abajo de éste. Además que no me atrevía a sentar en ningún cojín, pues estaba seguro de que lo mojaría.

Como a las 2 de la tarde, el capitán cogió en timón de nuevo y procedió a cambiar el rumbo hacia la izquierda. No recuerdo qué fue lo que dijo, algo así como rumbo noroeste, pero el caso es que la navegación se hizo muchísimo más suave. ¡Y mi goteo se hizo más fuerte! Ya me veía entre esos dos galanes… y mis interioridades revolviéndose de placer.

Cuando Maya terminó de modificar la posición de las velas, nos pidió ayuda a las tres para preparar unos sándwiches. Era muy tarde para preparar un almuerzo normal, así que nos comeríamos los sandwiches y cenaríamos más temprano.

Durante el almuerzo continuamos jugueteando con los hombres, haciendo toda clase de observaciones de doble sentido y rozándolos de todas las formas posibles. Clarita tomó también parte en el juego y aunque hizo muchos chistes de doble sentido:

-“No le vayas a poner la salchicha al sandwich”-

-“Si los metes en el horno de Beatriz se calienta más rápido”-

Pero no se atrevió a tocar a ni a Bob ni a Alex. En cambio nosotras sí que lo hacíamos con todos. Por ejemplo, Alicia se “equivocaba” constantemente de puesto, sentándose en las piernas de Carlos o Bob y pidiendo disculpas después:

-“Oh, perdona, no me di cuenta que estabas sentado allí”- pero antes de levantarse, se aseguraba de restregar concienzudamente su culo contra el regazo de su “víctima”.

Yo prefería utilizar mis tetas. Primero que nada, me puse un vestido exageradamente escotado, tanto que la mayor parte del tiempo tenía las tetas al aire. Entonces, con cualquier excusa se las restregaba en la cara o el brazo o por donde pudiera a cualquiera de ellos, con la excusa:

-Oh, Carlos, ¿Puedes pasarme la sal, por favor?-

Y así, todos pasamos un buen rato.

Finalmente, recogimos todo y nos fuimos, ahora así a la proa del barco a coger sol. Todas las chicas nos quitamos el top del bikini y nos acostamos, más o menos emparejados. Yo entre Alex y Bob, Alice entre Bob y Carlos y Clarita en el extremo.

Pero yo estaba muy inquieta y no hacía sino pensar en mi trío, así que luego de una media hora, acerqué mi boca al oido de Alex y le dije:

-Voy a bajar al baño a prepararme, dame 15 minutos y luego baja-

-Ok-

Inmediatamente me volteé hacia Bob y le dije lo mismo.

-Claro, mi amor. Pronto te complaceremos como quieres-

Le sonreí lujuriosamente y me levanté.

-Voy abajo a descansar un rato- le dije a los otros.

Clarita y Alicia me sonrieron con malicia. Ambas sabían que no era a descansar a lo que iba. Carlos creo que ni se enteró.

Cuando bajé, me dirigí al baño, primero que nada. Tenía que limpiarme muy bien. No quería que fuese a producirse un “accidente”, así que me senté en la poceta y me aseguré que no me quedara nada por dentro. Luego me limpié lo mejor que pude utilizando unas toallitas húmedas y después de lubricarme, me introduje un dedo a revisar que no quedase nada “extraño” en el camino. También me limpié la vulva que, mojada todo el día, podía tener algún olor ofensivo. Finalmente me acomodé el maquillaje, me puse un poco de perfume y me fui al camarote, donde me acosté en el medio de la cama a a esperar a los chicos.

Estos llegaron unos pocos minutos después. Alex se veía un poco nervioso, pero Bob estaba completamente tranquilo.

-Vamos, fuera esas ropas y a acostarse cada uno a un lado-

-Muy bien- dijo Bob bajándose el short. Tenía el güevo ya medio duro.

Alex también hizo lo propio, pero correspondientemente con su nerviosismo tenía el güevo en reposo.

Una vez que los tuve, uno a cada lado, les agarré el güevo a los dos, uno en cada mano.

-Mmmm, primera vez que tengo dos güevos al mismo tiempo- dije empezando a masturbarlos al mismo tiempo.

Entonces volví la cabeza hacia Bob y lo besé en la boca profundamente. Luego le dije:

-¿Estás bien?-

-Claro, mi amor. Y muy excitado-

Esto era muy evidente también, porque el güevo ya se le había puesto duro en mi mano. Alex, sin embargo, no estaba respondiendo igual, seguía blando, así que me volví hacia él y lo besé en la boca también. Nuestras lenguas comenzaron a juguetear y pronto sentí que se animaba un poco más.

-Estás un poco tenso- le dije cuando me separé para tomar aire.

-Si. Nunca he estado con un hombre desnudo tan cerca. Debo reconocer que me siento raro-

-¡Oh!- dijo Bob -Esta bien. Es normal. A mi sucedió también la primera vez-

-No sabía que habías estado en estas cosas antes- dije volteándome un poco para verlo. Estaba de lado acostada en la cama, viendo hacia Alex y me era muy difícil verle la cara a Bob.

-¡Ah! Yo pensé que te lo había dicho. Mientras estudiaba en USA tuve unos años un poco locos-

-¡Ah! Creo que ahora recuerdo algo- dije sentándome en la cama. Luego me giré y me arrodillé entre ambos, volviendo a agarrarle el güevo a los dos. Bob seguía duro, pero Alex solo a medias.

-Si- continuó Bob -allá en la uni se organizaban cosas un poco locas, jejeje. Entre la cerveza y la mariguana no era de extrañar que terminaras en un cuarto con un poco de mujeres y hombres todos desnudos-

-Oh- dijo Alex -¿Y qué pasaba?-

-Bueno, allí todos estaban con todos-

-¿Todos con todos?- dijo Alex más alarmado.

-Más o menos. Yo soy heterosexual sin ninguna duda, pero más de una vez me encontré con algún güevo que no era mío en la mano-

-¿Si?- dijo Alex.

-Oh vamos Alex, no es una cosa de morirse. No te envenenas si tocas otro güevo-

Y con la misma, Bob se acercó a Alex y le agarró el güevo por encima de mi propia mano.

-¡Ey!- protestó Alex empujándole el brazo.

-Jajaja- se rió Bob -te repito. No tiene nada de malo-

-Yo sé que no tiene nada de malo- dijo Alex -pero me da… no sé qué-

-A ver- le dije a Alex -cierra los ojos y concéntrate en tu placer y olvídate de este carajo.

-JAjaja-

Para tranquilizarlo me incliné hacia adelante y me metí en güevo de Alex en la boca. A pesar de que no estaba completamente duro, era una diferencia notable al de Bob, al que me había acostumbrado luego de todos estos años de matrimonio. Es posible que alguno de mis amantes anteriores estuviese en la misma liga, pero ahora tenía que acostumbrarme a este tamaño.

Mientras, con las dos manos comencé a acariciarle las bolas. No quise acercarme a su puerta trasera, pues después de los comentarios anteriores, no quería que perdiera la concentración.

-En vista de que nadie me hace caso- dijo entonces Bob -me las trndré que arreglar yo solo- y mientras hablaba se movió detrás de mi y arrodillado, me agarró por la cintura y me lo metió por la vagina.

-Mmmm- gemí sintiéndolo llegarme fácilmente hasta el fondo.

-Hazlo de nuevo- dijo Alex de pronto.

-¿Qué cosa?- respondió Bob -¿Metérselo?-

-No habló contigo, bocón. Hablo con tu mujer-

No dejó de sonar raro que el hombre al que le estaba mamando el güevo, estuviese hablando con mi marido, que me cogía deliciosamente por detrás. Pero apartando esos pensamientos, me saqué el güevo de la boca, que por cierto, estaba creciendo poco a poco y le pregunté:

-¿Qué es lo que quieres que haga?-

-Que vuelvas a gemir. Tu garganta hizo una vibración muy agradable antes-

-¡Ah! Cierto. Una vez leí sobre eso- respondí y metiéndomelo de nuevo en la boca, por cierto que ya sólo me cabía la mitad, comencé a gemir:

-Mmmmm-

-Mmmmmmmmm-

-¿Qué sientes?- dijo Bob.

-Es como una vibración de la garganta. Una sensación muy agradable- respondió Alex.

-Ah que interesante. Tienes que hacérmelo a mi después-

No estaba segura de que me gustara que ellos estuviesen conversando “en vivo” mientras hacíamos el amor, pero decidí que si con eso lograba mi objetivo y parecía que lo estaba haciendo, pues muy bien. Y seguí:

-Mmmmmm-

-Grrrrrrr-

-Aaaaa-

-¿Qué haces?- preguntó Bob.

Me saqué el güevo y le dije.

-Estoy probando diferentes vibraciones a ver cual es mejor-

-Pues no estoy seguro, pero parece que el “grrrr” es el más efectivo- dijo Alex.

Ya ambos estaban suficientemente duros para lo que yo quería y yo me estaba poniendo tan excitada que no iba a poder controlarme, así que me metí una última vez a Alex en la boca y traté de tragármelo todo. No pude, me faltaron unos dos o tres dedos, pero estaba seguro de que la próxima vez…

-Bueno, basta de chácharas. Vamos a lo que vinimos- dije sacándomelos los dos.

-Bob. Acuéstate boca arriba. Quizás recostado contra la cabecera de la cama-

-Muy bien- dijo poniéndose como yo le había dicho.

-Mas abajo- le pedí -que estés como 3/4 acostado-

-Ok- dijo moviéndose un poco hacia abajo.

Entonces me arrodillé con mis piernas a cada lado de las suyas y de espaldas a él. Luego me incliné y metiendo las manos entre mis piernas, le agarré el güevo y lo dirigí hacia mi culo, pero estaba muy lejos todavía, así que me moví un poco más hacia atrás, hacia su cuerpo y lo volví a intentar.

Puse su güevo en la entrada de mi culo y bajé un poco. A pesar de que me había echado crema un rato antes, parecía que se me había quitado, así que me volteé y le dije a Alex:

-Hay un pote de lubricante en esa silla, alcánzaselo a Bob, por favor-

Alex le dio el pote a Bob y éste se echó generosamente en el güevo y en mi culo. Una vez listos, volví a agacharme y agarrarle el güevo. Esta vez todo se sentía bien lubricado y cuando presioné hacia abajo, el culo se me abrió deliciosamente y la cabeza del güevo de Bob entró sin problemas. Respiré hondo y me enderecé, bajando el culo hasta que quedé sentada sobre su regazo y su güevo estuvo profundamente encajado.

-Ahora tú Alex- dije abriendo las piernas para que Alex se arrodillara entre ellas y las piernas de Bob.

Alex se acomodó, pero su güevo quedaba demasiado arriba y ni de vaina alcanzaba para metérmelo.

Entonces retrocedió un poco, pero al inclinarse hacia adelante, su pecho y su cara chocaban contra mi pecho. El aprovechó y se metió mi teta derecha en la boca y empezó a chuparme el pezón. Muy agradable, pero esa no era la idea.

-Esto no está bien así- dije.

-Por mi no hay ningún problema- dijo Bob moviéndose sus caderas y haciendo que su güevo se revolviera en mis tripas. Nuevamente muy agradable, pero tampoco resolvía el problema.

-Quítate un momento Alex- le dije a éste -y tú y yo nos movemos más abajo en la cama hasta estar completamente acostados-

No fue fácil moverme con el güevo de Bob encajado en el culo, pero poco a poco lo fuimos logrando y finalmente quedamos horizontales los dos. Ambos boca arriba, el abajo y yo arriba, con mi cabeza colgando sobre su hombro. No era una posición cómoda, pero ya me las arreglaría.

-Vamos otra vez Alex- le dije.

-Mmmm, creo que tenemos un problema- dijo éste mirándose el güevo. Éste había perdido su rigidez.

-Coño, ésta vaina no es tan fácil como pensaba- dije incorporándome.

Al pasar de la posición acostada a sentada, sentí como el güevo de Bob se me encajaba tanto que pensé que me iba a salir por la garganta. Todo el peso de mi cuerpo me empujaba hacia abajo y ahí estaba él con su largo miembro…

-Ven acá- le dije a Alex y éste se movió hacia mi y pude metérmelo de nuevo en la boca. Así, comencé a mamárselo mientras Bob comenzaba a moverse dentro de mi culo. Si no hubiese estado tan empeñada en lo de la doble penetración, podría haber tenido un buen orgasmo en ese momento.

-Muy bien- le dije a Alex cuando estuvo preparado otra vez -ahora méteme esa vaina de una vez por todas-

Me volví a acostar sobre Bob y Alex se acomodó entre mis piernas, ahora si se podía doblar hacia adelante. Así pues, se agarró el güevo con la mano, me lo puso en la vulva y empujó.

-Aquí no hay mucho espacio- dijo.

Efectivamente, con el güevo de Bob en mi culo, mi vagina estaba presionada y ahora no había mucho espacio. Y menos para un güevo tan grande como ese.

-Vamos, empuja y ya veremos-

Él empezó a empujar y yo a sentir la presión de lo que ahora me parecía una enorme cabeza en mi estrecho canal. Me relajé y aflojé todos los músculos de mi vientre y finalmente la apertura se fue abriendo hasta que finalmente ¡Zas, entró la cabeza y un par de centímetros más.

-Aaaaaaooooooooaaaaaahhhhhhh- grite al sentirlo como me abría.

-¿Estas bien?- preguntaron ambos.

-Siii- dije respirando fuerte y como pujando.

-No lo vayas a sacar. Sólo dame un segundo para acostumbrarme-

Realmente sentía como si me fueran a reventar, pero al mismo tiempo que sentía dolor, una oleada de intenso placer recorría mi cuerpo, haciendo que quisiera tener más y más.

-Esto no está funcionando- dijo Bob.

-Creo que tienes razón- respondió Alex.

-Dejen de estar opinando. La que está rellena soy yo y sí está funcionando. ¡Oh si, mmmm!-

-Vamos- continué -es hora de que lo metas más adentro-

Alex se apoyó sobre sus manos colocándolos a ambos lados de mi cuerpo y empujó.

-Aaaaahhhhh- grité cuando otro pedazo de güevo se metió dentro de mi cuerpo.

La verdad es que a pesar de sentirme tan llena que pensaba que mi cuerpo, especialmente mi vagina iba a explotar, este nuevo pedazo me produjo menos incomodidad que el primero. Claro, la cabeza tuvo que abrirme, pero luego fue cuestión de… mmmm…

-Vaaamooos… comienzaaa a moveerteee- le dije a Alex tartamudeando.

Inmediatamente él lo retiró un poco para empujar de nuevo y meterlo aun más adentro.

-AAAAAHHHHH- gemí -SIIIIII-

Y luego otra vez y otra vez y con cada empuje, sentía como su güevo se metía más y más. ¡Y yo gemía más y más fuerte!

-¿Y tuuu porqueee no te mueeeves?- le pregunté a Bob.

-Uds están sobre mi- respondió -no puedo-

Entonces apoyé los pies en la cama y traté de levantar la cadera un poco, al tiempo que Alex también se levantaba un poco. Eso fue suficiente para que Bob pudiera empezar a moverse en inmediatamente sentí como su güevo comenzaba a revolverme las tripas mucho más arriba que el güevo de Alex.

-AAAAAHHHH SSSIIIIIII…. SIIIIII…AAAAHHHH- comencé a gemir sin parar, sintiendo como un orgasmo muy profundo, muy poderoso, se iba apoderando de mi.

Sin poder controlar mi cuerpo, me desplomé sobre Bob y eso creo un cambio de posición extraño que hizo que la siguiente embestida de Alex me llegase hasta la cerviz provocando una explosión termonuclear en mi vientre.

-AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHH-

-AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHH-

Mientras mi cuerpo temblaba descontroladamente, noté que Alex comenzaba a acelerar sus embates, empujando duro contra mi cuerpo.

Unos segundos después, sentí como él comenzaba a acabar dentro de mi. Expulsando chorros de semen que me llenaban aun más mi vientre. Casi no podía pensar, abrumada por todas las sensaciones de placer que me embargaban.

Finalmente, Alex se retiró y se echó en la cama respirando fuertemente. Me sentí vacía cuando su güevo me abandonó, al tiempo que su semen comenzaba a salir de mi vagina y chorreaba hacia mis nalgas y sobre Bob.

Me erguí, sentándome sobre Bob, mientras mi respiración seguía agitada.

-No se vayan muy lejos, que a mi todavía me falta un poco- dijo Bob.

Inmediatamente me dio un poquito de remordimiento de conciencia de que lo había olvidado y entonces me reacomodé. Metí las piernas debajo de mi cuerpo y me arrodillé, sin dejar que su güevo se saliera, e inclinada ahora hacia adelante, comencé a subir y bajar las caderas sobre su güevo rápidamente.

-Aaahhhh- gimió él con el cambio de movimientos.

Me apoyé en los codos y volteé mi cara hacia él, viendo como la suya comenzaba a contorsionarse. Le sonreí y él me devolvió la sonrisa con cierto trabajo.

Aceleré entonces mis movimientos y pocos momentos después, él acabó también. Llenándome el culo con su lechita.

Alícia.-

Después de que ellos se fueron al camarote, yo me acosté boca abajo, al lado de Carlos. El cielo estaba límpido y a pesar del sol, no hacía mucho calor.

De pronto se me ocurrió que no tenía que usar la parte de abajo del bikini y que podía broncearme un poco el culo. Aparte de excitar un poco más a Carlos ¿y quizás a Clarita? La verdad es que aunque no lo había dicho en nuestros planes de mantener excitados a los hombres, también quería mantener excitadas a las mujeres. Clarita me gustaba mucho y me encantaba agarrarla, restregarme contra ella, rozarle las tetas y hacer que ella sienta las mías.

-Voy a broncearme por donde nunca lo he hecho- anuncié y con las mismas, me la quité la parte de abajo y me volví a acostar al lado de Carlos. Más cerca esta vez.

Ni Carlos ni Clara dijeron nada, pero ambos hacían desesperados esfuerzos para verme el culo sin que yo me diera cuenta. ¡Y claro que me daba cuenta!

Entonces nos llegó claramente el gemido de Beatriz:

Aaaaaaooooooooaaaaaahhhhhhh-

-¿Qué fue eso?- preguntó Carlos.

-Creo que fue Beatriz- dije yo con mi voz más inocente.

-¿Y dónde está ella? ¿Y donde están los otros?-

-Por lo que sé, los tres están juntos en el camarote, cumpliendo el sueño de Bea-

-¿El sueño de Bea?-

-Claro. ¿No lo recuerdas de anoche? “Yo lo que quiero es hacerlo con dos hombres al mismo tiempo”. Te acuerdas ahora?-

-Bueno, si- dijo Carlos nervioso -pero yo pensé que era sólo una fantasía-

-A veces las fantasías se cumplen- le dije.

-AAAAAHHHHH…. SIIIIII- volvió a oírse.

Entonces me puse de lado. Tan cerca de Carlos que mi teta se apretó contra su brazo.

-Y si no calculo mal, en este momento Bob se la está cogiendo por el culo y Alex por delante-

-¡Oh!- dijeron al mismo tiempo Carlos y Clara.

-¿Cómo sabes?- preguntó Clara con la voz un poco temblorosa, ¿de la excitación, quizás?

-Es lo que yo haría. Bob tiene un instrumento más delgado que Alex, por lo que yo usaría ese por detrás y el de Alex por delante- dijo como si eso fuese lo más natural del mundo.

-Si, tiene sentido-

Carlos miró a Clarita, quizás preguntándose como sabía ella el tamaño de los miembros de los otros, pero no dijo nada. Luego se volvió hacia mi y me preguntó:

-¿Y a ti no te preocupa nada que tu esposo esté con otra mujer?-

-Oh, en absoluto- le respondí -eso es un juego, como el de anoche. Mi marido es mío para siempre, pero eso no quiere decir que él no pueda divertirse un rato con otras. Siempre que yo lo sepa claro-

-Y viceversa- continué -igual quiere decir que yo también me puedo acostar con quien yo quiera- dije pasándole la mano a Carlos por el pecho lo más sugestivamente posible -siempre que él lo apruebe.

Carlos se agitó cuando lo acaricié y miró hacia Clara. Ésta le respondió con una sonrisa cómplice, lo que lo confundió aún más.

-Clara, ¿porqué no le cuentas a Carlos lo que Bea y yo hicimos esta mañana?-

-¡Claro! Resulta que esta mañana Alícia despertó a Bob y Beatriz a Alex-

-¿Y que tiene que ver eso?-

-Pero serás bobo. Los despertaron ¡y se los cogieron!-

La cara de Carlos era un poema. Yo seguía acariciandolo delicada mente con la punta de los dedos y además me la ingeniaba para que mi teta siguiera comprimida contra su brazo, lo que hacía que el pezon se mantuviese duro y erguido.

-¿Así nada más?- dijo Carlos

-Bueno, nos besamos y esas cosas- dije sin querer entrar en detalles.

-AAAAHHHH SSSIIIIIII…. SIIIIII…AAAAHHHHH-

-AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHH-

-AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHH

Obviamente Beatriz había tenido un gran orgasmo. Me pregunté si los caballeros podrían acabar. Sobre todo Alex, con su homofobia. Seguro que estaba todo nervioso con Bob desnudo a su lado.

-Por cierto- continué diciendo -No sólo Bea puede realizar su fantasía… ¿quizás tú también pudieras realizar la tuya?-

-¿Cómo?- dijo irgiéndose, como si no hubiese oído bien.

-Así como oíste. Yo estoy dispuesta a ayudarte a cumplir con tu fantasía- miré rápidamente a Clara, que me miraba ansiosa. Carlos no dijo nada.

-Si. Yo estoy dispuesta a dejar que tu… cañón -dije mientras le pasaba la mano por sobre el traje de baño, notando que se le estaba poniendo dura -juegue en mi culito. Pero eso sí, hay tres condiciones-

-¿Y cuáles serían esa condiciones?- preguntó ansioso.

-La primera es que Clarita, aquí presente, de su absoluta aprobación. Y cuando digo absoluta es que nunca habrá reproches ni venganzas. Como todo lo que ha sucedido aquí, permanecerá aquí. Y después, cuando estemos otra vez en tierra, cada quien con su pareja y solo quedarán los buenos recuerdos-

-¿Tú que dices, mi amor?- preguntó Carlos volviéndose a Clarita.

-Un momento- los interrumpí -oigan las tres condiciones.

-Ok- dijeron ambos. Clarita se había sentado sobre sus piernas y estaba inclinada hacia adelante, oyendo con cuidado. Sus pezones estaban erguidos y entre las piernas pude ver que el bikini tenía una pequeña mancha de humedad. ¡Estaba tan excitada! Deja que oiga las otras dos condiciones pensé.

-La segunda condición es que Clara esté con nosotros cuando lo hagamos. Que tengamos nuestro trio, como ellos lo están teniendo ahora. Además que necesito su apoyo y experiencia con “el cañón-

Ellos se miraron, pero no dijeron nada.

-La tercera es… que si tú vas a cogerme, ella tendrá también la libertad de cogerse a quien quiera y cuando quiera, en las mismas condiciones es: sólo en el barco y por la duración del viaje. Luego volverá a ser tu esposa en las condiciones de siempre o lo que Uds. dos decidan-

El güevo de Carlos se había desinflado un poco, por lo que supuse que las condiciones no le habían gustado. Yo seguí se lo acariciando, sin embargo, para animarlo.

-Ahora los voy a dejar solos para que conversen y decidan qué van a hacer. Los otros cuatro lo estamos disfrutando mucho y nos encantaría que formaran parte-

En eso oí la voz de Beatriz.

-¡Hey!- dije alegremente -¿Como te…?- pero me interrumpí al verla caminado hacia nosotros, con la cara deforme por el dolor y las piernas muy abiertas. Como si viniese montando un caballo imaginario.

-¡Ay, Dios mío qué dolor!- dijo Beatriz

-¿Pero qué te pasó mujer?-

-Esos carajos me reventaron. ¡No voy a poder sentarme más nunca!-

-¿Pero… cómo fue eso?- le pregunté alarmada, levantándome para ayudarla, pensando que la habían desgarrado, ¡qué se yo!.

-Jajajajajaja- empezó a reír de pronto cuando llegaba a su lado -Jajajaja. Caíste como una boba. Jajaja. Se necesitan más de dos carajos para joderme a mi. Jajaja-

-Coño, pendeja. Me asustaste-

-¿Si? Jajaja. Eso era justamente lo que quería. Pues te diré que estoy perfecta. Bueno, quizás un poco de irritación allá abajo, pero nada que una cremita y un par de días de reposo no puedan curar. Bueno, no creo que vaya a esperar el par de días, ¡pero por lo menos hasta mañana no voy a dejar que nada se acerque a mis dos agujeritos allá abajo!-

-Jajajaja- reímos las dos mientras nos íbamos caminando hacia la popa, donde ya estaban los hombres tratando de que el Capitan los deje timonear el barco.

Clarita.-

-Entonces ¿qué opinas?- me dijo Carlos volteándose hacia mi, después de oír a Beatriz riendo y diciendo que todo fue una broma.

-Bueno- le dije -si quieres que yo hable primero…-

El no dijo nada, esperando a ver qué decía yo.

-La verdad es que nunca me imaginé y todavía me cuesta hacerlo que ibas a tener una mujer desnuda acostada a tu lado ¡y acariciándote el güevo! y yo iba a estar viéndolo sin decir una palabra-

-Y yo puedo decir lo mismo. Es tan extraño- dijo.

-Tampoco puedo imaginarme acostándome con otro hombre… o con una mujer- seguí diciendo. Esto era una mentirita blanca, porque ya desde ayer venía pensándolo, pero no era hora de complicar la cosa.

-Pero te puedo asegurar una cosa. Si tu no aprovechas esta oportunidad que te está ofreciendo Alicia, dentro de 5 años, dentro 10 años, el resto de tu vida vas a estar pensando en lo que te perdiste. ¡Y lo que es peor, vas a sentir que fue culpa mía!-

-¡No! No quiero que pienses eso-

-Oh no. Estoy segura de eso. Uno se pierde de muchas cosas en la vida y años después se dice “¡Cónchale, me hubiese comido eso! o “¡Coño, me hubiese ido de vacaciones!”-

-En este caso- continué -dentro de unos años dirás “¡Coño, si me hubiese cogido a la tipa aquella en el yate!”  Y por dentro tendrás la seguridad de que no lo hiciste por mi…-

-Así pues, prefiero que salgamos de eso de una vez. Que aproveches y te cojas a Alicia… y si quieres a Beatriz, ¡y hasta a Maya! Pero que no te quede nada por dentro. Que disfrutes sin remordimientos de conciencia-

El se quedó callado un tiempo, pensando y luego habló-

-¿Y tú? Tu quisieras cogerte a uno de ellos ¿no?-

-Como te dije antes, desde que me casé contigo nunca me había pasado por la cabeza eso. Yo pensaba que tu serías mi única pareja por el resto de la vida. Pero este viaje parece que nos está cambiando la vida. ¿Que si quiero cogerme a uno de ellos?… puede ser. He estado muy excitada desde que empezó este viaje y a pesar de que hemos tirado bastante, todavía estoy excitada-

-Mira- le dije metiéndome la mano en el bikini, deslizando mis dedos por mi vulva completamente mojada y acercándoselos a su cara. Estaban completamente mojados y el olor era claro.

-No estoy segura de qué voy a hacer, pero quisiera saber si verdaderamente tengo tu apoyo para tomar la decisión en base a mis deseos únicamente-

Por un momento Carlos se pensando y luego me dijo: -Creo que lo mismo que tu dijiste de mi, se aplica para ti. Si lo haces o no, quiero que sea por tu propia decisión. Así que lo dejo en tus manos-

Me acerqué y lo besé profundamente en la boca. Después de saborearnos por unos minutos, me separé y viéndolo a los ojos dije:

-¿Estamos de acuerdo entonces?-

-Nos unimos al grupo y que cada quién tire con quien le parezca, mientras estemos en el yate- respondió Carlos.

-Muy bien- respondí volviendo a besarlo.

Por un momento recordé que yo ya me había adelantado un poco cuando estuve jugueteando esta mañana con Maya, pero ahora teniendo su aprobación, me sentí feliz. ¿A quién me voy a coger primero?– pensé –Creo que a Alex. Anoche me estuvo volviendo loca. Voy a pagarle con la misma moneda. Jajaja!

Alicia.-

Al rato de estar en la popa con Bob al timón y el Capitán dedicado a otras labores, se acercaron Clarita y Carlos al grupo. Venían sonriendo por lo que deduje que la respuesta a mi propuesta había sido aceptada.

-Creo que esta noche mi culo va a tener una visita… pesada. Jajajaja- le dije a Alex al oído.

-¿Cómo están todos?- preguntó Carlos -¿Será que puedo manejar yo también un rato?-

-Primero me toca a mi- dijo Bob -¡y no se dice manejar, se dice timonear-

-Jajaja. Muy bien, voy pendiente después de ti-

-Vamos, vamos, no se peleen. Ya los dejo. Ahora es mucho más fastidioso que esta mañana. Ven Bob, agarra el timón mientras yo le explico a Carlos los instrumentos-

Mientras los tres hombres se ocupaban del timón, me alejé un poco con Bea y Clarita para que ésta nos pudiese dar detalles.

-Listo- nos dijo -estamos en juego nosotros también. Yo me puedo acostar con quien quiera y Carlos también-

-¡Oh, qué bueno!- dijo Bea -Bienvenidos al equipo-

-¿Y ya tienen algún plan?- le pregunté a Clara, mientras le pasaba el brazo por detrás y la apretaba contra mi, de forma que mi teta derecha entrara en contacto con su brazo.

-Bueno. No mucho más que lo que propusiste hace rato. Tu con Carlos y yo de lamparita-

-Oh no, no vas de lamparita. Tu vas a participar activamente, te lo aseguro-

-Jajajaja- respondió Clarita -Muy bien, pero aparte de eso, no he pensado en nada. No sé Carlos-

-Yo no sé qué puede haber pensado él, pero ¡yo tengo toda la intención de probar el famoso cañón!- dijo Bea sonriendo.

-¿Por detrás como Alicia?-

-No sé- respondió Bea -eso lo decido cuando haya tenido el cañón en la mano (o en alguna otra parte, jajaja) y tenga una mejor idea del calibre-

-Ya te diré yo después- le dije riendo también-

-Oh no, tu opinión no es suficiente, porque tu no conoces mi… capacidad de… tragar-

-Jajajaja- nos reímos Clara y yo.

-Parece que tenemos mucho trabajo por delante- dijo Clara -¿Cuándo crees que podríamos empezar?-

-Bueno. Por lo que he oído, estamos a punto de llegar a nuestro destino. Son las… 4 y media de la tarde y luego vamos a almorzar/cenar por lo que no podrá ser sino… ¿Qué les parece si lo hacemos esta noche? Nos quedamos nosotras dos y Carlos con el camarote grande y Uds se las arreglan con los dos camarotes chiquitos- dije.

-¿O sea que yo me las tengo que arreglar con Alex y Bob otra vez? Coño, mi culito no está para eso tan pronto. Jajaja-

-No tienes que usarlo- le dije.

-Jajajaja. Yo sé pendeja. Sólo estaba echando vaina. Si, me las puedo arreglar con los dos por esta noche ¡Qué trabajo! Jajajaja-

-Bueno. Entonces está arreglado- dije volviendo a apretar a Clarita.

Luego me fui a buscar a Alex para contarle los planes.

Bea.-

Después de cenar, nos quedamos conversando y tomándonos un vinito. Habíamos anclado, ¡por fin! como a las 5 de la tarde. Los vientos no habían sido tan favorables como pensaba el capitán, así que nos habíamos tardado un poco más de lo previsto. Nada grave porque habíamos llegado con suficiente luz para hacer las maniobras necesarias y de resto no teníamos otra cosa que hacer, así que una hora más o menos…

Anclamos en una bahía preciosa, a la sombra de una montaña enorme. Un volcán, nos dijo El Capitan. A pocos metros se hallaba una playa de arena blanca, sin olas lamentablemente, pero Preciosa y llena de cocoteros que seguramente le daría sombra en unas partes.

Luego nos dedicamos a cocinar. Bueno Maya se dedicó a cocinar y nosotras ayudamos en lo que necesitaba. Comimos unos partos fritos que estaban como para chuparse los dedos… cosa que hicimos, pues terminamos comiendo con los dedos, jajajaja. Con un toque de lujuria, cuando Clara le chupó los dedos a Alex con una sensualidad que a todos se nos mojaron los trajes de baño. Yo creo que estaba claro a quien se cogería Clara de primero. Yo no quise quedarme atrás y metí los dedos de Carlos en la boca. Eran dedos gordos y me hizo pensar en que mañana le estaría chupando otra cosa… ¡y se me mojaron más las pantaletas!

Más tarde, Maya propuso un nuevo juego, aunque nos advirtió que no sería tan sensual como el del primer día, cosa que causó una protesta colectiva.

Básicamente era como strip-poker, pero en vez de póker era adivinar palabras. Nos dividimos en dos equipos: los hombres y las mujeres. Un equipo propone una palabra a un miembro del otro equipo, éste debe representar la palabra con gestos, no puede hablar ni escribir en el aire y los otros miembros del equipo deben adivinarla antes de tres minutos. Si lo hacen, el equipo que propuso la palabra pierde una prenda de ropa. El equipo ganador decide quién la pierde específicamente. Al revés, si no pueden adivinar la palabra, un miembro del equipo pierde una prenda.

Haciendo un inventario vimos que todos teníamos más o menos tres prendas: pantaletas, pantalón (o falda) y blusa. Únicamente Clara tenía un pareo, pero en cambio tenía sostén, por lo que resultaba en tres prendas, así que los dos equipos estaban equilibrados en 9 prendas o 9 “errores”.

Nos separamos los dos equipos y nos sentamos unos frente a los otros, con Maya como árbitro en el medio. Después de sortearlo, los chicos  propusieron la primera palabra y nosotras mandamos a Alicia. Esta se rió cuando ellos le dijeron la palabra, probablemente pensando que era muy difícil.

Entonces Alicia se arrodilló frente a Carlos e hizo como si le agarrara el güevo y empezara a mamárselo:

-¡Mamar!- dijo Clara inmediatamente.

-Nooo- gritaron ellos.

-¡Tiempo! Maya, una aclaratoria- dije parando el juego, con lo que todos me miraron y Alicia se interrumpió. Sin dejar de poner la mano en el regazo de Carlos, probablemente agarrándole de verdad el güevo.

-Claro, dime-

-¿Puede ser una palabra compuesta o una acción?-

-¿En qué estás pensando?- preguntó Maya.

-Que si palabras compuestas como mamagüevo o la acción “mamar güevo” valen-

-Ambas palabras valen porque juntas describen una acción específica y una sola no sería suficiente-

-Ok-

-Buenos, les quedan dos minutos y medio-

-Mamagüevo entonces- gritó Clara.

-Nooo, jajaja- se rieron ellos. Mientras Alicia seguía haciendo la acción de lo mismo con Carlos y nos hacía señas con las manos para que dijéramos más palabras.

-Coño ¿Qué otra palabra hay para eso?- dijo Clarita.

Me quedé pensando y grité: -¡Cunnilingus!-

Los hombres se quedaron con la boca abierta, estaban seguros de ganar.

-¡Correcto!- dijo Alicia levantándose del suelo, no sin antes apretar el güevo de Carlos que ya se veía claramente levantado contra el pantalón-

-Ok chicas, felicitaciones por el triunfo. Ahora seleccionen quién se tiene que quitar la primera prenda de ropa-

Las tres nos miramos la cara y creo que hubo un entendimiento inmediato:

-¡Carlos!-

-Ok, ok- dijo este sacándose la camisa. Definitivamente no se veía mal. De los tres era el que mejor cuerpo tenía.

Entonces nos tocó a nosotros escoger la palabra y escogimos “punto G”. Bueno, no era una palabra, pero era una parte del cuerpo y era válida, de acuerdo con Maya. El escogido para representarla fue Alex, lo que nos pareció magnífico, porque sospechábamos que sería el más hábil en adivinar, pero si él era el que representaba la palabra, serían los otros dos los que tendrían que adivinar.

Inmediatamente Alex se arrodilló frente a Clara, le separó las piernas y empezó a señalar entre ellas.

-Cuca- gritó Bob.

-Vulva-

-Vagina-

-Utero-

-Labios vaginales-

-Totona-

En vista de que no daban con la palabra, cambió a gestos y cerró el puño derecho con la excepción de dos dedos, el índice y el medio, y luego los acercó a la entrepierna de Clarita.

-Masturbación-

-Paja-

-Mmmm, coño, no se me ocurre otra palabra-

Alex seguía negando con la cabeza y doblando los dedos hacia arriba como haría si estu(rlos se quitó los pantalones y quedó con un muy sexy short que fungía de interiores. Alicia y yo nos cruzamos la mirada disfrutando del show.

La siguiente vez ganaron los hombres, por lo que nos tocó a nosotras perder una pieza y ellos escogieron a Clara. Claro a Alicia la estuvieron viendo desnuda todo el día y a mi ¡me estuvieron cogiendo todo el día!

El caso fue que Clara se despojó de su pareo y quedó con un precioso conjunto de pantaletas y sostén de encaje que no cubrían mucho. Especialmente la tanga que transparentaba un bien cuidado triángulo de vellos en el pubis.

Las palabras se fueron poniendo cada vez más difíciles y en ocasiones muy divertidas, que hacía que los que tenían que representarlas se esforzaran al máximo.

En la siguientes dos veces, volvieron a perder los hombres y nos dio un poco de pena con Carlos e hicimos que los otros dos chicos se quitaran las camisas. Seguidamente perdimos nosotras y pidieron mi blusa. Como no tenía nada debajo, quedé con las tetas al aire, ¡lo que me encantaba!

Luego volvieron a perder los hombres y no perdonamos a Carlos.

-¡Pero esto es una conspiración!- protestó mientras se quitaba los interiores.

Cuando se enderezó, pudimos tener, por fin, una visión del famoso cañón. No lo tenía parado, pero sí se notaba que estaba excitado, pues aunque apuntaba para abajo, ya se veían algunas venas. Definitivamente era grande. Wow. Cuando alcance su máximo estado sería mucho más grande que el de Alex. Casi tan largo como el de Bob, pero mucho más grueso seguramente.

 

Seguimos jugando, ya con Carlos desnudo. Al principio se sintió un poco incómodo y permanecía sentado tratando de taparse el güevo con las piernas y las manos, pero poco a poco se le fue olvidando y al rato ya participaba y brincaba como todos los demás.

Entonces tuvimos una racha de mala suerte y perdimos dos veces seguidas con lo que Alicia perdió su camisa y Clara su sostén. Ya le conocíamos las tetas y ahora juntas las tres podíamos compararlas mejor. Definitivamente las mías eran las más grandes, gracias a la operación claro, pero eso no importa. Después venía Alicia y de último Clara. No es que ella las tuviese pequeñas, eran fácilmente una copa C, pero definitivamente un poco mas pequeñas que las de Alicia. Sin embargo había otra diferencia y era que sus pezones eran más grandes. A lo mejor esa era la razón por la cual se veían mas pequeñas. Tendría que medirlas con más detalle.

Pronto, los hombres perdieron rápidamente el resto de los juegos y quedaron todos desnudos.

-¿Y ahora?- preguntaron.

-Ahora tienen que bailar el can-can agarrados uno a los otros. Jajaja-

-Nooooo- protestaron mientras nosotras nos reíamos y disfrutábamos de nuestro triunfo-

A lo largo de la noche habíamos bebido con abandono y todos estábamos un poco prendidos.

-¿Qué jugamos ahora?- dijo Clara riendo alegremente.

-Yo no puedo más. Además tengo una tarea pendiente con este caballero… y su herramienta- dijo Alicia acercándose a Carlos y jugueteando con su güevo.

-Oh. Se me había olvidado ese detalle- dijo poniéndose nervioso de pronto.

-Bueno. Eso significa que yo tengo que encargarme de mis dos hombres ¡qué compromiso!- dije.

-Si. Cualquiera que te oye pensaría que estás muy preocupada- respondió Alicia.

-Pues recuerda que tengo una de mis “herramientas” afectadas y no se si pueda usarla-

-¡Ja! Seguro que eso te va a detener-

-Oh no. Al contrario. Me hace más inventiva. Jajajaja-

Y así, Alicia, Clara y Carlos se fueron al camarote grande y yo agarré a cada un de mis hombres por un brazo y nos fuimos a otro de los camarotes, mientras iba pensando cómo me los iba a coger…

Alicia.

Antes de entrar al camarote, me aparté de Clara y Carlos y me fui al baño. Tenía que asegurarme que estaría limpia, !por fuera y por dentro¡ Eso me llevó un rato. Gracias a Dios mi educado sistema digestivo colaboró adecuadamente. Luego me limpié escrupulosamente, y me puse abundante crema.

Cuando llegué al camarote, ellos ya estaban acostados desnudos en la cama. Bueno, igual ya Carlos llevaba bastante rato desnudo, jajaja. El estaba boca arriba en la cama y Clara se hallaba sobre su lado izquierdo, besándolo apasionadamente. Con su mano libre, la derecha, le acariciaba el pecho.

El cañón seguía sin esta realmente parado. Reposaba sobre su estómago y se le veía solo un poco más grueso que unos momentos antes, en cubierta.

-Hola- dije -perdonen el retraso estaba … mejor no digo qué estaba haciendo. Jajaja. En cualquier caso, aquí estoy y Clara, me gustaría compartir un poco-

-Con gusto- dijo ésta rompiendo el beso y sonriéndome -bienvenida-

Me acosté sobre mi lado derecho y comencé a besar a Carlos en la boca. Acariciándole la cara con la mano libre. La derecha bajo mi cuerpo.

Claro me dejó la parte de arriba de Carlos, mientras ella bajaba, besando su camino hacia su vientre.

Los besos que me daba con Carlos eran muy ardientes y los estaba disfrutando. Sabía besar y poco a poco yo estaba entrando en calor, sintiendo como mi vulva volvía a humedecerse.

Un movimiento rítmico del colchón me hizo interrumpir el beso por un momento y cuando vi hacia abajo, la cabeza de Clara subía y bajaba sobre el güevo de Carlos, que entraba y salía de su boca.

“Wow, pensé ahora si que se puso grande

La cabeza de Clara subía y bajaba por lo menos una cuarta, unos 20 centímetros, y la cabeza del güevo de Carlos no le salía de los labios, ni tampoco los labios de ella llegaban hasta su pubis.

-Yo quiero un pedazo de eso- le dije a Carlos, que sólo supo gruñir en respuesta.

Así pues, también comencé a moverme hacia la parte baja del cuerpo. Pasando, desde luego, por todos esos sitios divertidos en el camino, como sus tetillas o su ombligo, que mordisquee uno rato, produciéndole estremecimientos de placer.

Cuando llegué al vientre, primero comencé a besar a Clara en la cara y el cuello, llamando así su atención.

-¿Me lo prestas un poquito?- le dije.

-Claro- respondió sacándose el güevo de Carlos de la boca y sujetándolo firmemente con su puño derecho. No sólo no podía abarcarle todo el diámetro, los dedos no le daban, sino que en lo que se refiere al largo sólo ocupaba una pequeña parte del mismo. Igual lo apuntó hacia mi cara.

Lo primero que vi con detalle fue la gruesa cabeza, roja y brillante por la saliva de Clara.

“No va a será cómodo meterse eso en la boca”- pensé –¡Ni en ninguna parte!- recordando que luego que me lo tendría que meter en el culo. Pero lo primero es lo primero. Saqué la lengua y recorrí la cabeza con la punta, como cuando uno comienza a comerse un helado. Probando por aquí y por allá. Recorriendo el borde de abajo de la cabeza y subiendo otra vez al huequito de arriba. El sabor predominante era, por supuesto la saliva de Clarita, pero entonces lo agarré con la mano, ¡mi mano tampoco me permitía cubrirlo toda la circunferencia! y apretándolo, lo “exprimí”, subiendo la mano hacia la cabeza. Una brillante gota de lubricante salió por la punta. Pasé la lengua y ahora sí que probé el sabor de Carlos. Amargo, pero agradable. No muy distinto al de Bob o al de Alex. –”Obviamente estaban comiendo lo mismo-

Luego mucho abrí la boca y me metí la cabeza cuidando de que mid dientes no lo molestasen. -¡Wow, que grande era!- Sin embargo era una situación contradictoria. Por un lado el tamaño me excitaba mucho por alguna razón, pero al mismo tiempo me parecía que lo complicaba todo. Era mucho más difícil mamarlo que el de Bob, por ejemplo, que te permitía moverlos en la boca, paseártelo por los cachetes, bajo la lengua… Con éste no podías hacer mucho –¡Ni soñar en metérmelo hasta la garganta!-

Mientras jugueteaba con el güevo de Carlos en la boca, me di cuenta de que Clara se había desentendido de él y me estaba acariciando a mí, besándome el cuello y las orejas. Luego fue bajando hacia mi pecho, pero no podía acariciármelos con los labios porque yo estaba inclinada hacia adelante, concentrada en Carlos, así que siguió besándome el cuello y acariciándome las tetas con las manos… lo que estaba, desde luego, muy bien.

Una cosa que noté fue que si bien la verga de Carlos era enorme, no se ponía tan dura como la de Alex o Bob. Es decir, estaba dura sin ninguna duda, pero no como se le ponía a ellos.

Carlos seguía gruñendo y moviéndose presa de la excitación.

-¿Tú crees que ya está listo?- le pregunté a Clara en voz baja, sacándomelo un momento de la boca, mientras seguía masturbándolo subiendo y bajando las dos manos a todo lo largo de güevo.

-Oh, seguro que si- respondió Clara buscando mi boca y aprovechando que no la estaba usando en otra cosa. Doblé mi cabeza para besarnos. Un largo jugueteo con las lenguas, presagio de lo que vendría después.

-Creo que ya es hora- le dije a Clara separándome de ella.

-¿Cómo quieres hacer?- me preguntó.

-Me voy a poner arriba yo. Así controlo mejor la… entrada. Una vez que esté segura de que puedo con él, lo dejaré que decida cómo le gusta-

-Me parece bien, porque él va a querer tener el control-

-Por eso. Pero primero lo tengo yo y cuando me sienta segura de que todo está bien…-

Entonces ambas nos incorporamos poniéndonos de rodillas, luego yo pasé una pierna sobre el cuerpo de Carlos y me senté sobre su güevo caliente. Con mi húmeda vulva cubriéndolo… en parte.

-¿Qué haces?- preguntó él abriendo los ojos e incorporándose un poco.

-Primero lo vamos a hacer así- le respondí -quiero tener el control la primera vez-

-Ok- dijo él recostándose de nuevo.

Clara se puso a mi lado, con la mano en mi espalda y la cara un poco preocupada. Entonces me incliné hacia adelante y levanté en cuerpo lo suficiente para pasar mi mano por debajo y agarrarle el güevo.

Entonces lo apunté hacia arriba y… en una repentina inspiración lo apunté hacia mi vulva, deslizándolo a todo lo largo. Cuando lo pasé por mi clítoris, me estremecí de placer. Volví a repetir el movimiento, sintiendo como la cabeza me separaba los labios al pasarla por entre ellos.

Luego lo coloqué en la entrada de la vulva y le dije:

-Quiero sentirlo primero aquí- mientras comenzaba a bajar el cuerpo.

La cabeza se apretó contra la entrada de mi vagina y yo me relajé para que pasara… pero era más grande que eso. Así que esperé un par de segundos y volví a bajar un poco. Nada. ¡Era tan grande!

Me enderecé un poco, subiendo mi cuerpo y volví a deslizar el güevo por mi vulva.

-¿Tienes problemas?- preguntó Clara con voz preocupada.

-Jajaja. Claro que tengo problemas con esto- respondí -¡pero ya lo voy a solucionar!-

Volví a colocarlo en posición y más determinada bajé el cuerpo y sentí como los músculos de la entrada de mi vagina se abrían y se abrían… ¡y de pronto sentí como entraba!

-¡Aaaaahhhh!- gemi de placer y si, un poco de dolor.

-¿Te duele?- preguntó Clara.

-Nooo- le mentí -sólo la sorpresa cuando entró la cabeza-

Esperé que el dolor se pasara. Realmente no fue un dolor, era como cuando un músculo se estira un poco más de lo normal “Coño, si esto es en mi totora, ¿cómo va a ser en mi culo”.

Un momento después pasó la incomodidad y me bajé un poco más, metiéndome un buen pedazo.

-Mmmmm- volví a gemir.

-Mfmfgf- gimió también Carlos.

Entonces me incorporé de nuevo hasta que el güevo se me salió. No pensaba sacarlo, pero todavía no calculaba bien las distancias. Pero en seguida lo metí de nuevo sin tantos problemas como en la primera vez, empujándomelo un poco más adentro.

-Aaaahhh… qué rico- dije.

-Qué bien, amiga- dijo Clara acariciándome la espalda y las tetas.

Una nueva incorporación, esta vez sin dejarlo salir, y al volverme a bajar el güevo me llegó al fondo sin que el puño con que lo sujetaba todavía me hubiese tocado. Es decir, ¡el güevo era más largo que mi vagina por más de un puño. Wow!

Descansé unos segundos y luego, por un par de minutos, me dediqué a cogerme a Carlos, pero yo sabía que ese no era sino el precalentamiento para el plato principal.

-Clara- dije -yo traje una crema del baño. Échame un poco más en el culo, por favor-

Inmediatamente Clara localizó el tubo de crema lubricante y echándose una generosa cantidad en los dedos, me empezó a echar en el culo.

-Espera- le dije y levantándome, me saqué el güevo de Carlos

-Ahora. ¡Y que llegue bien adentro-

Ella no se hizo esperar y primero con un dedo y luego con dos, empezó a lubricarme por dentro.

-Tres- le dije y ella enseguida metió un tercero, no sin esfuerzo, en mi ano.

-Listo-

Apunté el güevo de Carlos, que no había soltado ni un momento y lo apoyé en la entrada, que se había cerrado en lo que Clara había sacado sus dedos.

La gruesa cabeza empezó a apretar… pero resbaló.

-Otra vez- dije

Volví a colocar la cabeza en mi ano y en vez de bajar el cuerpo, traté de concentrarme en abrirlo. Tardé unos segundos y logré que el anillo de músculos se relajara, como hice cuando le había pedido a Clara que me pusiera crema, pero nada. La cabeza del güevo era muy grande. Al presionar, volvió a resbalar.

-Creo que vas a tener que ayudarme- le dije a Clara.

-¿Como?- preguntó ésta.

-Asegúrate que la cabeza permanezca en el blanco- le dije.

Claro le agarró la cabeza y la apuntó en mi huequito y volví a empujar…

Y empujé…

Y empujé…

Empezó a abrirse y a abrirse y finalmente con un fuerte dolor ¡entró!

-¡AAAAYYYYY!- volví a gritar sin poderlo evitar.

-¿Te dolió?- preguntaron Clara y Carlos al mismo tiempo.

-¡Si, coño!- dije -¡esa vaina es muy grande!-

-¿Quieres que lo saque?-

-Nooo. Ya está adentro. Ahora sólo tengo que acostumbrarme- dije jadeando.

Esperé a que se me pasara el dolor, que era como una puntada, pero no era terrible e iba pasando poco a poco.

Al poco rato sentí que podía moverme y bajé el cuerpo más. Un gran pedazo de güevo se metió sin mayores problemas.

-Muy bien- dijo Clara -ya parece que pasó lo peor-

-Así es- respondí subiendo un poco y luego bajando mi cuerpo hasta quedar sentada sobre el vientre de Carlos y con el güevo completamente metido en mi ano.

-¡Muy bien!- dijo Clara.

-Coño, me siento tan llena que creo que me va a salir por la garganta-

-Jajajaja- se rió Clara buscando mi cara para besarme.

Comencé a moverme arriba y abajo, metiéndome y sacándome el güevo hasta el fondo. El dolor inicial había ido desapareciendo, pero tampoco sentía placer. Era una sensación extraña. Muy sensual, pero no acabaría nunca de esa forma.

Al cabo de unos minutos le dije a Carlos: -¿Estás preparado? Ahora te va a tocar a ti-

-¿Qué cosa?-

-Ahora tú vas a hacer todo el trabajo-

Entonces me incliné hacia adelante y levanté el cuerpo hasta que el güevo salió de adentro. Estaba tan dilatada que el ano se quedó abierto como un minuto.

-Ahora me voy a poner en cuatro y tu te pones detrás de mi- le dije a Carlos.

-Ok- dijo éste emocionado.

-Y tú te pones delante de mi- le dije a Clara.

-¿Cómo?-

-Acuéstate delante de mi- le dije mientras nos movíamos cada uno a su puesto. Clara boca arriba delante de mi. Yo en cuatro, sobre ella y con el culo muy parado para Carlos. Este detrás de mi, parado y agarrándose el güevo.

Comencé a besar en la boca a Clara apasionadamente, mientras Carlos trataba de penetrarme de nuevo, pero no lograba hacerlo. Al igual que antes, el güevo se le resbalaba y no podía metérmelo.

-Espera un momento- le dije a Clara y volteando la cabeza le dije a Carlos:

-A ver, déjame agarrarlo a mi y yo te digo cuando debes empujar-

Así pues, le agarré el güevo cerca de la cabeza con las dos manos y me lo puse en la entrada del ano. Luego me relajé y me abrí, cuando sentí que la cabeza estaba bien puesta le dije:

-¡Empuja!- y de un envión entró más de la mitad.

-¡Aaahhhh!- gemí, pero esta vez el dolor fue mucho menor.

En un segundo envión, Carlos le metió completo y su vientre chocó contra mi culo, empujándome hacia adelante, haciéndome chocar contra Clara. Menos mal que ésta volteó la cabeza y no nos golpeamos.

Entonces Carlos empezó a cogerme de verdad. Yo me acomodé lo mejor que pude y dejé que él se moviera a sus anchas, metiendo y sacando el “cañón” en mis entrañas a placer.

Pero mientras él hacia eso, Clara y yo nos fuimos acomodando mejor y además de besarnos en la boca insaciablemente, mis tetas se deslizaban contra las de ellas al ritmo de los embates de Carlos.

Yo no recibía demasiado placer del güevo de Carlos, apenas el rítmico golpear de sus bolas contra mi vulva y de vez en cuando el roce del güevo por dentro se trasmitía a mi punto G, pero los besos y las caricias de Clara sí que estaban subiendo la temperatura de mi termómetro.

-Ya estoy cerca- dijo Carlos jadeante.

Yo me había cansado un poco y había bajado un poco mi culo, con lo que además me permitía restregar todo el cuerpo contra el de Clara. De pronto con el cambio del ángulo de penetración, el güevo empezó a presionar más contra mi punto G y empecé a excitarme más y más, mientras las caricias de Clara se hacían también más calientes.

-AAAAHHHH- dijo de pronto Carlos poniéndose rígido y soltándome un caliente chorro en mi interior.

-OOOOOHHHH- dije, más lamentándome que por la excitación.

Dos o tres veces más sentí el güevo de Carlos pulsar en mis entrañas. Clara y yo nos quedamos inmóviles, dejando que él acabara y disfrutara su orgasmo.

Luego de unos instantes, él se enderezó y me sacó el güevo del culo, echándose en la cama de lado sin aliento.

-Gracias, gracias- me dijo.

Yo me volteé hacia él y lo besé.

-No tienes que agradecerme nada- le dije -fue un verdadero placer-

-Pero te dolió-

-Si, dolió un poco, pero valió la pena-

Clara.-

-¿Cómo te sientes, amiga?- le dije a Alicia.

-Me duele el culo- respondió.

-Me lo supongo-

-En realidad no es tan grave, pero me gustaría lavarme- dijo comenzando a incorporarse.

-Vamos, yo te acompaño-

Juntas nos fuimos al baño. Carlos se quedó en la cama, agotado y seguramente en unos minutos estaría durmiendo. Por lo menos así era conmigo y aquí no tenía por qué ser distinto.

Entramos al baño y Alicia se sentó en la poceta y después de hacer pipí se pasó un papel toilette por el culo limpiándose.

-¿Quieres que te revise a ver si todo está bien?-

-Oye, eso sería muy bueno. No creo que tenga nada, pero…-

-Aquí estamos muy incómodas, déjame agarrar algunas cosas y nos vamos al camarote que está vacío-

-Perfecto-

Cuando íbamos al camarote, pasamos por la puerta del otro, donde estaban Bea, Alex y Bob, y resultó que la puerta estaba abierta. ¡Y por supuesto que nos asomamos!

Beatriz estaba en cuatro, sobre la cama de abajo de la litera con el culo a la altura del borde final. Allí Alex estaba parado cogiéndosela con la mayor tranquilidad del mundo. A un ritmo lento, su güevo entraba y salía de la vulva de Bea, mientras la sujetaba por las caderas.

A un lado de la cama estaba Bob, que se ocupaba del otro extremo de Bea. El también estaba parado y sujetaba a ésta por la cabeza, mientras su güevo le entraba y le salía de la boca. Cada dos o tres embestidas Bob le sacaba el güevo lo suficiente para que ella respire y luego se lo vuelve a meter hasta que la boca de ella le llegue hasta el pubis. Lo más interesante que el ritmo de los hombres está perfectamente acoplado, cuando Bob está entrando por la boca, Alex está retrocediendo en su vulva. Cuando Alex lo tiene metido hasta el fondo, el güevo de Bob sólo está en los labios de Bea.

De pronto, Alex se dio cuenta de que estábamos en la puerta y nos saludó con la mano:

-¡Holaaa! ¿Ya terminaron Uds? ¿Cómo te fue mi amor?- dijo mientras seguía cogiéndose a Bea con tranquilidad.

Al oir su voz, Bea volteó la cabeza sacándose el güevo de la boca un segundo y diciendo:

-¡Hey Uds dos!- y volviéndoselo a meter hasta la garganta.

-Sigan Uds, no quisimos interrumpirlos- dije -dejaron abierta la puerta-

-Ah si, hacía mucho calor y la abrimos para que refrescara un poco- dijo Bob.

-Buenos, nosotras nos vamos al otro camarote. Carlos está durmiendo en el grande-

Nos alejamos y los dejamos en lo suyo.

-Bea parece manejarse muy bien con dos hombres al mismo tiempo- dijo Alicia.

-Coño, yo no sé si podría- respondí.

-Espero probar un poco de eso uno de estos días, pero ahora…-

-Ven, ponte en la cama para examinarte-

-¿Cómo?-

-Ponte en cuatro, como estaba Bea-

-Ok-

Una vez que Alicia se colocó en la cama, me senté detrás y con la mayor delicadeza comencé a examinarle el culo. Estaba rojo, como era de esperarse, pero no se veía nada roto ni sangre.

-Todo se ve bien- le dije -voy a ponerte un poco de crema que traje-

-Hay, gracias amiga-

Con delicadeza, comencé a aplicarle una crema calmante que había traído. Despacio, mis dedos fueron recorriendo todo la zona. Primero la parte interna de las nalgas, luego el anillo del ano, girando alrededor del mismo.

-Mmmm. Se siente muy bien- dijo.

-Estás muy bien- respondí -todo parece estar sólo un poco irritado-

-¿Puedes….? ¿puedes meter un dedo y revisarme por dentro?-

La verdad era que yo estaba muy excitada y había estado luchando todo el tiempo por comportarme como una verdadera enfermera, pero cuando me dijo que le metiera un dedo… sentí como mi vulva se apretaba y un chorro de fluidos me mojaba de nuevo.

-Claro- le dije.

Tomé un poco de crema y me lubriqué el dedo índice, se lo acerqué al ano y comencé a apretar hacia adentro.

-Mmmm- dijo.

-¿Te duele?- pregunté con sólo la punta dentro.

-Un poquitico, pero también me excita mucho-

-Jajaja. Me parece muy bien, porque a mi también me excita-

Seguí empujando y pronto todo el dedo estuvo dentro. No sentí nada raro. Bueno nada que pudiera decir. Yo le he metido el dedo a Carlos algunas veces y no pudiera decir que ahora se sintiese distinto.

Entonces lo saqué y miré si había algún rastro de sangre.

-Todo parece estar muy bien por allá adentro- le dije a Alicia, dándole un beso en cada nalga.

-¡Oh! muy bien… ¿pero… puedes repetirlo?-

-¿El dedo?-

-No, los besos-

-Jajaja. Claro-

La besé de nuevo. En las nalgas y las caderas y los muslos y en todos lados. Y al final le dije:

-¿Porqué no te pones de lado para poder besarte mas cómodamente?-

-Claro- respondió dejándose caer hacia su lado derecho pero manteniendo la pierna izquierda levantada, dándome acceso a su vientre -pero con una condición-

-¿Una condición?- pregunté acomodándome para seguir besándole el vientre.

-Que tú también te acuestes para yo besarte igual-

-¡Oooohhh!- fue todo lo que pude decir antes de ponerme igual que ella, pero al revés. De esa forma yo estaba sobre mi lado izquierdo y mi cabeza se apoyaba sobre su muslo derecho, así como la de ella sobre mi muslo izquierdo.

-Me encanta tu pubis depilado- le dije mientras se lo recorría con pequeños besos, camino a su vulva.

-Pues muy bien- respondió -porque a mi me encanta el tuyo con este vello recortado y elegante-

Entonces sentí sus dedos recorriendo mi pubis subiendo y bajando y rozando cada vez la entrada de mi vulva.

-Es la primera vez que beso a una mujer por aquí abajo- le dije mientras recorría sus labios vaginales con mis labios.

-Pues estamos iguales. Para mi es también la primera vez-

-¿La primera vez que le haces el amor a una mujer?-

-Así es- respondió -Este día ha sido… de muchas primeras veces. Esta mañana estuve por primera vez con un hombre distinto a mi marido. Hace rato fue mi primer trío, con una mujer y un hombre a la vez y ahora, por primera vez estoy haciendo el amor con una mujer. Espero hacerlo bien-

-Sigue tus instintos- le dije mientras le besaba por primera vez el clítoris -y haz lo que quisieras que te hicieran a ti-

-Ooohhh- gimió -esooo traatooo-

Entonces sentí también como la punta de su lengua comenzaba a juguetear con mi clítoris. ¡Una sensación maravillosa! Sus movimientos eran mucho más delicados que los de Carlos. Con menos prisa…

Pocos instantes después dos de sus dedos se introdujeron en mi vientre, lo que me hizo estremecerme completa.

Yo en cambio, decidí recorrer sus labios internos y externos con mi boca, besando y chupando aquí y allá, para volver luego al clítoris y colocándolos sobre éste, chuparlo para atraerlo y deslizar luego la lengua por su cabecita, lo que volvió a generar otro profundo gemido:

-OOOOOhhhhh-

Mientras trataba de no distraerme con sus dedos moviéndose rítmicamente dentro de mi y sus labios en mi clítoris, volví a hacer el recorrido completo. Bajando la boca hasta la entrada de la vagina, metiendo la lengua en ésta y volviendo a subir hasta el clítoris.

Ella seguía con su doble juego, la lengua en mi botoncito y los dedos dentro de mi vagina. Y así, yo comencé a gemir también:

-Aaaahhh-

-Oooohhhh-

Luego de varios minutos, comencé a sentir cómo un fuerte orgasmo se estaba formando muy dentro de mi, pero luché contra él, concentrándome en darle placer a Alicia.

Entonces, con más fuerza aún chupé su clit y sintiendo cómo se introducía entre mis labios, lo apreté con éstos al tiempo que deslizaba la lengua en redondo sobre su cabecita, como si fuese un pequeño pene.

-OOOOOHHHHH…. Meeee voooyyyyy…. OOOOOHHHHH-

Y entonces Alicia se puso rígida y su cuerpo se tensó, al tiempo que su vulva se cerró en un primer espasmo, para luego abrirse de nuevo como una flor y volver a cerrarse. Yo nunca había visto tan de cerca una mujer tener un orgasmo y las contracciones de la vagina. Me pareció increíblemente excitante.

Al cabo de uno o dos minutos, sus manos comenzaron a moverse de nuevo y ahora si, yo dejé que el orgasmo se fuera apoderando de mi.

-Voooy a acaaabar ahoraa yoo tambieeen- le dije -peero ten cuidaaadooo que yo produuuzco mucho líiiquido-

-Oh, ¿eres un squirt? ¡Qué bueno, por fin conozco una!-

Entonces sentí como sus dedos se doblaban y empezaban a acariciar con más fuerza mi punto G, mientras me seguía chupando el clítoris y…

-AAAAAAHHHHHH- y un chorro de líquido salió de mi vientre, mientras mi cuerpo se tensaba en uno de los orgasmos más deliciosos que había tenido en mi vida.

-AAAAAAAAHHHHH- volví a gemir con el segundo espasmo.

-Aaaaahhh-

-Delicioso. Increíble- dijo Alicia, nunca había visto algo así.

-¿Qué cosa?- respondí alarmada.

-¡De pronto te salió un chorro de líquido de adentro!-

-Si… a veces me da pena..- respondí mientras recuperaba la respiración.

-No tienes porqué. Es delicioso. Sabe a… sabe a ti- dijo volviendo a besarme y a mover los dedos, lo que recordó que yo no estaba haciendo nada y enseguida me puse a lo mío. Siguiendo su ejemplo, metí dos dedos en su vagina y busqué su vagina.

-Ooooohhhh- gimió cuando encontré su punto G.

Tres orgasmo más de Alicia y dos míos nos dejaron agotadas, por lo que me volví hacia ella, acostándome ahora paralela a ella y besándola en la boca le dije:

-Creo que ya he tenido suficiente sexo por hoy-

-¡Uy! yo también- respondió Alicia.

-Me voy a la cama de arriba. Si quieres quédate en la de abajo-

Su respuesta fue sólo un gemido de satisfacción al tiempo que se arropaba con una sábana.

Clara.-

Me desperté temprano, como siempre. Era oscuro, pero se sentía que iba a salir el sol pronto y quise levantarme a verlo. Hoy me sentía muy bien. Mejor que los otros días. Me sentía tranquila conmigo misma, satisfecha y sin las dudas que me habían plagado.

Entré al baño a oscuras y me lavé lo mejor que pude, todavía sentía en mis manos y en mi cara el olor de los jugos de Alicia y aunque me encantaban, quería olerme a mi misma. Me lavé la cara, las manos y el pecho. También utilicé un par de toallas húmedas para lavarme allá abajo. Luego me cepillé los dientes y estuve lista para ir a ver el sol.

Pero cuando abrí la puerta me tropiezo con alguien, en la oscuridad no podía ver quién era, pero enseguida lo identifiqué por el olor.

-Oh, perdona- me dijo en voz baja.

-No. Está bien- le respondí sujetándome de él para no caer.

-¿A dónde vas tan temprano?-

-Voy a ver salir el sol- le respondí sin dejar de sujetarlo. Al contrario, me acerqué más a él cuando sentí su olor –Creo que no voy a ver salir el sol- pensando inmediatamente en otro programa -¿Quieres acompañarme?-

-Ohhh… no sé. Tengo que ir al baño-

-Claro- dije desilusionada.

-Pero claro, te acompaño en un instante-

-Bueno- sonreí de nuevo, aunque él no podía verme -te espero-

Entonces del pasó a mi lado para entrar al baño. ¿Era que el pasillo era muy estrecho o que quisimos restregarnos uno contra el otro?

Unos minutos después salió del baño. Por la luz que lo iluminó un segundo antes de cerrar la puerta, pude ver que estaba desnudo.

-Déjame ponerme un pantalón por lo menos- me dijo.

-Oh, no hace falta. Me gusta más así-

-Pero vamos a estar afuera-

-Anoche estábamos afuera…-

-Pero… Bueno, está bien-

Le tomé de la mano y caminamos hacia la escalera que subía a cubierta.

-¿Todos los demás están dormidos?- me preguntó.

-Uhhhmm, no sé. Sé que Alicia está profunda. El Capitán duerme afuera en una hamaca y Maya también duerme en una allí- le dije señalando la hamaca donde estaba Maya en un rincón cerca de la cocina.

-Yo dejé a Beatriz en el camarote, pero no sé de Bob ni Carlos-

-¿Bob no estaba con Uds?-

-Si, pero cuando Beatriz acabó con nosotros, esa mujer es incansable, yo me acosté en la cama de arriba y quedé como muerto. Esta mañana, cuando me levanté sólo estaba Beatriz, así que no sé qué será de Bob-

-Jajaja. A lo mejor está con Carlos. Jajaja-

-Mmmm- gruñó.

Una vez afuera la claridad mostraba que pronto saldría el sol. Así que nos fuimos a la proa y busqué el sitio donde había estado ayer con Maya. Ayer con una mujer y hoy con un hombre… esto se pone bueno– pensé.

-Ven siéntate aquí- le dije llevándolo a un sitio donde Alex pudo sentarse recostado contra el mástil.

Una vez que él se sentó, yo me quité el pareo. Estaba desnuda debajo y ya sentía como la excitación me humedecía por dentro. Entonces puse mis piernas a ambos lados de él y me senté en su regazo, apretándome contra él.

-Uuuuuhhhmmmm- dije abrazándolo.

-Anteayer me estuviste torturando toda la noche- le dije -Y ayer no fue menos. Pero ahora voy a tomar mi venganza-

-Espero que sea una dulce vengan…- estaba diciendo cuando comencé a besarlo.

Tenía la cara sin afeitar y el roce contra su piel picaba, pero era un picor extraordinariamente excitante. Mi lengua se introdujo en su boca con agresividad, buscando todos sus recovecos, jugando con la suya. Recorriéndolo todo. El respondía de igual forma y al mismo tiempo sus manos recorrían mi espalda, produciéndome escalofríos de placer.

Yo lo apretaba contra el mástil haciendo que mis tetas sintieran el calor de su piel y mis pezones se erguían más duros que nunca. Su güevo no estaba duro todavía, pero mis caderas comenzaron a girar poco a poco, produciendo un agradabilísimo roce en mi vulva que seguro se trasmitía hacia la base de su güevo.

-El sol está empezando a salir- me dijo cuando nos separamos un poco para coger aire. Yo había perdido el tiempo de cuánto tiempo llevábamos besándonos.

-Si- respondí al tiempo que me separaba lo suficiente de él para meter la mano entre nuestros cuerpos y agarrarle el güevo que ya empezaba a ponerse duro.

-No volteaste a verlo- dijo él sin entender.

-Este es el sol que me interesa ahora- le respondí apuntándolo contra mi vulva y moviendo mi cuerpo para metérmelo.

-Hhhmmmm- gemí mientras me lo iba metiendo despacio. Al ritmo que yo quería. Abriéndome. Llenándome.

Al fin, mi pubis chocó contra el de él. Ya lo tenía todo adentro.

-Asiii… mmmm- le susurré al oído -Por fin te tengo adentro de mi-

Sólo respondió con un gruñido de placer

-Mmmmmm-

Entonces comencé a besarlo otra vez. Yo no tenía ninguna prisa y si Bea había sido tan eficiente ayer, era muy probable que el pudiese aguantar un bastante. De todas maneras, al cabo de unos minutos de estar cogiéndomelo despacio, separé mi boca de la de él y le dije:

-No vayas a acabar todavía-

-Está bien- respondió -puedo aguantar un buen rato-

-Me parece muy bien- dije comenzando a besarlo otra vez.

Yo sentía como un primer orgasmo se estaba formando en mi vientre, pero mi intensión era tener varios así que no me preocupé por controlarlo. Seguí besándolo mientras mis movimientos se hacían más fuertes, moviendo las caderas de adelante hacia atrás tanto que el güevo casi se me salía. Luego me lo metía hasta el fondo para pasar entonces a movimientos giratorios, haciendo que el güevo me rozara el clítoris cada vez que daba una vuelta.

De pronto estalló. Mi cuerpo convulsionó y me doblé hacia atrás, separando mi torso de él pero al mismo tiempo empujando mi vientre hacia adelante y sintiendo como él me llegaba hasta lo más hondo. Con fuertes estremecimientos el orgasmo recorrió mi cuerpo una, dos, tres veces.

-AAAAAHHHHH- grité, sin preocuparme de si alguien nos oía o no.

Los espasmos siguieron, pero cada vez más suave, hasta que al cabo de un rato pude respirar de nuevo. El seguía abrazándome sin moverse, esperando que me tranquilizara.

Entonces abrí lo ojos y vi a Maya a pocos metros de nosotros con dos tazas de café en la mano, sonriendo. Me lanzó un beso y se fue hacia la popa del barco. Yo sonreí, pero no le dije nada a Alex.

Luego de uno o dos minutos, sentí cómo su güevo pulsaba dentro de mi, no sé cómo, pero claramente lo sentí llamándome y empecé a moverme de nuevo, pero esta vez distinto.

En vez de estar abrazada besándolo, me eché hacia atrás, como cuando me vino el orgasmo. Apoyé ambas manos detrás de mi, en el piso de la cubierta y quedé inclinada, formando ambos una V. Manteniendo claro su güevo profundamente encajado dentro de mi.

Desde allí comencé a mover las caderas otra vez, apoyándome en los pies y en los brazos. Ahora su güevo me entraba en un ángulo distinto y ahora la parte de arriba no rozaba contra mi clítoris, lo cual estaba muy bien, porque estaba muy sensible. En cambio la cabeza subía y bajaba por la cara anterior de mi vagina, haciendo una fuerte presión en la cara superior de ésta, ¡justo en el punto G!.

Me gustó mucho esta posición, pero además, podíamos vernos la caras… y mis tetas estaban a su disposición.

Obviamente él pensó lo mismo y me las agarró con ambas manos. Y cuando digo que me las agarró es que fue eso. Me las apretó duro, especialmente los pezones y una nueva fuente de placer se alborotó en mi cuerpo.

Casi diría que una corriente eléctrica empezó a fluir entre mis tetas y el fondo de mi vientre, mezclándose con el roce del punto G y el placer que me daba verle la cara concentrada y el ceño fruncido.

-Aaaaayyyy….. creoooo que voooy a acaaabar otra veeez…- dije jadeando luego de muchos minutos cogiéndomelos así.

-Estaaa bieeen- respondió él arrastrando las palabras también -dámeeelo otraa veez-

Me dolían los pezones de lo duro que me los acariciaba, pero era un dolor placentero, no sabría como mejor describirlo y no quería que dejara de hacerlo. Pero no pude más y…

-AAAAAAAHHHHHH- grité de nuevo cuando el segundo orgasmo explotó.

Dejé de moverme. No podía controlar mi cuerpo que se estremecía violentamente, mientras las oleadas de placer me recorrían de arriba a abajo.

Él me soltó las tetas y me sujetó el cuerpo cuando sintió que mis brazos no soportaban mi peso. Atrayéndome contra su pecho de nuevo y cubriendo mi cara con sus besos.

-Ahora me toca a mi- dijo y sujetándome, sin sacarme el güevo, me echó hacia atrás, depositándome en el piso de la cubierta y cubriéndome con su cuerpo.

Con la última fuerza que me quedaba levanté las piernas y las crucé alrededor de su espalda.

Entonces empezó él a cogerme a mi.

Apoyado sobre sus brazos para no aplastarme, su güevo entraba y salía de mi vientre a una velocidad vertiginosa. Yo no estaba segura de si mi segundo orgasmo había terminado o no cuando un nuevo embalse de placer comenzó a formarse dentro de mi. Embalse que sabía que iba a reventar pronto.

Su güevo acariciaba el punto G cuando la cabeza pasaba por vagina, que a estas alturas seguramente estaba ya en carne viva, pero luego, cuando su pubis chocaba con fuerza contra el mío, mi clítoris vibraba lanzando reverberaciones por todo mi vientre. Después se retiraba casi hasta sacarlo, para volverlo a meter con fuerza.

-¡Ja!- decía cada vez que me llegaba al fondo a lo que yo sólo podía responder con un leve gemido.

-¡Ja!- otra vez.

-¡Ja!- nuevamente.

Yo tenía los ojos cerrados porque ya no podía hacer más nada que sentir. Sentir como el embalse de placer crecía y crecía y se apoderaba de todo mi cuerpo.

-¡Mírame!- me pidió.

Abrí los ojos y pude verle el placer distorsionándole la cara. El ceño fruncido y el sudor producido por el esfuerzo, pero no pude seguir viéndolo. Mi propio placer era demasiado.

-Meee voooy- dijo -UUUUHHHMMMM-

Y un chorro de semen recorrió su güevo en el momento que estaba tan adentro de mi que ya no había cielo, ni aire, ni barco. Sólo una explosión de placer, cuando ese chorro inundó mi vientre, haciendo que el embalse se derramara y el placer de un nuevo orgasmo explotara otra vez dentro de mi.

Cuando abrí los ojos de nuevo, él estaba acostado a mi lado.

-¿Estás bien?-

Yo no estaba segura de donde estaba ni qué estaba pasando.

-Creo que te desmayaste-

Mis ojos enfocaron su cara y poco a poco fue viniéndome a la mente los últimos 30 minutos.

-Si vuelves a cogerme así me voy a morir de verdad- respondí sonriendo.

-¡Oh! Perdona. Yo pensé..-

-No seas bobo- le dije -Creo que me morí y fui al cielo, pero me devolvieron. Jajajaja- respondí abrazándolo.

Alicia-

Los últimos días de las vacaciones habían sido los más agradables. Una vez que  habíamos superado la ansiedad de cogerse a éste o aquel, entramos en un proceso de libre intercambio. Cualquiera con cualquiera, siempre que las ganas lo permitieran. Por ejemplo, durante un almuerzo me podía provocar sentarme al lado de Carlos y jugar con su “cañón”, para después de cambiar a para jugar con las tetas de Beatriz. O mejor todavía, me sentaba sobre Carlos y mientras éste me metía el cañón (nunca más por el culito, jajaja), mientras yo seguía jugando con las tetas de Beatriz. O mientras Clarita lavaba los platos, Bob la abrazaba por detrás y se la cogía mientras ésta seguía lavando los platos (a veces rompía alguno, no es fácil acabar con las manos llenas de jabón y unos platos en las manos). En la noche, no sólo rifábamos quién iba a dormir en el camarote grande, sino con quién. Así nadie sabía con quién le tocaría pasar la noche.

Pero como todas las cosas buenas, la semana se acabó y tuvimos que regresar a nuestras vidas normales. Más libres en lo que respecta a nuestra sexualidad y a nuestras emociones.

Tal como habíamos acordado, cada pareja reanudó sus vidas normales y en los tres meses que han pasado, sólo nos hemos visto muy de vez en cuando. Bueno, no a todos porque Carlos y Clara empezaron a tener problemas y ahora se están separando.

Resulta que Carlos finalmente consiguió dónde utilizar su enorme herramienta sin problemas: la comunidad gay. Aunque tanto yo como Beatriz, pasamos la prueba de tenerlo en el culo, ninguna de las dos quizo repetirlo. La verdad es que por mi parte fue un sacrificio para lograr que “liberara” a Clarita. Lo de Beatriz fue pura curiosidad, jajaja. Ella tenía la intención de cogerse a todos en ese barco.

En algún momento, después de que ella y yo habíamos hecho el amor en la cubierta y descansábamos, le dije:

-Coño amiga, te has cogido a todo el mundo, ¿no?-

-¡Dos veces por lo menos, jajaja!-

-Eres una diabla. Lo único que se ha salvado ha sido el propio barco-

Se me quedó viendo un instante y entonces miró una cornamusa, una de esas piezas metálicas con dos “cuernos” que se utilizan para amarrar las cuerdas del barco. Luego agarró la botella de crema, untó uno de los cuernos y se le sentó encima. Despacio se fue moviendo hasta que el cuerno se introdujo en su vagina, luego me miró y dijo:

-¡Listo! ¡Ya me cogí al barco también!-

-Jajajajaja- remos como locas.

Bueno, regresando al caso de Carlos, resulta que de alguna forma se involucró con un amigo gay de su oficina, que lo llevó a un club donde se enteraron de su “característica” y se convirtió en la estrella. Todos querían estar con él y él… bueno, decidió que por fin podría utilizarla sin mayores problemas.

Clara no estuvo muy de acuerdo y trató de convencerlo de que no era el mejor camino. No porque le importara que fuese “infiel”, ya había pasado esa etapa con nosotros, sino porque con buena razón, esas parejas eran inseguras. Hombres que él no conocía y que podían tener enfermedades o problemas psicológicos. Carlos no le hizo caso y siguió con sus nuevos amigos, lo que causó el rompimiento. Finalmente se fue de la casa y Clara vive ahora con su hermana.

Por otra parte, tuvimos la magnífica noticia de que Beatriz estaba embarazada. Para mayor alegría, el cálculo de la fecha indica que salió embarazada durante el viaje, lo que indica que cualquiera de los tres, perdón, de los cuatro hombres puede ser el padre de la criatura. Si, Beatriz se cogió al Capitán, lo que no es de extrañar, yo me cogí a Maya y creo que Clara y Bob también. Pero en fin, el caso es que todos vamos a ser padres de la criatura. Todavía no sabemos si será varón o hembra, ¡pero todos vamos a ser los padrinos!

Fin

Abril 2018.