Explorando nuevas experiencias, disfrutando de lo mejor del sexo con mi pequeña hija, una cerda pervertida

Antes que nada, el siguiente relatos lo considero uno de los más pervertidos y sucios a comparación de los que eh publicado, pero que a la vez son cosas que uno puede explorar y disfrutar si se le considera excitante. Este relato es único y pues si les agrada disfruten, y si no, y es muy repugnante para ustedes, lo comprendo. Gracias.

Este sábado 8 de Julio nuevamente salí temprano. Generalmente mi horario es de 9 am a 10 pm. Es un horario largo pero vale la pena lo que recibo. La última vez que llegué a buena hora, mi esposo y mi hijo estaban en casa, pero ahora fue diferente. Al entrar todo estaba apagado. Había llegado a las 7:00. Aunque todavía es de día no había ruido ni nada. Supuse que mis hijos salieron como siempre. Mi esposo sale mucho por lo general. Caminé a mi recámara a dejar mi bolso y a quitarme los tacones. Me senté en la cama y me los quité. Estaba tan cansada. Me recosté para dejar que mi cuerpo se relajara. Cerré mis ojos y disfrute de mi colchón. De repente escuché un quejido. Me había equivocado. No estaba sola entonces. Me levanté y caminé descalza hacía dónde provenía ese quejido. Pasé el cuarto de Jorge, mi hijo, y nada. Seguí hasta llegar al de Carolina. La puerta estaba cerrada. Pegué la oreja a la puerta. Si, era ella. Mi curiosidad me estaba matando. La última vez que escuché ruidos en el cuarto de mi hija, fui cuando la descubrí con su hermano teniendo relaciones. (Relato el cuál publiqué).

Tomé la perilla con mi mano derecha, y la giré lentamente. Al parecer no tenía seguro. Giré por completo y fui abriendo sin hacer ruido. Al ver una rendija que me permitía ver adentro, vi a Carolina acostada casi desnuda. No me percate de encontrarla así. Se tocaba. Tenía su mano derecha metida en su entrepierna y con la otra metida en la blusa tocándose los pechos.

– Que rico!!! Siii!!! Métela más!!!

Mi hija estaba masturbándose, e imaginaba que cogía con alguien. No la culpo, yo también me eh tocado, y es algo completamente natural. Tiene derecho a darse placer.

– Jorge!!! Sii!!! Cógeme más rico!! Me gustas!!!, decía.

Dios, No pensé que se masturbara por su hermano. La verdad creí que era por alguien más pero no él. Lo disfrutaba. Se veía linda tocándose. Aparte de ser bonita, verla así, se me hacía hermosa.

Verla me comenzó a excitar. Ver como se tocaba, como se comportaba, como se movía. Aunque no veía por completo su zona, era lo suficiente para excitarme. Bajó su rodilla izquierda que tapaba su zona y vi que no lo hacía con sus dedos. Dios, tenía un dildo azul. Tragué saliva. Lo metía y lo sacaba lentamente. Luego lo hizo rápido.

– Aaahhh!!! Siiii!!!!

Gimió y se retorció. Lo disfrutaba con ganas. Mientras seguía entre silenciosamente sin que me viera. Tenía los ojos cerrados. Al estar ya adentro. Di un respiro y cerré de modo que escuchara.

– Mamá!!!!!!!

Dijo dando un brinco.

– Hola, ¿qué haces?, le pregunté amigablemente y aguantando la risa.

– Este…,

Estaba muy apenada y nerviosa. Tenía la mirada hacia abajo y con las piernas juntas, tapando su zona.

– Veo que te la pasas muy bien

No me contestaba. La pobre estaba espantada. Quizás no debí entrar, pero sus gemidos y sus movimientos me habían excitado.

– ¿Qué pasa?, ¿te comió la lengua el ratón?

– …no, contestó tímidamente

Me acerqué a ella y me senté en la cama mirando hacia ella.

– ¿te gusta mucho?

– ¿…cómo?

– Jorge. ¿Te gusta mucho?

Nos miramos seriamente.

– …si, respondió con pena.

Sabía que respondería con un “si”,, y eso me molestó mucho. Podía imaginármelos a escondidas haciendo cosas. Di un respiro y le di una cachetada en su mejilla izquierda tan fuerte como pude para liberar esos celos que se me habían generado. Apreté los ojos y los abrí para darme cuenta de lo que había hecho. Ella no tenía la culpa. Al contrario, era una víctima de su hermano. Sé cómo es y la utiliza. Vi que sus ojos brotaban lágrimas.

– Perdóname, mamá.

La abrace fuertemente.

– Perdóname tú a mí, le dije.

Me aparté un poco para mirar su rostro. Me dio tanta tristeza verla llorar y a la vez la admiraba por lo hermosa que es. Es mi hija y siempre diré que es hermosa. Muchos dirán que también lo es y algunos no, pero no me importa porque fea no es. Es una chica de 19 años. Los acaba de cumplir el mes pasado. Es de complexión delgada, no muy alta, 1:65, piel blanca, pechos medianos y un trasero levantado.

Le di un beso en su mejilla izquierda como arrepentimiento. Dejé pegado mis labios en su fina piel. Me aparté un poco mirando su linda boca. Sus delgados labios se veían ricos, que me fue imposible resistirme a ellos. Me acerqué y la besé sosteniendo su cabeza con mis manos para que no se moviera.

– Mam…ma

– ¿Qué?

– ¿Qué…haces?, preguntó queriendo moverse

– Tienes unos ricos labios, corazón

– No, no, quítate.

Quite mi mano derecha de su cara y la bajé a su vagina. Con mi dedo índice y medio, y empecé a frotar su lindo clítoris.

– Mamá…

– ¿Qué pasa?

– No, es..pe..ra

Le rasqué con delicadeza

– Aaahhh!!

– ¿Te gusta?

– …por favor

– Contesta, ¿te gusta?

– …si

– ¿Quieres más?

– No, no…se

– No te hagas, si quieres.

– Aaahhh!!!

Me incliné un poco para que mi boca llegara a la suya y la volví a besar. Jale suavemente su labio inferior. Se lo chupe. Estaba disfrutando mi hija. Quizás porque ya lo habíamos hecho la vez que la descubrí con su hermano, ya no le costó dejarse llevar. Soltaba ligeros gemidos.

– Gime, bonita. Te vez hermosa, la animaba.

Me subí a la cama levantándome un poco la falda para poder moverme. La dejé que se relajara quitando mis dedos de su zonita y los chupé. Me miró como los probaba.

– Que rico, están ácidos, dije sonriendo.

Bajé la mano de nuevo y se los metí en su rica conchita. Los resbalé un poco de adentro hacia afuera y se los saque. Los acerqué a su cara, pidiéndole:

– Chúpalos, anda

Solo los miraba lo lubricados que estaban.

– Vamos, hazlo, le pedí acercándoselos poco a poco.

Abrió su boquita y se los metió. Empujé mis dedos lentamente. Los succionaba, los chupaba y los jugaba con su lengüita.

– Eso, mi amor, le dije acariciando su mejilla derecha.

Se los saqué.

– Escúpelos, ordene

– ¿Eh?

– Si, escúpelos.

Lo hizo pero no con muchas ganas.

– Pero bien!!,, le exigí

Dio un respiro e hizo un sonido con su garganta y los escupió. Cubrió mis dedos con su rica saliva. Me reí y los metí a mi boca para probarlos. Hizo un gesto de desagrado. No sabían a nada. No sé por qué se lo pedí pero se me hizo algo excitante hacer eso.

– Acuéstate, le pedí amablemente

Retrocedí, la tomé de las piernas, y la jalé dejándola recostada. Me subí sobre ella, descansando el culo sobre su pelvis. Nos miramos. No diría que estaba espantada, solo no sabía qué hacer. Mientras nuestras miradas se cruzaban, empecé a desabrochar mi camisa. Me la quité lentamente. Le quité el seguro a mi brasier liberando mis pechos. Aventé el sostén al suelo y me los acaricie. Pellizqué mis puntas con mis dedos. No dejaba de sonreírle.

– Ven, dame tus manos, le dije.

Las tomé y las coloqué sobre mis senos. No soy una mujer fea. Si ven series de crimen, seguro conocen, “Mentes Criminales”. Mis sobrinos dicen que me parezco a la actriz Paget Brewster. Y…pues si. Tengo un parecido a ella. No me considero hermosa pero tengo lo mío. Como todas. Aparte hago ejercicio. Por lo que mis pechos y mi culo, están tonificados. A pesar de mis 44 años, sigo estando en forma.

– Apriétalas, le pedí.

No decía absolutamente nada.

– ¿están lindas?, le pregunté

– …pues

– A ti hermano le gustan.

– ¿Cómo?, preguntó alterada.

– Si. Le gustan. Si supieras todo lo que él me hace.

Me incliné de modo que mis senos llegaran a su rostro.

– Huélelas,

Lo hizo tímidamente.

– Rico, ¿verdad?

– Este…

– ¿Por qué no las chupas?, anda, hazlo.

Tomé mi pecho derecho y acaricie su boca con él.

– Vamos, mi amor, chúpala.

– Mamá es que…

– Hazlo, le exigí.

Abrió su boca y le metí mi punta.

– Chupa, chúpale, mi vida

Con su lengüita comenzó a jugar mi punta. La lengüeteaba.

– Chúpala bien, corazón.

Se que no estaba muy convencida de querer hacerlo pero tenía que quitarle la pena.

– ¿Te acuerdas cuando lo hicimos con él?

– …ajá

– ¿Te gustaría volver a hacerlo, o al menos que él te coja?

– …si

– Bien. Si haces todo lo que te pida, te prometo que te sorprenda un día de estos, ¿te parece?

Solo me miraba. Decirle eso, tal vez no le parecía porque no se sentiría a gusto que supiera cuando pasaría eso, pero en el fondo ella lo deseaba. Y no la culpo. Su hermanos es más grande que ella y no es para nada feo, aparte lo hace muy bien. No puedo culparla, pero tampoco puedo permitir que sólo lo haga con ella. Es una niña tonta, que va a saber.

De la nada, agarró mis dos pechos y los apretó. Mis puntas resaltaron y se endurecieron. Las atrapó con su linda boca y empezó a beber de ellos.

– Mmm que rico. Sigue. Quisieras que así te las chupara Jorge, ¿verdad?

Las chupaba rico. Su boquita bebía mis ricas tetas. Metí mi mano derecha entre nuestra entrepierna y froté su clítoris. Cerró los ojos, y apretó un poco mis puntas.

– ¿Te gusta, mi vida?, ¿sientes rico?

– …si, contestó con una suave voz

– Te vez muy linda chupándolas.

Retrocedí sacando mis tetas de su boca. Y apreté sus pechitos. No eran grandes pero estaban de tamaño aceptable para un cuerpo joven y lindo como el que tiene.

– A tu hermano lo volverías loco con esto, la alagué.

Sonrió me niña hermosa. No tenía duda de que estaba uy clavada con él. Lástima que a Jorge no aprecie eso. Me bajé de ella y me arrodille en cuatro subiendo su blusa para darle un beso en su ombligo. Tiene un abdomen plano y hermoso. En parte envidio su juventud. Quisiera estar de su edad. Aunque tengo 44 años, no me quejo de mi cuerpo. Le doy mantenimiento haciendo ejercicio y yoga. Besé su ombligo, sus costillas. Olí su fina y blanca piel. Bajé a su pelvis. Cero vellos. Y la entiendo, queriendo verse más atractiva, es obvio que se rasurará. Agarré sus muslos y los apoye sobre mis hombros. Los acaricié con la yema de mis dedos. Metí mi cara en su entrepierna dandole una suave lamida sobre sus deliciosos pliegues semi abiertos. Levantó la pelvis. Pasé mi lengua como brocha.

– …mamá, me llamó cerrando sus lindas piernas.

– Ssshhh, te sabe rica.

Saqué toda la lengua y comencé a jugar su clítoris. Le di lengüeteadas con la punta.

– Mmmm…mamá

– ¿Qué, mi amor?

– …sii

– ¿Te gusta?

– …a..já..

Giré mi lengua en forma circular. Miré hacia sus pechos y vi como los levantaba. Se retorcía mi niña. Lo disfrutaba. Sus manos vagaban por todo su hermoso cuerpo. Me encantaba verla tan excitada. Tan llena de placer. Estiró su mano derecha hacia mi cabeza y me acarició. Me detuve y subí sobre ella hasta llegar a su cara. La besé compartiendo su ácido sabor. Agarré sus manos y las estiré a los lados. Le metí la lengua recorriéndola por toda su boquita. Solté su mano izquierda y resbalé mi mano por sus pechos. Mientras nos besábamos apreté esos delicados pechos. Seguí bajando por su ombliguito, su pelvis. Al estar toda abiertota con las rodillas flexionadas, seguí bajando hasta resbalar la palma de mi mano sobre su vagina bien mojada de mi saliva y de sus flujos. Resbalé mis dedos sobre esa delicada zona. Seguí hasta que mis dedos se aproximaban a su otra entrada. Besé su cuello. Lo chupe. Mi dedo medio se acercaba a su entradita. Continué y sin avisarle, lo preparé para meterlo en ella. Los flujos facilitaron que mi dedo resbalara por ese lugar. Presioné hasta meterlo.

– Aaa…mamá!!

– Tranquila, tranquila

– ¿Qué haces?

– ¿Nunca te lo habían metido, corazón?

– …sácalo

– Quédate quieta, ¿si?

Seguí empujándolo hasta metérselo todo. Mordió su labio inferior aguantando sus gritos. Dudo que le doliera. Le di un beso en su mandíbula.

– ¿Qué sientes, mi amor?

– No se

– ¿Cómo no vas a saber?

– Sólo…siento algo…adentro

Sonreí y comencé a rascarle por dentro.

– Mmmm

– Te gusta, ¿cierto?

– Un poco.

– Ojalá estuviera aquí él como la última vez.

Apretaba el ano. Me gustaba que lo hiciera.

– ¿Alguna vez te lo han chupado?

– ¿Qué?

– ¿Te lo han probado?

– …no, que asco.

– No sabes lo que dices.

Lo fui sacando lentamente. Subí mi mano a la altura donde se encontraban nuestros rostros. Al ver que sólo estaba húmedo, me animé a chuparlo.

– Mamá, noo!!

– Mmmm!!!

– Que…asco, ¿Por qué lo hiciste?

– Sabe rico y ácido, contesté.

– Dios, que asqueroso.

– Ven, voltéate. Ponte de rodillas.

Me bajé de ella y la dejé que se acomodara. Lo hizo un poco insegura. Agarré su culo y la ayudé, dándole unas ligeras nalgas.

– Tienes un rico culo, hija.

Agarré sus dos nalgas. Una mano en cada glúteo. Se los froté y se los separé para admirar su linda entrada.

– Mmmm que rica estás. Que suerte el chico que te coma todo esto. Valla, culo hija.

No respondió nada. Aunque soy mujer heterosexual, no puedo ignorar el rico culo que tiene Carolina. Y sobre todo lo rico que se le veía. Tragué saliva y me incliné acercando mi cara a su colita. Le olfateé.

– Hueles rico, preciosa.

– Mamá no hagas eso, por favor.

– ¿Por qué no, cariño?. Lo tienes rico.

Abrí la boca para sacar toda la lengua, y la resbalé por ese orificio.

– …mamá

– Dios, que rico. ¿No te gusta?. Te sabe ácido.

– Para, en serio.

– Sólo relájate.

Seguí lamiendo su entradita. Le apestaba rico. Lengüeteaba con gusto ese agujero. Me encantaba y me excitaba comerle el culo. Le di golpes con la punta de mi lengua como si quisiera metérsela.

– Mmmm

Le estaba gustando.

– ¿Te gusta, mi amor?

– Mmm..si

Recostó su cabeza sobre su oreja izquierda dejando el culo parado. Separé bien esas nalgas para abrirle bien el hoyo. Le escupí y recogí mi saliva con la lengua. Lengüeteé su rico ano.

– ¿te gusta mi amor?, ¿te gusta cómo te lo chupa, mami?

– …sii, me gusta!!

– ¿Qué sientes, corazón?

– Rico

– Te sabe rico, hermosa.

Bajé su culo para que quedara totalmente acostada boca abajo. Tomé sus manos y las coloqué en su traserito.

– Agárratelo, mi amor. Ábrelo, le ordené.

Me obedeció. Agarró bien sus nalgas y las separó dejándome ver bien su entradita.

– Mmmm que delicia. A tu hermano le encantaría todo esto.

me inqué colocando mis rodillas aún lado de las suyas de modo que las de ellas quedaran entre las mías y me incline casi agachándome a su rica colita. Le di una lamida a su hoyito, para luego darle unas ricas lengüeteadas.

– Que rico, decía Caro.

– ¿Si?

– …si.

Chupe mi índice, y lo coloqué en su anito. Listo para metérselo. Le rasque su arrugado nudo y lo fui adentrando poco a poco sin dejar de lamer. Apretó su hoyito. Se lo enterré.

– Aaahh!! Mamá!!

– Ssshhh… relájate. Aflójalo, mi amor.

Le rasqué por dentro. Le acaricié sus paredes anales. Se lo retiré y lo metí a mi boca. Sabía ácido un poco salado.

– Que rico, dije.

Chupé mi índice y dedo medio y la volví a penetrar.

– Aaaahhhh!!! Espe..ra!!! Me duele!!!

– Ssshhh!!! Tranquila, tranquila!!! Ahorita se te pasa

– Me duele!!! Sácalos!!! Aauuu!!!! Por favor!!!

– Cállate porque no lo haré!!!

Los saque un poco y se los enterré con fuerza hasta el fondo

– Aaaaahhhh!!!! Mamaaaa!!!!

Me importó una mierda que le doliera. Giré mis dedos de izquierda a derecha. Me fascinaba ver su rico hoyo apretándome los dedos. Empecé a rascarle. Soltó sus nalgas y apretó las almohadas formando un puño en ellas. Sofocaba los gritos enterrando su carita en sus almohadas. Me acerqué a sus muslos. Estire mi brazo izquierdo para peinarla con la mano. Junte su cabello de tal modo que se pidiera formar una coleta. Al ver la oportunidad, la jale hacia mi. No mucho ya que la podía lastimar de la cintura. Le saqué los dedos y los unte bruscamente en su nariz.

– Huélelos, mi amor.

– Mmm no!!, guácala!!! Quítalos!!!

– Huelen a tu rico culo, corazón

– Noo!!! Quítamelos, dijo ayudándose con su mano derecha, ya que la otra la usaba para apoyar su peso.

– ¿No huelen a mierda?, le pregunté riendo.

– Mamá!!!

– Mejor chúpalos, anda, le dije metiéndoselos en el hocico.

Ya no hablaba con mis dedos dentro de su boquita. Me encantaba verla así.

– Órale!!! Chúpalos!!!, le grité.

No me importó ser agresiva.

– Hazlo si quieres ver a ya sabes quién, la amenacé

Me incliné hacia adelante para no cansarla de la espalda. De la nada empezó a chuparlos. Succionó mis dedos como si fueran un chupón.

– Eso, hermosa, así.

Miraba su carita y me daba lastima. Mientras chupaba sus ojos no dejaban de ver los míos. Sentía que me retaba la idiota. Así que junte un poco de saliva en mi boca y la escupí.

– Deja de verme, estúpida, le dije enojada.

Mi espesa saliva escurría por sus ojos, su nariz y mis dedos dentro de su boca.

– ¿te saben ricos?

Negó con la cabeza.

– Bueno, entonces tendrás que probar del mío.

Negó con la cabeza varias veces.

– Claro que si lo harás.

Le retiré los dedos y la escupí nuevamente. Al tener falda, me la subí con la mano derecha y me bajé el calzón hasta las rodillas para luego quitármelo.

– Mamá, no, por favor!!

– No pasa nada. Al contrario, te va a gustar.

– Esas son porquerías, mamá.

Rasqué mi orificio con la yema de mi dedo medio. Me acaricié y luego me lo metí bien hasta adentro.

– Que rico siento, le dije

– No, en serio, no quiero hacerlo, me rogaba.

– Lo siento, ahora tendrás que aguantarte.

– le diré a papá.

Decirme eso, me enfureció. Así que con la mano izquierda que la tenía cerca de su cabello. La tomé de la coleta y la jalé con fuerza.

– Aaaaaahh!!!!!

– Tu no dirás nada, ¿me escuchaste?

– Suéltame!! Mamá!!!

– ¿¿Escuchaste??, le pregunté en voz alta.

– Está bien, está bien, no diré nada.

– Más te vale, idiota, le dije soltándola.

Retiré mi dedo y lo acerqué a nuestras caras. Estaba húmedo de la lubricación de mi sucio culo. Su rostro reflejaba desagrado. Hacía gestos. Lo acerqué a mi nariz para olerlo.

– Mmmm huele a culo.

– Dios, que asco, mamá, ¿Cómo te puede gustar eso?

– Huele, le ordené acercando mi dedo a su nariz.

La agarré de las greñas para que no se moviera. Sufría la pobrecita.

– Que asco, guacala!! Mamá, quítalo!!

– Huele rico, ¿no?. A pedo.

– Que puta asco.

– Vamos, chúpalo, le ordené.

– No, eso si no haré.

Le di un fuerte jalón hasta hacerla gritar y aprovechar para metérselo en su linda boquita.

– Eso, chiquita, chupalo.

Solo me miraba y hacía gestos. Arrugaba su carita.

– Sabe rico, ¿verdad?.

Resbalaba mi dedo por toda su boca. Por su lengua, sus cachetes, su paladar.

– Vamos, mi amor. Complace a tu mami.

Succionó una vez con miedo

– Hazlo de nuevo, le pedí.

Lo hizo. Le retiré el dedo y lo chupé.

– Lo chupaste bien. No sabe a nada.

– Que asquerosa eres, en verdad.

– Cállate, pendeja. No sabes lo que dices, le dije y la escupí.

– No hagas eso, se quejó.

– Yo hago lo que me plazca, niña tonta.

Tenía que demostrarle que yo la puedo tratar como se me de la gana.

– Bueno, creo que ahora es tu turno.

– ¿Turno de que?

– Ya verás.

Al estar sentada en su espalda, me levanté y caminé a las almohadas. Me di la vuelta y me recosté sobre ellas. Se hizo aún lado.

– Ven, no te muevas.

Subí mi falda a mi ombligo para abrir bien las piernas. Estaba sentada frente a mi.

– Acércate, ven, la llamé

Me obedeció. Se acercó a mi a gatas. Mi mano derecha acarició su mejilla izquierda. Nuestros rostros quedaron a 30 centímetros de distancia. Espere a que se acercara más. La besé.

– ¿ahora si lo vamos a hacer bien?, le pregunté.

Nos miramos. Se mordía los labios. Era obvio que no estaba segura.

– Es que…

– ¿Es que que?

– ¿Tenemos que hacer todo esto?

– Así es. Se que no eres experta pero por eso existe la práctica. Y con el tiempo te irá gustando.

Miraba mis tetas y mi entrepierna. Estaba bien abierta.

– …está bien, contestó no muy convencida.

– Bien, mi amor. Verás que te va a gustar.

La besé. Le metí mi lengua. Hizo lo mismo. Nuestras lenguas jugaron un poco. Se apartó y me escupió la boca.

– Jaja oye!!! Que te…

– Tu empezaste, dijo al interrumpirme

– Jaja de acuerdo. Está bien, está bien. No diré nada.

Saboreé su saliva.

– Sabe rica tu saliva, le dije.

Solo arrugó su cara. Bajó a mi cuello y lo besó. Siguió bajando a mis pechos. Los lamió. Chupó y jaló cada una de mis puntas.

– Así, dije mordiendo mis labios.

Me puse cómoda y flexioné las rodillas. Sus labios besaban mis costillas, mi abdomen, mi ombligo. Continuó bajando hasta mi pelvis.

– Chúpamela, le pedí.

Metí mi mano en mi entrepierna y con mis dedos, (Dedo medio y anular), separé mis pliegues. Resbaló su lengüita suavemente sobre mi clítoris.

– Mmmm!!! Otra vez.

Lo volvió a hacer.

– Sabe ácida

– …si. Tu sigue. Chúpamela, vamos.

Estire mi brazo derecho y puse mi mano sobre su cabeza para presionar su boca en mi vagina.

– Chúpame la concha, mi amor.

Su boca se embarraba en mis pliegues.

– Cómeme la rajita, corazón.

Sentí que abrió su boca y empezó a lamer.

– Eso!! Así!!

Sentía rico. Lamía muy bien mi concha.

– Sabe rico, ¿verdad?. Sabe a meados también. Que rico.

No dejaba de chuparme. El placer era fabuloso.

– Aaahhh!!! Caro!!! Hija!!! Siii!!! Lo haces bien!!!

Me retorcía. Apretaba los dedos de los pies. Era inevitable quedarme quieta.

– Sigue, corazón!! No pares!!

Agarré mis tetas y me las apreté. Me pellizqué las puntas, me las jale hacía arriba y me las doblaba.

– Dios, que rico.

El deporte y el yoga me han ayudado mucho en la flexibilidad, así que estire las piernas hacia mi, y las pase hacia atrás de mis brazos, de forma que quedara con el culo y la concha expuestos hacia ella.

– Dios, mamá, te vas a lastimar.

– ¿A caso crees que que sólo tú puedes hacer esto?

La agarré de la nuca y la jalé hacia mi rajita.

– Ven, sigue comiendo.

Continuó lamiendo. Metía su lengüita entre mis mojados pliegues.

– Mmm que rico. ¿Te gusta a lo que sabe?

– Te sabe ácida.

– Tú sigue.

Sus lamidas me creaban un placer tan delicioso que no quería que terminara. Puse mi mano derecha sobre su cabeza y la empujé hacia abajo de modo que su boca bajara a mi culo. Lo hice con fuerza.

– Mmm…no, mamá

– Ándale, chúpalo

– No, qué asco.

– Si hazlo, anda,

Hice que su nariz y su boca quedarán justo en mi sucio culo.

– Huele, le ordené

– No, espera, mamá, en serio

– Vamos!! Hazlo!! Huéleme!!

Escuché como inhalaba mi zona. La olió.

– Dios, que asco. Te huele horrible

– Mmm que rico. Sigue, huele más

– Pero te apesta horrible

– Tu sigue, puta madre!! Órale!!, le exigí

Me olía el culo con miedo. Entendía que para ella era algo muy repugnante y asqueroso. Pero para muchos, incluyéndome, se nos hace muy excitante y placentero.

– Eso, corazón. Huéleme el culo. ¿A qué te huele?

– No se…raro.

– Tu sigue, dije apretando su cabeza hacia mi trasero para que no se moviera.

Se quería apartar. Quería quitar su naricita de mi sucia colita.

– No, no, no. No te muevas. Saca la lengua.

– Noo, no quiero hacer eso

– Si, si lo harás. Sácala.

Miró mi arrugado ano con una cara arrugada.

– Hazlo!!, ¿Qué esperas?

Abrió lentamente su boquita y sacó la lengua.

– Chupa

– Es que…

– Anda, mi amor. Te va a gustar.

Acercó su lengua con timidez para lamerme.

– Mmm…que rico

– Que asco, guácala, dijo queriendo escupir.

– Cállate, idiota. Hazlo otra vez, le dije dándole un jalón.

– Aauu!!! Mamá!!!

– Es que esto es tan… tan asqueroso.

– Vamos!! Lame!!

Tragó saliva y resbaló la punta de su lengua en mi entradita. La pegué hacia mi entrada para que su lengua me lamiera bien. Sacudí su cabeza de arriba a abajo resbalando su lengua en mi ano.

– Lámele!! Eso!!

Se dejó pero cerró sus ojos para no ver. Que rico sentía su lengüita probando mi sucio culo.

– Mmm que rico me lames, dije.

Abrió los ojos y me miró. Bajó la mirada a su lengua.

– Mueve la lengüita, bonita, le pedí.

Sin tener que obligarla de nuevo, me obedeció. Lamía como si fuera una brocha. Lo hacía de arriba hacia abajo.

– Mmm sii!! Así. Que rico, dije riendo y disfrutando.

No decía absolutamente nada. Solo me chupaba.

– ¿te gusta?, le pregunté

– ¿Eh?

– ¿Te sabe rico?

– Sabe raro. Ácido.

– Mmm que rico.

– Si te contara los pedos que me eh tirado hoy

– No, guácala, dijo apartándose.

– No, no, no, ¿a dónde vas?, aquí quédate, le dije agarrándola de las greñas

– Pero no lo hagas, mamá.

– Yo veré.

La agarré bien con las dos manos y mantuve su carita en mi trasero.

– ¿sabías que tu hermano me ah comido el culo?

– ¿Eh?, preguntó confundida

– Si. Le gusta chupármelo.

– No te creo

– No me creas. Cuando estés con él, te darás cuenta.

Estaba un poco confundida por lo que le dije. No sabía si creerme o no.

– Sigue!! Chúpame, no te quedes como estúpida.

Puso sus manitas sobre mis nalgas y continuó. Me acariciaba el hoyo.

– Sii!! Chúpalo!! Mmm!!

– ¿Por qué te gusta esto?

– Porque se siente rico. ¿Acaso a ti no te gustaría que te lo hicieran?

– Pues…es que…está sucio ahí

– Pues te limpias bien.

– Pero imagínate cuantas veces fuiste al baño.

– Hoy fui solo 2 veces. No comí mucho. A demás cago bien.

– Que asco

– Debes experimentar. Hacer de todo.

– A mi me gusto chupártelo. Te sabe rico.

Se rió.

– En serio. Te sabe rico.

– ¿…y…a que te sabe?

– Ácido, pero rico. Tú esto no lo habías hecho, ¿verdad?

– Pues…

– Vamos, dime.

– Pues…estaba a punto de bañarme. Y antes de entrar a la regadera…me pase la mano por curiosidad, y me metí los dedos.

– ¿Y luego?

– Pues…los olí. Me apestaban a mierda.

– Jaja ¿y que hiciste?

– Tenía curiosidad a que sabían, y los probé.

Contarme todo eso, me excitó mucho. Se que es muy asqueroso pero me calentó demasiado.

– ¿podemos hacer otra cosa?, me preguntó

– No, espera. Dios, me quiero tirar uno.

– Ay no!! En mi cara no!!

– Aquí quédate, le dije sosteniendo con fuerza su cabeza

– Mamá noo!!! No lo hagas!!!

– Anda!! Solo un poco

Se apartaba un poco pero no podía. No la dejé.

– Aquí quédate, aquí quédate, no te muevas.

Cerró los ojos y arrugando su cara al mismo tiempo.

Tomé aire para relajarme. Espere a que mi cuerpo decidiera el momento para dejarlo salir.

– Ya viene, ya viene, le avisaba.

– Mamá, en serio. No quiero hacer eso!!

– Tranquila, tranquila

Apreté el ano y pujé. Nada. Sumí el estómago para ver si así me salía. Nada. Mi estómago hizo ruido. Ya casi me iba a salir.

– Sólo uno, preciosa. Aquí viene, ya casi!!

– Que asco, dijo apretando sus ojos.

La pegué bien a mi culote bien abierto. Solo bastaba para tomar un poco de aire y pujar. Me lo tiré en su linda carita.

– Vamos, mi amor. Huélelos!!! Anda!!, le exigí dándole un golpe en su rostro.

Respiró.

– Dios!! Te huele horrible!!

– Jaja ¿a que huele?

– Horrible!! No se!!

– Sigue, huele más!!

Puje otra vez. Y logré tirarme otro.

– Huélelos!!!

– Noo!!!

– Anda!! Mmm que rico!!! ¿A que te huelen?, ¿a mierda?

– No!! No se!! Solo huelen mal!!

– Ahora chupa. Límpiame el culo.

Lo hizo a la fuerza.

– Eso!! Límpialo bien!!

Mientras me lamía el ano, apreté el ano y pujé con fuerza para tirarle un gas.

– Mierda, que asco!!! Nooo!!!

– ¿Te gustó? Jaja ¿huele rico?

– Noo!!! Te apestan a caca!!! Que puta asco!!! ¿Cómo pudiste hacerlo?.

– Cállate!! Ya deja de quejarte!!

La solté. Se levantó quedando arrodillada y sacudiendo su carita. Se limpiaba la boca con las manos. Me levanté quedando incada igual que ella, y me acerque a besarla. Le metí la lengua. Me aparté y le escupí la boca. Se la olí.

– Mmmm te huele a culo y a pedo.

Arrugó la cara y escupió aun lado. Me reí de ella.

– Quiero ir al baño, dijo.

– ¿Qué vas a hacer?

– Pues…orinar.

– ¿Mucho?

– Pues…no. No me siento tan llena.

– Entonces ven, le dije.

Me senté sobre las almohadas y me recargué sobre la cabecera.

– Ven, la llamé estirando el brazo izquierdo.

– ¿Qué cosa?, preguntó acercándose

La jalé de modo que su entrepierna estuviera a unos centímetros de mi rostro.

– ¿y ahora que?

Solo miré hacia arriba. A su cara. Sin quitar mi mirada de la suya, me fui acercando a su rajita. Abrí la boca y le di una lamida a sus pliegues.

– Mmm…mamá

– ¿Te gusta?

– …un poco.

Subí mi lengua y empecé a lengüetear su clítoris.

– Dios!!

– Mmm, ¿te gusta, corazón?

– …si!!

– Te sabe rica

– Aaahhh!!!

Sus manos se apoyaron sobre mi cabeza. Vagaban por mi cabello. Disfrutaba de mi lengua en su zona más rica y placentera. Quería gemir pero no lo hacía.

– Que rica concha tienes, mi vida.

– Mamá…aahh!!

– ¿te gusta que te la chupe?

– Sii!!! Me…gusta!!

– ¿quieres mear?

– ¿eh? ¿Cómo?

– Vamos!! Hazlo, bonita!! Lléname la boca de tu agüita

– No, mamá. Eso está mal y enfermizo.

– Vamos, nena!! Orina a tu mami!! Quiero probártela!!

– Es…que…eso ya es demasiado…aaahhh!!!

– Te va gustar. Hazlo.

El placer no la dejaba tomar una decisión. Estaba insegura. Abracé sus piernas para que no se fuera a ir para atrás. Apoyó su mano derecha en la pared.

– Anda, mi amor.

Subí mi mano derecha por su estómago. Acaricié su ombligo y bajé a dónde se encontraba su vejiga y presioné.

– Mamá !!, dijo cuándo le salió un chorro salpicando mi rostro.

– Mmmm que rica. Dame más, corazón. No tengas miedo.

Puso su mano izquierda sobre su rajita y se la abrió. Abrir bien la boca y la puse cerca para recibir su rica agua. Espere unos segundos y de repente comenzó a mearse. Saqué la lengua para que escurriera hacia mi boca. Me estaba llenando. No dejaba de verme mientras me orinaba. Sin pensarlo muchas veces, le di un trago.

– Mamá no hagas eso!!!

– Mmm no saben feos. Están amargos y calientes.

– Que puerca eres

– Sigue.

– Pero..

– Vamos!!

Siguió meandose sobre mí. Di otro trago. Sabía lo asqueroso que era hacer eso pero no tenía otra opción. Estaban calientes y tenían un sabor fuerte. La tomé de la cintura y la jalé de modo que terminara sentada sobre mis muslos. La acaricie y la peiné. Cubrí sus cachetes con mis dos manos y la empecé a besar.

– Hueles a orines.

– ¿Te gusta?

– No

– Pues aguántate

Le metí la lengua para que probara los meados que me habían quedado en la boca.

– Mamá, espera.

– ¿Ahora que?

– Es que hueles mucho

– ¿pues que querías, mocosa tonta?

Tomé un poco de aire y acerqué mi boca su nariz para soltarle un eructo.

– No, que cerda, te apesta horrible la boca.

– Abre la boca, le ordené

– No, ya no

Se la abrí con la mano y se la escupí. La solté. Hizo gestos y sacudió la cabeza.

– ¿Qué otra cosa podemos hacer?, nos pregunte.

– Ya nada, dijo enojada.

– Espero que tu hermano no llegue.

– Ya no quiero hacer nada, dijo alejándose de mi.

– Hey, hey, no, ¿a dónde crees que vas?, le pregunté jalándola de las piernas.

– Suéltame, mamá!!! Ya no quiero hacer nada!!! Tú estás loca!!!

– Oye a mi me respetas, niña estúpida!!, la regañé.

Me fui encima de ella evitando que se bajara de la cama. La acosté boca abajo. Estire sus brazos y me senté en su estómago sin soltarla.

– Ahora te toca a ti

– ¿¿Qué?? Noo!!! Yo no haré esas porquerías!! Suéltame!!!

– Claro que si lo harás!!

Me subí en sus pechos sin dejar caer mi peso para no lastimarla. Con mis piernas agarré sus brazos y con las manos sostuve su cabeza.

– Lo vas a hacer quieras l no, ¿escuchaste?

– Pero es que yo no quiero!!

– Yo lo hice, y te aguantas!!

– Es que..

– Es que nada!! Hazlo o te doy unas cachetadas!!

– No, no lo hagas!!

Me acomodé de forma que mi vagina estuviera casi sobre su boquita.

– Abre la boca, le ordené

Se negó con la cabeza y con la boca bien cerrada.

– Hazlo!! Le grité dándole tres ligeras cachetadas en su mejilla izquierda.

Movía su cabeza de un lado a otro. Tape su nariz. Tenía que abrir su boca para respirar. Justo cuando lo hizo, puje para orinarle adentro. Aunque oriné un poco la sábana, no me importó. Se puede cambiar. Agarré fuertemente su cabeza y seguí orinando casi hasta llenarle la boca. Rápidamente le puse la mano encima para que no la escupiera.

– Trágatela, le ordené

Se volvió a negar. Quité mi mano izquierda de su nariz y la metí a su blusa. Me torcí un poco para girar y buscar su pezón derecho. Lo tomé y se lo pellizqué con fuerza. Apretó los ojos del dolor que le estaba causando mi apretón. No tuvo de otra más que hacer lo que le pedí. Vi que su garganta se levantó al tragarse mis meados y la solté.

– Aaaauuuuu!!!!

– Eso,¿ ya viste que fácil?

– Eres una maldita, me dijo.

– A mi no me hables así!!, le dije dándole un manotazo en la boca.

Le limpie la cara de los meados que le habían caído sobre sus ojos. Me lamí la mano. Sabían ácidos.

– Abre tu boquita, mi amor. Aquí voy otra vez.

– No, ya no, mamá, por favor!!

– Abre la boca. Obedece.

La abrió dándose por vencida.

– Eso, ábrela más.

Abrió su boquita lo suficiente para empezar a llenársela. Separe mis pliegues para que mis meados cayeran directamente en su linda boca. Vi que se le llenaba y se la tapé.

– Trágatelos.

Sólo se me quedó viendo unos segundos para luego cerrarlos y apretándolos para dar un trago.

– Eso, mi amor. Saben amargos, ¿verdad?

Espere a que se los tragara bien. Sin pararme, giré mi cuerpo y me senté en su carita. Me levanté un poco y separe mis nalgas bajando poco a poco.

– Órale, chupa.

– Mamá pero…

– Vamos!!! Hazlo!!!, le exigí

Me dio una lamida.

– Mmm que rico.

– Guácala!!

– Sigue!! Hazlo otra vez!!

Lo hizo. Resbaló su lengua en mi orificio.

– Ándale, así!! ¿Sabe rico?

– Noo!!

– ¿A que te sabe?

– Raro.

– Imagínate los pedotes que me han salido

– Ay no!! Que cerda!!

– Sigue!! Chúpalo!!, le ordené bajando el culo, de modo que su boca quedara a casi un centímetro de distancia de mi sucia entrada.

– Méteme la lengua, le pedí.

– No, eso si no haré!! Que sucio!! Por ahí te sale toda la mierda!!

– Vamos!! Métela!! Penétrame el hoyo!!

– Es que no, mamá!! Eso ya es demasiado!!

– Ándale!! Yo si me lo limpio bien!!

– Te huele raro, también.

– Hazlo!!

Intentó meter su lengua de un empujón.

– Bien!!! Con fuerza!!!

– Lo tienes un poco cerrado.

Me chupé el índice y el dedo medio de mi mano derecha y m lubrique mi ano. Los metí lentamente hasta la mitad. Giré mis dedos. Los retiré y los embarré en su nariz y sus labios.

– No, mamá!! Que asco!!

– Mmm pruébalos!!

– No, que sucia eres!!

– Mucho!!

Me senté en su cara y empecé a mover la cintura de adelante hacia atrás.

– Huele mi culote, mi amor.

No la dejé mover su cabeza. Levanté el trasero para que respirara y lo dejé caer. Sus manos me empujaban. Las agarre fuertemente. Me levanté nuevamente.

– Mamá!!! Ya!! Detente!!

– Aún no acabo, corazón

– Por favor, me decía cansada.

Me senté. Me quedé quieta por unos segundos y luego empecé a darle brincos en su carita. Salté en ella.

– Chupa, chupa, chupa.

Cada vez que me levantaba aprovechaba para respirar.

– Vamos!!! Chúpame el culo!!

De repente, sentí las ganas de soltarme un gas, y lo hice. Me tiré un pedo en su cara.

– Mmmm huélelo, que rico!!, dije, untando mi colita.

Sus manos me golpeaban los muslos. Me pellizcaba. La agarré y la apreté para que se calmara.

Mi ano acariciaba su boquita y su nariz. Me levanté. Inmediatamente dio una inhalación. Se estaba quedando sin aire.

– Ya párale!!! Ya!!!

Bajé un poco el trasero y me tiré un pedo.

– Respíralos, le dije riendo.

– Guácala!! Te apestan horrible!!

Agarré su cabeza de las greñas.

– Chúpamelo, le ordené

– No, ya, en serio

– Hazlo!!, le grité y le di un jalón.

Apoyo la punta de su lengüita en mi orificio.

– Eso, métela.

Su lengua acariciaba mi anito. Lo lamia suavemente.

– Eso, que rico, dije mirando al techo.

– Te sabe ácido, que asqueroso.

– Tu sigue!! Sigue metiéndola.

Disfrutaba de su lengua metiéndose en mi culote. Escupió aún lado. Mientras me penetraba la colita, me frotaba yo el clítoris. Se sentía tan rico. La yema de mi dedo endurecía mi puntito. Miré hacia atrás de reojo hacia la izquierda. Mi trasero tapaba su cara, pero de lo que estaba segura es que seguía chupándome. Miré a las almohadas, y vi el dildo que se estaba metiendo. Estire el brazo para tomarlo. Estaba seco. La lubricación de su vagina se había secado. Lo olí. Apestaba a su rica concha. Me paré y giré de nuevo el cuerpo mirando hacia ella. No movió ni un músculo. Separe sus piernas con mis pies y me senté en medio de ellas.

– Flexiónalas

– ¿Qué vas a hacer ahora?

– Obedece.

Lo hizo con timidez. Solté el dildo y lo hice yo misma. Con el brazo izquierdo detuve sus piernas de modo que su concha y su ano resaltaran más. Tomé el dildo y lo chupé.

– Mmmm!!, sabe acidito, que rico.

Mordió sus lindos labios. Agarré de la base del dildo y resbalé la punta sobre sus pliegues. Lo pase desde su clítoris hacia abajo. Repetí. Al llegar a la entrada de su jugosa concha lo metí lentamente. Dio un profundo y lento respiro.

– Mamá…

– Relájate, tranquila.

Lo fui metiendo poco a poco hasta dejarle más de la mitad adentro.

– ¿te gusta, corazón?

– …un poco.

Lo retiré y lo volví a meter. Lo saqué de nuevo dejando la punta. Apunté hacia su pelvis y empecé a empujarlo de forma repetitiva.

– …mamá..

– ¿Qué pasa, cariño?

– …aaahhh!!!!

– ¿Sientes rico?, le pregunté penetrando más rápido.

– …siii!!! Se…siente rico!!! Aaaahhh!!!

– Separa tus piernas, le pedí.

Abrió sus finas piernas sin estirarlas. Las dejó al aire y flexionándolas. Retiré el dildo y lo chupé. Probé el sabor de su rica concha. Dejé aún lado el dildo y me lubrique mis dedos, (anular y dedo medio), y los metí en su vagina de modo que la punta de mis dedos pegaran hacia su pelvis.

– Me dolió

– Relájate, ahorita verás que rico vas a sentir.

Comencé a rascar por dentro. Fui aumentando el ritmo. Lo hacía como si estuviera llamando a alguien.

– Mmmm!!!

– ¿Te gusta?

– Si, más.

– ¿Quieres más, mi amor?

– Si

Aumenté.

– Aaahhh!!!!

– ¿así?

– …sii!!!

Sabía que no era todo lo que ella necesitaba sentir. Tenía que hacer que ella consiguiera tener un orgasmo. Así que dejé de rascar y sólo empecé a penetrar su vagina con sus dedos de modo que mis puntas chocaran contra se pelvis.

– Dios!!!! Mamá!!!

– ¿Qué, preciosa?

– Siii!!! Así!!! Aaahhh!!!

– ¿Sientes más rico?

– …siii!!! Más!!! Hazlo más…rápido!!!

– ¿Así, bonita?, le pregunté penetrándole con ganas.

– Aaahhh!!! Que rico!!! Sii!!! Así!!! Sigue!!!

– Que rico te escuchas

– …Sii!!! Siento rico!!! Más!!!

Sabía que lo disfrutaba. Y quería que esto fuera mucho mejor. Sentía la mano cansada pero no podía detenerme. Di un respiro y seguí con más fuerza y con más ganas.

– Aaahhh!!! Mamá!!! Siii!!!

Gemía muy rico. Se encogía y se acariciaba la cara. Su vagina se escuchaba como si tuviera un charco adentro. Sabía que faltaba poco.

– Mamá!!! Dios!!! Quiero…quiero mear!!!

– No, corazón!!! No vas a orinar!!! Estás a punto de venirte!!! Sólo relájate y suéltalo.

– Dios mio!!! Aaahhh!!! Voy a explotar!!! Mamá, mamá!!!

– Vamos, corazón!!! Sólo expúlsalo!! No temas!!!

– Aaahhh!!! No…lo sé!!!

– Si!!! Hazlo!!!, le exigí rascando con ganas.

– Aaaahhh!!!! Mamá!!! Ya!! Ya!!!

Apretó los ojos justo cuando su vagina empezó a chorrear un poco de su agua.

– Aaahhh!!! Que rico!!! Siii!!! Mamá!!!!

Gemía y se retorcía. Seguí penetrándole para que siguiera brotando su rico líquido.

– Siii!!! Aaahhh!!!

Miré su rostro, y sus ojos se iban de lado y se entrecerraban. Su linda boca estaba totalmente abierta. Retiré mis dedos y acaricié sus pliegues, mojándolos de su líquido. Me metí entre sus piernas y me subí a ella. Nuestras caras se encontraron y le di un beso en la mejilla.

– …espera, me dijo con un tono cansado.

– ¿te gustó?

– …si

– ¿Qué te pareció?

– Riquísimo, pero muy raro de explicarlo.

– Lo sé. Tuviste un squirt.

– ¿Qué?

– Una eyaculación, así se me llama también.

– Vaya, que…bien.

– Si. ¿Estás cansada?

– Un poco. No mucho.

– Bien. Debemos arreglar. Tu hermano no debe de tardar.

Le di un beso en sus ricos labios, y me paré.

– Hay que cambiar la colcha porque apestan.

– Si, ahorita las llevo yo.

Tomé mis prendas y salí del cuarto yendo al mío para darme un buen baño. Puse mi mano derecha sobre mi boca sin tapar por completo y sople. Me apestaba a orines al boca. Pasó media hora y llegó Jorge.

– Ya llegué!!

– Que bueno, ¿A dónde fuiste?

– Con unos amigos a tomar.

– Que bien.

– Si, ¿y ustedes?

– Pues…aquí, también nos la pasamos bien tu hermana y yo.

– ¿Por qué?, ¿Qué hicieron?

– Cosas, de mujeres.

– …entiendo…¿Cómo qué?

– Solo cosas. Avísale a tu hermana para cenar.

Dejé de poner la mesa y saqué mi celular para mandarle un mensaje.

– “Tu hermano va para tu cuarto. No le digas nada.” (Leído)

Afortunadamente estaba conectada.

Sé que este relato parece ser muy fuerte en comparación de los otros que eh escrito, pero las ganas de hacer cosas nuevas y de pasar un buen rato, no podía dejarlas pasar. De todos modos quisiera escuchar sus comentarios respecto a este relato.