La verdad es que me sentía vulnerable, ese tatuador me tenia loca y por fin estaba cogiendo con él. Me trataba como su putita

*De regreso a mis vivencias, para lo que no me conozcan soy Sofía. Acabo de cumplir 27 años y me encanta el sexo, soy de complexión pequeña, tetas discretas pero paraditas, nalguitas firmes, pecosa con el sol.

Para más detalles, esta es la primera parte de mi relato https://www.todorelatos.com/relato/132945/

Mi body lo había roto Joaquín y no podía salir de la habitación así, su pene estaba un poco amorcillado y quizá el alcohol me había puesto más caliente que de costumbre. Aún acostados en la cama empecé a sentir ardor en algunas zonas de mi cuerpo, mi piel estaba roja por la fricción de su barba, mis nalgas estaban rojas porque me azotó con su cinturón; así desnuda y con la piel enrojecida fui a darme un baño. Joaquín se levantó tras de mi e intentó meterse conmigo a la regadera.

– No, mira como me dejaste. Ahora solo me verás, tú puedes hacer lo que quieras pero solo- le dije yo. Abrí solamente el agua fría y me sentí mucho mejor, pero también se empezaron a endurecer mis pezones, acaricié todo mi cuerpo para quitar los restos de semen y después hice lo mismo con mi cabello pero dándole la espalda.

– ¿Por qué te quitas mi leche?- me preguntó Joaquín. Yo volteaba a verlo de reojo porque se estaba masturbando, saber que yo provocaba sus ganas me mojaba más.

– Para que me des más- le respondí.

En ese momento entró y me abrazó desde atrás. Sentir el calor de su cuerpo contrastaba con el agua fría que caía. El tamaño de su cuerpo me hacía sentir sumisa y eso me exitaba más todavía, me abrazaba con tal fuerza que no me dejaba mover los brazos, una de sus manos estaba en mis senos, la otra en mi vagina, sus dedos entraban y salían con mucha facilidad y solamente me quedaba recargarme en su pecho para que me besara el cuello y el lóbulo de la oreja.

No tarde mucho en comenzar a gemir, balbuceaba cosas como «quiero algo más que tus dedos dentro de mí», «vuelveme a coger, para eso me querías», «ya no aguanto, métemela». La tortura de no poder moverme y de sentir como su verga se hacía más y más grande en mi espalda estaba acabando con mi paciencia. Ya no sentía lo frío del agua, solamente sentía mi propia humedad.

Con algo de brusquedad me volteó, ver su cara de lujuria me prendió más. Practicamente me colgue de su cuello para besarlo, él me cargó y me llevó a la cama para seguir calentándome. Yo recostada y Joaquín entre mis piernas, me penetró con su lengua y podía sentir cómo se movía, mis caderas no hacían más que responder, mi espalda se arqueaba, mis gemidos se hacían cada vez más altos.

Hasta que puso una almohada bajo mi cintura y echó mis piernas hacia atrás. Me sentía particularmente vulnerable con las piernas en V.

– ¿No me quieres en 4?- Le sugerí

– ¿Como perrita? – Me dijo y continúo. -No, te quiero como mi putita- E inmediatamente sentí su lengua en mi ano.

– ¿Qué haces?

– ¿No adivinas? ¡Quiero comerme este culito, meterte la verga que hace rato pedías!

– Pero no me cabía bien en la boca. ¿Seguro quieres?

– Flaquita, eres toda una zorrita. Ve nada nada mas como estoy.

Me enseñó su pene y mi corazón latió más de prisa. Su verga gruesa, la cabeza brillosa, el tallo con las venas resaltadas.

– Ponte un condón y rómpeme, ya.

No tardó nada en hacerlo, punteaba con su verga mi ano; respiré y relajé mi cuerpo. Cuando entraba poco a poco todo en mí se iba tensando, estaba segura que mi cara reflejaba un poco de dolor, mordía mis labios, apretaba la almohada con mis manos, estaba siendo más difícil de lo que imaginaba.

– Tócame- le exigí

Y una vez más sus manos regresaban a mi entrepierna, me acariciaba el clítoris y me iba relajando. Un empujón y tenía la mitad de su pene dentro, lo dejó un momento así mientras sus manos pasaban por todo mi cuerpo, la humedad había regresado a mi vagina, estaba empezando a disfrutarlo, Joaquín me dobló y sentir el peso de su cuerpo sobre el mío, sentirme totalmente atrapada entre él y el colchón me regresó a ser la putita sumisa que se deja llevar.

Cuando me di cuenta, ya la tenía toda dentro, entraba y salía de mi culito. Entre gruñidos de Joaquín que me decía lo caliente y apretado que se sentía, lo rápido que se iba a correr, lo hermosa que me veía tan dispuesta.

– Si chiquita, que rico es tu culito. Ahora sí, ponte como perrita no me quiero perder esa vista.

Con la poca energía que me quedaba lo obedecí, una vez más recibía su pene. Poco a poco, vena a vena. Cada arremetida iba siendo más profunda, hasta sentir que además de golpearme con sus manos también lo hacía con sus huevos.

– Lléname, quiero más de tu lechita.

– Exprimeme, con ese culito no es difícil. Muevete para mi, zorrita.

Me empecé a mover muy lento, lo dejaba salir casi a la mitad y me la metía completa de nuevo. Dándome dedo yo solita estaba muy cerca del orgasmo, Joaquín me apretó de las tetas, después de tomó de la cintura y me la metió lo más que pudo. En ese momento se me dobló el cuerpo y caí saliendome de su pene; en unos segundos él me tomó nuevamente y me la ensartó de una sola vez, entonces se vino, descargó toda su leche en mi y se dejó caer sobre mí.

– Sofía, qué rico estuvo. Qué rica estás tú. ¿Ya lo pensaste bien, te quedas conmigo todo el fin de semana?