Yo solo quería tener una verga en mi coñito, quería saciar mis ganas de sexo. Al final obtuve mucho más de lo que quería y en formas que nunca imaginé

Simplemente quería una verga

Llegue a mi apartamento después de un día duro de trabajo. Llegué cansada y un poco estresada, pero también llegué con muchas ganas de sexo. En la oficina había tenido reunión con dos gerentes de otra empresa que estaban muy atractivos; no pude hablar con ellos después de la reunión, pero el haberlos conocido hizo que en mi se encendiera toda la excitación que llevo por dentro.

Tomé una ducha y mientras lo hacía me acariciaba todo el cuerpo pensando en que eran las manos grandes de algún macho. Me pasaba las manos por mis tetas y me acariciaba el clítoris. Estaba muy excitada pero no quería masturbarme porque lo que quería era tener un hombre en medio de mis piernas penetrándome con su verga. Terminé de ducharme y me coloque un baby doll. La idea era esperar a que llegara mi esposo y desde que entrara en el apartamento seducirlo y me hiciera el amor de inmediato. Me recosté en la cama y comencé a acariciar mis piernas, volví a acariciar mi clítoris y alcancé a meter un dedo dentro de mi cuca mojada.

Deseaba que mi marido llegara rápido y pedirle que me lo metiera fuerte y duro; era lo que más deseaba en ese momento, no aguantaba, estaba por estallar y solo imaginaba la verga de mi esposo taladrándome la cuca y disparando su leche a chorros.

Estaba acariciándome las tetas y pasando suavemente mi mano por mi cuca cuando sonó el teléfono. Salté del susto porque estaba concentrada en mis caricias y no esperaba que nadie me llamara. Contesté y era mi marido diciéndome que llegaría tarde porque iba a estar con unos amigos tomándose unas cervezas en un bar de una zona de rumba de Bogotá. Me enojé demasiado con él, tiré el teléfono y no le dije nada. No sabía qué hacer, todos los planes se me habían venido abajo. Quería que mi marido llegara rápido para que me metiera su deliciosa verga bien duro y fuerte en mi excitada cuca, pero ahora no sabía cómo iba a bajar mi excitación. Necesitaba una verga bien parada para sentarme en ella e introducírmela hasta el fondo, lo necesitaba cuanto antes porque iba a estallar.

Pensé en quedarme en mi cama y masturbarme toda la noche, pero me di cuenta que la excitación que tenía no se calmaría con solo meterme los dedos; solo se calmaría teniendo una verga parada dentro de mi cuca, pero al mismo tiempo sintiendo a un hombre enredado en mis piernas, sintiendo todo su peso y su fuerza, sintiendo su aroma, que sus manos me acariciaran todo el cuerpo, que me besara, que me comiera entera. Así que de decidí vestirme y salir a algún sitio en busca de un buen hombre que me hiciera el amor.

No tenía mucho tiempo para decidir que me colocaría, o sí lo tenía, solo que no me quería demorar. Solo busque algo con que los hombres me miraran y me desearan. Me coloqué mi ropa interior, una blusa blanca ajustada, pantimedias, minifalda negra ajustada y muy corta y zapatos de tacón. Salí del apartamento con la cabeza puesta en que solo quería abrirle las piernas al primer hombre que medio me gustara. Pensaba en el lugar a donde podía ir a seducir a alguien, hasta pensé en el vigilante del edificio.

Decidí que iría a un bar cerca de donde vivía. Era un martes en la noche, no todos los sitios están llenos de hombres, pero un bar podría ser la mejor opción para encontrar alguno. Como lo único que me importaba era que me lo metieran, no reparé en la ruta que debía tomar para ir al bar. Cuando me di cuenta que estaba cruzando por una calle oscura y sola ya era demasiado tarde, lo único que me importaba era llegar rápido a sentarme en la barra del bar y luego ir a algún motel para que el hombre elegido me lo metiera bien rico.

Estaba caminando rápido, no solo por mi afán de conocer a un hombre, sino por salir de esa calle lo más pronto posible. Pero nuevamente todo se vio interrumpido por algo inesperado. Sentí que alguien por atrás se acercó, voltee mi cabeza para ver de quien se trataba, pero no tuve tiempo de hacerlo y lo único que sentí fue un cuchillo en mi cuello. Era un hombre alto y con cuerpo ancho que me agarró desde atrás. Con una mano sostenía el cuchillo que colocó en mi cuello y su otro brazo lo pasó sobre mí abrazándome con fuerza.

–       Quieta mamasita rica, usted está deliciosa

Me dijo este sujeto al mismo tiempo que comenzó a tocarme las tetas por encima de mi blusa. Yo estaba nerviosa y le dije que no me hiciera nada, que le daría todo lo que tenía.

–       Claro que usted me va a dar todo lo que tiene, sobre todo este culazo que usted se manda.

Diciendo eso, introdujo su mano dentro de mi blusa y me acarició una teta luego me apretó la otra. El cuchillo ahora me lo colocó en la cara y me paso su lengua por mi cuello. Yo estaba en shock. Estaba paralizada por los nervios.

–       Mi amor, yo no le voy a quitar sus cositas, pero si quiero toda su cucota. Camine para allí que me la voy a culear

Y diciendo esto me comenzó a empujar hacia una zona más oscura, hacia una especie de potrero deshabitado. Se detuvo un momento y me sacó la mano de mis tetas y sin quitar el cuchillo de mi rostro, comenzó a apretarme el culo. Me subió la falda y acarició mis piernas.

–       Que rica mamasita, mucho culote el suyo

Cuando acabó de acariciarme las piernas me abrazó de nuevo y me apretó hacia él. Pude sentir su verga parada. Comenzó a restregármela y nuevamente me lamió el cuello. Con la falda arriba me apretó el culo y me comenzó a acariciar mi ano y mi cuca por encima de mis medias y mi tanga. El tipo soltó el cuchillo y con esa mano me agarró de las tetas mientras volvió a apretarme el culo. Me comenzó a besar el cuello con más pasión que antes.

Todo esto sucedía en lo que para mí fue una eternidad, hasta que se escuchó una voz que decía, – déjela quieta hijueputa, largo de acá – Otro hombre, con un palo en una mano se vino hacia nosotros y el sujeto que me estaba manoseando me soltó y comenzó a correr. Yo voltee a mirar quien era el que estaba gritando y me di cuenta que era un taxista que pasaba por la zona y se había detenido para ayudarme.

–       Se encuentra bien? Le hizo algo ese tipo? Camine la llevo a algún sitio.

–       No me alcanzó a hacer nada, estoy bien.

–       Venga la llevo a la estación de policía.

–       Muchas gracias, estaba muy asustada

Este hombre no permitió que el otro se saliera con la suya, pero como tenía la falda subida se me veía todo el culo y todas las piernas, el taxista no paraba de mirarme. Me baje la falda, me arreglé y me subí al taxi, con nervios, no solo por lo que había pasado sino por las miradas del taxista. Aparte de los nervios que estaba sintiendo en ese momento, había algo más que me preocupó también. Noté que estaba mojada, mi cuca estaba muy mojada, estaba excitada. Mi cabeza se estremeció con una simple pregunta. Mi excitación y mis ganas de verga eran tan grandes que estaba dispuesta a que un hombre desconocido me culeara en cualquier parte? Y la respuesta me preocupó todavía más, porque recordando ese momento que acababa de vivir, me di cuenta que cuando el tipo aquel me agarró el culo y me acarició las piernas, sí quería que me lo metiera.

Esos pensamientos se vieron interrumpidos cuando el señor del taxi me dijo que habíamos llegado a la estación de policía. Cuando me baje del taxi le pregunté al taxista que cuanto le debía, me dijo que nada. Un policía salió a recibirme y me preguntó en que me podían colaborar. No les conté lo que había pasado, le dije que habían intentado atracarme. El policía me hizo seguir a una especie de sala y me dijo que espera un momento. Entró el que parecía ser el comandante de la estación, se presentó como el Teniente Andrade y me preguntó que si quería poner el denuncio. Le dije que no hacía falta porque solo había sido un intento de robo y que no me había quitado nada.

–       Seguro no quiere colocar el denuncio?

–       No, no hace falta muchas gracias. Quisiera irme para mi casa

–       Espere acá porque necesitamos hacerle unas preguntas

–       Está bien, solo que en lo posible no me demore tanto

Me quedé sentada dentro de la sala. Comenzaron a llegar algunos maleantes que la policía había capturado. Comencé a sentir un poco de nervios porque comenzaron a mirarme; aunque estábamos en una estación de policía, sentía un poco de temor porque el aspecto de esos hombres no era el mejor y cualquier cosa podía pasar. Nuevamente me di cuenta que mi falda estaba más arriba de lo normal y que las piernas estaban totalmente al descubierto. Me di cuenta de esto porque uno de los maleantes que entró a la sala hizo gestos de deseo. Mi falda era muy corta y ajustada, pero tal vez cuando me bajé del taxi, no me la había arreglado. El maleante que me miraba se mordió el labio inferior de su boca y me miró fijamente las piernas. Cuando me bajé la falda, este hombre hizo un gesto de mal humor pero al menos dejó de mirarme.

Todo estaba sucediendo de una manera extraña. Sentía nervios pero por otro lado sentía los deseos de seducir y de mostrar los atributos que tenía. Tan solo unos minutos antes un tipo me manoseo y en vez de generar otra reacción en mí, lo que hizo fue excitarme. Así que ese fuego con que había comenzado la noche no se había apagado y tenía que hacer algo para aplacarlo. Quería irme para mi apartamento, pero antes pensé en que si seducía un poco, mi calentura pasaría. Es algo difícil de entender, pero era lo único que podía hacer en ese momento, no tenía más ideas, mi noche se había acabado de la peor manera.

Comencé por cruzar las piernas para que la falda volviera a subirse hasta dejar mis piernas descubiertas. Cuando hice esto, lo maleantes que se encontraban en la sala conmigo comenzaron a mirarme más. Uno de ellos comenzó a tocarse por encima del pantalón. De pronto vi que ellos dejaron de mirarme y me di cuenta que un hombre vestido de civil entró en sala. Este hombre era un conocido político de mi ciudad. Más exactamente era un concejal joven, recién elegido para ocupar este cargo. Me miró las piernas y fijó su mirada, se acercó a donde yo estaba sentada. Me asusté y me baje la falda.

–       Por qué se baja la falda mamasita? – Me preguntó El concejal sentándose a mi lado

–       Porque me da pena estar mostrando tanto – le respondí

–       Pero me gustó que muestre. Usted tiene unas piernas deliciosas y el culo ni se diga. Desde que entró a la estación la vi y me gustó. Usted vive por acá, la he visto caminando cerca y usted me fascina, siempre que la veo se me para. Yo también vivo cerca. Deme su teléfono para invitarla a algún sitio o sabe que? Mejor camine ya y la invito a tomar algo.

Intenté pararme de ahí, intenté gritar, pero El concejal me agarró del brazo y me dijo que no hiciera nada sino quería meterme en problemas.

–       Quieta, no haga nada porque puedo inventar algo para que se la lleven. No sea bravita que le va mejor.

–       A usted no le voy dar ni teléfono ni nada, así que mejor me deja ir y ya.

–       Muy brava? Listo, como quiera, hágase la difícil, hágase la santa.

Me paré de la silla y pregunté si podía entrar al baño. Necesitaba entrar para lavarme la cara un poco y para tranquilizarme. Me dijeron que claro, que entrara. Entré, le puse seguro a la puerta y comencé a lavarme la cara.

Lo que El concejal me decía, parecía ser lo mismo de todos los hombres. Intentaba seducir una mujer y ya, pero jamás pensé que pudiera llegar a tanto. Sentí que con una llave abrían la puerta del baño. El Concejal entró, cerró la puerta y no me dejó reaccionar. Me agarró por el cuello estando yo de espaldas y con el otro brazo rodeo mi pecho.

–       Ahora si perrita deliciosa. Muy brava? Si dice algo o grita soy capaz de matarla y decir que usted me estaba atacando. Mejor quédese quieta mamasota.

Era un hombre no tan grande pero con bastante fuerza, era feo y estaba un poco obeso. Comenzó por meterme la mano dentro de la blusa y apretarme las tetas, mientras que comenzó a besarme el cuello. Mis tetas las estrujaba y pellizcaba mis pezones. Se comió todo mi cuello. Me soltó y me inclinó sobre el lavamanos. Colocó una de sus manos sobre mi nuca.

–       Ya sabe perrota, callada le va mejor.

Con la otra mano me apretó el culo, me pego dos nalgadas y me subió la falda. Me pegó otra nalgada y bajó mis medias y mi tanga. Sentí cuando se bajó los pantalones, sabía que me lo iba a meter. En ese momento me sentí mal por mí misma, no por lo que iba a suceder como tal, sino porque lo deseaba.

Ya tenía su verga afuera, al aire, me la pasó por todo mi culo, la paso por todas mis nalgas. Noté que estaba durísima y que era gruesa. Me pasó la punta por mi ano y yo hice un leve movimiento como si me hubiera pegado un corrientazo. Bajó y ahora sentí su verga a punto de entrar en mi cuca. Me la metió despacio, pero se introdujo toda.

–       Uyyy jueputaaaaa…..que cucota tiene perra. Y esta mojada. No disque muy digna perra?

Diciendo esto comenzó a moverse. Me agarró de la cintura y comenzó a metérmelo y a sacármelo. Lo hacía suave y despacio pero con un ritmo parejo. A mí me comenzó a doler un poco, tal vez por lo gruesa que era la verga de este hombre, pero al mismo tiempo comencé a sentir placer, comencé a sentir que por fin esa calentura y ese fuego iban a ser apagados.

El concejal comenzó a metérmelo tan solo un poco más duro y más rápido. El choque con mi culo ya comenzó a sonar y creo que todos afuera lo estaban escuchando. Él se agacho y por encima de mi blusa agarró mis tetas. Una de sus manos se introdujo por mi blusa para comenzar a apretarme las tetas. Su ritmo del mete y saca se detuvo para comenzar a metérmelo de una sola embestida pero duro. Tomaba impulso y me lo clavaba durísimo. Cuando chocaba con mi culo y su verga estaba toda adentro, comenzaba a sacarla suave y despacio, para nuevamente metérmela con toda la fuerza que este animal tenía.

–       Ayyyyyyy…ooooggggg – solo yo decía eso con cada embestida que me pegaba este hombre

–       Tomaaaaaa oooggggg – y nuevamente con cada metida – tomaaaaaa ogggggg

–       Se lo voy a seguir metiendo cada vez que yo quiera – me susurró al oído

Nuevamente se puso erguido y me agarró por la cintura. Retomó su ritmo de mete y saca  y yo ya comenzaba a gemir, yo ya sentía solo placer.

–       Aaahhh aaaahhh aaaahhhh

–       Se da cuenta que le gusta perra?

Me pegó nuevamente una nalgada y su ritmo iba en aumento al igual que la fuerza con la que me estaba cogiendo. Con una mano me agarró de la cintura y la otra la coloco encima de mi espalda y me lo metía duro. Mi culo sonaba como si me estuvieran pegando con una tabla. Sus embestidas iban en aumento y cada vez mas duras.

–       Aayyyy ayyyy ayyyy

–       Ooggg ooggg mamasotaaaa

Me quitó la mano de la cintura y me agarro del cabello, me jaló e hizo que quedará cerca de su cabeza. Sin dejar de metérmelo, me agarró nuevamente de mis tetas apartándome el brasier y dejándolas libres, me beso el cuello y me volteó la cara para darme un beso. Me comió toda la boca.

Me empujo nuevamente recostándome en el lavamanos. Se detuvo un momento con sus embestidas y con sus manos me abrió el culo, me lo apretó, me acarició las piernas, y luego con las dos manos me tomó de la cintura. Me lo metió hasta el fondo con fuerza y sus embestidas eran descomunales. Me estaba dando por mi cuca con toda la fuerza. Mis tetas se movían y parecían que se iban a desprender de pecho. Mi culo sonaba y yo parecía que me fuera a desmayar por la culeada tan dura que me estaban metiendo.

–       Aaaaaaaahhhhhh aaaaaaayyyyyy aaaaaaayyyyyy aaaaaahhhhhhhh

–       Perrotaaaaaa hijueputaaaaaaa

Yo no podía más del placer. Subí mi pierna izquierda al lavábamos y así mi cuca quedo mucho más abierta. El concejal comenzó a acariciarme esa pierna mientras me estaba clavando durísimo. No paso mucho tiempo desde que subí la pierna y me abrí más para que un chorro de leche llenara toda mi cuca. El concejal se vino y parecía que fuera una manguera. El semen comenzó a salirse de mi cuca. Un poco cayó en el piso, otro poco chorreo por mi pierna. Yo también tuve un orgasmo. Me vine, esa verga me había dado placer y había producido en mí un orgasmo.

–       Perra malparida!!!! Que cucota que tiene!!!! Yo consigo su teléfono y otro día nos vemos y me la culeo otra vez.

Me dio un beso en la boca con lengua y salió del baño. Yo me quedé limpiándome, arreglándome para salir y sintiéndome mal. Me habían acabado de violar, pero ese para mí no era un problema, lo malo era que lo había disfrutado como loca, lo malo era que había tenido un orgasmo y lo malo era que gocé. Habían apagado el fuego de mi cuca.

Salí del baño y todos los que estaban en la sala me miraron. Unos se reían, otros me miraban con cara de placer y note que otros hasta tenían una erección. Yo no deje que me afectara nada de eso, me senté, cruce mis piernas para que las siguieran viendo, y con la cuca recién penetrada esperé a ver qué sería de mí; si me iban a dejar ir o que pasaría.

El concejal volvió, se acercó a mí. – Nos vamos, camine que dos de mis escoltas la van a llevar a su casa – , me dijo mientras me tomo de las manos. Cuando me paré de la silla me susurró al oído.

–       Ellos la van llevar solos, usted y yo nos vemos otro día porque quiero volverla a clavar.

Me entregó a sus dos escoltas, los cuales me llevaron a una camioneta que estaba estacionada en la parte de afuera de la estación. Era una camioneta grande, con vidrios polarizados. Uno de los escoltas me llevó hacia la parte de atrás del vehículo e hizo que me sentara en la silla. Era una silla cómoda pero que se reclinaba hacia atrás quedando como un gran colchón.  El escolta también se subió conmigo, cerró la puerta y se sentó a mi lado, el otro escolta se subió a la parte delantera de la camioneta, era el que iba a conducir. El escolta que se sentó a mi lado, no dejaba de verme las piernas. Me miraba de forma descarada. Yo sentí un poco de temor por todo lo que estaba sucediendo. Ahora estaba con dos tipos armados y desconocidos que me iban a llevar a mi apartamento. Todo fue culpa de mi esposo, si el idiota hubiera llegado al apartamento, estuviéramos culeando bien rico, pero como no llegó me tocó salir a buscar quien me diera verga, pero jamás pensé que me pasaría todo esto, solo quería ir a un bar y conocer a un hombre que me diera buen sexo.

El carro arrancó y los dos escoltas se pusieron a hablar.

–       Mire esta vieja como esta de buena, hermano. Mire esas piernotas

–       Uy si, esta buenísima. Que propone? Aquí mismo? O vamos a algún sitio?

–       Acá mismo, maneje.

Yo les pedí que me dejaran bajar de la camioneta pero el escolta que estaba a mi lado, sacó su pistola. La dejó en uno de los bolsillos de la silla delantera y me dijo que eso no iba a ser posible. Diciendo esto se acercó y de una me agarró las piernas. Yo me puse más nerviosa todavía y mi reacción fue alejarme un poco. Pero él con la otra mano me agarró del cuello y acercó mi cara hacia la suya. Quedamos cerca el uno al otro y me apretó las piernas. Comenzó a acariciármelas y a subirme la falda.

–       Tranquila mi amor, usted está muy buena. Y voy a aprovechar que me la dejaron para cuidarla como usted se merece

Diciendo esto intentó besarme en la boca, pero yo quité mi cara y no dejé que me besara. A él no le importó y me besó en la mejilla. Me apretó las piernas y su beso recorrió toda mi cara. Luego me lamió la mejilla. Yo como pude lo empuje un poco y lo alejé, aunque no pude quitarme sus manos de mi piernas.

–       Que le pasa perra hijueputa? Se va a dejar hacer de todo. Y tranquila que me gusta que sea a la fuerza, para romance tengo a mi mujer en la casa.

–       Por favor, déjeme ir, solo quiero llegar mi apartamento

Le dije esto pero tengo que confesar que fue sin mucha convicción porque una parte de mi cuerpo y de mi deseo, quería que este tipo me cogiera duro. La culeada del concejal había aplacado un poco la arrechera, pero no del todo porque quería que me lo siguieran metiendo.

Volvió a agarrarme por el cuello y acercó mi cara a la suya. Su otra mano ya había subido mi falda por completo y me agarraba las piernas, me las apretaba. Me comenzó a besar el cuello y pasaba su mano por mi cuca. Paró por un instante para quitarse la parte de arriba de su ropa y quitarse también la camisa que tenía puesta. Vi su cuerpo y era atractivo. El escolta era un hombre moreno de pelo corto, desde el comienzo supe que era fuerte y era un tipo grande.

Cuando su pecho estaba desnudo, volvió a besarme el cuello y a lamerme la cara. Llegó a mi boca y ahora si me besó. Me metió su lengua en mi boca y me besaba con pasión. Su beso fue como una chupada de boca. Detuvo su beso, y comenzó a acomodar la silla para que quedara convertida en una especia de cama. Me agarró por un brazo y me tumbo sobre esta. Me empujo por los hombros e hizo que de una quedara acostara sobre la silla

–       Mire malparida perra, se deja hacer de todo o de verdad la meto en problemas para que vaya a parar a la cárcel, ya vio quien es mi jefe cierto?

Al decirme eso me asusté, aunque tampoco quería que me siguiera tocando. Su cuerpo era atractivo y era un hombre grande, pero se le sentía el sudor del día, aparte que era un hombre tosco.

Me agarró una pierna y la comenzó a acariciar. Llegó hasta mi culo y me lo apretó. Me besaba por todo el cuello y toda la cara, me daba besos en la boca y apretaba las piernas. Se detuvo y le dijo al escolta que estaba conduciendo que no parara para nada, solo en los semáforos y que diera vueltas por toda la ciudad hasta que él le dijera.

Tomó con ambas manos el cuello de mi blusa y con toda la fuerza que este animal tenía me la abrió de un solo esfuerzo. Los botones salieron disparados y mis tetas quedaron descubiertas; solo las tapaba el brasier. El escolta sacó de uno de los bolsillos del pantalón un cuchillo pequeño y cortó mi brasier por la parte de adelante. Ahora si mis tetas estaban totalmente descubiertas y listas para recibir la boca y las manos del salvaje que tenía encima. No demoró ni un segundo en apretarme duro mis tetas con sus manos, luego se colocó nuevamente encima de mí, me beso el cuello nuevamente mientras apretaba mis tetas. Bajó por mi cuello y comenzó a lamerme el pecho. Cuando llegaba a mis tetas las chupaba y las besaba. Mis pezones comenzaron a ponerse duros y apuntar al techo. Yo aún estaba confundida, pero ya comenzaba a sentir ganas de que me lo metiera.

Siguió con su chupaba a mis tetas y de nuevo acarició mis piernas. Mi falda ya la tenía en la cintura. Se levantó y agarró su cuchillo de nuevo. Me lo pasó por mi cara y por mis tetas y me pegó una cachetada al mismo tiempo que me decía perra. Con su cuchillo abrió mis medias y rompió mi tanga. Toda mi cuca quedó al descubierto aunque tuviera colocada mi falda, mis medias y mi tanga.

–       Que cuquita tan rica tienes perra.

Y bajo y comenzó a darme lengüetazos en mi clítoris y en mi cuca. Mientras su boca chupaba toda mi cuca, pasaba su cuchillo por mi pecho en una forma amenazante que me obligaba a quedarme quieta. Su lengua comenzó a jugar en mi cuca. La movía en círculos y la pasaba por mi clítoris y por mis labios vaginales. Arrojó el cuchillo lejos y me agarró las tetas mientras me pegó un chupo duro en mi cuca que me arrancó un “ay”. Yo cerré los ojos y comencé a sentir el placer que esa lengua me estaba dando. Aún no estaba entregada a ese placer pero al menos no estaba tan nerviosa ni tan tensa como antes.

Me agarró de las piernas y comenzó literalmente a comerme la cuca. Me la chupo con fuerza y ahora su lengua parecía la de un perro cuando está tomando agua. Se detuvo, yo abrí los ojos y lo miré. Tenía su cara roja y llena de placer. Se desapuntó sus pantalones y se los comenzó a bajar. Le vi la verga por primera vez. No era una verga tan grande, pero si era gruesa y se notaba que estaba tiesa como una piedra.  Se quitó su pantalón solo de una de sus piernas, de la cual también se quitó su zapato. En la otra pierna se dejó el zapato y el pantalón bien abajo, le llegaba hasta el tobillo. Acercó su verga a mi cuca pero no me la metió sino que la restregó en mi clítoris y en mis labios. Nuevamente se tiró sobre mí y me comenzó a besar en la boca. Se detuvo y tomo una de mis manos. La llevo hasta su verga e hizo que se la cogiera toda.

–       Mira perrita lo que vas a tener adentro. Me la voy a culiar y sepa que esta es tan solo la primera vez. Si es el caso le pego un tiro a su maridito con tal de seguírmela culiando.

Quitó mi mano de su verga, me agarró las tetas. Colocó su tieso pene en mi cuca. Su punta estaba en el comienzo de mi hueco. Me acarició las piernas, me las apretó y las subió un poco. Las abrió más y comenzó a introducirme su verga en mi cuca. Su pene se detuvo a medio camino y no entró más. Él al sentir esto me lo empujó con toda su fuerza para que se introdujera por completo. Me dolió pero no podía hacer nada, ya estaba clavada por este tipo y lo único que me quedaba por hacer era tener mis piernas abiertas y dejar que este animal me lo metiera como quisiera.

Cuando ya estuvo todo adentro, se comenzó a mover durísimo. Obviamente a él no le importaba lo que yo sentía, solo le importaba su placer. Se movía con fuerza, lo metía y lo sacaba muy fuerte.

–       Uy que hijueputa cuconón que tiene perra y usted es una malparida perra, está completamente mojada. Mire como entra, mire como entra de sabroso.

Mientras me lo metía miraba como mi cuca recibía a su verga gruesa. Yo estaba mojada porque estaba un poco excitada y creo que eso era lo que más me daba nervios.

Sin dejar de metérmelo, nuevamente besó mi pecho y mis tetas. Subió a mi cuello y parecía que me fuera a morder porque sus besos ya eran fuertes y desesperados. Yo pensé que él se iba a venir rápido pero la culeada que me estaba metiendo continuaba siendo dura y rápida. Me estaba dando muy duro, lo cual me obligó a soltar un gemido y a entregarme a ese placer.

–       Aaaayyyyyyyy aaaayyyyyy aayyyy jueputaaaaa ah ah ah ah ah

–       Perra hiejuputa que rica que esta. Se da cuenta – hablándole al escolta que estaba conduciendo-, le dije que esta perra le gustaba

Me agarró las piernas y me apretó el culo, se puso con su tronco erguido de nuevo y ahora colocó mis piernas en sus hombros. El carro se movía y eso ayudaba a que me lo metiera más y más duro.

Con mis piernas en sus hombros, él se levantaba y sencillamente se dejaba descolgar para metérmelo fuerte y hasta el fondo. Todo el peso de su cuerpo era el que empujaba  su verga dentro de mi cuca. Colocó sus manos sobre mis tetas y se apoyó en ellas mientras me lo seguía metiendo. Quitó mis piernas de sus hombros, volvió nuevamente a besarme la boca, me lamió la cara y de nuevo comenzó a besarme el cuello.

Crucé mis piernas sobre su cintura, estaba recibiendo mucho placer y yo estaba perdida. Toda mi arrechura, todo mi deseo de sexo,  este animal lo estaba saciando. Su culeada era descomunal y me estaba dando con toda. Sus manos pasaban y apretaban mis tetas y de igual manera me apretaba mis piernas y mi culo.

–       Ayyyy ayyyy ayyyy ah ah ah ah ayyy jueputa ayyyy ayyyy ayyyyy

–       Eres preciosa mi amor y eres mía

En todo el tiempo era la primera vez que me trataba un poco bien, aunque su culeada era más fuerte aún y era como clavando con odio.

Nuevamente colocó su tronco erguido, pasó mi pierna derecha hacia el otro lado haciendo que mis piernas quedaran cerradas a un lado de él. Mis piernas seguían en el aire, solo que en vez de estar abiertas, estaban cerradas hacia un lado de él. Me lo seguía metiendo y el choque de su cuerpo con el mío producía un sonido ensordecedor como si alguien estuviera chapoteando agua. Por el lado opuesto a donde mis piernas apuntaban, comenzó a acariciármelas. También acarició y me apretó el culo. De nuevo abrió mis piernas y me lo seguía metiendo durísimo. De pronto su culeada se detuvo. Yo pensé que se iba a venir.

–       Ayyy por que para? Siga siga

–       Voy a seguir pero es que no puedo dejar pasar ese culote. Tengo que sentir ese culo, le tengo que reventar ese culote

Me tomo por la cintura y con un movimiento brusco y fuerte me volteó y me colocó boca abajo. Me agarró el culo con ambas manos y me lo apretó fuerte. Se tiró encima de mí y sus manos pasaron por debajo y me agarro de las tetas. Se movía tratando de metérmelo por el culo pero no encontraba el agujero. Cuando su punta rozo mi ano yo emite un sonido y me moví un poco. Él se dio cuenta que estaba en el sitio correcto y comenzó a empujar para introducirlo. Quitó una de las manos de mis tetas, se la mojó con saliva y me la paso por mi culo, más exactamente por mi ano. Me metió un dedo suavemente, luego me lo sacó. Siguió intentando meterme su verga en mi culo; lo logró. Su verga se fue introduciendo suavemente pero con firmeza. Llegó hasta el fondo, tenía la verga del escolta metida hasta el fondo de mi culo.

Se comenzó a mover de igual manera, duro, fuerte y rápido. No le importaba para nada lo que yo pudiera estar sintiendo. Comenzó a besarme el cuello y su metida por mi culo era fuerte. Yo sentía como se movía y como vibraban mis nalgas cada vez que me lo metía. Yo gemía y sentía una mezcla de dolor y de placer, movía mis brazos para intentar zafarme del macho que me estaba montando pero sin mucha convicción porque lo estaba disfrutando.

El escolta colocó sus brazos estirados sobre la silla de la camioneta y su tronco quedó estirado mientras seguía con su enculada. Sentí que entró aún más profundo con el cambio de posición y me comenzó a doler más.

–       Ayyyyy ayyyy ayyyy aayyyyy

–       Mucho culote el suyo perra hijueputa!!! Se lo voy a reventar!!! Ooooggggg ooooggggg

El escolta estaba descontrolado y me lo empujaba con toda su fuerza. Cuando creí que no me lo podía meter más duro por mi culo, recostó sus brazos con sus codos sobre la silla y acomodó sus piernas de tal forma que solo las tenía apoyadas con sus pies. De esta forma comenzó a dar una especia de pequeños saltos los cuales cuando caía me introducía su verga más duro y más al fondo. Se levantaba y se dejaba caer con fuerza y con todo el peso de su cuerpo. Su verga entraba duro y hacia que mi culo se dilatara. Mis nalgas temblaban cuando chocaban con su cuerpo y cada vez que su verga taladraba mi culo hacia que yo soltara un grito.

–       Aaaahhhh aaaaaahhhhh

–       Tomeeee ooooggggg

Pensé que no demoraba en llenarme el culo con su leche, pero duró otro rato clavándome por el culo y haciéndome gemir de dolor y de placer. Estando en esta posición pude ver por la ventana por cual parte de la ciudad estábamos pasando. Noté que estábamos en la zona donde mi marido me había dicho que estaría tomándose unas cervezas. Esto hizo que todo mi placer explotara. Mi marido estaba tomando cerveza y en alguno de los carros que estaban pasando por la zona, se estaban culeando a su mujer

El escolta terminó con su enculada y me volvió a colocar boca arriba con las piernas abiertas. Me pego una cachetada y me dijo perra. Luego me lo metió de una y con fuerza. Comenzó nuevamente con su arremetida contra mi cuquita que para ese momento ya solo esperaba esa verga para que la reventara de puro placer. Con cada metida que me pegaba, mis tetas se movían y casi que llegaban a pegarme en la cara producto de la fuerza con la que me estaba metiendo su gruesa verga. Acercó su cara hacia la mía, me miró a los ojos, la intensidad de la culeada aumentó, yo cruce mis piernas sobre su cintura y le agarré su culo con mis manos. Con estas acciones y con mi mirada, le estaba diciendo que lo estaba disfrutando como poseída. El escolta, sin parar de clavarme, me beso apasionadamente introduciendo su lengua en mi boca. Me beso la mejilla derecha para luego comenzar a besarme con mucha pasión mi cuello. Sus enormes manos apretaban mis tetas pero después sus caricias pasaron por mi cintura para terminar en mis piernas. Volvió a besarme la boca de la misma manera apasionada que lo había hecho tan solo un momento atrás. Yo estaba sintiendo mucho placer y a la vez sentí que por un momento era importante para el escolta.

Dejó de besarme, volvió y me miró a los ojos y la culeada que me estaba metiendo también paró. Yo le pedí que no parara y comencé a moverme. Me agarré las piernas con mis manos y comencé a moverme rápido para sentir la verga de mi macho adentro mi cuca, latiendo, moviéndose, dándome placer. Luego coloque mis pies en la silla para apoyarme y moverme hacia su verga. Empujaba mi cuerpo hacia el de él y yo misma hacía que su verga se introdujera en mi cuca.

–       Mucha perraaaaaa!!! Que ricaaaaaaa se da cuenta como le gusta

–       Siiii no pares!!! Papasitoooo!!! No pares!!!!

Comenzó a moverse con fuerza de nuevo. Sus descomunales arremetidas continuaron. Con una mano, me levantó la pierna y luego con la otra mano la otra pierna. Ya no tenía mis piernas apoyadas sobre la silla, ya las tenía de nuevo levantadas y abiertas.

Después de esto, el escolta se recostó sobre su costado, encima de mi pierna

–       Si quiere más verga, súbase encima

Lo que quería era que yo lo cabalgara. Él se recostó sobre la silla de la camioneta boca arriba y yo sentada sobre él, con su verga adentro, me comencé a mover. Inicialmente hice un movimiento hacia adelante y hacia atrás para solo moverle esa verga dentro de mi cuca. Luego si comencé a cabalgarlo. Subía despacio y me lo sacaba hasta la mitad, para luego sentarme e introducírmelo con fuerza. Estuve unos minutos haciendo esto, quería sacarle toda la leche a mi animal. Cuando noté que estaba a punto de venirse, intenté cabalgarlo más rápido pero él no dejó.

–       Espere perraaaaaaa…todavía no.

Y diciendo esto, me volteo con toda su fuerza quedando nuevamente encima de mí. Su verga estaba adentro pero no se movía.

–       Que quieres mi perrita? Que le aplique toda mi lechita en su carita de puta?

De pronto se escucha una voz desde la parte de delante de la camioneta, era el otro escolta que estaba conduciendo el que hablaba.

–       Compañero, eso llénele esa cuca de leche, llénesela toda!!!

–       Tiene razón. Le voy botar toda mi leche dentro de la cucota tan hijueputa que tiene. La voy a preñar perra malparida

Quedó erguido de nuevo, tomo mis piernas por los tobillos y me las abrió hasta donde daban. Comenzó a moverse rápido y con fuerza. Me estaba reventando la cuca. Yo tuve un orgasmo delicioso, me vine y me retorcía de placer. El macho que me estaba clavando con brutalidad se movía y hacia que mis tetas casi llegaran a mis hombros producto de la arremetida que me estaba dando. Yo tenía las piernas bien abiertas, con tacones, la falda subida hasta la cintura y las tetas al aire. Una total puta, una mujer que la estaban violando pero que lo disfrutaba y que quería esa verga tan rica la clavara más y más duro. Y el escolta parece que leyó mi mente, porque comenzó a darme con brutalidad. Sus metidas eran fuertes y sentía que adentro tocaba hasta el fondo, como si tocara un límite el cual con sus embestidas, iba a romper.

–       Uy la va a partir!!! – Dijo el escolta que estaba conduciendo

–       La voy a reventar!!!!! Mucha mamasota!!!!! Tomeeeeee tomeeeeee tomeeeeee ogggggg ogggggg ooogggggg

–       Ayyyy ayyyyy me duele!!!!!!!! – Dije en ese momento porque después de tener mi orgasmo, comenzó a dolerme, pero igual me gustaba que me doliera

–       Que cucotaaaaaaa!!!!!! Aaaaaaaagggggggg aaaaaaaagggggg

Salió un chorro de leche de su verga. Salió con fuerza, con una presión descomunal. Estaba caliente y sentí como si fueran litros. Cuando sentí su leche, su semen caliente, tuve otro orgasmo. Sentí delicioso y mi cuca se contraía del orgasmo tan delicioso que estaba teniendo. Cuando el escolta desocupó sus huevos en mi cuca, se tiró sobre mí. Me dio un beso apasionado e intenso. Me metió su lengua y me chupo la boca. Luego dejo de besarme me miró a los ojos.

–       Eres una delicia perra. Voy a agarrar su número de teléfono para llamarla e irnos ud y yo a culiar otra vez.

Me obligó a darle mi número. No le tomó mucho esfuerzo; yo estaba destruida, estaba como dopada por la culeada que me había metido el salvaje ese y aparte de todo me había gustado.

El escolta se volvió a colocar su ropa rápidamente, mientras que yo aún seguía recostada en la silla. Estaba adolorida, no entendía todo lo que estaba pasando, había disfrutado como poseída, pero no dejaba de ser una violación. De pronto la camioneta se detuvo, no sé en qué parte de la ciudad, solo sentí que se detuvo. El escolta que me había culeado abrió la puerta y se bajó de la camioneta. Mientras que el que iba conduciendo, se subió en la parte de atrás, conmigo, intercambiando lugares con el anterior.

–       Arranque que ahora me toca a mí. Esta hijueputa está muy deliciosa para dejarla pasar – Le dijo este escolta al que había acabado de ser mi amante.

El nuevo escolta, por llamarlo de alguna manera, se desabrochó su pantalón y se lo bajo de una. Este escolta era delgado y también feo, pero tenía una verga enorme la cual ya estaba parada y tiesa.

–       Uy no, no más!!! Por favor no más!!!!! Me duele!!!!

Le dije así porque de verdad estaba adolorida y destruida. Pero no le importó para nada. De una se acercó a mí con su vergota. Se tiró encima de mí, me chupó las tetas y me la metió de una. Como estaba mojada y llena de leche, su verga se fue hasta el fondo de una. Yo simplemente grité. Él se comenzó a mover fuerte y rápido.

–       Malparida para estar tan buena. Pero su cuca está muy abierta malparida perra.

Diciendo esto, me lo sacó, me volteó y nuevamente yo estaba boca abajo, ofreciéndole todo mi culo a este otro animal. Me agarró de las nalgas, las abrió y luego me pegó una nalgada. Se colocó encima de mí y comenzó a buscar mi ano para metérmelo. Su pene estaba húmedo por haberlo metido en mi cuca antes, así que cuando se puso en mi ano, su enorme verga entro de una y hasta el fondo.

Comenzó a clavarme y a taladrarme el culo con fuerza. Desde el comienzo estaba enloquecido. Me clavaba con fuerza y mi culo sonaba como dando aplausos, como si estuviera recibiendo nalgadas, pero estas nalgadas no eran con las manos sino con el cuerpo de él mientras me clavaba su verga. Él estaba tirado encima de mí, yo sentía todo su peso. Con sus manos me acariciaba el culo y me metía las  manos debajo de mi pecho para agarrarme las tetas.

Yo no estaba disfrutando nada, me estaba doliendo y estaba haciendo fuerza y movimientos para que se me quitara de encima este nuevo animal. Pero él, al contrario, me lo metía más duro por mi culo.

–       Quieta perraaaaaa!!!!!! Ni crea que voy a parar de darle por ese culo!!!! Tomeee perraaaa!!!!

Me tomó de las manos y con su peso me inmovilizó. Me seguía dando durísimo por el culo. De pronto sus embestidas aumentaron y sentí que había desgarrado algo por dentro. En ese momento, sentí como me llenaba el culo de leche.

–       Aaaagggggg aaaaggggg aaaaaaggggg perrotaaaaaa ricaaaaaa

Acabó desocupándose en mi culo, me lo sacó y se arregló su pantalón. Me dijo que me arreglara rápido que me tenía que bajar de la camioneta. Yo estaba como en un limbo, no sabía si todo fue real, estaba abrumada. Les dije que si me podía llevar a mi casa, pero en medio de risas me dijeron que no, que me tenía que bajar ya de la camioneta. Me arreglé como pude. Las medias y la tanga estaban rotas, así que de la parte de abajo solo baje mi falda. Busqué unos pañitos en mi bolso para limpiarme el semen que estaba en mis piernas, pero los escoltas me dijeron que me tenía que bajar ya. Así que mejor me arregle como pude la blusa; no tenía botones, no me la podía abotonar. Así que para no salir mostrando las tetas, ya que mi brasier también estaba roto, decidí amarrarme la blusa como si fuera una ombliguera.

Me baje de la camioneta en una calle solitaria. No sabía para donde caminar, no sabía que transporte coger. Pero de un momento a otro, tuve un poco de suerte, pasó un taxi, lo tomé, me subí y le indiqué hacia donde debíamos ir. En ese trayecto, pensaba todo lo que había sucedido esa noche. Me habían violado, pero lo que más me perturbaba era que lo había disfrutado. Estaba calmada y ya sin arrechera. Mis deseos se habían calmado y mi cuca estaba tranquila, el fuego se le había ido. Mis pensamientos se vieron interrumpidos cuando de pronto noté que el taxista no paraba de mirarme por el retrovisor. Había disfrutado mucho con esos tres machos que me había clavado deliciosamente, pero no quería más.

–       Va a esa dirección a prestar un servicio? – me preguntó el taxista – Si quiere la espero para cuando termine.

Claro, él pensaba que era una puta con la pinta que tenía. Pero tenía razón, yo era un puta insaciable a la cual solo le importa tener vergas adentro de la cuca o del culo y le fascina sentir el cuerpo y el aliento de un macho encima.

–       Si, voy a ver a un cliente, pero me demoro, voy a pasar la noche con él, así que le agradezco, pero no me espere.

Le contesté para que apenas me dejara en mi apartamento se fuera.

Llegamos, le pague la carrera, y entre al edificio. Coloque mi bolso en mi pecho para que el celador no se diera cuenta. Cuando entre a mi apartamento, esperaba que mi marido no estuviera porque no sabría cómo explicar el estado en el que había llegado. Por fortuna, no había llegado. Me fui directamente al baño, tomé una ducha y me limpie de todo. Terminé de ducharme, me coloque una bata, tomé la ropa, me dirigí hacia donde estaba la lavadora y la coloque dentro. La iba a lavar al día siguiente. Cuando me dirigía a mi habitación para colocarme mi pijama y dormir, mi marido llegó. Estaba un poco ebrio. Me miro, me saludo y de una me tomó con fuerza por la cintura. Me besó y me abrazó. Me llevó hacia la habitación, me quito la bata, me acostó en la cama boca arriba. Él se desnudó y me clavó. Comenzó a metérmelo fuerte. Tuve que fingir que estaba disfrutando porque en realidad me dolía y mucho. Me dio excesivamente duro y no terminaba nunca. Fue largo, yo diría que pasaron como treinta minutos de clavada dura. Me lleno la cuca con su semen, me lo sacó y se durmió. Yo estaba adolorida, solo abrí las piernas y deje que mi marido me culeara, pero casi que no las podía cerrar.

Me coloqué de medio lado e intente dormir. Al comienzo de la noche estaba muy excitada, quería hacer el amor con mi marido. Pero al saber que él no llegaría temprano, salí en busca de un hombre para tener sexo con él. Pero yo solo quería saciar mis ganas de sexo con solo un macho, pero en vez de eso, cuatro vergas me había taladrado. Tres me reventaron la cuca y una me reventó el culo. Que gran puta que era, pero lo peor de todo es que me fascina y lo disfruto demasiado y seguiré siempre con ganas de tener un macho encima de mí.