Se siente como una zorra después de hacerlo

De mañana, muy temprano aun, Tom se despertó ensu cuarto. En su mente, un único pensamiento lo atormentaba: «¿Hasta dóndellegaría todo esto? ¿Hasta dónde le llevarían estos encuentros con su hermana ylos que deseaba pero aún no tenía con su madre?».

Se sentía al borde del precipicio, pues pensabaque estaba violando en cierta medida las leyes naturales no escritas: No teacostarás con tu madre y tampoco con tu hermana. Rezaba esa ley en suconciencia.

Pero todo era tan excitante, tan morboso y placenteroque, la ley anterior se diluía en el inconsciente cuando estaba cerca de suhermana y sentía su suave y caliente piel junto a la suya, olía el perfume desu madre, se rozaba sus brazos con sus pechos mientras le enseñaba a jugar ymiraba su escote.

Era naturaleza desatada, imparable,imprevisible, como la mecha que prende la pólvora, como poner puertas al campo,como intentar detener el amazonas, ocurría y nada más, ocurría y pasaba aformar parte de sus recuerdos o simplemente lo imaginaba en sus fantasías, comoera el caso su madre.

Allí solos, en aquella granja alejada, tal vezestas sensaciones se amplificaban, por la cercanía y el aislamiento, no podíasaberlo con certeza, pero tal vez este ingrediente contribuía a que todo sedesdibujara y las barreras “naturales” se levantasen.

Todo era incertidumbre en este camino que habíaemprendido, no sabía a dónde le conduciría, sin duda podía ser un camino haciala perdición, que los llevara por tormentosos momentos, sobre todo si suspadres descubrían las íntimas relaciones que mantenían los hermanos. O por elcontrario podía ser un camino hacia el éxtasis, el placer, el morbo o el tabúdesatado, sin duda esa sería su condena al infierno bíblico.

La sed apremiaba así que con extrema delicadezalevantó su brazo y se separó de su durmiente hermanita. Se levantó, se puso susslips únicamente y de esta guisa subió a la planta baja de la casa en busca deagua de la frigorífico.

Nada más entrar en la cocina descubrió la figurainconfundible de su madre que tenía la puerta del frigo abierta y estababebiendo algo de zumo de leche que quedaba directamente del envase. Lo que leimpresionó fue verla en topless y braguitas. Se la encontró de lado, nada másentrar a la cocina, por lo que a la luz débil de la nevera pudo apreciar cómosus pechos caían suavemente sobre sus costillas, quedando esta imagen grabada afuego en su mente.

Su madre se sobresaltó al verlo, lo que provocóque su boca perdiese contacto con el cuello de la botella y un poco de lechecayera sobre su pecho y barbilla, llevándose esta inmediatamente la mano bajola boca para intentar evitarlo y bajando rápidamente la botella.

Pero fue demasiado tarde, la leche corrió por sublanca piel pechos abajo y la mojó hasta las braguitas.

—¡Qué susto hijo! ¡Joder! —maldijo, cosa que nosolía hacer.

—¡Lo siento mamá! ¡Yo no quería asustarte! —seapresuró a excusarse Tom.

Como acto reflejo su madre se tapó sus senos conun brazo, cogiéndose el del lado opuesto con la palma de la mano, y tapando elotro con el antebrazo y el codo, aunque lo cierto es que este hecho no impedíaadmirar su exuberante busto. Luego se acercó a una mesita auxiliar y tomó unpaño para secarse.

—Sólo quería tomar un poco de agua, me muero desed —confesó Tom señalando la nevera que permanecía abierta mientras su madreestaba apoyada en la hoja de la puerta con la mano que no usaba para taparse.

—¡Oh si claro hijo, adelante toma un poco deagua fresquita! Desde luego me he puesto perdida de leche, tengo hasta lasbragas manchadas —afirmó ella sonriendo mientras se limpiaba principalmente elpecho y las tetas un tanto avergonzada mientras lo hacía delante de él.

Tom pasó a su lado y se acercó a la neveraabierta, pero en lugar de tomar agua, en último extremo vio la botella de lechedonde su madre había estado bebiendo y decidió beber de ella también. Habíacierto detalle morboso en tomar leche después de haberla visto a ella. Así quela abrió, posó sus labios donde momentos antes estuvieron los de ella y tomó unpar de tragos, luego la cerró y la devolvió al interior de la nevera siendoobservado todo el proceso por su ahora atónita madre.

—¡Al final cambiaste de opinión eh! —sonrió sumadre terminando de secarse lo que pudo.

—Bueno si, al verte a ti me han entrado ganas.

—Oye mamá, ¿te enfadarás si te digo algo un pocoindiscreto? —le preguntó muy diplomático.

—¡Bueno, tú dímelo y prueba! —respondió ellaintrigada por tanto protocolo.

—¡Tienes unos pechos preciosos! —confesó Tom—.Antes no he podido evitar fijarme, lo siento —añadió a modo de disculpaanticipada por si sus palabras la ofendían.

—¡Oh Tom gracias! —rio Karen agradecida y unpoco más avergonzada que antes.

—¿En serio yo mamé de ellos de pequeño? —se leocurrió preguntar al hijo.

—Completamente, además de que te encantaban y tequedabas dormido con el pezón en la boca —se jactó su madre.

—¡Jo pues esa sí que era una buena forma dedormirse! —exclamó Tom siguiéndole el tono humorístico.

El silencio se apoderó de la estancia y ellos sequedaron pensando qué hacían allí exactamente uno al lado del otro.

—Oye mamá, ¿y no me dejarías chupar un poquitode ellos ahora? —le propuso Tom medio en serio medio en broma.

—¡Pero Tom, ya estás muy crecidito para eso, no!—exclamó Karen, sin dar mucha importancia a la propuesta.

—Bueno, será por los viejos tiempos —insistióél.

—¡Que no hombre! ¡No seas malo! —rio Karen sinofenderse.

—¡Era broma! —concluyó él.

Aunque en el fondo lo había dicho completamenteen serio. Quería probarla.

—Bueno entonces, ¿por qué no me masturbas? Me haexcitado algo el verte bebiendo leche —le confesó el chico.

—¡Ay Tom ya hablamos de eso! Nunca más, ¿norecuerdas? —le dijo haciéndole recordar las palabras que tanto le repitió alterminar.

—¡Bueno, será esta vez, lo prometo! —rogó él ytomando la mano de su madre la acercó a sus calzoncillos donde la hizo palparsu ya patente erección.

—¡No Tom, por favor! —dijo ella retirando sumano y girándose para darle la espalda.

Se hizo el silencio entre ambos, Karen estabacontrariada por la propuesta de su hijo. Entonces Tom la abrazó desde atrás yse atrevió a cruzar sus brazos por encima de sus pechos desnudos. Karen suspiróy cogió sus brazos con sus manos intentando quitárselos de encima pero Tom laabrazaba con fuerza. A la vez sintió algo presionando su trasero y no hizofalta imaginar mucho para saber lo que era.

Pero entonces Tom fue más allá y cogió suspechos con ambas manos, palpándolos desde atrás, intentando localizar suspezones con los dedos índice y pulgar al mismo tiempo.

—¡Oh qué suaves son mamá! —exclamó.

¡Karen volvió a suspirar! Pero aquello erademasiado, tenía que pararle los pies, así que se giró bruscamente e intentóempujarle para quitárselo de encima.

Entonces él se abalanzó sobre sus pechos eintentó besárselos y chupar su pezón en la oscuridad, sin mucho acierto,mientras su madre luchaba por apartarlo de ella.

De repente Karen cesó en sus intentos porapartarle y dejó que Tom localizara uno de sus pezones. Este lo chupó y lolamió con su lengua, recorriendo su areola en derredor. Karen sus piró y tomandosu cabeza con sus manos, lo llevó al otro pezón e igualmente este se lo besó,se lo chupó y se lo lamió con gran detenimiento.

—¡Está bien hijo ya me los has besado, volvamosa la cama! —exclamó Karen aun contrariada por lo que le había permitido hacer.

Entonces Tom la abrazó y sus cuerpos desnudos sefundieron en un cálido abrazo, sus pieles quemaban a cada cual más y los pechosde Karen, en íntimo contacto con el pecho barbilampiño de Tom, hicieronsuspirar de gozo al muchacho.

—¡Oh Tom, no sigas! —susurró Karen a modo deruego empujando sus hombros.

Pero Tom, de nuevo no obedeció, le pegó el bultode sus calzoncillos a su monte de Venus y sus manos agarraron su culoempujándola hacia él.

—¡Oh Tom, no sigas! Esto muy inapropiado,verdaderamente inapropiado repitió Karen intentando empujarlo sin ningunaconvicción para quitárselo de encima.

Tom ya le había echado las bragas a un lado yhabía deslizado sus dedos por sus labios vaginales, estos se abrieron a su pasoliberando un mar de jugos, suaves que los lubricaron para que su fricción fuesecasi nula, entonces, en un atrevimiento ya sin mesura introdujo uno en su sexo.

—¡Oh Tom, esto es… esto es…! —se repitiómientras contenía la respiración y Tom seguía chupándole los pechos.

Entonces Karen metió la mano en sus calzoncillosy con fuerza asió su pene erecto y comenzó a moverlo a gran velocidad. Tomsintió el éxtasis llegar para quedarse, en apenas unos segundos su madreconsiguió hacer que se corriera dentro de ellos y su leche manó empapando lamano masturbadora y la tela que los cubría.

Tom quedó en aquel momento indefenso, medio mareado.Karen aprovechó entonces para zafarse de su abrazo y huir de la cocina arefugiarse en su dormitorio marital.

En cierta medida derrotado, pero sintiéndosevictorioso, se desplomó en una silla junto a la mesa de la cocina y se repusounos instantes más. Sentía la pringue de sus calzoncillos sabía lo que habíaallí, era el fruto del excitante momento.

Aún podía recordar sus pechos en su boca, suspezones en sus labios, sus dedos en su sexo lubricado, la tersura de susglúteos abrazado a ella, empujando con tremendas ganas y el suave olorcaracterístico a mujer, una fragancia embriagadora, la fragancia del sexodesbocado y cómo ella había introducido su mano en su calzoncillo ahora mojadoy le había hecho correrse con meneos rápidos y precisos, ¡con la experienciapor bandera!

Finalmente se subió a su cuarto, cuando pasó porel de sus padres estuvo tentado de entrar, pero desechó aquella loca idea ycontinuó por el pasillo hasta su habitación, donde se echó en la cama y siguiódurmiendo.

Karen en el baño de su dormitorio hizo pis aoscuras para no despertar a Richard y recapacitó sobre el incidente de lacocina. Estaba enfadada con su hijo y hasta consigo misma, porque la aquella tretale había servido para quitárselo de encima, ya que no podía gritar por temor aque los demás se despertasen. Así que decidida le masturbó para desarmarlo,pues sabía que en éxtasis del orgasmo le abandonarían las fuerzas y ese seríael preciso momento que le permitiría escapar.

Todo funcionó a la perfección, salvo por undetalle… la masturbación, sus labios chupando sus pechos, sus dedos entrando ensu sexo húmedo y lubricado, la dejaron con las ganas de estallar en su éxtasisparticular, así que mojó sus ganas en sus jugos malogrados.

Ahora, tras hacer un potente y largo pis, traslimpiarse del pis disfrutaba de unas caricias íntimas en su sexo.

Estaba tan excitada por la emoción del momento,que no le resultó difícil conseguir un orgasmo allí sentada en la blanca taza,a oscuras en el baño mientras su mente atormentada intentaba buscar explicacióna todo aquello sin encontrarla.

Sí, le había gustado y sí, se había corrido conel recuerdo del avasallamiento de Tom en la cocina, sentía un intenso placerque no dejaba de manar de su cuerpo, pero al mismo tiempo, ¡se sentía como una guarra por lo que había hecho!