Mi mujer es ninfómana y va a terapia a que la cojan otros hombres, me molesta, pero me pone tan caliente que la tengo que coger salvajemente

La narración de Elena me había excitado como no recordaba haber estado nunca y tan solo deseaba follarla, me daba igual ser un cornudo, me importaba un carajo que ella fuese una ninfómana, quería poseer su cuerpo, manosearle, lamer sus tetas, morder sus pezones, sentir la humedad de su coño en mis dedos y sobre todo volver a sentir mi polla dentro de su coño. No tenía ni idea de que esperaba mi mujer de mi, ni me interesaba, solo pensaba en mi deseo por follar su coño y correrme sin preocuparme en nada más.

Según subíamos en el ascensor la besé metiéndola la lengua hasta dentro y sobando su culo con ansia, llevaba un vestido muy corto, así que metí las manos por debajo para coger sus nalgas sin estorbos, notar que iba sin bragas me puso más cachondo aún y según entramos a la habitación le saqué el vestido dejándola completamente desnuda, la tiré sobre la cama y tras observar su cuerpo como el animal contempla su presa antes de comerla, me abalancé sobre ella sin desnudarme siquiera.

Llevaba como un año sin tener otro contacto con Elena que sus mamadas de los últimos meses, así que mis manos y mi boca fueron directamente a sus tetas, las apretaba con fuerza, las lamía, me las metía en la boca todo lo que podía, succionaba y mordía sus pezones sin ninguna delicadeza, escuchaba como ella daba pequeños gritos de dolor que alternaba con gemidos de placer, pero simplemente se dejaba hacer.

Sin dejar de comerle las tetas bajé una de mis manos a su coño, le agarré con toda mi mano con fuerza, siempre me ha encantado el coño de Elena, es de esos coños carnosos que te llenan la mano, tanteé sus labios y noté que sus flujos eran tan abundantes que rebosaban de su interior, evidentemente ella también estaba muy cachonda y no me costó nada de esfuerzo meterle un par de dedos.

Sentir de nuevo el calor de su coño envolviendo mis dedos fue la gota que colmó el vaso, necesitaba meter mi polla ahí dentro y correrme ya mismo, así que me desabroché el pantalón, me la saqué, se la metí de un golpe lo más dentro posible empezando de inmediato con un mete y saca todo lo rápido que podía sin pensar en otra cosa que correrme. Evidentemente, con el calentón que llevaba desde la cena no tardé ni un minuto en conseguir mi propósito llenando el coño de Elena con mi corrida. Cuando terminé me quedé tumbado sobre ella intentando recuperar el aliento, mi cabeza seguía entre sus tetas, con la sensación de haber cometido un gran error y no me moví hasta que ella me habló.

E – «Vaya, tenías razón en el restaurante, me has follado como si fuese un agujero con tetas, pero tranquilo que me ha encantado.»

Me sentía incapaz de decir nada, por culpa del calentón no pensé en nada más que follar y ahora me venían a la cabeza todos los motivos por los que no debería haberlo hecho y mucho menos de ese modo. Lentamente me quite de encima y me tumbé boca arriba junto a ella, serio, en silencio, con la mirada fija en el techo y mi mente absolutamente confundida.

E – «¿Que te pasa cariño? ¿A que viene esa cara? Pensé que estarías más animado después de un polvo tan salvaje.»

Lo preguntó mientras me acariciaba la cabeza con ternura.

A – «No se… Me siento mal por haberme dejado llevar de esa manera. Era incapaz de pensar en otra cosa que no fuese follarte y correrme… Lo peor es la sensación de que lo habría hecho a la fuerza si no hubieses estado de acuerdo y no me lo habría podido perdonar nunca.»

E – «Bueno, no te agobies tanto, yo he disfrutado mucho y espero que sigamos disfrutando de esta noche. ¿O ya no tienes más ganas?»

A – «La verdad es que no, pero tampoco me gustaría que nos quedásemos con este mal rollo por mi culpa. Dame unos minutos y hablemos un poco.»

E – «Vale, pero deja que te de un masaje y así te relajas. ¿Te parece bien?»

A – «Bueno, me desnudo, me lavo y me pongo en tus manos.»

E – «No hace falta que te muevas, yo me encargo de todo, tu simplemente relájate, pero antes me tengo que limpiar el semen para que no chorree.»

Me lo dijo besándome en la mejilla. Di por supuesto que iría al baño a lavarse, pero me equivoqué, lo que hizo fue usar la mano para recoger el semen de su coño y llevárselo a la boca, lo hizo mirándome y sonriendo provocativamente, repitiendo la operación hasta que su coño estuvo lo suficientemente limpio como para no chorrear.

Yo estaba alucinando, verla comportarse de ese modo hizo que me empalmase de nuevo, algo que a Elena la alegró bastante. Limpió mi polla a base de lametones, me desnudó, trajo un frasco de aceite del baño y se puso a mi lado de rodillas besándome en la boca, no es que notase un sabor especial, pero era consciente de que se acababa de comer mi corrida y no se había lavado, no se por que, pero me resultó tan excitante que no sentí reparo en probar mi propio semen. Mientras me besaba derramó el aceite en mi pecho, siguió haciéndolo hasta llegar a la parte baja del estómago y entonces empezó a extenderle con sus manos suavemente, no solo por mi torso, también puso especial esmero en hacerlo sobre mis pelotas y mi polla, que volvía a estar muy empalmada.

Yo me dejaba hacer, sentía como sus manos cogían mis huevos, apretándoles, estirándoles, acariciándoles, con mi polla hacía algo parecido, las caricias se tornaban en paja por unos momentos y luego la soltaba para acariciarme el pubis, la cogía apretándola con fuerza, bajaba la piel todo lo posible y masajeaba mi capullo con una de sus manos para luego cubrirle de nuevo con la piel y volver a masturbarle otro poco

En ningún momento uso su boca para nada, solo su manos, cuando ya llevaba un buen rato con su masaje empezó a usar sus tetas para masturbarme con ellas, se puso entre mis piernas dándome la posibilidad de ver como metía mi polla entre sus tetas apretándoselas con sus manos y moviéndolas arriba y abajo de mi polla sin dejar de mirarme sonriendo.

Todo lo que me hacía me volvía loco, pero me miraba sonriendo de ese modo, con sus ojos brillantes, llenos de picardía, de felicidad y disfrutando con sus juegos me volvía incapaz de resistirme a nada, me convertía en su marioneta y creo que Elena se aprovechaba de la situación siendo muy consciente de su poder.

Las mamadas de los últimos meses eran fabulosas, pero lo de hoy las superaban con creces, me parecía increíble la habilidad con la que mi mujer manipulaba mi placer manteniéndome muy cerca del orgasmo, pero lo suficientemente lejos como para impedir que llegase a el, durante todo el tiempo que ella desease. Eso era algo con lo que yo disfrutaba cada vez más, incluso el que parase toda su actividad en cuanto empezaba a correrme, dejándome con esa sensación de no haberme corrido plenamente, había llegado a darme más placer que las corridas completas, tanto que en las pocas pajas que me había hecho recientemente intentaba correrme del mismo modo.

En esta ocasión no varió sus actos y tras más de media hora manteniéndome en el punto previo a correrme a base de pajearme con sus manos y sus tetas, cubrió mi polla con ellas restregándola lo justo para pasar ese punto de no retorno en el que me había mantenido y sentí que me corría con mi polla aprisionada por sus tetas. Deseaba que me la menease, pero no hizo nada, simplemente esperó a que me calmase antes de liberarla, se la metió en la boca lamiendo el semen que quedaba en ella y volvió a besarme. En esta ocasión si que pude apreciar su sabor que no me resultó desagradable, lo que si me dio algo de reparo fue su viscosidad y pensar que era mi propio semen, a pesar de responder a su beso sin decir nada por no molestarla, cuando puso sus tetas llenas de mi semen en mi cara me vi acorralado entre la espada y pared.

E – «Te quiero cariño, ahora chúpame las tetas, saboréalas llenas de tu corrida, ya has comprobado que su sabor no es tan desagradable.»

No supe que responder, ella estaba sentada a horcajadas sobre mi torso, inclinada sobre mi y con sus manos sujetando mis brazos de tal modo que no podía moverme sin hacerla daño, así que con bastante poca convicción di los varios lametones con la punta de mi lengua por puro compromiso, algo que Elena me recriminó muy enfadada.

E – «Joder, deja de hacerte el remilgado, quiero que me las chupes como al llegar, con ganas y comiéndote toda tu corrida, no como si te diesen asco.»

Lo dijo gritando, con un tono autoritario que me hizo levantar la vista, cruzar nuestras miradas y darme cuenta que la suya era dura, dominante y muy contundente, me quedé tan sorprendido que la obedecí de inmediato recogiendo con mi lengua todo el semen que había en ellas, lo hice sin pensar, como un autómata, aunque en mi cabeza estaba intentando entender el cambio de actitud de Elena y mi incapacidad de oponerme a su orden. Tan absorto estaba que no fui consciente de mi nueva erección hasta que me lo dijo mi mujer.

E – «Pero cariño, si te has vuelto a empalmar. Ya sabía yo que te gustaría comerte tu corrida de mis tetas, pero sigue, sigue, ya tendremos tiempo de hablar luego, ahora quiero seguir disfrutando de tu boca un poco más y luego que me folles de nuevo.»

Fui consciente de que a pesar de haberme corrido dos veces seguidas estaba de nuevo empalmado y mi excitación se volvía a disparar. Con mi lengua había dejado sus tetas sin rastro de semen y ahora estaban mojadas y brillantes por mi saliva, Elena soltó mis brazos y agarré sus tetas con mis manos para ayudarme a metérmelas en la boca todo lo que me era posible, volví a morder sus pezones y a succionarles con fuerza sabiendo de que la estaba haciendo daño, ella daba pequeños gritos de dolor, pero me incitaba a seguir así, lo cual me ponía más cachondo aún.

E – «Si, sigue así, más fuerte, sin miedo, me gusta que me duela, deja mis tetas doloridas antes de follarme de nuevo.»

Joder, estaba empezando disfrutar maltratando sus tetas, las estrujaba, estiraba sus pezones con mis dientes, los pellizcaba y retorcía como si fuesen de goma, incluso descargué unos fuertes manotazos sobre ellos antes de que Elena se incorporase tirando de mi hasta dejarse caer sobre la cama boca arriba abierta de piernas.

E – «Venga cariño, mastúrbame y usa mis flujos para lubricarme el culo, quiero que me sodomices.»

A – «¿Que has dicho? Nunca pensé que pidieses algo así.»

E – «Lo que has oído, quiero que me la metas por el culo mientras me pajeas el coño y no tengas miedo, en la terapia ya me le han penetrado varias veces, así que le tengo bien entrenado. ¿O es que vas a ser el único hombre que no quiere dar por el culo a su mujer?»

A – «Joder, claro que quiero, pero me molesta que otros lo hayan hecho antes que yo.»

E – «¿Que te molesta? Yo más bien diría que te pone cachondo saber que mi culo le desvirgó una polla que no es la tuya.»

A – «De eso nada.»

E – «No me mientas, mira bien tu polla, está casi más dura que antes, además, me encanta que te excites por como me follan en la terapia.»

Tenía razón, saber que otros habían follado el culo de mi mujer antes que yo, a pesar de sentirme humillado por ello, me excitaba, pero no quería reconocerlo ante Elena, así que me callé, llevé una mano a su coño y empecé a masturbarla, estaba chorreando, la cantidad de flujos que generaba me parecía asombrosa. La mano que tenía libre también la llevé a su coño para seguir masturbándola mientras que con la otra llena de flujos comencé a lubricar su culo, las alternaba para que su culo tuviese la mejor lubricación posible y le iba dilatando metiendo mis dedos, empecé con uno, pero no tardé en poder meter tres sin demasiado problema.

Elena gemía y jadeaba disfrutando de mis manos, verla así trajo a mi memoria los temores por mi incapacidad para satisfacerla sexualmente, pero fue solo un momento, rápidamente aceleré los movimientos de la mano que tenía en su coño, en su culo mantenía introducidos tres dedos y en cuanto vi que empezaba a correrse le metí la polla en el culo, entró con facilidad, me encantó la sensación y la visión, mi mano seguía masturbando su coño, bueno, debería decir follándole por que tenía cuatro dedos dentro y con el pulgar frotaba su clítoris.

E – «Siiiiiii, sigue, sigue, no pares cabronazo, me estoy corriendo una y otra vez, folla mis agujeros, así, así, más, sigue…»

Estaba fuera de si, nunca la había visto de ese modo, era puro placer, su coño cada vez se abría más, así que terminé por meter toda mi mano dentro y masturbarla con la otra, era increíble sentir el tacto entre la mano que tenía dentro de su coño y mi polla entrando y saliendo de su culo, casi podría decir que me estaba haciendo una paja al tiempo que daba por el culo a mi mujer.

Mientras la enculaba veía a Elena tumbada, con las piernas abiertas, sudando, sus ojos cerrados, su boca abierta, jadeando, gimiendo, gritando, pidiendo más, sus manos estaban maltratándose las tetas con la misma dureza que yo había desplegado momentos antes ó incluso más. Por mi parte, tras las dos corridas y a pesar de mi excitación, sentía que podía aguantar mucho tiempo sin correrme, pero es que me sentía poderoso pensando que era el causante de todo el placer que mi mujer estaba sintiendo, eso me ponía aún mas cachondo y salvaje.

Creo que debimos estar así unos quince minutos antes de que Elena empezase a suplicar que parase, recordé lo que me había contado durante la cena y decidí hacer algo diferente. En vez de seguir follándola paré de inmediato, saque la mano de su coño, la polla de su culo, lo hice al mismo tiempo y de golpe, quería que sintiese sus agujeros vacíos, la impedí cerrar sus piernas para poder contemplar lo abierta que estaba.

Estuve así un momento y cuando la vi que empezaba a tranquilizarse, la penetré de nuevo y follándola el culo lo más rápido posible hasta que sentí que estaba a punto de correrme, sin saber muy bien por que, la saqué, me corrí sobre su coño y me lancé a lamer todo el semen que acababa de expulsar sobre el, lo hice con ansia, saboreándole y provocando que Elena volviese a correrse unas cuantas veces más con mi boca.

Cundo me di por satisfecho me senté en la cama, lo hice usando el cabecero como respaldo, de ese modo tenía una visión perfecta de la entrepierna de mi mujer, ella estaba tumbada boca arriba, con las piernas abiertas, su coño estaba abierto, enrojecido, hinchado y mojado. No dije nada, simplemente disfrutaba de las vistas recordando lo sucedido mientras me acariciaba la polla totalmente flácida.

Elena tardó unos cinco minutos en moverse, estaba agotada, sin fuerzas, tanto que para venir a mi lado lo hizo arrastrándose, se acurrucó a mi lado, con su cabeza en mi pecho, dijo un escueto «Gracias» y al momento nos quedamos dormidos.