Instalo cámara en la tienda de lenceria de mi madre y me llevo muchas sorpresas

Me llamo Pablo, tengo 24 años y ya hace más de dos años que acabé mis estudios de Electrónica y Programación. Desde pequeñito he sido un fanático de los ordenadores lo que me llevó a tener problemas con la Policía. 

 Un día decidí hackear los datos del Ministerio de Educación. Sin que precisara dedicarle mucho tiempo entré en su base de datos y dejé mi firma, una manera de demostrar que el sitio no era seguro, habría podido cambiar las notas de media España, pero no toqué un solo dato. Tenía 18 años. A los dos día llegó a mi casa la Guardia Civil. La cosa quedó en nada.

 Si sirvió para orientarme en ese mundo que para mi y de forma intuitiva era facilísimo.

 Pese a mi excelente currículum no he conseguido un trabajo, y de verdad que estoy loco por independizarme, vivir solo y así poder llevar a mi casa a toda la que se ponga a tiro. Ahora no puedo hacerlo, mi madre es muy estricta en cuanto a todo y a lo que más, al sexo. 

 Mi madre, que se llama Amparo,  y yo vivimos en Valencia. Mi padre se fue a comprar tabaco cuando yo tenía 6 años y nunca más hemos tenido noticia de él. Mi madre tiene la mejor tienda de lencería y bañadores de toda Valencia y eso da para que vivamos con holgura.

 La tienda se llama Frú-frú y la atiende personalmente mi madre con ayuda de una dependienta, mi medio prima Rosita, y digo medio prima porque es la hija de una prima de mi madre. Yo les ayudo en momentos de mucho trabajo pero mi tarea la mayoría de las veces se limita a traer lo que me piden del almacén o en atender a chicas de mi edad, los centenares de señoras que entran en la tienda ni me dirigen la mirada.

 Mi madre con un gran sentido comercial, ha empleado lo que ella llama la técnica Victoria Secret, ropa interior normal, pero además ofrece a sus clientas la lencería más provocativa, traída de todo el mundo, bañadores australianos y brasileños, bragas y sujetadores italianos y colombianos, camisones y saltos de cama franceses y corsets y fajas hechas en los Estados Unidos. 

 Viendo el escaparate nadie podría sospechar lo que esconde la trastienda, pero las clientas lo saben: ropa de puta para las amas de casa más respetables de la ciudad y para otras que no son tan respetables, eso decía mi madre.

 Hace ya unos meses aprovechando que se produjo un corte de luz en la tienda, mi madre, que entiende que yo soy electricista, me pidió que revisara la instalación. 

 Lo hice a conciencia, instalé dos cámaras de video en cada uno de los tres probadores. Las cámaras del tamaño de una lenteja recibían las imágenes tan pronto captaban movimiento o sonido en el probador y lo mandaban por bluetooth al ordenador de la tienda, yo no tenía más que ir con un pen-drive y retirar las imágenes.

 Luego tranquilamente en casa, revisaba todo el material grabado, desechaba lo  feo, editaba lo más explícito y lo guardaba encriptado. 

 Tengo más de 3.000 mujeres en pelota picada ( he desechado mucho material) a las que además se les ve la cara con todo detalle, en resumen a toda Valencia. Podría chantajear a media ciudad pero no puedo ni enseñar esas imágenes a mis amigos. 

 Viendo tantas grabaciones he aprendido mucho sobre el comportamiento de las mujeres, en la intimidad de un probador, sobre todo cuando ya están en cueros, se sienten absolutamente seguras y se comportan con la mayor naturalidad. 

 Entran en el probador, se desnudan enfrente de la cámara Uno y van dejando su ropa en el silloncito que hay delante. Una vez desnudas se vuelven de espaldas a esa cámara y se miran en el espejo que hay en la pared de enfrente, donde está la cámara Dos. 

 Las dos cámaras graban simultáneamente  de modo que no se escapa un detalle, tengo a mis victimas de frente, de perfil y de espaldas. 

 Muchas de ellas, por no decir todas, aprovechan el espejo para revisarse de arriba abajo, se levantan las tetas con las manos, se giran para verse el culo, se estiran la piel del vientre como si estuvieran planeando un operación de estética y se abren bien de piernas para ver con detalle su chocho, algunos al natural, otros recortados y la mayoría depilados.

 Tengo grabaciones de señoras muy conocidas en Valencia por su vida virtuosa que después de verse un rato desnudas se sientan en el silloncito, antes de probarse nada, y se hacen una paja. Lo de masturbarse en el probador es bastante frecuente y cuando entran dos mujeres no me extraño si se tocan.

 Y son muy pocas las que no sacan su teléfono y se hacen una sesión de fotos en cueros.

 Habiendo revisado más de 3.000 videos está claro que tengo de todo, lo que más cachondo me pone es ver en el probador a mujeres que yo conozco, algunas se dejan sus secretos mejor guardados en mi ordenador y entre ese grupo selecto pongo a la dependienta de la tienda que se llama Rosita, a compañeras de la Universidad y hasta a mi madre que ella también tiene algún cadáver escondido en su armario.

 Empezaré por Rosita. Rosita, mi prima, es cuatro años mayor que yo y siempre la he visto como mi prima mayor. Rosita es una chica guapa, lo que de ella llama más la atención son sus tetas, mi madre la escogió por echarla una mano, pero estaba encantada con la delantera de su sobrina. Viendo a Rosita las clientas podían pensar que con la prenda adecuada ellas podrían parecérsele. 

 Mi prima es una mujer hermosa, además de un par de tetas de escándalo todo lo tiene grande, alta, buenas caderas y unos muslos que cuando va por la calle con sus medias de yoga hace que los hombres se descoyunten. A mi madre le gustaba que llevara escotes generosos y a ella, como a todas las mujeres que tienen buenas tetas, le gustaba llevarlos.

 Para mi era mi prima la mayor, nos conocíamos desde pequeños y nuestros círculos eran distintos por lo que no coincidíamos en nada.

 La primera vez que vi a mi prima en el probador fue para mi una sorpresa mayúscula. Estaba revisando la cámara 2 cuando vi entrar a una mujer a la que no podía ver la cara, iba cubierta por un vestido ligero que, por lo que pude ver, se abrochaba por delante. 

 Lo desabotonó, se quitó el vestido y lo colocó cuidadosamente sobre el sillón, dos cosas me llamaron la atención: lo primero su culo, para colocar el vestido tuvo que inclinarse hacia delante y me ofreció un plano perfecto de sus nalgas.

 Enterrada entre sus cachetes la fina tira del tanga, en la parte superior un mínimo triangulo de encaje del que salían dos tiras de bordado, el conjunto Princess, uno de los más caros de la tienda, italiano, casi transparente. 

Pensé: una clienta pija, pero con un culo espectacular.  

 Con tranquilidad, sin prisa ninguna, se quitó el sujetador y en un gesto muy típico en el probador subió los brazos para verse las tetas levantadas. Al hacer ese gesto me dio la oportunidad de ver que las tetas aparecían por los laterales de su pecho. Pensé: vaya par de tetas que tiene la niña, la cosa no podía ir mejor, un culo grande y respingón y unas tetas tremendas.

 Me dispuse a disfrutar de su visión.

 A continuación se sacó lel tanga y de nuevo se inclinó para colocarlas sobre el silloncito. Si bueno había sido el primer plano este segundo fue sublime, su desnudo y justo enfrente de la cámara, tan enfrente como para poder ver que llevaba el chochito depilado. Además del culo pude ver unas piernas y unos muslos preciosos.

 Una vez en pelota hizo lo que todas hacían, se volvió hacia el espejo para contemplarse, no presté atención a su cara, mi vista se dirigió lo primero a su tetas, dos tetas absolutamente sublimes, grandes, paradas, con unos pezones erectos y oscuros, sobre una areola pequeña.

 Mi segundo golpe de vista se dirigió a su chocho, en contra de lo que había visto, si tenía pelo, ahora pude ver una matita perfectamente perfilada sobre su monte de Venus y de ahí para abajo depilada. El vientre con una pequeña curva en forma de escudo y una cintura mínima para tanta abundancia. Me quedé tan absorto que tardé en mirarle a la cara, cuando lo hice comprobé que aquel aparato de mujer era Rosita.

 De mi prima además de sus tetas siempre me había llamado la atención su boca, una boca grande de labios gruesos, mullidos. Y su pelo, de color negro zaino y largo como para taparle media espalda, aunque lo solía llevar recogido.

 Lo primero que se probó fue un corset de color champán con encajes en negro, uno de los más caros de la tienda, con él puesto se dio varias vueltas frente al espejo. 

 Si me hubiera consultado yo le habría dicho que con él estaba perfecta: las tetas prácticamente al aire solo sujetas por la parte de abajo y con los pezones al aire, la cintura estrecha de la que parecían brotar las rotundas caderas y sin bragas.

Aprovechando las ligas del corset, Rosita se puso unas medias negras con costura antes de ir frente al espejo para hacerse varias fotos. Cada una más osada que la anterior.  

 A continuación se probó un conjunto de bragas y sujetador todo de encaje y prácticamente transparente con un liguero a juego. Otra vez se volvió a poner medias y se hizo fotos. Acto seguido llamó por teléfono.

 – Cariño te he hecho caso y te he mandado unas fotos para que elijas lo que debo llevar esta noche, ¿cual te gusta más?.

  – Eso lo dices porque con el corset no llevo bragas, eres un cochino porque pienso llevarlas.

 – Bueno si te gusta más me pongo ese, y si quieres que vaya sin bragas iré sin ellas, pero antes dime una cosa: ¿Tu me quieres? ¿ Tu me vas a querer siempre? ¿Mucho? Dímelo. Yo te adoro, mi amor. Quiero que esta noche sea muy especial. Te lo voy a dar todo, va a ser la mejor noche de estos tres meses y doce días.

 La cosa estaba clara, Rosita estaba coladísima por un hombre y él, muy probablemente, todo lo que quería era follársela.

 En una grabación de una semana después, Rosita se metió al probador para tener la intimidad que necesitaba para poder llorar a solas. Supuse que el candidato le había salido rana y estaba en lo cierto, hablando consigo misma la oí decir: esto te pasa por liarte con un casado. 

 El concepto que yo siempre había tenido sobre mi prima había cambiado después de verla desnuda. Antes éramos amigos casi diría que con el tipo de amistad que existe entre dos chicos, nunca había sido para mi objeto de deseo pero todo eso había cambiado y desde ese momento me puse como objetivo disfrutar del cuerpo que había visto.    

 Mi siguiente sorpresa fue ver a nuestra dentista entrar en el probador, Susana es la mejor amiga de mi madre, se conocen desde niñas y ambas han compartido sus divorcios. De Susana antes de verla desnuda siempre me habían llamado la atención sus tetas y como toda mujer que sabe que las tiene buenas, a Susana le gustan los escotes. En su consulta mientras me revisaba la dentadura yo estaba fijo en su canalillo. Me ponía enfermo viéndolo, a pesar de mis esfuerzos nunca le pude ver los pezones, lo que no quita que saliera de la consulta con un calentón. Debo ser el primer hombre que se pone palote en el sillón del dentista, pero había que ver las tetas de Susana. 

 Según entró en el probador se quitó la ropa, como ropa interior llevaba un conjunto que yo conozco bien, de tejido color carne y transparente. Cuando se lo quitó pude verle las tetas en toda su plenitud, unas tetas soberbias, como dos odres llenos y apuntando al techo, unas tetas impropias de su edad.

 De cuerpo Susana tiende un poco al sobrepeso, donde más se le nota es en el culo,  pero a mi sus carnes me parecieron más que apetecibles.

 En su monte de Venus un pequeño mechoncito de pelo en forma de triangulo. 

 Me estaba yo recreando en lo que veía cuando mi madre entró en el probador, supuse que para aconsejar a su amiga. Estaba equivocado.

 Mi madre, cuidadosa como era con todo, se desabrochó la blusa y la colgó de una percha, a continuación se sacó la falda.

 Ver a mi madre con un sujetador mínimo, un tanga del tamaño de un paquete de cigarrillos, unas medias negras de esas que se sostienen solas y con tacones fue para mi como recibir una descarga eléctrica.

 Mi madre y yo nos queremos mucho pero no tenemos mucha confianza, nada de ir medio en pelota por la casa, nada de bikinis en la playa, ni una palabra sobre sexo salvo que no puedo llevar mujeres a casa. Mi madre hacía perfectamente el papel de un padreserio, severo, exigente.

 Hasta que vi ese video yo tenía a mi madre como un ser asexuado que se había acostumbrado desde hacía mucho tiempo a prescindir del sexo. Uno no se figura a su madre follando como una loca, ni deseando desesperadamente un hombre. 

 Mi madre se quitó la ropa interior y se quedó gloriosamente en pelota. Yo mientras contemplaba su cuerpo temblaba como si tuviera fiebre. Me estaba fijando en sus tetas cuando oí el comentario de Susana.

– Hija, Amparo, que buenas tetas tienes y sin necesidad de cirujano, no como yo que si no hubiera ido al doctor Merlo parecería una tabla. Y tu culo, ojalá tuviera yo tu culo, no este culazo con el que cargo.

 – Pues yo creo que te ha dejado unas tetas estupendas, es más si sigo sin follar no descarto ir a que me ponga más tetas, a los hombres les vuelven locos. Lo que me da miedo es perder sensibilidad en los pezones.

 – Tonterías, a mi me tocan los pezones y me pongo perra al instante.

 Además de un buen par de tetas mi madre es poseedora de un buen culo y de unos buenos muslos. Tanto su amiga como ella son dos jamonas de muy buen ver, pero las dos sabían que estaban apurando los últimos cartuchos de su munición. 

 – Susana, tengo tantas ganas de que mañana por fin Juan se decida a follarme que me he depilado el coño. Mira.

 – Te lo han dejado como si tuvieras doce años, que injusticia que este chochito pase hambre. Cuéntame el lio de que mañana te acompañe a cenar.

 – Es muy sencillo, Juan me invita a cenar, yo te llevo a ti, él se lleva a un amigo después nos vamos  a tu casa a tomar la última y si ya en tu casa con dos copas no me quita las bragas es que no está por la labor. Hasta ahora besitos, algún repaso a mis tetas, pero no entra a matar. Me tiene encendida 

– ¿Y yo que pinto?

 – Necesito que vayamos a tu casa, total y absoluta discreción e intimidad y si quieres te follas a su amigo.

 – Si está bueno y se pone a tiro me lo follo, eso de no follar en la primera cita es una pérdida de tiempo. Amparo dime la verdad, cuanto hace que no te echan un buen polvo.

 – Desde que Fernando se fue a China no me han echado un polvo, ni bueno ni malo. No sabes lo que me acuerdo de él. Han sido muchos meses follando a diario. No te puedes figurar lo vicioso que era en la cama. Me paso el día salida, no te digo más que me toco todas las mañanas en la ducha. 

 – Pues si ese es el plan nos estamos equivocando, si tu me aseguras que el amigo de Juan está bueno yo no me molesto en elegir ropa interior, yo me pongo un vestido y voy sin sujetador y sin bragas. Y tu deberías hacer lo mismo.

 – Yo quiero que me las quite y que me coma el coño bien comido antes de follarme. Que me den lengua en el chocho me vuelve loca.

 – ¿Sabes a quien me follaba yo ahora mismo?

 – A quien.

 – A Pablo

 – Qué Pablo.

 – Que Pablo va a ser, a tu Pablo. Solo de verle me pongo cachonda. Un cuerpazo  de carne joven. ¿Tu te has fijado en el paquete que tiene? 

 – No

 – Pues fíjate, yo les miro el paquete a los hombres y se la medida, Pablo tiene una pedazo de polla de las que hay que coger con las dos manos. Yo creo que cuando viene a la consulta se pone cachondo mirándome las tetas.

 – No me digas esas cosas, Pablo es un muchacho que va con chicas de su edad.

 –Pues si se metiera en mi cama le vacunaba yo de tanta niñata. Y menos mal que yo no he tenido hijos porque si hubiera tenido a un Pablo ya me lo habría follado. ¿Tu no lo has pensado?

 – Que bruta eres Susana, ni se me ha pasado por la cabeza. Ya se que mi hijo es guapo y que les encanta a las chicas de su edad, pero es mi hijo, yo le miro con otros ojos.  Mi problema es que yo no quiero encontrar una pareja, cuando me abandonó mi ex lo tuve claro, no quiero otro hombre al que atender. Yo lo que necesito es un tío que me folle son asiduidad y cuando acabemos, cada uno a su casa.

 – Y que además sea joven, supongo.

 – Eso me da igual, pero que me tenga atendida, no sabes como me levanto cada mañana, caliente como una perra, se que sueño por las noches, pero no me acuerdo, deben ser sueños eróticos porque me despierto, me tomo un café y como te he dicho me tengo que ir a la ducha a tocarme. Tu sabes que yo siempre he necesitado estar bien follada, eso es lo que echo en falta.

 – Amparo mañana lo que no se nos puede notar es que estamos locas por echar un polvo, nada más patético que una mujer desesperada.

 Se probaron dos conjuntos cada una, se vistieron y salieron del probador.

 Al día siguiente mi madre por la tarde se dio un baño y se puso de tiros largos, un vestido entallado hasta la cintura y de ahí para abajo con vuelo y una gran abertura en un costado, medias negras, taconazos y su collar de perlas.

 – Me voy a cenar con Susana es posible que vuelva tarde.

 – Te has puesto muy guapa, tened cuidado que hay mucho baboso suelto.

 – ¿Te gusta como voy?

 – Me encanta, vas preciosa, por eso te digo que tengáis cuidado. Eres la mujer más guapa de Valencia.

 Al darle el beso de despedida le pasé la mano por la espalda y comprobé que en algo había hecho caso a Susana, mi madre iba sin sujetador, con sus tetas gloriosamente al aire, no puedo asegurar que no llevara bragas. Estaba claro que iba en pie de guerra.

 Pensé: Muy tonto tiene que ser Juan sin no se la come esta noche. Pero he de reconocer que figurarme a mi madre tirada en una cama con un hombre encima y gimiendo de placer no me hacía ninguna gracia, me ponía enfermo.

 No volvió hasta el domingo por la mañana cuando yo estaba desayunando.

 – Me he quedado a dormir en casa de Susana, nos habíamos tomado unas copas y estábamos las dos muertas.

 Tal como me lo contó tuve la seguridad de que mi madre se había pasado la noche follando. No lo se explicar pero sentí odio hacia el tal Juan.  

 En mi colección de videos vi muchas cosas más que ya iré contando, ahora me voy a centrar en mi presa más inmediata: Rosita, mi prima.

 Tengo que reconocer que sabiendo lo que sabía usé la táctica más miserable para llevármela a la cama.

 Fui a la tienda a la hora de cerrar, puse el pen drive en el ordenador y cuando ya salíamos me brindé para llevarla a su casa. Hasta ahí todo normal, muchas noches lo hacía, nos pasábamos el trayecto charlando y gastando bromas. Rosita y yo siempre nos habíamos tratado como dos amigos y ni un paso más.

 En esta ocasión lo que hice fue no decir ni una palabra, tanto silencio obligó a Rosita a preguntarme:

 – Primo, que te pasa, te veo muy callado. ¿Estás mal?

– Pues si Rosita, estoy mal, pero no te lo puedo contar.

– Tu sabes que yo soy una tumba, no le voy a contar nada a tu madre.

– Pues verás, llevaba cuatro meses saliendo con una chica, yo estaba y estoy loco por ella y hoy me ha dicho que ha vuelto su novio que estaba embarcado en un carguero y que no vamos a volver a vernos. Estoy destrozado. He perdido a la mujer de mi vida.

– Perdona que te pregunte, si quieres no me contestas: ¿os estabais acostando?

– Casi a diario desde hace cuatro meses.

 Vi en la cara de mi prima que lo que le contaba le estaba afectando, era la historia de su vida.

 Mientras nos acercábamos a su casa Rosita me propuso:

 – Para el coche cuando yo te diga, que antes de que me dejes en casa nos vamos a tomar una copa. 

 Paramos junto a un local llamado El Tabarín, el típico sitio donde van las parejitas a meterse mano.

 Pedí dos cubatas y sin necesidad de ponernos de acuerdo nos fuimos a sentar en el lugar más oscuro del cabaret.

 Tan pronto nos sentamos Rosita cogió mi cabeza, la recostó sobre sus tetas y me contó lo que yo ya sabía.

 – Te entiendo muy bien, a mi también me han abandonado y estoy tan mal como tu, llevo unos días fatal. Yo también estaba enamorada y me ha estado engañando todo el tiempo. 

 Levanté mi cabeza y mirándole a los ojos con mi tono más triste le pregunté:

 – Por qué nos hacen estas cosas, somos buenas personas. No nos lo merecemos.

 No necesité decir más, Rosita cogió mi cabeza y se la acercó hasta que nuestros labios casi se juntaron.

 – Pablo yo te voy a quitar la tristeza y tu me la vas a quitar a mi. Hoy necesito mucho cariño.

 Rosita y yo no nos dimos un beso, nos echamos un polvo. El beso más excitante de mi vida, el beso de dos almas tristes que buscaban alivio, mi tristeza fingida, la suya real.

 Nos estuvimos besando por lo menos quince minutos y cuando nos separamos para respirar vi que Rosita llevaba dos botones del vestido desabrochados. Estaba seguro de que no estaban así cuando empezamos los besos.

 Aquellos dos botones abrieron para mi las puertas del paraíso. Deslicé mi mano por dentro del sujetador  y alcance una montaña de carne suave y a la vez firme, mi dedos siguieron avanzando hasta dar con un pezón duro como una piedra y del tamaño de un cacahuete.

 La respuesta de Rosita fue que su respiración se agitó, mientras ronroneaba como un gatito. Me dejó que durante un rato jugara con sus tetas y en voz muy baja me dijo:

 – Cómeme las tetas. Cómemelas.

 Me dispuse a lanzarme sobre ellas pero mi pareja antes hizo una maniobra con gran habilidad, se desabrochó el sujetador y se lo sacó por el escote. 

 Antes de volver a las profundidades dedique unos segundos a recorrer con mi mano, ahora por encima del vestido, aquellos dos cerros de carne entre los que aparecían desafiantes y marcados los pezones.

 – Hazme despacito que tengo los pezones muy sensibles. Que a gusto estoy contigo, primo.

 La oscuridad del local facilitaba mis maniobras por lo que no me fue difícil alcanzar con mi boca el pezón más cercano. Lamí, chupé, mordí, sorbí su pezón mientras su respiración se volvió un jadeo. 

 En un tono de voz casi inaudible me dijo:

 – Que gusto me estás dando, sigue, por favor no pares que me estas matando, me has puesto muy caliente.

 Mientras me comía su pezón mi mano se deslizó entre sus piernas sin que mi prima ofreciera la menor resistencia, empecé casi en la rodilla para seguir ascendiendo a lo largo de los muslos que llevaba enfundados en medias. Subí con lentitud disfrutando de cada avance hasta llegar donde las medias se terminaban y sus muslos se quedaban al aire.

 Esa franja de carne desnuda por encima de los encajes con los que terminan las medias me vuelve loco. Los muslos de mi prima me parecieron tan suaves al tacto como sus tetas, pero al acariciarlos noté una contundencia, una dureza deliciosa. Unos muslos rotundos a juego con el tamaño de su culo.

 Jugué en esa zona con su carne desnuda profundizando hasta ese rollito de carne que se produce cuando el muslo confluye con la nalga. Con mi mano enterrada entre sus muslos tenía a mi alcance su sitio más intimo y sabiendo que ya era mío disfruté retrasando un poco mi ataque final.

 Rosita jadeaba casi sin hacer ruido, yo notaba su pecho subir y bajar al compás de su respiración.

 Rodee un momento el muslo que me pillaba más lejos y ahora por la parte exterior lo acaricié hasta llegar a su nalga, dediqué un momento a acariciar su culo para volver a colocar mi mano entre sus piernas y en ese momento noté un cambio sutil que yo interpreté como una petición. 

Rosita mientras yo jugueteaba con sus muslos y le acariciaba el culo los había separado, dejándome libre el camino, invitándome a tomar posesión de él. 

 Por si pudiera quedarme alguna duda con voz de súplica me dijo:

 – Tócame por dios, tócame que me tienes ardiendo. No se que me ha pasado pero me has puesto muy caliente. No me dejes así. Necesito sentirme querida y deseada.

 Mi primer contacto fue contra sus braguitas, recorrí su sexo sin retirarlas comprobando que las tenia empapadas . Bajé mis dedos hasta casi alcanzar su culo y volví a subir hasta que noté su clítoris. Entre tanta suavidad su clítoris era como un cuerpo extraño, duro como una piedra, erecto y del tamaño de un garbanzo. 

 Una vez localizado eché a un lado el mínimo pedazo de tela que lo cubría y sujeté su clítoris entre mis dedos índice y corazón, notando que  cada vez que subía y bajaba el tibio capuchón que lo protegía me acompañaba en mi movimiento. En realidad mi dedos fue como si le hicieran una paja a la diminuta polla que coronaba el coño de Rosita.

 Mientras llevaba a cabo mi maniobra dejé de comerle las tetas para volver a disfrutar de su boca y porque quería oír lo que esperaba que me dijera.

 – Eres muy travieso y lo que me estás haciendo me está volviendo loca, sigue así mi amor, sigue así que me vas a hacer correrme. Quien me iba a decir a mi que hoy, con lo triste que estaba, mi primo Pablo me iba a acariciar el coño. Me tienes el clítoris preso entre tus dedos, no los quites de ahí.

 Mientras me hablaba su mano fue a colocarse donde yo más deseaba y por encima del pantalón me cogió la verga que en ese momento ya estaba a punto de estallar.

 – A mi me tienes muy cachonda pero tu tienes la polla ardiendo. Sigue haciéndome, sigue,  sigue acariciándome, ¿tu quieres que me corra?

– No voy a para hasta que lo hagas.

 A poco de acabar de decirme otra vez que siguiera, cerró sus muslos y tuvo una especie de convulsión mientras me decía con sus labios pegados a los míos.

 – Me estoy corriendo, primo, me estoy corriendo muy duro, se me va la cabeza de gusto, sigue un poquito más pero para cuando yo te diga, si no me quieres matar de gusto. Dios, me estoy viniendo, me estoy viniendo, me vengo, Pablo, por dios deja de acariciarme, no me toques más.

 Aún con su mano agarrada a mi polla unos segundos después de correrse me volvió a hablar.

 – Que egoísta soy, yo quería consolarte y al final has sido tu quien me has hecho correrme muy duro y yo no he hecho nada para darte placer. Que a gusto me has dejado.

 – Mi placer ha sido sentir como te corrías con mis caricias y además no te olvides que me has regalado tus tetas para que me las comiera. Tienes unas tetas preciosas y unos pezones divinos que hablan, al comérmelos se han puesto duros.

 –  Pues que sepas que mis tetas son naturales y mis pezones muy sensibles. 

–  Vámonos que aquí no puedo hacerte lo que quiero. Vámonos.

 Debí hacerlo por puro instinto, de verdad que no lo pensé, pero había dejado mi coche aparcado en el lugar más oscuro y menos transitado de la calle. Tan pronto estuvimos los dos dentro Rosita me desabrochó el cinturón y me bajó la cremallera. Tuvo que esforzarse porque mi verga estaba tiesa como un mástil y no fue fácil sacarla de su sitio. Tan pronto la tuvo fuera, Rosita después de pasarme la lengua por el capullo, se la tragó de un envite.

 Mientras ella maniobraba pasé mi mano por su espalda, le levanté la falda y empecé a acariciarle aquel culo que tanto me había impresionado en video.

 No se donde había aprendido ni quien le había enseñado, si se, a pesar de mi poca experiencia en estas lides, que Rosita me hizo una mamada antológica.

 Cuando sentí que me iba a correr me pareció lo correcto avisarle, pero mi aviso no le hizo cambiar, siguió chupando y recibió toda mi descarga, yo creo que directamente en su garganta.

 Acabo el trabajo con la mayor naturalidad me dijo:

 – Cuando he sentido que me dabas tu leche he tenido otro subidón y me vuelto a correr. Yo es que me corro muy fácil, Que rica polla tienes y como me ha gustado mucho tu leche. ¿A ti te ha gustado que me la comiera?

 – Me ha encantado y me lo has sacado todo.

 Guardé mi instrumento en su guarida y puse el coche en marcha. Cuando llegamos en frente de su casa yo daba la faena por concluida, pero ella no.

 – Si quieres puedes subir a casa, mi madre tiene turno de noche ( la madre de Rosita, de nombre Rosa, es enfermera y de ella hablaré en otro momento). Estaremos solitos. Si no te apetece no pasa nada.

 – Me tendrían que matar para que no subiera contigo.

 Antes de salir del coche todavía tuvo otra iniciativa:

 – Antes de subir te voy a hacer un regalo.

 Metió sus manos por debajo de la falda y se sacó las bragas.

 – Toma, para que tengas un recuerdo de esta noche. Que sepas que me ha gustado mucho lo que me has hecho y me ha encantado comerme tu polla y beberme tu leche. No creas que es algo que hago con todos los hombres con los que salgo, tu eres primo y hoy lo necesitabas. Me has quitado la tristeza que tenía. Ah y que sepas, que es la primera vez que regalo mis bragas. 

  – Esta noche no se me va a olvidar en la vida.

 Como yo sabía que ella vivía en el segundo piso le hice pasar delante para gozar de la visión de sus nalgas contoneándose con cada escalón. Rosita pareció adivinarme el pensamiento:

 – Te has puesto detrás de mi para mirarme el culo y las piernas.

 – Efectivamente.

 – Eres un cochino, pero si lo que quieres es ver mi culo lo vas a ver.

 De un golpe se levantó la falda  y se la puso a la altura de los hombros. No solo me ofreció un plano perfecto de su culo, también me permitió ver sus magníficos muslos en movimiento. 

 Con su culo y sus muslos al aire empezó a contonearse a cámara lenta, yo veía como sus caderas se movían cadenciosamente cada vez que subía un escalón. 

 Rosita sabía que lo que ella tenía de cintura para abajo era una joya de muchísimos quilates y lo aprovechaba con coquetería. Viendo aquella abundancia saqué mi teléfono y le hice una foto, el flash me delató.

 – ¿Que haces?

 – He hecho una foto de tu culo y de tus muslos, para que cuando no pueda verlos me consuele mirando la foto.

 –       Anda tonto, tu sabes que vas a poder verlos siempre que tu quieras.

En aquel momento me pareció una promesa de las de no cumplir, pero resultó ser verdad, nunca desde entonces, mi prima Rosita me ha negado su culo

Entramos en su casa y ella fue delante encendiendo luces. Al llegar al salón se sentó en un sillón, abrió las piernas para que yo pudiera ver lo que la falda ocultaba y me dijo:

 – Quieres que nos tomemos aquí algo o prefieres que nos vayamos a la cama.

– Prefiero que nos vayamos a la cama pero antes me voy a sentar en ese sillón y tu me vas a hacer el favor de pasearte por donde yo estoy ahora, pero desnuda, quiero disfrutar viendo tu cuerpo. Me he comido tus tetas, he metido mi mano por dentro de tus braguitas pero solo conozco tu cuerpo por el tacto, quiero verlo.

 – Eres un morboso pero yo estoy para darte gusto.

– Mi prima se levantó y yo ocupé su sitio. El vestido camisero, el de los botones en la pechera y la falda amplia voló en unos segundos y mi prima se quedó desnuda con tan solo las medias.

 Aunque ya la había visto, no es igual ver un video, que ver una mujer en pelota, en vivo y en directo a tres pasos de mi. Si en video me pareció una mujer hermosa, ahora me parecía una diosa. Revisándolo con detenimiento no fui capaz de encontrar un solo defecto al cuerpo de mi prima.

 Estuvo un rato bailando para mi, contoneando su cuerpo, moviendo el culo, mostrándome cada detalle de sus carnes. Se puso a apenas un metro de mi, de espaldas con los pies separados y con lentitud se fue inclinando hacia delante, cuando ya estaba completamente flexionada con sus manos apartó los cachetes de su culo.

 – Míralo bien porque esto es lo que te vas a comer. Quiero que además de follarme te comas mi coño. 

 Acto seguido se vino al sillón en el que yo estaba y se subió en él con un pie a cada lado de mi cuerpo.

 – Ya sabes que estoy muy mojada, pero tengo muchas ganas de que me des un poquito de lengua. Si te da cosa no pasa nada.  

 – Te voy a comer toda, pero antes déjame que disfrute viendo esta joya.

 Revisé el chocho de mi prima como si fuera un ginecólogo. Y Rosita contribuyó separando aún más sus muslos.

 Delante de mi no tenía un coño, tenía el coño de todos los coños. Ahora con los muslos bien abiertos me llamó la atención la anchura de sus caderas en contraste con lo estrecho de su cintura. Y lo hermoso de sus muslos, potentes, fuertes, redondos y duros como el granito. 

 La mata de pelo que cubría su monte de Venus estaba perfectamente perfilada y por debajo de ella una vulva grande, hinchada. Los labios menores casi invisibles y por encima de ellos un clítoris grande en el que era visible el capuchón que lo protegía. El que yo había estado acariciando.

 Mi prima, ahora pienso que experta en esa lides, tiro de coño hacia arriba con lo que su clítoris quedó más accesible para mi lengua.

 Empecé con lengüetadas anchas desde casi su ano hasta el clítoris y ahí me detenía en cada viaje sorbiendo y chupando aquella fruta madura, volví a bajar a lo largo de su sexo para retornar a su botoncito del placer.

 Mientras le estuve haciendo la pajita mi prima tuvo que ser discreta y hablar bajito, ahora no tenía esa limitación:

 – Que lengua tan rica tienes, me estas subiendo, me estás poniendo muy cachonda, méteme un dedo, un dedo por dios, méteme un dedo.

 Aprovechando que el chocho de mi prima era un manantial no me lubriqué un dedo sino dos, en índice se lo metí en la vagina y el corazón, con algo más de dificultad en el culo.

 – Me has metido un dedo en el culo, eres un guarro pero me estás matando, nunca me lo habían hecho pero me está dando mucho gusto. Para primo, para, que me estás dando tanto gusto que me voy a volver a correr y lo que quiero es que me la metas, que me folles como un animal. 

 Y paré, paré un segundo para decirle que no iba dejar de darle lengua hasta que se volviera a correr y que quería que me lo contara.

 Le di lengua y se que le gustó porque su chocho cada vez estaba más húmedo.

 – Yo no puedo esperar más, haz que me corra follándome. 

 Se bajó del sillón y me tomo la delantera camino de su cuarto. Cuando se subió a la cama, en contra de lo que yo esperaba, no se tendió boca arriba, se puso en el medio de ella a cuatro patas, en perrito, con sus rodillas bien separadas.

 – Cuando me la metas hazlo despacito, tengo una vagina muy estrecha y si entras de golpe me harás daño, cuando ya la tengas toda dentro ya puedes darme todo lo fuerte que quieras. Me he puesto así porque es como más me gusta y como más fuertes me vienen los argasmos.

 Queriendo o sin querer mi prima había puesto a mi alcance otro centro del placer. Me coloqué entre sus muslos y dirigí directamente mi lengua a su ano.  Rosita recibió mi embestida con un grito de advertencia:

 – Te he dicho que me des lengua en el chocho y me estas dando lengua en el culo.

 – En el culo no, en tu ano. Es donde quiero dártela, no es una equivocación, es a propósito, si no te gusta me lo dices.

 – No me lo habían hecho nunca pero me está gustando mucho.

– Que sepas que un día, a poco tardar, voy a meter toda mi polla en este culito que estoy lamiendo.

– Me da miedo primo, la tienes muy gorda y yo no estoy acostumbrada, nunca me la han metido ahí.

– Yo seré el primero y no tengas miedo que te aseguro que te va a dar mucho placer.

 – Vale, un día probamos pero ahora me la vas a meter en el chocho. Lo tengo caliente, gordo y abierto esperando que me la metas hasta el fondo.

 Seguí dándole lengua en el ano antes de preguntarle:

 – Te gusta sentir mi lengua en tu culo.

– Me esta dando mucho gusto, es diferente, pero me encanta y me esta poniendo muy cachonda, eres un guarro pero me encanta lo que me haces. Métemela ya.

 Rosita empezó a mover las nalgas acompañando a mi envestidas y no solo eso, llevo su culo contra mi cara para que mi lengua le llegara más adentro.

 – Me encanta lo que me haces pero lo que estoy deseando es que me la metas.

 En la posición ideal que ocupaba y con todo el chocho de mi prima bien lubricado con mi saliva acerqué mis muslos hasta casi tocar los suyos y con delicadeza enfilé mi verga a la entrada de su vagina. Era verdad que para pasar el umbral tuve que hacer un poco de fuerza, pero superada esa barrera mi polla entró en ella con lentitud pero si dificultad.

 – Ya me la has metido toda.

– No mi vida voy por un poco más de la mitad, te ha dolido hasta ahora.

– No, me está dando mucho gusto sentir como con tu polla vas llenando cada rincón de mi chocho, sigue metiéndomela, sigue hasta el fondo. Que gorda y que caliente se te ha puesto, está más gorda que cuando me la he comido.

– Te ha gustado mamármela.

 – Fíjate si me ha gustado que al sentir los borbotones de tu leche me he vuelto a correr y no me estaba tocando, que me des tu leche en mi boca me vuelve loca, me saca de mis casillas. Ya te he dicho que yo me corro muy rápido. Que gorda la siento, me tienes el coño lleno.

 Mi polla ni mide 24 centímetros ni es de un calibre descomunal, si algo se sale de lo corriente es que el capullo es un poco más ancho que el resto, alguna me ha dicho que mi polla tiene forma de set

 Volví a hablarla cuando mis muslos se apoyaron contra sus nalgas. 

 – Ya te la he metido toda. Hasta el fondo.

– Espera un momento antes de empezar a follarme que mi vagina se tiene que acostumbrar al monstruo que le has metido. Pablo no te muevas y verás que rico lo que te hago.

 Usando sus músculos vaginales Rosita los contraía y los soltaba a voluntad por lo que la sensación era como si una mano estuviera haciéndome un paja. 

 – Es sexo tántrico pero solo soy una aprendiz, sigo recibiendo clases.

 Tener a mi prima Rosita, desnuda y espatarrada frente a mi era un espectáculo único, sus nalgas a mi disposición, anchas, potentes y mi polla clavada en su coño me puso cardiaco, como montar a una yegua. Por los lados de su espalda podía ver sus tetas que a cada movimiento mío se balanceaban como el badajo de una campana.

 Le agarré las caderas con mis manos para poder dirigir mis embestidas y Rosita sabiendo lo que eso suponía me dijo:  

 – Primito, por favor empieza ya a follarme sin piedad ninguna, que lo que ahora necesito es que me revientes el coño a pollazos, que me empujes como si quisieras sacarme tu polla por la boca, dame lo más duro que sepas que eso es lo que necesito. Y dime cosas bonitas, como si estuvieras loco por mi.

 – Rosita, ni en el mejor de mis sueños pensaba yo que iba a tener para mi una mujer como tu, eres una diosa y tienes un cuerpo que puede volver loco a cualquier hombre. A mi me tienes loco, preso de ti. No me movería de donde estoy ni para ir a cobrar una herencia. Me encantan tus tetas pero me gusta aún más tu culo.

 – Eres un vicioso y un guarro. Dame polla primo, dame polla.

– Me estoy follando a la mujer más preciosa de Valencia.

 Y empecé mi tarea, con la vagina de mi prima dilatada ya era fácil entrar y salir de ella. Saqué mi verga hasta notar que le iba a sacar el capullo completo y desde ahí me lancé hasta clavársela hasta el fondo. Mi prima me recibió con un grito.

 Se la volví a sacar y repetí la operación sujetando sus nalgas y trayéndolas contra mi.

 Cambié un momento de posición y ahora en vez de sujetarla por las caderas pasé a cogerla por las tetas, Rosita recibió el cambio con alegría.

 – Me encanta que me cojas las tetas, sigue así y sigue dándome polla.

 Con mi boca junto a su oreja traté de ponerla más cachonda de lo que estaba:

 – Dime la verdad, te ha gustado que te acariciara tu chochito.

– Si mi vida, me has hecho correrme muy duro.

– Y hacerme la mamada, te ha gustado tragarte mi leche.

 – Me ha encantado, tienes una leche muy rica y me ha puesto muy cachonda recibirla. Antes de mamártela pensaba que te la iba a menear y ahí se iba a acabar todo, pero con tu polla en mi boca he sentido unas ganas enormes de que me la metieras.

 – Te va a gustar darme tu culito.

– Tu fóllame bien y yo te lo doy todo, dame bien duro con esa polla que me tiene loca.

 La mamada anterior hizo que mis reservas estuvieran al mínimo por lo que tardé más de lo previsto en correrme. Rosita, por el contrario tardó poco en decirme que se iba a correr. La excitación hizo que cambiara algo su lenguaje:

 – Tu eres un vicioso pero yo en la cama te gano, no hay nada en el mundo que me guste más que, que me follen, soy muy puta y estoy siempre dispuesta, que sepas que te voy a matar follando.

 Seguimos los dos a la tarea y Rosita me anunció que se estaba corriendo pero me pidió a gritos que siguiera dándole polla.

 – Sigue, sigue dándome polla que me quiero correr más veces, me tienes muy cachonda. Estoy salida como una perra y quiero sentir como me llenas con tu leche. Sigue, por dios, sigue.

 Y yo seguí un rato hasta que empecé a sentir que había llegado al punto de no retorno.

 – Pídeme la leche, pídemela que si no, no te la voy a dar.

– Dame tu leche, canalla, lléname el coño con ella, quiero sentir como le llenas el chocho a tu puta, quiero dejarte seco. Que cachonda me tienes.

– Te la doy, te la doy toda, mi amor, te la doy toda.

 – Estoy sintiendo como te sale a borbotones, te siento, siento como me la das. Dios que polvo tan rico me estás echando. No se las veces que me he corrido, ahora al sentir tu leche me has vuelto a subir. Acaríciame el chocho y no te salgas, no te salgas que me gusta mucho sentir tu verga dentro de mi.

 Estuve un rato acariciando su clítoris aún con mi polla dentro y con mi otra mano me dediqué a darle dedo en su ano.

 Fruto de mis dos maniobras Rosita volvió a sentir que se venía y me lo dijo.

 – Dame un poquito más que me voy a volver a correr, va a ser un orgasmo distinto, más suave, pero muy rico, ya me viene, mi vida, ya me está viniendo, ya me esta viniendo.

 Al sentir ese último orgasmo mi prima se desplomó sobre la cama y se quedó como muerta.

 Cuando nos recuperamos yo solté el discurso que había estado pensando mientras Rosita volvía a su ser.

 Prima hoy para mi ha sido un día muy especial, empezó con un disgusto que creía que me iba a matar y está acabando con el mayor placer de mi vida.

Quiero que no sigamos viendo, quiero que sigamos follando y ya veremos en que acaba esto.

 Para mi ha sido igual que para ti, esta mañana he llorado y ahora estoy feliz, yo también quiero que sigamos follando. Me has hecho correrme muy rico y muchas veces.

 Seis meses después de ese primer polvo durante los cuales mi prima y yo nos habíamos visto y habíamos follado casi a diario casi a diario,  ocurrieron cosas que nos hicieron cambiar, pero eso será motivo de un nuevo capítulo. 

 Susana o Amparo 

 La información que me habían proporcionado mi madre y Susana tenía que aprovecharla. Estaba claro que si me ponía a la tarea iba a ser fácil dejarme seducir por mi dentista pero, dándole vueltas, llegué a la conclusión de que si me enrollaba con Susana mi madre no tardaría en saberlo, y eso con seguridad me cerraría la puerta de su dormitorio. 

 Lo había pensado con detenimiento y puestos a elegir prefería meterme en la cama de mi madre. Para evaluar la situación unos días después de su salida con Susana, con tono distraído le pregunté a mi madre:

 – Como os fue la otra noche, ¿se os acercaron muchos moscones?

 – No me hables Pablo, fue una noche horrorosa, cenamos mal, nos fuimos a tomar una copa y nos asediaron todos los buitres del local. Al final nos fuimos a casa de Susana y nos tomamos más de una copa de por la frustración.

 Mi conclusión fue que el tal Juan no había cumplido como ella esperaba. Lo tuve claro, antes de que aparezca otro Juan yo voy a intentar que nadie deje frustrada a mi madre. 

En el probador me había dejado claro que nada más levantarse era su momento más vulnerable.

 Cambiando un poco mis costumbres empecé a levantarme antes que ella. Yo preparaba el desayuno para los dos y la esperaba en la cocina. Mi madre siempre llevaba un atuendo similar, una bata por encima de su camisón, lo dos a juego y de seda o de satén. 

 Una mañana mientras desayunábamos me dijo:

 – Pablo, he decidido que me voy a operar el pecho, quiero que me lo levanten y ganar un par de tallas. ¿Que te parece? 

 Si alguna duda tenía, sus palabras me lo dejaron claro, mi madre había decidido ponerse tetas para atraer a los hombres.

 – Mal. Muy mal. Me parece que no te hace ninguna falta. A mi me gustas mucho como estás. Tus tetas me parecen perfectas.

– Que sabrás tu de mis tetas.

 Se levanto y llevó su taza al fregadero. Mientras la enjuagaba tuve un rapto de osadía, yo también me levanté, me puse justo detrás suya y le cogí una teta con cada mano.

 – Que haces hijo.

 – Estoy sabiendo de tus tetas para evitar que hagas una barbaridad.

– No esta bien que le toques las tetas a tu madre. Eres un descarado.

 Sus palabras contradecían a sus hechos. No me dijo que la soltara, echó su cabeza hacia detrás hasta casi apoyarla en mi hombro.

 Yo, crecido, adelante mi cuerpo hasta que mi polla se apoyó en su culo y al notarlo mi madre retrocedió un poco para que el contacto fuera más intenso.

 – Pablo, por dios, no me hagas esto, que sabes que estoy muy necesitada y con mis defensas muy bajas. Soy tu madre. Respétame. 

Mientras le amasaba las tetas le dije:

 – Además de mi madre eres la mujer más atractiva de España. Creo que tienes unas tetas inmejorables, no tienes que operarte. A quien más tienes que gustar es a mi, que soy la persona que más te quiere en el mundo y a mi me parecen perfectas. No te tienes que operar de nada.

 Con mis caricias comprobé que los pezones de mi madre se ponían duros.

 –  Estas abusando de una pobre mujer que no tiene sus necesidades cubiertas, que está muy carente de afecto y de autoestima. No sigas que no voy a poder aguantar la tentación.

 Sus palabras dijeron sin ninguna convicción que no siguiera, pero su cuerpo, sus gestos me estaban pidiendo que no parara.

 – Ya he comprobado que tus tetas son perfectas, si ahora me dices que te suelte lo haré. ( Me estaba jugando el todo por el todo pero algo me decía que no me iba a pedir que la dejara)

 – Pablo quisiera decirte que lo dejaras, pero no puedo, no quiero renunciar al placer que me estás dando, no dejes de acariciarme, pero solo las tetas.

 ( Mi madre decía exactamente lo contrario de lo que deseaba, o al menos así lo interpreté yo )

 Crecido por su respuesta metí una mano entre su bata hasta alcanzar su teta desnuda y con mi otra mano empecé a acariciar su vientre, de ahí pase a su cadera para acabar metiendo mi mano entre su bata para, por encima de la seda de su camisón, acariciar su coño.

 – Ay hijo, que gusto me estás dando, no sabes el bien que me está haciendo que me acaricies. Me has puesto muy caliente, eres un abusón. Sigue acariciándome que lo necesito mucho. ¿Tu me ves atractiva?

 – Para mi eres la mujer más atractiva del mundo, la más guapa, la que tiene mejor cuerpo, y la que me excita con solo mirarla. Mamá quiero que nos vayamos a tu cama, quiero comerme todo tu cuerpo.

 – Que me digas lo que me has dicho, que me llames mamá y que me quieras comer entera me hace tan feliz que quiero disfrutarlo sin pensar en nada más.Lo que me pides que hagamos es una barbaridad, pero yo ni tengo fuerzas ni quiero tenerlas para negarme.

 – Tu no vas a tener que hacer nada, tu déjate llevar. Solo estas autorizada a hablar si te hago algo que no te guste.

 Nos dimos la vuelta al unísono y tomamos rumbo a su dormitorio sin separarnos un milímetro. 

 Antes de tenderla en la cama con toda delicadeza y sin encontrar la menor resistencia le quité la bata y el camisón. El dormitorio estaba casi a oscuras de modo que no pude disfrutar de ver la desnudez de mi madre.

 Para yo no ser menos me quité mi pijama y me tendí a su lado.

 Como era lo obligado empecé por comerme sus tetas.

 – Que gusto me estás dando, que rico me chupas mi amor, sigue, sigue dándole placer a tu madre. Chupa mis tetas como cuando te daba de mamar.

 Siempre me pasa lo mismo, cuando se que tengo a una mujer entregada me relajo, se me quitan los nervios y me tomo todo el tiempo del mundo para cada cosa. 

 Estuvo comiéndome los pezones de mi madre durante un buen rato, disfrutando ahora de uno, ahora del otro, chupándolos, dándoles besos.

 Mi madre recibió mis caricias casi en silencio, solo lo rompió en un par de ocasiones para decir: Estamos locos pero sigue que me estás dando mucho gusto.

 De sus tetas pasé al vientre, lo repasé a lengüetazos mientras mis manos acariciaban sus nalgas. Yo sabía lo que a mi madre más le gustaba cuando estaba con un hombre y seguí al pie de la letra sus preferencias.

Poco a poco fui avanzado hasta alcanzar mi objetivo, entre medias mi madre me preguntó: qué me vas a hacer, como si no supiera donde, si o si, iba a acabar mi excursión.

 Tan bien lo sabía como para recibirme entre sus muslos con ellos separados. En ese momento me lancé en plancha sobre lugar más intimo de mi madre, el mismo por el que me había traído al mundo.

 Busqué la entrada de su divina cueva y empecé a darle lengua como si en ello me fuera la vida. El sabor de su sexo me pareció delicioso, no sabría describirlo pero me excitó. Le lamí todo su sexo, unas veces con la lengua ancha a lo largo de toda su raja y otras buscando con la punta de mi lengua su clítoris. Mi técnica infalible. 

 Separé con mis manos sus labios para que mi lametones fueran más profundos y cuando estaba disfrutando de mis progresos mi madre empezó a gemir, al principio sus gemidos eran casi inaudibles pero poco a poco fue aumentando el tono hasta llegar a los gritos.

 – Aaaaah que placer, aaaaah que gusto me estás dando, sigue ahí, ahí mismo, dioooooos que rico, aaaaaah que falta me hacía lo que me estás haciendo. Estamos los dos locos pero no pares de darme lengua. No me pidas lo que creo que me vas a pedir, soy tu madre y ya hemos llegado muy lejos, por favor no me tientes más porque no tengo fuerzas para negarme. 

– Y que crees que te voy a pedir.

– Tu lo sabes Pablo, no me hagas que te lo diga.

–  Quiero oírtelo decir y quiero saber si me lo prohíbes

–  Lo que vas a querer después de esto es follarme, y si lo intentas yo no te lo voy a prohibir, te voy a decir que si, pero no quiero que lo hagas. Por favor ayúdame y confórmate con lo que te estoy dando.

– Mamá, no te voy a mentir, yo de ti lo quiero todo

 Unos minutos después: Pablo me vas a hacer correrme, me voy a venir, mi amor, vas a hacer que se corra tu madre, eres un degenerado pero tienes una lengua que me está volviendo loca. Sigue, que me viene, me está viniendo mi amor, me voy a correr, me voy a correr.

 Dejó de hablar un momento con sus manos apretó mi cabeza contra su coño y lanzó un grito largo.

 –  Me estoy corriendo, me estoy corriendo muy duro, se me va la cabeza del placer que siento, sigue que me sigo corriendo, no pares de darme lengua, aaay, estás haciendo que tu madre se corraaaa. Que rico , por dios, que rico.

 Mientras mi madre me decía que se estaba todavía corriendo, y contraviniendo todo lo que me había dicho, trepé a lo largo de su cuerpo, dirigí la cabeza de mi polla a la entrada de su vagina y sin urgencia pero con determinación hundí mi daga en su chocho.

 No había acabado de chillar por el orgasmo cuando mi madre lanzó otro grito al sentir el intruso que invadía su intimidad.

 –  Me la has metido Pablo, me has metido tu polla hasta el fondo, has hecho lo que te he pedido que no hicieras, me tienes el coño lleno. Ahora que te tengo dentro, se que me voy a arrepentir, pero por favor sigue, dame polla hijo, dame toda tu polla, fóllame como si fuera una desconocida, destrózame pero dámelo todo. No pares. Quiero que me mates de gusto. 

 –  No quiero follarte como a una desconocida, quiero follarte como mi madre que eres, la mujer que más quiero en este mundo y la que más me excita con solo mirarla. Te estás follando a tu hijo.

– Si mi vida, fóllame, me estoy follando a mi y hijo estoy feliz,  dame todo lo duro que quieras que estoy deseando que te corras en mi, estoy deseando sentir como me llenas con tu leche y como te doy placer.

 En medio de la batalla mi madre me dijo:

 – Antes con tu lengua y ahora con tu polla me has vuelto a subir y siento que me voy a volver a correr, estoy muy excitada mi amor, me vas a hacer correrme otra vez, quiero que me des tu leche, quiero sentirla dentro de mi. Córrete en mi, que yo ya me estoy corriendo, me corro, me cooooorro.

 Mientras me hablaba clavó sus uñas en mi espalda en un especie de estertor que escapaba a su control. Mi madre estaba fuera de sí, el placer que estaba sintiendo le hacía perder el control.

 El oír que mi madre se corría porque yo la estaba follando me produjo una especie de descarga eléctrica y sentí que la vida se me iba al tiempo que le daba todo lo que tenía dentro 

 – Yo también me corro, mamá, toma, que te lo doy todo, toma toda mi leche, me voy en ti, me estoy yendo.

 – Te noto, mi vida, siento como te descargas en mi, siento como me das tu leche, se me está yendo la cabeza, me estoy mareando de placer, me mareo de gusto, Pablo, si sigues echándome leche creo que me vas a matar.

 El morbo de una madre y un hijo follando no se puede comparar con nada en el mundo, quien no lo haya probado nunca lo va a entender. Aquel primer polvo con mi madre lo mantengo en mi memoria como si hubiera ocurrido ayer. Luego le han seguido muchos más pero el polvo de aquella mañana ha sido y es, para mi y para mi madre, el mejor polvo de nuestra vida.

 Lo que he contado pasó hace ahora casi seis años, desde entonces muchas cosas han cambiado y otras siguen siendo igual. 

Mi madre muy inteligentemente no me exige una fidelidad absoluta, es más me anima a que salga con mujeres, que me busque novia, no es celosa ni posesiva,  pero eso si, cada noche, llueva o truene, Amparo necesita sexo y yo soy feliz dándoselo.

P.D. Tengo que contar el final de estas dos historias pero alrededor de ellas me han pasado muchas cosas que yo creo que dan para dos capítulos más. Por supuesto que me he follado a Susana, con el consentimiento de mi madre. La mayor sorpresa ha sido la irrupción en mi vida de mi tía Rosa, la madre de Rosita.

Agradezco mucho los comentarios y las sugerencias. Ya he superado los 7 millones de lectores, muchas gracias