Juana y Martin siguen con sus aventuras, en un viaje a Brasil se dan cuenta de que no pueden ocultar lo que sienten y disfrutan de sus cuerpos a pesar de ser Madre e hijo

Juana y Martin suben a la habitación para cambiarse. Martin la incita a que se coloque la tanga que había elegido él. Juana le dice que ni loca se va a poner esa tanga. Es muy chiquita y se le va a ver todo. Martin concede y siente ya como un pequeño logro que su madre use esa bikini que tiene colocada. Cargan todo en un bolso de ella y una mochila de él: Protector, toallas, libros, celulares y se dirigen caminando a la playa más cercana que es Joao Fernández

En cuando llegan a la playa se dan cuenta que todas son parejas de novios, recién casados o matrimonios. Se acomodan en unas reposeras con sombrillas y se quitan la ropa quedando solo en sus respectivos trajes de baño. Decidieron luego de un rato salir a caminar. Martín la tomó de la mano.

–          Veo que te seguís tomando el papel de marido muy en serio, sonreía Juana

–          No sé de qué hablas, mi amor. En estas vacaciones no soy otra cosa que tu marido, Juana. Martin lo decía seriamente

–          Jaja, sos loco, eh!

–          ¿No me crees? Martin la miraba serio

–          Si si, mi amado, jaja Juana se o tomaba en chiste

En ese momento se cruzan con otra pareja que bien tomados de la mano y puede ver como la chica lo mira a Martín con mucho detalle de su cuerpo. Esto la hace sentirse orgullosa a Juana y se aprieta a Martin abrazándolo por la cintura. Martín correspondió el abrazo y así siguieron caminando. Pasaron unas cuantas playas y vieron una pequeña bahía. Ahí decidieron meterse al mar juntos. Empezaron a tirarse agua y a empujarse hasta que Martín la levantó en el aire y la abrazó besándola en la boca. Fue un beso seco, largo y correspondido

–          Bueno marido mío, ¡no te pases! Juana se rio divertida

–          Juana, estas hermosa, el sol y el agua de Brasil te hacen ver más espléndida que nunca

–          Mmm, que marido tan galante que tengo

–          ¡Si tengo a la esposa más linda del mundo! Martin la agarró del culo y la apoyó haciéndole sentir toda su dureza.

–          Mmmmm, que bien me siento, Juana se relajó abrazándose a él y cerrando los ojos

–          Mmmmm, Martin se abalanzó sobre la boca de su madre besándola nuevamente

–          Mmmmm, Juana correspondió el beso abriendo apenas la boca

Martin captó la señal y metió la lengua dentro de la boca de Juana. Ella en una mezcla de terror, confusión y excitación abrió la boca. No lo hizo tímidamente. Si iba a jugar, lo iba a hacer con todo. Eso sorprendió a Martin que de repente notó como la lengua de su madre recorría su boca como una experta. Juana se pegaba más al cuerpo de su hijo sintiendo la erección. Todo esto dentro del agua. Martin aprovechó para empezar a recorrer el culo de su madre con sus manos, siempre sin dejar de besarla. La lengua de Juana era un torbellino.  Hasta que se separó

–          ¿Ya está? ¿te sacaste las ganas? Juana lo miraba a Martín desafiante

–          ¿Qué decís?

–          ¿Querías jugar al marido? Bueno, ahí te di el gusto

–          Gracias por darme el gusto, Juana. Martin quiso usar el nombre de pila de su madre

–          ¿Te gustó al menos? Juana seguía desafiante

–          Sabes que sí. Y Muchos ¿y a vos?

–          También me gustó. Pero no puede volver a ocurrir

–          ¿Por qué? Martin sonaba como un niño triste

–          Vos lo sabes bien Martin. No hagas que te lo aclare. No está bien

–          Acá no somos otra cosa que una pareja…

En ese momento, pasan Ana y Daniel. La pareja con la que habían compartido el desayuno

–          ¿Cómo anda la parejita? Dijo Ana a viva voz

–          Bien, bien. Dijo Martin abrazándose a su madre y ocultando su visible erección bajo el agua

–          ¿Les gusta el lugar?

–          Nos encanta, dijo Ana que correspondía el abrazo de Martin

–          Bueno, nos alegramos

–          Gracias, ustedes nos recomendaron esto

–          Como saben, nosotros ya estamos hace 5 días y conocimos muy lindos lugares, señaló Daniel mientras se sumergía junto con su flamante esposa

–          Bueno, nos tienen que seguir recomendando, son buenos. Dijo Juana divertida

–          El agua está buenísima dijo Daniel, tomando a su esposa desde atrás y abrazándola. Todo esto siempre bajo el agua

–          SI, la verdad que si… Martin hizo lo propio con su madre abrazándola desde atrás y apoyándole todo su paquete en el culo

Los cuatro seguían hablando como si nada, pero debajo del agua sucedían cosas. Ana, muy disimuladamente, tiraba su mano para atrás y acariciaba el paquete de su flamante marido. Juana, como el agua era tan transparente vio esa situación, le sonrió a Ana y empezó a restregar su culo contra la verga de su hijo. Martin sorprendido por la actitud de su madre siguió con leves movimientos. En uno de ellos la punta de la carpa de Martin quedó trabada en el culo de su madre. Siguieron hablando un rato más y luego se despidieron prometiendo verse por la noche en el hotel.

–          Estabas juguetona debajo del agua, le dijo Martin

–          Jeje, si, ¿viste? Juana lo miraba pícara

–          Después no me pidas que me controle…

–          Tenes que controlarte. Tenemos que controlarlo, Martin. Juana se puso seria

–          Es que me calentás mucho, Juana…

–          ¿Ya no me vas a decir mamá? ¿Nunca más?

–          En estas vacaciones, no. Sos Juana

–          ¿Viste lo que hizo Ana? Juana seguía muy caliente

–          No, ¿Qué? Martin no sabía realmente

–          Le metió la mano en el short a su marido. Eso en realidad no lo había visto, solo vio la mano ocultarse detrás del cuerpo, pero se lo imaginó

–          ¿En serio? Bueno, parece que no soy el único calentón acá

–          No, Martin quédate tranquilo que todos estamos alterados, sino no te…

–          ¿No te que, Juana? Decime…

–          Nada. Es que estamos haciendo cosas que no corresponden a una madre y un hijo…

–          No somos madre e hijo. Somos una pareja

–          Cortala con eso, Martin. Juana se ponía seria, pero no quería arruinar unas vacaciones que recién comenzaban. Aparte no podía negar que disfrutaba sintiéndose deseada por su propio hijo

–          Vos sabes que sos hermosa y que tenes un cuerpo increíble. Martin quiso suavizar la conversación halagando a su madre

–          ¿Y qué tiene que ver eso ahora? Juana ya sonreía divertida

–          Tiene que ver en que, si hago cosas que, para vos no corresponden, es porque no me puedo controlar ante esto. Y repasó con su mirada el cuerpo de su madre

–          ¡Dale! Andá! ¡Vamos! Y lo tomó de la mano para seguir caminando de regreso a las reposeras

–          ¿Te puedo decir algo Juana? Martin se había prometido no volver a usar el “mamá”

–          ¡Uy qué miedo! Si, decime

–          ¡Me gustó mucho el beso que nos dimos! Sentía que no podía dejar de besarte

–          Ayyyy, Juana sentía que se desarmaba toda

–          ¿A vos? ¿Te gustó?

–          ¡Claro Martín! Fue un buen beso. Hacía mucho tiempo que no lo hacía

–          Gracias m.. Juana

–          Ya me ibas a decir mami, ¿no?

–          No, mi madre se quedó en Bs As. Acá estoy con una diosa con un lomo terrible

–          Jaja que mentiroso

–          ¿Mentiroso? Jaja. Si te llego a decir las cosas que se me ocurren salís corriendo para Argentina

–          ¿Pero qué te crees que soy? Yo no me horrorizo por nada. Es que no es lo sólo lo que pienso globalmente de vos…

–          No entiendo…

–          Es fácil. No solo pienso en general. Pienso en detalle de cada parte de tu cuerpo

–          Ah, ja ja sí. Ahora entiendo

–          Mejor, por eso. Mejor no te digo “exactamente” lo que pienso

–          Te dejo que me digas exactamente una sola cosa

–          Es que son varias, pero por ejemplo una cosa que me encanta es como se te endurecen los pezones, Martin iba a fondo

–          Ah bueno, Juana sintió como se le inundaba la vagina de jugos

Por suerte para Juana justo llegaron y se sentaron en las reposeras, habían estado mucho tiempo al sol y no se habían puesto protección. Juana sacó de su bolso el protector factor 40 y se empezó a colocar. Martin se tiró a descansar y leer. Juana lo obligó a colocarse protector y a acomodarse ambos bajo la sombra. Almorzaron en la playa unas rabas con cervezas. Hacía calor y siguieron tomando un rato más, siempre debajo de la sombra de la sombrilla. EL mar era transparente y la arena casi blanca. Juana dice:

–          Siento que me quemé mucho de frente

–          Sí, me parece que nos quemamos mucho, reconoció Martin

–          Esta noche vamos a tener que dormir colgados, rio Juana

–          Jaja, es verdad

–          Me pones protector en la espalda, Martin. Juana se acostó boca abajo

–          Si, como no. Martin solícito se acomodó a un costado de su madre

–          Poneme en toda la espalda….

–          ¡Como no mi amor! Martin no quería abandonar el papel de marido. El deseo de él estaba en saber hasta dónde podría llegar con su madre. Empezó a ponerle buena cantidad de protector a su madre

–          Jaja, amor, marido: ¡Bien en toda la espalda por favor! Juana se reía y le seguía el juego

–          ¡Ya está! Queres que te ponga en las piernas? Martin no se animaba a ponerle en la cola

–          ¡Claro! ¡Gracias mi amor!

–          ¡Que hermosas piernas que tenes! Empezó por las pantorrillas y fue subiendo hasta los muslos.

–          ¡Que buen masajista parece ser mi marido! Jaja. Juana se reía divertida

–          Puedo ser muy bueno… Martin se tiró protector en la mano y empezó a pasarle al culo de su madre.

–          ¡Ah bueno! ¿En el culo también me vas a pasar? Juana se sorprendió

–          Somos marido y mujer. Es normal, ¿no? Martin se reía divertido y seguía sobando con mucho énfasis el culo de su madre

–          Jaja, sos tremendo vos, eh!

–          Jaja, y esto no es nada! Martin, como aquella vez en el probador de mallas, volvió a meterle la bikini dentro de la cola

–          ¡Pará! ¿qué haces, Martin?!!

–          ¡Así se usan! ¿No viste a Ana? Martin le pasaba crema por las nalgas, ahora totalmente descubiertas

–          Como se te van los ojos, ¿eh? Juana reía divertida

–          Estas celosa, mi amor? Y se agachó para besarla en el cuello desde atrás. No se había dado cuenta de la erección que tenía y ésta chocó contra el costado de su madre

–          ¡Ups! ¡Ojo que me vas a lastimar con eso! Jaja Juana se reía divertida

–          ¿Te das cuenta como me pones? Martin seguía

–          Te vas a tener que calmar, ¡no podés ir así todo el día!

–          ¡Con vos, va a ser difícil! ¡Me súper calentas!

–          Martin! Ojo con lo que decís no te olvides que soy tu… lo dejo en suspenso para que el completara

–          Ya te dije que sos Juana, ¡mi mujer! Y volvió a besarla en el cuello. Esta vez con más énfasis

–          Mmmm, va a ser peligroso este juego! Reconoció Juana

–          ¡Pero muy divertido! ¿O no? Martín le seguía pinchando

–          Puede ser…

Pasaron la tarde disfrutando del sol, el mar y la playa.

(Continuara…)