No pude soportar a mi esposo y termino engañándolo

Me llamo Irene y tengo 36 años, mi vida es una vida de lo más normal. Soy profesora de un colegio de Opus, sin pareja, conversadora, religiosa, recatada y muy discreta.

Con 23 años perdí la virginidad con un seguidor el Opus como yo, parecía que íbamos a casarnos por lo que accedí a acostarme con él. El sexo con José Marí no fue gran cosa, de eso me enteré años después, pero era el que tenía. José Marí me rompió el corazón el día que me dijo que lo nuestro era imposible.

El siguiente que se coló entre mis piernas fue Borja Ernesto, también miembro de la Obra. Realmente no me prometió nada, pero ya tenía 28 años y no tuvo que trabajárselo mucho a base de cenas y salidas como para que un día aceptase que subiese a casa. El sexo fue de nuevo sexo aburrido.

Juan Manuel se coló en mi cama ya con 32 años, era el tio de uno de mis alumnos, también de Opus. José Manuel me hizo beber en una comunión del hijo de unos amigos comunes y cuando me desperté estaba desnuda en su casa. Me dio mucha vergüenza darme cuenta que me había follado a un señor por pasarme con el alcohol. Al contrario de lo que se pudiese pensar, esa mañana me volví a acostar con José Manuel. Por primera vez me comieron el coño y por primera vez en mi vida me corría. José Manuel me montó esa mañana en distintas posturas y acabó corriéndose en mis pechos.

La verdad es que el sexo estuvo bastante bien. Acabé disfrutando mucho con él y al final era yo la que le llamaba para joder. De mis tres amantes, José Manuel era el único que no me había liado, el único que no me daba coba y sin embargo el único con el que me lo pasaba bien en la cama.

La cosa duró dos años hasta que José Manuel se echo novia y después de un polvo memorable, me comunico que lo que se daba, se acabó.

Aunque me había acostumbrado al sexo satisfactorio, estuve 9 meses sin otra cosa que no fuese mi propio dedo hasta que una amiga que había conocido a través de Jose Manuel me invito a un fin de semana en una finca en Ciudad Real.

Me recogieron dos amigos de Lourdes en su coche. La verdad es que los chicos era majísimos y estaban como para mojar pan. El viaje duró dos horas y media y me bajé del coche enamorada de ambos.

En la finca estábamos seis personas, tres chicos y tres chicas. Llegamos a la hora de comer y después de un ligero tentempié salimos los seis a pasear por el campo.

Volvimos sobre las ocho y preparamos una barbacoa entre todos. La verdad es que empezamos con el vino y acabamos con copas sin habernos levantado de la mesa. A los postres estaba seriamente perjudicada.

Después de charlar de mil cosas Juan, el chico con el que no había viajado, propuso jugar a las prendas. Cuando intenté protestar, todos dijeron que si a la limón. El juego era sencillo. Preguntas del trivial y si de seis no acertabas 4, perdías una prenda.

No fui la primera que quedó en pelotas, de hecho, aun conservaba las bragas cuando Lourdes ya llevaba dos deseos pagados, Tomas una, Juan otra y Carolina otra. Yo aunque me reía rezaba por que aquello acabase. Hasta ese momento los deseos había sido bastante light para mi.

– apártale la braga a Irene y comelé el coño – oí como le decían a Juan. Todos se descojonaron.

Juan se levantó, dio un trago a su copa, se limpió la boca con una servilleta, movio mi silla, se puso de rodillas frente a mi y después de apartar mis bragas de monja y apartar el pelo de mi descuidado chichi me empezó a comer el coño. No me pude controlar, me dio igual que hubiera publico. Me corrí en menos de 30 segundos clavando mis uñas en la cabeza de Juan.

Aquello fue un antes y un después de mi vida. Juan me comió el coño y yo me corrí como loca. Cuando Juan separó su boca de mi raja y con una sonrisa y la barba chorreando mis jugos me colocó las bragas en su sitio, solo esperaba volver a perder.

La siguiente en pedir deseo fui yo, obligaba a Tomas a comerle el coño a Lourdes la cual se relamía mientras el guapo chico le comía la almeja. Jamás había ha visto a nadie tener sexo, salvo a mi en un espejo, y me encantó. Lourdes me la guardó y ya estando desnuda oí las palabra mágicas, – juan vuelve a comerle el coño a Irene.

Yo misma me aparté la braga y abrí mis piernas mientras de nuevo Juan le daba un sorbo a su vino y se arrodilló delante de mi y empezó a lamer.

Fue algo natural, tenia los ojos cerrados y respiraba agitadamente, algo me dio en la cara, miré y vi a Tomas con su polla en la mano, yo instintivamente abrí mi boca y empecé a lamer. Salvo la polla de José Manuel era mi primera polla, viendo la cara de Tomas no lo debía hacer mal. Me sorprendió ver a Carolina y Lourdes comiéndole la polla a la limón al bueno de Andrés. Jamás había visto nada igual.

Aquello no podía durar mucho, enseguida Juan, sacó su boca de mi coño me dio la vuelta y me tumbó en la mesa abriendo mis piernas y metiendo su larga y dura polla en mi coño chorreante. Tomas no se inmutó y de rodillas en la mesa, me metió la polla en la boca.

Creo que me quedé paralizada cuando Tomas sacó su polla y fue Carolina quien se sentó en mi cara, no móvil lengua hasta que Carolina me lo rogó – cómeme el coño joder – y empecé a lamer. Juan bombeaba mi coño mientras Carolina gemía tirándose de sus pezones.

Carolina se tiró sobre mi pecho y ante mi sorpresa Tomas le metió su polla en su coño después de meter sus dedos un par de veces. Ante mis ojos, a menos de 5 centímetros una polla penetraba un ano mientras yo lamia ese exagerado clítoris. Carolina gritaba de placer, Tomas bufaba, Juan me daba duro y yo encadenaba orgasmos tras orgasmo. En el sofá Lourdes era follada a lo misionero por Andrés.

Esa noche probé las tres pollas tanto en mi coño como en mi boca. Le comí el coño a Lourdes y Carolina, ósea que me pasé por la piedra a mis compañeros de viaje. Dormí con Juan, no por nada, simplemente me tocó dormir con él. Le comí la polla antes de apagar la luz y me folló al amanecer.

Cuando salí de la cama me vestí para ir a mi cuarto a coger mi ropa, me crucé a Carolina desnuca y después a Tomas de la misma manera. Me di cuenta que al menos por la casa estaríamos desnudos todos. Me enteré esa tarde que los cinco pertenecían a un grupo de amigos que realizaban orgias.

Me duché y cuando salí del baño estaban todos tomando el sol en la piscina. Carolina había sacado vino, cervezas y algo de picar. La verdad es que después de la ración de sexo del día anterior tendría que estar desihibida por estar desnuda con ellos, pero me cortaba mucho el que me viesen el coño tal y como se les veía al resto.

Al principio todo estuvo tranquilo hasta que Tomas y Carolina en una esquina de la piscina empezaron primero a besarse y después a joder. Para cuando me di cuenta Lourdes me comía el coño mientras Juan la penetraba desde detrás. Follamos a la luz del sol durante horas.

Aquella noche antes de dormir, Tomas se coló en mi cuarto, en realidad más que colado, le tocó dormir conmigo. Tomas inauguró mi culito. Me dolió un montón, pero finalmente me corrí como una cría. Fue algo increíble sentir como milímetro a milímetro aquel pedazo de carne entraba en mis entrañas y empezaba a moverse primero matándome de dolor y finalmente haciéndome llegar a la gloria. Fue fascinante durante la noche como una catarata de lefa iba cayendo desde mi esfínter hacía fuera.

Follamos en grupo todo el domingo hasta escasos 30 minutos antes de coger el coche de vuelta a casa.

El lunes en la tarima escribiendo en el encerado me dolía el culo y el coño y no podía olvidar las escenas donde dos machos me penetraban por mis dos esfínteres ni siquiera 24 horas antes.

No supe nada de ellos hasta dos semanas después en la que me invitaron a una fiesta en un chalet en la sierra. No encontré transporte hasta allí por lo que tuve que usar mi coche. Cuando llegué más de 30 personas tomaban copas o bailaban, ante mi sorpresa una pareja follaba en una tumbona y en la parte que no cubría de la piscina dos hombre se follaban a una chica gritona. Aquello prometía.

Yo me acerqué a la barra y me puse una copa y algo de comer. Empecé a hablar con gente mientras a nuestro alrededor la gente empezaba a fornicar. Fue algo natural que Erik un amigo holandés del anfitrión con sutileza me presionó en el hopmbro para hacerme agachar y meterme su duro rabo en la boca.

Para cuando Erik se corría en mi boca mi viejo amigo Tomas petaba mi culo, que a pesar del dolor inicial entró sin problemas. Esa noche pasé por la polla de al menos cinco chicos y les comí el coño a dos chicas, una Lourdes y otra a la que no he vuelto a ver desde entonces.

Volví a casa ya de día sin bragas y con una descomunal resaca. Esa tarde me había metido en el grupo de whatsapp donde organizaban las quedadas para las orgias. A partir de ese momento no debía esperar una invitación, solo acercarme (aunque es cierto que en ocasiones me llamasen para insistirme)

No tuve que esperar mucho para la siguiente quedada, el miércoles me llamaron para invitarme a una fiesta en un local, como ellos denominaron. Aquello era un local de intercambio lleno de artefactos sado. Esa tarde probé por primera vez un potro donde me ataron pies y mano y donde me taparon los ojos para ser el lugar de penetración de cuanto estuvo allí. Ni se las pollas que mamé ni se las pollas que profanaron mi coño y mi culo.

Fueron dos años de autentica lujuria. Ese grupo de amigos me llevaron hasta lo más depravado de la gloria. Disfruté de la vida y disfruté del sexo de manera salvaje. Nadie sospechaba en mi mundo mojigato de mi vida fuera de las cuatro paredes de mi aula.

Alberto llegó a mi vida en una convivencia del colegio. Alberto era un profesor recién llegado con el que tuve mucho contacto en aquel viaje y en los meses posteriores. A pesar de su insistencia en salir a cenar yo lo rechazaba, me caía bien pero prefería ser reventada a pollazos los fines de semana.

No me había confesado en estos dos años y no se si por Alberto o por un ataque de fe, decidí hacerlo. Al cura le iban cambiado los ojos cuando le iba contando mis últimos años y mis aficiones sexuales. No me acuerdo de la penitencia que me impuso, pero si que su reprimenda me hizo pensar sobre el tema.

Acepté salir a cenar con Alberto. Como ya sabía era una persona encantadora y muy atenta, pero muy poco animada. Esa noche me besó.

Compaginé la vida liberal con una relación inicial con Alberto. Por la tarde tomábamos un café en una cafetería con encanto y por la noche era penetrada a la limón por dos chulos que me mataban a orgasmos.

Alberto me pidió matrimonio una tarde de mayo. No le dije que si, inmediatamente, le pedí un tiempo y fue mientras un negro me sodomizaba el culo y mi buen amigo Paco me la tenía clavada en las amígdalas cuando me di cuenta que aquello no era vida. Follé sabiendo la vida a la que iba a cambiar y en la copa post orgia le comenté a mis amigos que esa era mi ultima orgía. Hubo voces de protesta, algún chiste pero nadie me intentó hacer cambiar de idea.

Puse la boda a seis meses vista. Primero por darme un tiempo para adaptarme a mi nueva vida y segundo por que no hay quien encuentre un sitio decente antes de ese tiempo.

Alberto me follaba con la luz apagada, torpemente y tocándome las tetas como mayor locura. No había manera de alcanzar un orgasmo pero esperaba darle tiempo.

Para mi era frustrante salir a cenar, ir a su casa, tomarnos una copa y acabar con el encima dándome como un conejo. Lo peor de la noche era llegar a casa y leer los mensajes del grupo de whatsapp comentando las jugadas de la orgia de esa noche. Me masturbaba leyendo aquello. No sé que me jodía más, o leer los preparativos, el resumen del a jugada o incluso en medio de la orgia como alguno hacia un comentario. Yo me tenía que conformar con ser montada con un eyaculador precoz sin ninguna imaginación.

Pasé seis meses siendo montada por Alberto mientras mis amigos se lo pasaban en grande. Me jodía pensar como se correrían Lourdes o Juan mientras yo veía como mi prometido roncaba a mi lado.

Estaba a una semana de mi vida y fui con una prima mía a la última prueba del vestido de novia, me costó aparcar y para mi sorpresa deje el coche a 100 metros de Orgas-mos, el club de intercambio donde principalmente montábamos las orgias.

Suspiré y pasé delante de la puerta, a esas horas aún cerradas. Me acerqué a la tienda y a pesar de tener hora, me tuvieron esperando casi dos horas, una niñata antes de mi que no se decidía por el traje con el que se casaría. Para cuando salí de la prueba ya era de noche. Sin darme cuenta pasé por la puerta de Orgas-mos donde Rodrigo el portero me saludó e instintivamente me hizo pararme. Hablamos cuatro cosas cuando Rosi, la relaciones publicas salió por la puerta. Nos dimos dos besos y empezamos a charlar. Me invitó a pasar y a pesar de mis recelos entré.

El local seguía igual, mil imágenes se agolparon en mi cabeza, pollas entrando en mi coño, pollas entrando en mi culo, pollas entrando en mi boca, yo agitando pollas, yo pasando mi lengua por abiertos coños, bocas succionando mis pezones, gemidos, sudores, espasmos, ojos en blanco, place. Hablamos un buen rato, me invitó a una copa y después a otra. La gente entraba en el club a mi espalda. No se que pasó.

Aún no había demasiada gente y me entró la curiosidad, por lo visto habían cambiado cosas nuevas y me propuse a Rosi entrar.

– no hay mucha gente, la verdad me podías dejar entrar un segundo y ver como esta.

– ¿sin pagar entrada?

– No seas boba,

– Es una broma, te acompaño, pero tenemos pasar por el vestuario primero.

– ¿Desnudarnos?

– Me desnudo hasta yo y estoy trabajando, lo tuyo en innegociable.

– Vale, pero hagámoslo rápido, no quiero que me vea nadie que conozca.

– Reina, aquí te conoce aunque sea de vista la gran mayoría de la gente.

– ¿de vista?, y bíblicamente me temo.

La sala principal estaba completamente remodelada. Había nuevos aparatos y los que ya estaban cambiados de sitio.

Me llamó la atención uno nuevo el que con unos amarres y unos engranajes dejaban al usuario a disposición de sus amantes.

– ¿Como funciona esto?

– Pues básicamente la chica se tumba, se le amarra sus brazos y se le da al botón y abré los brazos. Las piernas se ajustan a estas correas y al abrirse dejan a la chica espuesta tanto por delante como por detrás.

– ¿Qué fuerte, no?

– Pues la verdad es que si, tienes que ver las que se monta aquí, es una pena solo tener una por que la que coge sitió se pasa horas aquí recibiendo

– ¿Y la cabeza como queda?

– Dependiendo del usuario, bueno de su amante, o queda elevada o cae para poder ser follada por la boca.

– Joder que suertuda, quien lo probara.

– Pues túmbate y pruébalo.

– ¿Estas loca?, me caso y yo he salido de esto.

– Túmbate. Simplemente siente que se siente ahí atada.

No lo pensé mucho, la verdad es que si lo pienso no lo hago, bueno, si. La verdad es que el potro era comodísimo y me dio mucho morbo ser atada y abierta.

– ¿qué te parece?

– Una pasada

– ¿y no te gustaría probar un ratito? – me dijo Rosi al oído.

– No seas mala, desátame – le dije a Rosi con un suspiro.

– A ver te propongo, te pongo un antifaz para que no veas nada y hago que alguien te coma el coño y luego vemos que pasa – me dijo mientras pasaba un dedo por mis pechos haciéndome estremecer.

– Que me caso en nada Rosi.

– ¿Y si te lo chupan y te corres? – susurró mientras me ponía un antifaz que cegaba mi visión.

Creo que fue ella, no pude verlo, pero un segundo después una lengua recorría desde mi ojete hasta mi clítoris. Me corrí en nada, solo dos chupadas ya estaba gozando, ante mi sorpresa una polla entro en mi boca, pude negarme pero solo el olor a nabo aguó mi coño. No era una polla de gran tamaño, pero era una polla y llevaba meses sin comerme una. Solo dejé de chuparla cuando la lengua de mi coño me hizo correrme. Volvía chupar después de reclamarla de vuelta abriendo la boca hasta que inundó mi boca de semen. El dueño del ariete se retiró y como esperaba otra polla fresca volvió a entrar en mis fauces. La lengua de mi coño se retiró y una polla entró en el empezando a bombear. Me dio durante un rato haciéndome llegar al orgasmo, otra polla la sustituyó y me dejó de piedra cuando sentí como una nueva polla me penetraba analmente.

Me follaron durante tres horas y media donde me corrí innumerable veces.

Cuando me desataron y me quité el antifaz vi que la mayoría de los chicos que me habían follado y alguna de las que me había comido el coño o se lo había comido yo eran de mi pandilla y que llevaba meses leyendo. Les conté la alegría de verdad que sentí al verlos.

Estuve tomando unas copas con ellos y finalmente me fui con José María a su casa. José María me folló con dulcera como había hecho mil veces después de maratonianas jornadas de orgias. Si toda aquella gente eran mis folláamigos, José María era mi verdadero follaamigo con el que solía dormir después de las orgias.

Me había subido sobre su polla y empezaba a cabalgar cuando recordé algo, me incliné, cogí el teléfono que había dejado en la mesilla de noche, busqué el nombre de Alberto en la agenda y le mandé una sms

“tenemos que hablar”

La luz entraba por la ventana cuando dejé caer el móvil, apoyé mis manos sobre el pecho de José María y empecé a botar.