Mis primeros pasos en el sexo lésbico, mi primera mujer

Este es mi primer relato, y comenzaré como la mayoría de ustedes aquí.

Soy mujer, mexicana de 35 años, de profesión abogada; guapa a secas, nada extraordinario en realidad. No me considero bisexual aunque me pone mucho ver unas buenas tetas, redondos traseros y caras bonitas -de mujeres, por supuesto-, prefiero los amantes masculinos. He mantenido relaciones sexuales en su mayoría con varones, no tengo problema con ellos, aunque reitero, me siento atraída por algunas chicas, así que desde hacía un buen tiempo que quería probar el sexo con una mujer, aunque me he besado y tenido ciertos escarceos sexuales con dos, sólo lo he hecho de forma “completa” con una pelirroja hermosa a la que seduje y me cogí -más adelante les contaré-, pero por ahora quiero comenzar relatando cómo fueron mis inicios en el sexo lésbico.

Desde siempre me gustó el porno lésbico, pero no cualquier video, llamaban mi atención los vídeos de mujeres femeninas, y aunque me mojaban demasiado y solía decir abiertamente cuando me parecía atractiva alguna chica, no sentía que fuera capaz de tener mis propias escenas sexuales con otras mujeres.

Mi primer beso con una mujer fue con mi mejor amiga. Fue una noche, después de una reunión festiva post-laboral entre mi amiga y otro compañero, los tres de la misma oficina, luego de muchos tragos, sucumbimos a la obsesión de nuestro amigo de querer ver a dos mujeres besarse. Ya puestos por el alcohol, y con la canción de “Killing Me Softly” de The Fugees como fondo, accedimos a besarnos a cambio de que él abriera la puerta de su edificio para poder irnos.

Fue un primer acercamiento algo tímido en realidad, comenzamos con un beso leve, sus labios eran demasiado suaves y cálidos, luego ella separo sus labios y comenzamos a besarnos con las bocas abiertas y acariciando mutuamente nuestras lenguas, ella comenzó a rozar suavemente mis brazos, subió hasta mi cuello para rodearme con brazos, posó una mano en mí nuca, entre mi cabello, y estuvimos más cerca si era posible, el beso no se detuvo y se volvió más apasionado. No sé cuánto tiempo estuvimos así, pero ella comenzó a acariciarme los pechos sobre la ropa, yo bajé mis manos y comencé a acariciar sus piernas y su trasero; nos sacó de nuestro pequeño idilio la participación de nuestro voyerista compañero, se puso detrás de mí, y pude sentir su fuerte erección entre mis nalgas, después de eso tenía dos pares de manos sobando mis tetas. Él comenzó a besarme el cuello y los hombros; luego cambiamos un poco los papeles, mis amigos comenzaron a besarse estando yo en medio de ellos, luego nos besamos mi amigo y yo, para entonces ya no era no era claro quién tocaba a quién y qué… de pronto la música se apagó, el silencio nos hizo consientes de nuevo, y por un momento continuaron los sonidos de besos y leves gemidos, luego nos detuvimos.

Claramente los tres estábamos ardiendo, pero de alguna manera logramos sobreponernos, en el fondo sabíamos que lo que había pasado y cualquier cosa más que pudiera suceder sería un error sabiendo que al día siguiente tendríamos que vernos en la oficina. Él accedió finalmente a abrir la puerta de su edificio para que pudiéramos salir, pero algo ya había iniciado en su departamento; pedimos un taxi, y unos minutos más tarde estábamos saliendo de ahí.

Abordamos el auto de alquiler, subimos en la parte de atrás cada una por su puerta; por un momento nos mantuvimos cada una en su espacio, pero extrañamente se encontraron nuestras manos y nos acercamos, comenzamos a besarnos de nuevo, yo comencé a acariciar su pierna sobre el pantalón, recorría su muslo de la rodilla a su coño aún sin atreverme a tocárselo descaradamente sobre la ropa, mientras ella seguía fascinada con mis senos. Era alucinante sentir la suavidad de sus labios y el calor de su lengua jugando con la mía, de cuando en cuando nos separábamos, y la sentía respirar pesado y gemir quedito en mi oído, estábamos dándole un buen espectáculo lésbico al chofer, y ambas estábamos disfrutándonos muchísimo.

El trayecto no era largo así que debíamos darnos prisa si deseábamos ir a más, al parecer ambas pensamos de igual forma. Yo vestía falda y eso le facilitó la tarea, puso su mano sobre mi muslo y comenzó a subir, me sorprendió la suavidad de su mano al contacto con mi piel, separé mis piernas para facilitarle el trabajo, pero la posición y el espacio reducido del auto no fueron tan propicios, introdujo dos de sus dedos por la pierna de mi pantaleta, me excité más -si acaso se podía- al sentir la suavidad de sus dedos acariciando mi coño depilado, apenas pudo pasarlos por mis labios mojadísimos y pude sentir como resbalaban fácilmente, hubiera deseado que no los sacará de ahí y que los introdujera en mi vagina, pero no fue así, salió de ahí y me dio a lamer sus dedos, y luego nos besamos compartiendo mi sabor, mi sabor mezclado con el de su saliva me resultó doblemente delicioso; en tanto, yo había logrado entrar por la cintura de su pantalón, apenas pude llegar a tocarle el vértice de sus labios, lo estrecho de su pantalón con algo de trabajo me dejó tocar su clítoris, se sentía muy abultado y mojadito –ahora que lo recuerdo se me antoja que hubiese sido suculento ponerlo entre mis labios en aquel momento-, pero el espacio reducido apenas me dejaba tener mi mano literalmente estrechado su entrepierna.

El chofer del taxi nos sacó de nuestra caliente burbuja al llegar a su casa, igual que cuando nos subimos al vehículo, cada una bajó por su lado, nos ordenamos un poco la ropa, y nos quedamos conversando unos minutos en la banqueta, afuera de su casa, para terminar de recomponernos y que se nos pasara un poco el rubor y los nervios de la calentura, en ese momento no comentamos nada de lo sucedido; tuve que pedir otro taxi para que me llevara hasta mi casa, y cuando nos despedimos un dimos un último beso en la boca.

A los pocos minutos de estar en casa, me mandó un mensaje para preguntar si había llegado bien, le contesté que sí, pero fui más allá, le di las gracias por lo sucedido en el taxi, le dije que la suavidad de sus labios, de su tacto y de su piel en general era enloquecedora, ella me contestó que estaba a punto de masturbarse repasando lo que habíamos pasado y me pidió acompañarla. Me fui a la cama de inmediato, intercambiamos un par de mensajes diciéndonos qué nos haríamos, hablábamos de besarnos las tetas y mordernos los pezones, de cómo, con lo mojadas que estábamos, resbalaban nuestros coños al frotarlos en una deliciosa tijera (al recordarlo vuelvo a mojarme como aquel día). Era increíble la humedad que fluía de mi vagina, estaba súper excitada, tanto que de verdad mis bragas estaban empapadas y mi clítoris se sentía durísimo y muy sensible, me masturbé pensando en ella, repasando el sabor de los rastros de su saliva y mis fluidos en mis labios, me corrí en medio de un orgasmo catártico; después de eso leí su último mensaje, aún recuerdo sus palabras: “Me vine riquísimo, gracias. Descansa, buenas noches.”

Eso pasó en el año 2008, después sólo llegamos a bromear sobre nuestra relación lésbica en algunas ocasiones, pero en realidad nunca lo llevamos a más; no volvimos a hablar de ello y no pasó nada sino hasta el año pasado. Ella se fue a vivir a otra ciudad y el año pasado fui de visita, aunque pudimos haberlo hecho no tuvimos sexo, dormimos en la misma cama, pero sólo nos besamos y nos acurrucamos, anduvimos como novias adolescentes paseando por la ciudad: de la mano y comiéndonos a besos en cada oportunidad. Espero coger con ella en alguna oportunidad, no importa si lo hacemos nosotras solas o llevamos un trio hasta el final.