Por primera vez le fui infiel a mi esposo y lo hice con el plomero, nunca imagine que sentiría tanto placer y culpa al mismo tiempo

Mi esposo se levantó muy temprano, lo bueno es que yo no trabajo los fines de semana, así que podia quedarme a dormir un rato más.

 

Justo antes de irse me dijo que me levantara pues el plomero ya había llegado, respondí que si, me dio un beso y se marchó al trabajo.

 

Sólo que en verdad tenía sueño, acostumbramos dormir desnudos (el descanso para el cuerpo es mucho mejor), me acosté boca abajo, cubierta solo por la sábana de la cintura para abajo y me dormí.

 

No sé exactamente cuánto tiempo pasó, el plomero sabía que estaba en la recámara y fue a tocar, pero no lo escuché, al no existir respuesta él abrió la puerta, preguntó sí podía pasar, pero tampoco le escuche.

 

Él se llama Till, la verdad es que no lo conocía, era la primera vez que iba a la casa, siempre iba un señor mayor, que ya era de nuestra entera confianza, pero por carga de trabajo envió a uno de sus ayudantes.

 

Till entró a la recámara, me vio boca abajo sobre la cama, la sábana sólo cubría mi trasero y estaba profundamente dormida, él asumió que estaba ebria cuando vio una botella de chardonnay vacía sobre el buró al lado de la cama, eso fue lo que le dio “valor”.

 

Acarició un poco mi espalda, observando alguna reacción, por si despertaba…  como vio que nada pasaba, toco mi piel sin más disimulo, pero no desperté…

 

Con cuidado tomó la sábana y la deslizó hacia el costado, estoy casi segura de que sacó su teléfono y me tomó varias fotos, luego con cuidado separó mis piernas con sus manos para poder ver mi vagina y culo, de nuevo, creo que sacó fotos con mi vagina en primer ángulo…

 

Comenzó a tocar mis glúteos con sus manos, los amasaba una y otra y otra vez, metiendo de poco en poco sus dedos, rozando mi orificio anal y labios menores, acariciaba mi trasero y metía un poco más sus dedos; y de nuevo sus manos en mis nalgas y en esta ocasión metió un dedo en mi vagina.

 

Los toqueteos de sus manos me hicieron despertar, la sensación me gustaba y por un instante pensé que mi esposo había regresado, pero al ver por el espejo vi a un total desconocido, un hombre de color, realmente lo que vi me gustó y la forma en la que me tocaba era magnífica.

 

Pensaba es alto y negro; y es negro; y es negro!

 

Entonces decidí “no despertar” ( ;D )

 

Till puso su celular sobre el tocador y comenzó a desnudarse, iba a grabar todo!. Lejos de molestarme… me excitó, era como tener mi propia película porno!

 

Se puso entre mis piernas, con sus dedos comenzó a estimular mi clítoris, y dio una lamida de abajo a arriba, empapó desde el clítoris hasta el ano y observó mi rostro, para ver si estaba despierta, me costo mucho disimular, pero debía hacerlo, quería que siguiera.

 

Al ver que seguía dormida, lamió mi vagina hasta mi ano de una forma magistral, sus dedos penetraban cada vez más fácil mi orificio anal, primero uno… luego otro y luego tres, me costaba mucho fingir y no moverme, admito que mi deleite visual era formidable, podía ver su cuerpo perfecto de ébano, ya comenté que tiene un pitote!? Dios! Su tamaño es simplemente fenomenal!

 

Entonces… se hincó (seguía entre mis piernas), hizo algo en lo que no había pensado, comenzó a dilatar mi ano… con su glande, nunca me había penetrado un falo tan grande y menos por el culo, mi corazón comenzó a palpitar muy fuerte y rápido, no sabía qué hacer, quería probar, pero podría resistir?, y… sí el dolor fuera demasiado…?

 

Mientras mi mente se llenaba de todos esos pensamientos, Till seguía el movimiento con su glande me llenaba de saliva y de su líquido seminal, su dedo estimulaba mi clítoris, se sentía muy bien, en ese momento no había dolor estaba inundada de placer, comenzaba a relajarme, cuando en un movimiento empujó su pene y grite del dolor.

 

Me tapo la boca con las manos para ahogar mi grito, estaba aturdida por el inmenso dolor que sentí, escuchaba que me susurraba algo al oído pero no podía entender que, no se quitaba de mi, esperaba a que mi respiración se normalizara sin quitar sus manos de mi boca.

 

Tarde un poco, pero al fin entendí que era lo que susurraba, decía que él sabía que estaba despierta, que esa era la razón por la que había seguido, que respirara y me relajara, para que mi culo se acostumbrara y me preguntó:

 

-Prefieres que me detenga?

 

-No, por favor no lo hagas, respondí con la respiración aún entrecortada.

 

Empezó un mete y saca muy lento, poco a poco empujaba un poco más su enorme falo. Abrió sus piernas sobre las mías, para que yo las cerrará, eso me ayudó, mi esfínter se relajó y con las manos separé mis glúteos para ofrecerle mi culo por completo.

 

Till pasó una mano por mi costado y con la otra formó una coleta con mi cabello el cual jaló hacia atrás, el movimiento me hizo arquear la espalda, me besó el cuello, los lóbulos de la oreja y mordisqueo mis hombros… y me dijo:

 

-Estás bien rica, lo sabes verdad? Tu culo se siente tan rico y apretadito, pero sabes que te lo voy a romper verdad?

 

-Mjum… respondí casi sin abrir los labios.

 

-Qué fue ese sonido?, eso no me dice nada, mejor me iré… dijo.

 

-No, no te vayas…

 

-Por qué no?, acaso quieres que te rompa el culo?

 

-Si, si quiero…

 

-Eso no me convence, mejor me iré.

 

-No, no te vayas, sigue… volví a decir.

 

-Pídeme que no me vaya.

 

-No te vayas.

 

-Porqué no?

 

-Por favor, no te vayas.

 

-Por qué no?, acaso quieres que te rompa el culo?, volvió a preguntar.

 

No pude más y dije fuerte:

 

-Si, rompe mi culo, rompeme el culo!

 

Me soltó el cabello y acarició mi cuello, entonces pasó su mano por debajo, sujeto mi vientre y elevó un poco mi cadera, en un susurro me dijo:

 

-Lo haré…

 

Y sin más metió su enorme y ancho falo en mi ano, iba a gritar del inmenso dolor, pero volvió a taparme la boca… otra vez sus palabras eran “respira y relajate”, no movió más su cadera, mi cavidad anal se tenía que acostumbrar a sentir su enorme fierro, acariciaba mis senos, me besaba el cuello y la espalda, pasaron como cinco minutos tal vez cuando susurro a mi oído…

 

-Te dije que te rompería el culo, ahora ese culote es mío y tendrá mi exacta medida.

 

Comenzó el mete y saca otra vez, muy lento igual que antes, seguía sin poder hablar, sus movimientos eran acompasados… cadenciosos, el dolor cada vez fue menos, con su saliva lubricaba alrededor de mi culo ensartado.

 

Mojo y mojo mi culo y me volvió a ensartar su enorme falo, el dolor ya no igual, sus movimientos subían de velocidad e intensidad, crei que moriria, la sensación me inundaba, nunca había experimentado ese tipo de placer.

 

Se levantó de la cama y me dio la vuelta colocándome a la orilla, era momento de que mi vagina lo sintiera, tampoco ella a sentido algo tan grande, me dijo “respira profundo” y comenzó a introducir esa enorme verga, costó un poco, pero él sabía que hacer, al igual que con mi ano penetro poco a poco hasta penetrarme por completo.

 

No fue tan delicado en esta ocasión y de un momento a otro me penetraba con frenesí, rápido y muy duro, esa sensación de casi ser partida a la mitad por su pene me desbordó y explote en un orgasmo increíble, nunca me había venido así.

 

Con su enorme erección, tomó mi mano, me levantó de la cama y me llevó a la regadera, me cargó entre sus brazos recargando mi espalda sobre la pared y siguió cogiéndome de una forma tan exquisitamente bestial… mis orgasmos seguían prácticamente uno tras otro.

 

Cuando ya no pudo más me paró de frente a la pared, jaló mi cadera hacia él y me volvió a dar por el culo, sentía su respiración, escuchaba sus jadeos junto a mi oído, sus embestidas eran cada vez más duras y rápidas, rápidas, duras, siempre profundas, siempre hasta el fondo, ese negro me empalaba por el culo, era tan delicioso, no podía más, aún así no quería que se detuviera.

 

Empece a marturbarme mientras cogia mi culo de esa forma tan bestial, mi orgasmo llegó junto con el de él… sin salir de mi, me abrazo y colgó un poco su peso en mi espalda, quedamos así sobre la pared unos instantes en lo que el aliento volvía a nosotros.

 

Salimos de la regadera, nos secamos, le pedí que se acostara conmigo para descansar y nos quedamos profundamente dormidos… nunca antes había engañado a mi esposo, nunca antes le había sido infiel, pero debo admitir que me gustó y lo volvería a hacer.