Si, las mujeres somos unas guarras a las que le gusta follar. Mi cuerpo es mío y yo decido que hacer con él

Puedo ser cualquiera, tu vecina, tu amiga, la chica del metro… Una mujer despampanante o una chica tímida escondida tras unas gafas. Alguien que está cansada de que la traten y la miren simplemente como un objeto sexual.

¡Qué quede claro! Si me pongo una minifalda, no voy buscando guerra. ¿O acaso los hombres vais buscando que os metan mano cuando os ponéis un pantalón ajustado? Así que ni me cojas el culo, ni intentes sobarme las tetas.

Si me quiero besar o liar con un tío que me gusta, no quiere decir que lo haga con todo aquel que se me ponga por delante. Es mi decisión personal y no eres nadie para juzgarla.

Si no te digo sí, no lo des por implícito, ni intentes forzar la situación. Aquí disfrutamos los dos o no disfrutamos ninguno. Si se te ha puesto dura la polla pensando que íbamos a follar, cuando no ha sido así, te la meneas y santas pascuas. A mí no me metas en tus movidas.

Si algunas se lían con cuatro o cinco a la vez, allá ellas, están en su derecho, pero no intérpretes que es una moda que seguimos todas. ¿Sabes lo que es  el libre albedrio?

Olvídate de ese precepto absurdo de que las mujeres, si nos gusta follar, somos unas guarras. Insisto, nos tiramos a quien nos apetece. No a toda el grupo. Gustos, colores.

Mi cuerpo es mío y yo decido que hacer con él, no soy un objeto, no soy una conquista para alimentar tu ego de macho.

Eso no quiere decir que no haya tenido malos polvos, imagino que como todos. Sin embargo procuro decidir con quién, cómo y por qué estoy. Así que si alguna vez entra a formar parte de mi lista, puede que el fácil seas tú y no yo.

Por último, si me quieres llamar feminazi, lo puedes hacer. No seré yo quien te saque de tu error.

No lo olvides: «No es no».