Fue tal el ansía de placer que no pudiste más, echándome hacia atrás te apartaste el tanga y abriste con dos dedos tu rajita

El otro día, fui al padel en traje y me dejaron la llave de un vestuario, es de árbitros.

Es un vestuario que tiene un banco pequeño y dentro, más adentro un mostrador con lavabo, ducha e inodoro. El otro día, fue la primera vez que me lo daban, el otro día no deje de pensar en ti, el otro día, cuando entré imaginé que entrabas conmigo, a la salida del padel, todo sudado, con el pelo mojado y en pantalón corto estabas allí esperándome, a la salida, para acompañarme a la ducha. Sabes que no me acostumbro a duchar, pero esa vez, podría hacer una excepción. Cuando entramos al habitáculo, yo estaba todo sudoroso, y tú, no pudiste hacer otra cosa que agarrarme por la polla directamente.

Querías comprobar si es verdad que al hacer ejercicio se quedan pequeñas, era mentira. Mi polla estaba creciendo por momentos e incluso comenzaba a babear. Casi de un golpe me bajé los pantalones y me quedé con ella al aire, estaba rígida, gorda, con el fresón muy marcado por el placer que le provoca saber que la estás mirando, mi camiseta estaba mojada en partes y me la quité también de un golpe. No sé si te gusta el sudor de los hombres, pero en esta ocasión concreta, te pusiste muy cachonda. Las faldas que llevabas, te las soltastes con un clic y se deslizaron al suelo. Quedaste con esas medias a medio muslo y el tanga que apenas tapa tu suculenta raja.

Ese tanga es realmente insuficiente para ocultarlo de mi imaginación, de mi pensamiento, del deseo de mi boca por escupirle por lamértelo con frenesí y porque no, deseo de follarte con mi lengua, hasta lo más profundo. En ese momento preciso, sabíamos que todo llegaría, que acabaría metiéndote la polla, que la sentirías dentro,que placer tan inmenso iba a sentir, que no nos importaba nada mas, ni me dio tiempo a quítate el suéter y soltarte el sujetador, eso es algo que hice después, una vez que te había subido al mostrador del lavabo, que es de obra, con ladrillos rústicos y un poco más elevado de lo habitual. Fue entonces cuando te senté en el borde, cuando la punta de mi verga se acerco a tu rajita y se frotaba con tu tanga, lo mojaba, empujaba una y otra vez por entrar, pero no lo conseguía, todo esto mientras yo te desabrochaba el sujetador y te subía el suéter y te agarraba las enormes y perfectas tetas que tienes, y estrujándolas cada una con una mano, me las metía en la boca, buscando provocar roce con tus pezones y provocarte así un placer más grande y homogéneo.

Fue tal el ansía de placer que no pudiste más, echándome un poco hacia atrás te apartaste el tanga y abriste con dos dedos tu rajita, “aparca aqui esa enorme poya que me traes”, y agarrando mi polla por la base, lentamente la introduje por tu chocho, casi rozando con los dedos que te soportaban el chocho entreabierto, que sensación tan excepcional estoy siento en este momento, esto a punto de correrme, solo por pensar en la sensación que me produce verte sentada en el mostrador abriendo las piernas y sujetándote el chocho mientras te la meto hasta dentro, uffff. Tú sientes lo mismo, sientes lo mismo en mi relato y además sientes lo mismo en directo, si no, siéntete el chocho y verás como realmente esta muy excitado, y con ganas de meterse algo que le de calor y placer, ummm, como me gustaría ser yo mismo.

Una vez había entrado, los empujones de mi pelvis a la tuya eran cada vez mayores, los choques de muestras ingles y pelvis provocaban un sonido grave, de placer infinito, creo que llego al final de tu chocho, con el placer añadido que me hace sentir eso en la punta de mi fresón, eso debe ser lo que me provoca una corrida más placentera y una sensación indescriptible.

Después de que te corrieras encima del mostrador, y debido a que yo todavía estaba con las zapatillas del padel, me dispuse a quitármelas, y me senté para quitármelas y que nos meteríamos en la ducha, tu, que eres una viciosa, no te bastó correrte una vez, y querías más, tuviste que sentarte en el suelo, casi debajo del banco y mientras yo me agachaba para solt

arme los cordones y quitarme las tobilleras, por debajo, tuviste que agarrarme los dos huevos y la polla, todo con la misma mano, y alzando tu cabeza, te la metiste casi entera en la boca, ufff, creía que me moría de gusto en ese momento, estabas frotándola con todas tus ganas, estabas acariciándola por todos los lados, recuerdo que era como cuando me hiciste la paja, la paja más placentera que he tenido nunca en la vida, … era algo fantástico, me tocabas hasta cerca del culo, te lamías las piernas, todo entera y mientras tanto mi cipote no dejaba de estar muy duro y salivoso.

Cuando pude quitarme las zapatillas. Te volví a sentar en el mostrador ¿quien te ha dicho que puedes bajarte?, niña mala. Y no tuve otro remedio que enfadarme un poco por haberme desobedecido, te voy a quitar las medias y te castigo a ducharte conmigo, por haberte sentado en el suelo, con lo sucio que esta. Y me puse de pié en frente de ti, con el cipote estirado hacia arriba y empecé a acariciarte las piernas poco a poco, te las acariciaba mientras te bajaba las medias. Te iba acariciando todas las piernas por dentro y por fuera, por arriba y por abajo, recuerdo perfectamente que cuando subía mis manos y te acariciaba los entre muslos, tu respiración se aceleraba.

Recuerdo que te excitabas muchísimo, recuerdo que incluso hubo una vez que te frote el clítoris con la yema despistada de uno de mis dedos y tuviste una explosión de respiración, por favor, no te reprimas y sin poder aguantar ni un segundo más para tener tu segundo orgasmo, y mientras yo te aguantaba los muslos y te los lamía, tu con tus dos manos procediste a follarte a ti misma, y a acariciarte el clítoris. Sentí perfectamente como te corrías porque te agarré los pezones y te los estiré. En el momento de correrte todo tu cuerpo estaba rígido, tus pezones al tacto, estaban más afuera que nunca y el clítoris que me enseñabas y me mostrabas con tus manos en primer plano, estaba muy hacia fuera, esta muy duro, estaba muy húmedo, estabas teniendo un orgasmo en mi cara.

Lo siento, no pude contenerme y me lo comí en ese preciso instante en el que te estabas corriendo, lo lamí deprisa, lo presioné con mi lengua, lo empujé hacia adentro, le hice de todo, que todo le gustaba, fueron unos instantes idílicos de placer para no olvidar nunca en la vida, aunque mi polla estaba a punto de reventar, estaba muy muy gorda, lo suficiente como para no poder follarte en ese momento, así que opté por meternos en la ducha.

En ese momento, cuando sacaste el jabón y comenzaste a frotarme, sentí que no el orgasmo de la boca, no sería el único, y comencé a frotarme con tu cuerpo, comencé a frotarme con tus tetas y mi polla empezó a dolerme de lo grandísima y estirada que estaba. Tenía que hacer algo o aquello estallaría, No pude por menos que darte la vuelta y hacerte apoyar las manos en la pared. El agua te cae el agua calentita por la espalda y llega por la canal hasta el centro de tu culo, tu pelo mojado, tus tetas colgando, con los pezones desenfrenadamente salidos. No puedo evitar cogerte los dos glúteos y apartándotelos y palmeándolos, consigo tener a la vista tu chocho, bien regado, pero al revés, ufff, que vista, que imagen.

Esta vista es como la que tengo en mi mente de las escaleras del otro día de tu empresa, cuando te pedí que te dieras la vuelta para verte el culo, y apartarte el tanga para comerme el chochito como y desde donde a ti te gusta. Bueno, que me pierdo. En ese momento con el culo abierto y pasando un canal de agua tibia, acerco mi punta a tu chocho y la dejó colocada a falta de empujar. Después te agarro por las caderas y mientras tiro de ti hacia mí, empujo con mi verga húmeda, ¿la sientes?

Ha entrado de golpe, ha entrado hasta el fondo, vuelves a sentir un placer infinito, vuelves a tenerla dentro, ese orgasmo con el agua por el cogote y la polla llenándote por dentro esta por llegar. Ya cuando sientes que te estoy empujando tan fuerte que mis huevos te golpean el clítoris, por la inercia de la fuerza, es cuando comienzas a dejarte llevar del todo, eres como una muñeca que se deja llevar, una marioneta que pierde el sentido por el placer que siente. Cuando te agarro de las tetas, de los pezones, te los retuerzo y los utilizo para atraerte hacia mí con mas fuerza, es entonces cuando casi te ahogas con el agua que te hace cosquillas en la cabeza y en la nuca. Tus piernas empiezan a desfallecer, y por eso es cuando no puedo tenerte más castigada contra la pared y te cojo y te aprisiono contra la pared.

Ahora el agua me cae a mí, en el pecho, entre tu cara y la mía. Ahora cuando nos sacamos la lengua y los las frotamos en medio de la cascada nos da un placer más especial. Es en ese momento cuando te subo con mis brazos y te dejo caer contra mi polla, con tan mala suerte que en una de esas caídas, mientras te estas corriendo, yo empiezo a decir, mierda, mierda, mierda, y es en ese momento cuando sientes a la vez que te corres, a la vez que te muerdo los pezones y te tengo contra la pared, cuando sientes como una riada de leche sale disparada dentro de ti, hasta lo más profundo de tu chocho. Es en ese momento cuando sientes el calor de la leche y sientes un placer que identificas como divino, ufffff que pasada.

El agua hace el resto, el agua corre por nuestras cabezas, por nuestros cuerpos por nuestras piernas, y los dos, con una respiración muy ajetreada nos miramos diciéndonos con la mirada que ha sido uno de los mejores polvos del mundo, ¿te imaginas?