Señora que me ayuda con la limpieza en casa se pone cachonda

Hola lectores.

Soy de esos «afortunados» que viven trabajan en Silicon Valey, y entrecomillo lo de afortunado por que no es oro todo lo que reluce.

Empezaré diciendo que me llamo José Luis, tengo 33 años, soy ingeniero informatico y me paso muchas horas trabajando, cuando empiezas a escribir y depurar programas informaticos es como una droga que no te deja parar y a veces, si paras, sabes que nunca terminarás el trabajo, se lo encargarán a otro que está dispuesto a acupar tu silla. Aquí hay mucho friki que puede pasarse 48 horas seguidas a base de café y de no se que más, enganchado a varias pantallas de ordenador, trabajando por un sueldo que no os creaís que es estratosferico aunque la verdad es que llegas bien a fin de mes.

Yo aterrice aquí para hacer un postgrado sobre metadatos que son esos datos que os «robamos» mientras navegaís por la red, lo que visitaís, el tiempo que estaís en cada pagína y claro, cuando veís porno, jajajajaja, y esto último es muy pero que muy demandado, y ya no dire más.

Cuando me establecí en la zona, todos fueron muy amables, hay personal de recursos humanos que te ofrecen rapidamente una vivienda que se acomode a tus ingresos y necesidades, para ti solo o para compartir, te daban indicaciones de donde comprar con las típicas tres b o de precio más alto, empresas de servicios para el hogar, y lo que más me llamo la atención, señoras jubiladas que te hacían la compra. la limpieza doméstica, etc. para hacerte la vida más comoda y que además, erán una especie de ONG, con lo que lo que pagabas podías desgravarlo fiscalmente, aquí la declaración de la renta es diferente a España.

Como esta es la era digital, en cuanto me dí de alta en la web del servicio de ayuda a domicilio, me mandaron una serie de candidatas con todo tipo de detalles, hasta la religión, y una foto de la cara para que eligiera la persona que sería asignada a mi vivienda.

Creo recordar que habría unas diez señoras, algunas con demasiada edad con lo que las excluí sobre la marcha, casi me parecía ilegal y explotador que una señora tan mayor trabajara para mi por mucho que la página web indicara que para ellas no era el dinero lo más importante sino sentirse útiles aún para la sociedad. Finalmente escogí a una señora de 62 años, negra, con cara regordeta, no era la más joven pero parecía alegre y aunque posiblemente no coincidiríamos nunca, algo me llamo loa atención en sus rasgos.

Tras todo el casting (que realmente no fué tan duro) me mandaron un mensajero al trabajo para recoger un duplicado de las llaves de mi apartamento, Y tema zanjado, vendría dos días en semana, lunes y viernes, me llenaría la nevera según la lista que yo había preparado, lavaría mi ropa y como extra había contratado también planchado ya que nunca se me había dado bien.

La vida transcurría sin pena ni gloria, aunque trabajas muchisimas horas semanales también encuentras hueco para placeres mundanos, sexo fugaz y nada comprometido, y aunque parezca mentira, los fines de semana eran cojonudos, fiestas y más fiestas, no se como los organizadores, que curraban tanto como yo, tenían tiempo para organizarlas, pero me daba igual me apuntaba a todas las que podía y que no coincidían en sus horarios. Llevaba más de un año aquí y estaba en un montón de grupos de whatsapp por lo que nunca me faltaban invitaciones.

Llevaba trabajando dos semanas en un nuevo proyecto que me habían encargado y tras programarlo y recopilar las bases de datos que necesitaba, debía compilarlo y dejar que toda la potencia informática de la empresa trabajara ella solita, era viernes a media mañana con lo que tras fichar me dispuse a irme a mi casa para descansar para el fin de semana que prometía ser movido, tenía hasta un picnic en una granja de la zona a la que acudiría y encima me había comprometido a llevar un par de tortillas de patatas con y sin cebolla para contentar a todos.

Mi apartamento está a unos 20 minutos en bicicleta desde el trabajo, este es el medio más común para los currantes, somos todos muy ecológicos. Llegué y nada más entrar escuche el sonido de un grifo abierto, parecía que mi «mamashoppers» se había olvidado de cerrarlo, deje la bici en el pasillo, colgue la mochila y me dirigía a mi cuarto para cerrar el agua.

Por el camino me dí cuenta de que el sonido era más bien de la ducha y no del grifo del lavabo, la puerta estaba y salia vapor, atravesé el cuarto de puntillas y acojonado, me habían entrado en la casa a robar y habían aprovechado para darse una ducha, me preguntaba extrañado. Cogí un bate de beisbol que tenía colgado de la pared y que era el primer souvenir que me había comprado cuando visité Nueva York, huelga decir que era de los Yankees, y envalentonandome empuje la puerta de golpe:

– Quién anda ahí, grite y enseguida me dí cuenta que lo había dicho en español, joder, ya sería casualidad que el ladrón fuera hispano.

Un tremendo grito de mujer me sorprendío tras la cortina de la ducha, casi salgo corriendo a pedir auxilio, una mujer negra, desnuda, con la cabeza enjabonada, los ojos cerrados, abrío la cortina y daba manotazos contra el «intruso» que casi le había provocado un infarto.

Ya en inglés y algo menos asustado, le dije quien era lo que hizo que los dos nos fueramos calmando. Me pidió la toalla que estaba encima del baño pero ya era tarde, me había fijado en es apiel negra que aún brillaba más por el agua que resbalaba sobre ella, en esas enorme tetas que habría dado de mamar facilmente a todos los niños de una aldea perdida de Kenia, ese prominente estomago que le colgaba pero que no le tapaba su gran sexo negro. Vaya con con mi mamashopper, tiene carne para un mes pensé.

– Bueno, tranquilicese, vistase y tomamos un café.

Fué lo único coherente que se me ocurrío decirle en un momento así. Me fuí a la cocina, me preparé un café de los de verdad, no el agua negra que toman los americanos habitualmente y me senté a esperar que viniera.

Apareció a los cinco minutos, con un vestido que había tenido tiempos mejores y muy étnico, tanto como que tenía tigres estampados por todos los lados. Parecía estar ruborizada por la situación anterior pero se sentó al otro lado del mostrador a tomarse el café que le ofrecí.

– Hola soy José Luis, me presenté muy educadamente.

– Yo Maggie, y señor….

– No, por favor, no se disculpe, ha sido culpa mía, tendría que haber hecho más ruido para no asustarla.

Que podía decirle, me salío mi lado de «caballero», además no pensaba decirle que ver a una mujer tan grande y con esas tetas enorme me había excitado un poco y que la situación me había agradado, jajajajaja

– No señor, no ha sido culpa suya, ha sido mía, yo solo tengo que venir a limpiar y comprar, solo eso y he usado su ducha en su ausencia y sin su permiso pero hay una explicación.

– Sí? Cual es?. Me había picado la curiosidad.

– Verá, en el bloque de viviendas ha habido una avería y llevamos dos días sin agua corriente, y sinceramente, necesita una ducha.

Ese sinceramente me había provocado una pequeña sonrisa, ya me imaginaba que a la pobre señora le olían los alerones y la tentación de mi ducha le fué imposible de controlar.

– Jajajajja, la entiendo y no se preocupe, le diré más, puede usar mi ducha cuando quiera (lastima que no estaré yo para mirar, pensé).

– Gracias, muchas gracias, es usted muy amable, por un momento pensé que daría aviso de lo ocurrido a la empresa y no podría trabajar más con ellos.

– No, por favor, de eso nada, ha sido un mal entendido y si quiere le puedo autorizar por escrito al uso de lo que necesite ne la casa.

– Eso no es necesarío señor.

– Pero no me llame señor, llámeme Jose Luis.

Tras varios intentos de que lo pronunciara medio bien decidí que me llamara Pepe, iba a ser más facil para ambos, aunque me hacía gracia su esfuerzo por intentar pronunciarlo correctamente.

– Además, para que vea que no estoy enfadado, la invito a comer, tengo que hacer una torillas para mañana y pensaba hacerme una para mí así que podemos compartirla.

– Muchas gracias Pepe, pero no es necesario, se lo agradezco.

– Insisto, necesito que alguien me haga de critico gastronómico.

– Bueno, acepto, además no me espera nadie en casa.

– Vive sola Maggie, le pregunté.

– Soy viuda hace 12 años y mi única hija trabaja en Los Angeles y no tiene mucho tiempo libre.

– Y po rqué no se marcha a vivir allí? Así estaría más cerca de ella.

– Que vá, prefiero que vuele sola, además, me gusta lo que hago, limpio su casa y otra más, dos calle abajo, me entretiene y me hace sentirme útil, además son unos ingresos extras para cuando tengo que hacerle regalos a mi nieta, jajajaja.

Se le escapó una sonrisa tierna y sus blancos dientes casi me deslumbran, vaya con mi mamashoppers se cuida los piños.

Empecé con los prepartivos para las tortillas, el lunes le había dejado una lista de lo que necesitaba, pidiendole que intentará buscar huevos de granja, los industriales no servían para nada, a veces me había preparado una torilla francesa para cenar y tenía qued utilizar dos o tres para que aquello se asemejara a las que me preparaba mi madre.

Me estuvo ayudando a pelar patatas, cortar la cebolla (así no lloraba yo) y estuvimos poniendonos al día de nuestras vidas, por lo que pude deducir su fallecido marido no le había dado una buena vida, más bien al contrario, en los últimos años solo aparecía por casa a dormir la mona y a soltarle algún guantazo, que aunque no me lo dijo, lo intuí.

Terminamos la primera tortilla y era la hora del dictamen, busque uno de mis tesoros escondidos, una botella de Rioja crianza que había pagado a precio de oro por ser de importanción, para acompañar esa tortilla de casi tres dedos de gruesa. Puse los salvamanteles, los cubiertos, saque los buenas copas de cristal y decanté el vino para que se oxigenera. Tanta parafernalia la tenía sorprendida, me preguntó si había trabajado en algún restaurante, que aunque era solo un apartamento parecía estar en uno de esos que solo había visto en las películas.

Me sentí medio chef medio sommelier, nunca había sido tan «encantador» con ningún ligue de fin de semana.

Mientras comíamos y me daba le daba el visto bueno a mi tortilla, me preguntó que por qué había venido un viernes a casa.

– Pues para sorprender a una mujer desnuda en mi ducha jajajajajaja

Y las risas de los dos debieron escucharse a muchos metros a la redonda.

– No, de verdad, lo planeé todo, la segui a su casa hace algún tiempo, fuí al cuarto de calderas, estropee una tubería con la esperanza de que se aventurara a ducharse en mi piso jajajajajajaj

Y nuevamente las risas sonaron escandalosamente alto.

– Pepe eres un pequeño diablo pero muy gracioso, hacía años que no me reía tanto y si te soy sincera…. Y ahí se paró.

– Dime Maggie… que ibas a decir.

– Nada, nada, una tontería.

– Venga cuenta, o es que necesitas más vino para hablar jajajajaja. Y le rellene las copas, me estaba relajando y se me había olvidado ya había trabajado mucho y dormido poco durante la semana.

Bebío un sorbo de vino y se pasó la lengua por el labio y se acomodó en el taburete del mostrador (indicaros que mi cocina y el salón estaban comunicados por una ventana que tenía un mostrador para comer, como veís el apartamento no era una maravilla).

– Pues, jajajaja, hacía muchos años que un hombre no me veía desnuda, jajajajaja.

– Vaya, muchos?. Mucha curiosidad demostraba yo.

– Si muchos muchos, vamos que muchos.

– Venga ya, que solo llevas doce viuda. Esto estaba tomando un cariz raro, a que venía tanta curiosidad por mi parte. Bueno solo estaba preguntando si no me contestaba no pasaba nada.

– Ya lo sé pero eso viene de antes.

– Como que de antes, te refieres cuando tu marido aún vivía?

– Si a eso.

Su cara cambió, me pareció más triste.

– Perdón Maggie, no quería despertar fantamas del pasado, me he pasado preguntando.

– No Pepe, es que de estos temas no he hablado ni con mis mejores amigas, los últimos años de mi matrimonio fueron malos y ya no tanto por su enfermedad sino por otras cosas.

– Perdón nuevamente Maggie, acabamos de conocernos y yo sometiendote a un tercer grado, como si el FBI y la CIA te interrogaran juntos.

– Jajajajajaja, si algo así, aunque quizás me venga bien hablarlo, creo que no he pasado página de esa etapa de mi vida.

– Si quieres hablar yo te escucho pero es cosa tuya, soy curioso por naturaleza, y a veces me paso.

– No te preocupes, estoy bien, haré un resumen jajajaja o podrñiamos estar hablando una semana jajajajaja

Ya habíamos terminado de comer y me dispuse a preparar un par de cafés.

– Mejor nos sentamos en el sofa y nos tomamos el café allí que estos taburetes no son lo que digamos comodo.

– Si mejor, tengo mucho culo.

– Si mucho. Replique sin darmen cuenta.

– Vaya te has fijado, me dijo risueña.

– Jejeje, si, te recuerdo que estabas en la ducha, y desnuda jajajajajaj

– Como sois los hombres, bueno te cuento un poco de mi vida.

Se acomodo en el sofa, subió una pierna para colocarse enfrente mía, tomo un poco de café y dejo la taza en la mesita. En esa posición se le había subido el vestido un poco más d ela cuenta y, no me lo podía creer, le estaba mirando esos grandes muslos y seguían hasta aquel espectacular triangulo que había visto en la ducha.

Me contó que sus problemas empezaron ya cuando se quedó enbarazada de su hija, auqnue se había casado joven, había tardado muchos años en quedarse embarazada, y había tenido problemas durante el mismo con lo que el médido les había recomendado que no tuvieran sexo. Ella estaba segura que su marido si lo había tenido y que tras el parto seguía teniendolo fuera de casa dado que tardó dos años en volver a acostarse con ella. Y a partir de ahí el sexo fué muy intermitente, auqneu ella se lo pidiera, siempre tenía una excusa. También por aquella época empezó a beber más de la cuenta despues del trabajo y antes de llegar a casa con lo que su vida fué empeorando.

– Y tú no te buscastes un amante? la corté de pronto.

– No, ni mucho menos, me refugié en cuidar a mi niña, que estudiara y que cuando fuera mayor no dependiera de ningún hombre si ella quería, que no le pasara como a mí.

– Pero Maggie, y disculpa si a veces soy algo bruto, tu tendrías necesidades, vamos… ya me entiendes.

– Pues claro que las tenía, pero me aguantaba.

– Vaya aguante que tienes jajajaja, para un hombre eso es impensable, vamos que si no estas con una chica pues te lo haces tu mismo jajajajaja

– Jajajajajaja ya se lo que haceís vosotros, pero es diferente.

– En que es diferente? pregunté algo ingenuo.

– Pero Pepe…. claro que es diferente…. lo vuestro es para afuera y lo nuestro para adentro jajajajaja

Y nuevamente las risas se debieron oir el todo el edificio. Y más cuando le hice los dos gestos con la mano simulando una masturbación y con las dos manos simulando una penetración.

– Si si si así de diferente, jajajajajajaja. Dijo Maggie que parecía estar pasandolo bien hablando conmigo.

Yo quería seguir preguntando, aquella curiosidad mía estaba llendo más lejos de lo normal, entre risa y risa y entre sorbo de café, mis ojos miraban sus muslos, me parecía que el vestido se había subido algo más y que estaba a punto de ver lo que habñia un poco más arriba, o eso me parecía a mí.

– Bueno, eso ya pasó pero llevas mucho viuda, seguro que algún hombre habrá querido algo contigo.

– Si, pero eran mayores que yo y no quería repetir los mismos errores que en el pasado.

Hice cuentas rapidamente, esa mujer llevaría 15 o más años sin follar, joder, no me lo podía creer, y mi imaginación empezó a volar mientras ella seguía hablando.

Yo era blanco y ella negra, no mulata, ni más ni menos que negra, y esa mezcla de colores se me subió a la cabeza más que el vino que habíamos tomado. Empecé a imaginarnos desnudos en la cama, mezclados, dando vueltas, teniendo sexo, sobando esas enormes tetas, pero de pronto borré aquellas imagenes de mi cabeza, pero en que estaba pensando, yo tenía 33 y ella 62, era mi mamashoppers, mi mente calenturienta me había jugado una mala pasada, debía olvidarme de todo, escucharla, tomar otro café y a lo sumo darle algún consejo reparador, pero… y por qué no?

Continuará.tsex