Relato de los Simpsons

Yo estaba en mi cuarto estudiando para un examen de biología que tenía dentro de dos días. Con el fin de refrescarme y relajarme un rato, baje a la cocina a por un vaso de agua. Estaba por las escaleras, pero oí un ruido raro en el salón y cambié mi rumbo. Delante de mi, visto de perfil estaba mi padre, Homer, masturbándose. No pude evitar chillar ya que la situación era lógica para esbozar ese sonido. Aunque grité con todas mis fuerzas nadie en la casa me oyó debido a que Bart y mamá y por consiguiente Maggie estaban en el centro comercial buscando un regalo para el abuelo. Como era de comprender mi padre se giró y se intento tapar para poder reducir el efecto de una acción tan horrorosa que por lo menos en mi parecer no cambio.
-Lisa te lo puedo explicar
-¿Qué me vas a explicar que eres un salido?
-No es eso, llevo mucho tiempo sin hacerlo con tu madre, estamos pasando por una mala situación y los hombres tienen necesidades.
-¿Pero papá como se te ocurre?
-Que te calles ya, o yo haré que te calles.
Se acercó a mi con aire amenazador, con el pantalón marcado por su pene empalmado y no subido del todo. Intenté darme media vuelta y huir pero solo con la acción de girarme él me agarró el brazo derecho, y me volvió a girar contra él.
-Tu me has obligado.
Se bajó el pantalón y los calzoncillos hasta los tobillos.
-No papá por favor, estate quieto.
-Que te calles te he dicho.
Me agarró mis dos brazos con su mano izquierda y me puso de rodillas, y con las derecha se agarró su pene erecto y lo dirigió hacia mi boca, como veía que me resistía, alzó la mano y arremetió contra mi cara con una fuerza brutal dejando mi rostro magullado y con ciertas lágrimas de dolor y decepción. Volvió a cogerse el pene y volvió a intentar meterlo en mi boca, esta vez no tenía fuerzas para resistirme y simplemente sentí su miembro dentro de mi boca, atragantándome con él, movía mi cabeza varias veces desde delante hacia detrás con una velocidad vertiginosa, repitió este proceso varias veces. Me soltó, estaba agotada así que el huir no era una de mis posibilidades, y no hice nada más que quedarme tendida en el suelo sin fuerzas y cogiendo oxígeno acción que antes no podía hacer por tener ese miembro tan gigantesco para mí, aunque los he probado pero no de tanto tamaño y tanto grosor y mucho menos a tanta velocidad. Homer procedió a quitarme la camisa arrancándomela por encima de mi cabeza, el sujetador grisáceo corrió la misma suerte. Hincó sus rodillas en el suelo a la altura de mis muslos, me subió los brazos por encima de mi cabeza y me los unió agarrándomelos con una sola mano y con la otra aprovecho para toquetear mis pechos. Al principio rápido y con toda la mano y luego a pellizcarme los pezones, sabía que eso no iba a ser todo, se agachó y restregó su cara, con la boca abierta y con su sucia lengua por mi abdomen. Me bajo la falda, me dio media vuelta y me puso boca abajo separando mis piernas lateralmente, se cogió su pene y lo restregó contra mi culo, lo que venía a continuación iba a ser mucho peor que todo esto. Me levantó bruscamente y me sentó en el sofá próximo a nosotros, me subió las piernas y me penetró sin contemplación ni remordimientos, mi vagina contenía su pene erecto y sediento de carne que no iba a parar hasta quedarse sin fuerzas. La decepción que sentía hacia mi padre solo era proporcional a la que sentía hacia mi misma, porque disfrutaba de esta acción tan perversa, gozaba aunque supiese que el que me estaba dando este goce era mi propio padre. Seguí en esta postura bastante tiempo y Homer no bajaba el listón, no paraba de penetrarme dura y velozmente, cosa que por mis lloros y por mis lamentaciones no parecía. Pronto paró, pero ese parar solo iba a durar unos segundos, cosa que aunque me doliera agradecía. Seguía en el sofá, pero me puso de cara hacia la pared, con las rodillas en el sofá y con las piernas todavía separadas. Entrelazó mis manos en mi espalda, dichas manos agarradas solo por una suya y con la otra, con la derecha empujaba mi rostro contra la pared. Su miembro volvería a repetir el acto que había echo anteriormente, pero esta vez con más brutalidad si cabía. No paraba de chillar, de un dolor y un sufrimiento inmenso, tal vez apaciguado un poco por lo excitada que estaba y lo sucia que me sentía.
-Ah, para ya papá para por favor, no aguanto más
-Ya queda poco Lisa, ya me voy a correr.
Cuando oí la última frase, lo de que se iba a correr, se me aceleró la sangre no sé si por miedo o por excitación. Quedaba poco tiempo para sentir su semen en mí.
-Ah, sí ya me queda poco, trae tu cara aquí Lisa.
Sujeta la parte inferior de mi cabeza con su mano. Yo seguía arrodillada y tenía cerca mío su pene justo por encima de mí. Movía alterna mente su polla arriba y abajo hasta que…paro por un segundo, y le salió su semen disparado como una bala contra mi rostro, mojándome toda la cara y dejándome la pegajosa. Para acabar, se restregó su pene ya no erecto contra mi cara empapada de su leche, me soltó la cara, empujándome la contra el piso. En el suelo se encontraba mi cuerpo, desnudo, y con la cara encharcada y roja por el golpe recibido, ya no lloraba porque no tenía más lágrimas y porque había disfrutado más que sufrido.
-Si le dices esto Marge o a alguien, lo que te haré será peor.

Colaborador: Shutter Island