Mi vecino me espía y a mí me calienta ser observada

Llegó algo cansada de trabajar, eran casi las 6 de la tarde y se disponía a abandonarse lo poco que quedaba de tarde en el sofá.

El piso estaba silencioso, entro en la habitación dejo el bolso sobre la cómoda y abrió el armario, <>, pensó.

Se desvistió como siempre, dejo caer los zapatos a un lado de la cama, se quitó el disfraz de trabajar y en ropa interior miro dentro del armario que debía ponerse.

El armario estaba colocado a un lado de la ventana, la claridad entraba a pesar del edificio contiguo del que apenas le distanciaban algunos metros. Las ventanas abiertas y cortinas que se bamboleaban inquietas. En un momento de intuición, giro la mirada un segundo y lo vio, escondido tras la cortina, fueron décimas de segundo, pero suficientes como para saber que había alguien al otro lado, en el edificio frente al suyo que la observaba.

Dio medio paso al frente, tranquila y se ocultó detrás de la puerta, tan sutilmente que pareciera un movimiento natural.

Su corazón se acelero de golpe. <> pensó. << ¿Cuánto tiempo lleva allí? ¿Cuántas veces lo habrá hecho? ¿tantas como para saber mi ritual de cada dia?>>

Su cabeza era una batería de preguntas percutiendo, pero duró unos segundos apenas, hasta decidir que hacer. Cogió unos leggins, una camiseta ancha se las coloco y salió de la habitación.

En el sofá estirada no podía dejar de darle vueltas, <<¿Quién era? Parecía joven. Mas joven que yo seguro, diría que adolescente. No es un pervertido, estoy segura, solo curioso>>. << Creo que él también se ha sobresaltado, ha dado un paso atrás queriendo huir>>.

Con las manos se palpo los muslos, bajo la mirada y se observó los pechos. Le gusto sentirse deseada, había rejuvenecido 20 años por lo menos, cuando sus piernas no eran tan rollizas ni marcadas y cuando sus pechos, siempre grandes, estaban mas tersos y desafiantes. Recodo lo que le gustaba llevar faldas cortas en vez de tejanos y tops ceñidos. El pelo lo tenia casi igual una larga melena morena y rizada, pero antes la colocaba gentilmente por encima de su hombro y caía hasta su pecho, ahora simplemente la anudaba en una cola para que no molestase.

Oyó la puerta de la entrada y su marido advirtió de su entrada con un “hola” a un volumen impropio, como advirtiendo al posible amante de su mujer, si es que existía, que ya estaba en casa y era hora de saltar por la ventana.

Ella se levantó, notando su entrepierna ligeramente húmeda. Su mente ya había planificado que después de cenar y con los dos en el sofá, follaría a su marido pensando en la silueta al otro lado de la ventana.

Eran las cinco y la jornada había pasado mas lenta de lo habitual, su mente no estaba con ella, su mente estaba mirando por la ventana intentando identificar al mirón. Incluso por la mañana había seleccionado ropa interior un poco mas ‘atrevida’ cosa que nunca hacia para ir a trabajar.

Salió casi sin despedirse. El corazón le latía con fuerza en el autobús, cuando bajo, como si de algo totalmente planificado se tratara se dirigió al portal del edificio contiguo necesitaba información, <>.

Miro en el buzón rápido situando mentalmente el piso que daba justo en frente de su ventana y anoto mentalmente nombres y apellidos, quería asegurarse que aquel nombre que aparecía allí era su espía.

Cuando abrió la puerta vacío la mente y se dirigió a la habitación. Dejo el bolso sobre la cómoda, abrió el armario, cogió unos leggins y una camiseta ancha. Cerro la puerta del armario. Dejo la ropa sobre la cama y se sentó justo al lado, entre la ventana y su ropa. Se quito los zapatos, masajeando sus pies sobre las medias con las piernas cruzadas. Los cogió para levantarse y colocarlos en el zapatero. Volvió a sentarse justo en el mismo sitio.

Se desabrocho uno a uno cada uno de los botones de la parte superior de la camisa. Al tercer botón sus pechos quedaron al descubierto atrapados por el sostén, acabo de quitársela, y la lanzo al suelo con un gesto brusco que hizo que sus enormes pechos se tambalearan queriendo liberarse del sujetador. De pie frente a la ventana de espaldas a su observador se desabrocho el pantalón y lo dejo caer al suelo, dejándole ver parte de su culo bajo las bragas negras de encaje y muslos enteros, recubiertos de las medias.

Se volvió a sentar en el mismo lado de la cama, y disimulo para poder mirar si seguía ahí. Allí estaba, esta vez, en la misma posición, pero sin dar un paso atrás. Ella había dejado claro que quería ser vista y él que quería verlo.

Una vez lanzadas las medias con la misma técnica que la camiseta, se puso de pie y frente a el hombre escondido tras la cortina se desabrocho el sostén, dejándole ver el esplendor de sus pechos, de sus pezones erguidos de excitación.

Tras la cortina intuyo la silueta, delgada y pudo distinguir un brazo. << ¿se estará masturbando? ¿por mí?>>. Cogió los leggins y de lado dejando caer el peso de sus enormes pechos y se los coloco mas despacio de lo habitual.

Salió de la habitación, pero a cada paso que daba notaba la humedad de su coño que palpitaba al ritmo de su corazón.

Ni siquiera encendió la televisión se estiro en el sofá, abrió las piernas, metió la mano bajo sus bragas y se acaricio su coño ardiendo, mientras su otra mano apretaba sus pezones bajo la camiseta de algodón blanco.

Antes de irse a trabajar y justo después que su marido se hubiese marchado, ya tenía toda la información necesaria que determinaría si seguiría o no con su juego. En el perfil de Facebook del nombre de mujer que aparecía había en el buzón, había una foto de familia, de un verano, la madre, el padre, la hermana pequeña y él. De unos 16-17 años, en bañador, con el pelo corto rapado en los laterales. No costaba mucho imaginar ahora que ya lo ‘conocía’, que era él y que el motivo era claro, la necesitaba para satisfacer sus fantasías adolescentes.

Durante el trabajo pensó cuales debían ser sus siguientes pasos, <<¿darle lo que quiere?¿ahora?>>, lo que tenia claro era que aquella situación le había devuelto autoestima y le hacia sentir deseada de nuevo, no iba a desaprovechar una ocasión así. Le recordaba a su adolescencia cuando era capaz de excitar a jóvenes y adultos por igual y entregarse a quien, como y cuando le apetecía. Tenia el control absoluto sobre aquel chico.

Las 17,35h, llegó a casa, dejo el bolso en la cómoda se acercó al armario y al poner la mirada sobre la ventana de su mirón… Estaba cerrada… Su corazón volcó unos segundos hasta que vio un papel colocado sobre el cristal con un número y un mensaje ‘603 436 055 LLAMAME’.

Se desesperó un segundo. Aquel niñato la tenía con el teléfono en la mano marcando ese número… Colgó de inmediato. Abrió la mensajería y le escribió.

– ¿Quién eres? ¿Qué quieres? – unos segundos.

– Quiero que te toques para mí…- un emoticono de beso.

– Estas loco, no te conozco… – La imagen apareció en pocos segundos-

– Ayer me dejaste así. – él con el torso desnudo agarrando su polla hinchada, venosa y con el glande enrojecido, una gota de semen rezumaba por la punta.

Sus bragas se mojaron de repente un torrente de flujo entre sus muslos al ver la imagen de aquel chico, su espía.

Eres un degenerado.

Mira por la ventana.

Miró.

Allí estaba, con el teléfono en la mano. Desnudo, se mostraba sin pudor. Ella con el teléfono en la mano. En la penumbra podía ver el torso atlético y su polla en reposo.

Enséñamelas.

Instintivamente desabrocho uno a uno los botones de su camisa. A medida que lo hacia su pecho se escapaba fuera de ella mostrándole su sujetador de encaje al joven.

Con una mano desabrocho el enganche del sostén y lo dejo resbalar por sus brazos hasta caer al suelo. Le escribió:

¿Es esto lo que quieres? Pervertido. – Le sonaba sin convicción, aquella situación la tenia mas excitada de lo que había imaginado antes.

No solo eso, quiero que te desnudes también.

Vaciló un segundo y dejo el teléfono sobre la cómoda.

Se desabrocho el pantalón, con un vaivén de piernas y ayudándose de las manos los empujo hasta sus tobillos. Se descalzo usando los pies y se liberó de los pantalones.

Se puso de perfil, mostrándose impune ante él. Metió los dedos bajo el lateral de su tanga blanco también de encaje y lo deslizo suave hasta la mitad de sus muslos. Se inclino de frente dejando caer el peso de sus tetas y se acabo de despojar del tanga.

Volvió a coger el teléfono de la cómoda.

Te gusta lo que ves guarro.

Lascivamente se acariciaba los pechos, su vientre, contoneándose colocando una mano sobre su pubis y deslizándola hacia arriba.

Él le mostraba su polla empalmada frente a la ventana.

Beep.Beep.

Siéntate en el suelo. Y abre las piernas para mí.

Se sentó sobre el parquet cálido con los muslos juntos y poco a poco fue abriendo las piernas como una flor que se abre a la primavera. Bajo su mano hasta colocarla entre ellas y separo los labios de su coño par enseñarle el color rosado de su intimidad al mirón.

Él había empezado a masturbarse viéndola.

Acaricio su coño suavemente, introdujo dos dedos apenas unos centímetros, sintiendo la inmensa cantidad de flujo que la desbordaba por dentro.

Lo repartió humedeciendo el clítoris. Necesitaba tocarse. El teléfono vibro. La estaba llamando, lo veía con el teléfono en la oreja.

Descolgó.

Me gusta ver como te acaricias. Tengo la polla ardiendo por ti.

Eres un cerdo.

Acaricia tu coño. Quiero que pienses que son mis dedos los que et están acariciando.

Ahh.- Un suspiro.

Mientras su mano acariciaba el clítoris, volvía a meter dos dedos para empaparlos de flujo y acariciarse de nuevo con esa sensación viscosa y caliente de su elixir.

Me gustaría que fuesen mis dedos los que estuviesen dentro de tu coño.

Ahh.- Otro suspiro- eres un cerdo, me estas poniendo mala.

¿Te gustaría tener dentro mi polla?

Sus palabras hicieron que incrementara su excitación aún más. Se tumbo definitivamente ofreciéndole la vista de todo su cuerpo estirado. Sus tetas descansando sobre su pecho, su vientre ahora mas plano, sus muslos abiertos mostrándole a su ‘amante’ como se masturbaba.

Si por favor… Métemela.

Oyo un suspiro al otro lado. Al levantar la cabeza le vio como se masturbaba impune frente a ella.

Voy a correrme… ¿Dónde quieres que lo haga?

Córrete dentro de mí, quiero sentir tu semen caliente.

Abrió más las piernas y aumento el ritmo de las caricias. Sentía como su estómago se encogía y estaba el límite de alcanzar el orgasmo.

Fóllame.

Estoy a punto de correrme cielo.

Fóllame, si fóllame, córrete dentro cerdo.

Levanto la cabeza mientras se lo decía para verle mientras llegaba su orgasmo. El estaba frente a la ventana sacudiendo su polla frenéticamente y de repente un chorro espeso e inmenso salió de su polla. Lo vio claramente.

ME CORRO- Le grito por el teléfono.

Ella sintió un espasmo en lo mas profundo de su vientre y convulsiono apretando los muslos mientras se corría como nunca. La había excitado como hacia tiempo nadie lo hacía.

Unos segundos y aún seguían al teléfono, jadeantes.

Ella se había cubierto con la camisa, ahora si pudorosa, él se había retirado de la ventana, seguramente estirado sobre su cama.

Has sido fantástica.

Tú también.

¿Repetiremos?

Tal vez. – De repente su mente pensó que era una mujer casada.

Si te apetece algún día. Yo seguiré mirando por la ventana si no te importa.

No me importa.

Adiós.

Chao.