Un joven descubre placeres ignorados a través de una amiga de sus padres, lo que inicia una espiral de sexo imparable

Un joven descubre placeres ignorados a través de una amiga de sus padres, lo que inicia una espiral de sexo imparable

Esta historia parecerá rozar el absurdo, no lo niego. Extraña, alocada e incluso increíble, no lo vamos a discutir a estas alturas. Pero lo que por otro lado me alegra es que la verdad no obedece a razones siempre lógicas, y mucho menos a democracias casuales. Así que sin esperanza alguna de ser creído cuento mi historia, no para ser admirado o envidiado, sino para contar desde el anonimato lo que jamás me atreveré a firmar.

Y quizás para no pecar de originalidad empezaré presentándome, como en cualquier relato mediocre en primera persona escrito para la autosatisfacción. De todos modos avisaré que esta breve introducción de mi mismo va ser una sarta de mentiras sacadas de alguna mañana de inspiración en que la televisión no fue consuelo suficiente a mis alocadas fantasías y mi cabeza andaba loca en deseos de enajenarse a una vida mejor.

Mi nombre es Arnau. Resultará extraño para muchos un nombre tan regional pero en esta historia ya contada yo escribo el guión del que mi nombre forma parte y si intentaré no mentir en cuanto a fechas, formas o sucesos, permítanme algunas licencias en cuanto a la descripción de las personas, que todos quisimos un día ser simplemente más.

Vivo en Catalunya (me da igual lo que diga Microsoft, aunque me lo subraye lo voy a dejar con “ny”), lo que por imperativo legal significa la esquina nordeste de esa gran patria de los tres barrotes que a algunos nos han obligado a aceptar. Pero no entremos en ese tema escabroso… no es eso lo que nos ha traído hasta aquí, ¿cierto?

¿Físicamente? Un desastre. Bueno, quizás no tanto. Más bien normalito. Mido cerca del metro ochenta y no destaco en ningún aspecto, ninguno. Intenten imaginarse a un estudiante de veinte años y antes de que en su mente empiecen a dibujarse rasgos identificativos habrán hecho un retrato de mi humilde persona.

En la actualidad estudio periodismo, que si bien no consigue hacerme sentir realizado, es lo suficientemente sencillo como para que dedique gran parte de mi tiempo al pasatiempo nacional, ¿jugar a fútbol?, no se flipen, son otras las pelotas que me toco.

Supongo que eso se debe también en parte a que los cabrones de mis padres están forrados y no tengo ningún tipo de prisas en incorporarme al mercado laboral.

Aún no se muy bien a que se dedican. El cargo que tiene mi padre en la empresa tiene un nombre realmente raro, y encima para vacilar, lo pone en las tarjetas de visita en inglés. Por lo que a mi respecta se dedican a comprar y vender de todo quedándose por el camino una pequeña comisión de la que nunca discuten el color.

Resumiendo, casi cincuenta líneas para contar que no soy más que un maldito niño de papá catalán de veinte años que estudia periodismo y tiene un ordenador con el maldito office, pero avisé que me tomaría ciertas licencias.

Continuando con mi línea de escritor nefasto voy a situar la historia en el tiempo como si se tratase de un cuento para niños donde más vale dejar ciertas cosas claras antes de empezar, o como si yo fuera un simple payaso sin más recursos literarios que la simple narración lineal y omnisciente, pero si los tuviese no pedería el tiempo en una absurda historia de aventuras sexuales y me entretendría en aliviar las penas del mundo explicando como un maldito loco se monta en un caballo en busca de una tal Dulcinea del Toboso.

La historia empezó hace un año en mi pueblo, Vilassar. ¿Y saben que? No se lo voy a describir, cómprense una guía turística que me han dicho que están baratas.

Y sin más dilaciones, como no siento ningún tipo de obligación formal voy a empezar a relatarles mi historia, al fin y al cabo, ¿quien obliga a nadie a leer?

Debo empezar diciendo que para esas alturas, dos años atrás, mi experiencia sexual era prácticamente nula, fuera de algún que otro toqueteo y tonterías varias con las que amigas mías me habían premiado.

La casa dónde vivíamos mostraba el estatus económico de mis padres. Mi habitación era grande y la envidia de mis amigos. En ella había todo lo que se puede desear, desde un baño propio a una enorme y desaprovechada cama donde me tumbaba a mirar la tele, jugar a la play o escuchar m

úsica. Lógicamente había un escritorio con un superordenador, capricho de mi padre, al que escribiendo esta historia he descubierto utilidades más allá de la grabación ilegal de música. Mi riqueza (la de mis padres), no significa que esté dispuesto a pagar 1000 pelas al corte inglés y otras mil a una productora para que un cantante se lleve veinte duros (que gustazo representa por un momento resucitar a mi vieja amiga la peseta, y lo que es peor ¿porqué nadie ha celebrado un funeral por el duro?, por lo que a mi respecta es cinco veces más importante que la peseta).

Pues bien, era un domingo cualquiera (ya hemos comentado lo de mi capacidad narrativa), y yo estaba tranquilito en mi cama y en mi mundo haciendo ver que los vodkas con naranjada de la noche anterior no me estaban amartillando la cabeza y disfrutando del recuerdo de alguna aventurilla nocturna, en ese estado de semi-inconsciencia del que los padres han olvidado disfrutar.

Mi…, vamos a llamarlo hermanito, se había despertado ya y pedía a gritos algo de libertad pero no podría obtener más que una partidita al famoso cinco contra uno así que me limité a hacerlo esperar.

Por el ruido indescifrable que entraba por mi ventana abierta (acabo de dejar ver que era verano, empiezo a mejorar en eso de escribir), deduje que mis padres habían llenado la casa de gorrones deseoso de comida gratis y un baño en mi piscina.

Supuse que mis padres no requerirían mi presencia y empecé a pegarme una solemne paja. En esa época seguía todo un ritual. Sin abrir en ningún momento los ojos, y intentando no salir de mi estado somnolente empezaba con una sutil caricia a lo largo de mi…polla, seamos claros. Y bueno, aceleraba el ritmo y lo paraba y jugaba un rato hasta que la naturaleza llamaba a la puerta, la de mi capullo, claro.

Pues bien, estaba yo aún en las primeras caricias cuando Anna, la mujer del abogado de mi padre entró alocada y riendo a carcajadas en mi habitación me miró al exagerado paquete (recordemos que tenía la mano dentro de los calzoncillos), sonrió picadamente, cerró con pestillo y se puso el dedo índice derecho delante de los labios pidiendo silencio.

No sabía para que quería silencio, y eso me ponía nervioso. Más incluso que el saber que una íntima amiga de mis padres me había visto en ese lamentable estado (eso de lamentable era solo por poner algún adjetivo, que siempre quedan bien).

En un momento entendí para que pedía silencio. Se oyeron gritos desde el pasillo de su marido que la buscaba siguiendo algún juego estúpido que no debía estar regido por la norma de no entrar en las habitaciones.

Yo, instintivamente saqué la mano de los calzoncillos y miré a la puerta, como si fuese a ver a través de ella quien corría por el pasillo. Entre los nervios y el miedo no me había fijado en Anna. La conocía desde hacía mucho tiempo y siempre me había puesto como una moto.

Estaba delante de mí, enfundada en un diminuto bikini estampado con motivos florales. No me atrevía a decir nada en esa situación e intentaba no mirarla, lo que conseguí solo durante unos segundos.

Sin querer empecé a mirarla de arriba abajo. Observé que su piel aún estaba húmeda e incluso pude adivinar sus pezones bajo su bikini.

Yo estaba en un estado de trance en el que no me había encontrado nunca antes. Ni siquiera me cuestionaba el silencio y simplemente clavé su vista en su cuerpo. No podría hablar de altura, ni de tallas. Era simplemente esa mujer de más de treinta años, cuidada, y con un marido viejo al que todo el mundo atribuye una fortuna proporcional a la belleza de su esposa.

Era rubia, de esas rubias de toda la vida que logran conseguir tras muchos años que la gente se crea que son realmente rubias. Tenía unos ojos marrones enormes, de esos que son ignorados hasta que un día alguien decide fijarse en ellos para no olvidarlos y era realmente guapa. Para describirla sin que quede lugar a dudas era una de esas mujeres a las que los chavales dedicamos siempre la misma frase: “cuando tenga cuarenta años, quiero que mi mujer tenga ese aspecto”.

Pero en ese momento yo no tenía en mi cabeza más que dos cosas con sus respectivos pezones. Supongo que ella no rompía el silencio porqué se sintió alagada por mi cara de embobado pero al final tuvo que hacer un suave ruido con su garganta.

Entonces la miré a los ojos. De repente me puse rojo como un t

omate. ¡Ella no me miraba a los ojos! La picarona me estaba clavando la mirada en mi hermanito, el gamberro delatador. La situación también hizo que ella se sonrojara por lo que me sentí algo aliviado al no ser el único que se sentía incomodo.

Pensé que haría algún tipo de comentario, pero no fue así. Se limitó a sonreír, se giró mostrándome un imponente culo, redondito y torneado, abrió la puerta, miro un momento fuera, se colocó bien el bikini por la parte de detrás (lo tenía medio metido en el culo) y simplemente salió.

Yo estaba recostado sobre la cama y me dejé caer al cerrarse la puerta. Avergonzado y excitado no puede evitar llevarme una mano debajo de los calzoncillos mientras cerraba los ojos.

En ese momento, se volvió a abrir la puerta y Anna asomó la cabeza con una enorme sonrisa y me dijo:

-“Cuando acabes con… ejem… eso, te vienes a la piscina”.

Yo me quedé petrificado y mi polla se hinchó de golpe como si fuese a reventar y mientras cerraba la puerta concluyó:

-“Hombretón”.

Yo estaba que me moría. Solo pude terminar con esa tremenda paja. Al fin y al cabo a ella no le había importado, así que se la dediqué.

“Va por ti”

Muy asustado, o más bien nervioso baje al primer piso, me llené un tazón de cereales y tuve un típico desayuno de domingo a las dos del mediodía.

Nervioso, pero con mucha curiosidad salí al jardín, donde a pesar del ruido no habían más de quince personas, algunas conocidas, otras simplemente no me importaban y no importan, las consideraremos simples extras.

De los que conocía estaban el abogado de mi padre y si mujer (ya os he hablado de ella), un amigo-cliente de mi padre con su mujer y sus dos hijas (prometo hablar de las hijas, queda anotado como tema importante) y un matrimonio realmente joven que eran una especie de ahijados de mi padre. Los dos estuvieron haciendo prácticas en el despacho de mi padre y se ve que el era una especie de genio de los negocios. Lo cierto es que más o menos honradamente había conseguido una pequeña gran fortuna contando con menos de treinta años.

Antes de empezar a contar lo que sucedió aquel día os hablaré de las dos hermanitas (no es termino cariñoso, es admiración). ¡Vaya par de hermanas! En aquel entonces tenían diecisiete y veinte años y estaban, echando mano de frases hechas, “pa mojar pan”.

De pequeño yo había creído estar enamorado de Sonia, la menor, pero luego creció y le crecieron y el amor desapareció para dar lugar a un sentimiento mucho menos bonito o loable y bastante más animal.

Eran prácticamente iguales, con alguna salvedad. Nuria, por eliminación la mayor, era algo más alta y con algo más de pecho, aunque ninguna de las dos andaba sobrada en eso.

Las dos tenían el pelo castaño medían cerca del metro setenta y eran terriblemente guapas, de una belleza casi diabólica. No tenían mucho pecho, o al menos eso era lo que se decía cuando cualquiera se encontraba en la situación en que el zorro se daba media vuelta convenciéndose de que la manzana está verde.

Pero lo que a todos traía locos eran ese par de culos. Increíbles. No eran precisamente grandes, más bien pequeñitos, redonditos. Con unas nalgas justo en su sitio, y al menos por ese día, separadas por un hilito de tela que llamaremos tanga por no llamarlo maldito hijo de puta con suerte.

Lamentablemente ese día yo no estaba por prestar atención a las dos hermanitas que llenaban mis fantasías de tríos prohibidos. Al salir al jardín solo tenía ojos para Anna. La observé mientras tomaba el sol bocabajo, con la parte superior del bikini desabrochada y mostrando su culo respingón, pidiendo a gritos ser manoseado.

Mientras pensaba en como hacer que Anna se levantase de golpe y me mostrase sus pechos un grito de mi madre me distrajo:

-“Buenos días Arnau”.

Me limité a contestarla con un efusivo y típico saludo de adolescente, es decir, levanté ligeramente la cabeza y la di por saludada. Supongo que haría algún comentario a las señoras que tomaban el sol con ella de lo antipática que se ha vuelto la juventud. Pero sinceramente, ¿a quien coño le importa?

Tengo que admitir que mi madre fue realmente oportuna. Al oír mi nombre las dos hermanitas se giraron

y al verme salieron de la piscina y empezaron a correr hacia mi, estableciendo una estúpida competición de risa ruidosa, movimiento de pechos y porqué no, como aditivo, de velocidad.

Ambas me dieron un par de sonoros besos en las mejillas y se cogieron de un brazo cada una. Por su parte, Anna se limitó a girar levemente la cabeza, subirse las gafas de sol y deleitarme con un pícaro guiño de ojo.

Yo entablé una conversación con Nuria y Sonia. La verdad sea dicha, tenía un buen rollo con ellas increíble. Aparentemente eran unas chicas de una frialdad pasmosa, paseándose siempre con unos aires de superioridad exagerado, casi pidiendo a su paso que su suelo se llene de rosas. Pero al hablar con ellas descubrías unas chicas normales, muy simpáticas y realmente agradables, lo que facilitaba el pasarse horas hablando con ellas.

Aunque Nuria tenía más o menos mi edad y estudiaba en mi misma facultad, con el paso del tiempo había llegado a tener un nivel de complicidad con Sonia mucho más elevado y por supuesto envidiado por mis amigos que disfrutaban pensando que entre ella y yo había existido algo, aunque fuese de forma casual.

Habíamos crecido juntos. Nuestros padres eran muy amigos y los cuatro habíamos hecho mil diabluras juntos. ¿los cuatro? Sí, los cuatro. En esta historia falta mi hermana, dos años mayor que yo y que aún no se donde coño andaba ese día.

Uno de los mejores momentos que he vivido fue cuando Nuria nos explicó como perdió la virginidad no mucho antes de ese domingo. Debéis saber que de pequeños hicimos una especie de pacto según el cual debíamos contarnos todo. Mi hermana cumplió al desvirgarse y Nuria hizo lo propio sin sentir ningún tipo de presión. Os aseguro que una vez vences la envidia, ver explicar a una tía buenísima como pierde la virginidad es tremendo. Con mi hermana fue diferente, nos reunimos un día que no estaban mis padres en mi casa para cenar y lo soltó, así sin más, con todo tipo de detalles. Pero no nos perdamos del hilo, volvamos a la piscina.

Sonia, Nuria y yo nos sentamos en el borde de la piscina y empezamos a hablar de cosas nuestras, como si aquel lugar fuera el más íntimo del planeta:

-“¿Qué te cuentas? Supongo que nos sorprenderás con algo interesante-empezó Nuria muy picarona.

-“En absoluto, eso vosotras que sois las “sociables”.

-“¿Que quieres decir con eso?”

-“Cosas mías, je je je je je”.

-“¿Porqué siempre eres tan malo con nosotras?”

-“¿Malo yo? ¿No seré malo simplemente por tiraros al agua?

-¿Qué dices? ¿por tirarnos cuando?- la verdad es que Sonia estaba realmente extrañada.

-“Ahora mismo”.

Diciendo esto les pegué un empujoncito y como estaban apoyadas sobre las rodillas cayeron con facilidad. Parece mentira lo que puedes llegar a entretenerte con un empujoncito de nada.

Las dos se incorporaron en seguida dentro del agua y me miraron mientras se colocaban bien el pelo. No parecían enfadadas. Todo lo contrario, sonreían, lo que me hizo temer lo peor. Así que me agarré al final de la piedra que hacía de bordillo de la piscina. No me importaba bañarme, lo haría de todos modos, era simplemente una cuestión de autoridad y orgullo, no me podía dejar vencer.

Ellas no se dieron cuenta e intentaron arrojarme al agua muy disimuladamente primero, con fuerza después. Al no conseguirlo, se miraron la una a la otra y sonrieron. Malditas sonrisas. Te hacen pensar lo peor.

Cada una puso una mano en una rodilla y empezaron acariciarme la pierna. Fueron subiendo la mano por la parte interior haciéndome unas caricias realmente placenteras hasta que me di cuenta de su inteligente plan. Mi hermanito empezaba a ponerse peleón y no tuve más remedio que lanzarme al agua para disimular el bulto.

Ellas, victoriosas, convirtieron sus sonrisas en auténticas carcajadas, y supongo que yo entendí que el hombre solo manda mientras es hombre, y la mujer no manda hasta que se transforma en mujer.

Supongo que sus risas hicieron ver a Anna que me había olvidado por completo de ella. Pero es que realmente con esos bellezones yo no podía tener otra cosa en mente.

-“¿Para que quieres tu fuerza bruta?-dijo Sonia.

-“Pues ya ves, para tirarme al agua con estilo”.

No hace falta decir que las risas fueron considerables. Aún hoy no se si simplemente nos reímos, o nos estábamos riendo de mi. El hecho es que como de costumbre la

conversación empezó a subir de tono.

-“He podido observar que eres de reflejos rápidos”- me susurró Nuria.

-“No tanto como tus manos pícaras”.

-“No lo sabes tu bien. Hacen auténticas virguerías”.

-“Pues la mías no se quedan cortas”.

Diciendo esto, Sonia me pegó un apretujón en el paquete que me dejó helado. Su hermana nos miró extrañada. No se había dado cuenta de lo sucedido y yo intenté seguir la conversación como si no hubiese pasado nada.

-“Desde luego que no. Vaya par… Me vais a volver loco”.

-“Sabes que eso nos encanta”

-“Bueno, bueno. Vamos a cambiar de tema. ¿Preparadas para empezar el curso la semana que viene?”.

-“Mira que eres plasta”- dijo Sonia

-“Ahora que sacas el tema… ¿porqué coño pasas de mi en la uni? Nos cruzamos y ni siquiera me saludas.

-“Pide grado”.

-“¿Grado de que?”

-“¿De sinceridad?

-“Toda”.

-“Tu misma. La primera es que en la universidad te vuelves completamente estúpida. Paseas con unos aires absurdos y no estoy dispuesto a que mis amigos me vean relacionarme con alguien así”.

-“Joder. Quizás no hacía falta tanta.”

-“Tu la has pedido. No te lo tomes a mal”.

-“No, que va. Soy consciente”.

-“Eso si que me sorprende”.

-“Es una especie de defensa. Se te acercan menos tíos a tocarte los cojones”.

-“Que complicadas sois las mujeres…”

-“¿Qual es la segunda?”

-“¿La segunda que?”

-“La segunda razón por la que me ignoras”.

-“De nuevo debo preguntarte por el grado de sinceridad”.

-“Ya que estamos, tira “palante”.

-“No te lo tomes a mal”-esperé a que asintiese con la cabeza y continué-“Estás buenísima”-ella puso cara de sorpresa por verme hablar tan sinceramente, pero se que le gustó-“estoy harto de oír a amigos míos que quieren conocerte, que estás tremenda, que si esto que si lo otro, solo me falta que sepan que somos amigos…Me volverían loco”.

Nuria se quedó petrificada y simplemente me miró sorprendida, pero se podía ver satisfacción en su mirada. Le habían dicho abiertamente que estaba buena, y auque había sido de forma vulgar le gustó.

Sonia había permanecido callada y tenía ganas de recobrar protagonismo, así que muy melosa dijo:

-“¿Yo no estoy buena?”

No se como se me ocurrió, pero la agarré fuertemente de una nalga y le susurré al oído:

-“De miedo”.

La solté y salí del agua. Yo mismo no me creía lo que acababa de hacer. Lo mejor no fue tocarle el culo, sino ver la cara con la que las había dejado. Se miraban la una a la otra sin decirse nada, realmente sorprendidas.

Yo me tumbé en una butaca que quedaba libre bocabajo y me limité a tomar el sol hasta que me llamasen para comer.

No me di cuenta, lo juro, que me había tumbado al lado de Anna. Tenía otras cosas en la cabeza. Pero ella si se dio cuenta y simplemente me dijo:

-“¿Porqué te conformas con jueguecitos?”

Me quedé pensativo. Intentando entender a que se refería. Me volvió a la mente la imagen de mi habitación, y mis pensamientos cambiaron de nuevo de protagonistas. Creo no recordar un día con más calentura que ese.

Mi padre no tardó mucho en llamarnos a todos para que nos sentáramos en la enorme mesa de piedra del jardín. Al incorporarme pude ver que Nuria y Sonia estaban sentadas en el césped con mi hermana Laura. No se de que estarían hablando pero la conversación era animada a juzgar por el volumen de las risas.

Lo que realmente me sorprendió al ver que mi hermana se levantó fue que llevaba tanga. Se que tenía, pero hasta entonces se limitaba a llevarlo en la playa y nunca en casa. Supongo que al llegar y ver que las otras dos llevaban, pensó que mi padre no se atrevería a echarle la gran bronca. No se la echó, pero la mirada de cabreo tuvo que dolerle.

No es que mi hermana no tenga cuerpo para ponerse un tanga, pero me ponía enfermo verla con tan poca ropa. La había visto en la playa, pero en casa y con gente era pasarse. Hay que poner ciertos límites de comportamiento.

La verdad, y me cuesta reconocerlo, es que el mejor cuerpo que había ese día en casa era el de mi hermana. Estaba más “hecha” que las otras dos y era más joven que Anna, así que todas se la miraban con algo de envidia.

Supongo que a nadie le importará

lo que sucedió durante la comida, así que simplemente pasaré de largo.

Al terminar de comer todas las mujeres, Juan y yo corrimos al agua para no interrumpir después la digestión. Juan era el “protegido” de mi padre, el “genio” de las finanzas.

Al principio nos limitábamos a “estar” en el agua, sin más. La compañía de Juan me aliviaba, así que empecé a hablar con él de cosas de hombres, es decir, de mujeres.

Empezamos a analizar a todas las allí presentes de arriba abajo. Tuvo el detalle de no comentar nada de mi madre. Pero no se pudo resistir a hablar de mi hermana:

-“Oye macho, no te ofendas, tu hermana está como un puto tren. Me gustaría que mi mujer tuviese un buen par de tetas”.

No pude más que reírme, auque le hubiese metido el comentario por el culo.

No nos dimos cuenta, pero como nosotros pasábamos de ellas, decidieron jugar a un juego, al que nos invitaron y nos obligaron a jugar sin que nuestra opinión contase. El juego era realmente estúpido, era una especie de pilla-pilla acuático en el que lógicamente no se podía salir del agua y las tres escaleras metálicas eran “casa”. Si todo el mundo menos el que pillaba estaba agarrado a las escaleras, tenían veinte segundos para salir y tenían prohibido volver en el minuto siguiente. La cosa rara es que para salir se necesitaba que alguien te tocase. Estúpido lo era, pero nos obligaron.

Aceptaron no hacernos empezar a nosotros perseguir. Es más, Anna se ofreció voluntaria para empezar ella.

Al principio fue nadar arriba y abajo y la cosa parecía bastante normal. Luego Anna se medio obsesionó conmigo y me perseguía como una loca. Al final, cansado, paré de nadar un momento y en vez de simplemente tocarme un brazo o la cabeza se tiró encima y me hizo una ahogadilla, al hundirme empecé a patalear, la agarré y la hundí también a ella y saltaron las risas. Todas menos la mía.

Debajo del agua y muy conscientemente, con el ajetreo que nos llevábamos me acarició durante unos segundos el paquete. No es que me desagradase pero comprendí que eso merecía respuesta.

Al sacar la cabeza a coger aire vi como todos seguían riendo y me alegré de que no se diesen cuenta. Pero decidí ir a por Anna.

Al principio tuve que disimular y hacer ver que iba a por todas, pero me resultó muy difícil porqué parecían dejarse pillar. Pero en unos momentos ya pillé a Anna y le devolví la ahogadilla, lógicamente se defendió y me hundió a mí con ella, lo que aproveché para manosearle las tetas debajo del agua.

Al sacar la cabeza del agua empecé a alejarme pero todo el mundo la estaba mirando. Se le había salido una preciosa teta del bikini y que coño, yo también me entretuve a mirar hasta que ella se la escondió y se puso colorada.

Entonces todos me miraron a mí hasta que una se puso a reír y todas rieron quitándole importancia. De todos modos mi madre se olió algo a juzgar por su cara, así que Anna y yo dejamos el juego ahí temiendo que se diesen cuenta.

A la hora de estar jugando y de estar todos realmente cansados me había llevado unos cuantos manoseos de paquete. Tanto la mujer de Juan, como Sonia como Nuria hicieron lo mismo que Anna. Eso no fue nada.

Lo que realmente me repugnó fue cuando mi hermana, harta de no divertirse me echó la mano al paquete. Eso me dejó helado y creo que en ese momento fue cuando mi madre se dio cuenta del jueguecito submarino que nos llevábamos y lo paró ahí diciendo que todos debíamos estar cansados y que lo mejor era parar para tomar una limonada.

Al rato de estar ahí, sentados a una mesa del jardín Sonia dijo que le hacía gracia ir al gimnasio. Bueno, no lo he dicho, en el jardín tenemos un gimnasio subterráneo que tiene unas ventanitas a la piscina. Supongo que el cristal debe ser la leche de gordo.

Diciéndolo me guiñó un ojo. Nunca he destacado por inteligente pero supuse que quería que la acompañara, así que lo hice, cualquiera se negaba tal y como se había puesto el día.

Los dos fuimos hacia el gimnasio solitos, pero antes miré la cara de mi madre. Parece ser que no le importaba que tuviese mis jueguecitos con alguien de más o menos mi edad dada la mirada de consentimiento que me soltó. Debo decir que también hubo algo de cabreo entre las presentes

y alguna que otra sonrisa pícara, que cada cual decida de quien eran.

Mientras andábamos no pudo resistir hacer algún comentario del jueguecito:

-“Joder como te metía mano la vieja esa”

-¿Quién?

-“Coño, Anna, he visto como te sobaba el paquete tres o cuatro veces. No se porqué no le has montado un escándalo”.

-“Tu tampoco has tenido las manos quietas”.

-“Bueno, cuesta retenerse. Espero que no te haya importado. Claro que tú tampoco las has tenido quietas. Me has dejado las tetas bien sobadas”.

Diciendo esto ya habíamos entrado en el gimnasio y ella empezó a hacer pectorales en una máquina mientras yo me la miraba.

-“No te las he tocado a penas”.

-“Cierto. Pensaba que te aprovecharías más de la situación”.

-“Me daba reparo”.

-“No seas tonto. Si me gusta que me las toques. Y ahora me las estoy poniendo más duras haciendo pesas. Mira, mira como trabajan los pectorales…”

-“Mujer. Eso no se ve”

-“Pues toca”

Debo reconocer que me dio mucho apuro. No podía resistirme, pero la situación era demasiado violenta. Así sin más, comprobar como trabajaban los pectorales…me pareció muy…no se, violento, no hay más.

-“¡Va! Toca.

Esas palabras no se si me asustaron o me animaron, pero empecé a magrearle las tetas por encima del bañador. Supongo que en ese momento mi cara era la de un completo idiota, pero que me quiten lo bailao.

Quise quitar ropa de por medio, pero no me atreví. Con mucha suerte conseguí encontrar el valor para meter una mano dentro del sujetador y pellizcarle suavemente un pezón.

Justo entonces oímos unas carcajadas desde la puerta. Eran mi hermana y Nuria que lo habían visto todo.

-“Mira que cara de tonto pone mi hermanito”.

-“Pues anda que mi hermanita”.

Yo no me atreví a decir nada pero Sonia replicó.

-“No riáis estúpidas”.

-“No te enfades. Solo nos hemos divertido un poco. Habíamos comentado entre nosotras dos que quizás rompíais el pacto y ya no erais vírgenes, pero viendo vuestras caras estamos seguras que sí”.

Lógicamente volvieron a reír i continuaron con las bromas.

-“Hemos pensado que podrías solucionar ese problema juntos. Y nosotras podríamos verlo. Sería realmente divertido ver esas caras durante un polvo entero”.

Y venga risas y más risas. No pude evitar ponerme de pie en plan gallito.

-“No te pongas así tete. Vete a duchar a tu habitación. Nosotras nos ducharemos en el vestuario del gimnasio. Así aprovechamos para hablar”.

Al menos Sonia se quedó tan chafada como yo y me limité a salir calladito del gimnasio, con el rabo entre las piernas.

No había acabado de subir las escaleras cuando pensé que eso no podía quedar así y di media vuelta para dejar algunas cosas claras y hacerme el cabreado. Pero al entrar de nuevo en el gimnasio ya no estaban. Se habían metido en las duchas de donde venían un montón de risas. Pensé que estarían acribillando a la pobre Sonia y me acerqué a escuchar.

Las duchas del vestuario eran grandes. Cabían tranquilamente cinco personas en la “comunitaria” y a parte había una individual que casi nunca se usa.

Los bikinis estaban tirados por el suelo del gimnasio lo que inconscientemente ya me puso cachondo. Pero intenté no desconcentrarme para mostrarme cabreado e impresionar a Sonia.

La sorpresa fue que cuando me acerqué oí que Sonia también reía. No quise mirar pero no puede evitar escuchar de lo que hablaban:

-“Hermanita, lo has hecho muy bien. Lo tienes loquito”.

-“Me ha costado lo mío. La zorra esa de la Anna también le ha echado el ojo”.

-“¿Estás segura? ¿A mi hermano?”

-Te lo aseguro. Esa también se lo quiere tirar”.

-“Joder con mi hermanito”.

-“Tu tranquila hermanita. Arnau es tuyo. Nosotras te ayudaremos”.

-“Gracias”.

-“Recuerda que nos tienes que dejar mirar cuando mi hermano te desvirgue”.

-“Soys…”.

-“Era el trato”.

-“Lo se, lo se”.

Diría que me ofendió esa conversación, pero no fue así. Me alegró. Si bien es cierto, decidí ponerles las cosas algo difícil y jugar con ellas.

Ya me iba cuando recordé que ni siquiera había echado un vistazo a sus cuerpos bajo la ducha y ya no pude pensar en otra cosa ni resistirme a la tentaci&oacut

e;n. Me frenó un poco saber que mi hermana también estaba bajo el agua, pero que demonios…

Me acerqué sigilosamente a la puerta entreabierta y observé un momento. Me quedé boquiabierto. Las dos hermanitas estaban enjabonando a mi hermana, si se puede decir así. Más bien le estaban metiendo mano por todos lados. Fue una sensación increíble ver ese par de hembras desnudas masajearle las tetas a mi hermana mientras seguían hablando con toda naturalidad.

Estaban realmente buenas. Me fijé en Sonia y en sus pechos. Eran los más pequeños, no con mucha diferencia con los de su hermana. Pero me obsesionaba saber que minutos antes habían estado entre mis manos.

Luego me fijé en su mata. Era la única que la llevaba completamente depilada y me dio mucho morbo. Nunca había visto a ninguna mujer desnuda en carne y hueso y volvía a estar medio embobado.

Podría jurar aún hoy que esa es la imagen más espectacular que he visto. Ver el agua recorre sus cuerpos fue increíble, pero que se manosearan la una a la otra me descolocó.

Recuerdo estar observando la mata recortadita de Nuria cuando mi hermana pegó un jadeo. Miré a mi hermana y la pequeña y no tan inocente Sonia tenía su mano jugueteando en la concha de mi hermana. Pude observar como un dedo jugueteaba e intentaba entrar.

Mi hermana no se hizo de rogar. Se abrió ligeramente de piernas y el dedo hizo el resto.

Yo por mi parte no pude ver más, dejé a mi hermana con Nuria mordisqueándole un pezón y Sonia con una mano jugueteando por sus partes más íntimas.

Al salir al jardín vi que todo el mundo seguía reunido alrededor de la mesa, así que sin decir nada y con la mente aún turbia subí a mi habitación a pegarme una ducha y porqué no decirlo, una severa paja.

Estaba yo ya en la ducha jugando con mi hermanito a eso de subir y bajar pieles cuando de repente se corrió la cortina. La verdad es que no supe reaccionar, pero al salir del trance momentáneo vi que no era el único desnudo del baño. Anna había decidido hacerme una visita y no sabéis como me alegró.

La miré detenidamente. Estaba completamente desnuda. Intentaré describirla hasta donde pueda por difícil que resulte.

Tenía los pechos grandes, más que mi hermana y en absoluto caídos. Tampoco diría que enormes. Simplemente unos pechos como dios manda. Debo reconocer que quizás son los mejores que he visto sin operar.

Tenía los pezones doraditos y ya mostraban que tenían ganas de guerra. Eran del tamaño justo y estaban en el sitio idóneo.

En cuanto a lo de más abajo…recortadito. Con algo de pelo pero no mucho, lo justo para no poder decir que está depilado. Supongo que esperaba algún gesto de aprobación por mi parte así que se dio la vuelta y me mostró su perfecto culo.

Estaba en el paraíso. Se volvió a girar y me miró. Inconscientemente solté un soplido que ella entendió perfectamente y mientras entraba en la bañera me dijo:

-“Gracias, me alegro que te guste”.

Yo no dije nada. Estaba allí mirándola como un tonto cuando se vio obligada a decir:

-“¿Continuo yo?”

No sabía a que se refería. Me miré a mi mismo y me di cuenta que había estado todo el rato con la polla en la mano. Inconscientemente la solté y en menos de cinco segundos ya la había agarrado con sus manos y las movía mientras me la apretaba.

Me hubiese conformado con eso, la verdad, auque lógicamente ella no. Se la estuvo mirando un rato mientras yo me moría de placer. Mirándome a los ojos le dio un beso en la puntita y sentí como si una bocanada de sangre me llegase a la polla y duplicase su tamaño. Ella se dio cuenta que me había gustado lo del besito y repitió.

Ya no tuvo el mismo efecto y lejos de decepcionarla lo que hizo fue animarla a meterse a mi hermanito entero en su boca. La imagen era increíble y realmente excitante. Empezó a darme una gran mamada y tarde realmente poco en correrme.

Supongo que por mi inexperiencia no la avisé y casi se me atraganta.

-“Deberías haber avisado”.

-“Perdona ¿porqué?”

-“No soy una maldita actriz porno. No me gusta tragarme la leche de nadie”.

-“Perdona. Yo…”.

-“Tranquilo rey. La próxima vez aguantarás más y nos lo pasaremos mejor”.

-“Lo siento”.

-“No pasa nada. Vamos a limpiarnos”.

Diciéndome esto me dio un beso en la boca y el sabor fue asqueroso. Sabía que era el sabor de mi propia leche, pero era asqueroso de todos modos.

-“Verdad que es asqueroso”-dijo al darse cuenta de mi cara-“pues no me lo vuelvas a hacer tragar a mi”- y continuó riéndose.

Me dio una esponja y se giró para que le frotara la espalda. Lógicamente accedí, aunque no me limité a eso. Una vez le limpié la espalda empecé a frotarle todo el cuerpo. Primero el culo, aunque reconozco que me entretuve poco en esas labores y pasé a sus pechos.

No eran tan duros como los de Sonia, pero eran bastante mayores y me encantaba sentir su peso sobre mis manos. Pude ver que ella cerraba los ojos y se dejaba hacer, así que continué a lo mío.

Lentamente fui recorriendo su vientre. Estaba duro, y al acariciarlo noté los abdominales bajo su piel lo que me mostró que no su cuerpo no era fruto solo de no tener hijos, sino de horas y horas de gimnasio.

Y por fin llegué a su conchita. Al principio solo me limité a pasear mi mano por encima y a notar en la palma todas las formas y volúmenes. Era de esperar que no tardaría en ponerme a marcar la una y así fue. Ella notó como mi hermanito completamente duro se recostó entre sus nalgas, sonrió pícaramente y me dijo:

-“No podía tardar en resucitar”.

Se dio media vuelta y puso un pie sobre el mármol de al lado de la bañera mostrándome su coño en todo su esplendor.

-“Todo tuyo”.

Yo estaba muy nervioso y no sabía exactamente que hacer. Por un lado quería degustarlo, probarlo. Pero por otro solo pensaba en clavarla de una vez. Supongo que seguí mis instintos me acerqué y con mucha torpeza conseguí meterla.

La sensación de estar ahí metido por primera vez ha sido una de las más intensas de mi vida. No solo el hecho de clavarla. Esa sensación de calor…, tener toda mi polla envuelta y notar que está apretada… fue increíble.

Al principio ni siquiera logré moverme. Luego, supongo que harta de esperar, empezó a moverse ligeramente. Simplemente movía su culito adelante y atrás mientras yo me abrazaba a ella incrédulo y atónito.

Una especie de corriente me atravesó el cuerpo y di como una sacudida. Supongo que ella notó que me corría y me dijo a la oreja muy bajito:

-“Córrete dentro. Tomo pastillas. Me gustará sentir el calor de tu leche dentro de mi”.

Y eso hice, simplemente deje que fluyera. Ha sido el polvo más corto de mi vida pero es quizás el que recuerdo con más detalle.

Después nos duchamos deprisa para que nadie nos echara en falta y nos fuimos al jardín. Claro que ella bajó primero, yo tuve quedarme en mi habitación repasando en mi cabeza todo lo que me había sucedido aquel día. No solo mi desvirgación, sino también lo visto en el lavabo o los jueguecitos con Sonia.

Demasiado para un solo día.

Cuando bajé al jardín bien vestidito, con mis tejanos y mi camisa recién planchada desperté un murmullo de cachondeo.

-“Guapo”-Exclamó mi madre provocando las consecuentes risas.

A la que alguien se viste un poco bien parece que tenga que tener algún motivo. Pero este no existía solo iba a ver a un par de colegas en Mataró, la ciudad de al lado, que aún eran las siete de la tarde y quedaba mucho por delante. Lo malo es que como buen anfitrión se esperaba de mi que no fuese el primero en abandonar la reunión y tenía que esperar a que la gente se empezase a ir, aunque observando el estado de embriagadez de algunos y que quedaba ginebra y güisqui para un rato pensé que quizás tardaría más de lo deseado para ir a explicar lo sucedido a mi amigo Carlos.

No vamos a entrar a discutir la necesidad que tiene cualquier hombre de hacer pública la más mínima aventurilla sexual que le ocurre. Es una necesidad como cualquier otra conocida seguro por todas las mujeres.

Observé que todo el mundo se había puesto algo más de ropa y que las tres señoritas que me habían dado un grandísimo espectáculo en la ducha se habían arreglado como si fuesen de ligoteo. Muy sutilmente, pero se habían pasado un buen rato peinándose y la ropa que llevaban no era la primera que les había salido del armario.

M

e detuve también a mirar un momento a Anna y se que no fui el único que se percató de la mirada pícara y el guiño que me dedicó con toda la picaría del mundo. Aún no se si quería ponerme nervioso o dar celos a la pobre Sonia. Fuera lo que fuese, consiguió ambas.

Por suerte o por desgracia las mujeres tienen un alto sentido de competitividad y Sonia no tardó en contraatacar:

-“Sientate con nosotras Arnau”.

Mi hermana, Sonia y Nuria estaban algo apartadas de los “mayores” en una mesa redonda jugando una partida al “trivial”. Cualquier cosa es buena mientras esperas, y supongo que ellas me esperaban a mí para continuar con su jueguecito del cual, por suerte, yo ya sabía lo más importante.

Como era de esperar hice caso y me senté en una silla que parecía llevar mi nombre escrito, entre las dos hermanas y enfrente de la mía.

Al principio no me sentía muy a gusto e iba dejando que ellas hiciesen sus bromas y que riesen a gusto, pero pronto me sentí suficientemente bien entre ellas como para seguirles la corriente.

-“Bueno, ya llevas cinco minutos aquí sentado, ¿vas a jugar o no? ¿o tienes tanto miedo como le tocas las tetas a mi hermana?-lógicamente seguido de risas de Nuria y de mi hermana. Supongo que Sonia no acababa de encontrarlo gracioso.

-“La cara de tonto que está poniendo mi hermanito me recuerda a algo…ah, sí, ya se”- y más risas.

-“En fin, si quieres jugar te toca. ¿O eras tu quien tocaba?”

Supongo que podría seguir así un bueno rato si no fuese por la cara de Sonia. Debía defendernos. Este tipo de conversaciones las mantengo a diario con los colegas, pero con mi hermana y unas amigas no lo podía permitir.

-“No te quedes pasmado. No otra vez”

-“¿Como te quedas tu con tus amigas?”

Supongo que mi hermana se sorprendió. No se si por atreverme a responder o porqué empezaba a pensar que yo sabía que le iba un poco de todo. Lo cierto es que se quedó helada y como Nuria pareció no enterarse siguió con las bromas.

-“Vamos a seguir jugando”.

-“Venga va, dejémonos de bromas y continuemos”

-“A ver si acabamos la partida”-continuó mi hermana, más por ganas de cortar el tema que de jugar.

Sonia pareció aliviada al ver que íbamos a jugar por fin, pero su hermana necesitaba continuar con las coñas:

-“Bueno, y si no acabamos…tu hermano está acostumbrado a dejar las cosas a medias”

Como fue la única que se rió entendió que algo no iba bien, así que simplemente se calló y continuamos la partida.

Mi hermana estaba visiblemente nerviosa y ni siquiera sabía como continuar la partida. Llevábamos una hora dando vueltas por el tablero inútilmente cuando medio mosqueada dijo, casi nos ordenó:

-“Vamos a cenar a Mataró nosotros cuatro. Estaremos más tranquilos”.

Como ninguno de los cuatro parecía estar disfrutando de la situación, todos aceptamos de buen grato. Yo hubiese preferido ir a ver a Carlos pero al fin y al cabo iba a ser la envidia de todos los hombres que me encontrase. Además, me apetecía estar con Sonia un rato, y a lo mejor podría conseguir que ese rato fuese a solas.

Nos despedimos con un simple adiós, gritando que cenaríamos en Mataró y uno de los padres (no sabría decir quien) se limitó a decirle a mi hermana que condujese con cuidado. Al fin y al cabo era bastante novata en eso de conducir.

Yo me senté detrás con Sonia. Al montarse en un coche se siguen una especie de normas muy extrañas. En principio los mayores se sientan delante. Eso cambia si por ejemplo en el coche van dos matrimonios, en ese caso lo normal es que los dos hombres vayan delante. Alguien debería resumir un poco todas las situaciones en las que debes sentarte detrás, excluyendo claro está en las que conduces.

Solo salir del garaje miré a Sonia y le hice un pequeño gesto preguntándole que pasaba, a ver que soltaba. Ella se limitó a mover la cabeza hacia delante, queriéndome hacer creer que toda la culpa era de nuestras respectivas hermanas.

Supongo que en el fondo así era. Ella se limitaba a dejarse llevar pero yo tenía clarísimo que sabía de qué iba el juego. No me importaba en absoluto, pero me molestaba que me perdiesen el respeto de ese modo.

Puesto que todos nos habíamos sentido incómodos en cierto grado por la situación ante el tablero del

trivial ninguno articulo palabra durante el trayecto. Quizás sería exagerado decir que mi hermana me asustaba estando callada tanto rato. Posiblemente estaba concentrada en la carretera, pero estoy completamente seguro que durante el viaje maquinó algún jueguecito de los suyos para traernos a todos de cabeza.

Hubo otra cosa que me resultó molesta durante el viaje. Yo tenía la mano apoyada en el asiento entre yo y Sonia y sin aviso previo me la cogió suavemente. Como acto reflejo la miré y estaba tan tranquila, observando los árboles pasar por la ventan. En principio debería ser algo tierno que te cojan la mano pero me puso muy nervioso. No se que esperaba de mi. En realidad, ahora si lo se.

Llegamos al restaurante y seguíamos sin articular palabra mientras leíamos detenidamente la carta. Yo estaba sentado de nuevo al lado de Sonia y lo que es peor, empezaba a gustarme estar a su lado y me tranquilizaba aunque me daba unas ganas terribles de hablar que no vencían el miedo de romper el silencio.

Por suerte tuvimos que pedir. El silencio estaba roto y a mi hermana no le importó seguir hablando en un tono muy serio. Por suerte éramos grandes amigos los cuatro y ya habíamos mantenido conversaciones muy íntimas y serias:

-“Muy bien, ya somos mayorcitos. Hemos hablado muchas veces sin tapujos, así que volvámoslo a hacer. ¿Qué sabes?”

-“¿Qué se de que?”

-“Ya sabes de que hablo. ¿Que es eso de cómo “me quedo con mis amigas”?”

-“Primero de todo te pido perdón, yo soy algo más educado que vosotras…”

-“Perdona”-me interrumpieron las tres.

-“Se, y no me preguntes como que te va un poco de todo”.

-“Mierda. ¿Cómo coño sabes eso?”

-“No te enfades. No se lo diré a nadie”.

-“¿Como lo puedes saber? Solo lo se yo, Nuria y…”-Sonia, llorosa le pegó una patadita por debajo de la mesa temiendo ser descubierta ante mi en ese momento en que las cosas le empezaban a salir bien”-y una amiga que no viene al cuento”.

-“Así que deduzco que estáis liadas, je, je, je. Tiene su gracia”

-“¿Como deduces eso?”

-“No hace falta ser un genio. Si lo sabéis vosotras dos, tendréis que estarlo, ¿sino quien?”.

Se callaron porque pensaron que las había pillado y me contesté a mi mismo.

-“Pues con la amiga que no viene al cuento”.

Nos reímos todos y dimos por sentado que ellas estaban liadas. A partir de ese día creo Sonia no jugó más con ellas y según ellas se convirtieron en una pareja más o menos estable. Lo sorprendente es que ellas iban teniendo sus novietes aunque con la seguridad de tener siempre alguien esperándote.

-“Bueno, ya que nos has pillado en esto continuaremos hablando hermanito”.

Sonia se agarró a mi mano muy fuertemente. Al mirarla pude ver que estaba a punto de llorar y me supo realmente mal.

-“Nosotras teníamos un plan”-nueva patadita de Sonia-“Me refiero Nuria y yo, en el cuál tu acabas en la cama con Sonia”.

Sonia no pudo más y empezó a hablar casi chillando. Se sintió amenazada. En ese momento me di cuenta que quizás se había enamorado de mi sin tenerlo previsto y no podía permitir que se le fuese de las manos.

-“Cállate ya. No te vas a meter en mi vida privada. Olvida todos tus planes. Cállate”.

Diciendo esto me dio un beso… el mejor que había vivido hasta entonces, y creo que hasta ahora. Por su parte mi hermana se decepcionó un poco. Entendió que no le dejaría ver como la desvirgaban.

Lo que con el tiempo he logrado entender es que todo empezó como un juego. Sonia se dejó llevar por las otras dos y acabó enamorada.

Si tengo que ser sincero diré que me sentía algo acorralado. Yo no había hecho nada para provocar esta situación. Sonia estaba muy buena, pero no sentía nada especial por ella. Por supuesto que quería tirármela, pero me sentaría muy mal romperle el corazón.

Esa noche la terminé como pude. Nos dimos unos cuantos besos mientras mi hermana y Nuria nos miraban embobadas, contentas, orgullosas y felices de creernos completamente enamorados.

Decidí no llamarla en unos días esperando que se olvidase de mí y no tuviese que romperle el corazón. Que equivocado estaba. “Pa” tozudas las mujeres.

El lunes llegó por fin. Digo por fin porque yo estaba de vacaciones, que si no otro gallo cantaría. Y yo solo podía pensar en evitar a Sonia y en volver a ver a Anna y intentar

cepillármela otra vez, aunque tenía la impresión que sería de nuevo ella quien se me cepillase a mi.

Por suerte me llamó ella. Yo no me hubiese atrevido nunca. Lo que primero me estaño fue que tuviese mi número del móvil pero ni mucho menos me entretuve en pensar en esa tontería. La conversación fue realmente corta:

-“Hola Arnau. Mi marido está de viaje. Ya sabes donde vivo. Móntatelo para dormir esta noche en mi casa”

-“Eee…vale”

-“Adeu”

Y colgó sin más. Fue increíble, me dejó helado. Por suerte tenía una forma perfecta para pasar la noche fuera. Llamé a Carlos.

-“Carlos…”

-“Si dime Arny”- sabía que odiaba que me llamasen así.

-“Te necesito de coartada”.

-“Hecho. ¿Qué pasa?”

-“Tengo plan tío. Ya te lo explicaré más a fondo. El viernes voy a tu casa echamos unas plays y lo hablamos”.

-“OK”

-“Adeu”

-“Adeu”

El tema estaba solucionado. Solo tenía que decir en casa que me quedaría a dormir en casa de Carlos y punto, mis padres estaban acostumbrados.

Era de esperar que mis padres aceptasen que yo pasase la noche en casa de Carlos. Lo había hecho desde pequeño con cualquier excusa. Bien porque teníamos que estudiar toda la noche o simplemente para pasarla jugando al ordenador o a la consola de turno.

También me iba bien cuando salíamos de marcheta y así no tenía que coger la moto medio borracho a las seis de la mañana.

Mi madre se extrañó de que me perifollara tanto para ir a casa de Carlos. Creo que se pensó que había quedado con Sonia y simplemente me sonrió maliciosamente. Estaba algo equivocada y no me gustó nada que otra mujer estuviese pendiente de que yo me liara con Sonia. Esto había llegado a ser un complot.

No me rompí mucho la cabeza con eso. No podría ser muy difícil evitar a Sonia y desde luego que en ese momento había cosas más importantes que hacer.

No tenía la más mínima idea de a que hora se suponía que tenía que llegar, y mucho menos si tenía que aparecer con algo, del palo una botella de cava o de vino.

Pensé largo y tendido sobre eso. En principio hubiese quedado mal no aparecer con una botella a la casa de una dama, pero me daba muchísima vergüenza pasearme con una botella por aquel barrio de gente rica o encontrarme a alguien en el ascensor y que me viese bajar en el quinto piso con una botella de cava con un lacito rojo.

Por alguna razón comprendí que lo importante era quedar bien con quien me tenía que dar una noche de placer y le robé una botellita de cava a mi santo padre. Al fin y al cabo tenía muchas y según él, lo que hay en casa es de todos.

A las siete de la tarde aparecí ante la puerta de Anna muy nervioso todo lo bien vestido y perfumado que pude.

Al llamar abrió la puerta con un camisón de seda blanco de tirantes y el pelo recogido diciendo tonterías:

-“Perdona que esté con este aspecto, estaba a punto de darme una ducha. Pero entra, entra y siéntate”.

No pude más que articular un simple “hola” y me senté en un sofá de la sala de estar. “Con este aspecto”, ¿Qué coño quería decir con eso? Por lo que a mi respecta esta para comérsela, con ese mini-camisón que le tapaba poco y dejaba entrever todo el resto. ¡Mujeres!

-“Sírvete algo”-Me gritó desde el lavabo.

Yo no me encontraba muy a gusto ahí sentado solo. Así que me levanté con la intención de tomarme algo, y no se como se me ocurrió ir al baño a ver como se duchaba. No creí en ningún momento que le fuese a importar.

No tenía ni idea en que baño estaría, pero oía perfectamente el agua correr, así que seguí al ruido y me encontré con un baño con la puerta abierta y un pedazo de mujer dándose una ducha sin correr la cortina.

Me quedé un momento observando el espectáculo. Se enjabonaba cuidadosamente. Dándose unas caricias lentas y suaves. Al principio se manoseaba las tetas, luego empezó a acariciarse el pepote.

En todo momento tenía los ojos cerrados y estoy seguro que estaba disfrutando del baño como nunca.

Ver el jabón resbalar por sus grandes pechos hasta llegar a los pezones, duros por el efecto de sus propias caricias para desprenderse hasta el suelo hizo que mi desacostrumba

do hermanito se puniese del palo reloj de sol.

Supongo que yo me encontraba en un estado similar al suyo, algo más pasivo quizás, pero igualmente ausente, concentrado en lo mismo, hasta que me despertó:

-“¿Qué coño haces?”

-“Yo…”

-“Sal de aquí”

Debo reconocer, para no faltar a la verdad, que yo ya me veía a mi mismo echando otro polvote bajo la ducha, y cómo esos no eran sus planes no me quedó más remedio que ahogar mis ganas en un cubata que yo mismo me preparé. Me sentía algo defraudado. Había salido de casa como un triunfador y estaba solo bebiéndome un cubata después de ser rechazado…, las cosas no iban por donde debían.

No lograba entender que le había pasado. Ya la había visto desnuda e incluso me la había tirado en un escenario muy parecido a ese. ¿A que venía ese repentino cabreo? De nuevo solo puedo decir una cosas, ¡Mujeres!

Solo tardó media hora en aparecer (nótese que lo escribo con cara irónica). Yo me había repasado la colección de música entera de su marido, de la que solo se podía aprovechar algún CD del grandísimo Bruce, me había metido tres cubatas entre pecho y espalda y porqué no decirlo, empezaba a mantener un serio debate con la gravedad.

Pero valió la pena, madre mía si valió la pena. Apareció como una diablesa. Peinada y maquillada de gala y vestida…, madre mía. Se había puesto unas braguitas rojas a juego con el corsé, y las medias. Por encima de eso llevaba un camisón de gasa que parecía flotar en el aire.

-“No debes invadir la intimidad de una mujer”.

¿Como coño me daba otro sermoncito? Me daba igual lo sucedido antes. Al ataque mis soldados. Como dice un amigo, “en tiempo de guerra un agujero es una trinchera” y por Dios que estamos en guerra.

-“Has entendido”-supongo que esperaba alguna respuesta por la pseudo-bronca que me acababa de llevar.

-“¿Eh? Sí, claro, claro”- balbuceé algo parecido a eso, no estoy muy seguro.

Lo que si recuerdo fue que me cogió de una mano y tiró de ella para llevarme a su cuarto. Repasé su cuerpo enterito. Las braguitas eran un tanga espectacular. No eran solo un hilito por detrás, tapaban algo menos de medio culo. ¡Y que culo! Increíble de nuevo, morenito, respingón…, perfecto. La tela de la bata se le pegaba al terminar cada paso mostrando al detalle todas y cada una de las perfectas formas de las que hacía gala y despertando en mi cierto sentimiento de envidia, pero sobre todo de admiración.

Al llegar a su habitación me pegó un empujón y caí en la cama, me tumbé como es debido y con la cabeza levantada me quedé mirándola fijamente. Dejó resbalar la bata de gasa roja por su espalda hacia el suelo y levantó las manos, como mostrándome el producto.

Sin bajar los brazos dio una vuelta sobre ella misma y al terminarla me hizo un gesto como pidiendo mi opinión. Alguno hubiese sido más explicito, pero no más sincero. Simplemente dejé caer la cabeza y entre dientes se me escapó:

-“Joder”.

Supongo que se lo tomó como un piropo y me dijo:

-“Gracias. Te has ganado un premio. Déjate hacer”.

Diciendo esto me cerró los ojos con una mano mientras con la otra empezaba a manosearme el paquete.

Me dio un largo y profundo beso. No lo creía necesario, no era amor lo que nos había llevado hasta ahí, pero la suma de los masajes y el beso era realmente placentera. No estaba yo en las labores de quejarme.

Me desabrocho el pantalón, me quitó los zapatos y en un momento estaba desnudo. A cuatro patas sobre la cama, agarró lo que ese día era mi herramienta de trabajo y empezó con el duro trabajo de subir y bajar pieles.

Iba cambiando la velocidad, e incluso paraba, sin apartar las manos, para darme besitos en la punta. Me acariciaba la bolsa, las piernas y el torso.

En ese momento yo solo notaba caricias por todo el cuerpo sin que llegase a poder concentrarme en donde las recibía.

No llevaba mucho tiempo con eso cuando empezó a lamerme el glande como di de un helado se tratase. En ningún momento abrí los ojos ni intenté interactuar con ella. Estaba dispuesto a disfrutar de la primera gran mamada de mi vida.

Mi ya nombrado hermanito se sumergió en su boca hasta la garganta para volver a salir a tomar aire en un momento. A partir de ahí todo fue arte. Entraba y sal&ia

cute;a de su boca lentamente sin que dejase de hacerme caricias.

Quise avisarla, pero ella fue más rápida, se apartó y continuó haciéndome una paja a una velocidad de vértigo y en unos segundos…, no hace falta que diga lo que pasó. ¡Uhfffff! ¡Que corrida! Me quedé con cara de tonto mirando al techo.

Era un enorme espejo. Me gustó verme tumbado, desnudo y con mi hermano vencido. Vi como ella se quitaba el sujetador al lado de la cama y como se ponía encima mío a cuatro patas mirándome a los ojos.

Me dio otro beso y empezó a restregar sus pezones contra mi moviendo sutilmente la espalda. No pude resistirme y metí una mano por debajo del tanga para tocar su caliente y húmedo conejito.

-“Tu…, eso, está fuera de combate, al menos por el momento”

-“Yo…”-intenté interrumpirla.

-“Tranquilo, es lo que yo he buscado. Lo que quiero es que me devuelvas el favor.”.

-“¿Cómo?”

-“Hombre, no es que no me gusten las caricias con las que me estas propinando debajo de mis braguitas, pero estoy segura que te apañarás mejor con la lengua”.

Yo me quedé algo atónito. Supongo que me resultaba difícil mantener una conversación a ese nivel.

Se dejó caer a mi lado y mi mano salió inevitablemente de entre sus bragas. Instintivamente me puse de rodillas con sus piernas entre las mías para observar un momento el espectáculo.

Arqueó muchísimo la espalda, levantando el culo más de un palmo de la cama y me dijo:

-“Venga, fuera tanga”.

Lo agarré por las tiritas de tela de las cadera y tiré muy suavemente. Podría parecer que lo hacía con miedo, pero tenía muchas ganas de alargar cada momento y grabar en mi memoria cada uno de los pasos que dábamos en lo que seria nuestra gran noche.

Al ir quitándole el tanga fueron apareciendo lentamente pelos primero y después el fruto de todos mis deseos en aquel momento. En esa postura no podía quitárselo del todo y se lo dejé a la altura de los tobillos.

-“Espera”

Sacó los pies de entre mis rodillas, lanzó el tanga al suelo de una patada al aire y se abrió por completo de piernas con una flexibilidad asombrosa.

-“Te toca”- dijo muy melosa y con voz juguetona.

Acerqué mi cara a su mata recortadita. Empecé a acariciarla y a darle algunos lametazos con cierta torpeza. Entré un dedo lentamente y noté, por una especie de escalofrío que eso lo gustó.

En cierto momento me dio por lamerle un bultito, ya sabemos todos lo que era, y me agarró la cabeza. Supuse que no quería que dejase esas labores, así que me entretuve en eso y en seguir con mi movimiento de dedos en su interior.

El sabor era indescriptible, algo extraño al principio, pero realmente gustoso después. A ella también acabó gustándole. Lo deduje porqué arqueando de nuevo toda la espalda abrazó mi cuello con sus piernas.

Eso me obligó a quitar la manos de ahí, pero intensificó el trabajo que ella le interesaba. A ratos eran lametazos, a ratos eran más bien succiones. Fuera lo que fuese se lo estaba pasando realmente bien.

Estaba acariciándole culo cuando se me paso por la cabeza pasarle un dedo por toda la raja. Se estremeció y le vinieron una especie de convulsiones. Arqueó más la espalda si cabe (con lo que casi me tira de la cama) y se dejó caer rendida.

Me había dejado toda la boca y parte del cuello chorreando, lo que empezaba a mojarme también el tórax, y se me ocurrió una idea.

Me puse sobre ella y le di un largo beso, esperando que ella me rechazase por el asco de sus fluidos, como me pasó a mí el día antes. Pero no me rechazó. Al contrario, lo alargó y en ciertos momentos parecía buscar en mi boca sus propios restos.

Admito que ese comportamiento ocasionó ciertas paranoias en mi joven cabecita. No quería mis fluidos pero degustaba los suyos como si fuese un caramelo. En fin, ¡Mujeres!

-“¿Sabes que vamos a hacer antes de continuar?”

-“Pues no, pero seguro que me parecerá bien”.

-“Nos vamos a dar un baño los dos. Estamos empapados. Además, aprovecharemos para jugar en el yacusi que a comprado mi marido”.

Volvió a reír pícaramente mientras se levantaba y salía corriendo de la habitación ofreciéndome un espectáculo tremendo. Fue como la visión de una

Venus. Desnuda, corriendo hacia la puerta, con todas sus carnes moviéndose libremente.

Yo estaba algo estupefacto y no me había movido aún cuando ella volvió a la habitación. Se quedó en la puerta, con las manos apoyadas en la cintura y riendo me dijo, medio suplicando:

-“Vamos…”

Me levanté de un salto al verla desnuda en una postura tan natural y hablando en un tono de niña buena. Al pasar por su lado se agarró a mi cuello y me volvió a besar.

Empezamos a andar, con ella cogida de mi cintura, por el pasillo y me dijo mientras me levantaba el pene:

-“Tenemos que limpiar esto antes de volver a trabajar con él”.

Y lo soltó. Me resultó realmente extraño que me lo tocase de aquella manera, como si no fuese ningún tipo de objeto sexual, como si fuese mi mano o algo parecido.

Al entrar al baño me soltó y empezó a llenar el yacusi mientras yo me quedaba mirando como se movía por todo el baño completamente desnuda. Quiero decir que era realmente hermosa, no solo estaba buenísima, lo que resultaría fácil. Era hermosa, con todas las letras de la palabra.

Verla comprobar la temperatura del agua me recordó mucho a un cuadro que de pequeño vi en algún museo, puede que en El Prado. En el ningún momento dejó de sonreírme y empecé a preguntarme como era posible que una mujer así se hubiese visto obligada a mantener relaciones con un muchacho como yo.

Lógicamente no se lo pregunté. Me limité a seguir mirando y ella a seguir haciendo ver que yo no estaba ahí, comportándose con total naturalidad hasta que de pie dentro del yacusi me dijo:

-“Ven adentro”.

Nos sentamos el uno la lado del otro, ella apoyada ligeramente sobre mi y empezamos a limpiarnos el uno al otro con unas esponjas que habían por ahí.

Soltó una esponja y empezó a acariciarme el paquete con mucha suavidad. No tardó en notar que ya había alcanzado todo su esplendor y se sentó encima de mí.

Mientras me besaba me cogió a mi hermanito con una mano y se la acercó a la entrada de su rajita. Con un movimiento sutil de cadera se metió el glande dentro. Yo quería responder con otro movimiento y clavársela entera, pero pensé que quería hacerlo más despacio y la dejé hacer a su ritmo.

Empezó con un movimiento lento de caderas, abarcando cada vez un trozo de mi polla más largo. Yo tenía mis manos agarradas a su culo y nos mirábamos fijamente a los ojos.

Estuvimos así un bueno rato, no sabría decir cuanto, ella encima de mí moviéndose despacio y haciendo todo el trabajo mientras yo me limitaba a mirarla a los ojos y besarla de vez en cuando.

Para algunos ese debió ser un polvo aburrido, pero los garantizo que no lo fue. Observar las expresiones de su cara mientras notaba como se movía…, mirarla a los ojos mientras notaba como entraba y salía de su interior fue una sensación mucho más enriquecedora de lo que muchos llegaran jamás a vivir.

Comprendí entonces que para hacerlo de forma especial no hace falta que haya amor. Lo realmente importante es que no sea un hecho anónimo, hacerlo con alguien a quien conoces, y a quien puedes mirar a los ojos mientras le haces el amor y sobretodo cuando notas la explosión de placer en su interior.

Es realmente bonito acabar mirándola a los ojos sin que eso te pueda hacer sentir incómodo y poder fundirte después en un abrazo, quedándote dentro de ella unos instantes, hasta que ya no sea posible por razones obvias.

Nos quedamos abrazados un buen rato hasta que ella se levantó y se dio una ducha al lado mío, haciendo ver que estaba sola. Al salir de la ducha entré yo y mientras yo me duchaba se puso otra vez el camisón blanco y se adecentó el pelo.

Me molestó algo que saliese del baño, dejándome en la ducha sin decir nada. Pero volvió al cabo de un momento con mis calzoncillos en la mano y me dijo:

-“Pontelos y baja a cenar”.

Ya ni me acordaba de la hora que era y la verdad es que estaba muerto de hambre. Cenamos tranquilamente pasta y una ensalada y nos bebimos la botella de cava que había llevado yo y empezamos otra.

Estábamos tomando el café cuando rompí un poco con la conversación estúpida que estábamos manteniendo:

-“¿Te puedo hacer una pregunta?”

-“Ya estamos…”

-“Tranquila, no quie

ro molestarte. Me la guardo”.

-“No es eso. Me había propuesto no mantener ningún tipo de conversaciones serias contigo para no encariñarnos, pero me apetece hablar de cosas que no sean tan triviales como de las que llevamos toda la noche hablando, va, pregunta”.

-“No se como preguntarlo. ¿Qué haces conmigo?” .”Joder. Me parece que está claro”.

Suerte que se rió, sino hubiese pensado que era demasiado frívola. No me gusta la gente así, que le da igual todo sin darle importancia a nada. Por suerte continuó hablando:

-“Supongo que te refieres a porqué engaño a mi marido”-esperó a que hiciese algún gesto y continuó-“espero no destrozar la imagen que tengas de mi…que digo, si acabas de hacer el amor conmigo, no creo que te quede ningún respeto por mi…”

-“No digas eso mujer. No te he perdido el respeto. Nada más lejos de la realidad”.

-“Me parece extraño. De todos modos quiero que sepas que es la primera vez que engaño a mi marido. No creo que el pueda decir lo mismo…”

-“¿Tambien te engaña?”

-“A diario”

-“¿Y porque no os divorciáis?”

-“Las cosas son más complicadas de lo que parecen a tu edad…. Pero responderé a tu pregunta. Yo me casé de muy jovencita, con unos veinte años y por aquel entonces mi marido era un apuesto caballero de cuarenta años”.

“La gente dirá que me no estaba enamorada, que solo lo quería por su dinero, pero te aseguro que no es cierto. Lo cierto es que era un galán que enamoraba a todas las mujeres que pasaban por su lado con sus aires de superhombre.” “Jamás he negado que el verlo con tanto dinero me impresionase y que influyera en mi en cierto modo, pero mis sentimientos eran completamente sinceros, como creo que eran los suyos al principio”: “El hecho es que yo me fui haciendo mayor y perdiendo atractivo…”

-“No digas tonterías”.

-“Gracias, pero es así. Él…”

-“Que no digas tonterías mujer, eres preciosa”

-“Gracias de nuevo, también tu eres un caballero, pero no soy la que era con veinte años”.

-“A que me enfado”-dije con una sonrisa.

-“Está bien. Yo sigo estando bien-“tambien ella sonrió halagándose a ella misma”-pero mi marido las sigue prefiriendo de veinte años, lo que significa que lío llevo unos cuernos enormes”.

-“Lo siento”.

-“Al principio yo también, pero ahora me da igual. Reconozco que me ha costado mucho tiempo engañarlo, pero al final lo he hecho y me siento satisfecha”.

-“Me alegro.

-“Creeme, yo también”

-“Y siguiendo con la sinceridad, ¿Qué esperas tu de esto?”

-“¿De que?”

-“Coño, de lo nuestro”.

-“Ahhh, poca cosa, no lo se. Divertirme supongo. Yo me estoy divirtiendo”.

-“Te aseguro que yo también”.

-“Pues eso es lo importante. Más adelante ya veremos. Supongo que tendré bastante con que de vez en cuando nos divirtamos como hemos hecho hoy, y como continuaremos haciendo de aquí un ratito”.

Recuerdo perfectamente su mirada en ese momento. ¿Cómo alguien puede parecer tan dulce y malvada a la vez? No lo se, os lo juro, lo que sé con toda seguridad es que me puse como una moto y empecé a recoger la cocina para volver a lo nuestro.

-“Ya lo hará mañana la chacha. Sígueme”

Nadie dudará, espero, que la seguí como un corderito. Fui detrás de su bamboleante culo hasta su habitación esperando ser sorprendido con algo.

Cuando llegamos a su habitación me echó de un empujón el la cama. Eso empezaba a ser una costumbre y me apetecía mandar un poquito aunque lo de dejarse dominar hasta el momento no me había ido del todo mal.

Fue sexy incluso para poner música. Tenía la esperanza de que me premiase con un estriptease al más puro estilo Kim Basinguer y por su sensual baile al son de la banda sonora de “Molin Rouge” deduje que eso era lo que se proponía hacer. Hubiese sido la leche el gran Joe Cocker, pero el mensaje de la escogida por ella no dejaba lugar a dudas.

Los movimientos superaban de mucho a los de las cuatro tías del video musical. Cuando se giró ofreciéndome todo su culo me volví loco, pero al soltarse el pelo…, fue una especie de visión verla mover la cabeza rítmicamente para liberar todo el pelo. Solo faltaba poderlo ver a cámara lenta como en el capítulo de “friends” (Ross, era tu prima coño).

Se giró y dejó caer el camisón dándome la espalda y cubriéndose los pechos con las manos

se dio la vuelta de golpe. Recuerdo que de una manera u otra se tapó los pechos durante un rato, yéndolos descubriendo poco a poco.

Cuando los tenía completamente descubiertos siguió bailando y al rato se volvió a girar para quitarse un tanguita blanco. Se lo quitó muy despacio, agachándose a medida que se lo quitaba, quedándose al final completamente doblada mostrándome todo su culo y su precioso cochito.

Me miraba entre sus piernas sonriendo. Paseó un dedo por toda la raja del culo, y al llegar a su puertecita se lo metió entero de golpe cerrando los ojos.

Fue un show de esos que no se ven ni en “noche de fiesta” que terminó con unos movimientos muy sensuales y ella agarrándose la cabeza con las dos manos.

Al acabar la canción saltó a mi lado y susurrándome me preguntó si me había gustado. No se como podía dudarlo… es más, no creo que lo dudase, solo necesitaba que se lo dijese:

-“Muchísimo, ha sido genial”.

-“Me lo dices tu y me lo confirma esto”-dijo agarrándome a mi hermanito que se había puesto peleón.-“Seguro que esa niñata no te haría nada parecido”.

No se porqué lo había estropeado metiendo a Sonia por el medio. ¡Menudo absurdo instinto de competencia! Ya me tenía y seguía compitiendo… No le hice mucho caso al comentario, pero me sentó mal.

Antes de que continuara la conversación se puso a horcadillas sobre mi vientre y empezó a frotarse, arrastrándose arriba y abajo dejando rastro como si de una babosa se tratase.

Me quité como pude los calzoncillos y me incorporé tirándola y dejándola abierta de piernas y tumbada sobre su espalda. Apoye la punta de mi polla sobre su conchita y cuando estuve a punto de entrar a matar me interrumpió:

-“Por ahí no…, busca otro agujerito”.

I que le vamos a hacer…me vi obligado por su sonrisita a metérsela por detrás. Siempre me había dado muchísimo morbo y no me pude negar.

Empecé empujando suavemente, sin ni siquiera entrar. Luego metí la puntita y fui entrando poco a poco. Tengo que reconocer que al principio me dolía incluso a mi y al juzgar por su cara a ella también.

Con el paso de los segundos fui aumentando el ritmo. Me encantaba la sensación de calor y estrechez que me daba su culito, y eso, mezclado con la imagen de una mujer bellísima gozando. me proporcionaba un enorme placer.

-“Vuelve a correrte dentro”

Básicamente fue una orden, pero la cumplí como buena persona que soy, je je je. Pero lo que no entendí fue que se conformase con eso. Estoy convencido que ella no tuvo un orgasmo ni por asomo, pero se conformó con la excitación de lo vivido. Supongo que estaba acostumbrada a no acabar siempre.

Y eso fue todo por esa noche, nos dormimos completamente desnudos, al principio abrazados, aunque fue durante poco tiempo.

Recuerdo que empecé a soñar que Anna me hacía una mamada de lujo. Yo tumbado y marcándole el ritmo con las manos. El sueño era de esos tan reales que llegas incluso a despertarte del placer que te proporcionan.

Y me desperté. Y al hacerlo noté como si el sueño continuase. Me parecía estar sintiendo aún como me la chupaba. Tanto que instintivamente fui a cogerle la cabeza. Y que coño… su cabeza estaba ahí. Había decidido despertarme con un mamadita y no le iba a quitar la ilusión, así que la dejé hacer.

Cuando acabó, bien, cuando yo acabé hable con ella como pude:

-“¿Que hora es?

-“Son las siete mi amor”.

-“¿Y que haces despierta?”

-“Tengo que ir al despacho. Tengo una reunión importante”.

-“Está bien, ya me visto”

-“No hace falta, solo quería darte los buenos días”.

-“Entonces…”

-“Quédate durmiendo. Cuando llegue la chacha te despertará, siempre hace mucho ruido. Tu déjala hacer. Y cuando quieras te pegas un ducha y te vas, si quieres claro. No me importaría encontrarte en casa cuando vuelva”.

-“¿I no te importa que me vea?”

-“¿Quién? ¿la chacha? No hombre, si tu supieses.

-“Supongo que para cuando llegues me habré ido”.

-“Me parece bien. Ya te llamaré”.

-“Ves, a mi eso también me parece bien”.

Simplemente me dio un besito muy corto y se fue, así de simple.

No tardé mucho en volver a dormirme. Estaba muy cansado del ajetreo de la tarde noche y lo cierto es que no

me despertó en ningún momento el ruido sino la luz que entraba por la ventana de la habitación.

Al abrir los ojos me di un susto terrible. Una negra, y no es por ser racista, vestida de uniforme de criada estaba abriendo la ventana.

-“Supongo que usted es la chacha”.

-“Si, y tutéeme por favor que soy muy joven”

Lo cierto es que sí era joven. No debía tener más de veinticinco años y estaba realmente buena. La observé detenidamente de arriba abajo. Tenía unas piernas preciosas y era realmente guapa de cara. Me extrañó que fuera tan guapa, con los rasgos más suaves, menos marcados de lo que las suelen tener las chicas de color que he conocido.

-“Tuteame tu a mi entonces”.

-“Como quieras”.

No tenía el más mínimo acento extranjero. Supuse que se había criado en España y como estaba tan buena quise darle conversación.

-“¿Cómo te llamas?”

-“Maria”

-“Yo soy Arnau”.

-“Pues ahora que nos conocemos le voy a hacer una pregunta. ¿No se da cuenta que de su estado o es que le da igual?

-“¿A que te refieres?

-“A eso”-dijo mirándome el paquete-“no me importa en absoluto, pero me parece extraño”.

Me miré y estaba completamente desnudo, sobre la cama y con mi hermanito pidiendo guerra de nuevo. Aún no se como, pero en vez de avergonzarme y taparme, dije:

-“Pues si a ti no te importa a mi tampoco”.

Nos pusimos a reír y yo me quedé mirando mientras ella trabajaba. Al cabo de un rato de ella estar limpiando la habitación se puso a hablar de nuevo:

-“¿Puedo ser franca? Empieza a molestarme postura desafiante de su…eso”

-“¿Y que quieres que haga?

-“No se. Haz que se tranquilice”.

-“Hay pocas maneras de conseguir eso”.

-“Pues hazlo”.

-“Te sientes violenta de verme así y quieres que me haga una paja delante tuya”

-“Si no quieres no miro”.

-“No mujer, si quieres mirar, mira”

Y empecé a hacerme una paja mirándola a la cara. Ella tenía la vista clavada en mi hermanito y pensé que tendría que insistir muy poco para que me echara una mano, así que la invité.

-“Supongo que no querrás ayudarme”.

-“¿A que?”

-“A que va ser…, con esto”.

-“Claro que si, déjame hacer”.

Y ni corta ni perezosa se sentó en la cama y continuó ella haciéndome la paja. Pero después de lo de esa noche me sabía a poco. Y le pedí más.

-“¿Porqué no te desnudas? Yo estoy desnudo, me parece justo”.

-“A mi también”.

Y se desnudó. Yo estaba en el séptimo cielo. Al quitarse el vestidito vi que no llevaba sujetador y le eché una mano a las tetas. La tenía pequeñitas y realmente duras. Me entretuve manoseándolas un rato hasta que se echó en la cama para poder quitase las bragas. Levantó el culo y empezó a quitárselas.

Solo ver el coño negro y peludo no pude evitar meter la mano y empezar a acariciarlo. Se dejó caer sobre la cama y yo lejos de dejar mis caricias introduje un dedo en su interior.

-“Pensé que íbamos a calmarte a ti, no a sofocarme a mi”.

-“Después de esto no me conformaré con una paja”.

-“Entonces móntame jinete”.

¿Quién se hubiese podido resistir? Yo no. Así que me abalancé sobre ella y entré en su interior. Llevaba un rato bombeando cuando no pude resistir la tentación de probar su conejito, salí de su interior y me deslice por encima de él hasta tener su conchita abierta justo ante mi cara.

Estaba completamente abierta y tenía un aspecto delicioso. Bien moreno alrededor y de un rosadito precioso dentro. No pude esperar más y empecé a lamer. Os aseguro que el placer de estar comiéndome aquello es comparable al de las mamadas de Anna, y encima Maria me dice:

-“Gracias cielo, me moría de ganas de una buena comidita”.

Ya os podéis imaginar como me sentó eso, fue como una inyección de moral y empecé a lamer como un desesperado.

De todos modos, al cabo de un par de minutos decidí volver a empalarla y así lo hice.

Estuve bombeando un buen rato hasta que salí y le eché todo lo poco que me quedaba por encima.

El contraste de mi leche sobre su estomago negro era realmente excitante. Recuerdo que me quedé mirándola un rato hasta que se incorporó, me dio un beso y dijo:

-“Bien hombretón, m

uy bien. Ahora voy a tener que limpiarme, pero ha valido la pena”.

Me quedé un rato tumbado en la cama hasta que volvió y me fui a la ducha con una sonrisa de oreja a oreja, satisfecho por el trabajo realizado.

La verdad es que me hubiese apetecido quedarme en esa casa hasta el regreso de Anna y volver a disfrutar de una tarde salvaje pero yo tenía padres y si rompía con lo que solía hacer pensarían algo. Quizás pensarían que se trataba se Sonia, pero era pensar mal igualmente y no era lo que deseaba.

Como cuando pasaba la noche en casa de Carlos regresaba relativamente temprano pensé que lo más adecuado era hacer lo mismo ese día, así que a las diez y media ya salía de casa de Anna en dirección a la mía. Mejor no despertar ningún tipo de sospechas.

Al llegar a casa me llevé un sorpresón. Mis padres no estaban y las tres guerreras, es decir, mi hermana, Sonia y Nuria, se habían apoderado del castillo. Estaban tumbadas en las hamacas tomando el sol, con los pechos al aire y bebiéndose unos cubatas.

Me quedé mirándolas desde la ventana de la cocina un rato. Estaban las tres de muerte. La que me pareció más atractiva en ese momento fue Sonia. Sus pezones se veían duros, quizás acababa de salir del agua. Parecían desafiar Newton, y se salían con la suya, vamos si lo hacían.

No podía quedarme así todo el día así que me puse a chillar dentro de casa llamando a mi madre. Sabía de sobras que no estaba, pero supuse que al darse cuenta que yo estaba ahí se cubrirían y no se sentirían violentas si salía a darme un baño con ellas.

Pero no se inmutaron. Estaba seguro que me habían oído. Mi hermana había movido la cabeza instintivamente a ver que veía, por lo que quedaba claro que sabían que yo estaba ahí y como con Maria, si no les importaba a ellas no me iba a importar a mí.

Así que salí sin más. Me puse un bañador y me fui a dar un chapuzón.

No quería darle importancia a su semidesnudez pero fue inevitable y solo salir al jardín tuve que hacer algún comentario:

-“Buenos días a todas”.

-“Buenos días”

-“Os veo bien”-juro que me salió del alma.

-“Yo también te veo bien tete. ¿Que tal has pasado la noche con Carlos?”

-“Bien…muy bien”

-“Me alegro”

Recuerdo que no pude desviar la vista y mirarle fijamente las tetas a mi hermana. Supongo que mi presencia causó que sus pezones me apuntasen desafiantemente. A ambos nos resultaba una situación muy forzada.

-“¿Te gusta lo que ves?

Yo salí de mi trance momentáneo y solo se me ocurrió echarle una suave bronca.

-“No deberíais estar así en casa”.

-“No me has dicho si te gusta lo que ves”.

-“¿Qué vais a decir si llegan papá y mamá?”

-“No vendrán. Hoy comen fuera. ¿Me vas a decir si te gusta o no?”

-“De todos modos, no deberías estar así conmigo por aquí”.

-“Dices que no deberíamos estar así…, pero si hace un momento te comías mis tetas con la mirada”.

Ese comentario tan grosero de mi hermana me obligó a dar media vuelta y tirarme de golpe al agua. Hablando con ella así me parecía que todas sus frases eran puñales lanzados a matar. Había perdido todo el respeto a los lazos familiares.

Estuve un rato solo en agua, nadando, o simplemente flotando, solo y tranquilo hasta que el movimiento del agua de alguien al tirarse me desconcentró de mi empeño de no hacer nada.

Me pusieron una mano en el hombro y cambié de postura para ver quien era. Era mi hermana con toda la cara del mundo de pedir disculpas y empezó a susurrar:

-“Tete, perdona que me ponga así”.

-“No pasa nada, entiendo que las queráis tener morenitas…, pero no me ha gustado como me has hablado”

-“Te estaba pidiendo perdón por eso. No eres nadie para decirme que no enseñe las tetas”.

En ese punto se estaba agarrando de mi cuello estaba realmente cerca mientras ambos pataleábamos en el agua para seguir a flote.

-“De todos modos ya te he dicho que no deberíais estar así delante de mí”.

-“Si lo hacemos por eso”.

-“No te entiendo”.

-“Queremos que te fijes más en Sonia, que le hagas más caso, Ayer no la llamaste tío”.

-“¿Y?”

-“En principio tenía que ser ella la que te las e

nseñase…, pero nos pidió que nosotras también y si a Nuria no le importó no me iba a importar a mi”

Mi hermana estaba realmente cerca. Según el pataleo me restregaba los pezones y empezaba a ponerme enfermo. Sí, maldita sea, mi hermana.

-“Es que no quiero nada con ella”

-“Bueno, bueno, eso ya lo veremos”.

-“Soys algo malvadas”.

-“Siiii. Eso me recuerda una cosa. No me has dicho si te gustaba lo que veías”.

No pude contestar. Era obvio que sí y no me atrevía a decirlo.

-“¡Uy! Veo que si”- mi hermanito se había puesto peleón y la había tocado por debajo del agua-“No querrás tocarlas ¿verdad?”

-“¿Que dices? Estás loca”.

-“Vamos, se que te mueres de ganas de tocarle las tetas a tu hermanita. No se lo diré a nadie”

Me quedé sin habla y que limité a mirarla a los ojos.

-“A mi no me engañas, esto me dice que quieres tocármelas”-y me agarró. Sí me agarró de ahí.

Yo me aparté de golpe y me fui nadando hacia la otra punta de la piscina. No estaba enfadado, pero eso pensaría mi hermana puesto que me chilló:

-“Perdona tete, no era mi intención…”

Tuve que contestar con un “no pasa nada”. No estaba enfadado, pero eso no se hace, alguien podría volverse loco con esa conducta.

No creo que pasase mucho tiempo hasta que vino Sonia a hablar conmigo. Se que fui estúpido, yo mismo me puse en esa situación. Solo hacía falta quedarme en mi habitación todo el día y me hubiese librado de todos aquellos ataques directos que me estaban propinando las tres guerreras.

Vi como Sonia venía nadando desde la otra punta de la piscina, mirándome a los ojos y con la ya típica sonrisa pícara que empezaba a traerme loco:

También ella se agarró a mi cuello. No creo que fuese necesario porqué estábamos en la parte menos profunda de la piscina donde no cubría ni de casualidad. En realidad el nivel del agua llegaba al ombligo, lo que pasa que al dejar las piernas muertas y flotar te llega al cuello, pero vamos, no hacía falta acercarse tanto y volverme a restregar sus pechos, se habían propuesto volverme loco.

-“Hola Arny”

-“No me gusta que me llames así”

Hizo un pequeño gesto, acercando la cabeza hacia la mía. Supongo que quería besarme, y como yo no hice el mismo gesto se entristeció algo.

-“Eres malo conmigo”.

-“No mujer. Soy más bueno de lo que te crees”.

-“No me llamaste ayer. Estaba convencida que lo harías”.

-“No pude”.

-“Ya, Eres don vago, no haces ni el huevo, pero no tienes tiempo para una llamadita”

-“Sonia, no te pongas así”

-“Sabes que, me da igual. Si no te gusto…”

-“No es eso mujer…”

-“No, no. Si lo entiendo”.

Y diciendo esto me sonrió y me guiño un ojo. Yo pensaba que le estaba dando calabazas y la tía ahí, sonriéndome. ¿Alguien de por aquí entiende a las mujeres?

-“¿Sabes en que nos diferenciamos las mujeres de los hombres?”

Entre que no sabía muy bien por donde iba la pregunta y que su sonrisa me estaba descolocando no respondí.

-“Somos más perseverantes”.continuó.”y si alguien se nos mete entre ceja es nuestro. Estás condenado. Tarde o temprano serás mío”.

Y diciendo esto se acercó a mi dándome un fuerte abrazo que por cortesía devolví. Sentía sus pechos clavándose contra mi. Juro que parecía que me iban a atravesar. Ya he comentado que eran más bien pequeños, pero de una dureza excepcional.

Aún abrazados note como se soltaba de un brazo y lo ponía entre nosotros dos, primero acariciándome el tórax, pero después metió la mano dentro de mi bañado.

No se como podía sentirse tan atraída por mi si continuamente me quedaba embobado.

Lógicamente se encontró con mi hermanito en pie de guerra y empezó a acariciarlo muy lentamente. Después, aunque intenté evitarlo, me lo sacó del bañador y empezó a hacerme una paja que me estaba volviendo loco.

La estaba mirando a los ojos cuando note que se estaba frotando el coño por encima del bañador con mi polla mientras continuaba pageándome. No sabría describir la cara de placer que ponía en ese momento esa mujercita con mi polla entre sus manos.

Yo ya estaba a punto de correrme. Cerré los ojos y c

on toda la puterío del mundo me soltó. La miré de nuevo y sonriéndome me dijo:

-“Si quieres que lo acabe me lo vas a tener que pedir”.

Y se alejó nadando. Sin más. Mi hermana y Nuria se habían dado cuenta de todo y estaban riendo a carcajadas. Les faltó poco para aplaudirla, pero se conformaron con darle un cachete en el culo antes de que se tumbara.

Siguieron hablando y riendo, supongo que de mi, al menos durante el tiempo en que yo esperaba a que se bajasen los humos por mis tierras profundas. Conseguían hacerme sentir realmente mal, muy incomodo con su compañía, así que salí del agua y me fui a mi habitación.

Me quité el bañador mojado y me tumbé en la cama solo con unos calzoncillos. Se que me puse a escuchar música. Me gustaría decir qué, pero mentiría porque no me acuerdo.

Tal y como estaban las cosas incluso me extrañó que llamasen a la puerta respetando mi intimidad. A esas alturas era toda una sorpresa:

-“Pasa seas quien seas”

Debería haber dicho seáis quienes seáis. Eran las tres con cara de buenas chicas que seguro venían a pedir algo.

-“Tete”.

-“Dime”

-“¿Podrías ponernos el yacusi en marcha, por favor?, se bueno, va”.

-“Siempre me toca ser el bueno”-la verdad es que no me costaba nada pero quería que rogaran un poco y hacer ver que me daba muchísima pereza.

Aunque parezca increíble mi hermana no sabía ni siquiera poner el yacusi en marcha. Se mareaba con los botones. En mi casa a nadie le gustan los botones. Ni tan solo saben programar el video. No creo que sean inútiles, más bien creo que tienen miedo de romper algo si algún día prueban de hacerlo por ellos mismos. Pues bien, que quede claro que los electrodomésticos no se rompen fácilmente. Por teclear el video media hora no se va a romper, ni se va a romper la placa del ordenador si pones tu mismo la nueva memoria Yam…, los electrodomésticos de hoy en día y la electrónica en general están hechos a prueba de idiotas.

Esto no venía a cuento, pero si no lo suelto reviento, volvamos a la historia allí donde la dejamos.

-“Porfa, porfa”-Ver a las tres casi suplicando estuvo bien, realmente bien

-“Está bien. Vamos allá”.

Llegamos al baño de mis padres, el más grande y donde tienen un yacusi que despertaría le envidia de Anna, con lo contenta que estaba ella echándome polvotes en su yacusi.

En este cabían al menos cinco personas, seis apretando. Era de obra, hecho por un paleta y un fontanero a la medida justa que pidieron mis padres. Nunca comprendí porqué lo quisieron tan grande.

Cuando estuvo todo listo y ya se estaba llenando me giré y le dije a mi hermana:

-“Yo os podéis dar un baño”.

-“¿No te quieres quedar con nosotras?”

Diciendo esto empezaron a desabrocharse la parte de arriba de los bikinis que no se para que se las habían puesto.

-“No. Y aquí no se os van a poner morenas”.

-“Es que nos vamos a bañar desnudas”- y se bajaron los bikinis quedándose como dios las trajo al mundo.

-“¿Qué hacéis?

-“¿Me vas a decir que no te gustamos?”-Me sorprendió que Nuria me hablase así.

Me las repasé de arriba abajo. Estaban…buenísimas coño. Aunque no era así, representaba que era la primera vez que las veía completamente desnudas y pensé que no les importaría que las mirase bien miradas. Es más, seguro que les gustó.

Mi hermana se sentó junto a Nuria y Sonia quedó algo apartada. Me quedé mirando un rato mientras subía el nivel del agua e iba mojando primero sus culitos y después sus conchitas. Yo por mi parte supongo que empecé a ponerme peleón otra vez y lo notaron:

-“Pues yo creo que si quieres bañarte con nosotras”- dijo Sonia señalando mi paquete.

-“Tienes razón. Me apunto”.

Fui a meterme en el agua pero mi hermana me frenó. Me quedé quieto delante del yacusi con sus miradas clavadas en mi:

-“Quitate eso para entrar”-logicamente señalaba a mis calzoncillos.

-“No jodas. Me da vergüenza”.

-“Pues no entras”-continuó Nuria-“pero no debes tener vergüenza, ya sabemos que vas bien armado”.

De un ataque de valor me bajé los calzoncillos de un tirón y al levantar la mirada vi que las tres me estaban clavando los ojos en mi verga. Muchos juegu

ecitos de lesbiana se me morían por pillar una buena polla de vez en cuando.

-“Joder con mi hermanito. Aunque te la había tocado no la había visto y la verdad es que se ve hermosa. ¿Tu que opinas Nuria?”

-“La verdad es que sí. Muy hermosa diría yo. ¿tu que crees Sonia?”

No me importaba nada que estuviesen las tres mirándome y alabando a mi polla, Por mi podían seguir haciendo.

-“Vamos a ver”- dijo Sonia-“hermosa es, pero mucho provecho no le saca”

No me gustó mucho el tono en que lo dijo, pero como me hizo señas para que me sentara a su lado solo pensé que quizás acabaría lo que había dejado a medias en la piscina.

No se si es que al vernos desnudos perdimos nuestras armas, pero lo cierto es que Sonia y yo nos limitamos a mirar a la pared durante un rato. En cambio mi hermana y Nuria empezaron a tocarse sin ningún pudor. Yo estaba como una moto y miré a Sonia que me sonreía.

Le hice un gesto moviendo la cabeza hacia mi pene para que me masturbara y me susurró:

-“Te he dicho en la piscina que si querías que acabara tenias que pedírmelo”.

No se a que vino, pero me entró un sentimiento de rabia y afloró mi orgullo. No iba a pedirle que me hiciese una paja, así que sin más cogí la mano derecha de Nuria y la acerqué a mi polla. Cuando la hubo agarrado la solté y miré fijamente a Sonia como diciendo: “¿Y ahora que?”

Nuria no hizo el más mínimo signo de querer soltarse, es más, empezó a mover la mano lentamente, masturbándome con calma mientras su hermana, Sonia, nos miraba con mucho cabreo e indignación.

Yo empecé a sobarle una teta a Nuria y lo cierto es que ignoré por completo a Sonia. No tardé mucho en correrme y al hacerlo Nuria cogió parte de mi leche y se la llevó a la boca:

-“¡Deliciosa!”

Sonia se levantó y se quedó mirándome mientras mi hermana echaba su mano a mi paquete y rebuscaba restos de mi leche. A mi la verdad es que ya no me extrañó, pero cuando se chupó la mano y exclamó lo mismo que Nuria, Sonia se fue del baño sin secarse ni nada.

-“Se lo estás poniendo muy difícil a mi hermana, ¿no?”

-“Yo que se. Es ella”.

-“Es ella, es ella. ¿A caso no quieres tirártela?”

-“Coño Laura. No te das cuenta que se ha enamorado de mi. No quiero nada con ella”.

-“Que tierno. No quiere romperle el corazón. ¿No crees que es muy tierno Nuria?

-“Mucho. Pero podrías intentar salir con ella para que no estuviera tan triste”.

-“Que conste que está triste porqué has probado mi leche cuando en el fondo la quería ella. Hasta entonces estaba combativa”.

-“Quizás tienes razón. Pero estaba rica”.

-“Si que lo estaba”.

-“Coño Laura que asco. Eres mi hermana”.

-“¿Y que? Tu leche está rica y si me lo pidieses te daría una buena mamada”.

-“Me apunto”-Nuria se apuntaba a un bombardeo

-“Sereis viciosas”-y me levanté y me fui, dejándolas a ellas riendo por los descosidos y tocándose aún durante un rato.

No se si estaba enfadado o triste o preocupado o …, estaba muy raro. No me sentía bien conmigo mismo. Así que en vez de irme a mi habitación fui a dar una vuelta por la casa a ver si me encontraba a Sonia.

La estuve buscando cerca de media hora y no había manera así que me fui a “esconder” en mi habitación, a refugiarme en mi intimidad.

Abrí la puerta y me encontré a Sonia sentada en mi cama. Se había vestido. Llevaba unos tejanos y una camiseta de algodón blanca con algún estampado estúpido sin mucho sentido. La miré y me di cuenta que parecía una niña, con el cabello suelto, sin nada de maquillaje y completamente vestida cambiaba. Parecía una mosquita muerta, y en vez de ponerme más tierno solo consiguió que me pusiese a la defensiva.

-“¿Qué haces aquí?”

-“Perdona, ¿te molesta?”

-“La verdad es que no”.

-“¿Podemos hablar?”

-“¿Y que estamos haciendo?”.

-“Me refiero a hablar sin ponernos bordes ni gallitos”.

-“Sinceramente, no me apetece, creo que la conversación acabará mal”.

-“No seas cobarde”.

-“No soy cobarde. No quiero que acabemos mal”.

-“¿Y porqué vamos a acabar mal? Somos amigos, ¿no?”

-“Por eso mismo”.

-“¿Qué quieres?”

-“¿Qué quieres tu? Yo en principio nada. Me conformaba con la amistad

que teníamos hasta el domingo pero te has propuesto volverme loco”.

-“No es eso. Intento…, no se como decirlo…, tenerte”.

-“No te das cuenta que no siento nada por ti. Perdona que sea tan duro, pero es que es cierto. Nos conocemos desde pequeños y te quiero muchísimo, pero no me veo como tu pareja”.

-“¿Porqué no? Nos llevamos muy bien, nos entretenemos con la mismas cosas, reímos mucho juntos…”

-“Eso es amistad, ¿no crees?”

-“No me tomes por tonta. Tienes unas ganas de echarme un polvo que no te aguantas. Eso no se hace con amigos”.

-“Je je, supongo que tienes razón”.

-“Je je. ¿Y que vamos a hacer?”

-“No lo se. La verdad es que no lo se. No quiero que acabemos peleados por esto”.

-“Pues dime exactamente que quieres”.

-“Dimelo tu. Eres tu quien me está buscando”.

-“No se, quiero que me llames, que me des un beso cuando me veas. Quiero Salir a pasear cogidos de la mano…”

-“Vamos, quieres que seamos novios como dios manda”.

-“Pues sí,¿que hay de malo en eso?”.

-“Supongo que nada. Me parece bonito incluso a mi, y si quieras que te sea sincero te diré que algunas de las cosas que has dicho también las quiero yo. No estaría mal salir a pasear los domingos, o ir al cine, o tener alguien siempre esperando tu presencia…y eres la persona adecuada para eso”.

-“Entonces,¿Dónde está el problema?”

-“Que nos tomaríamos la relación de distinta forma, y acabaríamos peleados y perdiendo la amistad”.

-“¿Que quieres decir?”

-“No te lo tomes mal, pero se que me acabarías agobiando y anulando por completo mi vida privada. Me absorberías y no tengo edad para eso”.

-“O sea, que quieres estar conmigo y no das el paso porque piensas que te voy a apartar de tus amigos y tus juergas, joder, de vaya elemento me he ido a enamorar”.

-“Ves lo que te decía, escucha lo que acabas de decir”.

-“Yo no he dicho nada”.

-“¿Cómo que no? Te acabo de oír. Yo no puedo decir que sienta lo mismo. Me parece injusto.

-“Bueno, me parece bien. No te lo puedo reprochar. Pero tengo claro que te gusto mucho, no estarás enamorado pero se que te gusto”.

-“Sí, no lo he negado”.

-“Pues bien, decide si quieres correr el riesgo. Yo soy quien puede perder más y estoy dispuesta”.

-“Y se supone que debo decidirlo ahora”.

-“No hombre no. Que te parece si quedamos el domingo y me cuentas que has decidido”.

-“Me parece bien”.

-“De acuerdo. ¿Te puedo pedir un favor?”

-“Claro”.

-“Aunque no seamos novios, ¿podrías no volver a jugar con mi hermana? Cuando la he visto masturbarte se me han revuelto las tripas. No te lo voy a negar, me he muerto de envidia, tanto que casi rompo a llorar ahí mismo”.

-“Está hecho. Sé que he sido muy cruel y me sabe muy mal”.

Me dio un besito muy corto en los labios, y no me voy a poner a mentir ahora, me gustó mucho, y salió de la habitación. Los cambios de táctica de guerra de esa muchacha acabarían por volverme loco, tan pronto se ponía juguetona como cariñosa. Creo que jamás llegaré a entender a las mujeres.

No tardé mucho en salir tras ella. No es que la persiguiera, pero estaba muerto de hambre y supuse que se quedarían a comer las dos hermanas puesto que mis padres no estaban.

Aunque era la más joven de los cuatro, Sonia era con mucho la que cocinaba mejor. Quizás por eso, o porqué los demás éramos unos comodones, cada vez que estábamos los cuatro solos cocinaba ella. Incluso a menudo se volvía posesiva e intratable y no nos dejaba ayudar, se encerraba y no había manera de saber que se iba a comer ese día.

Pero como por norma estaba para chuparse los dedos nosotros la dejábamos hacer. Incluso debo reconocer que me gustaba ver como se ponía caprichosa en hacer las cosas a su manera y ella solita como si fuese toda una madre de familia. En cuanto a las otras dos, bueno, eran más vagas que yo, por lo que siempre la dejaban hacer. Como mucho se ofrecían a poner la mesa, aunque eso era casi siempre, trabajo del menda.

Mi hermana, Nuria y yo estábamos entablando una especie de competición en ruidos de estómago mientras mirábamos la tele. Sonia llevaba mucho rato encerrada en la cocina. Demasiado para nuestros pobres y jóvenes estómagos que no iban a resistir mucho más cuando una voz liberadora nos llamó a la mesa.

Nos sentamos a la mesa y nos sorprendió con una magnífica bandeja de lasaña. A todos nos gustaba, pero a mi me volví

a loco. Sonia se la curraba de arriba abajo, desde la bechamel a la carne. Era una especialista.

-“Tete, a alguien le han preparado su plato preferido…”

Ni siquiera la contesté. Simplemente miré a Sonia y la sonreí. Supongo que no debía tener esa complicidad con ella en la situación en la que nos encontrábamos, pero se lo merecía. Se que puso mucho amor en esa lasaña y lo menos que pude decir fue:

-“Deliciosa”

-“Gracias”

Por un momento todos nos deshicimos en halagos pero lo importante estaba en la mesa y el mejor cumplido que se le puede hacer a un cocinero es dejarle ver como devoras su comida con ansiedad. Y vamos si lo vio. Ella a penas probó bocado. Todos sabíamos que la lasaña no era su comida predilecta, pero a los demás nos encantaba y nos miró satisfecha como devorábamos todo lo que nos había cocinado.

Después de comer mi hermana y Nuria corrieron a bañarse en la piscina, por lo que me vi obligado a recoger la cocina. Hubiese sido un insulto permitir que lo hiciese ella, pero de todos modos me ayudó, como si yo no fuera capaz de hacerlo solito.

Lo peor fue que mientras recogíamos la cocina los roces y las risas estuvieron presentes en todo momento, dándome la impresión en algún momento que ella ya actuaba como si fuésemos una pareja consolidada, y no lo éramos, maldita sea. Me gusta tomar mis propias decisiones.

La tarde pasó sin más con las dos brujas bañándose y Sonia y yo a ratos mirando la tele, a ratos hablando, o simplemente sin hacer nada.

Hubo un momento en que tuve que ausentarme. Estábamos Sonia y yo solos mirando la tele y recibí una llamada. Era Anna que me echaba de menos y por motivos obvios tuve que ir a mi habitación a hablar No se que pensaría Sonia.

-“Si”.

-“Hola rey”.

-“Ahh eres tu”.

-“¡Que efusivo!”

-“Ahá”

-“Estaba siendo irónica”

-“Ahá, no ahora no”.

-“¿Que coño dices?”

-“Bueno, como tu quieras”.

-“Ahh, vale. No puedes hablar. ¿Es eso?”

-“Has dado en el clavo”.

-“¿Estás con tus padres?”

-“No”.

-“¿No estarás con la niñata esa?”

-“Pues sí”

-“Joder. Pero si ella no te da lo que te doy yo”.

-“Ya puedo hablar, estoy en mi cuarto. Y ya lo se, pero es muy buena chica”.

-“Pierdes el tiempo. Ven a pasar la noche a casa”.

-“No puedo. Mis padres sospecharán algo si falto dos noches seguidas”.

-“Claro, como ya vas bien servido”.

-“No es eso mujer…”

-“No que va…, todos los hombres sois iguales”.

-“Que no”

-“María me ha contado lo sucedido”.

-“Mierda”.

-“No pasa nada. Yo me lo he montado con ella varias veces”.

-“¿No decías que no habías engañado nunca a tu marido?”

-“Bueno, no con otro hombre”.

-“Que pillina…”

-“Pues sí. Bueno, entonces te apetece venir mañana por la mañana. No tengo nada que hacer”.

-“La verdad es que si me apetece”.

-“Pues tu mismo, ven cuando quieras. Nos lo pasaremos bien”

-“De eso estoy seguro”.

-“Y si llegas antes de las once nos podremos tirar a María los dos a la vez”.

-“No jodas, ¿querrá?”

-“Por supuesto, a esa le va todo”.

Hablar con ella por teléfono me puso cachondísimo, y aún no habíamos acabado de hablar cuando iba a salir de mi habitación y me encontré a Sonia escuchando. Como acto reflejo dije adiós y colgué asustado:

-“¿Quien era?”- parecía realmente enfadada.

Yo balbuceé un momento hasta que pensé que podía hacerme el disgustado con ella y pasar el arrepentimiento a su bando:

-“¿Qué hacías escuchando?”

-“No me cambies de tema”

-“Si aún no estamos saliendo y ya te comportas así no quiero saber que me harás si algún día salimos”-reconozco que me pasé con el contraataque.

-“Vale, vale. Perdona por favor”-dijo poniendo cara de auténtica tristeza-“A sido un ataque de celos muy feo. Perdóname por favor, no me lo tengas en cuenta”.

Aún y viéndola destrozada y arrepentida tuve el estomago de seguir machacándola:

-“Eso no se hace. No quiero saber nada de quien no es capaz de respetar mi intimidad”

-“Perdóname por favor. Ha sido un impulso estúpido. No volverá a pasar”- estaba casi llorando.

-“No me espíes más”.

-“No lo haré. Lo prometo. Pero sigue pensando en lo nuestro”.

Se hizo el si

lencio por un breve espacio de tiempo y tubo que preguntar o reventaba:

-“¿Tienes un lío con alguien?”

-“No te importa. Que yo sepa tu no eres ni mi novia ni nada que se le parezca”- creo que fui demasiado duro. Faltó realmente poco para que llorara y se sintió realmente acorralada.

-“Está bien. Quiero que sepas que quiero hacerlo realmente bien. Supongo que debes tener algún lío. ¿Y sabes que te digo? Que no me importa. Si antes del domingo lo terminas y decides estar conmigo y serme fiel estaré contenta. Pero deberás prometerme ser fiel”.

-“El domingo ya hablaremos”.

-“Bueno, tengo bastante fe en eso”.

-¿Tema zanjado?

-“Sí”.

Esa tarde no nos volvimos a dirigir la palabra hasta que se fueron y se despidió de mi. Me pilló por sorpresa y me dio un beso. No osé despreciarlo y la acogí en mis brazos, pero me dijo algo que se me clavó en el alma:

-“Mañana, en la cama con ella piensa en mi”.

Y sin decir nada más se montó en el coche de su hermana y se fueron. Mi hermana lo escuchó todo, así que supuse que me esperaba un buen interrogatorio. Pero no estaba dispuesto a tragármelo en aquel momento.

Por algún motivo que desconozco mi hermana se tragó la curiosidad, al menos por el momento y no me persiguió hasta mi habitación. Siempre se había comportado como una cotilla asquerosa y ese día, que tenía motivos, no lo fue. Supongo que eso, y la difícil situación en la que me encontraba provocaron en mi unas terribles ganas de hablar con ella, de conocer la opinión de una mujer de todo el follón en el que me había metido.

Llamé a su puerta delicadamente y simplemente dijo:

-“Nunca te ha detenido esa puerta. Pasa”

Al entrar en su habitación me la encontré tumbada sobre la cama con una camiseta blanca muy larga que le llegaba hasta las rodillas y con los tobillos cruzados. Estaba leyendo una de esas estúpidas revistas de adolescentes y ni siquiera me miró cuando entré.

No sabía por donde empezar, y me resultaba más difícil aún porqué ni siquiera me miraba. Por suerte el silencio acabó molestándola a ella también y empezó a hablar:

-“Bueno tete, ¿me vas a decir lo que sea que quieras decirme?

-“Es que no se por dónde empezar”.

-“Entonces me pondré cotilla. Si respondes a mis preguntas estarás hablando, y seguro que acierto el tema”.

-“Bueno, ¿Qué quieres saber?”

-“¿Quién es ella?

-“¿Quién es quien?”

-“La tía que se te folla sin que nos lo cuentes. Has roto el pacto”.

-“No te lo puedo decir, por eso no he explicado nada de cómo fue”.

-“Je, je. Ya me imagino quien es”.

-“No creo”.

-“Vamos que no. Tu te estás cepillando a Anna”.

-“Coño Laura. No digas nada o me matan”.

-“Tranquilo. Pero tienes que saber que es peligroso jugar con mujeres casadas”.

-“Lo se. Tranquila”.

-“¿Y como fue?”

-“Uhffff. Genial. Te lo aseguro”.

-“Cuenta, cuenta”.

-“No me resulta agradable contar esto”.

-“No te hagas el estrecho”.

-“Lo cierto es que la primera vez no fue nada del otro mundo. Fue en casa, en mi cuarto de baño…”

-“Joder, que par de huevos tienes…, en casa”

-“Si, pero ya te digo que la primera vez fue muy normalita”.

-“¿Me estás diciendo que te la has tirado varias veces?”

-“Sí, ayer estuvimos toda la tarde haciendo faena”.

-“Je, je. Pobre Sonia, le va a costar competir con eso”.

-“Eso es lo que me preocupa, no se que hacer con ella”.

-“Bueno, hablémoslo. Siéntate”.

Cogí una silla cubierta de ropa y me senté al lado de la cama. Ella se incorporó y dobló las rodillas, por lo que se le subió la camiseta dejando al aire parte de su pocholo.

Yo me la miré poniendo cara rara y ella me increpó:

-“No te vas a acostumbrar nunca a verme así. No pasa nada hermanito. Mira, si quieres me abro de piernas”- dijo esto dejando caer las piernas a los lados de la cama y empezó a jugar con sus pelitos.

-“Me resulta muy difícil hablar en esta situación”.

-“Te pones cachondo, ¿eh?”

-“Pues sí, joder. Y no está bien”.

Le sorprendió mi sinceridad y se cubrió para seguir hablando:

-“¿Que problema tienes con Sonia?”

-“Pues lo que te he dicho. No se que hacer con ella”.

-“Salir”.

-“Es que no se si quiero”.

-“¿Porqu&eacute

; no vas a querer? Está muy buena, es guapa, es simpática y te lo pasas muy bien con ella”

-“Ya, pero es una mujer”.

-“Sí ves eso si lo tiene”-dijo irónicamente-“no se que esperabas”.

-“No es eso coño. Lo que ya me huelo que se tomará la relación muy en serio, me agobiará, nos enfadaremos, lo dejaremos y se acabará la amistad”.

-“Pues deja claro que tipo de relación quieres antes de empezar”.

-“Ya. Y al principio irá bien. Pero luego irá apoderándose de mi vida privada poco a poco y al final me intentará absorber”.

-“Me molesta que tengas razón. Creo que eso va ser exactamente lo que va a pasar”.

-“¿Entonces que hago? Le digo que no”.

-“¿Qué quieres decir con eso?”

-“Que si le digo que no quiero salir con ella”.

-“¿Se te ha declarado?”

-“Sí, más o menos”.

-“Que tierno…, pobrecita. Como le digas que no te mato”.

-“Pero si tu me acabas de decir que…”

-“Nada. Piensa en lo importante. A ti te gusta, quieres estar con ella y por supuesto que te la quieres tirar, y creo que eso no va a suceder si no dices abiertamente que eres su novio”.

-“Esa es otra. ¿Te imaginas a nuestros padres con los suyos celebrando que somos novios? Diciéndonos que vayamos con cuidado, mamá con la cara de tonta mirándome llena de felicidad, joder, vaya numerito”.

-“Je je, tienes razón. Pero pobre chica. Seguro que te quiere mucho”.

-“Ya”.

-“Bueno, pues mi consejo es que salgas con ella. Sería diferente que no te gustase, pero se ve que te trae loquito. No seas cobarde. Y no me pongas esa cara”.

-“La cara no es por ti. Hay algo debajo de toda esta ropa que se me está clavando en la pierna”.

-“Pues sácalo”

Lo cogí y era una enorme polla rosa de plástico.

-“¿Qué es esto? Laurita, Laurita…”

-“Dame. Es mío, tu también te masturbas”.

-“No te lo doy. ¿Qué es eso de que yo también me masturbo?”

-“Te he visto”.

-“Joder, ¿me espías?”

-“Claro, tienes una buena tranca”.

-“Coño Laura, eso no se hace”.

-“Bueno ya. Tampoco se cogen las cosas de los demás”.

-“Anda ten guarra. No me vuelvas a espiar”

-“Bueno, no te enfades”

-“No me enfado. Sabes que nunca me enfado, pero no debes hacer esas cosas”.

-“¿Quieres ver como lo hago yo?

-“¿El que?”

-“Masturbarme”.

-“Coño Laura, para ya”.

-“No seas estrecho”- y diciendo esto empezó a pasearse la poya rosa por la entrada de su chochito.

-“Joder… que hermana tengo. Me voy”.

-“Vale, pero antes mira como entra enterita”.

-“Oye, ¿no te das cuenta que esto no está bien?”

-“No, no vamos a follar juntos. Solo miras como me masturbo”

-“No está bien”.

-“Vale, lo que tu digas. A mi me parece bien y se que a ti te gusta”.

-“No me gusta”.

-“A no, ponte de pie”.

-“¿Para que?”

-“Ponte de pie hombre”-no sabía para que, pero le hice caso.

-“Ya está”

-“Je, je. Dices que no te gusta y te van a reventar los pantalones”.

Me senté de golpe.

-“Eso no significa que esté bien”.

-“Ya lo se. Pero me apetece masturbarme mientras tu también lo haces. Así no te tendré que espiar”.

-“No se”.

-“Venga. Mastúrbate mirándome, me pondrás a cien”-dijo mientras se quitaba la camiseta y se quedaba completamente desnuda.

-“Está bien, pero pobre de ti que intentes algo más”.

Me bajé los pantalones y los calzoncillos y empecé a masturbarme mirándola fijamente, aprendiéndome su cuerpo de memoria.

-“Es que tienes una tranca…, me la comería”.

-“Coño Laura, para ya”.

-“Vale, vale. No digo nada”

Estuvimos un buen rato así y cuando vi que yo estaba a punto de acabar me dijo:

-“¿Me la das?”

-“¿Qué?”

-“Tu leche”-dijo cogiéndome la polla con una mano y poniendo la otra en frente.

-“Te he dicho que ni me tocases”-la increpé mientras se llevaba a la boca su mano sucia y la limpiaba a lametazos.

-“A sido un impulso. Perdona”.

-“Mira, vamos a tener que cortar esto de raíz. Nada más de jueguecitos sexuales”.

Me levanté y me subí los pantalones y me iba a ir cabreado cuando mi hermana me salió con otra de las suyas:

-“Bueno, supongo que no querrás venir”.

-“¿Venir a donde?”

-“A los tres días nudistas”.

-“¿Qué coño es eso?”

-“Papá y mamá se van de viaje m

añana hasta el sábado, ¿no?”

-“Sí”.

-“Pues vamos a hacer los tres días nudistas. Nuria, yo y cinco amigas nuestras. Ibas a ser el único hombre invitado…”

-“¿Y Sonia?”

-“Sonia se va con sus padres y los nuestros de viaje. Le hacía ilusión, supongo que por eso te dio tiempo hasta el domingo, como no iba a estar antes le daba igual que lo decidieses”.

-“Y tus amigas…,¿Qué tal están?”

-“Je je. Pillín. Ya te vienen ganas, ¿eh?”

-“Pues sí. De algunas tengo fotos, pero no te las voy enseñar. Prefiero ver tu cara de sorpresa”.

-“Ya empezamos. Bueno, no quiero suplicar”.

-“Eso sí, a las once estate despierto para cuando lleguen”.

-“Vale”-hice una breve pausa y continué-“No puedo”.

-“¿Cómo que no puedes?”

-“He quedado. Intentaré llegar temprano, pero no será seguro antes de las once”

-“¿Con quien has quedado?”

-“¿Con quien va a ser?”

-“¿Con Anna otra vez?”

-“Sí”.

-“Pues te voy a dar un consejo. No dejes que se complique la cosa. Mañana ves si quieres, pero dile que se ha acabado. Puede acabar siendo un marrón”

-“Iba a dejarlo de todos modos si salía con Sonia. Pero me sabe mal, es muy buena mujer”.

-“¡Que dices! Con esa pinta de come hombres…”

-“No, que va. Es ,muy agradable, muy simpática y muy buena mujer. No es tan frívola como parece”.

-“Ojalá todos los hombres fueran como tu…”

-“¿Qué quieres decir?”

-“Que normalmente dejáis verdes a las mujeres que ya os habéis tirado”.

-“Como iba a hacer eso. Es una bellísima persona”.

-“Ya, ¿y que tal folla?”

-“Si yo te contara…”

-“Eso es lo que quiero, detalles”

-“No te los voy a dar. Me voy a mirar la tele”.

-“Y cena bien. Que mañana gastarás muchas energías”

No me sentía muy cómodo paseando por el pasillo con sus carcajadas de fondo pero lo que dijo me hizo sentir bien. ¿Con cuantas mujeres me cruzaría al día siguiente? Con Anna y María seguro e intentaría por todos los medios pillar a Nuria en la fiestecita, aunque para eso tenía tres días.

Eso me recordó a Sonia, que le prometí no tener ningún asunto con su hermana, y pensé en intentar evitarla, aunque prevaleció el sentimiento de: “ojos que no ven, corazón que no siente”. Además, era la tía que estaba más buena de la uni y no iba a permitir que se me escapase por una promesita a alguien con quien, al menos de momento, no me unía ningún tipo de compromiso.

Fue un sacrificio enorme. La juventud no estamos preparados para levantarse a las nueve de la mañana en periodo de vacaciones y mucho menos para encontrarnos la casa llena de gente ajetreada. Por un lado mis padres con las maletas, por otro Laura ayudándolos a coger todo para que se fuesen de una vez y convertirse en dueña y señora de su pequeño imperio. Y aunque el agobio de esos momentos en casa fue grande no consiguieron vencer o borrar la sonrisa que lucía, ansioso por llegar a casa de Anna.

Once minutos de mi casa a casa de Anna. Para mi y mi patético ciclomotor eso representaba un auténtico récord digno de ser recordado. Como no lo fue el recibimiento que tuve en casa de Anna. María abrió la puerta con la ropa de trabajar y podía ver a Anna por el comedor dando vueltas vestida con un traje chaqueta de color claro buscando algo.

-“Buenos días tenga usted. Pase por favor”.

-“No quedamos en que me tutearía”.

-“No se me permite tutear a los amigos de mis señores”.

-“Anna, ¿Qué pasa?”

-“¿Qué quieres decir?”

-“Pues eso, ¿Qué pasa?”

-“Que va a pasar…”

-“¿No habíamos quedado esta mañana?”

-“¿Para que? Da igual. Tengo que irme a trabajar. Tomate un café si quieres.

-“Oye, ¿y de lo nuestro?”

-“¿de lo nuestro? Oye tu estás mal”.

-“Pero ayer y antes de ayer…”

-“Me vas a volver loca…”

-“Pero…”

-“¿El señor se va a tomar el café solo o con leche?”

-“Me voy. No entiendo nada”.

Dije eso y me dirigí a la puerta sin entender nada de lo que ahí pasaba.

-“Lo digo por si te vas a follar a las dos a la vez o Anna que se espere”.

Joder. Había sido toda una broma, poco graciosa, pero una broma al fin y al cabo y no se me pasó la mala leche hasta que María se acercó a mi, me agarró el paquete y le gritó a Anna:

-“Esto está muy mal. Parece inconsciente”.

-“Tendremos que reanimarlo”.

-“Vamos a ello”.

María se agachó, me bajó la cremallera y solo sacarme la polla fuera empezó a mamármela.

-“Necesitaré tu ayuda. Esto esta muy mal”.

Y ahí estaba yo, con cara de tonto mientras las dos me la estaban chupando, cambiándosela de boca y dándose besos la una a la otra. Era quizás mejor mirar que disfrutar de la mamada.

-“Anna, esto ya está resucitado. Debemos aplicarle un buen tratamiento”.

-“Me parece bien. Vamos a la habitación”.

Me ponía muy cachondo que hablasen de mí como si yo no estuviera.

Me llevaron a la habitación cogidas cada una de un brazo. Entre las dos me desnudaron en un momento. Lo hacían tan bien que ni siquiera las ayudé. Eran como mis esclavas. Lo que realmente me extrañó fue ver como Anna se sentó a mirar mientras María se desnudaba.

Ya desnuda me pegó un empujón para que me tumbara. Me quedé mirándola y fui a quejarme por la ausencia de Anna en la cama pero no me dejó. María se sentó encima de mi cara, restregándome su coño por la boca.

Empecé a lamerlo, pero de seguida lo apartó y fue moviéndolo por mi cuerpo, como si quisiese que me impregnase de su olor. Se dio media vuelta, apoyando su espalda contra mi y yo empecé a acariciarla.

Tenía un tacto muy parecido al de Sonia. Todo duro, más pequeño que Anna, pero más duro. Tenía los pechos más pequeños, y tumbada de espalda a penas se notaban, pero los pezones se clavaban en mis manos desafiantes.

Iba a masturbarla cuando ella se incorporó y se quedó sentada sobre mi vientre. Me di cuenta que se iba a meter a mi hermanito bien a dentro, pero no pensaba en el agujero adecuado. Apoyó una mano en la cama para levantar algo el culo, con la otra me cogió la verga y sin más se la clavó.

Ella estaba haciendo todo el trabajo, se movía lentamente sin levantarse, simplemente moviendo las caderas. Yo miré a Anna que parecía estar disfrutando del espectáculo. Supongo que entendió mi mirada como una invitación así que empezó a desnudarse lentamente mientras yo disfrutaba del culo de María.

No creo que fuese por timidez, pero me dio la espalda para desnudarse. Al principio me sorprendió que no se quitase las bragas que además parecían muy raras, pero al darse la vuelta lo entendí. Eran de esas que tienen una polla de plástico enganchadas con lo que cualquier mujer casi se transforma en un hombre en un momento.

Se puso encima de María y empezó a besarla. Entonces entendí a lo que se refería con eso de fallárnosla los dos a la vez. No tardó mucho en meterle ese trozo de plástico dentro sin dejar de besarla.

Aunque disfrutaba tanto del polvote como de la fantástica visión, me molestó sentirme como un simple invitado en aquello. Empecé a pensar que todas las mujeres tienen algo de lesbianas que si bien es cierto que de vez en cuando les apetece una buena polla, se conforman o incluso prefieren a otra mujer como amante.

Me sentía tan solo que pedí cambio. No me entendáis mal, no quería que Anna me diese a mi, simplemente me pedí el chochete de María para mi. No se negaron. María se giró y mirándome a la cara se metió mi polla en su chochete. Anna siguió arriba, aunque esta vez dándole por el culo.

Estando en esa postura no podía dejar de besar a María, y mirando a Anna me di cuenta que ella era quien se sentía algo desplazada ahora, así que grité:

-“¿Quién la quiere?”

Entendieron perfectamente a que me refería. María parecía morirse de ganas de llevársela toda y casi echa a Anna de la cama. A María no le daba nada de asco así que se quedó con toda la que saqué pero lo que no entendí entonces y sigo sin entender aún fue que con la boca llena de mi leche le diese un beso a Anna y ésta lo aceptase sin rechistar. No quería mi leche cuando salía de mi polla, pero si la quería si se la daba María. No se si se trataba de una cuestión de orgullo o simplemente no pudo evitar a Anna, pero me sentí rechazado.

María salió de la habitación murmurando algo. No le presté mucha atención porqué Anna corrió a tumbarse junto a mi, apoyando parte de su cuerpo contra el mío.

-“¿Te ha gustado la sorpresa?”

-“Mucho. Muchísimo”.

-“Me alegro. Lo hemos pensado esta mañana”.

-“Ahora me voy a tener que ir”- yo estaba pensando en Nuria y sus amigas pero vi que Anna se entristecía mucho –”¿Qué pasa?”

-“Nada, si tienes que irte, vete”.

-“Venga mujer, pasa algo”.

-“No. Solo es que pensaba pasar la mañana contigo”.

-“Lo siento. No te enfades”.

-“No me enfado, pero me apetecía estar la mañana entera contigo”.

-“Lo siento. De veras que me sabe muy mal”.

-“No pasa nada. Es igual.”

-“¿Seguro?”

-“Si, seguro”.

-“¿Y porque estás casi llorando?”

-“Por nada”.

-“Vamos mujer. No te pongas así porque solo hayamos echado un polvote”.

-“Bueno, algunos han echado uno”.

-“Es eso. Seré desconsiderado. Tu apenas has disfrutado de esto”.

-“Bueno…, me lo he pasado muy bien”.

-“Ya…, pero no tanto como nosotros dos”.

-“No. Como pensaba que estarías toda la mañana no me ha importado quedarme sin… ya sabes… sin polla”

-“Pobrecita. No puedo dejarte así, tan triste y tan decepcionada”.

-“¿Y como lo vas a solucionar?”

-“Se me ocurren un par de formas”.

-“¿Y a que estás esperando?”

-“No soy yo quien espera”.

-“Entonces, ¿Quién?”

-“Él”-dije mientras señalaba a mi rendida verga.

-“Umnnn. Eso tiene fácil arreglo. Pero primero un desayuno para que cojas fuerza”.

-“A eso me apunto”.

-“Pues vamos”

Por suerte todas las cortinas de la casa estaban corridas, porque fuimos a la cocina como dios nos trajo al mundo. Ahí me esperaban un montón de cosas pero solo me comí un par de donut’s y café con leche mientras Anna leía unos papeles:

-“¿Qué lees?”

-“Unas cosas del trabajo. Algo que tengo que tener listo para mañana. Se lo tengo que enviar a mi marido por fax.”

-“¿Sabes que estás muy sexy desnuda y con las gafas de leer?”.

-“Gracias. Espera que te de un besito. No me suelen piropear mucho”.

Se sentó encima de mí y empezó a besarme muy apasionadamente. Me separé un momento:

-“¿Besito?

Y continuó. Me hacía unas agradables caricias en la espalda mientras notaba como sus pechos, clavados contra mi, se iban endureciendo con mis caricias.

-“Esto ya está”- se refría sin duda a mi hermanito que se clavaba en su pierna.

Se levantó un momento y se volvió a sentar con mis piernas entre las suyas y empezó a cabalgar, siempre muy lentamente.

-“Vamos a la habitación estaremos más cómodos”.

-“Yo no te pienso dejar salir de mi interior”.

-“Bueno, eso también tiene fácil solución”.

La apreté fuertemente contra mi para que no se cayera y me puse de pie. Entendió lo que iba a hacer y me abrazó con sus piernas con todas sus fuerzas, casi haciéndome daño.

No pesaba mucho, pero lo suficiente como para que me costase andar, así que a medio camino me paré y la apoyé contra la pared.

-“Uy, está fría”.

-“Bueno, espera un momento, ya entrarás en calor”.

Empecé moverme suavemente, entrando y saliendo con delicadeza. Pude notar en sus ojos que le estaba encantando hacerlo de aquella manera pero mis piernas empezaron pronto a flaquear y pensé que lo mejor era terminar el camino hasta la cama.

Me senté en la cama con mucho cuidado, intentado no salirme para tenerla contenta y me tumbé.

Al principio continuó muy suavemente pero di un golpecito de cintura hacia un lado para cambiar de posición y ponerme yo encima y empecé a moverme con mucha fuerza y velocidad. Necesitaba hacerlo un poco a lo animal y creo que a ella también le gustó.

Estaba yo a punto de acabar y me dijo:

-“No te vengas dentro. Échamelo por encima. Quiero sentirlo esparcido por mi vientre”

Como yo estaba en una postura parecida a la de hacer flexiones al sacarla de dentro suyo no podía continuar con la mano y subí un poco para que ella llegara con más facilidad. Por suerte entendió lo que yo pretendía y continuó por mi, me hubiera podido volver loco si no hubiese hecho.

Todo cayó por encima de él y casi lo hago yo detrás pero reuní suficientes fuerzas para ladearme y caer a su lado.

La miré y estaba realmente guarreada por mi leche. No voy a negar que me gustó esa imagen, es más me encantó. Alguien diría que

era asqueroso pero os aseguro que verla con ese aspecto y saber que toda esa leche era mía me proporcionaba una enorme satisfacción.

No hace falta que os diga que para esas alturas de la historia yo ya tenía el ego por las nubes. Me veía capaz de conquistar el mundo si fuese una mujer. Es cierto que empezaba a estar obsesionado con el tema y me pasaba el día con mujeres en la cabeza, pero me sentía capaz de cualquier cosa que se me pasaba por la cabeza y empecé a pensar que no existía hembra que se resistiese a mis encantos.

-“Bueno, juraría que has cumplido, así que ya puedes irte si quieres”.

-“Eso voy a hacer.¿Me puedo dar una duchita antes?”

-“Claro que sí”.

-“Entonces me ducho y me voy”.

-“Venga cielo, pero dame un beso”.

Besar ya significaba bien poco para mi así que la besé apasionadamente. Se lo merecía e incluso me apetecía.

La ducha fue rápida, de las más rápidas que recuerdo, y aún así llegué a mi casa casi a las doce. En principio no había prisa, tenía tres días para hacer lo que me viniese en gana con aquella trupe de mujeres. Y si no había mucha suertecita seguro que conseguiría que Nuria me entretuviese un poco y si ni eso funcionaba tenía un plan simple, pedirle a mi hermana ayuda para pillar a Nuria a cambio de dejarla mirar. Seguro que ella lo conseguiría antes que yo.

Llegué y empecé a buscarlas desesperadamente. No se porqué lo hice, estaba clarísimo que estarían en la piscina. No cabía otra posibilidad y todo y eso recorrí la casa entera hasta que oí risas y me sorprendí de lo tonto que era, pero en fin, no se lo contaremos a nadie.

-“Buenos días chicas, ¿Qué tal está el agua?”

-“Muy buena. ¿Quién eres?”

-“Es mi hermano Arnau”.

-“Hola Arnau, soy Eva”

-“Yo soy Cristina, mucho gusto”.

-“Yo soy Bárbara”.

-“Y yo soy Nuria, por si se te había olvidado”.

-“No se me olvidaba. Tranquila, no te preocupes por eso”.

-“Por si acaso, je je je”.

-“Bueno, Arnau, nos acabamos de conocer, pero siento decirte que no te puedes quedar aquí”.

-“¿Cómo que no?”

-“Estamos celebrando una especie de camping nudista y estamos todas desnuditas bajo el agua”.

-“Eva tiene razón. No es justo”.

-“¿Y me vais a echar de mi propia casa?”

-“No hermanito. No te estamos echando. Solo te decimos que si quieres estar aquí tienes que hacer lo que nosotras hagamos y lógicamente desnudarte como nosotras y no vestirte durante tres días”.

-“Bueno”.

-“Antes debes saber que hay algunas reglas en este “camping”.

-“Cristina ¿no?-esperé a que asintiese-“¿Qué reglas son?”

-“La primera es que tu hermana manda”.

-“¿Cómo?”

-“Yo tampoco la entiendo. La puso ella y la aceptamos”.

-“Mujeres…”

-“La segunda es que no hay puertas durante tres días”.

-“¿A que te refieres?”

-“No te puedes encerrar en ningún lugar durante tres días, ni siquiera en el lavabo”.

-“Esa norma también es de mi hermana, ¿No?”

-“Sí. La tercera es ser mujer”.

-“Joder, lo tengo chungo”.

-“Lo se, pero no tanto. A lo que me refiero es que si todas nos ponemos a cotillear, tu cotilleas, si nos ponemos a tomar el sol, tu tomas el sol, y si miramos una película de lloriqueos, la miras con nosotras”.

-“Que chungo”.

-“Lo se, pero no queremos que la presencia de un tío nos fastidie la semana”.

-“Bueno, las acepto”.

-“Oye Cristina, te has olvidado la cuatro y la cinco”.

Todos se miraron a Bárbara muy extrañadas y le pedí que me explicaran cuales eran:

-“La cuarta”-dijo Bárbara-“Es que no puedes intentar nada con nosotras”-lo dijo despertando una gran sorpresa entre sus amigas. Supongo que ellas ya sabía por donde iba la cosa.

-“¿Qué?”

-“No puedes intentar aprovecharte de nosotras. Nada de sexo”.

-“Uffffffff, no quiero saber la quinta”.

-“Pues la vas a saber. Si no eres suficientemente hombre para romper la cuarta la romperemos nosotras”.

Todas rieron de una manera salvaje y me uní a sus risas aunque no me gustó que se quedasen conmigo de aquella manera.

-“Venga hermanito, a desnudarse”.

-“Es que…”

-“¿Qué pasa? ¿No querrás que le diga a mi hermana que eres un cobarde?”- dijo Nuria.

-“¿Está saliendo con tu hermana?”

-“Todavía no”-dijo la mía.

-“No seas vergonzoso”-dijo Cristina mir&aacute

;ndome-“Ya sabemos que no tienes de que tener vergüenza, je je je je”.

-“Es que…Me da reparo. Me estáis clavando la mirada como buitres, esto es peor que el cañón del colorado”.

-“¿No te gusta despertar esta expectación?”

-“Supongo que sí. ¿Pero yo como se que estáis desnudas?”

-“Chicas, las muertas”

Yo no sabía que quería decir Eva, pero lo entendí en seguida. Se pusieron a hacer el muerto unos segundos y pude comprobar, sin poder tomar nota de detalles, que estaban desnudas.

-“Está bien, pero disimular un poco esas caras de sedientas. Me avergüenzan”.

-“Oye, no pidas tanto”.

-“Allá va”.

Empecé a desabrocharme los pantalones y ellas empezaron a aplaudir juntas. Era humillante pero me gustaba y sin saber porqué continué desnudándome bailando un poco, para darle algo de gracia al asunto. Eso las animó y empezaron a silbar y a chillar como locas.

Cuando puse las manos en la goma de los calzoncillos se hizo el silencio. Me los bajé muy rápido y extendí los brazos mirándolas y esperando su aprobación. Los aplausos eran ensordecedores y exagerados. Recuerdo que me sonrojé como no lo había echo nunca y me tiré al agua intentando escapar de sus miradas.

Ellas volvieron a reírse de mi y de mis vergüenzas, pero me vengaría de aquello.

-“Te ha salido un hermanito tímido”.

-“La verdad es que sí. Pero parece…, no se…, simpático. Je, je, je”.

Vinieron una a una a darme dos besos para saludarme formalmente y me pude fijar más en sus caras que no en sus cuerpos. Cristina era la más guapa sin lugar a dudas. Era una chica con aspecto muy dulce, rubia y con unos preciosos ojos azules. Tenía la piel muy suave, sin una sola peca, grano o mancha. Pocas caras hay como esas, os lo aseguro. No pude ver nada de su cuerpo, solo comprobé que no tenía mucho pecho, aunque se aseguró que los notara cuando me dio los dos besos.

Eva era la pelirroja. Menos bonita que Cristina pero con un atractivo muy especial. No sabía que era, pero al mirarla me estremecía, como si me intimidase en cierto modo. Todo y la claridad, casi palidez de su piel adornada con alguna peca, tenía unos ojos marrones preciosos. Siempre creí que estas mujeres de aspecto inglés tenían los ojos azules o verdes pero se ve que no es así. Los ojos de Eva eran marrones muy claros, casi color pino y al ser tan…, nítidos daban una sensación de profundidad que daba vértigo.

También se cercioró de que notara sus pechos. Por el tacto, comprobé que eran enormes, bastante más que los de mi hermana. Eran como dos colchonetas. No estaban lógicamente tan duros como los de Cristina pero como no había tocado nunca unos pechos tan grandes me gustaron mucho.

Luego vino Bárbara. No se como haceros entender como era Bárbara. Era una morenaza. Pero morenaza de verdad no como mi hermana. Tenía rasgos indios. Realmente guapa de cara y con la piel muy, pero que muy morena. No como Laura que tenía el pelo negro pero era de piel clarita. Bárbara era realmente morena y tenía unos ojos negros como el azabache. Me fijé que con el maquillaje intentaba acentuar el color de sus ojos pero tuve que alejarme de esos pensamientos cuando se apretó a mi para darme los dos besos.

Tenía los pechos del tamaño de Eva, eso al menos, pero increíblemente duros. Demasiado incluso. No pude evitar la tentación de echar una mano a una teta. Ella sonrió y no se movió. Yo estuve palpando un momento y el tacto era extraño. Comprendí que eran operadas. Siempre he dicho que me gusta más lo natural, pero me dio mucho morbo y me alegró que hubiese tanta diversidad.

-“Bueno, deja de tocarle las tetas que yo también te quiero saludar”-era la voz de Nuria incordiando.

-“Venga, ven que te de dos besos”.

-“Yo no quiero dos besos. Quiero uno”.

Y se echó encima de mí besándome muy apasionadamente. Parecía querer recorrer toda mi boca con su lengua. Estaba disfrutando de ese beso y más aún cuando empezó a tocarme el paquete. Al principio me sentí muy raro, pero comprendí que era a eso a lo que había ido esa mañana.

-“Nuria, para ya. Hemos dicho que lo haríamos con cierto orden. Además, yo mando”.

-“Está bien, perdona por acelerarme”.

-“No pasa nada. Pero suéltale la polla al pobre. Parece que lo hayas rescatado”.

-“Uy, no

me había dado cuenta”.

-“A mi no me molesta”.

-“Arnau. Tu ni pinchas ni cortas”- yo me quedé algo cortado y mi hermana continuó.-“Bueno, pinchar ya pincharás”.

Todos nos reímos por el comentario pero Eva no tardó en romper las risas:

-“¿Y ahora que hacemos? No me voy a poner a tomar el sol. Estoy como una moto”.

-“¿Porqué no jugamos a algún jueguecito de esos?”

-“A ver Cristina. Somos grandecitas…”

-“Grandecitos”-interrumpí a mi hermana.

-“Grandecitos. Esos juegos para niños que empiezan a descubrir su sexualidad. No son para nosotras, digo, para nosotros”.

-“Yo tengo una idea”.

-“A ver, dila Nuria”.

-“Para mostrar nuestra gratitud con Arnau, le dejamos que escoja a una de nosotras y que se la tire aquí mismo en la piscina. Más que nada para empezar bien, y como la idea a sido mía que me escoja a mi, je je je je”.

-“Oye, de eso ni hablar. A mi primero. Je je je je je”.

-“Me parece bien. Pero tendrá que hacerlo en una toalla en medio del jardín y las demás nos pondremos tan cerca como queramos. Es más, para que no sea tan injusto para las demás. No podrán hacer nada que no se mete saca, ni besos ni toqueteos ni nada. Yo diré después en que postura lo harán”-dijo mi hermana mirándolas a todas para que asintieran.

-“Así pues”-continuó Nuria-“Escogeme, digo escoge a una para el primer polvo”.

-“Comprenderás que es una decisión difícil”.

-“Lo sabemos”.

-“Está bien”. Salir todas de la piscina y poneros juntitas a ver que decido”.

Salieron de la piscina y se pusieron de pie en la piedra blanca del borde mirándome.

Era una imagen para la posteridad. Por un lado hubiese escogido a Eva, tan blanquita de piel y con esa mirada que aunque ahora no debería tener importancia me resultaban tremendamente atractivos y quería tirármela mirándola a los ojos.

Pero claro, estaba Cristina. Tenía la impresión que tirármela sería como estar con Meg Ryan y me encantó ese pensamiento. Al fin y al cabo era tan dulce…Y porque no iba a decirlo, tenía ganas de pillar un chochete rubio.

También estaba Bárbara. Era la más imponente de todas. Una morenaza de película con los pechos definitivamente operados. No se porqué me dio la impresión de ser la que tenía más experiencia además de tener el que para mi era el chumino perfecto. Recortadito en forma de triangulo por la parte superior de su entradita, y con la concha completamente limpia de pelo. Me acerqué para fijarme y pude incluso observar que se le asomaba un labio mínimamente. Me gustó esa imagen.

Creía que no tomaría nunca la decisión. Estaban toda serias y nerviosas, como esperando ganar un concurso de miss. Luego miré a mi hermana y la descaré en seguida. Con la misma facilidad con que decidí que sería Nuria nada más mirarla.

Era perfecta. Ya la había visto desnuda antes y no tenía el aliciente de la sorpresa, pero es que estaba tremenda. De arriba abajo era la mujer diez. Sin ningún tipo de imperfección o mácula. No se podía poner ningún “pero” a su cuerpo.

La decisión estaba tomada pero la alargaría. Así que dije mientras salía:

-“Solo mirado me cuesta tomar una decisión. Os tocaré a todas y os besaré, quien me guste más será la afortunada”.

Se pusieron en fila esperándome y yo me acerqué. La primera era Eva y no me hice de rogar. Puse una mano sobre su pecho mientras con la otra empecé a masturbarla. Se quedó medio petrificada, abriendo ligeramente las piernas. Cuando la besé simplemente se dejó hacer. En todo momento tubo los ojos cerrados y me dio la impresión de ser una amante pasiva, de aquella que les va todo bien mientras se lo hagan.

Cristina fue diferente. Me sonrió en todo momento. Y aunque se quedó bastante quieta me cogía las manos para que no la soltara. No pude besarla a penas cuando Bárbara ya la estaba apartando impaciente.

Con ella fue diferente. Fue ella quien me cogió las manos. Separó las piernas bien y cogió un par de dedos míos y después de pasearlos por los pelitos que adornaban su cueva se los metió poco a poco y teniéndome así se abalanzó y empezó a besarme abrazada a mi cuello. Se soltó a los segundos y me susurró “escógeme a mi”. Pa

reció tomarse muy en serio el juego y tenía ganas de ser la ganadora.

Se apartó y apareció ante mi Laura. Dudé un rato y no sabía como salir de aquella situación. Hice un gesto de pasar de largo, pero me barró el paso y Eva dijo:

-“Si no la escoges a ella me parecerá bien, pero tienes que cumplir con tu propio juego así que tócala y bésala”.

Todas rieron. Incluso mi hermana que me dijo.

-“Venga hermanito, pórtate como un hombre”.

Me acerqué y le di un beso muy tímido que más que nada fue rozar mis labios con los suyos y le puse una mano encima de una teta.

Creyendo haber cumplido me alejé un poco cuando Cristina dijo:

-“La mierda de beso tiene un pase, pero de ahí no sales hasta que le metas un dedo”.

-“Oye que es mi hermana”.

-“Cristina tiene razón hermanito. Te lo pondré fácil”-susurró mientras se abría ligeramente de piernas.

Me daba mucho reparo pero acerqué y le metí un dedo con mucha delicadeza y cuando iba a sacarlo mi hermana me aguantó la mano:

-“¿No te gusta?”

Puse cara de tonto y no contesté, aunque cuando me agarró la polla ya no era cara de tonto, ni siquiera de sorpresa…, era auténtica cara de gilipollas.

-“Quieta”-dijo Bárbara-“Que de tocar no hemos dicho nada”.

-“Perdon”-dijo mi hermana soltándome-“Me dejé llevar.

Suelto, me miró a los ojos, y dándome un besito en la mejilla me dijo:

-“No te enfades conmigo que son solo juegos”.

-“Ya, eso lo dirás tu”.

Se apartó y me quedé mirando a Nuria. Estaba clarísimo que la escogería a ella aunque me daba vergüenza por tener una relación de amistad de años. No podía dejar escapar aquella oportunidad. En aquel momento prefería pasar con ella media hora antes que toda una noche con todas las demás. Me acerqué a ella muy despacio y antes de que llegara a tocarla me dijo:

-“Juraría que mi rival es Bárbara”.

Se acercó poco a poco y empezó a besarme. Creía que era yo quien la iba a besar, pero fue ella quien me besó y al igual que Laura no tardó en tocarme, eso sí, muy suavemente la polla. Me separé de ella unos centímetros y le dijo:

-“No tienes rival, vamos”.

-“Aquí ha habido tongo”-dijo alguna riéndose.

-“Vamos chicas, la ha escogido a ella justamente, ya tendremos tiempo el resto”.

Nos llevaron casi en bolandas hasta el centro del jardín y Laura empezó a explicarse:

-“Lo vamos a hacer así. Nuria cógete de mi cuello y del de Eva”-esperó a que lo hiciera-“Muy bien. Ahora levantarla del culo”-dijo mirando a Bárbara y a Cristina-“Muy bien hermanito, métesela, pero no puedes ayudarte con las manos ni tocarla”.

La postura era realmente complicada. La tenían levantada entre las cuatro con las piernas completamente abiertas. Me parecía muy humillante para ella, pero en vez de molestarse ponía cara de viciosa esperándome.

Me acerqué con mi hermanito en todo su esplendor y lo apoyé en Nuria que estaba completamente abierta de piernas. Se lo restregué un momento y cuando hice el gesto de meterla la apartaron un poco:

-“Coño, no hagáis eso”-chilló Nuria cabreada.

Yo, lejos de cabrearme, me reí y fui en busca de su chochito de nuevo. Y volvieron a apartarla. La estuvieron moviendo un buen rato, dificultándome el trabajo hasta que del mosqueo pegué un empujón fuerte y rápido y la empalé:

-“Ahhh”-chilló Nuria-“Ten cuidado. Espero que hagas que esto valga la pena”.

-“Haré lo que pueda”.

Empecé muy suavemente para no hacerla sufrir después de mi entrada triunfal aunque lo cierto es que no entraba con más fuerza por la dificultad de la postura. Se me ocurrió, por suerte una idea, apoyarme en Bárbara y Cristina.

Me apoyé en ellas mientras le tocaba las tetas y Nuria se quejó:

-“No puedes tocarlas”.

-“Egoísta”-replicó Bárbara.

-“Vamos a ver Nuria, no puede tocarte a ti, porque eres la afortunada, pero a las demás sí”.

-“Vaya mierda de polvo que he ganado. Lo quiero para mi sola un rato”.

-“Ya veremos, ya veremos”-dijo mi hermana haciéndose la jefa.

Mire a Nuria fijamente y le guiñé un ojo. Entendió enseguida que eso era

una promesa de tenerme en algún momento para ella sola.

Seguí bombeando con fuerza, pero como no sabía si debía correrme fuera la saqué, y os aseguro que produjo un efecto sorprendente. Dejaron a Nuria en el suelo y las cuatro se abalanzaron sobre mi como posesas. Se arrodillaron en el suelo y Cristina gritó:

-“Réganos”.

¿Y que iba a hacer? Pues regarlas mientras miraba a Nuria que me devolvía el guiño justo antes de darme la espalda y dirigirse a la piscina.

-“Vamos a darnos un baño y luego comemos”- dijo mi hermana.

Nos tiramos al agua y después de darnos unos chapuzones dije:

-“Tengo hambre. ¿Qué vamos a comer?”

-“Como hoy es el primer día y no quiero que nos cansemos cocinando y limpiando vamos a pedir unas pizzas. ¿Os parece bien?”-preguntó Laura.

-“Sí”-contesté-“Pero quien saldrá a cogerlas desnudo. Yo no”.

-“Pues yo misma”-dijo Cristina-“me gustará ver la cara del pizzero”-y nos reímos todos.

El pizzero no tardó en llegar y nos pusimos todos a espiar la cara que se le quedaba al tío viendo a Cristina, una chica tan dulce, completamente desnuda. El tío era lo que se dice “un pringao”. Parecía el típico que ha sido el tonto de la clase toda su vida y encima Cristina decidió ponerle las cosas difíciles.

Abrió la puerta de par en par para que la viera bien y se quedó de pie frente a él con las piernas separadas y lamiéndose un dedo. El tío casi no la miraba, cogió el dinero y ya se iba, pero Cristina lo recompensó con un besito en la mejilla. Es que en el fondo era buena chica.

Nos sentamos a la mesa y aunque mi hermana avisó que no quería guarradas mientras comíamos hubo más de un toqueteo y besito mientras estuvimos sentados. Después apilamos los cartones y los vasos de plástico y nos tiramos al agua.

-“Bueno”-dije-“Tengo ganas de hacer algo”.

Fue como decir “¿a quien me tiro?”. Todas se acercaron a mi y me sonreían picaronas pero mi hermana tenía ganas de jugar.

-“Antes alguien ha dicho que podríamos jugar a uno de esos jueguecitos, pues vamos a jugar. Este juego se juega de muchas maneras distintas, cada un como quiere jugarlo y así lo vamos a jugar nosotros. Se escoge entre “beso, verdad, o acción” y se cumple lo que se diga de hacer y no se miente y se besa a quien se diga. No se repite opción hasta que no se hayan hecho las tres. No valen historias de eso no, o no soy lesbiana…, entendéis”.

-“No somos tontas, hemos jugado de crías”.

-“Bien, espero que esto sea algo más que un juego de crías”-continuó Bárbara.

-“¿Quien empieza?” –pregunté impaciente.

-“¿Que alguien me pida que quiero?”-ordenó mi hermana-“romperé el hielo”.

-“No. Mejor se tu quien empieza mandando, así marcarás el tono del juego”.

-“Está bien. Empezaremos por ti Nuria. ¿Qué quieres?”

-“Beso”.

-“Está bien. Bésame a mi”-dijo riendo-“No, es broma. El que está mandando no puede intervenir. Supongo que te haría feliz besar a mi hermano”-espero a que asintiera-“pues eso no tiene gracia. Besa a Bárbara, y que convenza. Largo y con lengua”.

-“Vale”-aceptó sin más.

Se acercó a Bárbara y empezó a darle besitos cortos en los labios como preparando el terreno. Después pudimos ver como sus lenguas jugueteaban entre ellas y Bárbara la abrazó con las piernas intentando que no se le escapase nunca.

Se acariciaban mutuamente y cuando Nuria fue a tocarle el pocholo a Bárbara mi hermana las paró:

-“Quietas. Era solo un beso. No corráis”.

-“Lástima”-dijo Nuria

-“Pues sí. Pero tranquila ya acabaremos”.

-“A ver, ahora tu tete. ¿Qué quieres?”

-“Verdad, me reservo lo bueno para después”.

-“Está bien. Recuerda que tienes que decir la verdad”.

-“Sí”

-“¿A que te pongo cachondo?

-“¿Esa es la pregunta?”

-“Sí”

Me quedé helado mientras todas reían.

-“Pues sí, a veces”- siguieron riendo todas menos mi hermana que me miró y me guiño un ojo. Luego me lanzó un beso al aire y me puso muy nervioso.

-“Está bien. Eva, que quieres”.

-“Yo beso. Me da cosa ser la primera en pedir acción”.

-“No tengas vergüenza”.

-“No la tengo. Beso y ya está”.

-“Está bien. Besa a mi hermanito. Pero con dulzura q

ue me lo quiero mucho”.

El beso estuvo muy bien. No pude dejar de mirarla a los ojos. Esa mujer tenía una magia especial. Por un lado me sentía intimidado, asustado, pero no pude dejar de mirarla a los ojos mientras la besaba.

-“Bien, Cristina, ¿tu que quieres?”

-“Yo acción. No me ando por las ramas”.

-“Tienes que aceptar lo que te diga”

-“Sí, pero rápido que me muero de ganas”.

-“Está bien, por valiente un premio. Tienes que meterte la polla de mi hermano, pero no puedes moverte después hasta que uno de los dos entre de nuevo en la opción de otro. Eso significa que te la metes, pero no te lo follas, simplemente te la quedas dentro tuya”.

-“Joder, me voy a poner a cien”.

Se acercó a mi bastante seria, supongo que por los nervios y empezó a tocármela pero Bárbara la interrumpió riendo:

-“Oye para. No puedes hacer esto. Solo puedes metértela no tocarla”.

-“Cierto”-dijo Laura-“Así que alguien va tener que tocársela a Arnau para que se le ponga dura”.

-“Lo hago yo”-dijo Bárbara muy voluntariosa.

Y eso hizo, empezó a pajearme y como yo ya iba como una moto no costó mucho que se me pusiese marcando la una pero Bárbara no paraba:

-“Oye, que ahora es mío. Suéltalo”.

Me soltó y Cristina se la metió muy despacio. Me moría de ganas de empezar a bombear pero mi hermana me avisó que si lo hacía me descalificaría así que me aguanté como pude.

-“Vamos a ver Bárbara, ¿tu que pides?”

Cristina se las miraba como una perrita degollada para que no le hicieran apartarse de mi y lo consiguió.

-“Yo hago lo mismo que Arnau. Me reservo lo bueno para después. Pregunta”.

-“Contigo es más difícil. Así que te preguntaré una cosa nada morbosa pero que quiero que reconozcas abiertamente. ¿Tus tetas son de plástico?”

-“Pues sí. Ya se ve. Y bien bonitas que son. ¿A que sí Arny?”

-“Joder, y tanto”.

Reímos un rato porque vimos que Bárbara no se lo tomó mal. Nunca lo había negado porqué estaba clarísimo, pero tampoco lo había reconocido abiertamente.

-“Está bien que alguien me pida a mi”

-“Vale. Laura escoge”-pidió Eva.

-“Yo también me reservo. Pregunta”.

-“Sexualmente hablando, ¿Qué es lo que más te apetece hacer? Y sea aquí o no. Es decir tu mayor fantasía.

-“Bueno, se supone que debo ser sincera, que no se enfade nadie. Me muero de ganas de comerle la polla a mi hermanito y no se como pedirle que me deje”.

Todos nos quedamos algo estupefactos y Nuria dijo:

-“Coño, que novedad. Como todas”.

Y le quitó importancia al asunto si tengo que ser sincero porque todas rieron y asintieron menos Cristina que dijo:

-“Yo no quiero chupársela. Quiero que bombee de una vez coño”.

Siguieron riendo y mi hermana dijo:

-“Te vas a tener que esperar un rato. A ver Nuria, que quieres?”

-“Acción. Quiero acción de una vez”.

-“Está bien. Te vas a sentar en la piedra del borde de las piscina y te vas a masturbar durante toda la ronda hasta que llegue de nuevo a ti”.

-“Joder, ¿sola?”

-“Sí, sola”.

A regañadientes aceptó y empezó a masturbarse.

-“Cristina. Sal que le toca pedir a mi hermano”.

-“Que putada. ¿Me lo acabarás luego?”-me susurró al oído.

-“Será un placer”.

-“Está bien tete, ¿Qué quieres?”

-“Beso, vamos a ir poco a poco”.

-“Como favor porque he sido algo injusta con ella quiero que beses con todas tus ganas a Nuria”.

Nuria sonrió, pareció ser la mujer más feliz del mundo y sin que dejara de masturbarse la besé con toda mi alma, queriendo comérmela.

-“Eva, tu dirás”

-“No me quiero quedar atrás, “¿que hago?”

-“Le vas a comer el chirri a Bárbara”.

-“Mola. Anda reina súbete a la piedra que te voy a pegar unos lametazos que vas a ver”.

-“Uyyy, cuanto vales…”

Que espectáculo. Le abrió su conchita con los dedos y empezó a lamer como una posesa mientras Bárbara jadeaba todo lo bajito que podía.

-“Va a durar poco, Bárbara, pide”.

-“Coño. Beso”.

-“Bueno, seré buena, besa a Eva como gratitud”.

Se besaron un buen rato y supongo que a Bárbara le gustó sentir su propio sabor en la boca.

-“Crist

ina, tu dirás”.

-“No se. Pregunta”.

-“Está bien. Ahora seremos cotillas. ¿Quien te desvirgó?”

-“Nadie. Se podría decir que soy virgen”.

-“¿Que? No cuela.”

-“Vamos a ver. Físicamente no. Me desvirgué con un trozo de plástico, con un vibrador. Pero nunca me he atrevido a estar con un hombre y ser una guarra. El único hombre que ha estado dentro de mi es tu hermano hace un momento y por dios que eso no se puede decir “echar un polvo”.

Nos quedamos todos mudos y no supimos que decir. Suerte que mi hermana llevaba la cosa muy por la mano y siguió en seguida:

-“¿quien me pide?”

-“Yo misma”-gritó Cristina casi desde la otra punta-“¿Qué quieres?”

-“Un beso”.

-“Vale. Pues vas a besar a tu hermano”-yo puse cara rara-“pero no en la boca. Le vas a dar un beso en la punta del capullo. Y fuera de la piscina que lo veamos todos”.

Mi hermana le dijo a Nuria vocalizando en voz muy baja “gracias”, y salió de la piscina.

-“Venga tete, sal”.

-“No”.

-“Oye, sal. No seas así”-dijo alguna de ellas.

Salí y me quedé de pie delante de Laura. No quería mirar y cerré los ojos. Al momento sentí un besito muy dulce en la punta de mi capullo y luego oí a mi hermana que decía:

-“Bueno, puede ser un beso con lengua, ¿no?”

Y me dio un par de lametazos en el capullo que no lo voy a negar. Me gustaron y no osé apartarme. Eso supongo que la animó y se la metió en la boca, como si fuera una pirueta y empezó a chupar.

-“Oye”-dijo Eva”-sueltalo que eso ya no es un besito”.

-“Perdon. Sabes rico tete”.

-“Ya…”-contesté desanimado

-“Bueno tete, ¿que quieres hacer?”

-Solo me queda pedir una acción.

-“Tambien seré buena. Mira a Eva, está buena, ¿no?”

-“Joder, de muerte”.

-“Pues se va a tumbar en el suelo y le vas a dar diez embestidas. Diez, ni una más”.

Eva salió del agua muy deprisa y se tumbó delante de mí. Las demás también salieron para poderlo ver bien.

-“Me voy a poner enfermo. Podré acabar alguna”.

-“Ya veremos, venga que contamos”.

Eva se abrió todo lo que pudo y yo me paré un momento a observar lo que me ofrecía. Empecé a meterla suavemente mientras oía “una”, la saqué lentamente y la volví a meter “dos” y así fueron cantando a coro todos mis movimientos.

“Nueve” “y diez” pero no pude parar. Todo lo contrario, aceleré el ritmo y aumenté la fuerza de mis envestidas, pero Nuria se abalanzó sobre mi y me tiró al suelo para que parara:

-“Te has descontrolado un poco hermanito, pero te perdonamos”.

-“Está bien, vamos por ti Bárbara”.

-“Acción, y que sea igual de buena”.

-“Por supuesto. Ofrécele el culo a mi hermano que te va a dar quince embestidas”.

-“A mi solo han sido diez”

-“No han sido más y por eso a Bárbara le da más”

-“Vale”.

-“Portate Arny, que mi culo no lo prueba cualquiera”.

Se puso abierta de piernas, de rodillas y con la cara tocando al suelo y sin esperar más empecé. Me encantaba que estuviese tan apretado y tan caliente pero conseguí salir a las quince aunque tuve que reconocerlo:

-“Chicas, o meto un polvo como dios manda o me voy a poner enfermo”.

-“Tranquilo hermanito”.

-“A ver, Cristina, ¿que quieres?”

-“Yo acción”.

-“Está bien. Como no ha echado nunca un buen polvo mi hermanito te va a dar treinta envestidas. Son pocas para acabar, pero al igual lo consigues. ¿Os parece bien?”.

Todas contestaron que si al unísono, y ella no tardó mucho en sentarse sobre mi y se abrazó muy fuete y me susurró al oído:

-“Portate bien mi amor”.

-“Lo intentaré”.

Yo mismo con la mano se la metí dentro y dejé que ella se moviera y marcase el ritmo. Seguía abrazada y empezó a jadear mordiéndose los labios.

-“No te cortes”-le susurré-“chilla si quieres”.

Creo que sintió un gran alivio y cambió los jadeos por pequeños gritos que le salían del alma. Vi como mi hermana les hacía un gesto a las otras chicas para que se callaran y nos dejaran hacer. En el fondo era buena chica y quería que Cristina acabara su primer polvo.

No se cuantas envestidas llevaba cuando noté que Cristina aceleró el ritmo y me mordió el hombro con más fuerza de lo que debiera haber hecho, aunque no me import&oac

ute;. El sudor se le volvió frío y entendí que había acabado.

Se dejó caer de espaldas sobre el césped y yo salí para correrme sobre su vientre. Todas aplaudieron y besaron a Cristina felicitándola.

-“¿Cómo ha ido con mi hermanito?”

-“Glorioso”-dijo levantándose y dándome un pequeño beso en los labios-“Ha sido increíble”.

-“No dirás que no somos buenas”-continuó Bárbara-“Haces trampas pidiendo dos veces acción y aún así le dejamos dar más embestidas para que puedas acabar”.

-“¿Os habéis dado cuenta que ya había pedido acción?”

-“Sí, pero necesitabas un buen polvete y no nos ha importado”.

-“Soys las mejores chicas. Os quiero”.

-“Nosotras también”.dijo mi hermana.

-“Claro que ahora esto va estar muerto un rato”-dijo Nuria tocándome la polla con un dedo. Me hubiese frustrado si no fuese por la sonrisa que me dedicó al decirlo.

-“Bueno chicas, estoy rendido. Voy a merendar algo”.

-“Vale tete, te esperamos aquí”.

Reconozco que las cinco de la tarde no es una hora normal para la merienda y aunque mi presencia ahí era más que aceptada tuve que hacer un hueco en mi agenda para comer algo. Estaba muerto de hambre, y eso que pocas horas antes nos hinchamos de pizza. Además, debía alejarme de esos vampiros antes que me chupasen toda mi sangre y me viese obligado a huir de mi propia casa.

Meriendas las hay de muchos tipos, pero sobretodo se pueden clasificar en dulces y saladas. ¿Qué tipo de gente merienda dulce? Que tipo de sacrilegio es eso, la merienda es el momento de comerse un buen bocadillo. Hagamos apología del jamón y el chorizo ibérico. Mucho no viene a cuento ¿no?. La verdad es que no. No se que coño hago hablando de chorizos, lo de jamones tenía un pase.

En fin, retomemos el ritmo normal de la historia, que si bien la merienda no era una vil mentira, si estoy seguro que resulta menos interesante.

No daba crédito a mis ojos. Cuando salí al jardín me encontré con cinco ninfas entrelazadas y con los cuerpos mezclados de tal manera que podrían haber llegado a perder la noción de su propio cuerpo e incluso a desconocer de quien coño era ese ídem.

Algunos dirán que ese era el momento de apuntarse a la fiesta pero seguro que de haberlo hecho nunca jamás habría podido disfrutar de semejante espectáculo.

Imaginaros estar tumbados en una maca comiéndoos un buen bocadillo, con una cerveza helada en la mano mientras cinco tías se están quedando sin saliva de tanto lamer a escasos centímetros. Dulces recuerdos…, si señor. Pero no me explayaré en las aventuras de los demás que suficiente hay con las mías.

Y las mía no tardaron en volver. Bárbara me las trajo. Muy disimuladamente se apartó del grupo a la que pudo y se puso al lado de mi hamaca a escasos centímetros de mí:

-“¿No se suficiente buena fiesta para ti?”

-“No es eso mujer. Pero la vista también es buena”.

-“Bueno, supongo que no te podemos exigir más”.

-“Por lo que a mi respecta tendréis más”.

-“Me alegra oír eso. ¿está fría la cerveza?”

-“Si, ¿quieres?”

-“Dame un traguito, aunque no me gusta mucho”-vevió un poco-“uafffff. ¿Como te puede gustar esto?”

-“Esrá buena, más en verano y fría”.

-“A lo mejor te gusta más así”-y empezó a echársela por las tetas resbalando por todo su cuerpo-“Veveme”.

Fue una orden más que una petición y como buen ciudadano me sentí con la obligación de cumplir y empecé a darle unos lametazos de escándalo. Quiero que quede claro que en esa posición resultaba realmente complicado y auque el mismo frío de la cerveza ya conseguía hacerla estremecer no creo que recordase eso como uno de los momentos más excitantes de su vida.

-“Tengo que devolverte el favor”.

¿Y que hizo? Pues eso, devolverme el favor. Se puso de rodillas en la punta de la hamaca y empezó a hacer faena. Lengua por aquí, lengua por allí y yo como una moto. No iba a resistir mucho. Cerré los ojos y me dejé llevar, convirtiendo su lengua en mi única realidad.

-“¿Qué haces?”

-“Yo, nada”.

-“Maldito cerdo. Eres un chico malo. Ibas a dejarme sin mi ración de sexo”.

-“Yo…”

-“Nada. Ni se te ocurra dar una excusa. Ahora mismo me echas un polvete”.

Se sentó encima de mí y después de darme un beso muy cariñoso me cogió la polla con la mano y empezó a menearla, como si comprobase que la rigidez era la necesaria para los menesteres que nos iban a entretener. Que nadie dude que existía tal rigidez o consistencia.

Muy suavemente se la metió y se me quedó mirando con una sonrisa que aún no se como calificarla. Medio pícara, medio endiablada…, como posesa. Yo esperaba que empezase a moverse, pero parecía querer hacerse esperar. Simplemente me miraba y sonreía:

-“Ya eres mío me dijo”.

Y empezó a moverse. Arriba y abajo. Adelante y atrás. Apretando las piernas y aflojando. En fin, no sabía donde coño estaba ni donde la tenía. Notaba tal cantidad de sensaciones en mi hermanito que mi joven celebro no podía captar ni computar más información que no fuera lo que aquella mujer me estaba haciendo sentir.

Oímos unas quejas por lo que estábamos haciendo, pero no les hicimos mucho caso. Supongo que nos reprocharon que alguien se me tirase sin ganárselo de modo alguno, con algún tipo de juego. Y aunque reconozco que yo era el único ganador de cualquier juego que propusiesen no estaba decidido a someter todos mis polvotes a la voluntad de mi hermana. Coño, aquello estaba de puta madre y me daba igual no haber pasado ningún puto trámite.

¡Que gritos! Menudo espectáculo ver a esa mujer corriéndose. Menudo escándalo armó. Al principio hasta me asusté y llegué a pensar que le pasaba algo malo, cuando lo único malo que pasó fue la envidia de las demás:

-“¿Yo que pasa? No tengo derecho a lo mismo”.

-“Eva. No te lo tomes mal. Pero entenderás que la cosa ya no está para más por ahora”.

-“Lo entiendo. Pero tanto Bárbara, como Cristina, como Nuria han tenido su parte”.

-“Bien, tu también la tendrás. Aunque no ahora, por favor”.

-“Tranquilo. Solo propongo una cosa. No se te tira nadie hasta que lo haga yo”.

-“Je, je. No se que pensarán ellas, a mi me parece bien. ¿Chicas?”

-“Después de esto”-contestó Bárbara-“puedo esperar, j eje”.

-“Sí, casi nos rompes los oídos”-interrumpió Nuria-“Pero yo también quiero un polvo como dios manda, pero esperaré. Ya he tenido mi ración. Triste, pero algo es algo”.

-“Por mi bien”-consintió Cristina.

-“Pues yo no estoy de acuerdo”.

-“Coño Laura, que soy tu hermana”.

-“Tete, me da igual. Tengo mis derechos como parte de la fiesta”.

-“Laura…”- debéis entender que lo importante fue mi mirada.

-“Vale, vale. Supongo que tienes razón”.

-“Pobrecita Laura”-dijo Nuria.

-“Bueno”-dije-“hacemos algo que no canse tanto”.

-“¿Cómo que?”

-“¿Miramos una peli?”-propuse

-“Por mi vale”-dijo Nuria.

-“¿Qué queréis? ¿Algún tipo en especial?”-pregunté esperando poder complacerlas con mi colección de películas VHS.

-“A mi cualquier cosa menos algo romántico”-dijo Nuria-“no quiero ponerme sentimental”.

-“No se te ocurra poner ninguna de esas pelis serias que te hacen replantearte la sociedad en la que vivimos ni nada de eso”-continuó Cristina-“No quiero rallarme, una peli sin sentido, de las de pasar el rato, estaría bien”.

-“Ni de tortazos. No quiero un peli de esas tete”.

-“Me lo ponéis difícil. Básicamente queréis una peli mala, sin sentido que no sea romántica…”

-“Y si puede ser que no sea una comedia”-petición de Bárbara.

-“Joder. Está difícil la cosa. Por eliminación me estáis pidiendo a James Bond”.

-“Las hemos visto todas”.

-“El secreto de Thomas Crown. En parte también es James Bond. ¿La tienes? Yo no la he visto”.

-“Para ti sí la tengo. Vas a ser mi cuñadita”.

-“¿A sí?

-“Lo más seguro. Pero no avancemos acontecimientos. Sentaros en los sofás que ahora voy con la peli”.

La película estuvo bien. Yo ya la había visto pero, sin ser crítico de cine, es una película que aunque no dice nada y no tiene mucho sentido, entretiene. Lo malo de las películas no es que no tengan sentido, lo peor es cuando intentan dárselo sin conseguirlo. La peor película es una con pretensiones de ser más de lo que es, un quiero y no puedo, y la que veíamos solo se proponía entretener y lo hacía, así que ya me estaba bien.

En fin, no me voy a poner a contar la película solo el final, cuando mi hermana se levanta y dice:

-“Ala. Todos a la ducha”.

Y quien va a desobedecer. Cualquier día de mi vida hubiese pagado lo que fuera por meterme en la ducha con esas mujeres, pero no le di la más mínima importancia.

Lógicamente nos duchamos en los vestuarios del gimnasio, todos juntitos…, y como las chicas empezaron a animarse …, no me quedó mas remedio que animarme con ellas.

Al principio no éramos más que unos chicos dándose una ducha pero a la que Laura le dijo a Bárbara que le enjabonase la espalda empezó el show. Bárbara no iba a quedarse solo con la espalda y continuó con el culo. Claro, que Laura no tubo suficiente y se giró para que continuase también por delante, cosa que supo agradecerle.

Nuria y Cristina no tardaron a apuntase al jueguecito y yo me limité a convertirme en un espectador de ese espectáculo. Y menudo espectáculo. No tardé en ponerme morcillón.

-“Atención chicas”-interrumpió Eva-“Ya es mío”.

Todas me miraban curioseadas y entendieron a que se refería Eva. Yo parecía estar pidiendo guerra, con el arma apuntando. Era una situación muy violenta. No mola cuando te están mirando un montón de mujeres como si fueras carnaza…, y menos en esa situación. Aunque tendría mi premio por ser bueno.

Eva se acercó a mi y me dio un beso. Me empezó a masturbar suavemente, no pudiendo evitar llevarse a su mano mi verga.

-“Antes de empezar te voy a dar un regalito”.

Se agachó y empezó a chapármela realmente despacio. El regalo era para mi pero parecía estar disfrutándolo ella más que yo, degustando cada centímetro, saboreándolo.

-“Ya hay suficiente”-dijo tumbándose en el suelo de la ducha-“tendrás que dejarme tan contenta como a Bárbara”.

-“Ganas hay las mismas. Te lo aseguro”.

Me puse delante de ella, que ya tenía su chochete pelirrojo abierto esperándome. La miré a los ojos (ya os he comentado que me volvían loco) y empecé a clavársela muy despacio, como me gusta a mi, y empezamos con la típica postura del misionero.

Alrededor nuestro se formó un coro de gente expectante mientras yo seguía con mi ritmo lento, sin prisa pero sin pausa. Eva lo estaba disfrutando pero chilló:

-“Más fuerte por favor”.

No me gusta demasiado hacerlo que parezca que la quieres atravesar pero sus palabras me animaron y empecé a ir más deprisa y a darle más fuerza a mis embestidas.

-“Dame fuerte por favor”

Empecé a meterla casi con rabia. Creía que le haría daño, pero cuanto más fuerza ponía más jadeaba y más parecía disfrutar. Me excitaba mucho oírla jadear así y me animaba a continuar con fuerza.

No se si por casualidad o por excitación al notar que se corría pero creo que nos corrimos a la vez. Ella no me lo pidió, pero decidí correrme fuera, al menos que las otras vieran algo para entretenerse.

Y así terminó el día. Por lo menos a lo que sexo se refiere. Cenamos, charlamos y miramos algún programa de marujeo pero pedí explícitamente que no hubiesen más juegos por esa noche y aceptaron. Sabían que si ninguna empezaba yo estaría más fresco y era lo que querían. Claro que si una hubiese empezado dios sabe que nada las habría parado.

En esto las mujeres y los hombres somos completamente distintos. Los hombres nos calentamos en un momento (al menos, cuando las circunstancias lo permiten), solo necesitamos un sonrisa pícara o una caricia. Las mujeres en cambio necesitan de todo un ritual que además tiene un inconveniente. Si un hombre va cachondo y no mete el coche en el túnel de lavado se queda igual y en relativamente poco tiempo lo supera. En cambio las mujeres…, una vez se encienden son imparables y pierden la cabeza. Si una mujer tiene ganas y está por lo que está, le da igual quien le pase por delante. Avanza en campo enemigo sin miramientos de contra quien o cómo.

Teníamos los sofás recubiertos de sábanas por un mínimo sentido del respeto. No era cuestión que restregásemos los genitales por los mismos sitios dónde mis padres disfrutaban del café de media tarde.

Y estando ahí, con tanta mujer desnuda entre sábanas pensé una vez m&aac

ute;s en mi vida en lo que le dicen a Ben Stiller en “Algo pasa con Mary”: “los 20 minutos de mayor lucidez en un hombre son los posteriores a un polvete, porque no tiene en la cabeza perspectivas de jodienda”. Y quiero que por un momento todos reflexionemos sobre el asunto. Las perspectivas de echar un buen polvo están siempre en nuestra cabeza, aunque queramos negarlo y librarnos de esa presión por un momento nos hace ver las cosas con una claridad pasmosa.

Jamás me había sentido tan a gusto con unas mujeres como aquella noche. Al rato empezamos a ignorar nuestra desnudez o me olvidé de todo lo que yo tenía que decir, incluso bromas y payasadas para limitarme a escucharlas. Eran dulces, sencillas y más inteligentes de lo que aparentaban. Me hacían sentir muy cómodo entre ellas y no podía más que sonreír.

Fueron cambiando de tema continuamente, pasando por ropa, estudios, marujeos pero también de cine, de política… Fue interesante descubrir en ellas opiniones tan diversas por un lado, como parecidas a las que podríamos tener con mis amigos por otro.

Me parece que no era ni media noche cuando nos acostamos. El día había sido largo (sobre todo para mi) y quedaban aún un par de días de nuestro “camping”.

Antes de acostarme fui al lavabo a orinar. Es una costumbre que supongo que debe tener el ochenta por ciento de la población en este santo país. Pues eso yo estaba ahí, tranquilito, esperando que la naturaleza fluyera cuando noté que una mano me agarraba a mi flácido hermanito. Noté también unos pechos en la espalda y deduje que alguna de las chicas le hacía gracia sostenérmela mientras me deshacía de unos pocos líquidos inservibles. Mi primer pensamiento fue una erección. Esperaba que no se alzase en pie de guerra y me obligase a librar otra batalla.

Tardé más de lo esperado en reaccionar y buscar en el espejo la cara de mi masaje.

-“¡Laura! ¡Joder! ¿Qué haces?”- grité mientras intentaba que me soltase.

-“Tete…, lo vas a manchar todo. Acaba tranquilo.

-“¿Pero se puede saber que haces?”

-“Nada. Echo una mano a mi hermanito”- dijo besándome el cuello –”Venga, no te pongas así. Si se que te gusta que te la acaricie…”

-“Estás enferma…”

Cuando acabé, ella empezó a sacudírmela muy suavemente esperando a la última gotita. Aprovechó para acariciarla a sus anchas hasta que no pude más y le aparté la mano y me giré.

-“No lo vuelvas a hacer”.

-“¿El que? No te quejarás… mira como se te ha puesto. Además, eres tu el que la tiene apoyada en mi conchita”.

Era consciente que se me había puesto rebelde, pero al girarme la tenía acariciando su mata sin darme cuenta.

-“Joder Laura”.

Se retiró y yo pensé que lo había entendido, pero lo que hizo me dejó helado. Levantó un pie y lo puso encima de la bañera y ofreciéndome su “conchita” abierta me dijo,

-“Hermanito, no nos vayamos con rodeos. Aquí y ahora. Fóllame. Se que quieres”.

Reconozco que dudé. Estuve a punto de enviar todos mis principios y prejuicios a la mierda y follarme a mi hermana en el cuarto de baño.

-“Vamos…, vas a tener que relajar eso para dormir”.

Eso me cabreó y salí del cuarto de baño y me encerré en mi habitación para descubrir que mi hermana tenía razón. No podía dormir. Así no. Lo intenté, pero con la calentura que llevaba me resultaba imposible. Tampoco podía masturbarme. Hubiese sido lo mismo que tirármela porque de hacerlo, seguro que la imagen de mi hermana aparecía en cabeza en el momento culminante.

A los pocos minutos abrieron la puerta.

-“Has roto una regla. No se pueden cerrar las puertas”.

-“Joder Laura”- empezaba a repetirse esta frase –”pues déjala abierta y vete”.

-“No”- y de un salto de tumbó a mi lado. –”Tanto tu como yo necesitamos calmarnos para dormir”.

-“No te voy a echar un polvo ni loco”.

-“Está bien, masturbarme entonces”.

-“Oye, que no”.

-“Mira, casi te doy la razón en lo de no echar un polvete. Pero no hay nada de malo en que nos masturbemos el uno al otro. Imagínate. Si vences tus pudores tendrás alguien en casa siempre dispuesta a hacerte una buena paja. Además, soy una experta en esas labores”.

-“Laura…”

-“No digas nada. Déjame hacer”.

Recostada sobre mi hombro empezó a acariciarme el t&

oacute;rax, bajando hasta mi erecta poya. La acarició en toda su extensión, sopesó mis huevos y entonces me la agarró para empezar mi “paja de buenas noches” mientras me susurraba al oído y me daba besos en el cuello.

-“Ves como te gusta. No vas a tener que hacerte una paja más en tu vida. Tu hermanita está aquí para eso, para darte placer”- decía mientras yo volvía a dibujar la estupidez en mi cara-“pero tu también tienes que poner de tu parte”- y diciendo eso se puso mi mano derecha encima de su matar-” a trabajar hermanito”.

No se cuanto tiempo estuvimos así. No creo que mucho. Lo que se es que nos dormimos cada uno con lo del otro en la mano. No estaría mal sino fuese porque…, coño, era mi hermana.

Lo que si recuerdo perfectamente como me desperté. Alguien me estaba besando los labios, así que abrí al boca y besé apasionadamente a quien fuese. Me asusté al pensar que quizás era Laura, pero no. Al abrir los ojos vi que era Nuria dándome los buenos días.

Pidió silencio para no despertar a mi hermana y cogiéndome de una mano me sacó de la habitación y me llevó al cuarto de baño de mis padres donde nos esperaba el yacusi preparado para nosotros.

Cerró la puerta del baño se abrazó a mi cuello y empezó a hablarme muy bajito para no despertar a nadie:

-“Se que es temprano, pero todas duermen y ahora podemos darnos el gustazo de nuestra vida”.

-“Me parece muy bien”-dije antes de besarla de nuevo-“sabes que eres mi favorita. Fue una pena que ayer no nos dejasen gozar como nosotros hubiéramos querido”.

-“Tranquilo hombretón, ahora me la cobro. Pero antes de entrar en el yacusi hay una cosa que me muero de ganas de hacer. Necesito meterme tu poya entera en la boca”-dijo mientras sonreía.

Se agachó lentamente, acariciándome, y cuando se enfrento cara a cara con mi poya empezó a darle besitos y a juguetear con la lengua en la punta del prepucio. Agarró mis nalgas con fuerza, en un, supongo que inútil, intento de retenerme. En ningún momento utilizó las manos. Fue todo obra de su boca, que tardó muy poco en hacer que mi afamado hermanito de levantase.

Descubrí entonces que lo de tenerla entera en su boca iba en serio. No comprendía como le cabía toda, pero así era. Os aseguro que fue increíble como utilizaba labios, dientes y lengua.

A los pocos minutos se levantó.

-“Entra en el yacusi cariño”-y me dio un besito en los labios.

Yo me senté y clavé mi mirada en ella. Tenía un cuerpo escultural y verla desnuda, con su sonrisa de niña buena, acercándose a mi era todo espectáculo. Se quedó de pie un instante conmigo entre sus piernas. Pensé que pretendía que le devolviese el favor, pero solo intentaba alargar el momento de espera.

Dobló las rodillas y empezó a agacharse restregándose por mi cuerpo. Tenía mi poya completamente erecta entre los dos y me dio un apasionado beso mientras se restregaba con ella.

-“Bien. Ha llegado el momento”.

Y diciendo esto me la agarró y empezó a clavársela muy lentamente. Cuando hubo entrado del todo continuó con un balanceo muy suave. Su cuerpo a penas se movía. Era solo movimiento de caderas lento y acompasado mientras me miraba fijamente a los ojos luciendo su eterna sonrisa.

-“No te imaginas como he esperado este momento… Tenerte dentro es una gozada”.

-“Pues lo tenías muy fácil para conseguirlo”.

-“Lo bueno se hace esperar rey”.

-“Hubiese esperado toda la eternidad para ganarme este rato de intimidad a solas contigo”.

-“Alegrate que no te ha hecho falta esperar tanto”.

-“No te imaginas lo afortunado que me siento”.

-“Si me lo imagino… y me halaga”

-“Parece increíble que estemos hablando tan tranquilamente mientras te follo”.

-“No seas tan vulgar…, no me hagas sentir como una puta. Ahora no”.

-“Perdona. Dame un besito”.

Nos dimos un beso mientras ella me hacía salir de su interior.

-“Vamos a la cama de tus padres. Te parecerá raro, pero me apetece un rato de postura del misionero”.

Fuimos a la cama completamente mojados y sin secarnos. Se tumbó con las piernas abiertas y yo me puse encima de ella. No tardé mucho en notar que me estaba a punto de correr. Ella también lo notó, supongo que por la expresión de mi cara.

-“Vente dentro”.

Y así lo hice, qued&aacu

te;ndome rendido a su lado. Estuvimos un rato hablando de tonterías y bajamos a tomarnos un café con leche y alguna pasta a la cocina. Las demás chicas no tardaron en bajar.

-“Que madrugadores se han vuelto algunos…, juraría que han empezado sin nosotras”- dijo Bárbara sonriendo.

-“Bueno…, yo…”

-“No te excuses Nuria, eres una tramposa. No te has ganado el polvete”- le recriminó Eva”.

-“Si en cierto modo, ha sido la primera en levantarse y me ha venido a buscar, no nos íbamos a poner a esperaros”.

-“Si nos da igual. Lo que pasa es que ahora se pone a la cola. Vas última”-dijo Cristina”.

-“Bueno, bueno. Este chico se acuesta con una y se levanta con otra. No te quejarás…”

-“Te aseguro que no me quejo”.

-“Pues yo si me quejo”- era la voz de mi hermana desde las escaleras que bajaba –”no me ha gustado que me dejases sola en la cama. Dame un besito anda”.

Me dio un beso en los labios muy corto y se fue directa a la cafetera.

-“¿Te la has tirado?”-preguntó Cristina sorprendida.

-“¡Que va! Me quedé con las ganas “- respondió Laura por mi.

-“Pobrecita”- dijo Eva dándole un cachete en el culo –”ya te compensará”.

-“¿Es verdad tete?”-me preguntó.

-“No pienso hablar de eso. Ya lo discutimos ayer”.

-“Tienes razón, bien, ¿Qué hacemos?”

-“Vamos a tomar el sol un rato y descansamos”-dijo Nuria.

-“Claro, como tu ya vas servida…”-dijo Eva

Nos reímos todos un rato, pero acordamos que era lo mejor. Quedaban dos días por delante y teníamos que administrar las fuerzas.

Salimos al jardín y estuvimos un rato tomando el sol pero cuando nos metimos todos en el agua ocurrió algo no previsto que casi nos destroza el día. Apareció mi tía, la mujer del hermano de mi madre, con mi prima de quince años.

-“¡Hola chicos!”-dijo provocando algún pequeño infarto, sobre todo de mi hermana, la responsable de todo aquello –”vuestra madre me dio las llaves para que viniésemos a tomar el sol. ¿No os importa verdad?

-“No”-balbuceé mientras todos seguíamos con cara de cordero degollado.

-“Hola Arni”- dijo mi prima

-“Hola Judith”.

-“No os molestaremos. Judith y yo estaremos calladitas. Vosotros seguir a lo vuestro”.

-“¿Qué hacemos Laura? Nos la vamos a ganar”-le dije a mi hermana.

-“Tranquilo, no creo que estén todo el día por aquí. Además, es Olga, no creo que le importe mucho que estemos desnudos. Esperad que hable con ella”.

Laura se acercó al borde de la piscina y llamó a mi tía Olga que ya estaba tumbada tomando el sol.

-“Tía”-le susurró-“¿Puedes acercarte?”

-“Claro reina. Dime que quieres”.

-“Mira, es que…, no lo ves…, me da mucha vergüenza…,pero estamos todos desnudos…, no sabíamos que vendríais…, sino…”

-“UHF, perdonad….”

-“No, perdona tu. habíamos hecho una especie de camping nudista y claro ahora, contigo y con Judith nos sentimos muy violentos, si queréis entráis un momento en casa y nosotros nos vestimos”.

-“De ninguna manera, no quiero que os fastidies por mi culpa. Espera…”

-“Bueno, hagas lo que hagas no se lo digas a mamá”.

-“Tranquila, Judith, ven aquí”.

-“Dime mamá”.

-“Mira tu prima y estas chicas están desnudas. ¿Quieres que nos desnudemos también para tomar el sol?”

-“Me da mucha vergüenza”

-“Si yo también estoy desnuda…”-dijo mi hermana-“mira”-y dio un saltito para enseñarle las tetas”.

-“No es por ti, ya me has visto desnuda otras veces. Está Arni”.

-“El también está desnudo. Además, así se te pondrán morenitas las tetas. Ya verás que guapa estás sin la marca del bikini”.

-“Bueno, vale, pero no me miréis”.

-“Vale”.

Judith se fue a quitarse el bañador al cuarto de baño. Pareció algo ridículo, pero cada uno tiene sus manías.

-“Gracias tía”.

-“De nada mujer, pero tu tampoco digas nada a tus padres”.

Se puso de pie y se desnudó. De los nervios os aseguro que ni me di cuenta de lo buena que estaba. Bueno, yo ya lo sabía, pero me refiero a que no me fijé. Estaba más nervioso por estar desnudo que excitado por verla desnuda.

Mi hermana salió del agua enseguida y se tumbó al lado de mi tía. No se de que hablaban pero reían mucho. Al poco tiempo salió de dentro de casa Judith. Debo reconocer que me fijé en ella y empezaba a

tener cuerpo de mujer, con bastante bello en el pubis y unos pechos considerables para su edad. Se sentó justo a su madre y mi hermana y siguieron hablando.

-“Bueno, yo también salgo. Es estúpido tener vergüenza si todo el mundo va desnudo”-dijo Eva.

-“Claro, como todo sois chicas”.

-“Vamos va”

Así que salieron todas y me quedé solo en el agua mirando como se reían, supongo que en algún momento se rieron de mi.

Al poco rato Olga le dijo algo al oído a Judith y se tiró al agua. Venía a decirme algo. Se acerco, se agarró a mi cuello y me dio dos besos:

-“Mamá dice que vengas. Que no tienes que tener vergüenza”.

-“No tengo vergüenza. Solo es que estoy muy a gusto en el agua”.

-“Vaaa…, vente fuera, que solo dicen tonterías. Con ellas me aburro”.

-“Luego saldré, cuando no lo estéis esperando”.

-“Vale”.

Se soltó y nadó hasta la escalera. Buen culito si señor. Me odié a mi mismo por haberme fijado en eso, pero ese fin de semana me estaba volviendo loco.

Pasaron unos minutos y como las veía tan distraídas hablando de sus cosas me decidí a salir. Al principio creo que ni se dieron cuenta, pero al acercarme a ellas empezaron a silbar y a reír de forma exagerada. Mi tía también gritaba, pero tenía su vista clavada en mis vergüenzas mientras que Judith pobrecita no podía decir nada, estaba boquiabierta, asombrada.

Me sentí tan intimidado que me tumbé lo más lejos que pude de ellas.

-“Joder con tu hermanito”-oí decir a mi tía.

-“Ni que lo jure”-dijo Nuria.

-“No me trates de usted”.

-“Perdona, ni que lo jures, y como la maneja”-pude oír antes de unas carcajadas generalizadas”.

-“Así que ya lo has probado”.

-“Bueno, nosotras tres también”.

-“Caramba con mi sobrinito. A ver si me va a tener que hacer un apaño a mi…”

Todas rieron tanto como podían. Los comentarios de una y de otra iban haciendo que la conversación subiese de tono. Yo las ignoré y al rato ya me había quedado dormido, dejándolas con sus fantasías sexuales.

Me despertó, después de no se cuanto tiempo, una caricia en mi hermanito. Había mucho silencio y no sabía si abrir los ojos. Pero lo hice. De no ser porque me pidió silencio me hubiese puesto a gritar. Era mi dulce primita que jugaba con mi poya. Ladeó la cabeza para que yo mirase a las demás. Y me diese cuenta que estaban todas dormidas.

-“Si haces algún ruido se despertaran”- susurró.

Ella siguió a la suyo y yo, como siempre, no sabía como reaccionar. Cerré los ojos y me limité a esperar que se acabase aquella situación.

-“¡Que grande Arny! Me gusta”.

-“Va…, para”.

-“No. No te voy a dejar a medias. Tienes que correrte. Pero calla que se van a despertar”.

Continuó, con cierta torpeza, no lo vamos a negar, con la mirada clavada en mi poya y con una cara de pasmada que no podía con ella.

-“Lo siento Arni, no puedo más, te la voy a comer”.

-“¿Cómo?”

Pues eso, comiéndola. No había terminado la pregunta y ya la tenía en su boca. Supongo que por la situación no tardé en correrme. Como acto reflejo miré a su madre y juro que me dio la impresión que nos estaba mirando.

-“¡Puajj! Sabe asqueroso”-dijo tumbándose a mi lado.

-“Judith, tienes quince años, no empieces a hacer guarradas de éstas. Y menos con tu primo”.

-“A sido idea de Laura. Me ha dicho que te gustaría. Y a mi me ha gustado mucho”-dijo acercándose más a mi-“¿te gustaría desvirgarme?”

-“Estás loca”- dije mientras me levantaba.

-“Perdona Arny”.

-“No pasa nada. Voy a darme una ducha al gimnasio” –dije con resignación.

-“Espera, te acompaño”

Fuimos los dos a las duchas y empezamos a ducharnos. Recuerdo que al principio estábamos uno en cada punta de las duchas y Judith no se atrevía a hablar pensando que yo estaba muy enfadado, pero supongo que no pudo soportar el silencio y empezó a hablar:

-“¿Te has enfadado?”

-“No. Pero no puedes comportarte así. Somos familia”.

-“Perdona”.

-“Además, eres una niña. No juegues a ser mayor”.

-“No soy ninguna niña. Mira, tengo la conchita llena de pelos y ya tengo tetas, ¿quieres tocármelas?”

-“¡Judith! Y está bien”.

-“Bueno…, perdona

“.

-“Debes descubrir los placeres del sexo poco a poco, con chavales de tu edad, y sobre todo, que no sean de tu familia”.

-“Los chicos de mi edad son unos pánfilos”.

-“Bueno, pues busca a alguien mayor, pero no de la familia”.

-“¿Sabes que pasa? Me muero de ganas de echar un polvo, perdona que te hable así”.

-“Aún no te toca. Todo llegará”.

-“Claro, pero seguro que tu a mi edad ya sabías que se sentía al correrse”.

-“Supongo que sí, pero eso era porque me masturbaba. ¿Tu no lo haces? “- me parecía increíble mantener esa conversación con mi prima.

-“No. Me da no se que”.

-“¿Y no te da “no se que” hacer el amor con tu primo?”.

-“No. Pero bueno, no se como se supone que tengo que masturbarme para que no me…, ya sabes, “no se que”.

-“No se que decirte. Porque no lo hablas con Laura, ella te entenderá mejor y sabrá que decirte”.

-“Se lo he dicho antes. Y me ha dicho que te intentase echar un polvo”.

-“Está loca. Háblalo con una amiga…, o con tu madre…, yo que se”.

-“¿Qué tiene que hablar conmigo?”

-“¡Tía!”-exclame mientras me ponía de espaldas como acto reflejo”.

-“Olga, vete con tu prima que tengo que hablar con Arni”.

-“No, me quiero quedar aquí”.

-“Que vayas”.

-“Bueno”.

-“Arnau. He visto lo que ha pasado antes”-dijo acercándose mucho a mi.

-“Yo…”

-“Tranquilo, he visto como ha ido todo. No te voy a reñir. Pero no quiero ser la única que se quede sin probarte…”-dijo mientras me agarraba la poya abrazándome desde detrás.

-“Tía, que haces”.

-“Llámame Olga”.

-“Suelta”

-“¿No me vas a hacer un pequeño favor?. Ya se te está poniendo a tono”.

-“No, eres mi tía”.

-“Venga…, soy la mujer de tu tío y punto. Y él casi ya no funciona”.

-“Me da igual”.

-“Está bien. Gírate. No me gusta hablarle a tu cogote”.

-“Dime”.

-“Mira este cuerpo”-dijo dándose la vuelta –”tengo treinta y cinco años, pero a mi edad pocas están como yo. Respóndame sinceramente, si no estuviese casada con tu tío, ¿me harías el amor?” – espero un rato y como no respondía insistió –”¿me follarías o no?”

-“Si, joder Olga, sí”.

-“Pues entonces yo olvido que soy tu tía y tu que eres mi sobrino”.

-“No se…, no”.

-“Hazme un favor”

-“¿Cuál?”

-“Tumbate en el suelo”.

-“”Para que?”

-“Tu túmbate y cierra los ojos que te voy a contar una cosa”.

Y lo hice, no se porqué, supongo que me apetecía dejarme llevar i en menos de treinta segundos noté como se empalaba mi poya y abrí los ojos.

-“Arni, ya me la has clavado, lo mínimo que podemos hacer es acabar con esto”.

Volví a cerrar los ojos y dejé que ella hiciera lo que quisiera. No intervine para nada y aunque supongo que eso la decepcionó un poco se que estuvo contenta porque al terminar me dio un beso y las gracias.

Nos dimos una ducha antes de salir, durante la cuál no pronunciamos palabra alguna. Mientras me secaba rompió el silencio:

-“No te enfades conmigo Arny”.

-“Olga, sabes que no me enfado nunca. Pero hay cosas que me molestan mucho. Somos familia, y esos vínculos hay que respetarlos”.

-“Vamos…, no seas así. No tenemos ningún vínculo de sangre”.

-“Aunque eso sirviese como excusa, estás casada”.

-“Por eso mismo”.

-“¿Cómo?”

-“Si hombre, tu tío a penas me toca. Y tienes que entender que una mujer de mi edad está en el mejor momento para disfrutar de su sexualidad”.

-“Y yo que culpa tengo de eso”.

-“No eres el culpable, pero puedes ser la solución”.

-“Ni hablar, esto no puede repetirse”.

-“Bueno, ya hablaremos de esto”.

-“Ya hablaremos…”

-“Entre nosotros…, no digas ni una palabra a nadie más”.

-“¿Te crees que mi hermana no se lo imagina?”

-“No”.

-“Yo te aseguro que sí”.

-“No. No se lo imagina porque lo sabe, antes de bajar le he pedido su opinión”.

-“Te aseguro que ya no entiendo a las mujeres ni lo más mínimo. Estáis todas locas”.

-“Bueno, bueno. Según como te los mires. Es tan fácil como pensar que todo el mundo quiere algo y utiliza los medios que cree oportunos para conseguirlos”.

-“Puede, ya no se que creer”.

-“Es igual, no le des más vueltas. Ahora me llevaré a Judith a casa y os dejaremos a lo vuestro, que ya lo deb&ea

cute;is estar deseando”.

-“Si queréis podéis quedaros a comer”.

-“Arnau, a mi edad una ya a aprendido a darse cuenta cuando molesta”.

-“No molestáis”.

-“Bueno, da igual. Ahora nos iremos”.

-“Como quieras. Vamos a fuera”.

Cuando salimos las chicas estaban poniendo la mesa para comer. Supuse que mi hermana estaría cocinando algo porque era la única que no corría arriba y abajo con platos y vasos, lo cuál no era muy bueno para nuestra salud, pero no iba a quejarme encima que no hacía ni el huevo.

-“Judith, vístete que nos vamos”.

-“Nooo, ¿Por qué no nos quedamos a comer?”.

-“No te pongas caprichosa”.

-“Joo..”

-“Va. Bueno chicos, nosotros nos vamos”.

-“¿Seguro que no os queréis quedar?”-preguntó Cristina.

-“Sí”.

-“Va, Olga, no te hagas de rogar. Seguro que reiemos”.

-“No se”.

-“Además, hablando sinceramente, queríamos que te fueses para poder seguir con lo nuestro, pero ahora que tu también te lo has tirado ya nos da igual, juega con nosotras”.

-“Pobrecito, lo vamos a secar”-dijo mi tía provocando las risas de todas.

-“¿Y yo que?”-preguntó Judith entristecida.

-“A ti ya te haremos algo especial…”-le susurró Bárbara al oído.

-“Bueno, que Arnau decida, si él quiere nos quedaremos”.

-“Sí mujer, quedaros”.

No se si tomé la decisión correcta. Lo más seguro es que les tenía que haber pedido que se fueran, pero eso me hubiese convertido a mi en el malo de la película y no estaba dispuesto. Además, debo reconocer que esa fue la comida más amena de toda la semana, reímos mucho y aunque la conversación era algo subida de tono la llevamos con más naturalidad de la esperada. Incluso ya no me incomodaba nuestra desnudez y lo aceptaba como una circunstancia cualquiera.

-“Bueno, lo mínimo que puedo hacer es recoger todo esto. Vosotros ir a la piscina” –dijo Olga cuando habíamos terminado de comer.

-“No mujer, entre todos lo acabaremos en seguida”.

-“Como queráis”.

Lo cierto es que en menos de cinco minutos estaba todo recogido. Suerte que la previsora de mi hermana había hecho un buen acopio de platos y vasos de plástico que no daban más faena que abrir el cubo de la basura.

Nos metimos en el agua en seguida y Bárbara empezó a hablar de algo con relativa seriedad:

-“Hay alguien por aquí al que le debemos algún favorcillo…”-hizo una pausa y continuó-“la pobrecita Judith no sabe que es un orgasmo” –continuó haciendo que mi prima se sonrojase –”hemos escuchado la conversación de antes, perdona, somos algo cotillas”.

-“¿Mamá?”

-“Tranquila Judith, deja que Bárbara hable”.

-“¿Qué te parece si las tres amigas de tu prima te hacen un regalito?”

-“¿Qué regalo?”

-“Tu primer orgasmo”.

-“Yo no soy lesbiana”.

-“Nosotras tampoco”-dijo acariciandole un pecho y besándole el cuello –”pero a menudo las circunstancias nos hacen hacer cosas…,¿quieres o no?”

-“No se…,¿Mamá?”

-“Tu misma. Yo no me lo pensaría. Mira que tres chicas más guapas. Son amigas y lo hacen por ti”.

-“Me da no se que…”

-“Vamos a hacer una cosa, acercate”.

Bárbara besó apasionadamente a Judith unos segundos mientras, creo, que le acariciaba el pubis debajo del agua.

-“No hagas nada, no digas nada. Solo sal del agua, túmbate en la toalla, cierra los ojos y espera a que las cosas sucedan, si quieres, imagínate que es Arnau el que te lo hace”- hizo una pausa hasta ver como Judith salía del agua y continuó –”Eva, Cristina, ¿Qué me decís? Le damos a la pobre chica su regalo”.

-“Claro, me muero de ganas de probar su conejito. Hagámosla disfrutar como nunca”- contestó Cristina.

Salieron del agua las cuatro i se sentaron cerca de Judith. Empezaron a acariciarla muy dulcemente. Supongo que la chica se sentía en el séptimo cielo con seis manos acariciandola por todos lados, hasta el último rincón de su piel. Cuando Cristina se apoderó de su conchita la voz de mi hermana me distrajo. Estaba acariciando una teta de mi tía Olga.

-“Bueno tía, ellas están muy entretenidas y Arnau no quiere saber nada de nosotras, ¿que te parecería tirarte a tu sobrinita?”

-“No se si sabré. Jamás he estado con una mujer”.

-“Tu déjate llevar. Mira, ves como te acaricio, simplemente haz lo mismo”.

Me quedé at&oa

cute;nito mirando como las cinco mujeres se entretenían las unas con las otras pero debo reconocer que ver a mi hermana y mi tía magreándose de esa forma me estaba destrozando los principios.

-“Laura, ¿puedo pedirte una cosa?”

-“Claro, dime”

-“Jamás le he comido el conejito a nadie”.

-“Y te apetece comerme el mío…”- espero a que asintiera y dio un saltito para subirse al borde de la piscina –”pues toma. Pero esmérate, simplemente tienes que hacérmelo como te gusta que te lo hagan a ti”.

No pude más. Ver a mi tía es esas labores me hizo acercar por detrás y acariciarle las tetas.

-“Bienvenido. Empezaba a pensar que no vendrías”

Estaba restregándole la poya por detrás cuando ella lo entendió:

-“Arnau, ten mucho cuidado, nunca me han dado por ahí”.

-“Iré poco a poco”.

Y eso hice. Fui muy despacio y masturbándola de mientras para aliviarla un poco. Supongo que le costaba acostumbrarse a la mezcla de dolor y placer porque dejó de lamer el coño de mi hermana y se limitaba a acariciarlo.

-“Bueno Arnau, ¿Quién nos iba a decir hace una semana que nos tiraríamos a nuestra tía Olga a medias? Je je, si mamá se enterase.

Reímos un rato por lo curioso de la situación, pero continuamos a lo nuestro. No tardé demasiado en correrme y ellas también lo dejaron entonces.

-“Mi hija debe estar disfrutando de lo lindo, desde aquí se la oye respirar. ¿Cómo va eso Bárbara? – gritó desde la piscina.

-“¡Estupendo! Que gozada…”

Mi primita se había olvidado de su papel pasivo y le estaba lamiendo el coño a Bárbara mientras Eva se lo comía a ella.

-“No olvidaremos este día Laura, gracias”.

-“De nada. Y ya sabes que cuando necesites una amante me tienes aquí”.

-“Lo mismo te digo, tu tía te estará esperando”.

-“Bueno, bueno”-interrumpí-“ya basta”.

-“Tu también Arnau, desde hoy eres mi sobrino favorito”.

-“Tambien quiero que seas mi hermano favorito…”

-“¿También te lo quieres tirar tu Laura?”

-“Joder, y tanto. No ves como está. Él también quiere, pero no se atreve”.

-“Vamos Laura, cállate”

-“Yo me callo, pero algún día me vas a echar un polvo…”

No contesté a eso, no pude. Cristina nos interrumpió tirándose al agua con nosotros.

-“Tu hija es una máquina. Ha tenido dos o tres orgasmos y sigue con esas dos, se las va a comer”.

-“Debe venir de familia”-dije haciéndolas reir.

-“Pues sí, yo misma me pasaría la vida con algo entre las piernas”-contestó mi hermana provocando más risas.

Las otras tres tardaron aún media hora en echarse al agua y cuando lo hicieron, lo hicieron con una sonrisa que bien podría haberles sacado la mandíbula de sitio.

-“¿Qué tal Judith?”-le pregunté.

-“¡Muy bien! ¡Ha sido estupendo!”-contestó dándome un beso en los labios-“lo que no se es cuanto tardaré en probar una de estas”-acabó cogiéndome la poya.

-“Todo llegará hija. Deja a Arnau tranquilo un rato, que lo vamos a matar”.

-“¿Otra vez?”-la increpó Eva-“tu no has venido a tomar el sol, tu has venido a robárnoslo”-dijo riendo.

-“Aquí la que no corre vuela”-se defendió.

-“Yo soy la siguiente”-dijo Cristina.

-“¿Y yo que?”-preguntó Nuria.

-“No te quejes, que tu ya llevas lo tuyo”-interrumpió Bárbara.

-“Pero quiero más”-dijo Nuria abrazándome con las piernas y besándome-“siempre quiero más de Arnau”.

-“Suéltalo”-dijo mi hermana-“Ya veremos como saldamos esto”.

-“No se si mi hermana se merece esta joya”-dijo besándome.

-“¿Está saliendo con tu hermana?”-preguntó mi tía.

-“No se, algo raro, el domingo tienen que hablarlo”.

-“Joder con mi sobrinito”.

-“Eso es lo que quiero yo, joder con él”-dijo mi hermana para provocar, otra vez, que riesen todas menos yo.

Continuamos en aquella, ya normal, situación de desnudez un rato hasta que el hambre acudió a nuestras mentes. Tanto desgaste justificaba una ingestión desmesurada de alimentos y no estábamos para regímenes estúpidos, por lo que la idea de una buena merienda no necesitó ser sometida a votación.

Mentiría si dijese que merendamos, puesto que no lo recuerdo. Solo se que cuando termin

é me ausenté un momento para consolar cierta fuerza interna en el lavabo, para encontrar a mi regreso un nuevo montón de sonrisas maliciosas dispuestas a algún juego, que supongo, me convertía no en partícipe sino víctima.

La historia continua, pero después de varios días escribiendo me da pereza. Si quieren que termine el relato, por favor, escríbanme a

Autor: Anonimo