Por descuidada, me descubre un camionero y me hace sentir mucho placer

Aunque no lo crean, la gente es muy solidaria con los disminuidos visuales. Y lo digo porque aunque yo todavía algo veo y uso bastón de color verde y a mi me pasa.

En general me ayudan a cruzar la calle o si algúm inconveniente, se presenta en la vereda.

Y es así que empieza esta historia.

Tenía yo que cruzar una avenida y nadie se acercaba a socorrerme. Era feriado.

Hacía calor, por eso estaba de short cortos y playera, bien veraniego.

Ya estaba dispuesto a resignarme, cuando aparecio una coz masculina que me dice:¡

.¿Querés cruzar la avenida?

Si, por favor. – Dije cansado dde esperar.

Para mi sorpresa, el ho,bre toma de la mano y comiemza a caminar, llevámdome.

Casi siempre les informó a los solidaduarias personas que era mejor que yo los tome por el hombro; pero esa vez me dejé llevar.

Su mano fuerte me llevaba, con aplomo.

¿Hasta dóndi vas?

Voy a la parada del colecyivo.

¿y a que lugar te dirigís?

Vuelvo a mi casa.

¿quer+es que te lleve?

No hace falta el colectivo me deja en la esquina de mi casa. Muchas gracias.

Y cuando me iba a despedir ya qie ya me encontraba em la vereda opuesta, él no habia soltado mi mano.Todo pasaba como em camara lenta, quizás pir eso casi le coy un beso para despediirme. Pero justo en ese momento, retrocedí. Creo que él se dió cuentaa.

Yo te voy a llevar. – Me apretó la mano y me dejé llevar.

Caminamos unos cuantos metros y paró.

Es que ni sabes a donde debes llevarme

Te llevaré a dinde me digas. Dame la otra mano.

No era un automovil, no era una moto, no era una camioneta: Era un camión.

Me atyudó a subir, como si supiera hacerlo.

En dos maniobras estaba sentado en la aplia y cómoda butaca del acompañante.

Antes de premder el motor. El aire frío del camión, me puzp los pezones duros o quizas era todo lo que estaba passando.

Me gustó cruzarte la avenida, de la mano.

A mi me pareció raro.

¿Raro bien o raro mal?

Raro. Estar aquí me es taro.

Este es mi hogar, aquí trabajo y detrás duermo.

Era un camión grande de larga distamcia. Estaba impecable de prdenado y limpio, parecía que lo hubiera estrenado esa mañana. ¨Prendió el motor y arramcó.

Fuimos unas cuadras, hasta que pregunté.

¿A domde me llevas?

A un lugar tranquilo. Te va a gustar.

¿No me ibas a llevar a mi casa?

Si pero cuando vi el relieve de tu tanga debajo del short… no pude resistirlo.

Me quedé dura. No podía creer que no me había cambiado. Me sentía un tarado.

¿Usas siempre esas tangas?

No fue un error. No es lo que parece.

Te la pusiste por equivocación, claro. – dijo en tono irónicp.

Bueno, si. Me gusta vestirme de mujer.

Se lo confesé. Y cada palabra que pronunciaba se me hacía eco en mi cabeza.

Ah, genial. ¿tenés novio?

No… Nunca estuve con un hombre.

Entonces voy a ser el primero.

Uy, que estaba pasamdo. Un hombre, un camionero, me iba a hacer suya. No era como lo había imaginado. No estaba vestida, no sabía nada de él.

El camión se detubo en una enorme playa de estacionamiento desierta. Apagó el motor.

Llegamos. – y liberó el cinturón de seguridad. – Pasame la mano por el pantalón y sentí como me pusiste.

Como una automata, como si hubiea sido una orden, como si lo deseata, pase mi mano por el bulto que se le formaba em el pantalón.

Si, ¿te gusta no?, ¿hace cuanto qie lo deseas? Tener una verga, para vos.

No contesté nada, pero mi mano no dejaba de acaticiar la tela de sobre su bulto.

Se desprendió el botón del pantalón y yo misma, bajé la cremallera y no usaba calzón.

Su pija casi saltó, al liberarse. Era muy grande. Y me asusté. El aroma fuerte,de su sexo, invadió la cabina.

La tenía que tener em mi mano. Y cuando lo hice, {el aprovecho para bajarse el pantalón.

Su verga estaba caliente y apenas podía masturbarla pero. Cuando pude descubrir toda su cabeza se humedeció.

Ahora me la vas a chupar, linda.

Me acerque a ella y lami su polla. Como si fuera una armónica, le pasé mis dientes. Mi mano tomó sus huevos.

Abrió las piernas para dejarme chuparselos. Estaban duritos.

Arecién ahí escuche sus gemidos de placer. Y darle placer me excitaba a mi.

Vayamos para atrás.

No creí que la parte de atrás de la cabina fuera así. Pensé que eran pequeñas e incómoda. Él se desnudó y se acomodó, dejandome lugar para mi.

Desnúdate. – me ordenó.

Me saqué las sapatillas, luego la playrta…

qué lindas tetitas. Te la voy s vomer. No te saques la tanga.

Me quité el short y acomodé la bombacha y me redoste a su lado.

Penetrame si quieres,,, pero no me lastimes.

Si, mi amor… te haré ese culo, despacio y con gusto.

Me besó en la boca, me pellizcó los pezones, los lamió, los mordió.

Jugó con mi tamga, frotó mis nalgas, rosó mi hoyo. Perdió su cara en mi culo y su lengua llenó de saliva mi ano.

Su dedo grueso y largo, me hizo gemir.

Su verga enbainada en un cordón me penetró.

Podía sentir cada milímetro que me entraba.

Podía sentit como el camionera disfrutaba de mi culo.

Su cabeza se abría camino dentto de mi, despacio como me lo promerió.

¿Te gusta nena?

Yo seguía sin pronunciar palabra, concentrada en darle placer.

Lo estaba haciendo; me sentía su mujer, para él

Quizás por mi silencio, quizas por deseo, se empezó a mover. Lento, ccasi la sacaba y volvía casi hasta llegar al fondo.

Uy, mamita, qué culo hermoso.

Yo jadeaba y gemía. Él me daba cada vez m as rápido.

Desde el fondo de su garganta sentí que de corría… su verga era un cañón.

Aunque nya no gritaba seguía moviéndose.

Hasta que cayó resndido sobre mi.

¿Te gustó? Estuviste famtástica.

Si mucho y gracias.

Luego de descansar un tato, me pidió que me vistiera.

La tarde se caía.

¿A Dónde te dejo?

Me dejó en la esquína de mi casa.

Me ayudó a bajar del camión, bajo la mirada atenta de unos transeuntes.

¿Cómo te llam{as?

Para vos… Sole.

Puso un billete de doscientos pesos entre mi shor y la tanga,,, que descubrí al llegar a casa.

No supe su nombre pero si por casualidad lee mi relato, que sepa que me hizo feliz. Y si vuelce a Buenos Aires, me busque, lo estaré esperando.