Mi hermana no quiere parar

Saltó sobre mí, sin previo aviso, haciendo que yo sienta la calentura entre sus piernas. Pude sentir sus senos sobre mi pecho mientras me besaba, encima de mi cuerpo, como si quisiera comerme a besos. El vestido solo hacía fáciles las cosas, tanto que no hice mucho enfuerzo en quitársela para poder tocar su húmeda vagina. Tocar sus nalgas por encima del calzón me calentaba tanto como los días de verano, tanto tiempo viéndola pasar frente a mí con ese enorme culo bien redendo, tantos deseo y perversión en mi mente viéndola en traje de baño en los días de playa familiares. Tenía que cogerme a mi hermana, y ese día llegó al fin.

– Cógeme como su fuera tu enamorada – me dijo mientras me quitaba el polo, sobándose contra mi verga para ponerme más calienta. Esta chica me conocía tan bien, sabía todas mis perversiones, ahora me está complaciendo. Ohhhhh mi dulce hermanita, tu hermano es feliz en este momento.

-No te cogeré como si fueras mi enamorada, te cogeré como si fueras mi hermanita, porque lo eres. Eres mi dulce hermanita caliente – dije bajándome el pantalón a prisas. Ella, empapada, se quita el brasier, dejando ver sus enormes tetas morenas, tetas que he vito en más de una vez. La luz de luna entraba por la ventana, posándose sobre mi hermana, haciendo que esta brille de forma de forma mágica.

Sentaba sobre mi verga, sonríe y coge una de mis manos, poniéndola en uno de sus pechos y diciendo “se que hace mucho me tenías ganas hermanito”. Pasa a cogerme la otra mano y aponerla en la otra teta, mientras dice “se que quieres penetrarme hace mucho”. Sobando sus enormes senos, mirándola a los ojos, dice “pues llegó el día hermanito, ahora sabrás que se siente estar dentro de tu hermanita, ¿eso es lo que querías no?”. Asiento con la cabeza, y la miro con morbo y excitación pues, el momento me estaba matando. Quería estar dentro de ella, pero ¡ya!

Luego de un jugueteo previo, tocando sus enormes pechos de morena sabrosa, se quita las bragas rosas, a la par que me quito el bóxer. Al quitarme el bóxer, pudo ver mi líquido preseminal bajando desde la punta del pene. Una gota incolora deslizándose lentamente, calentando las ganas de Lucia por meter mi verga en su vagina. Ella muerde sus labios mientras disfruta del espectáculo entre sus piernas. Mi pene moreno, grande y cabezón, rozando su rajita, mojando la cabeza del pene con su humedad.

-Me gusta tu verga hermanito, se siente tan rica en mi vagina – lo dijo medio haciendo presión para que mi pene entre en ella.

-Te deseo, quiero cogerte ya, me prendes tanto – respondo, metiendo mi verga en su vagina. Lentamente va entrando en ella, con la humedad las cosas se facilitan. Mi verga entraba sin prisas, desbandando dentro de ella, con cada centímetro que mi verga recorre dentro de ella es puro placer. La delicadeza que tiene Lucía hace que las cosas se vean románticas, como si estuviera con mi novia.

-Que rica tu verga ahhhh sigue sigue – dijo, dándome sentones lentos. Yo miraba como empezaba a saltar sutilmente, teniendo mis manos sobre su cintura, como guiando sus movimientos. Ella puso sus manos sobre mi pecho, poniendo todo su peso en mí. Eso no me molestaba, era ligera, era delgada pero hermosa. Labios bembones,, cabellera negra y ondulada, me encantaba. Me encanaba ver sus senos rebotar sobre mi cara, lamerlos y morderlos a mi antojo. Sus gemidos eran el motivo para bombearla más rápido. No podía contenerme, así que, al igual que ella, comencé a jadear por las incesantes mete saca que le daba, sin parar por un respiro, sin pensar en las consecuencias. Solo éramos los dos y el placer.

Paró por un momento, dando a entender que ya había terminado. No podía estar más equivocado. Ella solo quería cambiar de movimiento. Ahora quería mover su pelvis de atrás a adelante, quería mover mi verga dentro de su vagina. Comenzó con el vaivén de manera rápida, creando el sonido encantador de la penetración, producido por la cantidad abundante de fluidos. Sintiendo los líquidos bajando por mis huevos, con brusquedad por el fuerte movimiento de Lucía. Entre besos y jadeas, con morbo y amor, cogíamos en su cuarto, sin importarnos las reglas morales o éticas.

Paré deliberadamente para zafarme de entre sus piernas, quitándola de encima y pasando a la parte posterior mientras la ponía en cuatro. Ella solo se dejaba manejar por mí, sabía que no le haría ningún daño, mas bien, todo lo contrario.

-Eso, dale a tu hermanita, reviéntale el culo – dijo mientras alzaba su enorme culo, dejando ver su ano y su rajita bien húmeda. Las ganas de lamer todo ese paisaje pasaban por mi mente, pero mi verga pedía más, no pude resistirme. La tomé del pelo mientras que cogía mi verga, lista para penetrarla.

-Dime que lo quieres.

-Lo quiero hermano, lo quiero.

– ¿Qué es lo que quieres?

-Quiero tu verga hermano, dámela ya.

Y se la metí en un solo movimiento, haciéndola gritar de placer, haciendo que muerda sus labios bombones. Dándole por atrás, haciendo mover esas enormes nalgas, disfrutando de sus gemidos y de sus quejas. Me había enamorado de mi hermana hace mucho, y esta era la oportunidad para hacérselo saber.

Seguí con mi bombeada por un buen rato, haciendo que sus nalgas reboten en mi pelvis, haciéndola gemir, jalándole del pelo, dándole nalgazos, lo que a ella le gustaba. La conocía bien, sabía que mi hermana ya era experta en este teme, eso solo me excitaba más. Pero todo llega a su fin, incluso las cogidas. Sentía que me iba a venir, estaba a punto de hacerlo.

-Ahhhhh me voy a venir – dije mientras que seguía con la bombeada.

-Vente vente vente – repetía mi hermana – lléname de tu leche, la quiero ya, todita dentro de mí.

Sus pedidos me calentaban, acelerando el mete saca para chorrearme en ella. A pesar de que no quería venirme dentro, quería complacerla. Así que me vine dentro, dejando hasta la última gota, dando un último gemido, respirando profundamente mientras mi verga descansa dentro de ella unos segundo, disfrutando el éxtasis.

Me acosté junto a ella, jadeando, todo sudorosos, pensando con mucho morbo en lo que había hecho. A pesar de estar cansada, Lucía se para de la cama y se mete al baño para refrescar, luego, sale y se pone el vestido que le quité al comienzo. Ella olvida su ropa interior, lo cual hace que lo coja y se la muestre diciendo “te olvidas de esto”. Ella solo sonría y, antes de salir de la habitación dice “no lo necesito a donde voy” y sale. Se escucha su andar con los tacos que se puso, pasando por la sala y luego a la puerta principal para salir con su novio, Samuel. Y es que, algo que no les conté de Lucía, es que es una chica insaciable. Se fue de mis brazos para seguir cogiendo, un solo hombre no la puede complacer. Pero yo estaba decido a complacerla, estaba decidido a que se quede conmigo.