Mi mejor amigo me desvirgo justo cuando cumplí 18

Esta es la historia real que vivió cuando tenía 18 años y fue a trabajar a Suiza con su amigo, durante un mes que estuvo de vacaciones universitarias, Carlos.

Sí, así ocurrió, no solo estrenó mi culito, que además me estuvo haciendo suyo durante todo ese mes. Durante ese mes que estuve trabajando en Suiza, fui la putita de mi amigo.

Esta es una historia real de un lector, Carlos, que me pidió que escribiera y publicara como fue desvirgado por su amigo, cuando contaba 18 años.

Todo lo que voy a contar, ocurrió en Suiza, a donde había acudido llevado por mi amigo. Este me había llevado a trabajar con él durante las vacaciones universitarias que tenía.

Durante todo ese mes, además de trabajar ahorrando un dinerito que me iba a venir muy bien, mi amigo me estuvo dando por el culo.

Sí, así ocurrió, no solo estrenó mi culito, que además me estuvo haciendo suyo durante todo ese mes. Durante ese mes que estuve trabajando en Suiza, fui la putita de mi amigo.

Cuando llegué a Suiza, me fui a vivir con él, dormíamos los 2 en una cama de matrimonio ya que era lo que teníamos, estábamos allí para trabajar y ahorrar algo de dinero. Así que ambos dormíamos juntos en dicha cama.

Después de todo el ajetreo d aquel primer día, cansados, nos fuimos para la cama, solo había una, pero esta era lo suficientemente amplia para los 2. Ambos éramos jóvenes, yo contaba con 18 años y él unos pocos más que yo, los 2 éramos delgados y aquella cama de matrimonio era más que suficiente para ambos.

Estando los 2 acostados, noto como mi amigo se pega a mi espalda y comienza a bajarme el pantalón del pijama. Mi primera reacción fue de cabreo, más que nada creo que fue por el cansancio, no tenía ganas de nada, solo quería dormir. Así que enfadado por lo que había hecho mi amigo, me subí el pantalón cabreándome por lo que había hecho.

Ese día no volvió a intentarlo, por lo que ambos dormimos sin que nada ocurriera.

Pero al día siguiente, cuando ambos volvimos a estar acostados en aquella cama de matrimonio, mi amigo volvió a repetir lo del día anterior. Esta vez, después de pegarse a mi espalda, llevó su mano a mi polla. Me había cogido la polla por encima del pantalón del pijama, simulando que me hacía una paja. Yo al principio le aparté la mano, pero el insistió, volvió a rodearme con su brazo pegándome más a él, a la vez que llevaba su mano a mi paquete empezando de nuevo a acariciar la verga. La acariciaba como si me estuviera realizando una paja, yo que estaba algo caliente, esta vez lo dejé. Notaba como restregaba su mano por mi sexo, haciendo que mi verga empezase a crecer cada vez más, aquellas caricias que me estaba dando, me estaban gustando, hacía días que no me pajeaba, y notar su mano acariciando mi polla, me estaba empezando a poner palote, ya me agarraba la polla por encima del pantalón del pijama. Los movimientos que le daba a mi verga la estaban empezando a descapullar. Ufff, aquello cada vez me excitaba más, haciendo que mi polla se pusiera cada vez más tiesa y dura.

Él al ver que esta vez yo no le apartaba la mano, fue incrementando sus caricias, viendo que yo no me enfadaba como el día anterior. Poco a poco se fue animando y al ver que yo ya estaba bien empalmado y le estaba dejando hacer, llevó su mano a la cintura del pantalón del pijama, empezando a meter su mano por dentro del pantalón. Debajo de este, yo no llevaba nada, al igual que él, cuando llegábamos a descansar, tomábamos la ducha diaria y nos quedábamos vestidos tan solo con el pijama, era una costumbre que teníamos, usar solamente el pijama, ni calzoncillos o slip usábamos. Nada más meter su mano por dentro de mi pantalón, tiró de este hacia abajo, dejando mi polla y genitales al aire. Mientras llevaba su mano de nuevo a mi polla empezando con aquellas caricias, con la otra mano, siguió tirando del pantalón del pijama hacia abajo, dejando ahora mi culo al aire al igual que estaba mi polla y genitales.

Viendo que ya había conseguido bajarme el pantalón del pijama dejando este a la altura de mis rodillas, se pegó más a mí, y mientras me seguía pajeando con una mano, con la otra fue bajando el suyo, dejando de esta manera su verga, libre del encierro a que estaba sometida.

Yo no me movía ni hacía nada, solo me dejaba hacer y es que la verdad, estaba sintiendo muy rico como aquella mano me acariciaba mientras me pajeaba. Él al conseguir bajar el pantalón de su pijama, pegó su verga a mi culo, empezando a restregarse mientras seguía pajeándome.

Ufff, que rico estaba sintiendo, notaba su polla y genitales pegados a mi culo restregándose, mientras su mano agarrando mi polla, me iba pajeando lentamente. Podía sentir el calor que emanaba de su sexo, y como este se iba restregando por todo mi culo, haciendo que cada vez estuviera más excitado y caliente.

Yo seguía sin decir ni hacer nada, solo me dejaba hacer sin siquiera moverme un milímetro, aquello me estaba gustando, por lo que callaba y dejaba que siguiera pajeándome de aquella manera tan rica.

Él viendo mi sumisión, que le dejaba hacer sin yo decirle nada, con una de sus manos fue colocando la punta de su verga sobre la entrada de mi ano, viendo que yo no le protestaba, y seguía sin moverme, empezó a intentar introducirme la verga por mi ano.

¡Ahhh! Grité al sentir como su verga abría mi esfínter, ¡aaahhh ahhh! Volví a gritar al sentir un terrible pinchazo en mi ano, haciendo que me pusiera tieso a la vez que me levantaba de la cama. Dios que dolor había sentido. Solo pude soltar una maldición, mientras me levantaba de la cama, ¡joder que bestia eres! Le grité, me cago en la puta tío, me has hecho daño. Ufff que dolor, decía mientras aquel dolor que me había recorrido todo el cuerpo me iba pasando.

Una vez el dolor pasó, subiéndome el pantalón del pijama, me volví a acostar, mientras le decía, joder con lo empalmado y dura que tenía la polla, y lo rico que estaba sintiendo con esa paja que me estabas haciendo, me has hecho que la verga se me bajara de repente.

Perdón, Carlos, tienes que perdonar tío, me dejé llevar por el calentón, me decía volviéndose a pegar a mí. Pero esa noche no dejé que volviera a tocarme, todavía sentía un pequeño dolor en mi ano y además la excitación que tenía, se me había esfumado de repente.

Esa noche nos dormimos sin que pasara nada más, pero estaba claro que tarde o temprano yo volvería a caer en sus redes y terminaría siendo suyo. Yo no lo sabía, pero él lo tenía muy pero que muy claro, sabía que tarde o temprano conseguiría su objetivo y que no era otra cosa que darme por el culo y hacerme suyo. Quería que fuese su putita durante todo el tiempo que estuviese en Suiza, e iba, costase lo que costase, conseguir hacer que fuese su perrita.

La tercera noche que nos acostamos, volvió a pasar lo del día anterior, tan pronto nos acostamos, él se arrimó a mí, quedando pegado a mi espalda. Puso su barbilla apoyada en mi hombro y mientras pegaba su sexo a mi culo, empezaba a acariciar mis piernas por encima del pantalón del pijama.

Yo seguía sin haberme pajeado, ya llevaba más de una semana, y cada día que pasaba, andaba más salido, cada día era más difícil aguantar la calentura. Hasta ahora no me había pajeado por el poco tiempo que teníamos libre, además del cansancio que tenía. Solo cuando me acostaba en la cama, era cuando más lo notaba. Ahí era cuando empezaba a notar la calentura y por encima estaba mi amigo que siempre se pegaba a mí, haciendo que la calentura que sentía fuese en aumento. Por eso cuando esa tercera noche se pegó a mí y empezó a frotarme las piernas acariciándolas, no le dije nada, volví a hacer lo del día anterior, no me moví un milímetro, dejé que se pegara a mí y empezase a acariciar mis piernas por encima del pantalón del pijama.

Él al ver que yo me quedaba quieto y dejaba que me fuese acariciando las piernas con sus manos, empezó a restregar su paquete por mi culo, viendo que yo no me movía ni le decía nada, prosiguió avanzando y llevó su mano a mi polla, empezando a acariciarla al igual que me había hecho el día anterior. Pudo ver al agarrarme la polla, que esta se estaba poniendo cada vez más tiesa y dura, por lo que siguió con su avance, y luego de estar meneándome la polla por encima del pijama mientras me restregaba su pollón por el culo, empezó a bajarme el pantalón del pijama con la otra mano.

Yo que cada vez estaba más caliente y excitado, dejé que fuese haciendo lo mismo que había hecho el día anterior, aquello se estaba sintiendo muy rico, y las ganas que tenía de hacerme una paja, iban cada vez en aumento. Noté como empezaba a bajarme el pantalón del pijama y aquello más que asustarme, me estaba excitando cada vez más. Sentí su mano agarrarme por fin la polla sin tener por medio el pantalón del pijama, y como con la otra mano seguía bajándome el pantalón. Dios, cada vez yo estaba más excitado y caliente, notaba como tiraba de mi pantalón hacia abajo mientras seguía pajeándome con la otra mano y yo seguía sin mover ni decir nada.

Poco a poco consiguió bajarme el pantalón, hasta tenerlo por debajo de las rodillas, ahí ayudado con su pie, tiró más de él, llevando este hasta dejarlo a mis tobillos. Al ver mi disposición a seguir con aquel jueguito, animado por mi reacción, de un tirón se bajó el suyo, dejando completamente al aire su gran verga y mientras se pegaba a mi espalda, con sus pies, terminó por sacarme por completo el pantalón del pijama.

Ahora ya me tenía desnudo de cintura para abajo, y tenía mi polla agarrada con su mano pajeándome lentamente. Me había descapullado la verga y acariciaba mis genitales, viendo que yo estaba cada vez más excitado y caliente. Empezó a restregar su gran pollón por mi culo al igual que me había hecho la noche anterior, y al ver mi total disposición, fue mojando con su saliva y ayudado con su mano, mi caliente y deseado agujero, lubricando este, para que no le ocurriera lo de la noche anterior.

Esta noche estaba dispuesto a enterrarme toda la verga y hacerme por fin suyo, por lo que iba con mucho cuidado y sin prisa alguna, iba a calentarme bien y en cuanto viera que me tenía listo, me introduciría la polla de una sola estocada. Si me dolía, mejor era que fuese de una sola vez, luego cuando me fuese pasando el dolor inicial y mi culo se acostumbrase al intruso, empezaría a follar hasta hacer que chillara y me corriera de gusto. Estaba seguro que luego de esta primera vez, sería yo mismo el que quisiera que él me penetrara. Estaba seguro de que me iba a gustar y que yo iba a ser su putita, iba a ser su perrita, durante todo el tiempo que yo estuviera viviendo con él en aquella casa.

Y que gran verdad era todo aquello, porque todo ocurrió tal y como él pensaba. Al principió me dolió, pero luego me llegó a gustar tanto, que era yo mismo el que con mi culo, iba buscando el contacto de su verga.

Yo ya estaba cada vez más excitado, la calentura que tenía encima era cada vez más insoportable. Notaba como me acariciaba la polla con su mano, y como con la otra había lubricado mi culo y ahora no paraba de restregar su gran pollón por todo mi culo. Hasta podía notar lo pringada y resbaladiza que estaba su verga, aquello cada vez me gustaba más, se sentía muy rico, cuando noté como la punta de su verga se apoyaba en la entrada de mi ano y él me susurraba al oído que encogiera un poco las piernas y me pegara más a él.

Notando como un escalofrío iba recorriendo por todo mi cuerpo, al notar la punta de su verga pegada en la entrada de mi ano, excitado y nervioso como estaba, sabiendo lo que mi amigo estaba pretendiendo, le hice caso a lo que me susurraba y así lo hice, quedando pegado de cucharita a su pecho y abdomen.

Justo en el momento en que yo me acurrucaba más a él, encogiendo las piernas mientras él me acariciaba la polla con su mano, dio una fuerte embestida con su pelvis, introduciéndome toda su verga en el culo de una sola estocada.

¡Ahhh! ¡aaahhh ahhh! Dios, grité al sentir como aquella polla entraba por mi culo, ¡aaahhh! Sácala, sácala, joooder…

¡Dios que dolor! Volví a gritar intentando zafarme del abrazo con el que me sujetaba mi amigo, manteniéndome pegado a él.

Quieto, estate quieto y no te muevas, me decía manteniéndome pegado a él. Vamos a esperar un poco ya verás como va pasando el dolor.

Joder tío, me has roto el culo, sácala que me está doliendo un montón.

Espera joder, espera un poco, me decía. Tu tranquilo que ya verás cómo va pasando, ahora ya te he desvirgado y ya no te dolerá más. Ya verás como a partir de ahora tu culo va a buscar mi polla para que lo folle. Ya verás que rico se siente, vas a querer que te dé polla y preñe todas las noches.

El dolor fue remitiendo y ya solo sentía algo extraño en mi culo. Él al ver que ya no me quejaba y no me movía un pelo, manteniéndome pegado a él, iba acariciando mi pobre polla que se había quedado encogida. Cuando notó que mi polla empezaba a reaccionar y volvía a ponérseme dura, fue poco a poco empezando a mover su pelvis.

¿Ves cómo ya no te duele tanto?

Ya verás como ahora vas a empezar a sentir rico y te va a gustar, me decía mientras me iba acariciando con su mano el abdomen a la vez que iba moviendo lentamente su pelvis, haciendo que su verga se fuese deslizando por dentro de mi culo.

Era cierto, el cabrón tenía razón, ahora apenas sentía dolor alguno. Ahora me estaba empezando a gustar aquello. Notaba su pelo púbico pegado en mi trasero y como sus manos acariciaban mi abdomen, notando un ligero movimiento de su pelvis cada vez que este las movía.

Poco a poco fue incrementando la velocidad con la que movía sus caderas, gustándome cada vez más lo que me estaba haciendo sentir aquello. Notaba como aquel pollón que me había introducido por el culo me iba abriendo cada vez más haciéndome chillar cada vez que esta, rozaba mi próstata, ¡ohhh! ¡ooohhh ohhh! Gemía cada vez que aquel pollón rozaba mi próstata y sus huevos chocaban con la entrada de mi ano.

¿Te gusta, ¿verdad?

¿Verdad que se siente rico?

Me decía, sin parar de follarme mientras con su mano acariciaba mi abdomen y pellizcaba de vez en cuando las tetillas, retorciendo mis hinchados pezones.

Siií, le contestaba yo, disfrutando de aquella enculada que me estaba dando. Aquella follada, jamás la iba a olvidar, era la primera vez que me daban por el culo, y aunque el desvirgue de mi ano, al principio fue algo doloroso, ahora estaba gozando como nunca había sospechado.

Sí, definitivamente aquello me estaba gustando, aquello se sentía muy rico, era una sensación muy placentera, era como sentir que algo que me faltaba se acoplara a mí. Era como si yo le perteneciera y ahora por fin ya fuese suyo.

Y claro que ahora ya era suyo, el cabrón de mi amigo me tenía empalado en su polla, sin parar de empitonarme una y otra vez. Cada vez las embestidas eran más rápidas y profundas, haciéndome chillar cada vez más.

Los 2 estábamos sudando como carneros y el prácticamente estaba montado sobre mi espalda. Movía una y otra vez sus caderas, enterrándome una y otra vez aquel pollón en el culo, mientras ahora mordisqueaba mi oreja y nuca, susurrándome lo mucho que le estaba gustando darme por el culo.

¡Ohhh que gusto! ¡ohhh que gusto! ¡ooohhh que gusto!

¡Dios que rico se siente! Que rico, ¡ay que rico se siente, maricón! Gritaba sin parar de darme por el culo.

Yo que no dejaba de gozar con aquella enculada que me estaban dando por primera vez en mi vida, ardía en deseos de agarrar mi polla y empezar a menearla como un loco, necesitaba descargar toda la leche que llevaba acumulada en mis huevos, pero apenas podía moverme ya que él estaba montado sobre mi espalda, y apenas tenía espacio para llevar mi mano a mi polla.

Intenté levantar un poco el culo y hacer un hueco para meter mi mano y agarrar mi pobre polla que no paraba de brotar líquido preseminal, y tan pronto elevé un poco la cintura, noté como su verga se incrustaba más en mi culo, llegando a lo más profundo de mis entrañas.

¡Ohhh! Me corro, me corro, gritaba mi amigo, empezando a eyacular dentro mía, ¡¡ohhh que gusto! ¡ohhh que gusto! ¡ooohhh que gusto! Decía derramando todo su esperma por el interior de mi culo, dejándome preñado con su semen.

Cuando terminó de expulsar toda su leche dentro mía, sin retirar su polla de mi culo, llevó su mano por mi vientre, y buscando mi polla, la agarró y empezó a menearla hasta que me hizo acabar mientras yo me retorcía de gusto y gritaba, me corro, me corro, ¡ohhh! ¡ooohhh ohhh! Me corro, me corro.

Dios que gran cantidad de leche había expulsado, en mi puñetera vida me había corrido tan abundantemente. Era cierto que llevaba tiempo sin pajearme, pero es que aquello me había gustado tanto y me había hecho gozar de tal manera, que la corrida que había tenido había sido descomunal.

Los 2 quedamos así tumbados como estábamos tumbados sobre la cama, él tumbado sobre mi espalda y yo boca abajo sobre el colchón de aquella cama de matrimonio, donde acababan de desvirgarme.

Dios que orgasmo más intenso y potente habíamos Experimentado los 2 aquella noche. Aquello había estado maravilloso, había sido tan pero que tan maravilloso, que no tardamos mucho en repetirlo.

No fue aquella noche que lo volvimos a repetir, aquella noche ya habíamos quedado rendidos, y enseguida nos quedamos dormidos, ni siquiera nos movimos de la cama para limpiarnos un poco. Así como habíamos quedado después de la follada de mi desvirgue anal, despertamos a la mañana siguiente.

Nada más despertarnos, ambos tuvimos que salir escopeteados de la cama, nos habíamos quedado dormidos, y sino apurábamos, llegaríamos tarde al curro, por lo que sin apenas lavarnos nada, solo nos aseamos un poco, nos vestimos y salimos disparados para el trabajo.

Eso sí, esa noche cuando llegamos a casa, apenas tuvimos tiempo para ducharnos. Tan pronto terminé de ducharme, me fui para la cama. Ese día ya ni se me ocurrió poner el pantalón del pijama, esa noche iba a acostarme totalmente desnudo. Quería repetir lo de la noche anterior y quería estar ya dispuesto para que mi amigo me volviera a hacer suyo.

Cuando me fui a acostar, él ya estaba metido en la cama, separé las cobijas para meterme en ella, viendo que él también estaba desnudo por completo. El muy cabrón ya me estaba esperando, sabía que me había gustado lo que me había hecho la noche anterior y que moría en deseos por repetir aquello. Quería ser suyo de nuevo, quería ser su putita y que me hiciera suyo nuevamente.

Me acosté y mientras me tapaba con la ropa, me fui acurrucando a él. Ahora como bien me había dicho él la noche anterior, ahora sería yo el que, con mi culito, iría en busca de aquel pollón que tanto me iba a hacer disfrutar.

Me fui acurrucando a él, y tan pronto estuve pegado a su pecho, fui girando hasta que mi culito quedó pegado a su entrepierna. Empecé a mover mi caliente y desesperado trasero por todo su sexo, hasta que él viendo lo caliente y desesperado que yo estaba, me rodeó con sus brazos, y mientras empezaba a menear mi empalmada polla con una de sus manos, llevaba la otra a mi abdomen y pecho, acariciándolo a la vez que me susurraba, ya mi putita ya, no desesperes. Tranquilo que esta noche y todas las noches que nos quedan, te haré mío. Te daré por este culito tan caliente y vicioso que tienes y te dejaré preñado con mi lechita.

Me estuvo Calentando y excitando durante un buen rato, haciendo que yo me desesperara por volver a sentir como me daba por el culo y me hacía suyo. Quería sentirlo dentro de mí y ardía en deseos.

Tan pronto me tuvo bien excitado, lubricado y listo para ser enculado de nuevo, acostándome boca abajo, se colocó sobre mis piernas, y abriéndome estas, empezó a penetrarme.

¡Ohhh! ¡ooohhh! ¡ooohhh ohhh! Gritaba yo gimiendo como una perrita en celo, sintiendo como aquel pollón que tanto me gustaba, se iba introduciendo en mí.

Esa noche volví a ser suyo, volviendo a quedarme preñado con su semen, al igual que la noche anterior y el resto de los días que estuve trabajando y viviendo con él.

Nunca fuimos de besos y palabras cariñosas, apenas nos decíamos nada, solo nos acostábamos después de salir del trabajo y luego de darnos una ducha. Ya no nos poníamos el pijama, los 2 nos acostábamos desnudos por completo, yo que era siempre el último en hacerlo, separaba las cobijas, me metía en la cama y ya me acurrucaba a él, esperando a que él me montara y me hiciera suyo como todas las noches.

Esta es la historia real que vivió cuando tenía 18 años y fue a trabajar a Suiza con su amigo, durante un mes que estuvo de vacaciones universitarias, Carlos.

Él me escribió contándola y diciéndome que, si yo quería y me gustaba, podía escribirla y publicarla con su permiso. Y como a mí me gustó, pues eso es lo que he hecho, esperando que a vosotros también os guste y podáis disfrutar con ella.