Estaba demasiado excitada y se la chupe mientras conducía y se corría en mi boca

Uf, cómo me pone este hombre.

Le miro de reojo mientras conduce. Tiene un cuerpo para ser disfrutado una, y otra, y otra vez. Su cabello, sus ojos, sus labios que piden a gritos ser besados. Sus brazos al volante, sus piernas. Recuerdo nuestra última sesión de sexo y no puedo evitar que mi vello se erice y que me muerda el labio. Me doy cuenta rápido y vuelvo a mi postura normal mientras intento seguir el hilo de lo que me está contando. No quiero que se dé cuenta de lo húmeda que empiezo a estar. Por suerte me entero de las últimas dos frases y gracias a la suerte consigo reconstruir lo que me estaba contando.

Así que así estamos, una lucha constante, ¿no?

Pues sí, no es justo pero tenéis que seguir adelante. Vuestro trabajo y esfuerzo suponen una gran ayuda para otros.

Lo he bordado. He contestado perfectamente lo que tenía que responder. Este hombre no sólo es excitante, sino que tiene otras miles de virtudes, pero en el sexo es de matrícula de honor. Me parece increíble que la primera vez que lo conocí pensara que pudiera aburrirme con él. Cómo disfruto dándole placer mientras yo recibo otro tanto. Inconscientemente vuelvo a morderme el labio. ¡Cómo me gustaría chupársela! Y este último pensamiento no consigo quitármelo de encima. Pasan los kilómetros y ya no puedo concentrarme en el paisaje, ni en su conversación, ni en nada. Le miro de reojo el paquete. ¡Cómo me gustaría bajarle la cremallera del pantalón y coger su polla para chupársela! Noto las palpitaciones de mi corazón. Miro a mi pecho y veo como sube y baja a una velocidad alarmante. Debo relajarme como sea. Pienso en todo el trabajo que tengo encima. No sólo es antierótico, sino que por unos instantes consigo centrar mi mente en mis responsabilidades y preocupaciones. Bien, lo estoy consiguiendo, mi nivel de excitación está bajando por fin.

Pero este hombre no me deja ni un respiro.

Mira, te voy a enseñar un sitio espectacular.

Pone el intermitente a la izquierda y sale de la calzada por un camino sin asfaltar. “Él debe estar tan excitado como yo y quiere follarme” pienso y me doy cuenta de que mi nivel de excitación apenas había disminuido. Bajamos una pendiente hasta que llegamos a una zona de aparcamiento. Mis pezones están amenazando con romper mi sujetador. Hay un coche negro aparcado y varias personas a lo lejos. Imposible mi sueño, pero este hombre sigue adelante y estaciona cerca del coche girando el volante para dejarlo dirigido a lo que realmente quería enseñarme.

Mira la ermita allí arriba. Que vista más espectacular ¿verdad?

Es impresionante las paredes de roca tan verticales. Se pueden ver los plegamientos de los estratos. Qué sitio más complicado para construir. Pero yo sólo quiero chupártela.

Por supuesto esto último no se lo digo, sólo lo pienso.

Para ver la ermita que me está señalando tengo que agacharme ya que se ve desde su ventanilla y yo estoy en la parte del copiloto. ¿Agachándome estoy? ¿Y no puedo chupársela? No miro la ermita, ahora su polla se encuentra a escasos centímetros. Él se gira y yo con disimulo me incorporo.

Que sitio más bonito. Gracias por enseñármelo.

Mi entrepierna ya está húmeda y decido intervenir a su favor. Le cojo la cara con mis manos y le beso. No un beso normal y corriente, sino un beso de excitación. Y él me responde besándome de igual forma. Una de mis manos baja hasta su pecho para estar un segundo apoyada y luego sigue descendiendo hasta su pantalón. Le agarro su pene con frenesí. Puedo sentir su excitación en mi mano aunque se encuentre escondida bajo el pantalón. Sin embargo me retiro y le digo:

Sigamos que aún queda trayecto.

Como me pones en un momento.

Me rio con cara traviesa. Por fin he conseguido excitarle. Ahora tengo que conseguir que siga así durante el viaje.

Ya de vuelta en la carrera me va mirando de reojo mientras sonríe. Sonrío yo también sin dejar de mirar hacia el frente. Sé que me está mirando. Es entonces cuando su mano derecha abandona el volante y la deposita sobre mi pierna. Aprieta. Está excitado. Bien, lo estoy consiguiendo. Si el supiera las ganas que tengo de chupársela… Y de repente un pensamiento cruza por mi mente, ¿por qué no? ¿Por qué no chupársela? Seguro que no sería la primera persona en hacerlo en estas carreteras. Ni la última.

Mi cerebro me dice que no es seguro. Pero a veces el riesgo merece la pena. Si no la gente no haría paracaidismo. ¿Podría chupársela mientras conduce? Miro la distancia entre el volante y su polla. La respuesta es sí. ¿Él querría? Me río al pensarlo.

¿De qué te ríes? – me dice con una sonrisa de pícaro.

Me giro hacia él y sin decirle nada vuelvo a sobarle la entrepierna.

Me encantaría chupártela.

Puedo buscar algún sitio para parar. Hay zonas de árboles…

No. No pares – le interrumpo.

Le desabrocho el botón del pantalón y le bajo la cremallera. Por unos momentos le dejo paralizado pero no tarda en reaccionar. Con su mano ayuda a su polla prácticamente dura a salir por fuera del calzoncillo. La veo a la distancia y mi cabeza pierde el raciocinio. Me quito el cinturón y giro mi cuerpo para ponerme en la posición correcta. Voy directa y me la meto en mi boca. No tarda ni dos segundos en completar su dureza, esa que me vuelve loca y más si está dentro de mí. Él suspira. No sé cómo se las apañará para conducir pero me da igual. Creo que ha frenado, pero no estoy segura. En esa posición no veo nada y no sé a qué velocidad va. Y me da igual. Por fin puedo disfrutar de subir y bajar mis labios por su glande. Retiro mi boca y saco la lengua para recorrer su miembro desde su base hasta la punta. Ahí doy vueltas en círculos y vuelvo a bajar. Ahora ya no suspira, ahora gime. Coloco mi boca despacio para metérmela rápidamente hasta el fondo y me quedo unos segundos parada apretando mis labios contra la piel. Lucho por no atragantarme y tener arcadas y entonces subo otra vez por su polla provocándole gran placer. Repito varias veces la operación hasta que le escucho decir.

¿Qué quieres de mí? ¿Quieres tragarte mi semen?

Me retiro de su pene y giro la cabeza apoyándola ligeramente en el volante para poder mirarle a los ojos.

Sí, quiero que te corras en mi boca y quiero tragarme hasta la última gota.

Joder nena, cuando llegue a una recta te aviso para que consigas que me corra. Prepárate para tragar porque tengo mucho semen dentro. – me dice más que excitado.

La sola idea de imaginarme chorros y chorros de semen saliendo de su polla me enloquecen. Vuelvo a chupársela con ansias mientras alterno mi lengua para chuparle los huevos. Lástima de esta postura, sino podría chupárselos en condiciones.

Más despacio, no quiero correrme aún.

Me cuesta horrores, pero le hago caso. Voy más despacio y decido lamer con cuidado su glande. De vez en cuando vuelvo a metérmela hasta el fondo de mi garganta para poder escuchar sus gemidos de placer. No sé cuánto tiempo pasa, quizá minutos, quizá sólo unos segundos. Noto que me estoy clavando algo y duele pero me da igual. Sigo saboreando aquella polla como si no existiese un mañana.

Hay aquí una recta y ya estoy a punto. Si quieres…

Por fin las palabras mágicas. No le dejo terminar la frase, vuelvo a chupársela con ansias de semen. Sin embargo necesito hacerlo muy rápido y me ayudo de una mano mientras la otra se apoya dónde puede. Le masturbo mientras poso mi lengua en su punta con la boca bien abierta. Sólo quiero sentir su semen, todo lo demás es secundario. Me muero de ganas de tragarme lo que lleva dentro.

Me voy ya

Y tiene razón. Su polla emana chorros y chorros de semen que recojo con mi boca. Uno, dos, tres y hasta cinco latigazos siento en mi paladar. Ya no son gemidos lo que salen por su boca sino que está gritando de placer. Se retuerce en el asiento. Ya está terminando y oigo un botón siendo pulsado. Me separo un poco creyendo que por el tiempo transcurrido ya habría terminado de eyacular pero me equivoco. Veo seguir saliendo ese maravilloso líquido de su polla y saco mi lengua para recogerlo y añadirlo a la gran cantidad que espera en mi boca. Termino y me separo. Es entonces cuando veo a través de las ventanillas y me percato de que estamos parados. Las luces de emergencia están encendidas. Le miro a los ojos y me lo trago. Sé que le encanta y a mí más tragarme ese delicioso manjar. En ese momento él reacciona más rápido que yo ya que ve algo que yo no veo.

Viene un coche, ponte el cinturón.

Veo por el retrovisor un coche que viene por detrás y que se ha visto obligado a frenar. Estoy segura que por la distancia a la que se encuentra ha debido verme incorporarme. Seguimos en la recta así que nos adelante al no venir vehículos de frente. Nos pita durante el adelantamiento. ¡Qué se muera de envidia!

Eres genial. – me dice sonriendo mientras él se mete la polla en el pantalón. No le he dejado ni un resto de semen.

Yo, con el cinturón ya puesto, voy retirando con un dedo los restos de semen por la comisura de mis labios y me lo meto a la boca para saborearlos, como lo haría si los tuviera llenos de chocolate. Es lo más delicioso que he probado nunca. Es entonces cuando me doy cuenta de que la humedad de mi vagina ha traspasado el pantalón.

Vuelvo a reírme sola. ¡Cuántas veces me voy a masturbar recordando este viaje!