Mi primera vez, mi primera experiencia sexual gay y no es algo que se olvide jamás

Todo comenzó cuando a una clínica veterinaria cercana a mi casa, donde suelo llevar a mi perro, llegó un chico en sustitución de la veterinaria habitual que se había dado de baja para bastantes meses, el chico se llamaba Javi. Él me gustó desde el principio ya que es tremendamente simpático, amable, educado y atento tanto como con los animales como con sus dueños, además de ser muy atractivo.

Físicamente, somos más o menos igual de altos (yo mido 1’80 m, él un poco más), ambos tenemos el pelo oscuro y mis ojos son color oscuro pero los suyos son de color miel, somos de piel clara, aunque él es un poco más moreno, Javi tiene un cuerpo atlético y fibrado sin llegar al exceso. Cada vez que lo veía me quedaba embobado admirándolo en todos los sentidos y viendo su ancha espalda, cómo se le marcaban los músculos de sus poderosos brazos cuando los flexionaba, y sus pectorales perfectamente proporcionados a su cuerpo bajo la camiseta; en cuanto a mí cuerpo, soy bastante delgado, y en cuanto a la edad, él tiene 28 años y yo 26.

Nos caímos bien mutuamente e incluso había veces que ni siquiera me cobraba las consultas. Con el tiempo, me empecé a dar cuenta de que lo que yo sentía por él, era más que sólo cariño puesto que no podía contener la sonrisa y las miradas de amor a Javi, deseaba tener cualquier excusa para poder ir a verlo, pensaba más en él y suspiraba cuando lo hacía.

Cada vez que lo veía, por muy mal que hubiera ido el día, él con su simple presencia, su amabilidad y sus detalles me hacía sentir genial. Había días en que sus manos se rozaban sutilmente como una caricia fortuita con las mías y, aunque no quería darle mucha importancia a aquello y lo tomaba como una coincidencia, en el fondo también quería pensar que no eran simples coincidencias.

Siendo Javi un chico tan atrayente físicamente, tan masculino, las fantasías sexuales me empezaron a abordar frecuentemente, deseando que él fuera el hombre que se llevara mi virginidad, deseando entregarme a él y solo a él con pasión y amor, que me poseyera, que me hiciera suyo y, sobre todo, que disfrutara de mi cuerpo.

Lo que relato a partir de aquí sucedió una noche que le llevé a mi perro. Era ya tarde y solo quedábamos en la clínica él, mi perro y yo porque iba a cerrar pronto.

Después de haber realizado unas pruebas a mi perro, estábamos sentados cada uno a un lado de un escritorio y cuando me levanté y me di la vuelta ya para irme, Javi me dijo sin motivo aparente:

Álvaro… Gracias.
En cierta pausa que hizo entre ambas palabras, noté como si hubiera querido decirme algo más y al final se lo hubiera guardado para sí. Yo me giré, Javi me miraba dulcemente y sonreía, me pareció encantador y casi sin darme cuenta, impulsivamente le dije:

Estoy enamorado de ti Javi.
Enseguida caí en lo que había dicho y quise que la tierra me tragara, estaba muy avergonzado y ni mi gran timidez, ni el hecho de que nadie supiera que me gustaban los chicos, ayudaban en absoluto. Pensaba que Javi me iba a odiar al enterarse de que me había enamorado de él, lo que para mí sería muy doloroso, por eso empecé a pedirle perdón repetidas veces muy apurado y los ojos se me llenaron de lágrimas, las piernas me empezaron a temblar y me tuve que sentar.

Él se quedó sorprendido, pero enseguida volvió a sonreír tiernamente al ver mi reacción. Se levantó de su silla y acercándose, se puso en cuclillas delante de mí y me preguntó con voz dulce poniendo sus manos sobre mis manos:

¿Por qué crees que te tengo que perdonar?
Entonces dije con la voz entrecortada y sin ser capaz de mirarlo a la cara por vergüenza.

Por lo que te he dicho, porque he sido demasiado directo y seguro que te he hecho sentir incómodo, porque yo es imposible que te guste a ti.
Yo me veía a mí mismo como algo insignificante y a Javi como un hombre, al que amaba y admiraba con locura, digno de ser deseado por muchas personas, por eso sentía que no era posible que yo le gustara, aun suponiendo que fuera bisexual o gay (cosa que tampoco creía que fuera).

Su reacción no había sido para nada negativa, pero yo estaba tan seguro de que me rechazaría si algún día se lo confesaba que cuando pasó (de forma tan inesperada además) no era capaz de ver que no estaba molesto conmigo ni se sentía incómodo por la situación.

Él con sus dedos secó mis lágrimas, y levantó mi cabeza poniendo su mano en mi barbilla. Nuestras miradas se cruzaron y Javi con su eterna sonrisa, en la que esta vez había un punto de picaresca, me dijo:

No estés tan seguro.
Acto seguido, poniendo una mano en mi nuca, se acercó lentamente a mi boca y me besó suavemente, sentí algo que no había sentido nunca hasta ese momento y un escalofrío me recorrió todo el cuerpo como un terremoto que me dejó temblando. Mientras me besaba una lágrima volvió a correr por mis mejillas por la emoción del momento, era mi primer beso.

Cuando se retiró, yo sonreí nervioso y Javi me dijo con voz susurrada y acariciándome la cara:

Tú también me gustas mucho Álvaro. Te quiero.
Así, me di cuenta de que lo que él iba a decir minutos antes, cuando sólo se atrevió a darme las gracias, era eso mismo que yo le había confesado.

Me mordí los labios y dejándome llevar lo rodeé con mis brazos y lo besé. Después de eso, nos miramos a los ojos y ambos supimos lo que queríamos y lo que iba a pasar allí aquella noche, así que cerramos las puertas y nos quedamos dentro solos.

Javi se volvió a acercar a mí y rodeándome con sus brazos desde atrás me dijo con esa misma voz cálida que me derretía:

Déjame hacerte disfrutar esta noche.
Empezándome a acariciar, me masajeaba los hombros mientras yo, me echaba un poco hacia atrás dejando mi espalda apoyada contra su pecho y buscaba su boca girando la cabeza para fundirnos en un apasionado beso en el que nuestras lenguas bailaban, queriendo comernos mutuamente. Luego, el que se había convertido inesperadamente en mi amante me giró, quedándonos frente a frente, muy cerca, pudiendo llegar a sentir el aire de nuestra respiración.

Yo llevé mis manos suavemente a su espalda tratando de estudiar cada centímetro de su anatomía con mis dedos, era la primera vez que acariciaba el cuerpo de un hombre. Mientras, Javi clavaba su mirada en mí y me hipnotizaba, me tenía completamente amansado.

Al estar tan cerca de él pude notar su calor, su olor a limpio, a colonia fresca y su pecho duro y musculado, mis sensaciones se entrecruzaban en aquel momento, sentía calma estando con él, pero a la vez estaba nervioso, excitado y deseoso. Javi se separó un poco de mí y se quitó la camiseta, dejándome admirar todo el esplendor de sus músculos. Tenía algo de vello, aunque muy poco, pero desde el ombligo hacia abajo tenía un poco más, formando una línea que se perdía tras el elástico del pantalón como un camino que llevaba al tesoro que yo ansiaba descubrir y sentir.

Se quedó quieto un momento, mirándome con una media sonrisa seductora y pícara. Sus abdominales hacían su cuerpo irresistible para mí, lo hacían muy masculino sin llegar a ser rudo al no ser nada excesivos. Yo empezaba a descubrir en ese momento su lado más caliente y sexi, al Javi más chulito pero nada arrogante que me excitaba especialmente.

Ninguno decíamos nada hasta que él me preguntó:

¿Te gusta?
Me encanta. Le contesté.
Se volvió a acercar y, mientras se rozaba contra mí, poco a poco me fue llevando hasta una pared donde entrelazando sus dedos con los míos, abrió mis brazos en cruz y me dejó encerrado entre la pared y su ardiente cuerpo, me sentí completamente a su merced, me estaba dominando y me encantaba.

Su boca ya no solo se limitaba a mi boca, sino que bajaba también por mi cuello y mordía mis orejas. Sentía como bufaba en mi cuello lo que denotaba su ardor.

Bajo su pantalón empecé a notar un bulto duro y caliente que intentaba escapar de su envoltura. Yo estaba a cien, el corazón me latía aceleradamente y solo podía lanzar pequeños gemidos nerviosos que hacían notar mi deseo de ser suyo, aunque también algo de temor, ya que aquello que tenía Javi entre las piernas, no parecía pequeño.

Instintivamente lancé una mano a su paquete y lo agarré por encima del pantalón intentando adivinar con el tacto su tamaño, Javi sonrió y susurrándome al oído me preguntó como retándome:

¿Te atreves a probarla?
No había nada que deseara más en aquel momento, así que metí una mano en sus calzoncillos y se la agarré firmemente, al hacerlo, Javi suspiró.

Su rabo estaba ya muy duro, palpitaba en mis manos. Lo empecé a masturbar despacio y pude comprobar la suavidad de su piel. Decidí liberarla de su envoltura y con delicadeza le bajé los pantalones y calzoncillos de una vez, los llevaba de lycra tipo bóxer y de color blanco. El corazón se me encogió al ver aquel delicioso mástil por primera vez y en todo su apogeo, era una polla grande y gruesa, un poco curvada hacia su vientre, circuncidada, con un glande bien marcado, algo puntiagudo y rosado que cuál misil apuntaba a lo alto, sus venas le daban relieve y en su pubis, un poco de vello púbico recortado le daba un plus de virilidad.

Entonces pensé que no podría darle todo el placer que merecía, ya que no creía que pudiera engullir ni la mitad de su miembro. Me quedé un momento sin reaccionar hasta que Javi, me dijo mirándome fijamente a los ojos:

Hazlo por favor.
Me encantaba esa forma de hablarme, siendo firme en sus peticiones a la vez que dulce y delicado, pero yo estaba un poco dubitativo porque sabía que no iba a poder con ese trozo de carne. Entonces se lo hice saber diciendo tímidamente:

Javi… yo… no voy a poder.
Él me preguntó:

¿Quieres hacerlo?
Yo asentí con la cabeza levemente y añadí:

Pero es que es muy grande.
Por lo que mi dulce chico, poniéndome una mano en un hombro y sonriendo, me dijo con voz suave:

Verás como sí puedes, no te preocupes, yo te ayudo.
Con estas palabras me animó y justo antes de que yo me arrodillara a sus pies, completamente rendido a él y dispuesto a hacer mi primera mamada, Javi me besó apasionadamente, me quitó la camiseta y me empujó por un hombro suavemente hacia abajo.

Empecé a agacharme a la vez que besaba su cuerpo, parándome en sus pezones, los cuales lamí y mordisqueé un momento para después quedar de rodillas y con su polla a la altura de mi cara, que, si ya desde arriba me había impresionado, así más. Mientras tanto mi polla también dura como una piedra y mojada por mis propios fluidos que brotaban sin necesidad de tocarla, se mantenía en el interior de mis pantalones ya que casi ni me acordaba de mí mismo al tener semejante belleza desnudo frente a mí.

Para empezar, respiré profundo, le cogí el rabo firmemente con mi mano derecha por la base y di unos lametones a su tronco a modo de prueba. Luego empecé a succionar el capullo toscamente hasta que Javi me dijo:

Déjame que te ayude. Abre bien la boca.
Yo enseguida obedecí y él, separando un poco las piernas y sujetándome la cabeza por la nuca para que no retrocediera, lentamente empezó a meterme la polla en la boca, mientras se mordía los labios y suspiraba sin apartar su mirada de mí. Me hizo tragar poco más allá de su glande para no ahogarme, y después de quedarse ahí unos segundos, dejándome saborear el líquido salado que ya empezaba a brotar de él, se empezó a mover haciendo un vaivén muy suave mientras me acariciaba el pelo. Él me enseñaba diciéndome:

Prueba a jugar un poco con tu lengua.
Así que empecé intentando dar vueltas a su glande con mi lengua. Javi empezó a gemir suavemente y me animaba a seguir, me decía:

Me encanta tu boquita. Sigue así, no pares.
Para un momento después liberar mi cabeza y añadir:

Ahora sigue tú.
Se estaba portando conmigo como un auténtico caballero y yo, que solo quería hacerlo gozar, empecé a succionar su miembro fuertemente ajustándolo bien a mis labios y a moverme intentando meterla más hondo en mi boca, mientras, lo masturbaba acompañando el movimiento con una mano mientras que con la otra acariciaba su vientre, piernas y culo, pero enseguida me daban arcadas al intentar que traspasara mi campanilla, lo que me obligaba a detenerme en el intento.

Javi con una gran sonrisa en la boca no tardó en decirme:

Ey fiera. Más despacio, no quiero correrme aún, todavía nos queda mucho por disfrutar.
Yo también me reí como pude sin sacármela de la boca y continué mucho más lentamente, intentando poner en práctica lo que había visto en películas porno gay puesto que eso era mi única fuente de conocimiento hasta el momento.

Mi boca salivaba profusamente y algunos hilos de saliva se descolgaban por las comisuras y chorreaban por el poderoso tronco de su rabo hasta sus huevos, los cuales aprovechaba para masajear con la palma de la mano para luego, succionarlos y acariciarlos con la lengua alternando uno y otro. Así lo hice durante unos minutos hasta que Javi, viendo mi empeño, me paró sujetando mi cabeza con suavidad y dijo:

Vamos a ver hasta dónde eres capaz de tragar. Abre bien.
Me dio un poco de miedo, pero confiaba en él y me dejé hacer.

Apareció entonces su lado más macho cuando sujetando mi cabeza con algo más de firmeza, empezó a empujar muy despacio su pene dentro de mí. No tardé en sentir arcadas de nuevo y ponerme un poco inquieto al ver que seguía empujando, pero el me relajaba diciendo:

Sshh tranquilo cielo. Respira por la nariz despacio y aguanta un poco, tú puedes con esto.
Aguanté como pude y al fin la punta de mi nariz tocó su pubis, estaba ahogándome, completamente encendido, con algunas lágrimas que se me habían saltado por el esfuerzo de tragar ese pollón que sobrepasaba los límites de mi boca y se hundía en mi garganta. Javi me miró victorioso y dijo:

¿Ves como si podías campeón?
Enseguida me liberó y yo me retiré rápidamente para poder respirar cogiendo una gran bocanada de aire, pero quedando unidas su polla y mi boca por algunos hilos de saliva.

Mientras me recuperaba, Javi dando un bufido, hizo que me pusiera en pie cogiéndome por debajo de los brazos y me besó metiendo toda su lengua en mi boca. De nuevo empezamos a comernos a besos apasionadamente hasta que poco a poco nos fuimos calmando y él me preguntó:

¿Estás bien?
Yo solo hice un gesto con mis ojos, resoplé y sonreí un poco, me había sorprendido y no sabía qué decir, estaba temblando. Él añadió riéndose un poco:

Perdóname, no me he podido resistir a hacerte sufrir un poquito.
Yo también me reí un poco y dije:

No te preocupes, me ha encantado.
Después de todo, en el fondo me sentía orgulloso de haber conseguido tragarme todo ese mástil.

Javi añadió:

Ha sido tu primera vez ¿verdad?, eres virgen.
Yo no se lo había dicho hasta entonces pero claramente se había dado cuenta por mi torpeza al principio, así que sólo tuve que confirmárselo.

Javi me abrazó dulcemente y me dijo al oído mientras bajaba sus manos por mi espalda en dirección a mi culo:

Ahora me toca a mí hacerte disfrutar a ti.
Y metiendo una mano en mis pantalones, me agarró una nalga.

Aunque lo deseaba desde hacía mucho tiempo como algo que creía imposible, al llegar ese momento en el que Javi estaba dispuesto a desvirgarme, sentí miedo a que aquella estaca se clavara en mi virginal y cerrado culo.

Javi, terminó de quitarse todo, los pantalones y calzoncillos que aún tenía a sus pies. Luego desabrochó mis pantalones lentamente mientras me miraba y acariciaba intentando relajarme, quedando ambos completamente desnudos. Por último, me dijo con ternura:

No te preocupes por nada, lo haré muy despacio, te lubricaré bien y si no te gusta paramos. Tú mandas. Confía en mí.
Yo confiaba plenamente en el chico con el que estaba a punto de descubrir nuevos placeres, pero eso no quitaba del todo mi preocupación.

Al final, sonreí tímidamente y respirando profundamente, conseguí vencer a las inseguridades gracias al amor que sentía por Javi y él por mí, como me estaba demostrando aquella noche.

Nos acercamos y el contacto de su cuerpo desnudo con el mío me hizo estremecer, erizándoseme toda la piel.

Javi chupó su dedo índice lascivamente y lo llevó a mi culo, separó mis nalgas con sus manos y empezó a acariciar con movimientos circulares mi estrecho agujero sin llegar a introducirlo aún.

Mi ano empezó a responder boqueando involuntariamente, deseando sentir el cuerpo de mi desvirgador dentro de mí. Mientras tanto, yo mantenía mis manos en su espalda y mi cabeza sobre sus hombros quedando adormilado debido al calor tan agradable de su cuerpo.

Un instante después noté como su dedo se introducía en mi interior y di un pequeño suspiro nervioso. Lo metió casi entero sin mucha dificultad y empezó a moverlo un poco dentro de mí. Luego lo sacó y cogiendo rápidamente un bote que contenía un gel, se lubricó dos dedos y el producto sobrante, lo extendió por el botón de mi culo empezando a introducirlo con ambos dedos.

El gel estaba muy frío e hizo que me estremeciera un poco de nuevo, sobre todo al sentir cómo mi culo se empezaba a dilatar más al hacer presión para entrar con dos dedos ya, mientras me rodeaba con su otro brazo atrayéndome hacia él.

Un momento después me sacó los dedos de nuevo, pero esta vez noté el culo más abierto ya, y cogiéndome de la mano me llevó hasta el escritorio, recogió nuestra ropa del suelo y la puso sobre la mesa haciendo un lecho para que me recostara ahí.

Una vez tumbado boca arriba, levanté las piernas y rodeé su cuerpo. Por último, volvió a jugar con mi culo y sus dedos, llegando a meterme tres, esta vez con mayor dificultad y algunas molestias mientras me besaba y decía resoplando y mordiéndose los labios:

Menudo culito tienes amor.
Yo lo miraba embelesado y acariciaba sus costados con mis pies y piernas. Seguimos así un momento más y después, lubricó su polla y la empezó a frotar fuertemente pero despacio contra mi culo sin penetrarme, haciendo un movimiento de vaivén con su cadera.

Empecé a gemir suavemente al sentir su miembro rozarse entre mis nalgas. Javi se inclinó sobre mí y me susurró:

Ahora relájate.
Acto seguido respiré profundamente y empecé a notar cómo empezaba a empujar su rabo lentamente hacia dentro de mí a la vez que me besaba metiéndome la lengua en la boca.

Yo gemí suavemente diciendo su nombre y arqueé la espalda hacia arriba al sentir cómo me empezaba a llenar, mientras él me arañaba suavemente el pecho hacia abajo.

Empecé a sentir algunos dolores punzantes en mi interior, pero lo podía aguantar, mientras, mi agujero vibraba con movimientos espasmódicos intentando oponerse a la barra que me empezaba a empalar. Sin gran dificultad pero con paciencia, consiguió clavarme toda la cabeza, lo que me relajó un poco.

Javi se inclinó y dejando caer su peso sobre mí, me lamió una oreja y me dijo al oído:

Ahora vas a saber lo que es hacerlo con un hombre.
Sus palabras me pusieron cachondísimo, me mordí los labios y di un pequeño gemido, mientras mi desvirgador seguía entrando en mi muy despacio, abriéndome poco a poco, me iba poseyendo, haciéndome suyo como tanto había deseado.

Yo seguía su avance sujetando su rabo con una mano. Mi piel se iba estirando hasta que, al tener más o menos la mitad dentro, sentí un fuerte dolor que me hizo gritar e instintivamente, paré su avance con mis manos. Él enseguida preguntó:

¿Duele?
Le contesté quejumbrosamente:

Sí, ahora sí. Para por favor.
Javi sonrió tiernamente, me besó, me agarró la polla empezando a acariciármela y, sin retroceder ni un centímetro dijo:

Lo estás haciendo muy bien. Deja que tu cuerpo se acostumbre a tenerme dentro.
Llevó mis piernas a sus hombros y me las empezó a besar mientras se mantenía quieto dentro de mí. Cualquier roce de su cuerpo, caricia o beso, me provocaba unas descargas eléctricas en todo el cuerpo que me hacían temblar.

Un momento después volvió a moverse con un corto vaivén, no sin antes volver al poner un poco del gel que usábamos como lubricante sobre el trozo de polla que quedaba fuera y los bordes de mi agujero. Continuó hasta que noté sus huevos rozando mi culo, sentía mi ano dilatado como nunca, pero en mi interior una barra caliente, dura y palpitante rellenaba todo el hueco. Javi suspiró y dijo:

Ya está toda. Joder, tienes un culito increíble.
Yo, sonreí y le dije acariciando su cara:

Es sólo tuyo.
Javi puso sus brazos debajo de mi cuello y empezó a moverse con calma sin apartar su mirada de mí, esta vez su vaivén era más largo y continuo y con él, empecé a sentir un gran placer que me hacía gemir, oleadas de calor hacían que empezara a sudar. Todo mezclado con un poco de dolor que iba a menos, especialmente cuando mi interior se abría. Javi me preguntaba frecuentemente:

¿Vas bien, te gusta?
Yo le contestaba que sí y abrazaba fuertemente queriendo fundirme con él mientras susurraba su nombre.

Sentía su respiración temblar en mi cuello y a veces lo escuchaba decir en voz baja:

Joder, Dios, que bueno.
Entrelazamos nuestros dedos y su ritmo fue aumentando, nuestros cuerpos se movían al compás mientras yo lo empujaba hacia mi rodeándolo con mis piernas cada vez que me la metía. Cada vez gemíamos más y su cuerpo también empezó a humedecerse por el sudor hasta que en un momento, Javi me dijo:

Agárrate bien a mí.
E inmediatamente, sorprendiéndome, me levantó de la mesa, llevándome en sus brazos hasta apoyar mi espalda contra una pared, sin dejarme tocar el suelo con los pies. Pasando de repente de ser un chico romántico y cariñoso a todo un semental, Javi me preguntó con una expresión tremendamente provocativa en su cara:

¿Te gusta esto?
Estaba saliendo su lado más macho de nuevo y yo me dejé llevar diciendo entre gemidos:

Me encanta. No pares. Fóllame así.
Sin mucha dificultad me hacía cabalgar sobre su polla que se clavaba hasta lo más hondo de mí debido a mi propio peso, demostrándome su fuerza y haciéndome completamente vulnerable.

Mi polla rozaba con su vientre, era como si me masturbara indirectamente con el roce de sus abdominales. Empecé a notar que me iba a correr pronto y casi sin darme tiempo a decirlo, me corrí abundantemente sobre su vientre y el mío mientras mordía su cuello extasiado de gusto y mi culo se estremecía intentando cerrarse con él chico que tanto placer me había provocado aun dentro de mí.

Su cuerpo brillaba por el sudor y sus piernas empezaron a temblar en ese mismo momento en el que me corrí, justo antes de hacerlo él también dando un fuerte gemido y aplastándome contra la pared. Noté como su polla se hinchaba y varios trallazos de leche me inundaban por lo que, sin querer, al estar agarrado a su cuello le clavé las uñas.

Luego me dejó apoyar los pies en el suelo, pero mis piernas temblorosas no pudieron sujetarme y me dejé resbalar por la pared hasta sentarme en el suelo mientras mi culo, con ardor y completamente abierto, empezaba a expulsar lentamente la esencia de mi hombre y su enrojecida polla iba perdiendo rigidez, pero goteaba aún.

Me quedé mirando todo su cuerpo exhausto desde abajo mientras él también me miraba. Ambos resoplamos y sonreímos para justo después, sentarse Javi también a mi lado en el suelo y preguntarme dándome una palmada en una pierna:

¿Estás bien?
Yo le contesté riéndome:

Mejor que nunca. Ha sido increíble.
Él sonrió y besándome suavemente me dijo:

Tú sí que eres increíble.
Después de quedarnos ahí un momento recuperándonos, Javi se levantó y me ayudó a levantarme a mí. Yo cogí un papel, limpié un poco su cuerpo del sudor y semen y nos vestimos.

Desde entonces nuestra relación se ha hecho mucho más “intima” y de vez en cuando repetimos la experiencia.

FIN.

Espero que os haya gustado mi relato, un saludo y gracias por leerlo.