Tremenda noche en San Juan, ni siquiera sabemos nuestros nombres

La luna llena, se levantaba en el cielo del atardecer de aquella anoche de San Juan, un hecho inusual que ambos sucesos coincida. La diosa luna parecía querer observarles.
Le había invitado a celebrar la noche en una hoguera en un lugar apartado.

Cuando llegó sólo estaba ella, vestía un corto pantalón q apenas le cubría el redondeado y prieto trasero de color verde oliva. La fina camiseta de tirantes dejaba traslucir unos firmes y suculentos senos. Los pezones se marcaban a través de la fina tela, cual dulces bombones.

Ella le sonríe y le invita a acercarse. Bailando al ritmo de la música, terminaba la canción antes de que llegase a ella y empezó a sonar una pieza lenta.

Ninguno conoce el nombre real del otro, pero eso les da igual. Sólo importaba el susurro de la tela al chocar un cuerpo contra otro. El lenguaje de los ojos, que indican sin palabras los deseos de la carne para no romper el encanto del silencio. Los sonidos de las ramas mecidas por el viento y el crujir de las llamas acompañan a la musica del mp3, las caricias de recorriendo el cuerpo del amante nocturno, sin prisa. Explorando la sensualidad con suavidad la mágica noche.

El acariciando su cuello por detrás con una mano mientras la otra aprieta contra sí la cadera de ella y su boca recorre el cuello avanzando hacia su boca mientras al mismo tiempo la mano de la cadera subío y se coló debajo de la camiseta recorriendo la suave espalda.

Ella se deja llevar acariciando el cuello y la espalda de su cómplice. Buscaba el borde de su camisa para desvestirle y sentir mejor su piel

El tenso pantalón, se resistió un poco en el primer botón pero el resto casi de dejo llevar por la presión de la carne que guardaba dentro. Como un preso deseando salir de su encierro a través de la goma del slip.

La punta húmeda pedía ser bebida como una botella

Ahora el gemía, agarró su cabeza para mostrarle el ritmo que le gusta.

La lengua de ella le recorría con maestría, la separó antes de que el deseo le dominara y no pudiese hacerlo, aún era pronto para terminar. La coge de la mano para que se tumbe en la manta extendida cerca a la hoguera, y le devuelve los besos que ella le había dado, bebiendo de la humedad de la entrepierna de su compañera. Fluye como una fuente fruto de la excitación, saborea el rico néctar a la luz de la luna y el fuego.

El cuerpo de ella empezó a contraerse y acelera su respiración el varió el ritmo sin dejarle llegar al clímax todavía.

Una de sus manos pellizca los pezones mientras la otra acaricia su culo lubricandolo con la humedad rebosante a la vez q empieza a hundir un dedo con suavidad controlando el ritmo jugando, llevándola al borde del éxtasis de dejarla cruzarlo, no sin suplicar llevándola al borde del éxtasis de dejarla cruzarlo.

Ya tenía el culo dilatado cuando suplicaba jadeante que la deje terminar, pero antes, él quería hacerla suya. Así que, coge un preservativo, se quita el terminaba de desvestir, y se tumba encima de ella tras darle la vuelta, ella se pone a cuatro patas cuando el apuntaba a la oscura cueva con el duro falo.

Penetró despacio y con suavidad al principio. Las prietas carnes de su compañera nocturna, ponen a prueba su aguante. Las sensaciones en el estrecho agujero, están cerca de hacerle perder el control mientras bombea. Los gemidos de ambos rompían el silencio de la noche. Ella empiezaba a subir el ritmo moviendo sus caderas mientras el se echa sobre su espalda para agarrar le los pechos

Ella gritó al llegar al tan ansiado orgasmo, el se deja llevar al final por el placer a los espasmos del cuerpo de su compañera acompañandola en el dulce y sabroso final, el semen resbalaba por las piernas cuando sacaba la polla al empezar a recuperar el aliento.

Se tumbarón boca arriba en la manta, al calor de la ascuas de la hoguera casi apagada y ven la luna alcanzando su cenit, se relajan y descansan. Recuperado el aliento, cuando se miraron y hablaron sin palabras, El cogió un par de trozos de madera y los echa en la hoguera, una fresca brisa nocturna da vida a las ascuas que agarran la seca madera. Luego se tumba de nuevo en la manta. Ella se incorporaba colocando su cuerpo sobre el de su amante, sus cuerpos sudorosos se abrazaban y devoraban con pasión, las caricias y besos volvían a encender sus cuerpos, que pronto estaban listos para más acción la noche aun era joven.

El la levantaba y la ensartaba, ella le cabalgaba, subiendo y bajando el ritmo, agachándose para comer el cuello y la boca de su amante. Incorporándose para cabalgarla mientras el masajea sus grandes y voluptuosos pechos que se agitaban al ritmo de la apasionada danza del placer. Leyendo en los ojos del otro la lujuria y el deseo. Ella llega a un fuerte orgasmo y en ese momento el la abraza y la hace rodar para ponerse encima, sale y se coloca encima con su polla dura sobre ella, entre sus tetas las cuales estruja, pellizcandole los pezones y amasándolas, hasta que se corre en ellas.

Se levantaron y cogieron las ropas para vestirse, tras descansar observando las ascuas de la hoguera.
No volverán a verse pero da igual.