Me gusta mostrarme y tener sexo con mi familia

Por Daniela Besabien

Nos recogió la duquesa Margarita a mi hermano y a mí para pasar el fin de semana en su chalet y poder ultimar los preparativos de mi veinte cumpleaños. El calor era insoportable pero el agua de la piscina de la duquesa tiene la temperatura regulada.

( Por eso es la duquesa ).

-¡Ya empezamos con las copas! – Se quejó mi hermano dándole un trago que acabó con la mitad del contenido.

Con el agua fría se le había encogido la polla y nos reímos un montón.

( La verdad es que por más que rebuscaras tampoco me encontrarías el clítoris y eso que se me encuentra fácil )

Me extrañó que el Mayordomo, Chófer, Capitán de embarcación de recreo, Amante, Contable y …. no se que más , no estuviera atento en segundo plano.

Ya tumbados al sol mi hermano conectó la tablet y recitó los nombres de los asistentes. A la duquesa le parecieron pocas personas para tan importante evento.

-Se lo dije a Daniela. La recordarán como la fiesta vacía.– Replicó el listo.

La duquesa propuso que los invitados trajeran acompañantes y de ese modo multiplicaríamos el número de asistentes.

-Como el milagro de los panes y los peces. – Dijo el ahora tonto del culo.

La idea se aprobó y ya eramos un montón. El MCCAC ( son las primeras letras de los cargos del amante principal de la duquesa que vale para todo. Casi sale una cifra en números romanos. En el internado nos cosían a números romanos. ¿Te suena? LXIX. Me encanta )

Las copas y el calor hacían mella en nuestros cuerpos desnudos expuestos al sol.

Vi como brillaban las gotas de sudor sobre la polla de mi hermano. Sería un pecado dejar que cayeran al suelo. Me levanté y acercándome sigilosamente lamí el sudor con la lengua muy mojada. Mi hermano, que parecía dormitar, dio un respingo y al ver mi cabeza sobre su polla echó la cabeza hacia atrás. Seguí lamiendo ahora el capullo. Cada vez era más grande y se levantaba por si sola. Sin manos seguí lamiendo el capullo y bajando por el tronco.

Mi hermano buscaba mis pechos y le di un manotazo. La duquesa, detrás de sus oscuras gafas no perdía detalle.

Ahora le golpeaba los huevos con la lengua y bajaba para meterme dentro de las entre nalgas. Levantó un poco las caderas y pude llegar con la lengua estirada a lamerle el ojete. Cargué la lengua de saliva e insistí hasta sacarle un suspiro.

( La tarde de sábado en que mi hermano y nuestro primo se abrieron el culo me lo pasé de muerte. Después de follarme los dos juntos y por separado, es decir lo de por separado se entiende, pero lo de juntos me refiero a que uno me llenaba el coño y el otro el culo. Visto así no tendría demasiada relevancia pero a los once años ya tiene mérito ).

A lo que vamos.

Ahora ya con las dos manos le agarré la polla inmensa notando como se ensanchaba y la machaqué a mordiscos y chupetones. De reojo vi a la duquesa cómo se pellizcaba un pezón rojo y con la otra mano hurgaba en su entrepierna.

-Que disfrute un rato- pensé. Además mi postura le entregaba mi coño abierto visto desde detrás. Que más podía pedir la señora duquesa. Bueno, ya sé, claro. Pero no tardará mucho, tranquilo.

Yo seguía lamiendo y entrándome aquel tesoro en mi garganta.

( Que suerte tener un hermanos así. Tan puta como yo. Recuerdo que con nuestro primo hacíamos apuestas a ver quién aguantaba más sin correrse cuando se las chupaba. Más o menos igualaban los récords. Cuando me cronometraban a mí para saber quién me hacía correr antes lo tenían más difícil. Mi hermano me pilló el punto con el clítoris y dos dedos dentro del culo. Es fulminante. )

Margarita se levantó de la tumbona y de rodillas, a mi lado, me arrebató el trozo de de carne mi hermano. Nos la comimos a la vez. Hay para las dos y sin pelearse.

Ahora si dejé que mi hermano me tocara las tetas y la otra mano la ocupo en el penacho rojo que decora el sexo de la duquesa Margarita.

Yo estaba muy cliente y quería meterme la polla de mi hermano por todos los agujeros pero la duquesa estaba más perra que yo. Mi hermano sacó la mano del coño de la duquesa y me la pasó por la boca. Era casi gelatina. Le dejé montar a mi hermano y yo le comía los huevos y a ella el ojete.

Minutos más tarde cambió de postura y dando la espalda a mi hermano me daba la cara a mí. Le comí la boca a la duquesa y los pezones rojos y el cada embestida de mi hermano le lamía la polla al salir y el clítoris a la aristócrata.

( Una delicia, la verdad. Lástima que estuvieras allí. En la próxima te aviso. Ahora tengo que ir al servicio. Ya me entiendes )

La duquesa se corrió patas para bajo como una loca. Le salían chorros de todo al entrar y salir la polla de mi hermano. Mi lengua y mi boca entera peleaban por no perder una gota de néctar. Le saqué la polla de dentro y un chorretón me saltó a la cara. Hice ventosa con mi boca en su vagina y le metí la lengua hasta la garganta. Volvió a estallar y me inundó el estómago.

Mi hermano al verse ninguneado me atacó por la retaguardia.

-Buuuufffff!!!!!! -Exclamé de placer cuando de un sólo empujón me clavó su inmensidad en mi culo. Metió y sacó con fuerza y hasta el fondo, como me gusta. Duro, muy duro. Me corrí como una loca pero seguí succionando flujos de la duquesa. Eso aumentó mi placer. Mi hermano tuvo la amabilidad de preguntar donde quería que me corriera.

-Sobre el coño de la duquesa y nos lo comemos entre los dos.

Y así fue. Me separé unos centímetros y mi hermano se vació la vida sobre el rojo coño de Margarita, la duquesa.

Comimos semen por un tubo y chupamos coño lamiendo nuestras lenguas con morreos sobre el clítoris y entrando las dos juntas en el interior de la que no dejaba de gemir.

Aún estábamos comiéndoselo cuando mi hermano me hizo notar su nuevo empalme. Se la agarré, chupé bien chupada y la introduje dentro del coño de la duquesa.

-Quiero que esta vez te corras en mi boca – Le indiqué a mi hermano. Siempre me obedece.

Nos dimos un baño para aplacar los calores y soltar fluidos que la depuradora de la piscina se encargaría de eliminar y volvimos al sol. Mi hermano dijo que tenía que dormir un rato y se fue a la habitación.

Nosotras dormitamos un buen rato.

A la duquesa la despertó un dulce beso en la mejilla y a mí su voz al decir – Mi princesa negra. ¿Tu por aquí?

Princesa no se. En estas alcurnias nunca se sabe, pero negra, negra si era.

Mi edad, supuse, veinte o así. Alta como un pino. Fuerte y ancha de todo con unas tetas que bajo el vestido estampado en naranjas y negros se adivinaban potentes.

No se habían percatado que estaba despierta. Las gafas de sol y mi pasividad me hacían ausente.

Por la conversación adiviné que era sobrina de la duquesa. Ignoré si era adoptada o alguien de la familia era de color.

Abrí los ojos de par en par cuando oí

-Tía, Me doy un baño antes de que vengan.

Con un gesto grácil se quitó el vestido por la cabeza y me enseñó un culo perfecto y una espalda perfecta. Corrió y se lanzó como lo haría una atleta profesional. Nadaba mejor que yo.

Ahora si me senté en la tumbona y me interesé por ella. Lo primero que me dijo la duquesa fue.

-A que te la follabas, Daniela -. No respondí a la casi pregunta retórica.

El hermano de mi marido está casado con una nigeriana y he aquí su fruto.

Mercy – dijo.

-De rien chérie – respondí y se rió. Resultó que Mercy es el nombre de la tía buena de color que ahora salía del gua desnuda como su madre la trajo al mundo pero mejor. Las gotas de agua, unas resbalaban por su cuerpo y otras destellaban dando al negro un tono azulado digno de Gauguin.

Sus pechos cargados de energía acabados con unos pezones potentes y oscuros. El vientre marcado daba paso a un bosquecillo de arbustos bajos y rizados que invitaban a su sombra. Su boca era alegre con labios gruesos y encarnados enmarcando el blanco de sus dientes. El pelo corto y también ralo la hacía, si cabe, más exótica. Mientras yo alucinaba viendo a la diosa de ébano mi hermano aparecía en el jardín en pelota picada con la polla medio levantada y al descubrir al bellezón de color se le puso como un caballo. Se encontraron los dos a mitad de camino y la expectación era inmensa.

Yo se como saludaría a un tío en esta situación pero la chica…

Pues le agarró por el capullo diciendo – Soy Mercy. Encantada de saludarte.

Mi hermano quedó a cuadros. Y la duquesa y yo al la vez aplaudimos a Mercy.

Nos levantamos y Margarita nos presentó formalmente.

Mercy es más espabilada de lo que creí al verla aparecer en el jardín. No tardó en llevarse a mi hermano escaleras arriba con el pretexto de – Tu que eres alto, me ayudarás a bajar unas cosas del armario.

( Ese truco lo he usado varias veces. Te cuento como funciona para que puedas ponerlo en practica. Nunca falla.

Subido en una banqueta o sobre la cama tiene que coger una maleta, caja o prenda de ropa. Tu te sitúas entre él y le armario. En el caso de mi hermano es muy claro. La polla queda directamente en la boca de Mercy, pero aunque llevara pantalones le tocas y besas por encima hasta bajarle la cremallera y sacársela. Intentalo, saldrá bien. Con los vecinos suele funcionar muy bien. Tanto vale para el o para ella, evidentemente )

Volvimos a quedarnos solas la duquesa y una servidora. Seguía haciendo mucho calor y propuse un baño. Entramos las dos en el agua y chapoteamos como niñas.

Salimos, nos secamos la una a la otra y nos dimos bronceador de coco también la una a la otra con lascivia y malicia. Ya llevábamos coco por todo el cuerpo y en alguna parte más de lo aconsejable. No habíamos terminado de jugar con nuestros cuerpos cuando apareció MCCAC con dos animales inmensamente descomunales que recorrieron el jardín al galope para terminar derribándonos al suelo.

-Furia y Rabia – gritó la duquesa – Al suelo- y se tumbaron.

Dos gran daneses de color gris de unos cuarenta kilos de peso y unos ochenta centímetros de altura cortaban la respiración con sólo mirarles a los ojos oscuros y penetrantes.

Quedé inmóvil tirada en el césped. MCCAC acudió a mi rescate mientras la duquesa se levantó por medios propios. Los animales seguían inmóviles esperando alguna orden.

La duquesa se acercó a ellos y les soltó un discurso que los canes parecían entender puesto que bajaron las orejas y arquearon los ojos. Al oír las últimas palabras de la duquesa pareció que se animaron. Levantaron las orejas y jadearon sacando la lengua.

-Y para que veáis que no soy rencorosa, mi amiga y yo os vamos a dar de merendar-. Dijo Margarita como colofón.

MCCAC se personó con una bandeja en la que habían tarros de mantequilla y mermeladas.

La duquesa sin mediar palabra ni pedir consentimiento se acercó a mí y me untó los pechos y la vulva con mantequilla y mermelada. Me cedió la bandeja e hice lo propio. MCCAC sujetó la bandeja y permaneció inmóvil a media distancia.

La duquesa se tumbó en el suelo y me pidió que la imitara.

-Vas a sentir una sensación única. No sólo no la olvidarás si no que desearás repetirla- Dijo abriéndose de piernas. Yo también las separé imaginando lo que venía a continuación.

*Si quieres compartir conmigo mi primera experiencia con una bestia no humana, podrás hacerlo en “Daniela con Furia y Rabia” en la categoría de Zoofilia.

La duquesa Margarita no parecía un ser humano. Tenia la cara desencajada y los pechos con arañazos ensangrentados. Me reconocí y no observé tal desaguisado en mi cuerpo.

Me abracé a ella con dificultad la llevé hasta la piscina. Una bruma roja salía de su sexo. Metí los dedos en el interior del mio para comprobar daños y salió sólo semen.