Pase solo hacer juegos lésbicos a cobrar por tener sexo con otras mujeres y la verdad es que me encanta saborear esos coños

Había algo que me atraía mucho de ella. Cada quince días, cuando me pagaban la visitaba y tomaba su servicio, era una prostituta A1. Entre las cosas que le pedía era hacer juegos lésbicos. Un día de ellos me dijo que en vez de ir a hotel de siempre porque no íbamos a su departamento. Después de esa noche es cuando me convertí en una puta como ella.

Lo primero que hiciste al entrar a tu departamento de puta, el cual tenía mucha luz, con muebles de madera que le daban una gran elegancia; pude ver un servibar, una barra y bancos muy limpios; el piso de duela, lo que hizo que tuviéramos que descalzarnos. Me explicaste que ahí es donde atiendes a tus clientes, lo cual no era como lo imaginaba, respirándose elegancia y cierto ambiente romántico; lo espejos están cuidadosamente colocados, de diversos tamaños y formas y anqué solo vi a primera vista un par de cuerpo completo, me señalaste como había más, sutilmente escondidos.

Antes de siquiera poder sentarme o distraerme con los paneles de madera de las paredes me llevaste al baño, uno el doble de grande de uno normal dividido por una cortina de hermoso color rosa; me desnudaste como si fuera una maniquí, no querías que yo hiciera nada, pues me contaste que el juego había empezado, que el quitarme la ropa era parte de la fantasía que te iba a ayudar a ser realidad. Me hiciste pasar al cuarto de la ducha y las gotas tibias comenzaron a relajarme, mientras cada rincón de mi cuerpo era pasado delicadamente con una esponja que despedía una espuma con olor a rosas.

-Seremos putitas pero limpitas.- me decías delicadamente al oído, en lo que la espuma me dejaba limpio, fresco y humectado- Una buena puta huele rico.

El tiempo de aquella limpieza dejo de tener importancia para mí y de no ser porque me termine apoyando en ti, creo que habría caído de bruces al suelo, de lo relajado que estaba llevándome hasta recostar en una camilla de masajes, pones mi cabeza sobre un cojín donde dices que me lavaras, yo trato de decir pensar, pero tus hábiles dedos comienzan por hacer pases mágicos en mi cabeza, el aroma del producto, tan dulce y suave me encantaba, sentía como si estuviera entre nubes.

Comienzas a embadurnarme la cera depilatoria y a depilarme, pero tal vez por tu maestría o por mi inconciencia no sentí mucho dolor, salvo en mis zonas privadas, lo que me hizo fruncir el cejo, pues le dedicaste especial atención, los dedos se deslizaban con delicadeza lo cual inicio la excitación más grande de mi vida, la mezcla más contradictoria, cuando veías que el dolor casi hacían que mi mano tratara de detenerte…

-Las putas deben aprender aguantar esos dolorcitos propios de ser mujer.- me decías con suavidad y con una delicadeza tal que la palabra puta se escuchaba como si fuera el piropo más delicado.

Me hiciste cerrar los ojos con la palma de tu mano y para cuando me hiciste poner de pie y pude ver en el espejo, te digo entresueños que se me ve como un maricón.

-Ay corazón, eso es lo que eres, pero no te preocupes, sé que lo que quieres es ser más que un nenito y yo te ayudare a ser una linda mujercita- mientras me fijo en tu cuerpo que usa una malla de cuerpo completo de color negro y no puedo dejar de notar sobre todo el culo y tu carita finita, quiero ser como tú.

Me dejaste por un momento mientras pasabas a la parte oculta de la cortina y es cuando aproveche para pasar las manos por mi ahora suave y fragante cuerpo, no podía creer como me hiciste cambiar tan notablemente. Cuando regresaste traías unas cosas y me dices que es necesario hacerme un enema y debía ponerme en cuatro.

No pude evitar cierto temblor cuando abriste mi ano y comenzaste a meterme el líquido por una manguerita, sentí es muy extraño y placentero, pues me sentí expuesta. Me ordenaste aguantar un rato, pero al final no pude evitar evacuar con un olor feo; volviste hacer lo mismo pero ahora salió el agua más clara dejándome con la colita en alto y con la sensación de no poder ya controlar mi esfínter.

-Nenita- mordisqueaste mi oreja mientras limpiabas mi colita, ahora me habías hecho de maricona a una pequeña mujercita.

De la mano me llevas a donde la cortina rosa debida el baño y me quedo asombrada, es todos unos vestidos, quede abrumada al ver tantos vestidos, jeans, zapatos, accesorios. Comienzas a seleccionar cuidadosamente, me pones unas medias con liguero que hacían tomar a mis piernas un tono canela y que a la vez las torneaban haciendo lucir más mi culo; una tanga diminuta, un cortes que termina cerrándose con un candado, cada cosa que me agregabas te hacia radiar de felicidad y a mi sonrojar más y más, me costaba sostener la mirada.

-Tendrás que adaptarte al corsé corazón, sé que te costara al principio, pero créeme, ….mmmmvale la pena- dijiste mientras lamias mis labios.

Prosigues colocándome un brasiere con rellenos de látex con forma de senos muy reales y que iban tan acorde con mi tuno de piel que cualquiera diría que nací con ellos, me hiciste pre presionar uno de mis senos y sentí una sensación de picor en mi piel.

-Son implantes muy caros, pero lo valen, sentirás dentro de poco como cuando te los tacan que te recorrerá la debilidad propia de una mujer.

Procediste a maquillarme de una manera delicada, casi sutil, mis labios brillaban, mis parpados con una sombra de ojos coral, casi no me retocaste; cepillaste mi cabello haciéndome unos delicados rizos y mi flequillo para luego me pusiste un par de extensiones. La transformación es completa.

Ya vestidas, y en tu hermosa sala de tu apartamento, comenzamos a hacer cosas de chicas, a hablar de los hombres. Me enseñas a caminar con tacones, a moverme como mujer, a poner el tono de voz más agudo. También comenzamos a practicar algunas coreografías, bailes, tipo twerking, moviendo el culo.

Ya comenzando el atardecer nos pusimos a ver videos porno de transexuales hardcore. Me decias que como puta habías tomado una manera de actuar con esas secuencias acorde a tu manera de ser y que yo debía hacer lo mismo, buscar con qué tipo de mercita me identificaba. Cuando apareció uno en las chicas están inmovilizadas, atadas y en posición de perrito, me quede sin aliento y es ahí cuando comenzaste a masturbarme el pene y diciéndome tu experiencia al oído.

-Oh una perrita, si recuerdo mi primera vez, también me sentí igual, sometida, sin voluntad, solo para mi macho- antes de venirme comenzaste a mamármela para eyacular dentro de tu boca- súmmum… sah, sientes como se te moja el clítoris, como se te pone la piel de gallina sin…súmmum… saber que esperar.

Hiciste eso hasta dos o tres veces hasta vaciar ms huevos, ya no se me paro, pero la excitación no se había ido.

-Mmmuuumm…déjame atarte si?- sin pensarlo, agotado por los besos y los orgasmos accediere vendaste los ojos, me pusiste un gong ring que me impedía cerrar la boca.

Luego silencio solo escuchaba el sonido de tus tacones, me comenzó a dar miedo de pronto alguien me saca la venda y te veo en la misma posición que yo, en cuatro vestida de puta, pero lo que vi me dio terror, habían 8 hombres maduros en tu habitación, estaba completamente inmovilizado a su merced, tú me mirabas con una sonrisa perversa, que me has hecho de hombre a maricón, de maricón a linda mujer , y ahora esos hombres van hacer de mi de mujer a puta como tú, la diferencia es que tu culo está abierto de tantas folladas. Comprendí el porque me habías arreglado así, tan diferente, tan sutil, tan poco maquillada, las miradas de los hombres me exploraban, pues mi apariencia y actitud les dio el mensaje claro de que yo soy una puta, una putita virgen.

Todos ellos eran verdugos, se dividieron en cuatro, comenzaron a manosearnos, yo estaba aterrado y no podía hacer nada para evitar lo que me iba a pasar, los cuatro más dotados se fueron para mi lado, a pesar que los tuyos también lo eran se notaba que eran más…expertos. Dijeron que como yo era virgen tenía que ser así.

Mientras unos masajeba mis senos, lo que me lleno de temblores, pero era incapaz de moverme, mis pies se movían como locos; otro masajeba mi colita metiendo sus dedos constatando que estaba limpia y lista; el tercero me metió su miembro en la boca y me dijo que debía hacerlo correrse solo lamiéndolo y el ultimo, solo se masturbaba mirándome mientras decía que debía sentirme bendecida por ser una joven puta y tener una sesión así.

Ya no te veía, ya no me importaba, solo las sensaciones que mi cuerpo femenino me transmitía y así, sudada y agotada sentí, primero la leche de uno en mis pies, del otro llenándome la cola y el tercero agotándome con su néctar el cual chupe, bebí para luego ser desatada.

El cuarto hombre me hizo sentarme como perra y mis manos como patitas, para hacerme ladrar como cachorra y después bautizarme con su semen, diciendo que ya no había marcha atrás. Agotadas ambas en el suelo de duela te tome de la mano y te sonreí.

-Gracias…gracias…por hacerme…puta.