Teniendo sexo con mi prima después de tanto tiempo

Raúl

Me llamo Raúl y es el tercer relato que envío. Los dos anteriores tenían como protagonista a mi mujer pero esta vez quiero contaros lo que sucedió entre una prima mía y yo.

Ella se llama Bárbara. Tiene 40 años es alta pues mide cerca de 1,80. Rubia y con unos ojos azules preciosos y un tipo monisimo. Está casada y tienen 4 hijos el menor de 3 años que es mi ahijado y la mayor de 12 años. Últimamente mas o menos desde hace un año su relación matrimonial va fatal hasta el punto que su marido duerme en otra habitación por lo que no tienen ninguna relación íntima. Mi relación con ella fue siempre de mucha confianza y amistad y nos consideramos como hermanos. Hace cosa de quince días pasé por su casa a tomar un té y empezamos a hablar sobre su matrimonio. De la mala relación que tenían su marido y ella y la suerte que tenía yo al no tener problemas con mi mujer. Sobre todo de la suerte que tenía mi mujer de tenerme cuando quisiera.

La conversación acabó siendo un poco picante hasta que me preguntó que era lo que le gustaba a mi mujer en relación al sexo. Yo me quedé un poco parado pues no esperaba esa pregunta, pero le contesté si quería saber lo que a mi mujer le gustaba hacer o que le hicieran. Mi prima se puso colorada y sin mirarme a los ojos contestó que quería saber que le gustaba que le hicieran.

No se como, pero me di cuenta que mi prima estaba muy necesitada de sexo. Sin pensar le pregunté que cuanto tiempo hacía que no follaba. Me contestó que casi un año. Así como en broma le dije que si yo tenía a mi mujer un año sin follar lo más probable es que me echara de casa. A mi esa conversación me estaba empezando a poner cachondo y de golpe le pregunté si de verdad quería saber que le gustaba que le hicieran a mi mujer. Me contestó. Ya te dije que si. En la forma de decirlo note como que le temblaba la voz y que a ella esa conversación también empezaba a ponerla caliente. Bien. Si quieres saberlo lo sabrás. Levántate y ponte de pie aquí delante de mí. Ella así lo hizo. Ahora acércate y abre las piernas.

Quiero deciros que tenía puesta una falda de cuadros escoceses de esas cruzadas que le daba un poco por encima de la rodilla. Me quedé mirando sus piernas y os digo que son largas, larguísimas y delgadas con un tobillo fino y por lo que hasta ese momento veía una pantorrilla perfecta. Eran unas piernas preciosas. Le desabroché el imperdible que tenía en el cruce de la falda y empecé a acariciárselas. Ella cerró los ojos y me dijo que era la primera vez que alguien que no fuera su marido le tocaba y acariciaba las piernas de ese modo. Con mis manos recorría sus piernas acariciándolas por la parte exterior desde los tobillos hasta sus caderas. Sentía como se le ponía la piel de gallina y que su respiración empezaba a ser más rápida. Al cabo de un ratito empecé a acariciarla por el interior de sus muslos desde la rodilla hasta tocar sus braguitas. Cada vez que las tocaba me daba cuenta que estaba ya mojadísima. Y agarrándolas con las dos manos se las fui bajando despacio hasta que quedaron a la altura de las rodillas. Al verla así con las piernas abiertas y las bragas en las rodillas siempre pienso lo mismo.

Creo que no hay cosa más erótica que ver a una mujer de esa manera. Seguí bajándole las braguitas hasta que se las quité. Me las llevé a la cara y pude oler y sentir ese aroma de mujer caliente y abandonada sin voluntad para negarse a nada que quieras hacerle. Así era como estaba mi prima caliente y abandonada. Totalmente sometida a todo lo que me apeteciese hacerle. Es ese momento colocó sus manos en mis hombros y abriendo los ojos me dijo. Por favor trátame con cariño. Haz lo que quieras conmigo pero hazlo con dulzura. Quiero recordarlo de esa manera como algo bonito y no como algo sucio de lo que tenga que avergonzarme cada vez que te vea. La miré y estaba empezando a llorar. Al verla así le dije. Yo también quiero recordarlo como algo precioso que nos esta pasando a ti y a mí. No tendrás que avergonzarte al revés será algo que recordaremos, como tu dices, bonito y dulce.

Seguí acariciándole las piernas y sobre todo el interior de sus muslos rozando cada vez con más frecuencia los labios de su coñito. Era tal la cantidad de flujo que salía de su interior que le corría por sus muslos mojando las palmas de mis manos. Era espeso y de un fuerte olor. Ella cada vez respiraba más fuerte y rápido y empezaba a mover muy despacio sus caderas. Viendo que su grado de calentura era ya importante le dije. Desabróchate la falda y déjala caer. Quiero ver lo que tienes entre las piernas. Así lo hizo. Se desabrochó la hebilla de su falda y esta cayó al suelo dejado al aire un coño espectacular. Propio de una mujer con cuatro hijos. Al tener los muslos delgados había una separación entre ellos de unos cuatro centímetros por lo que el coño quedaba como colgado entre ellos. Como digo era espectacular. Los labios mayores los tenía abultados y abiertos y a través de ellos salían colgando los pliegues de sus labios menores. Esos pliegues colgaban de su coño como dos centímetros eran carnosos y rosados. Y debido a lo empapados que los tenía brillaban. En la parte superior de su coñito donde se juntan sus labios menores aparecía claro y abultado el clítoris. Con mis dedos pulgar e índice le corrí la piel que lo cubría y salió libre. Era blanco casi como transparente y se le veía brillante y precioso.

La verdad viendo a mi prima con lo delgada que era no me podía ni imaginar que tuviera semejante coño entre las piernas. Empecé a acariciárselo lentamente. Primero por los labios mayores de arriba hacia abajo con un dedo luego con dos después con la mano entera a continuación empecé a introducirle los dedos a través del canal que dejaban los labios menores. Iba de arriba abajo. Desde el agujerito del ano hasta el clítoris una y otra vez a veces rápido otras despacio.

Había que ver a Bárbara moviendo la cabeza hacia delante hacia atrás hacia los lados con la boca abierta gimiendo en cada bocanada de aire al ritmo que yo marcaba con mis manos en su coño. Movía las caderas con fuerza como para aumentar su placer. Sabía que si seguía tocándola de esa manera se correría. Pero yo no quería que se corriera. Quería tenerla disfrutando de esa calentura más tiempo. Así que cuando notaba que le llegaba el orgasmo casi paraba de acariciarla solo la tocaba con delicadeza hasta que notaba que podía volver a acariciarla. Al cabo de un rato con lagrimas en los ojos y casi como no pudiendo ni decirlo me miró y me dijo. Raúl por favor deja que me corra. Por favor no pares de tocarme y de acariciarme cuando ves que me viene el orgasmo. Te lo suplico. Lo necesito. Necesito sentir ese orgasmo dentro de mí. Déjalo venir. No me lo cortes más o me moriré. Y así hice. Cuando me di cuenta que le venía seguí acariciándole el clítoris y tuvo ese orgasmo que quería largo, intenso. Le temblaban las piernas todo su cuerpo empezó a convulsionarse los gemidos se convirtieron en gritos. Los gritos en llanto y el llanto en placer.

Era maravilloso ver a mi prima corriéndose entre mis manos. Apretando con sus manos mis hombros para no caerse y siempre mirándome. No paraba de mirarme. Pero lo que mas me marcó lo que mas me impresionó era que a cada oleada de placer que tenía me miraba aun más fijamente a los ojos y me decía. Te quiero. Te quiero. Te quiero.

A todas estas mi prima solo estaba desnuda de la cintura para abajo. Aun llevaba puesto una blusa y una rebeca. Cuando terminó su orgasmo le quité la rebeca y le desabroché los botones de la blusa. Despacio. Disfrutando cada botón, cada mirada, cada segundo, hasta que solo tuvo puesto el sujetador. Entonces fui yo el que mirándola a los ojos le pedí. Quítalo. Quiero ver tus pechos. Ella con una sonrisa en los labios y una mirada limpia y encantadora me contesto. Y yo quiero enseñártelos. Quiero que me los acaricies. Quiero que me los beses. Quiero que me los chupes. Quiero lo que tú quieras. En ese momento yo estaba acojonado. No sabía que pensar. Mi prima se me estaba declarando como si tuviésemos quince años o lo que decía era producto de la calentura que tenía.

Mi prima tiene unos pechos no muy grandes son de ese tamaño que casi los cubres con las manos. Pero eran perfectos. Nada caídos. Como los de mi mujer respingones. Con los pezones apuntando hacia arriba y una aureola pequeña. Empecé a acariciárselos despacio. Los apretaba y luego los soltaba. Le agarraba los pezones y tiraba de ellos con los dedos. Se los apretaba. Acercando mi boca se los chupaba, lamía, mordía. Era una delicia. Mientras yo le hacía todo eso ella me miraba. De vez en cuando cerraba los ojos y me decía. Dios que feliz tiene que ser tu mujer si le haces sentir sola la mitad de lo que me estas haciendo sentir a mí. Nunca en mis años de matrimonio mi marido me hizo sentir lo que me estas dando tu. Yo ya no aguantaba más. Mi poya estaba apunto de reventar.

Mientras le chupaba los pechos empecé a desnudarme hasta quedar desnudo igual que ella. Entonces apartó mi cara de sus pechos y se quedó mirándome la poya. No os lo creeréis. Pero empezó a llorar otra vez y decía. Lo sabía. Sabía que sería así. Siempre que te veía pensaba como la tendrías. Y deseaba que fuese así. Grande, gorda. Pensarás que soy una puta o una mala esposa por pensar como sería tu poya. Pero no puedo evitarlo. Son cosas que no se pueden evitar cuando se desea a alguien y yo te deseo. Te he deseado desde que era niña. Ya con quince años me masturbaba pensando en ti y ahora estas conmigo. Aquí estoy. Desnuda para ti. Quiéreme vida mía. Quiero sentirte dentro de mí. Necesito disfrutar de ti.

Nada más decir esto se acercó más a mí. De pie como estaba se coloco de manera que mi poya quedase debajo de su coñito. Me la agarró con una mano y guiándola se colocó la punta en la entrada de su cuevita. Empezó a bajarse lentamente sobre mi poya. Mientras se la metía, la cara le iba cambiando. Cada centímetro que entraba era un gemido y una bocanada de aire que entraba por su boca abierta. Cuando tenía dentro de ella más o menos la mitad de mi poya se inclinó hacia delante. Me abrazó y se la metió de golpe. El grito que dio me estalló en el oído y pensé. Dios que estoy haciendo en que lío me estoy metiendo. Pero no me importaba. Quería hacerlo. Quería follarme a mi prima Bárbara. Lo estaba deseando. Una vez que la tuvo toda dentro empezó lentamente a subir y bajar sus caderas haciendo que mi poya entrase y saliese de ella. Primero despacio. Pero a cada golpe se la metía y se la sacaba más rápido. Hasta que no había transcurrido ni un minuto con mi poya dentro. Volvió a mirarme a los ojos y llorando o gimiendo ya no lo se me dijo. Me viene otra vez vida mía. Me viene otra vez. Y le vino otro orgasmo aun mas largo y violento que el que tuvo en mis manos. Temblaba, gritaba, todo su cuerpo se estremecía, se agarraba con sus manos los pechos y mirándome decía. Así. Así es como siempre pensé e imaginé que sería follar contigo. Te quiero. Te quiero. Te quiero.

Cuando acabó de correrse y con mi poya a punto de reventar aun dentro de ella. Agarró mi cara con sus manos y me dio un beso no precisamente un beso entre primos y mirándome con esos ojos azules maravillosos me dijo. Ya se, lo que le gusta que le hagan a tu mujer. Ahora vas tú a saber, que es lo que me gusta hacer a mí.

Se fue desclavando lentamente mi poya de dentro de ella. Se puso de pie y en ese momento la vi. Por primera vez totalmente desnuda delante de mí. Era como una diosa rubia, alta, con unas piernas preciosas. De anuncio de medias le dije. Unas caderas y unos pechos que no me cansaría nunca de mirarlos. Como digo se puso de pie. Me separó las piernas. Se arrodilló entre ellas y mientras que con una mano me agarraba los huevos con la otra empezó un sube y baja en mi poya. Creí volverme loco. Ver a mi prima Bárbara así arrodillada era demasiado. Al momento sin dejar de mirarme abrió la boca y se tragó mi poya. Subía y bajaba la cabeza haciendo que mi poya entrase y saliese de dentro de ella. A la vez movía su lengua alrededor de la punta. Yo estaba en la gloria. Quería que durase.

Ver a Bárbara chupándome la poya. Haciéndome la mejor mamada de mi vida y sin dejar de mirarme a la cara era algo que no puedo explicar. Cuando yo ya no podía más se sacó mi poya de su boca y me dijo. Dámelo. Quiero sentirlo dentro de mi boca. Quiero tragarme todo tu amor. Quiero hacerte feliz como tu me has hecho a mí. Y diciendo esto se la volvió a meter en la boca y ya no aguanté mas me corrí dentro de su boca. Mientras me corría ella seguía chupando y chupando sin dejar de mirarme. Esos ojos me volvían loco. Por la comisura de sus labios salía un hilo de mi leche que ella dejaba que corriese por su mentón. Cuando terminé de corrérme ella abrió la boca y pude ver todo lo que le había dado. La cerró y empezó a tragársela hasta que no le quedó nada dentro. Se levantó. Me abrazó y me dijo.

Toda mi vida he estado esperando este momento. Toda mi vida me estuve imaginando como sería tu expresión cuando estuvieses corriéndote dentro de mi boca. Ya la he visto. Y no me lo digas pero se que me quieres no de la manera que te quiero yo. Pero me quieres. Eso me basta.

Hice el amor una vez más con ella. Fijaros que digo hacer el amor no follar. Hacer el amor es una cosa y follar es otra.

No se como acabará esto que nos pasó a Bárbara y a mí pero lo que sentimos los dos el uno por el otro es algo muy especial. Algo de lo que no me había dado cuenta hasta ahora.