Feliz cumpleaños ¡Suegro!

EL CUMPLEAÑOS DE MI SUEGRO

Hola mi nombre es Lucia, y tengo actualmente 34 años y lo que les voy a contar me pasó hace un año, en donde los implicado somos mi suegro y yo. Bueno aquí viene mi historia y dejo a su total albedrío el disfrute.

Físicamente me consideró bonita, a pesar que soy bajita mido 1.60, de piel algo blanca, con un cabello negro hasta la cintura, con un buen culo redondo y parado, y con unos senos bonitos, la verdad de todo mi cuerpo mi fuerte siempre han sido mis piernas y en especial mis pechos que son muy notorios (parecen siliconadas), en fin, es una breve descripción de lo que soy.

Bueno mi esposo Jorge es de la misma edad, y tenemos dos hijos. Bueno antes que me casara con él, sus hermanos y su madrastra, no aprobaban nuestra relación ya que según ellos yo era muy bonita para él, que no me merecía y aparte que solo estaba por interés. (Lo que pasa es que Jorge es el hijo mayor de mi suegro, fruto de su anterior compromiso y entre ambos tienen una empresa que se dedica al ganado y proveer de leche fresca a empresas de lácteos). Sin embargo, mi suegro, siempre aprobó mi relación con su hijo y su palabra era ley para los otros.

¿Pero cómo llegué a conocer a mi suegro? Todo sucedió cuando estábamos de novios (teníamos 21 años en ese entonces) y fue un viernes, cuando Jorge fue a recogerme a la universidad para llevarme a su casa, supuestamente porque había llegado el día de presentarme a su familia. Me recogió en su carro y por el camino a su casa, él me había pedido que guarde prudencia con sus hermanastros, ya que ellos eran muy bocas sucias y morbosos (la clásica de los adinerados) y conociendo mi carácter de mil demonios que yo tengo, podría darles una cachetada y pues no quería que la comida terminase en algo aciago. La verdad cuando empezó a contarme eso, pensé en terminar la relación con él, pero estaba tan enamorada y sobre todo no miento, a Jorge le veía también la billetera ya que aparte de su empresa de lácteos, también tenía dos gimnasios que le rentaban mucho dinero y por ello siempre me consentía mucho, hasta el punto que les dijo a sus empleados que yo era la dueña y por lo tanto podía dar órdenes. En pocas palabras como decían mis amigas “me saqué la lotería” con él.

Llegamos a su casa, y me hizo entrar a la sala principal. Allí estaban sentados su padre, su madrastra y sus dos medios hermanos, quien, con solo verlos a estos últimos, por primera vez, no me cayeron para nada bien. Después que Jorge saludó a todos, me llevó de la mano ante su padre.

_ Mira Lucia te presento a mi papá.

_ Un gusto señor.

_ El gusto es mío señorita, me llamó Enrique (me tomó de la mano y la besó)

_ El gusto es mío señor Enrique.

_ Por favor nada de señor, dime solo Enrique o suegro, después de todo veo que mi hijo si está hablando en serio, con la relación de ustedes dos.

_ Bueno está bien Enrique (en ese momento Jorge, dejó que su papá me presenté al resto de la familia).

_ Bueno ahora te presento al resto de la familia. Ella es Gregoria mi esposa y ellos mis hijos Armando y Daniel.

_ Un gusto a todos.

_ Encantado, lo mismo digo (cuando me dieron los saludos, noté que lo hicieron con mucha hipocresía).

Después de la presentación familiar, una chica avisó que la comida ya estaba lista. Enrique se puso de pie y como todo un caballero, permitió que yo siga adelante junto con la muchacha mencionada. Su mujer y sus otros hijos junto con mi novio me escoltaban. Así llegué al comedor principal, en donde había una mesa muy lujosa, junto con varias sillas, las luces con un decorado muy artístico, una iluminación perfecta en fin era un lugar atractivo. Sirvieron la comida y allí empecé a responder a las preguntas de mi suegro, como el resto de la familia y tal como lo dijo mi novio, sus hermanos hacían chistes bastante morbosos. En una de esas estuve a punto de contestarle muy fuerte, pero don Enrique hizo respetar su postura como jefe de casa.

_ Qué les pasa, no saben respetar a una invitada y más aún si es la novia de mi hijo.

_ Perdón papá, no volverá a pasar, es que la cuñadita es tan linda y también …

_ Dije que guardes respeto, No me entiendes.

_ Si papá lo sentimos. Discúlpenos señorita.

_ Tranquilos no pasa nada

Después de la comida, Jorge me llevó a la habitación que se me acondicionó para quedarme todo ese fin de semana. Me atendieron debidamente y luego por la noche, había unos vestidos, zapatos y otras ropas, las cuales eran para cambiarme, durante el tiempo que iba a quedarme. Dormí sin la presencia de mi novio (claro él es muy chapado a la antigua) y sin ningún tipo de molestias.

A la mañana siguiente, luego del desayuno tanto mi novio como su padre, me llevaron a recorrer toda la casa, así como la empresa que tenían y las chacras correspondientes. La verdad yo me iba muy contenta con ellos y sobre todo ver que ellos dos eran físicamente iguales (con decirles que mi suegro se parecía en un 90% a George Clooney) Luego el resto del día conversamos de muchas cosas, entre ellos nuestra futura boda (la verdad me sentí fría cuando escuché eso, pero como estaba enamorada de Jorge y a la vez tenía mi futuro asegurado, acepté sin pensarlo dos veces)

Pasó el tiempo y después de un año, me casé con Jorge y los gastos de la fiesta fue cubierto por mi suegro (bueno en realidad era como arrancarle dos pelos a un gato). La ceremonia fue algo inolvidable y con ello empezaba mi nueva vida de casada. Tiempo después tuve a mi primer bebé y cuatro años después a una hijita. Mi vida era en completa felicidad y lo más importante es que de las tres nueras de mi suegro, yo era su preferida, debido a que siempre me hice de respetar por toda la familia, amigos y conocidos (nunca conocieron una falta mía, ni en lo personal y económico, en el cual mi hogar se viese afectado) Por ello Enrique me tenía una especial consideración y yo a él ya que siempre ha sido un hombre respetuoso, justo y lo más importante, un amigo que sabía decir las cosas como son, sin buscar morbo a cambio.

Pero ¿Cómo fue que pequé con mi suegro? Todo esto sucedió cuando cumplí 11 años de casada con Jorge. Nos enteramos que Gregoria, mi suegra política, le había sido infiel a Enrique con uno de los trabajadores de la empresa y para colmo, se fue robándole una fuerte suma de dinero. Por supuesto no hace falta explicar que la separación fue un golpe inevitable para Enrique, quien entró en un periodo de pena muy notorio. A pesar de las visitas que hacíamos con mi esposo, los niños a su casa para consolarlo y que este bien, nada parecía alegrar ese semblante alicaído. Así pasó cerca de siete meses y se acercaba el cumpleaños N°60 de mi suegro (aunque no los aparentaba, ya que parecía un hombre de 45 años) y tanto mi esposo, como mis cuñados, se pusieron de acuerdo para organizarle una fiesta sorpresa de onomástico. A mí me pareció una idea espléndida y apoyé el proyecto. Así un viernes por la noche (previa al día de su natalicio) Jorge llevó a su papá fuera de la casa, mientras se organizaba todo, luego cuando volvieron, todos los presentes en la reunión, gritaron ¡¡SORPRESA!! Y mi suegro comenzó a sonreír y empezó la fiesta.

Pasaban las horas y la pachanga continuaba de lo más normal y yo por supuesto no era que me divertía al cien por ciento, pero debido a que estaba atendiendo todo, solo en algunas ocasiones, una copa, un baile y eso era todo. Cerca de las 4 de la madrugada, ya casi se había ido todo el mundo, y tuve que llevar a mi esposo a recostarse a su cuarto, debido a que se había embriagado mucho, mientras los chicos dormían en el cuarto continuo. De mis cuñados que puedo decir, tirados sobre la mesa y el césped y sus mujeres igual, totalmente borrachas, así hubiese un terremoto, no se despertaban. De pronto me di cuenta que Enrique estaba solo en su mesa y me acerqué a ver si estaba mareado, pero mi sorpresa fue que no lo estaba. Entonces conversé con él.

_ Don Enrique ¿Se divirtió?

_ Te soy sincero, Lucía. ¡¡NO!!

_ Comprendo, pero debe olvidarse de ella.

_ Es que no es fácil Lucía, comprende Gregoria fue mi compañera por casi 20 años y lo que hizo, no es fácil de olvidar.

_ Lo sé, pero la vida continúa y lo que sus hijos han hecho este esfuerzo es para que se alegre mucho. Hágalo por ellos y trate de sonreír.

_ Sabes lucía, como me hubiese gustado, tener la edad de mi hijo y conquistarte. En serio, eres todo un ángel y una gran mujer en todos los aspectos.

_ Gracias, pero no hablemos de mí, estamos hablando de UD.

_ Lo sé Lucía y perdóname por favor.

En ese momento, él se puso a llorar muy amargamente. Por mi parte, yo lo abrazaba, mientras que él continuaba diciéndome, cosas lindas sobre mi persona. Poco a poco comencé a sentir como ya mis manos, no tan solo me acariciaban su cabello, de pronto comencé a tocar su nuca, y sus hombros, luego gran parte de su espalda. Y no sé qué me pasó, pero él en lugar de retirarse, de decirme ¿qué haces? se quedó acurrucado entre mis brazos, y aparte siguió diciéndome lo linda, y hermosa que yo era, que no se explicaba como sus otros hijos, no habían conocido a mujeres como yo. De un momento a otro, levantó su mirada y acercó sus labios a los míos, dándome un beso que, en vez de fastidiarme, me gustó y me dejé llevar. Luego sus brazos me apretaron con fuerza, al momento en que nuestras bocas seguían uniéndose. Sentía su lengua entrando en contacto con la mía y yo sé que bien yo pude, por lo menos hacer el intento de zafarme, pero no fue así. Me quedé quieta, sintiendo el cuerpo de mi suegro pegado al mío. Sus manos ya me acariciaban toda, y su boca no dejaba de besar la mía.

En cosa de pocos segundos, mientras yo me mantenía con mis ojos bien cerrados, yo también lo besaba a él. En algún momento, yo misma comencé a subirme la falda, mientras que mi suegro, acariciaba mis muslos, sentí una de sus manos sobre mi vagina y como lentamente me fue bajando las pantimedias, hasta que de pronto, me hizo a un lado, para decirme.

_ ¡¡Sígueme por favor!!

Nos metimos dentro de la casa, y nos dirigimos a uno de los cuartos de huéspedes, muy lejanos, una vez allí me tumbó sobre la cama a siguió besándome.

Así que, entre los besos, y caricias que continuaba dándome, yo me fui recostando totalmente, separando mis piernas. Enrique continuó besándome, y poco a poco, me fue desabotonando la blusa que yo usaba, y a medida que lo fue haciendo, su boca fue besando mi piel, mientras la iba descubriendo. Cuando llegó a la altura de mis senos, con habilidad casi de un mago, desabrochó mi sostén, por lo que quedaron al aire, justo a tiempo para que él comenzara a besarlos, a lamerlos, y chuparlos de manera magistral.

Mi suegro continuó besando mi plano vientre, y de igual manera desabrochó el broche de mi falda, la que de inmediato, yo misma ayudé a retirar. Fui sintiendo como su boca, sus labios, su lengua y hasta sus dientes, continuaron descendiendo hasta mi depilada vagina. Tiernamente me lo fue besando, mientras que yo coloqué mis manos sobre su canosa cabellera, y de los besos, pasó a lamer toda mi vulva, de manera divina, como nunca antes nadie en mi vida lo había hecho. (Si bien Jorge me satisfacía, pero Enrique no se quedaba atrás). Sus labios y dientes mordisqueaban, apretaban, y chupaban todo mi clítoris, y los labios de mi vagina. Mientras que yo, sin dejar de gemir, de reír, y de llorar, pero de felicidad, disfrutaba de todo lo que mi suegro me estaba haciendo con toda su boca, y sus manos.

En ciertos momentos mientras él sabrosamente me succionaba mi clítoris y vulva deliciosamente, pensé en Jorge, pero era tanto el placer que su padre me estaba haciendo sentir, que casi de inmediato desapareció de mi mente. El padre de mi esposo, me llevaba a la gloria, yo misma con mis propias manos, restregaba una y otra vez su rostro, divinamente contra mi coño. Hasta que de pronto, sentí que le estaba dando el regalo más grande de su cumpleaños, disfruté no de uno sino de múltiples orgasmos, a medida que él no dejaba de seguir comiéndome el clítoris.

Por un corto rato yo quedé exhausta, agotada como nunca, pero sumamente feliz, y dichosa. Pero al entreabrir mis ojos pude ver se había incorporado, frente a mis abiertas piernas, por lo que pude notar con facilidad que se desnudaba y pude ver que su pene era una maravilla (algo de 21 cm y bien venosa) De pronto lo dirigió a mi boca y comencé a comer ese monstruo todo lo que podía. Empecé a lamer su ingle, luego parte de su tronco y llegué a los testículos, los cuales eran muy grandes (Soy sincera su sexo era más presentable que la de mi marido). Seguía lamiendo su pene, hasta que después me alejó y acercó sus labios otra vez a besarme como un poseído.

Luego llevó su verga a mi coño. Sentí como si de golpe todas mis fuerzas regresaran. Y a medida que su me iba penetrando, mi caliente y lubricada vagina, yo comenzaba a mover mis caderas, como nunca antes lo había hecho en mi vida.

A medida que Enrique continuó penetrándome, yo seguí disfrutando de todo lo que él me estaba haciendo. Su gruesa verga entraba, y salía de mi hoyo, como nunca antes había sentido la de mi esposo hacerlo. Su boca me chupaba las tetas, mi cuello, me besaba, enterrándome su lujuriosa lengua dentro de mi boca. Yo no dejé de moverme y de pedirle que me diera más, y más duro. En mi vida había llegado a disfrutar tanto del sexo, como en esos momentos con mi suegro.

A medida que fui sintiendo como su caliente, y duro miembro fue penetrando mi vulva, yo continué llorando, pero en lugar de ser por tristeza, lo hice por alegría. Ya que en mi vida jamás pensé, que algo así me fuera a suceder. Yo estaba tan y tan feliz, que perdí la noción del tiempo, hasta que tanto él como yo, disfrutamos al mismo tiempo, hasta que de pronto mi suegro dio un grito bien erótico y sentí una descarga de líquido caliente, inundado mi interior y caímos rendidos de un salvaje éxtasis. Por un buen rato ambos nos quedamos abrazados, sobre la cama. Fue cuando escuché las campanadas del reloj de la sala, que supe que ya eran las cinco de la madrugada y y ya pronto iba a amanecer, pero la verdad es que, poco me importó. Enrique al levantarse, vi que su pene quedó prácticamente frente a mi rostro, y aunque en mi vida lo había hecho, lo tomé entre mis dedos, y viéndolo a los ojos con una picara mirada, me lo llevé a la boca. Por un corto momento mientras se lo comencé a mamar, su pene permaneció flácido, pero a los pocos segundos, fui sintiendo como dentro de mi boca, en contacto con mi lengua se le fue volviendo a poner bien dura, y poderosa.

Yo pensé en seguir mamándoselo, hasta el final, tal y como él bajó a lamerme la vagina. Pero en cierto momento, a medida que yo le mamaba su ya tiesa verga, mi suegro, me propuso que le diera mi culo. Como yo con mi marido había tenido sexo anal, no me hice de rogar y gustosamente, dejé de mamar su verga, y casi de inmediato le ofrecí mis nalgas. Por un corto rato él se dedicó a ir dilatando mi esfínter, introduciendo sus ensalivados dedos, dentro de mi culo, a medida que yo lo seguí pajeando.

Pero cuando se colocó tras de mí y me comenzó a enterrar su herramienta, (la verdad es que siempre me dolió algo), aunque por lo morbosa de la situación, y la posibilidad de ser descubiertos lo disfruté todo. Pero como estábamos lejos de las habitaciones principales seguimos en lo nuestro. Mis ojos ya se habían blanqueado de tanto placer y él que mugía como un toro cuando monta a una vaca. Seguía dándome más duro, cuando de pronto me alzó con sus brazos y me penetraba de pie, (pero que fuerza tenía este hombre) y así me tenía, hasta de pronto me tiro con mi espalda frente a él y dio otro grito placentero, se había corrido dentro de mi culo, porque sentí su semen caliente, luego se recostó sobre mi espalda, mientras yo trataba de recuperarme del todo.

Aún no amanecía, y yo me fui directo a la ducha y él se fue a su habitación. Cuando me aseaba, sentía como el agua se mezclaba con el semen, de pronto comencé a llorar (le había sido infiel a mi marido y Jorge no se lo merecía) al salir, vi que Enrique no salía de su cuarto, luego fui a la habitación donde estaba mi esposo y me eché a dormir un momento (claro poniéndome un perfume muy fuerte, para despejar el olor de mi suegro)

Dormí como cerca de tres horas, cuando nos avisaron que ya estaba el desayuno, bajamos, pero vi que Enrique no estaba en el comedor, (la criada aviso que se sentía indispuesto) mientras yo le esquivaba la mirada a mi marido y él me preguntaba que me pasaba, yo solo simulaba que me dolía la cabeza, por lo de la fiesta y su organización. Los mismo pasó en el almuerzo, él no había bajado y también en la cena. Esto me hacía sentir miserable y no hace falta explicarles que en la noche (y producto de mi remordimiento de conciencia) no cumplí como mujer a mi marido.

Al día siguiente, que era domingo, mi esposo me avisó que por la tarde regresábamos a casa (me alegré mucho cuando escuché esta noticia). Mientras mi marido se fue con los chicos a dar un último paseo y yo a alistar nuestro equipaje, una de las criadas, me llamó diciendo que Enrique quería verme en el estudio. Estaba nerviosa, pero fui, y cuando estuve frente a él, me dijo algo muy inesperado:

_ Escucha Lucía seré muy directo contigo. Lo que pasó ayer en la noche ambos lo disfrutamos y creo que no hay marcha atrás en eso. También quiero que sepas que mi cariño de suegro hacia ti, nunca se perderá, pero creo que estarás de acuerdo conmigo, que lo pasó no debe repetirse. Pienso en mi hijo, mis nietos y sobre todo en ti, como nuera. No quiero habladurías, ni tampoco destruir la felicidad de mi hijo. Gracias por hacerme sentirme hombre después de mucho tiempo, pero lo que pasó ya terminó. Recuerda que tú no te mereces convertirte en la amante de nadie.

Las palabras de mi suegro me devolvieron la vida, y le agradecí por su caballerosidad. El resto del día Enrique organizo un pequeño paseo por el pueblo junto a mis hijos y nosotros. La pasamos súper bien hasta que llegó el momento de irnos. Al regresar a casa, abrasé a mi esposo y mis hijos y los llené de besos. Luego de acostarlos a ellos, le pedí a él, que me llevase a un hotel y lo disfrutamos muy rico los dos.

Al año siguiente cuando volvimos, don Enrique nos presentó a su nueva novia Noelia y yo especialmente lo felicité por su nueva relación. Y desde entonces solo seguimos como familia y lo de esa noche, hasta hoy, no ha vuelto a repetirse.