Para mi cumpleaños el mejor regalo: mi primer trío

Minutos después me encontraba acariciando el torso desnudo de Joshua al subir las manos desde la bañera, mientras lo tomaba todo en mi boca, buscando devorarlo cada vez más. Temblando de placer, él buscó apartar mi cabello tras mi hombro, haciendo una semi cola de caballo con él mientras acariciaba mis mejillas llenas de su verga. Era capaz de verme en el brillo de sus ojos por la forma en que él me observaba, como si fuera la mujer más bella del mundo. Joshua estaba duro desde antes de entrar a bañarnos juntos: lo supe cuando lo desvestí de forma lenta, apartando sus jeans desgastados, y su delicioso pene alargado apuntó en dirección a mí como una flecha. Me daba un apetito tremendo verlo así, por lo que le di un par de lamidas antes de abrir el grifo y de que nos apresuráramos a entrar a la bañera.

Joshua había jadeado mientras yo lo chupaba con maña hasta lo que tardó en llenarse de agua. Quedé sumergida de los hombros hacia abajo mientras lo tomaba en mi boca, entrando y sacando su verga de mí tan profundo como podía, luego me entretuve jugando con él en el agua, como una niña muy traviesa que busca diversión en el día de su cumpleaños.

―¿Nervioso, Josh? —No tenía por qué preguntar. La respuesta era más que obvia cuando vi que apretaba la mandíbula con el rostro rojo ardiente. Él era bastante pudoroso a pesar del tiempo que llevábamos juntos—. Está bien, bebé. Quiero tenerte todo dentro y recibirte en mi boquita.

Jadeó de forma deliciosa. Confirmé que su pudor lo hacía contenerse de venirse en mi boca. Lo volví a buscar apresurando la velocidad con la que metía su verga hasta mi garganta y lo sacaba, imaginando que una cámara nos estaba grabando. Eso me excitaba mucho.  

Él jadeó con voz ronca antes de apartarme un poco para correrse. Abrí bien la boca sacando la lengua para recibirlo. Un par de gotas escurrieron por mi comisura mientras él se derramó sobre mi cara hasta que ya no quedó más semen en su verga.

Me levanté para tomarle el rostro con ambas manos y besarlo. Él abrió los ojos con sorpresa. Mi lengua entró en su boca en busca de la suya, que no parecía querer moverse de ahí hasta que la provoqué. Mis manos descendieron hasta su pecho. Joshua sujetó mis caderas rozándolas con las uñas, para luego separarse un poco de mí para que su vista se topara con descaro sobre mis pechos. Lo vi sonreír posesivo, animal. Hambriento. Él me deseaba. Amaba cuando me miraba como a una presa, suya, toda suya para hincarme los dientes.

Fui por su cuello repartiendo besos, moviéndome de manera tal que el piso terminó empapado por el agua que arrojaba fuera a causa de mi apetito sexual.

—Recuéstate—le ordené. Joshua pareció despertar del ensueño en el que estaba sumido. Retrocedí para que él pudiera colocarse en posición. La bañera no era pequeña, pero tampoco era demasiado grande. Todo ello me había dado una fantástica idea para abrir un repertorio sexual. Le mostré una sonrisa cuando me recliné igual que él desde el otro lado.

Hi! —lo saludé con la mano desde el otro extremo. Joshua desvió la mirada entre sonrisas porque estaba completamente rojo y avergonzado. Yo estaba actuando como una caprichosa cumpleañera. A gatas, fui hacia él hasta inclinarme sobre su miembro, que comenzaba a despertar a mis llamados. Mis tetas rebotaron mientras me ponía de rodillas, tocando su abdomen—. Tienes un cuerpo muy bonito. —le dije, coqueta. Él desvió la vista hacia otro lado, nuevamente avergonzado.

Tomé su verga con las manos. Él se arqueó involuntariamente ante el contacto. Comencé a mover mi mano en torno a él. Gimió a cada caricia acentuada que di sobre su tronco alargado. Reí muy traviesa cuando lo oí. Joshua dio un paseo con la vista hacia mis pechos expuestos mientras buscaba mis ojos. Su mandíbula tembló cuando abrió la boca para contestarme:

—No soy tan guapo, Am. No mientas. —Se avergonzó. Yo me molesté un poco porque no era la primera vez que hacía ese tipo de comentarios sobre su persona.

No era simple humildad. Sospechaba que él aún no lograba superar sus complejos de inferioridad, relacionados con mis exnovios. Solía decirme que no era tan corpulento como Fred, y que no le cabía en la cabeza cómo pude fijarme después en él. Aunque Joshua solo había conocido a Fred, constantemente se comparaba con las fotos que encontraba de mí con mis exnovios, muchos de ellos deportistas en nuestra época escolar. Yo sabía que, en aquel entonces, Joshua destacaba más como un cerebrito de aspecto algo desgarbado, cuya existencia no habría merecido mi atención en ese entonces, y que no habría acaparado todo mi deseo si no fuera porque en la universidad lo había conocido como mi tutor de computación.

Sonreí al recordar cómo habíamos terminado follando sobre su silla ergonómica tras pedirle que me explicara cómo manejar el Panel de Control de mi sitio web, y lo mucho que su verga hizo que me corriera mientras me embestía, y lo delicioso que se sentía su boca hambrienta y sus dedos de gamer cuando jugaban con mis pezones sensibles.

Me molestaba cuando él comenzaba a compararse con otros de mis amantes. Él tenía un encanto propio, y una magia que despertaba una sed insaciable en mí, que solo se detenía cuando su verga me reclamaba.

Con un puchero, me deslicé arriba de él hasta casi sentarme sobre su entrepierna. Mis pechos fueron a dar contra su cara al rodear con mis brazos su cuello. Joshua pareció perder el aliento. Contentísima, separé mis piernas alrededor de sus caderas, llenando todo el espacio a lo ancho de la bañera, como una invitación a ser penetrada. Mi trasero rozaba peligrosamente su entrepierna, y comencé a moverme descendiendo la separación entre mis nalgas sobre su verga ya despierta.