José quiere chupar las tetas de su madre como lo hace su hermanito

José de 18 años llega a su casa donde están su madre Pilar, de 40 y su hermanito Miguel, un bebé.

– Hola, mamá, ¿dónde estás?

– Estoy aquí, en la cocina, dándole el pecho a tu hermano, dijo Pilar.

José fue a la cocina, y allí estaba su madre con las tetas fuera, dando de comer a su hermano, se acercó a ella, acarició en la cabeza a su hermanito y Le dio un beso a su madre. Notó otra vez la maldita erección que tenía cada vez que veía las tetas de su madre.

Pilar dejó de amamantar a Miguel y lo dejó en la trona. José se fijó en el pezón de su madre, tenía leche, tuvo un arrebato y se lo chupó, Pilar dio un respingo y sacó la teta de la boca de su hijo.

– ¡Pero, qué haces, José!

– Perdona, mamá quería leche, como Miguel.

– ¡Vete a tu cuarto inmediatamente, estás castigado, ya eres mayorcito para que te de teta!, dijo Pilar mientras tapaba sus pechos con el sujetador y se abrocha a la camisa.

– Si, mamá, perdona, dijo José cabizbajo.

José se fue a su cuarto aturdido, últimamente no hacía nada más que fijarse en las tetas de su madre, a partir del embarazo le habían crecido y José se había hecho varias pajas pensando en ellas, además su madre las tenía constantemente fuera, o bien dándole de comer a su hermano o sacándose leche con un aparato, era una presencia continua. Y él quería que su madre Le diese leche como a su hermanito.

Entró en su habitación totalmente excitado, se tumbó en la cama boca abajo y empezó a moverse, últimamente se masturba a así, Le encantaba rozarse contra el colchón y moverse arriba y abajo como si estuviese follando. Pensaba en las tetas de su madre, en sus grandes peones negros y en cómo se los chupaba su hermano, además tenía en su boca el regusto de su leche.

– ¡Oh mamá, que tetazas tienes, quiero chuparlas!, susurraba mientras se restregaba contra el colchón.

– ¡Quiero que me des tu leche!

– ¡Oh, mama, mamá! Dijo al correrse, apareciendo una mancha en su pantalón.

Pilar mientras tanto estaba arrepentida, el pobre tenía celos de su hermano que acapara a toda su atención, era normal, pero haberle chupado un pezón era algo que no podía permitirle, era su madre, tenía que hablar con él, se estiró la falda y se dirigió al dormitorio.

Abrió la puerta y vio a su hijo sentado en la cama, observó cómo rápidamente llevaba su mano cerca de la entrepierna, como para ocultar algo.

– ¿Qué es lo que tienes ahí, José?

– Nada, mamá.

– ¿Nada?, déjame ver.

Pilar retiró la mano de su hijo y vio la mancha.

– ¿Y esto, que es?

– Nada, mamá, será agua.

Pilar pasó los dedos por la mancha, era algo pegajoso, al hacerlo rozó el miembro de su hijo que dio un respingo, Pilar vio como se le abultaba el pantalón.

– Esto no es agua, José, dijo pasando sus dedos por la nariz para olerlos, olía fuerte, cera semen, sin duda.

José agachó la cabeza y no dijo nada.

– ¿Te has tocado pensando en mí?, dijo Pilar señalando el bulto que tenía su hijo en el pantalón, es increíble, José, no puede ser que te pongas así por ver como doy de mamar a tu hermano, soy tu madre.

– Perdona, mamá, pero es que me gustas mucho y además se te han puesto las tetas muy grandes.

– No digas eso, José, te vuelvo a repetir que soy tu madre. Además, es normal que se me hayan puesto más grandes porque tengo que alimentar a tu hermano.

– Ya lo sé, mamá.

– Venga, vente conmigo que te voy a enseñar una cosa.

Pilar cogió a su hijo del brazo, fueron al cuarto de estar y se sentó en el sofá.

– Dame eso que hay encima de la. Mesa.

José cogió un aparato que tenía como una ventosa y un recipiente, se lo dio a su hijo.

– ¿Qué es esto, mamá?

– Es un sacaleches, para sacar la leche que me sobra y que no me duelan los pechos. Ahora vas a ver porque tengo estas tetas tan grandes que tanto te gustan.

Pilar se desabrochó la camisa y sacó sus tetas del sujetador lo que hizo que la erección de su hijo aumentará, se puso la ventosa sobre el pezón y empezó a sacar leche.

José no quitaba la mirada de las tetas de su madre, se le ocurrió una idea.

– Mamá, yo podría ayudarte.

– ¿Con el sacaleches?

– No mamá, bebiendo de tu leche como hace el hermanito.

Pilar se quedó mirando a su hijo, había pensado que viéndola sacar su leche se le quitaría la obsesión por sus tetas, pero estaba claro que no era así. Se quitó el sacaleches.

– Ven aquí, José, dijo.

José se acercó y se sentó a su lado.

– ¿Quieres leche de mamá?

– Si, por favor.

– Está bien, pero sólo una vez, luego quiero que me dejes en paz.

– Si, mamá, si, de verdad, te lo prometo.

Pilar acercó una teta a la boca de su hijo, éste se la metió en la boca y empezó a chupar, bebiéndose la leche de su madre que Le resbalaba por los labios.

– ¡Oh¡, dijo Pilar estremeciéndose sorprendida, la forma de chupar de su hijo no tenía nada que ver con la del bebé, que chupetones, por dios, que forma de aferrarse a su teta, además el carbón Le estaba pasando la lengua por el pezón que se endureció de inmediato, sentía su coño totalmente empapado, empezó a acariciarse por encima de la falda hasta que se provocó un orgasmo.

– Te gusta, mamá, dijo José sacándose la teta de la boca.

– Si, hijo, si, sigue chupando las tetas a tu madre, sácame toda la leche, ¡Oh, qué gusto!

Pilar se fijó en el enorme bulto que tenía su hijo en la entrepierna, sin pensarlo mucho le bajó la cremallera y sacó su polla que estaba totalmente tiesa.

– Ya veo que a ti también te está gustando, dijo Pilar agarrándose la.

– Si, mamá, si, dijo José temblando.

– ¿Quieres que te saque yo también tu leche?, dijo Pilar empezando a subir y bajar la mano por el tronco de su hijo.

– ¿Quieres que yo también te ayude?

– Si, mamá, si, por favor.

– La puta de tu madre te va a sacar la lechecita, dijo Pilar, empezando a subir y bajar por la polla de su hijo.

– ¡Oh, sí, mama, que gusto, sigue, sigue!

– Si, hijo, si, dijo Pilar, pajeando lentamente a su hijo, no iba a durar mucho, pronto sintió como temblaba y salían chorros de lefa de la polla de su hijo poniéndole pérdida la falda y llenando su mano con su semen.

– Oh, mamá, tú también me has sacado la leche.

– Si, hijo, si, nos hemos hecho un favor los dos.