Miguel fue a buscar su madre al pueblo, ese viaje fue la forma de darse cuenta de que solo quiere romper el coñito de la mujer que le dio la vida

Miguel se despertó, le costó recordar donde estaba, ah sí, en el pueblo, había ido a por su madre, estiró la mano para tocarla y vió que no estaba, era una pena, le hubiese encantado empezar la mañana follándosela, prestó atención y oyó la ducha, si, pensó sonriendo, necesitaba una ducha y algo más.

Se acercó al cuarto de baño, entró, por el sur estaba la ropa de su madre, el camisón, las bragas y el sujetador, cogió las bragas y se las llevó a la nariz, olían a su coño cosa mala, se estaba poniendo malo.

Vió a su madre a través de las cortinas, se veía su silueta, se estaba enjabonando, en un momento dado se agachó para enjabonar se las piernas y sus tetas empezaron a balancearse siguiendo sus movimientos, no pudo más y corrió las cortinas.

– Hola, mamá.

– ¡Ah!, Hola hijo, me has asustado.

– ¿Me haces un sitio?

– Claro, ven aquí mi niño.

Miguel se bajó los calzoncillos y se metió en la ducha con su madre, como siempre huevos derecho a sus pechos, estaban llenos de jabón pero no le importó, les dió un buen lenguetazo, los pezones de su madre se endurecieron y suspiró.

– Miguel, no tienes hartura.

– No, mamá, no.

Miguel la soltó y la dió la vuelta, la inclinó hacia delante, su madre se agarró a la barra del toallero, su culo y su coño estaban a la altura de la polla de Miguel y sus tetas colgaban que era lo que él quería.

Dirigió su miembro hacia el coño de su madre y se lo metió todo lo que pudo, agarrándola por la cintura, su madre suspiró.

Miguel empezó a moverse follando a su madre, sus tetas se balanceaban al ritmo de sus embestidas, estaba cachondísimo.

– ¡Ah! Mamá, tus tetas son como campanas, como se mueven,.

– Si hijo, si y tú tienes el badajo que las hace sonar. No digas nada y sigue follándome.

– Si mamá, si.

Miguel no tardó mucho en correrse, agarrando con fuerza las tetas de su madre. Se separó de ella y acabaron de ducharse, iban a perder el autocar.

– Hijo, elígeme tu la ropa, quiero que tu padre me vea guapa.

– Vale mamá, pero seguro que papá no se fija en eso, estará deseando quitarte la ropa.

Se dirigió al dormitorio, abrió el cajón de la ropa interior y excogio un sujetador blanca que solo le tapaba medio pecho. Abrió el armario y eligió un vestido gris de cuadritos con una cremallera en la parte superior, a la altura de las tetas y una raja en la parte lateral que dejaba los muslos al descubierto, solamente con rozar la tela de la ropa de su madre se volvió a excitar, pero no había tiempo que perder.

– Toma, mamá tú ropa.

– Gracias, hijo ¿Y las bragas?

– Mejor sin bragas, dijo guiñándole un ojo.

– Se me va a helar Bel coño, dijo su madre sonriendo.

– Tranquila, ya se me ocurrirá algo para calentártelo.

– Seguro que su hijo.

Salieron de la casa y se dirigieron a la calle donde paraba el autocar, en el pueblo le llamaban la viajera.

Sólo había otra persona esperándola, una prima lejana de su madre.

– Hola, Pilar, ¿Te vuelves ya para Madrid?

– Si, ya me vuelvo para casa.

– ¿Es este tu hijo?

– Si, Miguel.

– Vaya, está hecho todo un hombre.

– Si, Eugenia, no lo sabes tú muy bien.

Subieron al autocar, Miguel y Pilar fueron a la parte trasera y su prima se sentó detrás.

Cuando empezó la marcha Miguel puso su abrigo sobre sus piernas y sobre las de su madre aparentando frío y se acercó a su oído.

– Te dije que te iba a calentar el coño y lo voy a hacer le dijo susurrándome.

– Si, hijo calienta a tu madre.

Miguel metió la mano por la raja del vestido de su madre y llegó a su coño, que no llevará bragas facilitó la tarea, empezó a acariciarla por encima.

A su vez el se desabrochó el pantalón y llevó la mano de su madre hacia su miembro para que hiciese lo mismo.

Lo hacían despacio para que el abrigo no se moviera mucho, su prima estaba detrás y no querían que se enterará.

Miguel metió los dedos en el coño de su madre y empezó un mete-saca suave, su madre se removía en el asiento y se mordía los labios para no suspirar, al mismo tiempo acariciaba la polla de su hijo que ya estaba completamente tiesa, la agarró y empezó a masturbarse despacio.

No podían más ninguno de los dos, su corrida fue en silencio lo que la hizo si cabe más placentera, se arreglaron la ropa lo mejor que pudieron y esperaron a acabar el viaje.

Cuando se bajaron del autobús se despidieron de su prima y se fueron para casa.

– Vamos mamá que papá tendrá ganas de follarte, estará con la polla en la mano.

,- Si, vamos, que yo también tengo ganas de verle.

Jesús estaba impaciente, deseaba volver a ver a su mujer, tenía una erección de campeonato, pensó en masturbarse, pero no, tenía que aguantar, la iba a echar el mejor polvo de su vida, suponía que su hijo se la habría follado ya, pero no le importaba, le excitaba más incluso.

Abrieron la puerta, eran Miguel y Polar, Jesús se les quedó mirando, sonriendo, que buena que estaba Pilar, que tetas tenía y el vestido que llevaba que dejaba ver sus muslos le excitaron todavía más, que estúpido había sido echándola de cada, menos mal que había vuelto.

– Hola, Pilar estás guapísima, dijo Jesús acercándose para besar a su mujer.

– Hola, Jesús, me alegro de estar de vuelta, dijo Pilar, observando el bulto que tenía Jesús en la entrepierna, ya veo que te alegras de verme.

– Bueno, dijo Miguel, yo me voy que seguro tenéis muchas cosas de las que hablar, dijo guiñándole se un ojo.

– Me parece que vamos a hablar poco, dijo su padre riéndose.

Miguel salió.

Su padre se abalanzó sobre Pilar agarrándola bien del culo y apretándola contra la puerta. Pilar notaba la polla de su marido contra su abdomen, estaba tan dura como una barra.

Jesús empezó a morrear la y le subió la falda del vestido,.

– Vaya, estás sin bragas.

– Si, tu hijo dijo que era mejor así.

Jesús ya no dijo nada, se sacó la polla y se la metió de un solo empujón hasta el fondo, la aferró las tetas por encima del vestido y empezó a follarla contra la puerta.

– ¡Oh, Pilar cómo he echado de menos tu coño tan calentito y tus tetas!

– Y yo esta polla y la de tu hijo, pero ya todo ha terminado, no nos separaremos más, follársela con vosotros tanto como queráis. ¡Qué gusto! Sigue, sigue.

– Si, guarra, te vamos a follar por delante y por detrás todos los días.

– Si, si, cuanto queráis,?

Jesús se corrió apretándola más contra la puerta, le abrió la cremallera del vestido y sacó sus tetas, se las empezó a comer.

– Siguen igual de dulces, que tetas tienes, Pilar, me vuelven loco.

– Pues cómetelas que son tuyas.

– Y de tu hijo, no lo olvides.

– Descuida, si yo me olvidó seguro que él no lo hace. Vamos a descansar un poco que estoy agotada,vaya tendremos tiempo de seguir.

Está bien, dijo Jesús soltando las tetas.

Pilar se las metió dentro del sujetador y se subió la cremallera, se alisó el vestido y se fue hacia la cocina seguida de Jesús.