Nada en común, pero que lindo encuentro

La empresa editorial donde mande unos cuentos para darme a conocer me ha citado para que vaya a una reunión en la capital. Parece ser que han gustado y alguien del equipo de selección de nuevos materiales quiere conocerme, y quizás publicar alguno.

La cita es a última hora de la tarde y finalmente se ha retrasado más de lo esperado. Para terminar de hablar sobre las posibilidades de mis escritos, me invitan a cenar. Estaremos el editor de la revista, una administrativa, una escritora de poesía que está en unas circunstancias parecidas a las mías y yo.

Durante la cena he llegado a la conclusión que la invitación a cenar ha sido la excusa perfecta que el editor se ha buscado para poder salir a cenar fuera de casa, tranquilamente y con coartada para estar a solas con su empleada.

La escritora es una chica muy jovencita, vestida muy llamativa, como suelen hacerlo las cuicas de su edad. Como el editor está muy pendiente de su joven empleada, a la chica y a mi apenas nos atiende, eso nos deja con tiempo para poder hablar entre nosotros.

Esta estudiando medicina y quiere ser cirujana y a pesar de todo encuentra tiempo para llevar al papel sus sueños en forma de poesías. La encuentro muy atractiva aunque lejana, casi inalcanzable para mí. Su extremada juventud y sus aficiones e inquietudes no tiene ningún punto de conexión con un tipo como yo, que se dedica a escribir relatos porno.

La joven es inexperta pero muy curiosa, aunque parece querer ocultar sus más íntimas inclinaciones. En ningún momento me ha parecido que quiere nada conmigo, no seré su “papi”. Hoy lleva un vestido de tela ligera, que sin ser ceñido se acomoda fácilmente a las curvas generosas de su cuerpo. Tiene unas hermosas caderas y un buen busto y sobre todo una cara muy bonita, que transmite su simpatía.

Su conversación es diversa y alegre, con un dulce acento chileno que me acaricia los oídos, por lo que la compañía resulta especialmente agradable. Después de una cena excelente acompañada de dos botellas de buen vino, al editor y a su acompañante les entra prisa por terminar nuestro encuentro. Creo que después de despedirse de nosotros tienen intención de continuar por su cuenta en un sitio donde puedan intimar más.

La poetisa y yo hemos venido de fuera de la capital. Por recomendación de la editorial, hemos contratado una habitación en el hotel donde se han producido las entrevistas. Así que finalizada la cena tomamos el ascensor para ir a nuestras respectivas habitaciones. Ambos nos observamos con disimulo, con una chispa de «emoción alcohólica» y pendientes de captar alguna señal del otro que nos permita empezar algo entre nosotros.

Tengo el secreto deseo de continuar la velada con tan buena compañía, aunque mis esperanzas son casi nulas. Ella, joven, atractiva con múltiples posibilidades con chicos de su edad, no tiene necesidad de arriesgar nada conmigo.

Durante unos instantes permanecemos sin decir nada, por temor a estropear el silencio. Después de una velada en que hemos estado hablando de todo, sin ninguna restricción, ahora nos pesa la lengua y no sabemos que decir ahora que estamos solos.

Kitten, escribe poesías, según he deducido por los comentarios del editor son muy «smart», muy en línea con los tiempos, con ellas logra sintonizar con los lectores más jóvenes. Me ha comentado que alguno de sus poemas se ha versionado sirviendo de base para canciones modernas.

Mi afición y habilidad para redactar relatos eróticos le ha interesado mucho. Le ha sorprendido bastante pues no termina de conjugar mi imagen real con mi secreta afición. Supongo que ella se imaginaba algo distinto para alguien que es un contador de cuentos para adultos.

Voy a hacer un comentario para romper el incómodo silencio, coincidimos los dos y nuestras frases se mezclan. Reímos, sentimos la necesidad de decirnos todo aquello lo que durante toda la cena no nos dijimos, pero todavía no nos atrevemos, pero todo se queda en unas frases sueltas que no concluyen en nada concreto.

Llegamos a nuestras habitaciones, son contiguas, de soslayo nos volvemos a mirar. Espero la más mínima señal para acercarme a ella y continuar la velada juntos. Me siento atraído por esta chica y noto algo en ella que me hace soñar.

Su puerta no se abre con la tarjeta magnética y me acerco a ayudarla. Consigo abrirla a pesar de que la tarjeta que parecía no funcionar. Cómo la cosa más natural del mundo entramos en su habitación y empezamos a hablar. Enseguida las palabras dejan lugar a los hechos, nuestros cuerpos se acercan, mis labios buscan los suyos, nos fundimos en una abrazo enorme, apasionado, ardiente.

La comedida y discreta poetisa ha sufrido un cambio totalmente inesperado y radical. Es como si se hubiese quitado una máscara y ahora se presenta ante mi como una mujer…apasionada.

Cuando nos separamos para tomar aliento…estamos casi desnudos. Nuestras manos han perdido el control y nos hemos lanzado a desnudar el cuerpo del otro. Nuestros labios y nuestras manos buscan con avidez al otro. Tras unos instantes de alocados movimientos me encuentro besándola en el cuello, en la boca, en la mejilla, mis manos acarician sus pechos por encina del vestido.

Estoy excitado y sorprendido por este cambio repentino y por lo bien que parece que va todo. Mi sorpresa crece hasta el infinito cuando Kitten dice:

– “Seguro que me voy a arrepentir…por una vez me voy a dejar llevar por la llamada de mi cuerpo y no la de mi cabeza”, “…quiero follar como esas protagonistas de tus cuentos… como una guarra…como una viciosa del sexo… y quiero que tú me acompañes”

– “Hoy voy a ser una verdadera puta…a la que le gusta dejarse llevar por su instinto…follemos hoy como si no hubiera un mañana”, añade al tiempo que me ha cogido el paquete con todas sus ganas.

– “Me pones a mil al oírte decir esas cosas…sin disimulos, sin tapujos…ni palabrería… vamos a follar como dos cerdos…lo estoy deseando y todo lo tengo a punto”, le digo sujetándole la cara para que ella no deje de mirarme cuando le digo todas estas cosas.

– “Ya puedes empezar…agáchate y descubre lo que tengo para ti…lo debes sacar sin usar las manos, con la boca…” le digo con tono autoritario para que ella sepa que en esta fase yo soy quien tiene el mando.

Obediente se arrodilla ante mí, pone sus manos a la espalda y se inclina lentamente hasta quedar con la boca a unos centímetros de mi entrepierna. Con un gesto inesperado abre la boca para atrapar con sus dientes el bulto que provoca mi polla tras el slip. Es un acto morbosamente animal, me siento atrapado por su boca y percibo claramente su hambre.

Me mordisquea por encima de la tela desplazándose a lo largo de mi polla hasta que alcanza la punta. Allí se detiene para hacer atravesar su saliva por la tela y así mojarme el capullo. Es una sensación húmeda y calidad que despierta mis instintos más ocultos.

Ha llegado el momento de liberar mi polla, por eso no escatima esfuerzos para tirar del slip hacia abajo con ayuda de sus dientes. Siguiendo mi petición no usa las manos y le cuesta conseguirlo. No quiero darle ninguna ayuda, Kitten está disfrutando como un animal salvaje que antes de devorar a su presa se entretiene en juguetear con él.

La veo excitada, ansiosa y feliz por conseguir poner a su alcance mi polla totalmente desnuda, tiesa y dura.. que espera impaciente a ser devorada por una boca hambrienta.

La primera vez que acerca sus labios hacia mi capullo es impresionante, me hace temblar como una hoja movida por el viento, quiero que se la meta en la boca lo antes posible, pero también quiero que le dé una lamida intensa… también temo que atrape la punta con los dientes y me haga sufrir su mordida.

Tengo una mezcla de sensaciones difíciles de compaginar, pero el conjunto me pone a cien y no lo cambio por nada. Quiero que Kitten disfrute de este momento igual que yo lo hago. Me mira, reconoce mi zozobra y se decide por poner los labios dibujando una “O” que se adaptan perfectamente a la punta del glande, rodeándolo con un húmedo abrazo.

Mueve su lengua dentro de la boca para dar una lamida sobre la punta que me hace estremecer. A continuación, empuja su cabeza hacia delante para ir engullendo poco a poco mi polla.

– “Kitten, ¿dónde has aprendido a chuparla así? me vuelves loco… ¡que rico!”

Se echa hacia atrás para poder contemplarla de nuevo esta vez llena de su propia saliva. Luce esplendida y se alegra por ello.

– “me encanta comerla de esta manera…” dice al tiempo que ladea la cabeza para poner su boca por el lado. La abre y marca la posición levemente con sus dientes.

Lo repite varias veces a lo largo del troncho, por un lado y por el otro, pasando por la punta. Sus mordisquitos me sobreexcitan, siento temor que me haga daño y por otra parte me siento muy bien cuando sé que ella está apretando sobre mi polla dura como una piedra.

– “¿te gusta, ehhh…?¿Te la habían comido así antes?… no está mal para una chica de letras y poemas, ¿verdad?”, me dice en medio de los mordisquitos y lamidas a la punta.

– “es una fantasía que quería realizar y me encanta…es muy rico…jejeje”, me dice mirándome y haciéndome ver con su expresión que lo está pasando muy bien.

– “si.si…. cómetela …así, así…quiero ver como desaparece en tu boca”, le digo deseoso de que siga con sus travesuras.

– “¿No te lo esperabas? … ¿a que no?” me pregunta interrumpiendo un instante su chupada y poniendo la cara de la tía más cachonda que me haya tirado nunca.

– “Me vuelves loco…aunque creo que tu lo estas disfrutando más que yo…una gatita lujuriosa vive dentro de ti, y por fin ha salido a disfrutar”, le respondo mientras me balanceo un poco acompañando sus movimientos para que mi polla reciba el roce aterciopelado de su lengua y sus mejillas.

Entreabre los labios para dejar escapar un hilo de saliva que cae sobre mi enrojecido capullo. Antes de que se resbale y se pierda, acerca la boca y muy lentamente va moviendo la cabeza adelante para hacer que mi polla se vaya metiendo dentro.

– “¡que bien la chupas!…¡quién lo iba a decir de ti!. Le confieso entre temblores.

Kitten se retira y contempla embelesada el resultado de su obra. Tengo la polla impresionantemente gorda y tiesa, dispuesta para empotrarla de un solo empujón. Sonríe con malicia, sabe que esto solo acaba de empezar y que me tiene allá donde ella quería.

Se levanta, me besa compartiendo conmigo su saliva que tiene el sabor de mi sexo. Me veo empujado sobre la cama y antes de que pueda reaccionar quedo bocarriba con ella encima, sentada a horcajadas sobre mi vientre y con sus manos apresando la mías que ha quedado a la altura de los hombros.

– “Mi fantasía no ha hecho, sino que empezar”. “Hoy voy a ser la domina, quiero hacer realidad mis sueños más perversos y tú vas a ser mi potrillo, con el que voy a jugar a mi gusto”, me dice arrastrando los dedos desde la sien hasta el pecho pasando por mi cara, mi barbilla y mi cuello.

Yo sonrío complacido y doy gracias por haber estado en el momento y lugar en que esta diosa del amor ha despertado y me ha elegido a mí. Me dejaré llevar hasta allí donde quiera llevarme, su placer será el mio y gozaremos juntos. No quiero pensar en lo que puede venir después, ni tampoco en lo que tendré que hacer para devolverle la moneda…hasta solo quiero ver y sentirla como se desprende de sombras y tabúes para sentirse bien con su cuerpo y con el mundo.

Deverano.