Mi esposo me entrega a mi cuñado para que me folle frente a él

Hola queridos:

Les voy a confesar esta vez mi primera infidelidad, consentida por mi marido, con con hombre joven, fue una intensa y morbosa experiencia pues me entregué a mi joven cuñado, Carlos el marido de mi hermana chica.

Tengo 35 años y hace cinco que mi segundo marido despertó a la puta que dormía en mi. Instaló mi delirio por viejos asquerosos, primero me guió a entregarme a Jorge, la pareja de mi mamá, luego a Ernesto un decadente chofer de la empresa en la que trabajo y en tercer lugar a Jaime el horrendo jardinero del barrio. Seguirá pendiente mi relato de mi primera partusa con mi padrastro y el chofer, pues ahora quiero relatarles una caliente experiencia que no nunca imagine posible… ser puta de un joven macho, no de cualquier joven, me refiero a ser puta de mi joven cuñado.

Como ya les he contado yo me caliento descontroladamente, por el trabajo de mi marido hizo sobre mi cabeza y especialmente sobre mi conchita, con viejos feos y decadentes… basta que un anciano me mire para que yo me moje. Ya ustedes saben como mi marido cambió mi forma de vestir, he incorporado prendas que apenas rozan mi cuerpo encienden el fuego en mi, sobretodo si puedo exhibir parte de esa ropa íntima. El sólo hecho de no usar brassier me pone cachonda, mis pezones se ponen duros y deseosos de ser mordidos por cualquier viejo que se de cuenta de mi condición de mujer facíl.

Hasta hace unos seis meses yo sentía que mi vida se proyectaba a seguir explotando de placer con hombres maduros, entre más maduros y feos más placer soñaba como factible. Que fuera mi marido el que señalaba el con quién, cómo y cuando me enloquecía; cuando luego debía relatarle el detalle de cada entrega me transtornaba.

Yo era feliz siendo puta de viejos con el permiso y orientación de mi marido. Bueno ocurrió lo inesperado. Mi hermana menor, a los 25 años, se casó con Carlos un joven ingeniero de su misma edad, muy guapo y varonil, que sólo despertó en mi la alegría de verla contenta y realizada, se fueron a vivir a provincia, pero por su trabajo mi cuñado viajaba a nuestra ciudad cada 15 días y obviamente se quedaba en nuestra casa. Para mi Carlos era casi mi hermano chico y no me despertaba nada más allá de un creciente cariño. La mente torcida de mi marido vió algo más, descubrió que mi cuñado me miraba con deseo, mi hermana es flaca, mientras que yo soy voluptuosa y en mi etapa putona dejaba siempre poco a la imaginación.

Mi marido inició el juego de hacer que yo me lo imaginara haciéndome cochinadas, al principio pusé algo de resitencia, pero me duró poco. Cuando mi cuñado estaba en casa yo me paseaba ligera de ropa, dejaba mis colalles en el baño común y le acercaba mi cuerpo si motivo. Sentí como despertaba el deseo en mi joven cuñado. Mi marido debía viajar al extranjero y me ordenó que en esos días que mi cuñado estaría en casa me lo comiera. Debo decir que me acepté ganosa la orden.

Mi marido se fue una mañana, en la noche llegó Carlos y yo le había preparado la cena, me vestí como una verdadera puta, mi especialidad a esa fecha, mi vestido favorito para tales ocaciones, muy escotado, corto y levemente transparente. Mi joven cuñado quedó turbado, se notaba su exitación, comimos y bebimos mientras yo me movía sin pretexto dejando ver casi todo de mi cuerpo, mi colalles brillaba de lo mojado que estaba y yo lo dejaba ver con descaro. Pasaba el tiempo y mi joven macho no atinaba a lanzarse sobre esta hembra en celo.

Me incliné en la sala a poner música, arqueé mi cuerpo para ofrecerle la mejor vista de mi chocho y pusé en el equipo un cd de baladas románticas. lo miré con mi cara más caliente y le dije que deseaba bailar con él. Me tomó de las caderas, y me pegué a su cuerpo, me besó en el cuello y yo bajé sus manos a mi culo, Carlos lo agradeció apretando mis nalgas con furia, yo solté mi primer gemido, eso le bastó para introducir toda su lengua en mi boca, sentía crecer su verga en la entrada de mi concha. Carlos se desató, me decía que era una caliente, que lo tenía loco, que me lo iba a meter toda la noche… yo en llamas solo le decía «papito dame duro por favor» «te voy a complacer más que mi hermana»… eso lo enloqueció.

Me desnudó muy rápido y deboró mis tetas, me acostón en el sillón con violencia, abrió mis piernas y me comió el sapo durante largo tiempo, me corrí en su boca gritando que era mi macho… se levantó y sin pausa me clavo su hermosa y joven verga, yo le pedí que se pusiera un condón y pegó una cachetada y me dijo «puta te voy a dejar chorreando mi leche por varios días». Le abrí más las piernas mientras le suplicaba «si, papito lléname de tus mocos.»

Se corrió en mi zorra, nos quedamos abrazados un largo rato, seguimos besandonos como novios adolescentes mientras yo le preguntaba si lo calentaba más que mi hermana… se volvio a erectar y yo utilice mi mejor arma, me di vuelta boca a bajo y le ofrecí mi ano, yo sabía que eso lo pondría más loco… «quiero tu leche en el chico» le dije. Levanté mi culo para ofrecércelo en plenitud. Carlos gemía y yo gritaba «todo, métemelo todo, hasta los cocos por favor».

Fueron horas de sexo desenfrenado, acabo en mis tetas, en mi cara, en mi boca… cuando se tendió para intentar dormir le pedi que me meara… eso lo puso activo inmediatamente, me hinqué y abri mi boca… Cralos se paró, apunto con su miembro y soltó un exquisto choro dentro de mi, no deje que ni una gota se perdiera y sacié mi sed.

Nos besamos y dormimos felices…

Hasta hoy disfruto las visitas de mi joven cuñado y mi hermana siempre me dice que me agradece lo bien que Carlos lo pasa cuando viene a mi casa. «Llega feliz» me escribe. Mi marido también está feliz.