Nunca se sabe lo que te puede entregar el ascensor, cuando se abrieron las puertas conocí a una persona que me dio mucho placer

No se si creéis en el karma, en las dinámicas, y esas cosas. Yo la verdad es que no mucho, pero reconozco, que cuando uno empuja para que las cosas vayan mejor, van mejor, quizás no del todo, pero mejoran.

Tengo mi despacho, en un cuarto piso de un edificio de Paseo de Grácia, en Barcelona, en plenísimo centro de la ciudad. Surgió una oportunidad, por un embargo, en 2009 de comprar toda la planta entera y no la dejé escapar.

Pues bien, hacía algún tiempo que había puesto en alquiler los pisos (son más piso, que oficinas) de al lado de mi despacho. Me gustaba no tener vecinos, pero estaba renunciando a ingresar dinero por un alquiler de muuuucho dinero.

En un mes y medio, no recibí ni una sola llamada, ni email. Primero pensé que me había pasado siete pueblos con el precio, y después pensaba que igual había colgado mal el anuncio en la web.

Pues un buen día, a finales de mayo, me llamaron al teléfono de la oficina.

Era una mujer interesada en ver el piso, para alquilar. Me hizo unas cuantas preguntas por teléfono, y quedamos en que vendría a verlo por la tarde.

A las 16.00 en punto, me llamó el portero del edificio, de que subía visita.

Cuando abrí la puerta, casi me caigo de culo. Una mujer alta, como yo, pelo castaño, muy muy morena de piel, unos impresionantes ojos azules, y una camiseta de AcDc naranja apagado a modo de vestidito. Recuerdo que llevaba un montón de pulseras en su mano derecha. La chica tenía un posado muy serio.

Insisto:  para caerse de culo, lo bonita que es la tía…

Bien, reaccioné (a los pocos segundos), y al hacerlo, ella dibujo una sonrisa.

Reconozco que cuando me pongo en modo trabajo (dinero) me vuelvo de hielo, y me da igual lo que tenga delante, no me afecta para nada.

Le enseñé los tres pisos, ya que son distintos. Estaba interesada en el pequeño, un estudio, con un baño amplio, y cocina americana.

Anna, era una chica de Lleida, fotógrafa, y asesora de imagen para ItGilrs, Instagramers etc…Para ella, estar en ese punto de la ciudad era importante, ya que tiene cerca los principales puntos comerciales, e históricos de la ciudad.

Pero tenía un problema: estaba sin un euro (bueno, prácticamente).

Me ofrecía una tercera parte por el alquiler, algo inaceptable.

-mira Anna, por ese precio, en Paseo de Grácia, es imposible que encuentres nada. Lo siento, pero tu oferta es inaceptable.

La chica estaba muy seria, hundida diría yo, realmente para ella era importante la ubicación de aquel estudio.

Como os decía antes, frio como el hielo, pero también rápido como un guepardo.

-tengo una idea, le dije cuando, creo, estaba a punto de soltar alguna lágrima-me he propuesto alquilar los tres pisos, de forma rápida. Te voy a hacer una proposición deshonesta.

-¿deshonesta?-dijo visiblemente desilusionada.

-si, tranquila-le dije con voz pausada, y hablando muy claro- quiero sacar el máximo rendimiento a estos pisos. La manera más cómoda es alquilarlo a empresas o autónomos como tú. Pero la manera de sacar más rendimiento, es el alquiler turístico.

-si, conozco el tema. Hay problemas para que te den licencias para eso.

-si y no. Es decir, puedo tener la licencia muy rápido. El plan es el siguiente: pongo de alquiler los otros dos pisos, que son más grandes, en B&B. Para alquilarlos, fines de semana, y verano.

La cara de Anna se iluminaba, pero creo que era más por mi capacidad de convicción cuando me pongo serio, que por estar entendiéndome.

-y yo que pinto?- me soltó interrumpiéndome-no te sigo.

-bien, resumo: aceptaré la oferta de alquiler que me haces. Pagaras esos 1800euros al mes, y además gestionaras los dos pisos para mí. Te encargarás de todo, anuncios, páginas web, cobro, reservas, desayunos de los inquilinos, limpieza etc…

-vamos que trabajaré para ti, y además te pagaré -me contestó en tono seco y borde.

-para mi no, para pagar el alquiler de mi piso, si.

Anna se levantó, ofendida, yo también lo hice, para acompañarla a la puerta.

Tenía claro que aquella conversación no acababa en aquel momento, y por eso, dejé que se le pasara la mala leche a ella solita.

-si crees que no es una buena oferta, ya sabes el precio mensual. Un mes de depósito por adelantando, y nos vamos al notario a firmar. Año a año -le dije en tono muy severo, sin dar lugar a dudas.

Anna estaba seria, enfadada, muy enfadada. Preciosa, más que cuando sonríe. Que mujer más sexy, madre de dios.

Cuando se fue por la puerta, no me dió ni la mano, y me dijo “adéu” de espaldas.

Entonces, me recreé en su culo, tanto, que giró su cabeza y puso cara de ofendida. Me daba igual, que cuerpazo tiene la cabrona.

Desapareció en el ascensor. Desde aquel preciso instante, me puse entre ceja y ceja, poder hundir mi cara y mi boca en aquella preciosa mujer, y recrearme mucho con ella. Me estaba “enchochando”.

Recuerdo que pensaba: seguro que no me hace apagar la luz haciendo el amor.

A las dos horas, saliendo por la puerta del edificio para ir a tomar algo, pues era casi hora de cenar, y había decidido quedarme a dormir en el despacho.

Apareció Anna en el portal.

-perdona Karlo-me dijo igual de enfadada que cuando se había ido-no tengo tu email personal, y quiero enviarte una contrafoerta.

-mira Anna-en ese momento no fui capaz de poner el “modo negocios”, pero consdieraba que era lo adecuado-lo que te he ofrecido antes, es un chollo, y una oportunidad. Ahora que ya estas cabreada, déjame que te cuente como podemos hacer las cosas, que total, ya no te vas a cabrear más.

La cogí por el brazo, con firmeza, y la invité a salir del portal.

-necesito tomar algo-le dije- acompañame por favor.

Nos sentamos en el bar que queda más cerca, pedí un Dry Martini y Anna una clara (cerveza con limón, que tengo un dilema con el nombre de esa bebida).

Le expliqué sin interrupciones, una manera más incentivadora de hacerlo.

Ella paga el alquiler pactado, y gestiona la totalidad de los dos pisos. Y le añadí un incentivo: follar conmigo cada noche.

Es broma, aunque no dejaba de pensarlo.

El incentivo es sencillo, si mantenemos el nivel de “excelencia” en booking, tripadvisor etc…le daría un 12 por ciento del beneficio neto que produjese ese alquiler. Después de contar gastos de luz, agua, limpieza, comida etc…

A Anna, ya le pareció otra cosa, ya que si conseguía ese nivel de valoraciones, el alquiler le sería gratis. Eso si, era todo o nada. O 5 estrellas o nada.

-mira Anna, en esta vida, hay que creer en la gente, sobretodo cuando está empezando. Yo tengo 42 años, y necesité alguien que creyera en mi, para poder arrancar mi negocio, que para mi era un sueño. He visto en tus ojos, la mirada que yo tenía cuando empecé. Yo tuve quien me ayudara en mis inicios, así que es justo, que devuelva el favor que un día me hicieron.

Anna me prometía y reprometia que no me decepcionaría.

Que seguro que saí bien. Estaba ilusionada, contenta, feliz. Que bonito es el amor, sobretodo en primavera. Y que poco me cuesta enamorarme coño.

Acabamos cenando juntos, y tomando unas copas en un sitio cerca del despacho.

La verdad es que Anna desprende una ilusión, y una vitalidad que hace mucho que no recuerdo en una persona. Me recuerda a Vanessa. Te contagia la ilusión por todo.

Me despedí de ella, con dos besos. Anna me dijo un “grácias” un poco especial al oído. No pude evitar empalmarme. Manda cojones.

Cuando la vi desaparecer en el taxi, me dije: necesito follar.

Llamé a Conchi, que aunque fuese con la luz apagada, tiene un coñito estrecho pero suave. No podía. Llamé a Judith, tampoco. Tete, tampoco. Roger, tampoco. Joder, era la una de la mañana.

Me senté en un banco de Rambla Catalunya, me encendí un cigarro (de esos que dan risa). Me había auto prohibido pagar por tener sexo, pero me había quedado sin recursos. Llamé a dos chicas, un travesti y un chico, y todo el mundo con el móvil apagado. Y yo que pensaba que ser bisexual era una ventaja….

Último recurso: un club gay, famoso en la ciudad.

Pedí un taxi, le di la dirección, y en veinte minutos estaba en la puerta.

Entré, me senté en la barra, para ver el percal. Había bastante ambiente. Muchas parejas, y algún hombre solo.

Pregunté como estaba el cuarto oscuro, y como de costumbre, si quieres saberlo, pagas, y entras. No me apeteció correr el riesgo.

Un chico, joven, muy joven, veinte o veintipocos, se me acercó. Iba pedo, como yo.

-oye mi colega y yo, nos apetece follarnos un madurito como tu-me dijo asi sin darle vueltas. Mi primera reacción fue pegarle un puñetazo por lo de madurito-pero pagas tu el cuarto, que nos hemos quedado sin un euro.

-cuantos años tienes, y quien es tu amigo?-le dije yo, valorando su oferta.

-veintitres años, y mi colega veintidós. Es el del fondo.

Al fondo había otro chico, igual que el, no muy alto, delgados…

-me parece un trato justo.

Pedimos habitación, y nos acompañaron a una que acababa de quedar libre.

Entramos los tres, y ellos se tumbaron en la cama, con los pantalones por los tobillos. Cuando vi sus pollas, pensé que al final había tenido suerte, pues eran dos pedazo de pollas, así que me arrodillé en la cama, y me metí una en la boca, y agarré otra con la mano.

Los chicos se dejaban hacer, y gemían de gusto.

El primero, con la polla como una estaca, se puso detrás mio, y sin muchas contemplaciones empezó a follarme, bien duro desde el principio. Como estaba muerto de gusto, no puse mucha resistencia a los comentarios homófobos que me estaba haciendo, y seguí chupando la polla de su colega, que sabía de maravilla.

El chico que me follaba se corrió rápido, le pedí a su colega que se tumbara boca arriba, y lo cabalgué bien, tan bien, que al poco se corrió también.

Cuando se vestían, me vinieron a la cabeza los comentarios del chaval al principio.

-que se siente al follarse un tío majo? Cuéntamelo.

El chaval, se puso colorado, y se largó de la habitación, y su colega, detrás.

30 euros por una hora de habitación, y un polvo de veinte minutos escasos.

Me fui del club, y tuve que andar un buen rato, para encontrar un Taxi. No se como, justo en ese momento, Anna me llamaba al móvil: su compañera de piso, tenía una cita, y no podía ir a casa a dormir. Según decía no llevaba suficiente dinero para alquilar una habitación en ningún hotel, y me preguntaba si podía dormir en su nuevo estudio.

Quedamos debajo del despacho, le dije.

Tardé más de media hora en llegar al despacho, pues no encontraba taxis.

Al llegar, estaba sentada en el bordillo del rellano. Iba vestida igual que antes, así que pensé que era verdad su “excusa”.

-de donde vienes a estas horas golfo?-me dijo con una sonrisa de oreja a oreja.

-de sitios oscuros y siniestros…

Al tiempo que abría el portal con la llave, me dio un beso en la mejilla, y un sincero “gracias”.

En el ascensor, le propuse que durmiese en mi habitación, y yo lo haría en el sofá.

-de ninguna manera, duermo yo en el sofá.

-mira Anna, antes de tener esa cama, dormí en ese sofá durante semanas, asi que tranquila, esta adaptado a mí.

Entramos en mi piso, le di una toalla, para que se diese una ducha, y yo me di otra en el otro baño.

Me puse un pantalón corto, y una camiseta, pues no era día para dormir en pelotas.

Anna, salió al rato con la toalla enrollada el cuerpo, y otra pequeña en la cabeza.

-perdona, podriamos hacer el lote completo, y me dejas algo para dormir.

Al escuchar “lote completo” no pude evitar soltar una sonrisa pícara, que ella, observó con agrado.

Pensé primero en dejarle una camisa, por aquello del tópico, pero al final, opté por otro pantalón corto, y una camiseta.

Se presentó en mi despacho/habitación con mi ropa. Impresionante.

-nos tomaremos una última copa?-me preguntó.

-son las cinco de la mañana, claro que sí. Es el momento perfecto.

Puse dos whiskys con hielo. Al principio puso cara de asco pero le enseñé a saborear un buen whisky. Le acabó gustando, y nos pusimos otro.

Hablamos de cosas más personales, parejas etc…ella hacía diez días que lo había dejado con su pareja, y por eso estaba en Barcelona. Yo le conté que tuve una relación larga con una mujer, y otra con un hombre.

No se sorprendió, y me encantó que fuese tan abierta de mente.

Eran casi las seis de la mañana, cuando de repente, se levantó, y se sentó encima mio. Nos dimos un beso de tres minutos por lo menos. Si aquella chica ya me gustaba desde que la vi bajar del ascensor aquella misma tarde, ni os cuento lo que sentía mi cuerpo al notar sus labios contra los míos.

Ella no hacía más que murmurar que aquello no era serio, que nos acabábamos de conocer. Antes que se rajara, le quité la camiseta, y me quité la mía. Sus enormes e impresionantes pechos tocaban con el mio. El tacto de su piel contra la mía, me hacía morir de gusto.

Anna, se apartó un poco, para bajarse los shorts, y yo, hice lo propio.

Al ver mi bonita y depilada polla, dibujo una sonrisa, y volvió a sentarse encima de mí.

Se apartó lo justo para que me pusiese un preservativo, y se fue introduciendo mi dura polla en aquel rosadito y también depilado coño.

Fue entrando poco a poco, tuve que recurrir a recordad documentales sobre hipopótamos para no correrme.

Sus movimientos, eran sensuales, dulces y constantes. Sus gemidos eran discretos y morbosos. Sus besos, húmedos y dulces. Estaba en la gloria.

Tanto, que al final ni pensando en hipopótamos me corrí.

Ella al notarlo, sonrió, y me dio un profundo beso. Se levantó, sin dejar mis labios, cogió su (mi) ropa y se fue a la habitación, dejándome con un breve “bona nit”.

No fui capaz de pegar ojo en toda la noche, bueno, ya era de día.

A las ocho de la mañana (a las nueve tenía una reunión en mi despacho) decidí que tenía que despertarla. Fui a la habitación, y nada más entrar, abrió los ojos. Me dijo “bon dia” y los volvió a cerrar.

Empecé a darle besos en el cuello, y mientras ella dibujaba una sonrisa, fui bajando hasta sus pechos. Me recreé un buen rato en ellos. Sus pezones se ponían duros con facilidad, bajé por su fina, y delicada barriga. Me entretuve unos segundos en su ombligo, y continué mi camino. Me ayudó levantando un poco el culo, para que le quitara mis pantalones. En cuanto notó que mi lengua pedía paso en su entrepierna, las abrió, y se dibujo ante mi un coñito precioso, ansioso de que me lo comiera. Anna separó un poco sus labios con sus dedos, para mostrarme el camino. Quise ir despacio para disfrutarlo, pero las ansias me podían. Anna cerraba un poco las piernas, aprisionando mi cabeza, para que no la apartara de ninguna manera. Seguí chupando y lamiendo. Aquella chica me hacía sentir en la gloria. Finalmente se corrió, y me aparté. Le di un largo beso (y eso que por las mañanas no suelo hacerlo) y me fui al baño a ducharme.

Aún no había encendido el grifo, ya la tenía en la ducha, completamente desnuda. Nos abrazamos debajo del grifo, y entonces decidió devolverme el “favor”. Bajó por mi pecho, sin tantos rodeos, se fue a por mi polla, que hacía rato que estaba dura. Me la chupó durante unos minutos, sus labios eran carnosos y recorrían cada milímetro de mi pene, haciendo detalles con su lengua, y volviéndome loco. Me besaba los huevos, y de nuevo se introducía mi polla en la boca.

Le pedí que se levantara, mientras salía un segundo a por un condón. Me lo puse, al tiempo que se daba la vuelta, y me mostraba su precioso culo. No pude evitar agacharme, y empezar a besar sus nalgas, y pasar la lengua por su ano.

hazme el amor Karlo-me dijo entre jadeos.

Me levanté, y como la noche anterior, mi polla enloqueció al entrar en ella. Se agachó un poco, y empecé a follarla algo más rápido. Sus gemidos esta vez eran más fuertes, así que apreté fuerte, y sus gemidos también aumentaron.

Los ruidos de aquella ducha me volvían locos. Anna y yo gimiendo a rienda suelta, follando duro, el agua resbalando por su espalda, hacía que cada embestida mía sonara más fuerte.

Después de un buen rato, nos corrimos los dos. En ese momento noté una flaqueza en las piernas impropia de mí. Casi me tengo que sentar.

Anna se giró rapidamente, buscando un abrazo. Nuestras bocas se pegaban como dos imanes. Aun estuvimos besándonos un buen rato.

Anna, dibujo una sonrisa, al notar que mi polla volvía a estar dura.

-te estaría haciendo el amor cada segundo de mi vida Anna-le dije, quizás demasiado sinceramente….

Justo cuando salía del baño, en pelota picada, llamó el conserje, que la visita que esperaba, estaba subiendo. Aunque parezca mentira, en un minuto me puse un traje, con corbata y todo.

Anna, salió de la ducha con la toalla, y flipó al verme..

-te tienes que esperar en la habitación sin salir lo que tarde la reunión Anna, se nos ha echo tarde.

-tranquilo. Estas guapísimo -me dijo al tiempo que me regalaba un piquito-

Si, guapísimo, pero mojado y sin ropa interior. Ni calcetines me había puesto.

Las tres personas que esperaba, entraron, y los acompañé a mi despacho. Nos sentamos en la mesa, y tuvimos un coñazo (muy muy muy rentable, pero un coñazo) de reunión de algo más de dos horas.

Cuando se fueron, llamé a su habitación, estaba dormida. Estaba preciosa. Con una leve sonrisa dibujada en la cara.

La dejé dormir, hasta que de repente, a media mañana, apareció con las sabanas enrolladas, y con una cara de sobada que valía un imperio. Se me acercó y me dijo:

-te he dicho ya que estas guapísimo en traje? -sin tiempo para contestarle, me plantó un beso, y continuó- ven a la cama.

Se fue a la habitación, dejando caer la sabana a medio camino.

Yo, como un perrito faldero, embobado perdido, me fui para la habitación detrás de ella.

Me desnudó, sin dejar de mirarme a los ojos. Anna es perfectamente consciente del poder de su mirada. Con unos ojos azul bastante oscuro, muy brillantes, te haces polvo, te hipnotiza totalmente. Nos tumbamos en la cama, y follamos de nuevo. Sin preámbulos. Solo besos. Ella me rodeaba con sus piernas, sin dejarme otra escapatoria que follarla. Y yo, muerto de gusto, no podía parar de hacerlo. Follamos durante un buen rato, hasta que, de nuevo, nos volvimos a correr. Nuestra sintonia era más que evidente.

Después de unos minutos, Anna se levantó y completamente desnuda salió de la habitación. Volvió al minuto con su móvil y el mio en la mano.

-he descolgado el teléfono de tu mesa. Es buena idea verdad?

Me incorporé y apagué el móvil. Creo que hacía años que no lo hacía. Anna hizo lo mismo con el suyo.

Se volvió a tumbar a mi lado. Hablamos durante un buen rato, uno al lado del otro, a menos de dos dedos. Entre palabras, nos besábamos.

Volvimos a hacer el amor, y volvimos a quedarnos en la cama. Sin movernos.

Nos despertamos a las cuatro de la tarde, los dos completamente desnudos, y abrazados. Estábamos muertos de hambre.

Como Anna no tenía ropa, abrió el armario de mi habitación, desnuda. Sacó una camiseta de Michael Jordan, y de ropa interior unos calzoncillos míos.

Zapatitos, pelo recojido, y lista. Así, natural. Llevaba mi camiseta favorita, como si fuese un vestido, atada por un fino cinturon gris. Y unos calzoncillos mios a modo de pantalón corto. Disfrazada e impresionante a la vez.

Me pues algo cómodo y bajamos a comer.

-te queda mejor el traje Karlo, y créeme, yo se de eso-me dijo sonriendo.

Nos sentamos en la terraza de siempre, y pasó lo que tenía que pasar:

Cuando estábamos esperando los cafés, apareció Conchi. Anna y yo estábamos sentados pegados, yo tenía mi mano encima de su rodilla.

Y al ver a Conchi, ni me inmuté (que quede claro que me quería fundir alli mismo). Como decía antes, me puse en “modo negocios”.

-buenas tardes, que bien acompañado te veo Karlo-soltó así, en plan Zasca.

Anna se levantó y tendiéndole la mano le dijo:

-buenas tardes, tu debes de ser Conchi, me ha hablado de ti. Soy Anna, encantada.

Me quedé a cuadros durante algún segundo, puede que varios.

siéntate con nosotros-continuó Anna-acabamos de pedir los cafés.

Conchi, dolida en su orgullo, se sentó, no se si por hacerme pasar un mal rato, o por escuchar lo que Anna le quería decir.

-soy la inquilina del 4c. Karlo y yo nos hemos echo socios.-dijo en tono irónico.

-socios?-dijo Conchi, incrédula ayer me llamabas por la noche, y ahora tienes una socia Karlo?

-si, mira como son las cosas, verdad?-contesté yo, recobrando la compostura.

Anna, se levantó, y se disponía a irse.

-toma Anna -le dije yo acercándole las llaves de mi despacho-esperame arriba que hablo unos minutos con Conchi.

Me sincere con ella, después de aclarar, que ella y yo solo nos estábamos conociendo. Anna había caído del cielo, y quería conocerla. Como no es serio ni justo “conocer” dos personas a la vez, lo mejor era dejar de vernos.

Ella lo comprendió, o eso aparentó, y después ne soltó un

-mejor, no eres lo que pareces.

-no tienes ni idea de cuanta razón tienes-le contesté yo, convencido de que tenia razón.

Al llegar a mi despacho, Anna estaba sentada en mi silla, en mi mesa.

Me hizo sentar enfrente.

-entiendo que nos conocimos ayer, y todo ha ido muy rápido. No quiero volver a vivir numéricos como este nunca más. De acuerdo?

-deacuerdo Anna-contesté yo-te voy a decir una cosa, la sinceridad, es mi mayor defecto y mi mayor virtud. Entiendes? Siempre, soy sincero. Y contigo no voy a cambiar.

-me gustas, mucho-continuó ella, mientras yo me moría por sus huesos-y me das miedo a la vez. Mucho miedo. Y eso hace que me gustes aún más.

Cuando te pones serio, impresionas. Te comes a la gente con la mirada, con tus gestos, con tus palabras. Siento que me hiciste tuya en el momento que me senté en tu despacho, para hablar del alquiler.

-te hice mía cuando saliste del ascensor-la interrumpí. Ella sonrió.

Como me quedé tonto perdido ante tales palabras, y tanta razón en pocas frases, no me quedó otra que levantarme y besarla.

Fuimos a la cama, por enésima vez aquel dia.

-hazme el amor Karlo ahora-me susurraba-hazme tuya del todo.

Con “del todo” no entendí muy bien a que se refería, pero cuando me dispuse a cojer un condón me dijo al oído:

-noooo, quiero sentirte dentro de mi -me susurró en mi oreja.

Si con preservativo ya me hacía polvo, sin, ni os cuento. El tacto de su vagina con mi polla, era brutal. Me podía mover con facilidad, pero ella me daba gusto en cada milímetro de mi polla.

Me corrí tan rápido que le pedí disculpas. Ella las aceptó contenta, al ver que me hacía polvo con ella.

Uno que es educado, deslizó la cabeza, para acabar con la boca lo que no fue capaz con su polla. Que menos.

Como aquel día estaba siendo perfecto, y ninguno de los dos quería que acabara…

Pedimos cena Japo a domicilio, y cenamos medio desnudos en el sofá, viendo la tele. Me hice un cigarro de reír, y me sorprendió que también fumara.

Al rato, y unos wiskys, teníamos unos ojitos que daban risa.

Salió el tema de la sexualidad, y no pude evitar explicarle mi “otra” vida.

No se si lo entendió bien, pues no reaccionó nada mal, es más, dijo que tenía ciertas curiosidades sexuales, y que yo la podría ayudar en ese tema.

Dejé claro, clarísimo, que nunca tendría relaciones a escondidas suyas.

Sinceridad. Sobre todo sinceridad.