No puedo decirle que no a mi propio hermano

– …. ¡Más rápido, más rápido, no pares, no pares! ….

El apresuró su cabalgata al tiempo que yo levantaba mi cadera para disfrutar sus firmes estocadas hundirse con fuerza en lo más profundo de mi carne, apreté las sábanas con mis manos y en tono desesperado le supliqué

– No me sueltes, no me sueltes amor…. ¡Te lo suplico!… ¡Me vengo Pedro, me vengo!

Apreté los dientes para evitar gritar cuando todo dentro de mí se comenzó a contraer en el más intenso y maravilloso momento de placer que pueda existir, el incomparable orgasmo femenino, la llamada “pequeña muerte”, la maravilla de ser mujer…. Después vino la calma, mi cuerpo quedó relajado, satisfecho, agotado de tanto placer, otra vez mi valiente jinete había domado mi lujuria, mi excitación, mi ansiedad y mi necesidad de su cuerpo llevándome al placer de los placeres.

Cuando abrí los ojos me encontré con esa especial mirada con la que me indicaba que ya no lo podía retener más tiempo y consciente de su urgencia le respondí apretando los músculos de mi pelvis con la poca energía que me quedaba, mi ardiente y húmeda vagina se apretó sobre su pene cual ajustada funda y él me miró dulcemente a los ojos para avisarme que lo haría, que eyacularía, que soltaría toda su carga dentro de mis entrañas y yo con una tierna sonrisa acepté diciendo

-Ven amor, dámelo todo

Su mirada se perdió, cerró los ojos, arqueó su cuerpo apretando sus nalgas para penetrarme lo más profundo posible, y ahí, en el fondo de mi vagina, en el lugar idóneo para hacerlo, se entregó al placer. Cuando sentí sus fuertes contracciones cerré mis ojos emocionada y segundos después su placentera exhalación fue la señal de que había terminado de llenar mis entrañas con su cálido elixir de vida.

Cumplida su placentera misión dentro de mí, se recostó sobre mi pecho, nuestras bocas abiertas se acercaron para compartir sus alientos y con las miradas nos agradecimos el placer recibido

-Te extrañaba

Me adelante a decir llevada por la felicidad de tenerlo otra vez… ¡Era mío y yo era suya! y esa era una verdad gravada en mi ser, mi piel estaba cubierta de sus ardientes besos, en mis pezones permanecía la humedad de su boca por las tantas veces en que sació con ellos su hambre de placer, los había besado, lamido y chupado alimentandose de mi pasión, de mi necesidad de ser amada. Mi sexo se había acostumbrado al húmedo calor de su lengua y mi boca reconocería por siempre el excitante sabor de su pene… Y mi vagina, mi ardiente y húmeda vagina estaba habituada al placer de sus cálidos riegos de semen…. ¡Todo!, todo en nosotros gritaba que nos pertenecíamos uno al otro a pesar de que yo estuviera legalmente unida a otro hombre

– Que Increíble manera de venirme Claudia, que rico coges mujer, me encanta venirme dentro de ti

Me dijo y no pude recordar las tantas veces me lo había dicho, sonreí halagada y respondí lo de siempre

– Me encanta que me disfrutes, que te vengas dentro de mí… Me gusta ser tuya Pedro

– Cada vez eres más mujer en la cama amor

Me avergoncé un instante y después de un corto silencio temerosa agregué

– ¿A pesar de que otro me…? ¿Me está enseñando a serlo?

– Nunca olvides que fui el primero… ¡Tu amante Claudia!, al que te entregas y el que te entrega todo sin obligaciones ni compromisos, entre nosotros solo existe el amor, el deseo que enciende la pasión y la necesidad de disfrutar de nuestros cuerpos desnudos

Tenía razón ya eran muchos años de compartir la cama, de disfrutar nuestros ardientes cuerpos amándonos sin medida ni prudencia. Pedro se giró para quedar recostado a mi lado, nos tomamos de la mano entrelazando nuestros dedos y mientras sentía su semen escurrir fuera de mi vagina le dije

– Nunca lo he olvidado…. ¿Sabes qué? Me gusta sentirme llena de ti

– Te amo

– ¿Qué tanto?

No respondió, solo hizo un gesto de tristeza y yo aclaré

– Qué importancia tiene si no podemos hacer nada

No respondió y yo intenté sentarme en la cama para cubrir mi sexo con unos pañuelos desechables, pero él me jaló del brazo y me recosté a su lado, crucé una pierna sobre su vientre y besé varias veces su pecho y sus pezones. En un profundo silencio comenzó a acariciar con ternura mi pierna y mis nalgas mientras yo jugaba con los vellos de su pecho pensando en lo que él significaba para mí y en la terrible debilidad que teníamos el uno por él otro

Esa mañana me había llamado por teléfono para decirme que estaba de paso en un hotel cercano al aeropuerto y que quería verme, yo respondí de inmediato a su llamado y salí a buscarlo, en el trayecto había preparado toda una convincente explicación a mi matrimonio, sin embargo, no hubo tiempo para explicar nada ya que al entrar a su habitación nos quedamos viendo a los ojos y él me abrazó sujetándome por las nalgas para pegarme a su cuerpo, siguieron los besos, la mutua desnudez, hasta terminar como estábamos, descansando el placer

Lo besé en sus tetillas y recargué la cabeza sobre su pecho repitiéndome la misma pregunta que me hacía desde algunos años atrás “¿Por qué no evitamos ésta locura?”

¿Por qué empezó?… Creo que solo hay una respuesta, ¡Por mi exagerada vanidad de mujer! … ¿A qué me refiero?, es simple, una como mujer es por naturaleza vanidosa, pero no se debe pasar del límite, hay que saber controlarla ya que como en todo, también el exceso de vanidad nos lleva a tocar fondo… ¿Cómo y cuándo empezó?… ¡Se los contaré!

Yo tenía 15 años y él 19, un día cuando regresé de la escuela lo encontré sentado en la sala de TV mirando una película, me detuve antes de llegar al pasillo que llevaba hacia mi recámara y lo saludé

-Hola

El mirándome detenidamente respondió

-Llegaste temprano

-Sí, el examen estuvo muy fácil

– ¿Quién te trajo?

– Una amiga… Su mamá la espero a que terminara el examen y como yo había terminado antes se ofrecieron a traerme ¿No está mi má?

-No… Fue a la reunión que tiene con la sociedad de no sé qué, me dijo regresaba a las tres después de ir por ti a la escuela y que pasarían a comprar unas hamburguesas para comer, ¿Quieres ver la película?, está divertida

-Espera que lleve mis libros a mi recámara, le hablo a mi má para decirle que ya estoy en casa y vengo a verla contigo, tú sube unos refrescos ¿Vale?

-OK, pero dile a tu mamá que no se le olviden las “Jamberger”* *(Hamburguesas) del McDonald’s

-Te encantan esas cosas, te van a hacer daño

-Seguramente

Ya estaba acostumbrada a que él me recorriera con la mirada, no era la primera vez que disfrutaba verme de pie usando el uniforme escolar mientras detenía mis libros y cuadernos apoyándolos sobre mi pecho y yo sabedora de que le gustaba buscaba un pretexto para subir un pie sobre algún mueble doblando la pierna y que mi falda se moviera para… ¿Para qué más?, para enseñarle, era un chico muy guapo ¿Y a quien no la hace sentir bien la mirada de un “chavo” guapo y sexy? … Al entrar a mi recámara, dejé mis libros y por mi móvil llamé a mi mamá para avisarle que estaba en casa, después de preguntar sobre mi examen y decirle sobre las hamburguesas que quería Pedro ella me aseguró que estaría en casa a las tres o tres y media de la tarde.

Contra mi costumbre no me cambié el uniforme escolar y no solo eso, sino que frente al espejo subí mi falda arriba de mi cintura buscando descubrir parte de mis muslos… Lo acepto… ¡Mea culpa, mea culpa, mea máxima culpa!

Al llegar a la sala de TV Pedro me recorrió con la mirada para fijarla en mis muslos y sin quitarme la vista de encima dijo

– Traje los refrescos, solo había de cola

– ¿Y por qué me miras así?

– Por nada, es que me gusta tu uniforme, se te ve muy bien esa falda con las calcetas

– ¡Dilo sin miedo!… Te encantan mis muslos

El se sonrojó y yo fui la que “abrió la puerta” al juego, ¡Qué puerta, ni que nada!, fue el portón de una catedral cuando decidí subir mi falda por unos segundos para enseñarle los muslos desde las rodillas hasta las bragas, al soltar la falda y cubrir nuevamente mis piernas le dije

– ¿Contento?… ¿De qué se trata la película?

No respondió, me senté a su lado y él cínicamente puso su mano sobre la piel de mi muslo… ¿Qué podía yo esperar que hiciera después de haberme ofrecido como hembra?, lo voltee a ver y molesta intenté bajar mi falda, pero él lo evitó con su mano al tiempo que acercó su cara para besarme en la boca… Por supuesto que respondí a su beso y al hacerlo sentí su mano recorrer mi muslo bajo la falda y justo antes de que tocara mis bragas, me puse de pie diciéndole

– ¡NO PEDRO!… ¡Esto está mal, muy mal… Somos hermanos carajo!

– Medios hermanos

Me respondió sonriendo mientras que en mí todo era fuego, fuego de deseos juveniles y llamas abrazadoras de principios morales gritándome que estaba mal, que era una niña, que no podía jugar al amor y mucho menos con el hijo de mi padre… Sin saber que decir y sin dejar de fingir enojo corregí mis palabras diciendo

-Entonces está “Medio mal” … Pero sea como sea, está mal y no lo debemos hacer

– ¿Por qué?

Ante su estúpida pregunta, moví mis manos frente a él sin saber que responder

¿Medios hermanos? se preguntarán… Sí, eso somos …. ¿Y cuál es la historia?, es muy simple, es uno de esos “dramas de adultos” donde los hijos comienzan siendo las víctimas y terminan siendo indiferentes a la situación llevados por el instinto de supervivencia y la auto protección … En resumen, mi padre embarazó a una chica, se casó con ella, el matrimonio fracasó y se separaron, ella se fue a vivir a otra ciudad donde se juntó con otro hombre y mi padre se juntó con mi madre y digo que se juntaron ya que mi padre y su madre nunca se han divorciado, lo que convierte a Pedro en el hijo legítimo de mi padre ante la ley y yo solo soy la hija reconocida fuera del matrimonio.

De niño Pedro nos visitaba esporádicamente y ninguno de los dos entendíamos lo que pasaba, pero la vergüenza o el temor que él sentía al estar con nosotros a mí me llenaba de ternura por lo que le comencé a tenerle un especial cariño. Cuando logré entender quién era y lo que hacía en la casa sentí el lógico rencor hacia él, sin embargo su compañía me hacía sentir bien y mi rencor lo borró el cariño que siempre había sentido por él al suponerlo un niño indefenso a quien mi madre odiaba…. Ella, mi madre, bajo pretexto de que no compartiera el baño conmigo le había asignado el cuarto de servicio para que fuera su habitación cuando estaba con nosotros … ¡Que injusticia! Dejar a un pobre niño solo en el cuarto de la azotea de la casa.

Ya mayor, 16 o 17 años Pedro comenzó a pasar sus vacaciones escolares con su papá, o sea mi papá, viviendo aproximadamente dos semanas en la casa muy a pesar de la renuencia de mi madre. Al mismo tiempo el cariño entre nosotros se acrecentó hasta volvernos bastante cínicos en nuestro trato, ya saben, la forma de mirarnos, de hablarnos y demás… ¡Y fin de la historia!, de una historia la cual a pesar de ser común no deja de ser irracional y absurda, un eterno drama de telenovela ya que toda mi vida escuché las discusiones de mis padres, discusiones que siempre terminan en la cama sin que previamente mi madre repitiera la misma y trillada frase “Ella es tú esposa, yo solo soy tu amante, la madre de tu hija, pero tu amante… ¿Así lo quieres?, ¡Que así sea entonces!” y la respuesta de mi padre “Entonces actuemos hoy como amantes” y después de besarse y reír, se encerraban en su habitación

Ese día mientras movía mis manos frente a Pedro respondí a su pregunta diciendo

– ¿Cómo que por qué? ¿Qué no te das cuenta?

Él me tomó de una mano y me jaló hacia él, quedé sentada sobre su regazo sintiendo el bulto de su erección, me besó nuevamente en la boca y me recostó sobre el sofá haciendo que levantara mis piernas, lógicamente en la postura en que estaba mi falda cayó hacia mi pelvis y protesté diciendo

– ¡Pedro!, suéltame, ¿estás loco o qué?

Con mi cabeza sobre el sofá y mis nalgas sobre las piernas de Pedro, él bajó una de mis calcetas, apoyó su mejilla sobre la piel de mi pantorrilla y me dijo

– Que suave piel tienes, me encantas Claudia, eres la mujer más bella que he conocido

Me desarmó al decirme eso y mi vanidad me hizo sonreír, cuando él notó que terminaron mis protestas me besó varias veces en la pantorrilla, la rodilla y el muslo para después inclinarse sobre mí para besarnos nuevamente en la boca, al hacerlo sus manos recorrieron la parte interna de mi muslo haciendo que “volaran mariposas” en mi estómago y se erizara mi piel, pero junté mis piernas para apretar su mano e impedir que tocara mis bragas. Al sentir su mano atrapada entre mis muslos me miró dulcemente pidiendo mi permiso y yo se lo concedí separando mis piernas, cerré mis ojos y suspiré al sentir sus dedos separar mis bragas y ponerse a jugar con mis labios vaginales.

Él se movió de lugar y mis nalgas quedaron sobre el sofá, comencé a sentir que sus besos corrían por la parte interna de mis muslos buscando mí sexo, sin embargo, cuando me iba a dar por vencida ante el deseo que me consumía, algo dentro de mí me obligó a reaccionar y me levanté de un golpe diciendo

– ¡No Pedro!, no sigas, vamos a dejarlo ahí

-Me traes loco Claudia, me gustas mucho, me encantas

-Y tú a mí… Por eso es mejor dejarlo así o terminaremos haciendo una estupidez

-Tienes razón, ven siéntate

-Solo si prometes portarte bien

-Prometo que solo tocaré tu rodilla

Subí mi calceta y me senté a su lado diciendo

-Solo la rodilla Pedro

Claro que no fue solo la rodilla, sino una buena parte de mi muslo… ¡Cuánta ternura!, cuanta dulzura había en las caricias de esa enorme mano sobre mi piel, él fingía ver la película y yo lo observaba, ¡Que guapo era!, que rostro tan varonil y cuantas emociones despertaba dentro de mi desde hacía ya varios años cuando comenzamos a crecer…. No pude seguir fingiendo así que coquetamente pasé mi brazo bajó el suyo y me acurruqué en él apoyando mi cabeza sobre su hombro, Pedro respondió dándome un dulce beso en los labios y así fue como su ternura y mi coquetería se convirtieron en un “Te quiero” dicho sin palabras que me llenó de esa especial emoción, de ese cosquilleo que produce la realización de un amor adolescente.

Al escuchar que llegó mi mamá corrí a mi habitación a cambiarme el uniforme y bajé a la cocina a saludarla, ella respondió a mi saludo y gritó

– ¡Pedro, ya baja muchacho, ya están listas las hamburguesas! __ Y mirándome a los ojos agregó en voz baja__ No sé cómo su mamá le permite a éste muchacho comer tanta porquería, pero ya se arrepentirá cuando su hijo cumpla los 30 y lo mate el colesterol y toda la porquería que esto tiene

-Nosotros también las comemos

-Si hijita, pero de vez en cuando, no todos los malditos días… Comer esto los días lo va a matar muy joven, te aseguro que su mamá debe ser una de esas viejas fodongas a las que les da flojera cocinar… Ya me la imagino, gorda como cerdo y llena de celulitis en las nalgas y las piernas

– ¡Ya mamá!

– ¿Ahora también la vas a defender a ella, no te basta con ponerte en mi contra para defenderlo a él?

– No defiendo a nadie mamá, pero no es justo que lo critiques a él que no tiene la culpa de nada y respecto a su mamá… ¡Pues tampoco!, ¿Qué culpa tiene? ¡A ver dime!, yo pienso que estaba enamorada de mi papá cuando se embarazó

– ¡No digas torpezas!… De seguro se dejó embarazar para atrapar a tu padre… ¡Puta de mierda!

– ¿Torpezas? …. Si en esa época tú no conocías a mi papá, ¿Cómo puedes juzgar a…?

No pude terminar ya que en ese momento escuché a Pedro bajar las escaleras, solo le hice a mi madre una señal para que se callara y nos sentamos a comer

No, no puedo decir que mi madre fuera grosera con Pedro, al menos no directamente, sin embargo, su presencia en casa no era de su agrado por lo que siempre tenía un pretexto para huir de casa toda la mañana y después de comer se ausentaba buena parte de la tarde. Ella me había dicho una vez “El chico es atento y amable, sin embargo, su presencia despierta mis mayores rencores ya que me recuerda que su madre es la esposa y yo soy solo la otra” …Y a mi padre no le importaba su situación ya que no quería saber nada de papeles… “Las cosas son así, si quieres seguir conmigo seré el hombre más feliz del mundo, si no sufriré mucho, pero la puerta es grande amor” … Lo había escuchado decirle en una de sus discusiones, en una de sus múltiples variaciones sobre el mismo tema

El rechazo de mi madre hacia Pedro aunado a la ausencia de mi padre por su trabajo nos permitió que los días siguientes a nuestro encuentro frente al televisor se repitieran los besos y las caricias…. Por otro lado, y permítanme mi falta de humildad o si quieren mi soberbia, pero siendo yo una chica bella y con un cuerpo bastante atractivo era pretendida por muchos y fue con Luis, un supuesto novio, con quien aprendí a… Bueno, con él había “fajado” e incluso llegamos al sexo oral, pero nunca al coito por lo que continuaba siendo socialmente virgen, toda una señorita decente… Luis fue tan solo un estímulo a mi ego por ser la novia del chico más guapo de la escuela, por el que todas mojaban las bragas…. ¡Y por supuesto!, alguien guapo y atractivo con quien pude experimentar el placer de los besos, las caricias y una vez del sexo oral

Días después sentados Pedro y yo en el sofá frente al televisor, nuestro sofá, cómplice de tantos besos y tantas caricias él me dijo

– Me voy mañana, te voy a extrañar mucho

– No me lo recuerdes que me da tristeza… Me voy a quedar muy solita sin ti

– Eso pasa cuando los novios se alejan

– ¿Novios?… Vaya, que tontería dices, nadie puede ser novio de su hermana

– Te voy a demostrar que somos novios

Se arrodilló en el piso frente a mí y sin que yo opusiera la menor resistencia me levantó la larga y holgada falda que usaba, me quitó las bragas, levantó mis piernas sobre sus hombros y yo me dejé querer disfrutando del más increíble sexo oral que me hayan hecho, bueno, habrá que tomar en cuenta que era mi segunda vez y Pedro el segundo en hacérmelo solo que ésta vez por alguna razón había sido espectacular, después de ese súper orgasmo, se acercó a besarme haciéndome sentir el excitante sabor de mi sexo impregnado en su lengua y al separar nuestras bocas en tono de súplica me lo pidió

– Haz el amor conmigo, no me dejes ir sin haberte tenido…. Por favor Claudia

Por cerca de un minuto nos miramos en silencio a los ojos, dentro de mí el deseo era enorme, deseo de sentirme en sus brazos, deseo de su cuerpo desnudo, de su lengua recorriendo mi piel, deseo de sentir sus labios apoderarse de mis pezones, deseo de abrir mi cuerpo por vez primera para que alguien saciara su lujuria dentro de mí…. Deseo de ser poseída, deseo de saberme mujer… Bajé la mirada y me puse de pie diciendo

-Me voy a bañar y tú lávate la boca que ya no tarda en llegar mi mamá

Tomé mis bragas y me metí al baño, ya por la noche Pedro se despidió de mi mamá y de mí con un beso en la mejilla dándonos las gracias a las dos y al darle las buenas noches a mi padre él respondió

-Buenas noche, que descanses hijo

Me miró, o, mejor dicho, nos miramos de una forma tan especial que los dos entendimos que era nuestra noche, y lo que yo suponía que sería una aventura difícil y peligrosa, inconscientemente mis padres la facilitaron, ya que cuando mi mamá se aseguró de que Pedro había subido a su cuarto molesta le dijo a mi papá

-Me enferma escucharte decirle “Hijo”

– Es mi hijo mujer, ¿Cómo quieres que le diga?

-¡Ya lo sé!, ya sé que es tu hijo, pero no me lo tienes que restregar en la jeta cada vez que él viene a casa

Sonreí con miedo y hui de la discusión, sabía lo que iba a pasar ya que varias veces llevada por el temor de su separación había seguido sus discusiones sobre Pedro y su mamá hasta atreverme a acercar el oído a la puerta de su habitación y siempre había sido lo mismo, la discusión terminaba entre gemidos de mi madre y el repetirse mutuamente lo mucho que se amaban y al final venían las palabras de agradecimiento, ya saben “Que rico estuvo”, “Me gusta cómo me lo haces” “Eres una hembra deliciosa” … Después se apagaba la luz bajo la puerta y seguía el silencio total

Esta vez sería lo mismo, terminarían agotados de placer y yo haría lo mismo ya que no estaba dispuesta a esperar meses para…. Para cogerme a mi hermano… En fin, el caso es que cuando escuché que mis papás cerraban la puerta de su habitación esperé un tiempo prudente, después me acerqué a su puerta y escuché “los sonidos de su pasión”, gemidos y palabras que esta vez me excitaban al extremo haciéndome humedecer mi entrepierna, cuando se apagó la luz bajo su puerta fui a mi habitación, tomé un pedazo de cinta adhesiva trasparente y fui a pegarla en la parte alta de su puerta uniendo con ella el marco y la puerta… Regresé a mi habitación, me desnudé, me cubrí solo con mi bata de noche y muy despacio subí al cuarto de servicio

La puerta estaba abierta con la luz de la mesita de noche encendida, entré y cerré la puerta tras de mí, Pedro me miró y levantando su brazo hacia mí para invitarme a su cama me dijo

– Te estaba esperando, te he esperado toda mi vida

Demonio de hombre, si en mi había alguna duda la disipó con sus palabras

– Se terminó la espera Pedro

Respondí mientras me quitaba la bata y él al verme desnuda con su mirada lo dijo todo, se quitó las sábanas de encima para que yo viera que me esperaba desnudo con su erección palpitando por mí, sentí emoción y nervios, me subí a su cama y comenzamos a besarnos, nuestras bocas insaciables una de la otra unían sus labios, juntaban sus lenguas y mezclaban sus salivas mientras sus varoniles manos recorrían toda mi piel jugueteando con sus dedos en mis más íntimos rincones, cuando terminó de chupar mis pechos no lo soporté más y me rendí tomando la iniciativa, me acosté de lado juntando mis nalgas a su firme y húmeda erección, él me levantó la pierna y su miembro buscó la entrada a mi oscura cueva del placer

– Hazlo despacio

Le dije en voz baja y así lo hizo, dulcemente su hombría fue llenando mi virginal femineidad hasta ocuparla completamente

-Es grande

Dije en voz baja y él orgulloso me dijo al oído

– Más merece tu belleza

Pero muy a pesar de su desbordado orgullo por sus atributos masculinos, fue dulce, tierno, amable, caballeroso, al llenar mi vagina con su duro miembro, me mantuvo penetrada sin moverse besándome y acariciándome como esperando a que yo me acostumbrara a …. ¿Qué puedo decir?, ¿Qué me acostumbrara a su tamaño, al sexo, a ser su mujer?… A lo que fuera, pero vaya que si me acostumbré… Cuando Pedro sintió que su erección perdía fuerza comenzó a moverse lentamente entrando y saliendo de mí al tiempo que besaba mis hombros y mi cuello… Sus manos recorrían mi piel y se apoderaban de mis pechos masajeando dulcemente mis pezones, moví mi cabeza hacia mi pecho y él comenzó a moverse más rápido, una y otra vez, frotando con su endurecido pene los pliegues de mi vagina y estimulando mi hinchado clítoris con el roce de su varonil orgullo

Yo mordía mi labio inferior intentando ahogar los involuntarios sonidos del placer, los mismos sonidos que tantas veces había escuchado junto a la puerta de la habitación de mis padres… El amor gimiendo de placer o tal vez el placer fingiéndose amor, pero a final de cuentas era la unión de un profundo sentir con un inmenso placer… Era la pasión, la lujuria estimulada con palabras “Te amo Claudia” “Me hacen falta manos para disfrutarte plenamente” “Eres un sueño hecho realidad” “Nunca imagine que le haría el amor a la diosa de la belleza” … Palabras que me hacían sentir bella, irresistible… ¡Mujer!… Mujer ansiosa de placer

Siendo honesta yo no esperaba gran cosa, me habían dicho que en la primera vez había más dolor que placer y que esa primera vez la mujer se entregaba soportando el dolor que pudiera sentir al perder la virginidad… En resumen “Duele pero es lindo” …¡Eso es falso!… Ya que cuando la mujer busca placer siempre lo encuentra y como yo estaba ansiosa de sentirlo tal vez por eso mi cuerpo respondió al continuo roce de esa ardiente y firme delicia moviéndose dentro de mi vagina, mis músculos se tensaron y todo dentro de mi estalló contrayéndose rítmicamente en mí una especie de juegos pirotécnicos que se encendían en mi vagina y estallaban en mi útero, mi ano, mi pubis, mi vientre, mis piernas… En mi mente… Una gama infinita de explosiones que quitaron la luz a mis ojos llenándolos de estrellitas multicolores que iluminaban mi sentir y así en medio de fuertes y placenteras contracciones se inauguró en mí el placer de ser mujer

Recordé que una vez en el rancho de una amiga me habían gritado “Estás preciosa de la crin a la cola ¡Dichoso será el que tenga que domarte potranquita!” Y Pedro, mi medio hermano, había sido el agraciado, a él le había tocado domar a la potranca para acostumbrarla a la monta. Al terminar toda esa fiesta dentro de mí, me relajé expirando el aire contenido en mis pulmones con un placentero “Ufff” y poco después él volvió a levantar mi pierna se abrazó de ella, empujó su miembro hasta el fondo de mis entrañas y con voz llena de excitación me dijo

-Me vengo Claudia

Y comenzó a contraerse dentro de mí eyaculando al ritmo de su placer… Sus blancos disparos golpearon el fondo de mi vagina haciendo que naciera en mí la necesidad de amar de esa manera, necesidad del calor de su semen colmando mis entrañas, necesidad de saberlo mío y sentirme suya para siempre.

Nuestra búsqueda de experiencias iniciada con un juego adolescente de besos y caricias había culminado con sus ardientes disparos que inundaron mis entrañas de semen y mi corazón de amor, de un amor prohibido, oculto y perverso… ¿Qué podía esperar en adelante que no fuera la ansiedad de amar a mi hombre con el alma y con el cuerpo?

Sin duda los dos habíamos terminado heridos de amor, pero ya no había marcha atrás, quedamos inmóviles como si quisiéramos unir nuestros cuerpos para siempre tal y como lo estaban ya nuestras almas… Era la consumación del placer de un amor inmoral y absurdo, un amor enfermizo al que le dimos entrada sin llegar a pensar que terminaría controlando nuestras vidas con su pasión

Después de unos segundos inmóviles volteé la cara para darnos un dulce y húmedo beso, al levantarme de la cama sentí su semen escurrir fuera de mi vagina y caer al piso, asustada tomé unos pañuelos desechables de su mesita de noche y cubrí mi vagina viendo al piso y él me dijo

-No te preocupes, yo lo limpio

Me puse mi bata, me quité los pañuelos de mi entrepierna y los dejé sobre la cama, reímos, nos dimos otro beso, las buenas noches y nos despedimos declarándonos amor. Al llegar a mi habitación, me puse unas bragas para contener lo que aún escurría de mi vagina y fui a la puerta de la habitación de mis papás, la cinta adhesiva no estaba separada, no habían salido de su cuarto, así que arranqué la cinta y me fui a acostar acariciando con enorme emoción mi pubis imaginando sus espermatozoides moviéndose dentro de mí, en ese momento me entró el temor de un embarazo, miré el calendario que tenía en la pared de mi habitación y noté que no faltaba mucho para mi menstruación, solo serían cuatro días de incertidumbre y me dormí decidida a que pasara lo que pasara no aceptaría un hijo de mi hermano, un ser inocente, tal vez deforme o con taras que lo harían sufrir toda su vida “el error” de tener unos padres inconscientes

A la mañana siguiente cuando bajé a la cocina ya mi papá y Pedro se habían ido al aeropuerto y cuando mi mamá me encontró sentada a la mesa de la cocina moviendo distraídamente mi cereal preguntó

– ¿Bajaste a despedir a el muchacho éste?

– Se llama Pedro y es mi hermano mamá

Cuando volteó molesta a verme, notó las lágrimas en mis ojos y dijo

– ¿Y ahora tú?… ¡No me vas a salir con que lo extrañas!… Dale gracias a Dios de que ya se fue a donde pertenece, al lado de esa puta que tiene por madre

La miré a los ojos y tranquilamente le dije

– Más que el hecho de que se haya ido, me duele oírte hablar de esa manera, esa señora debe estar diciendo lo mismo de ti y de mí… Con la vara que midas serás medida, nunca lo olvides madre

-Vaya, ahora resulta que yo soy la mala… Pues para que lo sepas y apuntes tus armas a donde debes, es la indiferencia y la cobardía de tu padre lo que la mantiene a ella siendo la esposa, así que acéptalo hijita, yo soy la amante y tú una bastardita…. Así que no creo que tengas el valor de seguir defendiéndolos.

-Mejor cállate mamá, tú misma lo estás diciendo, ella es la esposa ante Dios y la ley, así que en todo caso y según las normas sociales… Y perdón que te lo diga… Pero la puta fuiste tú, así que no le busques tetas a las culebras y recuerda que el pez por la boca muere mamita

Soltó de gritos, gritos y llantos que ya no escuché ya que me levanté de la mesa para irme a encerrar a mi cuarto pidiéndole a Dios que terminara el domingo lo más pronto posible. Al regresar mi padre y como siempre que hay pleito de mujeres entró a mi cuarto para preguntar cuál había sido el problema, no valía la pena que toda la familia terminara herida, yo por amor y ellos por estupidez, así que callé y días después todo fue regresando lentamente a la calma de una familia perfecta. Días después menstrué llenándome de tranquilidad, que no de alegría ya eso no evitó mi enorme tristeza…

El tiempo pasó, cumplí los 16 y entré a la preparatoria, mis vacaciones y las de Pedro comenzaron a empatarse así que cuando regresó reiniciamos la pasión, ¡Como nos facilitaba las cosas mi madre al reflejar su rencor contra alguien que no tenía la culpa de nada! Ya que buscando tener el menor contacto posible con su hijastro, como ella le llamaba, nos dejaba solos en casa y nosotros aprovechábamos para amarnos desnudos en la cama sin que nadie nos molestara, claro que se hizo indispensable el uso del condón y yo gozaba del calor de su semen cuando terminaba en mi boca experimentando todo tipo de formas de darnos placer

Pero nuevamente llegó la separación y mi vida se tornó en un enfermizo ciclo de alegría, amor, sexo y pasión, seguido de tristeza, nostalgia y melancolía… Ya no recuerdo las veces en que frente al ordenador nos observamos desnudos masturbándonos cayendo estúpidamente en el consuelo de la soledad y que decir de las fotos cual más de atrevidas que nos enviábamos por el móvil. Varias veces lo miré masturbarse mientras que yo devoraba con mi vagina un enorme juguete en forma de pene negro y al verlo eyacular ansiaba con desesperación sentir su semen en mis entrañas, tal vez por eso terminé tomando anticonceptivos a pesar del “eres muy niña” con el que me aconsejó el ginecólogo

Cuando cumplí los 18, Carlos el hermano mayor de mi amiga Karen me buscó, a él yo le tenía un gran afecto ya que en resumen era un buen chico, el hombre ideal decía mi madre y aún recuerdo una conversación en que ella se descaró ante mí diciendo

-Este chico Carlitos es alto, guapo, elegante, muy varonil, con dinero y lo mejor de todo es que está loco por ti

– ¿Por mí, o por meterme a su cama?

Respondí en un tono que le indicaba “No te metas en mi vida”, pero ella no se dio por aludida y me soltó lo que pensaba, lo que sin duda ella había vivido en su juventud

-Por Dios hijita, ¡Claro que quiere llevarte a la cama!… ¿Quién lo no querría hacer con una mujer como tú?, es lógico, es normal, es la atracción de los sexos y tú tienes mucho para atraerlos…

– ¡Pero yo no quiero! A Carlos le tengo un gran cariño ya que es hermano de Karen y no lo pienso herir, solo quiero que entienda que pierde el tiempo conmigo, ¡No lo amo mamá!

– ¿Amor?… ¡Ay hija!, ese nace en la cama y con el tiempo

-Ya lo sé

– ¿Ya lo sabes?

– Me refiero a que he escuchado muchas veces esa idiotez… Para mí el amor lleva a la cama y no la cama al amor

– Escúchame bien Claudia… Tienes 18 años y no sabes nada de la vida. Entre hombre y mujer al principio todo es pasión, no está bien que lo diga, pero a tu papá y a mí nos juntó el deseo, la pasión, fueron los años y el haberte traído al mundo lo que nos hizo amarnos plenamente… No me juzgues mal por ser honesta contigo, pero te diré una gran verdad hijita, nunca esperes que un hombre te llene de amor antes de que te llene de semen

Mi madre quedó unos segundos en silencio sonrojada por lo que había dicho y como pretexto agregó

-También las mujeres tenemos lo nuestro… Somos seductoras y atrapamos en la cama al hombre que sea y de tanto estimular su pasión terminan enamorados de nosotras y tú ¡Por Dios hija!, tienes todo para seducir a quien te venga en gana

– ¿Me estás diciendo que me debo acostar con Carlos? ¿Dejarme embarazar para atrapar a un hombre que no amo?

– ¡No!, yo no digo eso, solo te estoy pidiendo que lo pienses ya que Carlos es muy buen partido…La verdad es que una no se acuesta con el hombre que ama, sino que termina amando al hombre con el que se acuesta, así funciona la vida… Además, quedan muy pocos como él, un chico guapo, sin vicios y responsable

-Reconozco que en eso tienes razón, Carlos es especial, pero…. ___ Mi madre me interrumpió agregando

-Hay que pensar bien las cosas hija…. Tú podrás casarte muy enamorada de un hombre, pero tal vez él inconscientemente lo haga solo por satisfacer sus deseos y puedes terminar muy lastimada…. Por eso primero asegúrate de ser la mujer que él necesita, que ya el amor llegará a su tempo

– “La mujer que él necesita” … ¿Te refieres a la cama verdad?

Mi madre no respondió así que insistí

– ¿Debo entender que me debo acostar con Carlos para enamorarme de él?

-Esa es tu decisión, yo solo te digo que no te enamores de nadie como tonta o jugarán contigo

– ¡Que estúpida forma de pensar la tuya, tus ideas son arcaicas! … Ya sé por dónde vas mamá, así que mejor no sigas, las mujeres ya no atrapamos marido dejándonos embarazar, ¡Por favor!, el día que me decida a acostarme con alguien será por gusto y no por puta, así que déjame en paz

-Vaya con el genio de la señorita

Pero la insistencia de mi madre aunada a los continuos reproches de Karen, sobre lo enamorado que estaba de mí su hermano me llevaron a aceptarlo y Carlos a su vez aceptó tener un noviazgo inocente como correspondía a una chica decente y con grandes valores como se suponía que yo era. Unas semanas después regresó Pedro y alterne mi inocente noviazgo con Carlos con la pasión del amor y del sexo con mi hermano.

Tal vez mi madre tenía razón y el sexo mueve al amor, ya que solo con vernos Pedro y yo buscábamos la oportunidad para desnudarnos y revolcarnos apasionadamente en la cama y si las circunstancias eran adversas, todo lo resolvía usando una falda y sin usar bragas debajo para así tener un “rapidín” recargados en alguna pared de la casa y como ya estaba liberada de todo temor por el uso de los anticonceptivos disfrutaba con gran pasión su semen dentro de mí, de ahí que los pañuelos desechables se convirtieron en parte indispensable de mi vestuario

Pero esta vez se rompería el ciclo ya que la separación sería larga, mi hermano había conseguido una beca para estudiar en Francia por tres años y si le daban trabajo allá se ausentaría en forma indefinida

-Ven conmigo Claudia, en Paris seremos solo una pareja más de estudiantes

Me propuso en la cama después de haber tenido el sexo más amoroso y tierno en cuatro años de cíclico amasiato… Sin duda una desesperada propuesta hecha después de haber tenido el nostálgico y triste sexo de la despedida … Propuesta que no fui capaz de aceptar, no lo pude hacer, no pude huir a su lado, no pude alejarme de todo y de todos

– No Pedro, sería una torpeza de nuestra parte

– Lo supuse… Ya tienes novio y seguramente ya no me amas

Me replicó echándome en cara mi noviazgo y buscando presionarme para huir con él, yo negué tristemente con la cabeza y respondí

– ¿Supones que estoy desnuda en mi cama y escurriendo tu semen sin amarte?… ¡Que poco me valoras!

– Entonces, si me amas promete que pase lo que pase, siempre harás el amor conmigo

– No es necesario, pero lo prometo… Es más ¡Juro que cada vez que me busques haré el amor contigo!, te amo ¿Cuándo te darás cuenta de eso tontito?

Después del reproche, vinieron las risas, los besos y la despedida… No había duda, éramos grandes amantes

Con Carlos nunca había pasado de besarnos y alguna caricia en mis piernas cuando usaba minifalda, sin embargo, el tiempo y la soledad me llevaron a decidirme, ya no tenía nada que perder, y si como dicen que “Un clavo saca a otro clavo”, me dejaría “clavar” por Carlos a ver si sanaba mi herida de amor y al mismo tiempo apagaba el fuego que me consumía en la hoguera de la abstinencia, de la desesperante abstinencia que me hizo dejar a un lado el tan trillado pretexto de “Entiéndeme, te quiero, pero no estoy lista para entregarme”

Y me decidí a enterrar el pasado dejando que Carlos me enterrara lo que tenía para desahogar mi lujuria y ¿Por qué no?, podría ser mi oportunidad para salirme de mi casa donde cada cama, cada mesa, sillón o rincón estaba impregnado de recuerdos, de nostalgia y olor de pasión, pasión de mi desnudez y la de mi hermano gozando de nuestros cuerpos. Así que un día, después de cuatro o cinco meses de ser novios y sabiendo lo predecible que son los hombres, usé una minifalda y sucedió lo esperado, al subirnos al su auto él me miró diciendo

-Qué lindas piernas tienes, me encantas Claudia

-Y tú a mi

Fue suficiente, me besó y yo respondí a su beso, al acariciar la piel de mi muslo está vez separé mis piernas para permitirle el paso a lo que él más deseaba y cuando llegó a mi entrepierna su sorpresa fue mayúscula al sentir que no usaba bragas, su dedo quedó inmóvil entre mis labios vaginales sintiendo mi humedad, nos miramos fijamente a los ojos, y yo afirmé con la cabeza indicándole que estaba decidida, sin poder ocultar su emoción encendió el motor y me llevó a un hotel

De adolescente había leído que la intensidad y el placer del orgasmo radica en lo fuerte que sean los músculos pélvicos, en especial los de la mujer, y me acostumbré a ejercitarlos para disfrutar con mi hermano, ¡Que placer le daba al apretar con fuerza su miembro dentro de mi vagina! Siempre estuve convencida que la fortaleza en mis músculos era la causa de haberle dado a mi hermano esos orgasmos inolvidables, ahora estaba segura que se lo daría a Carlos y ese placer lo enloquecería por mi cuerpo garantizándome así el final de mi abstinencia. Le daría el ardiente calor de mi estrecha vagina, lo haría gozar como nadie lo había hecho y lo tendría a mi disposición todas las veces que me hiciera falta un hombre con quien disfrutar del sexo.

Claro que ese día tenía que comportarme como una chica decente e inexperta como debe ser la primera vez. El nunca había preguntado sobre mi pasado, ninguno de los dos habíamos hablado de eso, tal vez no le dábamos la menor importancia, sin embargo, había llegado el momento de la verdad y yo ya tenía preparada mi respuesta a “¿Con cuántos lo has hecho?” u otra similar

Ya en el hotel cuando quedamos desnudos frente a frente me impresionó el miembro de Carlos, era muy grueso por lo que no pude evitar tocarlo con mi mano llena de admiración, admiración que lo hizo sonreír

– ¿Te gusta?

Preguntó y yo no respondí, solo lo miré a los ojos con verdadera cara de admiración, me besó en la boca y yo respondí “temerosa”, después me llevó a la cama para agasajarse un buen rato besando, lamiendo y chupando todo mi cuerpo mientras yo disfrutaba en silencio, después el juego previo terminó con un ardiente beso y me separó las piernas, se metió en medio de ella, yo lo miré fingiendo temor

– No puedo creer que serás mía… Te amo tanto Claudia

Me dijo acariciando mi mejilla para calmar mi supuesto nerviosismo, pero sin perder la oportunidad para acercar su miembro a mi sexo, cuando sentí su glande abrir mi vagina busqué evitar que lo hiciera de golpe con su grueso pene y lo detuve poniendo mis manos en su cadera diciéndole

– ¡No!… Espera, hazlo despacio Carlos

¡Hombres, hombres!… Que tontos son cuando mezclan la excitación con la soberbia, él me miró a los ojos y lleno de ese tonto y falso orgullo, de ese estúpido machismo frente a la mujer desnuda que espera dar y recibir como complemento lógico del placer sexual, perdido en su soberbia me preguntó

– ¿Voy a estrenar?

¡Qué pregunta!… Sin embargo, con ella me abrió la puerta sin pensar o sin saber que “cuando a una mujer se le abre la puerta, ella se mete hasta la cocina” así que coquetamente fingí vergüenza, afirmé con la cabeza y contesté

– ¿Te molesta?

Lo avergoncé y con el rostro ruborizado negó con la cabeza, me besó en los labios y me pasó la estafeta diciendo

– Tú dime cómo quieres que lo haga amor

¿Avergonzado?… Tal vez ante mi pregunta, pero tenía una enorme sonrisa de satisfacción al sentirse el elegido para “destapar” la pasión encerrada en mis entrañas… Apreté mi vagina lo más que pude y poco a poco mientras que yo cerraba mis ojos en un fingido gesto de dolor con mis manos sobre sus bien formadas nalgas lo fui guiando, jalando hacia mi hasta que terminó con su pubis pegado al mío y después de unos segundos mirándonos fijamente sin movernos pregunté

– ¿Qué pasa?

– Debo estar soñando… Dios, como te he deseado Claudia, te amo como a nadie he amado ¡Cásate conmigo!

– Ya me tienes, ya soy toda tuya Carlos, tuya para siempre

Sonrió sin duda sintiéndose el vencedor de mi carne y después de varios besos en la boca acompañados de mutuas declaraciones de amor inició sus movimientos. Me fue difícil mantenerme pasiva ante el placer de tener dentro de mi ese grueso miembro que extendía mi vagina, oprimía mi recto, apretaba mí clítoris y levantaba la piel de mi pubis, pero era necesario ocultar mi desesperada lujuria y como pude ahogué mis gemidos, lo que no pude ocultar fue mi orgasmo, cerré mis ojos y gemí al tenerlo y cuando abrir los ojos lo miré con un gesto de desconcierto para decirle “Sentí muy rico”, él rio orgulloso y continuó en lo suyo hasta vaciarse dentro de mí, después era menester fingir preocupación

– Terminaste adentro Carlos, ¿Qué vamos a hacer?

– Nada__ Respondió

– ¡Carlos! __ Grité fingiendo espanto y agregué__ ¿Cómo nada?, ¿Me piensas botar como juguete usado llevando a tu hijo dentro de mí? ¿De verdad no te importo?… Entiende que puedo quedar embarazada

¿Embarazada?… ¡Para nada!, yo tomaba anticonceptivos, pero busqué hacerme la víctima para saber cómo reaccionaría y si bien su respuesta no la esperaba, después de haber probado esa delicia de pene no me molestaría que solo me quisiera para coger como yo lo hacía con él

Carlos se apoyó con las manos sobre la sábana manteniendo su cuerpo arriba del mío, su cara frente a la mía y su pene aún dentro de mi vagina… Me besó, me miró a los ojos y en tono serio me dijo

– Sí, no vamos a hacer nada amor, te acabo de pedir matrimonio y tú aceptaste, entonces ¿Cuál es el problema?

¡Quedé muda! El me volvió a besar y yo le dije

– ¿Cuándo? A mí no me has pedido nada Carlos.

Evitó discutir y solo dijo

-Ok amor… Empecemos de nuevo… Claudia Martínez ¿Te quieres casar conmigo?

Lo miré incrédula a los ojos y él tal vez pensando que no le creía agregó

-Te lo estoy pidiendo en serio y te juro que no es por la posibilidad de un embarazo, sino porqué te amo, te amo como a nadie en el mundo… Sé que te lo debí haber pedido en otras circunstancias, sin embargo, ¿Qué momento más romántico puede haber que estar así unidos en cuerpo y alma?… Quiero estar así contigo por el resto de mi vida

Solté la carcajada… No sé si de nervios o por la estupidez, ¿Quién le pide matrimonio a una mujer después de cogérsela y cuando aún la tiene penetrada? Sin embargo, él tenía razón, era la situación más romántica que se pueda dar entre hombre y mujer… Y si, en mi risa nerviosa también se ocultaba la realidad que daría inicio a mi nueva vida… Acababa de atrapar marido como se hacía en antaño, dejé de reír ya que comencé a llorar al sentirme sucia, perversa, indigna de su nobleza, pero entre sollozos le pregunté

– ¿Y el anillo?

El acercó su cara a la mía para besarme y mirándome a los ojos preguntó

– ¿Eso quiere decir que aceptas?

En ese momento pensé en mi hermano y tuve un solo pensamiento “Perdón, perdón, perdónenme los dos por aceptar, pero es lo mejor que puedo hacer”, enjugué mis lágrimas y dije

-Si Carlos, claro que acepto, yo también te amo

“O te amaré algún día” pensé. Dos días después Carlos habló con mis papás y me dio el anillo de compromiso… Las siguientes visitas al hotel fueron espectaculares, para no delatarme usaba óvulos que él colocaba dentro de mi vagina y servían para excitarnos e iniciar el juego previo, así comencé a darle rienda suelta a mi lujuria haciéndolo sentir el mejor hombre en la cama… Qué forma de disfrutar del sexo y cuando lo hicimos de perrito ¡Guau! Que delicia es sentirse penetrada profundamente por un miembro tan grueso, esa vez terminé con la cabeza sobre la cama repitiéndole lo maravilloso que era cogiendo

El caso fue que después de muchas tardes de sexo apasionado y un año después de la partida de mi hermano, me convertí en la esposa de Carlos ante Dios y ante la ley, dos semanas después de haber cumplido los 20 años

Después de más de media hora acostada sobre el pecho de mi hermano en la cama de la habitación de su hotel me enderecé y él me dijo

– Cuando me avisaste que te casabas me dolió mucho, pero entendí que era lo mejor, nuestro amor es un imposible, no podrías embarazarte de mí y yo….

– ¡Cállate!

Le grité y él guardó silencio mientras yo me levantaba de la cama, él se sentó en la orilla y preguntó

– ¿Lo amas?

– ¿Qué pregunta?, de sobra sabes que te amo a ti …. ¿O que piensas? ¿Qué me acabas de coger porque soy muy puta o porque coges como ninguno?, ¡No Pedro!… Te amo, siempre te he amado y te juro que es de lo único que me arrepiento en la vida

Me miró extrañado a los ojos y agregué

-Si hermano, me arrepiento de habernos besado, me arrepiento de haber permitido que me tocaras, me arrepiento de haber subido a tu habitación esa noche, me arrepiento de haberte prometido que sería tuya cuando me lo pidieras… ¡Y me arrepiento porque mi promesa es una necesidad en mí!, solo con verte ya me quiero desnudar para ti y es un maldito deseo que me controla, ¡Un maldito vicio! …. Me arrepiento de amarte cómo te amo, ya que mi amor por ti me ha hecho una adicta a tu cuerpo, a tus caricias, a tus besos…. A tu semen en mis entrañas

Me miró a los ojos, bajó su mirada sobre sus manos que mantenía apoyadas en sus rodillas y respondió

-A mí también me controla el deseo, con solo pensar que te voy a ver ya te estoy haciendo el amor en mi mente, te amo, te deseo, necesito tenerte todos los días de mi vida

-Nos vamos a ir al infierno hermano

-Entonces démosle razones al diablo… Divórciate y huye conmigo Claudia… Me acabas de decir que no lo amas

Quedé un momento en silencio, solté un chasquido de resignación y agregué

– ¡No!, no lo voy a hacer…. Solo tengo seis meses de casada, Carlos es un buen hombre y seguramente cuando tengamos hijos lo amaré como loca, por lo pronto seguiré disfrutando de una buena vida y un muy buen sexo

– ¿Crees que así funcionan las cosas?

– Tal vez no, pero como se dice de nosotras las mujeres, mientras me tenga bien comida, bien vestida y bien cogida, el amor vendrá después

– ¿Sabe de lo nuestro?

– ¡¿Cómo crees?!… Reconozco que le debí haber dicho que no era virgen, ¿Pero que fue con mi hermano?, ¡Por Dios!… ¿Quién perdona eso?… ¡Deja el perdonar! ¿Quién lo puede aceptar Pedro?… ¿Quién?… ¡¿Dime Quién carajo?!

– ¿Te trata bien?

-Ya te dije… ¡Ah!, ya entiendo…Te refieres al sexo, ¿Verdad?, solo te puedo decir que justo ahora tu semen se está juntando con el de él, justo aquí en mi útero… No hay noche que no eyacule toda su deliciosa carga dentro de mi

Respondí poniendo mi mano sobre mi pubis y agregué

-Nos encanta coger y ahora tengo dentro de mí a mis dos hombres

El me miró lleno de deseo se puso de pie y me abrazó por la espalda diciendo

-Eres una belleza, estás buenísima cachorrita

– ¿Cachorrita?… Guau, guau

Respondí ladrando a sabiendas de lo que vendría… me subió a la cama para ponerme “en cuatro patas”

-Ven acá mi cachorrita, me encantan tus nalgas y éstas curvas de tu cintura, es un sueño verte mientras cogemos así, un verdadero sueño, eres una escultura hermanita, tienes un cuerpo perfecto y coges delicioso, eres una verdadera diosa del sexo, no me extraña que él te lo haga todas las noches

Me penetró de un solo golpe profundo y delicioso, con sus manos me sujetó de la cintura moviéndome hacia adelante y hacia atrás para provocar la entrada y salida de su miembro en mi vagina repitiéndome lo buena que estaba y lo rico que cogía mientras que yo entre gemidos provocados por sus embates le decía

-Disfrútame, disfruta de lo que siempre ha sido tuyo, tuyo para que lo goces y lo hagas gozar, mi cuerpo es tuyo y es el mejor depósito de tu semen, nunca encontrarás un mejor lugar donde arrojar tus cálidos chorros.

Mi orgasmo me hizo doblar los brazos y apoyar mi cabeza sobre la sábana y después de que él eyaculó dentro de mí, me abrazó por la cintura y nos acostamos boca abajo en la cama, después él se dejó caer a un lado de mi cuerpo y dándome una suave nalgada seguida de su caricia en mis nalgas y espalda me dijo

-Te adoro hermana

– ¿Viste a mi papá? __ Pregunté desviando la charla

– En la mañana en el negocio, estuve con mi mamá dos días y solo vine aquí e paso

– ¿Tienes novia en Francia?

– Una que otra

– ¿Y son muy calientes como se dice?

– No como tú… Creo que podré regresar en unos meses …. ¿Te busco y hacemos el amor?

– ¡Pedro!

Me puse de pie cubriendo mii vagina con unos pañuelos desechables y entré al baño, al salir me vestí y le dije

– Ya me voy, quiero llegar a casa antes que mi marido

Me miró y al observar en mi rostro un gesto de molestia preguntó

– ¿Te molesta ser infiel?

– Me molesta no saber a quién le estoy siendo infiel, si a él o a ti

– Te busco cuando regrese Claudia… Te amo hermana

Lo miré desnudo sobre la cama, su pecho, sus piernas, su flácido miembro apoyado sobre su muslo, era una belleza de hombre, un Adonis y muy a pesar de mi amor por él y de mi ansiedad por tener ese cuerpo desnudo sobre el mío con su erecto miembro dentro de mí lo miré fijamente a los ojos y antes de abrir la puerta de la habitación le pedí

– ¡No!… Si me amas como dices libérame de mi promesa, te juro por Dios que ya no puedo seguir así

Me miró con tristeza y sollozando agregué

– Ya no me busques hermano, ¡Te lo suplico!

Abrí la puerta y salí de la habitación enjugando mis lágrimas mientras caminaba por el pasillo