Es el turno de papá ¡Lo deseo!

Solo pensaba en continuar abriendo y cerrando las piernas.

El calor de mi rostro aumentaba, me sonroje. Mi piel se calentaba más y más.

¿Me estaré enfermando?

Toco mi vulva y está muy sensible. Paso mis dedos sobre mi ropa interior blanco que tiene una enorme mancha de humedad. Suelo mancharla de orine, esto es más viscoso.

–Aaah— se escapa de mis labios.

Solo quiero continuar moviendo los dedos sobre mi entrepierna.

Mis pechos están duros como cuando tengo frío.

Y una electricidad pasa por mis manos y pies hasta llegar a mi coño. Palpita y esta hinchado.

No aparto mi mano de mi entrepierna.

No sé qué ha pasado. Solo que quiero volver a sentirlo.

Así fue la primera vez luego de estar viendo a mi papá desnudo con su poblado vientre de vello, su gordo y enorme miembro colgando.

Ya hace tiempo de esa primera vez cuando jugué con mi sexo por primera vez. Cuanto ha cambiado todo con mis experiencias.

Después de finalmente hacerlo con mi amado hermano, y pasar semanas sin separarme de su cama. Lo hicimos en la cocina, la habitación de papá, y cualquier lugar de la casa. Sin embargo, nada se compara a la vez que lo hicimos en el parque con los padres paseando a sus niños a metros de nosotros ocultos detrás de los árboles.

En esta casa solo me falta cogerme a papá. Mi papá.

Mi papi ese hombre que trabaja horas y horas en su oficina. Que se preocupa por mis notas ahora que estoy en clases virtuales.

La semana pasada termino con su novia de dos años. Ella, Erika le había llegado el momento de pasar por su menopausia.

Y he visto últimamente a mi papi saliendo con una y otra, beber con sus amigos. Intentando recobrar algo de diversión a la vida.

Hoy jueves 05 de agosto del 2021. Así lo he escrito en mi diario a las primeras horas de la mañana antes de ejecutar mi plan. Me follare a mí papá.

Lo vi levantarse temprano, así que corrí a la cocina y en ropa interior: Una de un gato cachetón llamado Garfield.

Cada una de mis nalgas llena los cachetes del gato que termina con su boca sobre mi coñó hambriento.

Me gusta pensar que es normal sentir tanto apetito sexual, si supieran los hombres cuando me ven en la calle, en el mall y la iglesia.

La clase de pervertida que soy no dudarían en cogerme, follarme, darme duro en ese mismo momento sin importar quien vea.

Un acto de caridad, se podría decir, ellos solo estarían compartiendo su sexo conmigo, no me niego.

Lástima que vivir es una sociedad con tantos taboo me limite un poco.

El café humeante sobre la mesa empezaba a calentar mis pezones que ya estaban formándose como los de una mujer entera.

–¡Buenos días princesa–dijo mientras salía con ese pecho y panza de hombre recién bañado! Me encanta el olor y la textura de su piel.

–¡Buenos días papi! –digo dando un salto como niña que atrapan haciendo una travesura, debe ser una travesura querer ser follada por mi propio padre.

Mis posaderas brincan junto conmigo, rebotando una y otra vez. Me doy cuenta de que él ya sabe lo que busco. Algo casi animal.

Como un depredador en las sabanas mirando a una gacela joven y formada, caliente.

Don Tomas. Tomas para los amigos, pero, yo lo llamo papá. Se aproxima y coloca una mano en mi glúteo.

Unto un poco de mermelada en un pan, y me lo meto en la boca, endulzando mis labios carnosos.

–¿Dónde está Juan? –preguntas sin quitar la mano de mis gordas caderas.

–Durmió en la casa de su novia. Debe estar cansado de tanta diversión.

Sonríe. En la obra de teatro las cortinas caen cuando termina el show pero aquí la toalla que cubría la verga de mi padre toco el suelo dando inicio del mismo.

Su gorda y semi velluda semi erecta me llamaba.

Me pongo de rodillas y gimo: ¡Papi que bonito!

Pasando mi lengua por sus testículos.

Me lo meto en la boca, tiene sabor a Jabón de avena. Me encanta. Incrementa y palpita.

Todo mi coño húmedo me lleva a esa primera vez que me masturbe pensando en este pene.

Ahora es todo mío.

Don Tomas me sujeta de las manos para luego agarrarme de los muslos que su fuerte mano sostiene y me coloca sobre la mesa. Mi roda interior esta mojada, empapada.

Coloco mis manos sobre la madera caoba y rodeo la cintura de mi hombre. Quita la ropa interior y ve como mi coñó hinchado hace que el gato que cubre mi sexo sonría.

Llamándolo a que me folle.

Empuja mis muslos más abiertos viendo cómo su polla me perfora. Su piel esta caliente a pesar de acabar de bañarse y me inclino hacia delante para lamerle el brazo. Sentir como abre paso su miembro en mi humedad era la gloria.

—¡Así papá dame duro¡Sí, sí. Más, aaah.

–Muérdeme–gruñe. Giro mi cabeza y tomo una buena parte de la carne de su antebrazo y muerdo con fuerza.

Siento su polla sacudirse dentro de mí. ¿Quién hubiera pensado que a mi papá le gustara el dolor?

–Sí papi–digo, empujando mis caderas hacia él.

–Joder–dice, empujando con tanta fuerza que el café se derrama sobre la mesa, el líquido chorrea el suelo.

Cuando toca mi seno y siente lo excitada que estoy, eso lo hace empujar aún más fuerte.

Muy pocos hombres se mueven con tanta maestría, por lo general solo lo meten y se vienen.

—Oh Dios —digo, haciendo que mis gritos escalen más y más alto. Papá cambia el ritmo, retrocede hasta casi salirse por completo y vuelve a entrar. Fuera, dentro, fuera…

…y luego me vengo tan duro que casi me desmayo. Creo que dejo de respirar porque veo estrellas y mis labios se adhieren a mis dientes cuando mi boca se abre en una O perfecta. Ralentiza el ritmo y me folla través de eso, y me pregunto cómo se siente tener mi coño apretado tan fuerte en su polla.

—Eso es —murmura—. Eso es, princesa.

Los dos sudados, mojados en sexo. Finalmente he probado su verga y me encanto, quiero más.

Me folle a mi papá. El hombre que me acompañaba al parque, que me daba abrazos y me bañaba.

Ningún hombre me ama tanto como él.

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