Follando en una noche loca con mi madre a solas y luego con mi padre, nunca supe como paso todo esto pero me gusto

Sentía mi cuerpo vibrar como si dentro de el estuviesen danzando todas las fuerzas de mis 18 años recién cumplidos. Cuando me pregunté a mi misma que me pasaba, me respondí que anhelaba tener un hombre conmigo.

Fue esa tarde de viernes durante la clase de química que mi madre había contratado para apoyarme en el estudio, que me di cuenta que ese hombre estaba a mi lado. Mi profesor tenía 25 y estudiaba ingeniería en los últimos años de su carrera. Habíamos iniciado la clase de pie frente a una pizarra, pero ahora, él estaba sentado a mi lado junto a mi escritorio y me acariciaba los muslos con calma y seguridad.

Yo lo dejaba hacer porque eso me gustaba y porque era el inicio de un camino que yo estaba dispuesta a recorrer hasta el último extremo. De modo que cuando él quiso subir su mano más arriba yo cerré los muslos dejándosela dulcemente aprisionada. Ambos quedamos estáticos. Yo fui soltando lentamente mis piernas, separando mis muslos y él continuó con su recorrido hasta alcanzar audazmente mi sexo por sobre mis pequeñas bragas blancas.

Entonces, con un movimiento brusco puse mi mano sobre su muslo derecho justo para apreciar su erección inicial que sin duda era el producto de la excitación ocasionada por sus caricias sobre mi sexo, Yo continuaba en silencio simulando resolver un problema en las hojas de papel, como en una complicidad, para ocultar lo que sucedía bajo la mesa. Hasta ese momento ninguno de los dos había pronunciado palabra alguna referida a nuestra aventura, todo era caricias subterráneas y ardientes.

Yo estaba entrando en un mundo de sensaciones violentas y dulces a la vez y todo eso era lo que yo anhelaba desde días cuando había notado en mí la explosión interna incontenible de mi deseo. Me había acomodado ligeramente en mi silla para que él pudiera acariciarme mejor y de ese modo no tuvo dificultad alguna para meter su mano bajo mi braga y acariciar con ternura mi sexo poblado. Era una sensación maravillosa sentir la mano de un hombre de verdad tratando de conocerme en esa intimidad y fue eso seguramente lo que lo alentó a desabrochar su pantalón y tomando mi mano la puso sobre el bulto duro de su pene. Fue la última iniciativa suya pues todo lo demás lo hice yo por mi voluntad y con creciente deseo.

Mientras él trataba de conocerme con delicadeza yo me apoderé de ese tronco desnudo aprisionándolo en mi mano dentro de la cual lo sentía latir. Era maravilloso. Esa consistencia dura y al mismo tiempo blanda, esa suavidad increíble, solamente parecida a la suavidad de mis pechos en medio de mis noches ardientes y solas. Ahora era mío y lo recorrí con calma en toda su extensión, hace tiempo tuve una experiencia, pero no lo se. Me gusta así sigue por favor, búscame dentro de mi… ¿no te atreves?..Dime porque no esta bien duro ¿tienes miedo?.. Ven así ya…me gusta así como está es como una masa erótica que me atrae… Mañana lo haremos… mañana iremos a mi cuarto y lo haremos… completo así como yo quiero que me tengas… ¿Me lo darás mañana? Si que te lo daré todo… todo.

Esa noche de viernes me sentía diferente porque estaba en el sendero de ser hembra completa, mi cuerpo lo adivinaba y lo sentía de modo que ya tarde me fui al cuarto de mi madre. Siempre lo hacía cuando mi padre no estaba en casa y eso era todos los viernes. Él volvía el sábado por la noche Así le conté lo que me pasaba con mi profesor, no le conté lo que hicimos porque eso era solo mío, pero si le dije que me gustaba como hombre, que me sentía terriblemente atraída y que al día siguiente lo haríamos, que yo tenía muchos deseos de hacerlo y me parecía el hombre adecuado. Mi madre estaba feliz con lo que yo le contaba pues ella me había dicho que deseaba que yo tuviera experiencia sexual y que esto le parecía algo controlado y normal.

Me acariciaba el cabello mientras yo reposaba mi cabeza entre sus pechos desnudos. Mi madre es una mujer hermosa y sobre todo abierta y directa. A mime hubiese gustado ser como ella. Yo sabía lo exuberante que era en la cama porque cuando tenían sexo con mi padre nunca se preocupó de hacerlo en silencio sino que yo podía escuchar sus estallidos desde mi cuarto y muchas veces pudo ver parte de la escena cuando lo hacían, simplemente con la puerta del cuarto semi abierta.

¿No tienes miedo verdad, Cristina?.. No para nada… no temo nada. Todo lo contrario solo siento unos deseos muy grandes de hacerlo… de que esté sobre mí… de que me lo haga completo… Si es delicioso ya lo verás… debes estar bien dispuesta y adoptar una buena posición… así mira.

Se había sacado la tenue camisa que vestía y entonces separó un poco sus muslos y me dijo que la montara mientras ella se extendía sobre la cama. Me senté entre sus muslos con mi sexo muy cerca del suyo. Jamás me había dado cuenta de lo idénticos que eran nuestros cuerpos… éramos iguales sino fuese porque el suyo parecía tener en cada centímetro de su piel una sabiduría táctil impresionante. Yo era puro deseo y sus pechos ejercían sobre mi una atracción inevitable. Estiré mis manos y comencé a acariciarlos. Eran dos inmensas uvas eróticas. Ella me acomodó sobre sus muslos abiertos poniendo sus manos en mis nalgas y comenzó a moverse de una manera que nunca había imaginado posible.

Debes moverte así… de ese modo sentirás mucho mejor todo lo que hará contigo… debes ofrecerte y al mismo tiempo apoderarte de él, de todo él… Lo haces bien tú… así muévete así quiero aprenderlo… eso quiero hacer mañana… Si lo harás, te saldrá natural… es lo más fácil y tienes un trasero delicioso lindo y ágil… tierno así como te lo siento… muévete junto conmigo… por favor Adriana… así … no pares… no te detengas.. No… No me detendré… así contigo… así.

Fue un encuentro diferente a otros. Y ya no fue una conversación llena de preguntas y respuestas. Este fue un encuentro de dos mujeres inmersas en el deseo en el cual yo manifesté mis ansias sin control y ella a su vez se dejó llevar por la atracción mutua y nos dimos placer como hembras sin preguntarnos nada. Creo me quedé en silencio disfrutando de sus gritos y de sus expresiones que yo misma le había escuchado la noche anterior mientras desnudas jugábamos al sexo en su cama. Quizás estaba en la misma posición que habíamos practicado y lentamente me acerqué para mirar, pero la puerta estaba cerrada.

Con audacia giré la manilla de la chapa y vi el hermoso trasero de mi madre subiendo y bajando mientras ella misma sostenía sus pechos locos que volaban por la agitación del deseo. Su pelo rubio caía sobre su espalda y la mujer estaba en medio de un orgasmo salvaje… la escena me ocasionaba una calentura feroz que me paralizó de golpe al darme cuenta que el hombre con el cual mi madre enloquecía de placer, era mi profesor y no mi padre. Caminé lentamente hasta mi cuarto teniendo cuidado de dejar la puerta bien abierta pues quería escuchar hasta el final.

La traición me parecía burda, pero debía reconocer que lo que estaba escuchando y había visto era la más feroz escena de sexo que podría haber imaginado. Cerré los ojos y fui solo oídos: Sigue… sigue por favor no te detengas… macho tierno… entra en mi así… párteme si quieres… desármame entera y ármame de nuevo a tu medida… dame fuerte, no quiero perderme ni un centímetro tuyo… tenemos tiempo aun… nadie ha de venir… no temas, que Adriana no volverá hasta la hora en que acordaron… dame mucho que aún te quedara para darle a ella.

Me parecía vulgar y grotesco Sin duda que habría de quedarle porque yo no estaría en esa cita pues en ese mismo momento me deslicé por la ventana de mi cuarto y me alejé de la casa para volver solamente a eso de las seis como si viniese llegando de la peluquería. El traidor simulaba haber llegado recién y la hembra promiscua entonaba una canción de moda bajo la ducha seguramente aplacada ya su calentura inaudita. Yo por mi parte sabía con claridad meridiana lo que había de hacer. Solamente esperaba que transcurrieran los minutos. Le dije a mi profesor que postergaríamos nuestro encuentro pues me encontraba indispuesta y él muy cínico casi simuló lamentarlo y se marchó. Cuando mi madre salió de la ducha esplendorosa yo estaba en la cocina y le comenté que estaba preparándole a mi padre un plato especial que él me había pedido hacía tiempo. Después de cenar nos retiramos a dormir

Pasado la medianoche yo estaba más despierta que nunca en mi vida esperando en medio de la oscuridad. Me había metido bajo las sábanas completamente desnuda y mi cuerpo ardía cuando escuché los pasos suaves avanzando hacia mi cuarto, luego oí abrirse la puerta y en medio de la penumbra el perfil perfecto del hombre desnudo y entonces encendí todas las luces porque quería vivir lo que viviría con la máxima luminosidad.

Mi padre estaba ahora junto a mi cama y yo quedé deslumbrada por la expresión de infinita ternura y de deseo que demostraba su rostro y más aún al observar la erección más sensacional que pudiera haber imaginado. Su pene apuntaba casi vertical hacia arriba y sus bolas se habían empequeñecido bajo el grosor casi aterrador de la base de ese mástil hermoso. Hacía más de un año que yo había descubierto el deseo de mi padre por mi si bien nunca lo había aceptado aunque me embargaba igual pasión por él, pero ahora habían caído todas las barreras y todas las máscaras ya nada tenía que quitarle a mi madre porque ella se había demostrado tal como era sin reparar en nada. Entonces abrí mi cama y mi padre quedó a mi lado, acariciando su piel y palpando el grosor de su pene impresionante, me abrí para el hombre maravilloso y me penetró delicadamente.

¿Dime que sientes?… Lo que siento es lo que soñé mil noches deteniéndome en la puerta de tu cuarto y quiero darte lo que me pidas porque soy tuyo ahora como te deseaba desde hace más de un año… mujercita increíble que me volviste loco… Deslízate a través de este suplicio duro y suave mientras mantengo tu maravilloso trasero sujeto entre mis manos.

Déjame moverme hombre perfecto, deja que mi pelo caiga por mi espalda porque es el más lindo que has visto y mi sexo lo más perfecto que pudieras tener… hombre mío disfrútame y olvida a la hembra que te daña… yo curaré todas tus heridas y tú me harás solo tuya, así como lo estás haciendo. Entra, entra,… entra más, separa todo lo que hay que separar… hazme más profunda y más ancha, más, aún más… no me hagas callar, déjame hablar fuerte, deja que ella escuche… deja que sepa que ahora eres mío y que jamás te dejaré ir porque jamás te engañaré… Dime tú lo que sientes…. Si siento que tengo el fruto prohibido de mis sueños y de mis pesadillas y me siento latir en ti … dentro de ti allí donde ahora hay un espacio que no existía porque yo lo he abierto en ti… así muerde, muérdemelo con la fuerza y el deseo incomparable de tu sexo joven… así muerde y recíbeme agítate conmigo …Si hombre mío déjame gritar mi felicidad y mi placer prohibido por fin.

La mujer estaba mirando desde la puerta… yo no se desde cuando, pero lo había visto todo. Era lo que yo quería. Ni un solo gesto de espanto ni de rechazo… tampoco a nosotros nos importaba… teníamos lo que anhelábamos… ella… no se yo que tenía

…nunca lo supe y no quiero saberlo… ¿Para qué?