Espiando con una cámara a mis nuevos vecinos

Los nuevos vecinos del tercero primera me abordan mientras esperamos el ascensor. Es una joven pareja que se ha mudado hace pocas semanas y apenas conocen a los vecinos. Viven justo encima y me preguntan sobre la conexión de TV que tenemos todos en la habitación de matrimonio.

Me comentan que ven la tele con mucha nieve y que ciertos canales no se ven. Les digo que el vecino anterior también tenía el mismo problema y que todos hemos terminado por instalar una antena adicional y un amplificador de señal. Los dos ponen cara de extrañeza y me preguntan cómo se debe hacer eso.

– “En el receptor se hace un by-pass, se coloca un condensador multifrecuencia y luego se conecta la antena en paralelo a la toma de la antena del edificio y otra a la entrada de la TV”, le digo con toda normalidad como si supiera que ellos me van a entender.

Los dos ponen cara de no haber entendido nada, y ella se decide a pedirme:

– “Si te traemos la TV ¿nos lo puedes poner tu todo?, te pagaremos los cacharos y el tiempo que dediques, seguro que tu sabes cómo hacerlo. Nosotros no tenemos ni idea, y este no es precisamente un manitas”, me dice refiriéndose a su pareja.

La miro discretamente de arriba abajo y me digo para mi: “a ti si que te ponía los cacharros y te dedicaba todo el tiempo del mundo hasta encontrarte la sintonía y hacerte cantar por todos los canales”.

La chica tiene buen tipo y es bastante guapa, pero lo que resalta sobre todo es que tiene un par de melones tan hermosos que cuesta trabajo mirar a otro sitio mientras le hablas. Además parece muy simpática y sociable, por lo que sin insistir en su petición enseguida consigue que le diga que acepto.

Les acompaño a su casa y me llevan directamente al dormitorio para enseñarme lo mal que se ve la tele allí. Mi atención está dispersa en otras cosas, siento el olor de su perfume que lo impregna todo, también un olor de fondo que me hace pensar en las noches de sexo de esta joven pareja.

La habitación está decorada con muebles muy sencillos y modernos, y en un rincón resalta la TV presidiendo la estancia. Como hay que abrirla y ponerle algunas cosas dentro me la llevo a casa y les prometo que al día siguiente ya la tendrán.

Con la TV ya preparada me presento en casa de los vecinos. Me reciben con alegría por mi rapidez y se conducen de nuevo a la habitación. Mientras comprobamos que ahora se captan todos los canales a la perfección, me fijo en ella y empiezo a sentirme mal.

Lleva puesta una camiseta de esas que llevan impresa propaganda. Es enorme y la utiliza como si fuese un vestido. Su enorme pecho queda destacado y la camiseta por la parte inferior queda separada del cuerpo, con mucho vuelo.

Mi cerebro lujurioso empieza a pensar sobre lo que pasaría si metiendo las manos por debajo, fuese levantando lentamente la tela hasta descubrir su culito. Se me pone dura con solo imaginarlo. Menos mal que los dos solo miran hacia la pantalla y se entretienen cambiando una y otra vez de canal para comprobar que todo está bien.

Después de esto me invitan a tomar una cerveza y pasamos cuentas. Si quisieran engañarme lo podrían hacer con facilidad pues yo solo tengo ojos y atención para ella. Durante unos instantes se ha sentado delante, enseñando buena parte del muslo. Cuando se ha sentado me ha parecido verle las bragas y eso ya me ha puesto a cien.

Me vuelvo a casa excitado y satisfecho. Pongo el ordenador en marcha y dejo que se carguen todos los programas. Al final sale una ventana con una pantalla en negro. Tras unos instantes aparece en pantalla la habitación de mis vecinos.

El software funciona y la cámara espía que les he colocado dentro del televisor va de maravilla. La misma antena de recepción que ellos ven sobre el aparato también sirve para emitir la señal que recibe mi PC.

Sin su consentimiento me he montado un equipo de cine con el que poder espiar los movimientos de mis vecinos. Ahora solo falta que los protagonistas me “quieran dedicar” algunos minutos para ser protagonistas de ricas escenas de sexo.

Por ser el primer día no me separo de mi PC tratando de ver todo lo que pasa arriba. Tengo que esperar hasta antes de la cena para poder disfrutar.

Primero viene él, se denuda y se va a la ducha. Al salir se pone el pijama y se va. A los pocos minutos viene ella. Muy rápidamente se quita la camiseta, se desbrocha el sostén y se quita las bragas, dejándolas en el suelo junto al sujetador.

Apenas me da tiempo a ver nada, pues ha ido todo muy rápido. Sin embargo, ha sido suficiente para verle las dos tetorras que tiene tan ricas, ver que tiene un culin mas pequeño que lo que imaginaba y que tiene un buen felpudo negro a matar.

No separo la vista ni un instante por miedo a perderme algo cuando salga del baño. Por fin aparece en pantalla envuelta en una toalla anudada por encima del pecho. Esta se abre por delante y le veo otra vez la entrepierna con una sombra negra que quita el hipo.

Deshace la toalla y se empieza a secar. Primero el pecho y el vientre y después el culo y las piernas. Mientras puedo contemplar sus tetas botando libremente. Imagino lo rico que debe ser chupetearlas, pasar la lengua por esos pezones como cerezas rodeados por una aureola marrón grande que los enmarca.

Se pasa la toalla varias veces por la entrepierna y por el culo, tratando de dejarlo todo bien seco. Se pone unas braguitas muy lindas y de debajo de la almohada saca un camisón que se pone.

El camisón se apoya sobre los pechos y se ajusta a ellos. Me encanta. Abre el armario y saca un batín que se pone encima, anuda el cinturón, sacude la cabeza para soltar el cabello y sale de la habitación.

Se pone la pantalla en negro. Acaba de pagar la luz. Mientras espero que cenen y vuelvan a la habitación me hago una paja de las que hacen época.

Capítulo 2

Me empezaba a impacientar, cuando pasadas las 10:30 veo que se ilumina la pantalla. Es señal que mis vecinos están en el dormitorio. De refilón los veo pasar a uno y a otro cerca de la televisión. Entran y salen del baño, abren y cierran el armario comprobando la ropa de mañana y al final se ponen en la cama.

Él se pone el cojín y la almohada detrás de la espalda a la altura de los riñones y se recuesta con intención de seguir algún programa de televisión. Ella se ha quitado el batín, El camisón es bastante cerrado por arriba, pero por abajo es bastante corto.

Se sienta en postura similar a su marido pero con las piernas haciendo puente. Apoya sobre las rodillas un libro y se pone a leer.

Yo, en realidad la cámara, queda justo enfrente de ambos, por lo que queda delante de mi es su cara y en el caso de ella la cueva que se forma entre sus piernas y el camisón.

Veo en primer plano sus pantorrillas, más adentro sus muslos y al fondo la braguita que se pierde entre las curvas de sus glúteos.

Instintivamente siento la necesidad de esconderme cuando, Ramón me mira fijamente. En realidad, está mirando a la pantalla de televisión, pero la sensación es que me mira a mi. Ella esta absorta en la lectura y lo único que hace de vez en cuando es batir las piernas hacia dentro y hacia fuera para que no se le duerman.

A mí me parece “un abre telón, cierra telón” y me pongo muy cachondo cuando lo hace. Me gusta mucho lo que veo, pero estoy esperando que la cosa se anime entre ellos.

Pasa el tiempo y parece que ninguno se decide. Me parece mentira que Ramón teniendo un bomboncito así junto a él, no esté deseando de echarle mano.

Para mi sorpresa, a las 11:45 ella cierra el libro se tapa con la sabana y se acomoda para dormir. Enseguida el apaga la TV, se acomoda junto a ella y apaga la luz.

¿Se terminó la sesión por hoy?. Sin luz no puedo ver nada y como no puse micrófono no sé si ahora empieza la verdadera fiesta.

Yo tengo una erección de caballo y un dolor de huevos tremendo. Una buena paja pensando en las tetas de mi vecina me viene de perlas. Me quedo muy relajado y me duermo enseguida. Guante la noche me despierto varias veces lleno de inquietud. Realmente estoy muy excitado por la situación, tanto por lo que veo y como por el riesgo.

Esta amaneciendo y me voy rápidamente a ver qué pasa. Las primeras luces del día ponen al descubierto a mis vecinos. El esta de costado en un lado de la cama. Ella boca abajo, con la sabana anudada a la cintura. Las piernas desnudas el culo prácticamente al aire pues la braga se ha perdido por la raja. Le debe molestar la luz pues se tapa la cara con la almohada.

Me encanta la escena y me recreo mirando. A las siete en punto suena el despertador. Ramón se viste y va al baño. Ella se levanta medio dormida y deduzco ha ido a prepararle el desayuno. Al poco rato vuelve solo ella. Se acuesta otra vez, se pone la almohada de él entre las piernas y se acurruca.

Culea unas cuantas veces, frotando su entrepierna contra el suave objeto y parece quedarse dormida de nuevo. Ahora puedo ver durante largo rato sus nalgas de costado e intuir donde se esconde la braga.

A las ocho y cuarto se levanta. Se quita el camisón y las bragas antes de ir a darse una ducha. Está a menos de un metro de la TV con lo que puedo verle las tetas como si estuviese conmigo.

Después de la ducha se seca cuidadosamente, se unta con una leche corporal y empieza a vestirse. Las bragas que elige son unas de color blanco con unos ribetes de fantasía en color verdoso. Ponerse el sostén tiene bastante más complicación.

Primero mete los brazos y luego coloca las copas delante de las tetas. Intenta colocarlas bien centradas y con mucho esfuerzo logra echar el cierre a la espalda.

Acto seguido se las toca y se la mueve de aquí para allá hasta que se las coloca en el sitio deseado. ¡Quedan impresionantes! Bien prietas, levantadas y directamente orientadas hacia el frente. Me dan ganas de ir y pedirle que me deje sobarlas un poco. Como esto no puede ser, me quedo mirando hasta que deduzco que ha terminado y está a punto de salir de casa.

Me apresuro a bajar hasta el portal y espero a que baje. La veo venir con su falda de canutillo negra, su blusa ajustada rematada con una chaqueta corta, que le sienta tan bien y realza su busto, caminando con elegancia con sus zapatos de tacón… tengo que tragar saliva varias veces seguidas.

Cuando pasa delante, la sigo con la mirada y pienso que está muy buena. Me pregunto qué tipo de ropa interior debe llevar y trato de imaginar lo rica que debe estar desnuda. Tras mi divagación, de pronto me doy cuenta que tengo una ventana abierta a su intimidad, a su dormitorio… y eso es… ¡una maravilla!

Continuará…

Deverano.