Como nunca este tío me ordeña la polla, la forma de mamármela es simplemente impresionante, la chupa hasta el tronco

Levanté la cabeza al techo y cerré los ojos. Puse los brazos extendidos abarcando el sofá mientras notaba como mi polla era succionada por su boca. Le gustaba mamarla de arriba a abajo, como si se estuviera follando su propia boca con mi rabo. Lo que más me gustaba era sentir su lengua recorriedo mi polla, y cuando empezaba a retirar su boca para coger impulso, succionaba mi rabo como si quisiera tragarse cualquier gota que su saliva o mi capullo hubieran dejado a mano. Empecé a suspirar cuando comenzó a tragarse toda la polla hasta la base. Iba despacio, saboreando cada centímetro, ahuecando la garganta para asegurarse de que no se le iba a escapar ni un solo trozo de carne. Y no se le escapó ninguno. Cuando por fin llegó a la base no pude evitarlo y le agarré la cabeza, apretándolo fuerte contra mi por su nuca mientras levantaba mi pelvis y trataba de penetrarle su garganta aun más adentro.

– Asíiii…. dios, qué bien que te la puedas tragar toda. Se nota que tenías ganas de polla…. pues no te preocupes…. porque todavía te falta rato para aburrite de esta.

Me levanté del sofá mientras seguía atravesándole la boca y la garganta con mi polla y le miré a los ojos. Si no hubiera sido por mi rabo en su boca hubiera jurado que me estaba sonriendo por poder estar de rodillas, comiendo rabo, y viendo lo mucho que me estaba gustando.

– Deja la boca suelta y bien abierta…. ahora vas a recibir lo que querías.

El abrió la boca al instante sin apartarse y yo comencé a tratarlo como un simple agujero más. Lo taladraba con mi polla rápido, como si me estuviera follando su culo. No le daba mucho tiempo a respirar, y a veces notaba como mi capullo hacia tope con su garganta. Sabía que no le estaría haciendo mucha gracia que le reventara la garganta a pollazos, pero en ese momento solo quería follarlo, solo quería darle polla y hacer que su boca recordara para siempre la forma del rabo que le iba a dar el mayor placer de su vida.

Tras unos minutos aparté mi miembro de su boca. Lo sujeté por la punta hacia arriba, y no hicieron falta más palabras. Él se abalanzó a lamerme los huevos. Yo abrí mis piernas y empujé su cabeza entre mis piernas. Él actuó como un niño con su primer helado, y comenzó a lamer por todas partes, desesperado, oliendo mis huevos sudados, notando como se iban cargando de leche. Le solté mi polla encima de su cara, su primer pollazo de la noche. Mientras lo tenía lamiendo mis huevos le di algunos más y comencé a pasarle el rabo por la cara. Lo tenía bien mojado de su saliva, se escurría bien, pero quería hacerlo mejor. Solte desde mi boca un hilo de saliva que cayó en mi capullo y con mi mano lo esparcí sobre mi rabo. Comencé a frotárselo por su cara, sus ojos, sus labios… Quería que su propio cuerpo oliera a mi polla y a mi. Que no pudiera quitarse de encima mi olor o mi esencia. Se volvió loco y comenzó a jugar con mi rabo. Sin llegar a chuparlo lo apartaba de un lado a otro, notaba su aliento en mi miembro, pasando de un lado a otro de la cara. Se estaba restregando contra mí como una perra.

– ¿Te gusta comer polla o solo te pones así con la mia?

– Me encanta comer polla… pero no sabía que la tuya estaba tan rica.

– Je, buena respuesta… te has ganado un premio. ¿Quieres saber cual es?

– Claro que si.

Me tiré hacia atrás de nuevo al sofá, con la polla apuntando al techo y llena de babas que se recogían entre mis huevos peludos y cargados de leche. Me di una palmadita en el muslo para que entendiera, y con una media sonrisa se sentó sobre mi. Dejé mi rabo detrás de su culo, quería que lo sintiera duro y listo cada vez que se moviera encima de mí. Le agarré fuerte del culo, aquel culazo que luego se iba a abrir bien a fondo solo para mi. Puso sus manos alrededor de mi cuello y juntamos nuestras frentes mientras yo le seguía acariciando el culo. Empezó a retorcerse, restregándose no solo contra mi polla, también contra mi cuerpo. En un movimiento lo agarré fuerte de la cintura aplastando su cuerpo contra el mío. Sus pezones quedaron a la altura de mi boca, listos para ser lamidos y morididos. Podía notar su polla dura apretarse contra mi pecho, la notaba dura y bombeante. También estaba llena de líquido preseminal. Debía llevar lubricando desde que empecé a follarle la garganta. El me agarró de la cabeza acariciándome el pelo, y yo le arañé un pezón usando mis dientes, pasando mi lengua alrededor y después apretándolo entre mis incisivos, tirando un poco de él.

– Oh dios…. joder… me tienes a mil. Aaah… no muerdas tan fuerte, cabrón.

Le respondí con un azote fuerte en el culo. Y él contestó con un buen gemido. Noté como volvió a mover el culo después del azote, con más energía, como queriendo llamar mi atención. Le volví a dar otro. Y luego otro más en la otra nalga. Lo estaba haciendo suspirar y ni siquiera le había metido mano de verdad a su culito. Ahí pensé que estaba disfrutando demasiado. Le agarré las nalgas bien fuerte con mis manos, separándoselas, y me puse a hurgar con mis dedos hasta que encontré su agujero. Llevé una mano hasta su boca, e hice que me comiera el dedo índice mientras le iba besando el pecho y pasaba mi lengua por su cuerpo. Cuando terminó de lubricarlo volví a su ojete. Pasé primero mi dedo en círculos alrededor, y después lo pasé despacito por toda su raja, de arriba a abajo, y de abajo a arriba. Mientras me comía la oreja y el cuello notaba como suspiraba cada vez que mi dedo hacía el intento de penetrarlo. Su culo parecía estar bastante bien dilatado, así que llevé mi polla hasta él, y tras lubricarla un poco con la saliva de ambos, la pasé por su ojete, apretando mi capullo contra su esfínter. Me encantaba la cara que ponía cada vez que parecía que mi capullo estaba a punto de entrar. Empezamos a movernos más rápido, como si estuviéramos follando directamente sobre el sofá. El comenzaba a saltar sobre mi polla sin llegar a meterla y yo no paraba de agarrarle el culo con mis manos, clavando mis dedos en el.

Cuando no aguanté más le agarré de las piernas y lo levanté por encima de mi. Le hice bajar el culo hasta tenerlo a la altura de mi boca, y así mismo comencé a comérselo con furia. Le hice sentarse encima de mi cara y empezamos a pajearnos los dos mientras mi lengua le penetraba el ojal y lo iba lubricando para el pedazo de carne que le esperaba impaciente más abajo.

– Cabróoon…. mete más la lengua…. me encanta que me coman el culo.

– Ya lo tienes bien chorreando maricón, ¿por qué no bajas y pruebas un buen trozo de carne?

Se abrió de piernas totalmente y casi sin inmutarse agarró mi polla gorda y comenzó a metérsela el solo en su ojete aun estrecho. Me encanta la sensación de inundarle las entrañas con mi polla, hacer que note cada pliegue y cada movimiento. Le dí un par de puntadas para que gimiera un poco mientras su culo se acostumbraba al tamaño de mi miembro dentro de él. Mi polla estaba palpitando, deseando moverse dentro de él y hacerle suspirar de placer. Le volvía dar un cachete en el culo y lo atraje para mi para comerle la boca, un buen morreo lento con lengua. Empezamos a lamernos el uno al otro mientras iba subiendo mis piernas para penetrarle mejor hasta el fondo. No paré hasta que noté como mis cojones chocaban contra su culo y ni un solo trozo más de mi carne se pudo meter dentro de él. Le hice el caballito despacio al principio mientras giraba un poco mi polla dentro de él, abriéndole bien el culo para que se relajara. Al final acabó ayudándome con sus piernas a levantarse un poco sobre el sofá y yo comencé a bombearle. Sacaba la mitad de mi rabo y se lo volvía a meter despacio mientras nos íbamos besando. Más de una vez le di una clavada rápida hasta el fondo, solo para ver su cara de placer y sacarle un gemido de puta. Mientras le iba follando el ojete nos acariciábamos el pecho y yo le agarré de su polla para pajearle un poco. Se la agarré fuerte y apreté un poco hacía abajo tirando de su piel.

– Para tio… para…. vas a hacer que me corra cabrón…. Y todavía…. todavía… quiero disfrutar más de ese pollón en mi culo….

Paré de inmediato y decidí que era hora de darle caña de verdad. Le agarré fuerte de las caderas manteníendolas un poco por encima de mí y comencé a bombear con fuerza follándome su culo lo más rápido que pude. Mi polla iba a mil, reventándole el ojete. Él solo se agarraba a mi y suspiraba y gemía dejándome usarlo para darme placer. Lo levanté en el aire agarrándolo por las piernas y le di la vuelta colocándolo boca arriba en el sofá. Empecé a sacar y meter mi polla otra vez despacio mientras le besaba y le mordía el cuello y los pezones. Levanté sus piernas en el aire y las junté por encima de mi cabeza, dejando su ojete abierto con la mitad de mi polla dentro a plena vista. Comencé a follarlo como más me gustaba, dando vueltas con mi polla en su culo, sacándola del todo y dándole puntadas para luego meterla de golpe hasta los huevos, embestidas rápidas que le hacían abrir la boca de golpe, y me daban ganas de sacar un hilo de saliva que cayera dentro de esa bocaza mientras le reventaba el ojal a saco. Él se pajeaba mirándome, mordiéndose el labio y relamiéndose. Supongo que estaría pensando en el buen rato que le había dado esa misma polla en la boca, y en las ganas que tenía de volver a comérsela.

Justo cuando más estábamos disfrutando, se me ocurrió intentar meter un dedo al mismo tiempo que mi polla en su culo. Llevé mi pulgar a su ano y comencé a introducirlo hasta el fondo, agarrándole por los pliegues de su piel. Volví a follarlo rápido mientras notaba como mi dedo le dilataba más su culo. Justo en ese momento tuvo un orgasmo brutal. Su polla comenzó a chorrearle leche por todo su pecho, casi como un surtidor. Un par de trallazos le dieron en el cuello y casi en la boca. Su culo apretó mi polla y mi dedo, por lo que decidí que era el momento justo. Saqué mi rabo de aquel agujero y comencé a pajearme justo encima dejando su ojal abierto para que se lo tragara todo. No tardé ni un minuto en empezar a correrme como un animal, llenándole los huevos y el culo de leche.

Recogí un poco los restos con mi capullo, pasandolo por sus huevos y su raja. Le volví a meter la polla cubierta de mi propia leche en su culo, y le di un par de embestidas finales para que recordara lo bien que lo había pasado. Saqué por última vez mi polla, aun con restos de mi propia lefa, y la restregué por su pecho, combinando los restos de leche de ambos.

– Ahora come. Déjala bien limpia. Y luego te puedes duchar.

– ¿Te ducharás conmigo?

– Si te esmeras lo mismo hasta te pongo contra la mampara de la ducha y te la vuelvo a clavar de golpe, sin lubricante ni nada.

Me dedicó una sonrisa antes de lanzarse a devorar mi polla.