Estoy casada desde hace años, una noche aproveche y folle con uno de los alumnos que me dejo tan satisfecha que ahora lo busco siempre

Me llamo Mercedes y tengo 55 años. Estoy casada desde hace 30 años con un empresario de 58 y yo soy profesora de lengua castellana en un instituto dando clase a chicos de tercero y cuarto de secundaria.

Me gusta mucho cuidarme y por eso llevo yendo al gimnasio desde que era muy jovencita, no es que me guste mucho el deporte, pero si los resultados en tu físico, la gente suele decir que debo tener el culo como una piedra por lo que se me marca. También suelo ir a la lámpara para estar bien morenita todo el año, y, aunque, no soy rubia natural, me lo tiño y me queda muy bien.

Para mi edad no estoy nada mal, tengo un culo que es la envidia de muchas jovencitas, las tetas no las tengo muy grandes pero son redondas y bien levantadas gracias al deporte durante años, mis muslos son sexys y carnosos tirando a tonificados y todo ello hay que añadir lo morena que estoy y el pelo rubio.

Para mí el sexo es una pasión desde muy jovencita y es algo que me gusta innovar, pero mi marido, debido a su edad, prácticamente no tiene ganas y tampoco no es que sea muy bueno debido a que los hombres de mi generación no sabían lo que era el punto g de una chica. Suelo fantasear mucho pero lo que más me gustaría sería tirarme a un jovencito, sobre todo cuanto más yogurín mucho mejor. Tengo amigas divorciadas que han cambiado a sus maridos por ello, y no dicen más que halagos de lo bien que lo hacen. Son inexpertos, pero lo compensan con pasión y que vienen de unos tiempos en los que saben que tienen que dar placer para tener sexo e internet les ayuda mucho.

Me suelo masturbar por las noches cuando me doy una ducha, no hace falta que fantasee mucho porque me pone cómo me miran mis alumnos. No tienen más de 16 años pero por cómo me miran tienen grandes fantasías conmigo y eso me excita muchísimo.

No visto como alguien de mi edad, suelo vestir sexy y marcando escote, pezones y culo. A clase voy así, no tengo por qué taparme, no soy una monja. Hasta ahora, en mi trabajo, nunca me han dicho nada, es más, hasta el director del instituto me mira el culo. Cuando uso tejanos apretados y me doy la espalda para escribir el en encerado, noto cómo  mis alumnos dejan de escribir para poner sus ojos en mi culito redondo y levantado. Alguna vez que otra, al agacharme, se me ha visto la gomilla del tanga.

Tengo una anécdota de hace unos tres años, cuando di clase en cuarto de secundaria y mis alumnos me invitaron a su cena de graduación. Yo acepté la invitación con mucho gusto.

Antes, había sido la entrega de los diplomas en el instituto y a mí, también mi iban a sacar fotos para colgarlas en el muro de Facebook del instituto, así que fui muy guapa con un toque de sexy. Vestía un vestido apretado de color naranja tirando a rojo, de un solo tirante en el hombro derecho, dejando algo de escote en la parte izquierda. El vestido no dejaba nada a la imaginación, se me marcaban mis pechos redondos y con él parecían dos tallas más, tambén marcaba mi estupenda figura y los abdominales del gimnasio, pero sobre todo el mi culazo y mis muslos morenazos tonificados pero con mucho donde agarrar. Para darle el toque final, mi melenaza rubia  la dejé suelta.

Cuando entré en el auditorio con mi marido, todos los ojos se habían posado en mi figura. Cada una de las personas de la sala, había dejado de hacer lo que estaba haciendo para posar sus ojos en mí. Todo el mundo, incluso las mujeres me observaban de arriba hacia abajo. A los padres se les caía la baba y no dejaban de mirarme mi delantera que se me marcaban los pezones porque no llevaba sujetador. Pero los más jóvenes miraban mis cartucheras con ganas de echarme un buen polvo.

Mientras caminaba con mi marido para sentarnos en los asientos reservados para profesores y sus acompañantes, saludaba a mis alumnos y les escuchaba hablar entre ellos. “Que buena está” “Ya te dije que vendría sexy” “lleva tanga de hilo” “Le follaba el culo”

Cuando la ceremonia terminó, mi marido se fue a casa y yo me fui con mis alumnos y algunos de mis colegas que también fueron invitados a la cena.

Los chicos habían organizado una cena en un restaurante de las afueras donde, después de la contienda, había DJ y pista de baile con barra libre.

Yo estuve charlando con algunas compañeras del curro y entablando conversación con alguna que otra alumna que me contaba lo que iba a hacer en los años posteriores. Pero mis alumnos no dejaban de quitar ojo a mi culo ceñido por el vestido, algunos se atrevían más y miraban a los pezones también ceñidos.

Me estaba empezando a excitar sus miradas y yo de vez en cuando miraba a sus paquetes con la esperanza de ver algún bulto en sus pantalones de traje elegante. Me fui al baño porque necesitaba relajarme un poco de tanta excitación, allí estaban algunas de mis alumnas que se estaban retocando la cara y hablando de sus cosas.

-Hola, Merche- Me saludaron cuando entré en el servicio de mujeres.

-¿Os divertís, chicas?- Ellas asentaron con la cabeza. Yo entré al baño para echar un pis.

-Javi está como una cuba.- Escuché a una de las chicas mientras yo hacía lo mío.

-Seguro que hoy le entra a alguna- Dijo otra chica.

-No sabía que bebía.

– Lleva bebiendo desde los 13 o 14.- En ese momento salí del baño y se había hecho el silencio.

-Estáis muy guapas.- Dije mientras me lavaba las manos. Las chicas iban con vestido como si fueran a una boda que estaban muy guapas, no enseñaban como yo, pero estaban muy bellas.

Salí del baño y decidí que en cuanto me encontrase a Javi, le iba a dar un discurso por emborracharse. Javi era un chico alto, delgado pero fibrado con el pelo largo y alborotado tirando a rubio. Por supuesto, con unas características así, las chicas estaban loquitas por él. No era mal chico pero si que muchos profesores de quejaban de su comportamiento, conmigo siempre fue un cielo.

Fui a la pista y allí estaban los chavales riendo y bailando al son de la música electrónica. Busqué a alguno de los profesores pero estaban hablando entre ellos en la mesa donde habíamos cenado, así que me dirigí a la barra a por una copa. Sentí a alguien detrás de mí y era Javi que también había ido a por otra copa. -No deberías de bebe tanto.

-Mercedes, hoy estás irresistible.- Me dijo el chico bastante ebrio. Era raro que me llamaran Mercedes cuando siempre me presentaba con el nombre de Merche, me gusta más.

-¿Cuántas copas llevas ya?- Pregunté sin hacerle caso a su comentario.

-Estás para hacerte un favor.- Me dijo él mirando a mis tetas apretadas.

-Veo que estás muy borracho.- Sus palabras me pusieron algo nerviosa a pesar que me estaba calentando y por mi mente pasaban muchas imágenes morbosas.

Se acercó más a mí, pasó la mano por detrás de mi cintura y me agarró la nalga izquierda bien fuerte. -Siempre quise bajarte las bragas.- Soltó mi nalga dura y se marchó, le seguí con la mirada y se metió en el baño de chicas. A mí me dejó ahí de pie toda caliente y a la vez nerviosa por lo que había pasado. Así que yo también entré en el baño de chicas para decirle que ahí no debía estar, entré por la puerta que se abría solo con empujar y me encontré a él en uno de los baños con los pantalones bajados haciéndose una paja.

Se percató de que había entrado y se dio la vuelta dejándome ver esa enorme y gorda polla de un chico de 16 años, era de un color moreno con el prepucio bien rosita y erecta a más no poder.

-Aquí no deberías de estar.- Le dije yo mientras me estaba calentando ver esa enorme polla de adolescente.

-Me la estaba cascando pensando en tu culo. ¡Quiero comértelo!- Contestó él mientras se pajeaba y me miraba de arriba abajo con mi vestido ceñido.

-¿Siempre has querido comerme el culo?- Pregunté tartamudeando imaginándome las cosas que me haría un chico de 16 años, virgen y con esa polla tan grande. De solo pensar que se imaginaba follarme mi culo mientras le estaba dando clase, hacía que me chocho empezase a humedecer.

-Ese culo tan redondo y voluminoso, siempre marcándolo con jeans o faldas de secretaria. Me pones mucho.- Me soltó mientras iba poco a poco acercándose con su polla erecta.

Yo no dejaba de quitarle ojo a su mano mientras se pajeaba esa polla que como mínimo mediría 23 centímetros, deseaba sentirla dentro de mí y que me hiciese gozar como nunca lo habían hecho los de mi generación. La curiosidad aumentaba al pensar la sensación de sentirla en mi culo porque nunca me la habían metido por ahí.

Estaba delante de mí con su polla erecta y yo estaba empezando a sudar haciendo que me vestido estuviese más ceñido. -¿Qué me contestas? ¿Me dejas, aunque sea, comerte el culo?- Me tendió la mano.

-¡Estás borracho!- Le dije al coger su mano y acompañarle al interior del lavabo.

-Llevo queriendo hacértelo desde que me diste clase en tercero.- Me saltó cuando estábamos dentro del apretado lavabo y él le echaba el cerrojo a la puerta. -¡Inclínate!- Me incliné hacia el wc y me apoyé contra la pared con mi culo en pompa. -En esta postura se te marca todo el tanga, me haces la boca agua.- Seguía con su mano en la polla hasta que sentí como su otra mano me acariciaba los glúteos a través del ceñido vestido. Me estaba poniendo muy cachonda al sentir que un alumno me estaba agarrando el culo, rozando el tanga a través del vestido ceñido y sabiendo que se estaba agarrando esa enorme polla de 15 años. Fue bajando la mano hasta que llegó a la abertura del vestido y fue poco a poco acariciando mi nalga desnuda con su color bronceado y su forma redonda de gimnasio. -Esto es un sueño poder tocarte tu culo desnudo.- A continuación, sus dedos acariciaron mi coño por encima del tanga de seda negra. Con la mano que se estaba tocando la polla, la soltó y me levantó el vestido hasta la cintura dejando mi culo en tanga al aire. -¡Qué buena estás, profesora!- Me agarró fuerte el culo y se puso a lamer mi coño por encima del tanga de seda. Tenía que ser muy placentero para su lengua por la seda y excitante por lamer mi coño. -Estás muy mojada, puedo sentir lo excitada que estás con mi lengua.

-¡Sigue comiéndome el coño!- Le exclamé dejando que mis sentidos salvajes me controlasen.

-No pensé que fueras tan cachonda, si llego a saber antes eso, te hubiera follado en clase encima de tu mesa.-  Escuchar eso hizo que pasase por mi mente esa situación e hizo que yo misma hiciera a un lado el hilo del tanga para que me lo comiera a pelo. Pasó su lengua una y otra vez por mi coño depilado haciendo que los jugos saliesen cada vez más y mis labios se habrían para que metiese su gran polla cuando él quiera. -Me pone mucho como gimes al comerte entera.- Intentaba controlar mis gemidos para que no me escuchasen, pero era imposible y cada vez gritaba más de placer.

Todavía no había entrado nadie en el baño, en cualquier momento puede que entrase alguien y tendríamos que bajar la voz. Aunque estábamos con la puerta cerrada en uno de los lavabos, el miedo a que me pillaran con uno de mis alumnos era real y a la vez muy excitante. Mis sentidos se volvían locos con cada lametón en mi coño, para tener 16 años y supongo que virgen, hacía muy bien el sexo oral y no se lanzaba a metérmela sino que preparaba el terreno y eso me encantaba.

-¡Métemela!- Le dije medio gritando al estar tan excitada de tanto comerme el coño y de solo imaginar su gran polla dentro de mí. Yo me encontraba casi en el climax y me iba a correr en un momento a otro con su lengua en mi coño.

-Todavía no, quiero comerte el culo.- Me agarró más fuerte las nalgas, apartó el hilo del tanga para dejar al descubierto el agujero del ano y meter su lengua hasta dentro del culo. Yo grité de placer, me habían comido un poco el coño cuando hace unos años mi marido tenías más ganas de sexo, pero comerme el culo y meterme la lengua por el agujero nunca me lo habían hecho. Era una experiencia completamente nueva para mí sentir una lengua húmeda y esponjosa, lamer las paredes de mi ano mientras yo me sostenía contra la pared deseando que esto nunca acabase. Tenía su cara metida de lleno en mi culo moreno de 55 años con sus dos manos agarrándome fuertemente las nalgas y abriéndolas para dejar espacio a du lengua que limpiaba todo el agujero.

-¡Me voy a correr, tienes que metérmela!- Le avisé porque estaba a punto de correrme y tenía muchas ganas de ver su polla en acción.

-Haré que te corras muchas veces antes de metértela.

-No puedo aguantar más, te necesito dentro de mí.- Dije yo gimiendo como una loca.

-No he traído condón.- Me contestó sin quitar su cara de mi culo.

-¡Dame por el culo!- Estaba completamente a merced de mis emociones y me sentía una madura sucia que dejaba a su alumno de 16 años metérsela por el culo a su profesora tanguera de 55 años. Además, la última vez que había tenido sexo anal fue hace años con mi marido que estaba borracho y no duró más de un minuto.

Dejó de chuparme el agujero del ano, sacó su cara de mi culo y se puso de pies con la polla bien tiesa apuntando hacia mi culo. Con una mano agarró mi melena rubia que colgaba de mi espalda y la otra mano la llenó de saliva para acariciar su gran polla y lubricarla. Yo di unos gemidos cuando agarró mi melena esperando a que me la metiese ese adolescente por mi culo. -Te voy a follar el culo hasta que ya no puedas correrte más.- Orientó si polla delante de la entrada de mi agujero del ano y empezó a pasar la puntita por las paredes sin meterla

-¡La tienes muy gorda, Javi!- Dije muy excitada al sentir el roce de su puntita en mi culo. El chico se estaba haciendo de rogar y no paraba de restregar su polla grande y gorda en mi culo. -¡Necesito que me la metas! Soltó mi melena y con esa mano agarró mi teta derecha sobre el vestido sintiendo que era firme, redonda y dura.

-Profesora, que buenas tetas tienes. Noto lo excitada que estás en mi mano por tu pezón puntiagudo.

-¡Métemela!- Grité yo y él de inmediato soltó mi teta y con las dos manos abrió las nalgas para introducir su pene viril en mi culo. Justo cuando se disponía a introducirla, sentimos que alguien entraba en el baño en el que estábamos.

-¡Merche! ¿Estás aquí?- Preguntó uno de mis compañeras que también había sido invitada a la cena.

Yo no tuve más remedio que contestar mientras sentía el pene de este chico a la entrada de mi culo. -Sí

-Vamos a brindar los profesores, solo faltas tú.

-Voy enseguida

-Te espero aquí.- Esas palabras hicieron que mi polvo con un yogurín se fuera a la mierda y no tuve más remedio que levantarme mientras apartaba la polla del muchacho que él también lo entendió y sin hacer ruido se fue subiendo los pantalones. Yo me puse bien el hilo del tanga, bajé mi ceñido vestido naranja que lo tenía por encima de las caderas, tiré de la cadena e intenté abrir la puerta de tal manera que a Javi no se le viese. Salí y nos fuimos las dos a brindar con los demás profesores.