En el ascensor me encuentro con una vecina y con su esposo

Mi nombre es Javier y tengo una vecina que, la verdad, es que me calienta mucho los cascos. Está casada, hijos, algo por encima de 40 años, y está pero que muy bien, (altura sobre 1,65, bien proporcionada, guapa, una boca deliciosa y una delantera de infarto).
Puedo equivocarme lógicamente, pero me parece que la relación con su marido no es muy allá. ¿porqué digo esto?. Bueno, digamos que intuición masculina. Algunos rollitos he tenido y algo conozco de mujeres. Cuando van juntos nunca van agarrados de la mano, el nunca la echa el brazo por encima, alguna vez, incluso, aunque sólo séa un paso, pero va uno delante del otro, y por supuesto nunca se les ve en una conversación medio animada. Hablan, sí, lógicamente, pero se nota que son conversaciones domésticas.
Además, cuando alguna vez nos hemos cruzado o hemos cambiado alguna impresión, en el portal, por el barrio, etc…, el es bastante sieso y ella, en cambio muy agradable. Aquí, no se yo, pero me da que algunos ojitos me pone y, sobre todo, con una sonrisa encantandora. No sé si él se dará cuenta, que me parece que ni eso.
El otro día me encontré con ella al entrar en el portal y subimos juntos en el ascensor.
Olía deliciosamente y llevaba un abrigo puesto que se desabrochó al entrar en el ascensor, debajo un vestido normal, discreto, pero con escote, y que con esas tetas que tiene hicieron que mis ojos no tuvieran más remedio que dirigirse a ese canalillo. Me pilló justo en ese momento, (no podía ser de otra manera), y al levantar los ojos me encontré con los suyos. Tardé un segundo en reaccionar con lo primero que se me ocurrió,
–ummm, buen perfume, qué bien hueles María.
Ella no dijo nada, bajo su cabeza, y volvió a medio subirla, buscando mis ojos con los suyos, sonriendo mientras se abría la puerta del ascensor.
Salió y en su descansillo se volvió para mirarme,
–Gracias
Fueron sólo segundos, pero esa mirada y esa sonrisa desbocaron mi adrenalina. Fueron segundos que yo interpreté con una tremenda carga erótica, sensual, y que hicieron que cuando entré en mi casa, (mi mujer no había llegado todavía), me cambié de ropa, me metí en la ducha y no tuve más remedio que hacerme una paja en su honor porque tenía la polla que me reventaba. Pensaba que tenía que jugármela con ella, estaba seguro de que podría haber algo, aún cuando existía el peligro de que al ser vecinos, un paso en falso y la podía liar pero bien liada.
Pasaron unos días y volví a coincidir en el ascensor, pero esta vez iba con su marido y debían de salir a cenar. Yo bajaba al garage, eran sobre las ocho de la tarde y los dos iban bastante arreglados. El con traje y corbata y ella con un vestido precioso, con algo de vuelo, pelín por debajo de las rodillas y con el abrigo en la mano.
–Hola, buenas tardes, saludé
Ella entró en primer lugar y me devolvió el saludo con una sonrisa del todo menos inocente.
–Hola Javi
–Hola, refunfuñó el, entrando y poniéndose de espaldas. Fué a marcar la planta y vió que ya estaba marcada
–¿bajas al garage ?, me preguntó María
–Si, respondí, vosotros parece que de fiesta, no ?
–Bueno, a ver qué tal se da la noche, vamos a cenar con unos amigos, me dijo girando levemente la cabeza
Aspiré su perfume nuevamente, ummm, olía deliciosamente. Ella se dió cuenta y me sonrió al tiempo de rozar su culo contra mi al ponerse en marcha el ascensor. No hizo ningún movimiento para evitarlo y tuvo que notar sin ninguna duda como mi polla había reaccionado y estaba poniéndose dura por momentos. No lo dudé, no pude evitarlo ni tampoco lo dudé. Simplemente lo hice. Me pegué a ella contra su espalda para que notara mi erección que en esos tres, cuatro segundos, ya me dolía. Puse una de mis manos en su cadera acariciándola y deslizándola hacia su culo. Mi polla, si no fuera por el vestido, medio encajada en él.
–Seguro que se os da bien, vais perfectamente arreglados y se os ve con ganas de pasarlo bien
El, ni se inmutó ni dijo nada, sólo medio giró su cara por encima del hombro, volviendo a mirar al frente, a la puerta del ascensor, que, afortunadamente para mi, parecía que bajaba mucho más lento que normalmente.
–Ni lo dudes que vamos con ganas de pasarlo bien. Pedro no va muy animado, pero yo estoy deseando pasar una muy buena noche y espero que así sea, a ver que tal se da la compañía, contestó ella apretando su culo contra mi polla mientras su mano se metía entre los dos y tocaba mi rabo por encima del pantalón. Subí mi mano derecha, la más escondida, la que estaba pegada a la pared del ascensor, y agarré una de sus tetas desde abajo, apretándola y sobándola mientras restregaba mi paquete en su culo. Ella se mordía los labios dejándose hacer, séptimo piso, sexto, el ascensor seguía bajando lentamente. Casi se podía respirar el morbo de la situación. Ella se mordía los labios. Mi mano izquierda soltó su cadera y la pasé por delante arrugando su vestido hacia arriba, metiéndola entre sus piernas y llegando a su tanga, a su coño, que acaricié con la palma de la mano, lo abarqué con la mano entera notando la humedad que desprendía. Cuarto piso, tercero, el ascensor seguía deslizándose a mi favor.
–Anímate Pedro que llevas una mujer guapísima al lado, hazla disfrutar de la noche.
–Es que no me cae demasiado bien el marido de su amiga, pero bueno, si hay que ir se va. Contestó sin mirar atrás.
Ella seguía pegada contra mi, restregándose contra mi, dedicándome una sonrisa viciosa mientras mi mano acariciaba su coño. La metí por dentro del tanga pudiendo notar no su humedad, si no directamente como estaba de empapada. Deslicé uno de mis dedos por su rajita y se lo metí dentro, hasta el fondo directamente,
–ummm, gimió levemente, intentando ahogar su respiración. Segundo piso, primer piso.
La follé con el dedo intensamente una y otra vez, a mil por hora, mientras con la palma de la mano frotaba su clítoris y en un segundo noté como se envaró, como se puso rígida y apretó sus piernas violentamente mientras su mano intentaba cerrarse con fuerza sobre mi polla poniendo la otra sobre su boca para ahogar su profundo gemido.
Se estaba corriendo !!!, diossssssssss, al momento de sentirlo no pude evitarlo y noté como mi polla descargó toda la leche acumulada en mis boxer al tiempo de que el ascensor se parase. Garage.
Nos separamos intentando recomponer nuestras caras como pudimos. Menos mal que Pedro se limitó a salir y ni se le ocurrió cederla el paso, simplemente echó a aandar hacia el coche. Yo hice lo mismo hacia el mio.
–Bueno, lo dicho, pasarlo bien, buenas tardes
–Buenas tardes, contestó él.
–Yo he tenido muy buena tarde, no creo que lo mejore, sonrió ella
Cada uno caminamos en dirección a nuestros vehículos mirándonos y sonriendo. Mientras lo hacía me llevé los dedos empapados de sus flujos a los labios y los lamí. Ella sonrió y me lanzó un beso mordiendo su labio inferior.