El origen de todas mis fantasías

Un saludo integrantes de la más famosa página de relatos eróticos. Después de escribir varios relatos basados en ciencia ficción, me he decidido por contar un poco de mí, el autor y el por qué algunas de sus historias y sus personajes (en especial los femeninos) salen mucho del común hetero-normativo que impera mundialmente.

Para empezar, cabe contar que en mi perfil está mi información real incluyendo el nombre y el correo). No soy virgen (gracias a Dios y más porque de este lado del mundo un hombre virgen es prácticamente un pecado), pero tampoco que soy un súper coge culo como se ofrecen por aquí algunos, felicitaciones a los que vinieron bien dotados y han tenido la oportunidad de meterlo casi todos los días, pero yo con mis 15 centímetros no me ha ido mal…

Aparte no soy ningún Casanova que anda enamorando mujeres, ni tampoco un Adonis con perfil griego o del aspecto del “bicho” CR7, (si estuviera en un equipo de élite, por mi aspecto sería el utilero jajaja). 1.75 de altura, cabello negro muy liso y que me crece muy rápido así que me lo dejo alargar un poco, de cara redondeada, barba estilo candado, de tal forma que normalmente me confunden a veces por ahí con un árabe. 86 kilos de peso actualmente, (que por mi estilo de vida varío mucho, desde 66 kl mínimo hasta 110 kilos) Curiosamente, era más fuerte antes con los 110 kilos…

Toda mi vida fui uno de los gorditos del salón, pero a diferencia del barrigón que sale hacia adelante, yo engordé sólo de muslos, de la cintura hasta los hombros, de forma que tuve la mala suerte de ser de esos que no tienen culo y se tiene que subir los pantalones a cada rato aunque tenga puesta correa, o cinturón como dicen en otros países. Y una mezcla extraña que según me han dicho esas mujeres con las que compartí, me describe así:

“Te ves alto”, (aquí la mayoría de mujeres tienden a ser más bajas que los hombres en realidad :/ ); “tienes un cabello tan liso que me encanta, ¿no te lo planchas?” (no J ); “¿no tienes familia árabe?” (a cada rato me preguntan); “tienes el cuerpo de un hombre adulto pero tu mirada te delata” (no tengo un rostro serio, siempre tengo una sonrisa); “te ves kilúo” (acuerpado, y brazos macizos herencia de la gordura XD) , “aféitate coño que pareces un loquito hoy” (como dije, me crece el pelo mucho); “te ves tierno papi”, y varias cosas así.

Siempre he sido un poco solitario, si se podría decir anti social. Pero esta “soledad” me ha hecho convertirme en un hombre muy observador. Casi siempre he sido el chamo que sentado en un rincón, tiene la oportunidad de explorar, escuchar y ver lo que están haciendo los demás, (como estar pasando una película frente a ti) Esto me ha ayudado en cierto modo a aprender cosas, la mayoría sólo con ver una vez y ya y guardar en mi mente, creo que le llaman memoria fotográfica o algo así, y entonces eran muchas las oportunidades de ver sucesos que captaban mi interés y quedaban en mi memoria, con las cuales podía comparar los nuevos sucesos que me han ido llegando a lo largo de mi vida, eso sí 27 años son una vida larga…

Bueno, para empezar a hablar sobre lo que dice el título y no irme por las ramas, diré de una vez que mis fantasías sexuales están ligadas total y exclusivamente al lesbianismo. Desde que tengo uso de razón, me ha llamado la atención el cuerpo femenino, su imagen, contornos, diferencias respecto a edades y desarrollo…, etc. Cuando estaba chiquito, vivíamos en Los Teques, una ciudad-dormitorio montañosa que está más menos a media hora de Caracas. En el jardín de infancia recuerdo que me sentía interesado en una niña, que no era la gran cosa, pero que tenía como un aire de líder sobre las demás compañeras. Recuerdo vagamente que había veces que ella se las llevaba cuando hablaban con chicos, y espantaba a los niños que querían integrarse como para formar un grupo unisex. De forma que por ella, casi siempre las niñas estaban separadas de los varones.

Debido a mi avance rápido, una maestra que paradójicamente se llamaba “Dulce” pero tenía una voz de ogro, de esas gordas con chemise de hombre y otra más, le aconsejaron a mi mamá pasarme directamente a primer grado (para que vean cómo soy de observador, yo tenía 5 años apenas y lo recuerdo clarito). Total que un día llegué e iba directo a mi sitio cuando una nueva maestra me toma del brazo y me dice “mi amor, ya tú no entras acá, ahora va a estudiar aquí en este lado”. Yo la seguí y entré a un cuartico donde habían sólo 10 estudiantes, mezclados con una misma profesora donde 6 eran de primer grado y los otros cuatro de segundo.

Así fue cómo mi vida empezó a girar en torno a personas que me llevaban más edad, siendo sólo hermano mayor en casa, en la escuela y en la calle todos siempre fueron más grandes. Sobre todo las únicas dos niñas que estaban en segundo grado, como cosa rara una tenía cierto “poder sobre la otra” y a mí me hacían malas caras en la escuela. Pero da la casualidad que mi papá tenía un cupo donde trabajaba de taxista en una línea, y justamente al lado se estaba construyendo una Urbanización.

“La Quinta” se llama el sitio, donde la línea de taxis llevaba el mismo nombre. Cuando no estaba en la escuela mi padre siempre me llevaba con él en el carro mientras trabajaba, o a veces quedaba con mi mamá en una tienda joyera que ella tenía, un día mientras estaba en la cola del turno me pegan un grito desde lejos: -“Hola Irvic voltea mi amor”- y yo como un pendejo con la cara del burro de Shrek: -¿Ah?- allí a lo lejos la vi, lanzándome un besito y un guiño de ojo, mientras iba acompañada de unas amiguitas que yo no conocía, la misma muchacha de la escuela dos años mayor que yo, que me trataba indiferente de cerca pero cuando nos veíamos de lejos en la calle me mandaba besitos jajaja. Para desazón mía, he olvidado su nombre, con todo y que estudié todo un año con ella, recuerdo a mis compañeros Orlando y otro sifrinito llamado Luis miguel, y uno de los mayores llamado Alejandro. Pero raramente, de ella y las otras chicas que con esa forma de ser dejaron una marca en mí, he olvidado sus nombres, sólo me queda el recuerdo de sus caras. Creo que al final todas forman la mujer de mi fantasía en mi mente.

Fue entre tercero y cuarto grado que mis gustos eróticos quedaron marcados para toda la vida. Como siempre estudié en colegios privados antes del bachillerato, era normal que estos tuvieran convenios e hicieran salidas de viajes y también con empresas médicas. Así que un día llegó una muchacha joven que a toditos los chicos nos pareció una diosa. Sólo recuerdo su cara, hermosa, su cabello negro corto hasta los hombros, piel pálida y unas manos tan frías y suaves que podías sentir que con sólo tocarte te quitaría la fiebre (perdón la metáfora, pero es la sensación que tengo al recordarla, y más que a mí me encantan las cosas frías). No tendría más de veintitantos le calculo. Según un programa para evaluar el desarrollo común de los niños creo yo, mandaban esos médicos normalmente entre tercero y cuarto grado, no sé si en algún otro país lo hagan.

Total que en esa otra escuela (otro de los motivos de ser observador, es cada vez que te cambian de escuela cada dos años) había un cuartico que nunca supimos para qué era hasta ese día que lo abrieron. Una especie de mini enfermería que usaban como depósito, toda polvorienta pero recién acondicionada un poco como para ese día. Se había armado un tremendo revuelo entre los chicos y chicas, pude descubrir con los años por su comportamiento que hubo niñas que también se excitaron con la médico, una hasta se enamoró de ella (pienso yo), ya que inexplicablemente se puso a llorar al día siguiente cuando le dijeron que ya no vendría.

Estábamos hablando los dos Jorges, Oswaldo, el niñito portugués Rui y el malandroso Tomás, de esa nueva doctora y maquinábamos en nuestra mente lo que haría. No pudimos evitar bromear de que iban a “jorungarnos” el cuerpo, hasta que empezamos a ponernos nerviosos cuando salió uno de nuestros compañeritos, Jairo, un Venezolano que vivía en Colombia y al cual le bromeaban porque en un año se le pegó el acento “hijue’puta”, todo erguido y con los ojos pelados y rojito. Llegó al grupo y no decía nada, más que preguntamos nosotros y uno por uno que entraban y salían sus gestos indicaban que nuestras sospechas eran ciertas, sólo nos quedaba entrar y pasar la experiencia.

Cuando llegó mi turno, la doctora que despertó en mí el instinto sexual sin querer, me empezó a revisar preguntándome mi edad, me pesó en una báscula, me dijo que si quería hacer deporte que estaba gordito y varias cosas, todo bien hasta que me mandó a desnudar. Enseguida me aceleré y tuve conciencia de lo que fue mi primera excitación sexual, sin ropa y en interiores se sentó delante de mí y tocaba mi cara, revisaba mis oídos, me hizo levantar los brazos, y me auscultaba con un estetoscopio. Después de sentir el frío metal en mi pecho, comenzó a tocar mis tetillas y metía su dedo en mi ombligo. Que me decía que tenía el ombligo metido por ser gordito pero cada empuje me daba cosquillas en el pene (háganlo y creo que sabrán de lo que hablo) y me dolió un poquito cuando me pellizcó las tetillas y se quedó como viéndolas después del tirón.

-Irvic, todo bien contigo, ahora mi amor, voy a bajarte el interior un momento ¿sí?-

Yo me quedé rígido, hasta ahora no me habían visto desnudo más que miembros de mi familia (y dos vecinitas que olvidé contar cómo fue) pero esto era totalmente nuevo. Ni siquiera mi pediatra particular el doctor Mujica. Ahí en ese cuartico, la doctora dejó caer mis interiores hasta el piso, del temor yo estaba flácido, pero enseguida pasó su mano con un guante y empezó a tocarme los testículos y entre las bolas y el ano, en realidad era algo normal, sólo que no sabíamos, pero en un momento me agarró el pene y lo peló hacia atrás al máximo. Ahí fue como todo empezó.

Apenas sentí el máximo y ella estaba tan cerca de mí que incluso se bajaba más para ver yo no sé qué, como tratando de echar mucho más atrás el cuerito de lo que podía dar, me molestaba un poco, pero lo abrió y lo cerró varias veces, lo suficiente como para sentir mi primera erección estimulado por una mujer. Se separó y volvió a ponerme el estetoscopio en el pecho y se quedó escuchando unos segundos, hasta que bajó su mirada de nuevo a mi miembro que ahora sí, estaba al máximo de lo que podía a esa edad (el dedo meñique puede ser).

Yo sólo la dejaba hacer, mientras veía que se llevaba las manos al estetoscopio como ajustándolo y se quedó mirando mi pito unos segundos, su semblante cambió y con una sonrisa un poco malévola me preguntó qué sentía. Yo le dije que me dolía el pene y ella me volvió a preguntar la edad, levantó las cejas como cuando uno se impresiona y me vió la cara de nuevo, aún no me había soltado el pene, se estaba fijando en las marquitas de esmegma que uno tiene entre la unión entre el prepucio y el glande (para las mujeres que no conocen del pene de los hombres, el cuero del glande no se echa completamente hasta atrás sino hasta después de los 9 o 10 años, él tiene un límite justo en el contorno de la cabeza y poco a poco se va despegando con los años, precisamente con erecciones y pajas). Total que me soltó, me guiño un ojo subiéndome los interiores de nuevo y me dio un besito en la frente diciendo que me porté bien, volvió a tentarme el pene sobre el interior y me preguntó si seguía doliéndome y yo le dije que sí, se reía con una sonrisa que me pareció una melodía y me dijo que me vistiera que dentro de un rato se me iba a pasar.

Cundo salí de ahí me di cuenta que la mujer de mis fantasías para siempre tendría el cabello negro azabache, es blanca como la nieve, con un pequeño lunar en el cuello y manos pequeñas de ángel, tan frías que aun así queman, sin necesidad alguna de ser operada o gorda o flaca, el cabello negro liso dejado caer me encanta y me excita. Lo único que puedo decir es gracias a esa doctora por despertarme mi sexualidad carajo.

Pero ahí no termina todo, y es donde quiero llegar, ¿por qué asociar eso con una fantasía lésbica?, les cuento.

Al día siguiente, la doctora volvió. Yo como un bobo me había… ¿enamorado se podría decir?, o más bien obsesionado, no sé cómo llamarlo, cuando uno siente atracción sexual por alguien específico, no como relación, sino como fijación erótica. Llegué como el propio gafo corriendo supuestamente para que me revisara otra vez, ella sólo me acarició el cabello liso, (me cortaban el pelo como el de Harry Potter o Ron en la primera película), me dijo que ya no me tocaba, que yo era muy lindo por ir pero que ahora le tocaba a las niñas.

Eso me dejó desilusionado, me encantaba el tacto de esa doctora. Debo decir además que ella no estaba vestida con batas de muñequitos ni nada de eso, tenía su bata blanca normal, por lo que infligía un poco más de respeto, uno no jugaba con ella, la tratábamos de señora y doctora. Sí me fijé, que esta vez tenía el cabello recogido en un moño y no estaba maquillada, eso había sido un plus el día anterior, tenía sus labios pintados de rojo. Ahora no tenía maquillaje, y en vez de la bata blanca tenía un conjunto de color azul que parecía más bien un uniforme de educación física, camisa y mono (el conjunto cómodo de los médicos para hacer guardia). Su apariencia me recordó a esas chicas dominantes del preescolar y de la línea de taxis, y al ver la fila de niñas reuniéndose para su revisión, me hizo recapitular todo.

“A mí la doctora me revisó y me tocó el pecho y el pipí -pensaba- pero las mujeres no tienen pipí, yo tuve que desnudarme y ella me revisó y me tocó el pecho, pero las niñas tienen tetas”, así que aproveché que estaba parado cerca de ella y aproveché tocándola a un lado y ella se agachó para hablar conmigo rapidito.

-Hola *Ivric*- (otro problema de mi vida, siempre le cuesta a la gente pronunciar bien mi nombre compuesto Irvic, sucesión de Iris y Vicente) -¿qué quieres mi amorcito, tienes algo?

-Doctora es Irvic-

-¿cómo, *Irivic*?-

-¡Irvic!-

-Aja, Irvic ¿no?-

-Si, *I-R-V-I-C* – se lo deletreé- mire doctora, este… ¿a las niñas también les van a hacer el examen como a nosotros?-

-Sí las voy a examinar mi amor, hay que cuidar que estén bien todos ustedes-

-Les va a hacer lo mismo-

Ella sólo se rió, con su nueva pinta “marimachona” se veía como ruda, aunque seguía hablando con su voz suave y melodiosa.

-No gordito- me tocó la punta de la nariz- los niños y las niñas no son iguales, ahora lindo ya te tienes que ir porque me toca empezar con ellas ¿sí?-

Me fui enojado y triste. ¿Por qué? , ni idea. Sólo sentí que mis dudas no estaban cubiertas del todo y quería saber más pero no hallaba cómo, me escondí a un lado del cuartico donde había una parte oscura con una puerta clausurada (tenía dos puertas de esas dobles de madera antiguas), donde se veía una hendidura de luz, quería escuchar pero la hora de recreo tenía a los chamos haciendo bulla jugando futbolito, era muy delgada la franja para ver, pasaba u celaje de sombra y sabía que era la doctora cruzando pero no se detallaba. Pero no me hizo falta más. Cuando escuché un ¡PLAS! de los guantes de látex supe que todo estaba claro. Empecé a maquinar, ¿le tocaran los pezones? ¿Le abrirán su cosa también? ¿Les meterá los dedos?, ¡Son mujeres las dos!- decía yo- Caí en cuenta que se había parado el pipí otra vez y me dolía mucho más, aparte me dieron ganas de orinar así que me fui al baño y estaba tan duro que me dolía orinar, y salía el chorro apretado, me halé duro el pene por la sensación apretándolo y sentí un ardor incómodo.

Me estaba estimulando sin saber y me había dado un tirón en el prepucio, empezando el proceso gradual de despegarlo del glande anticipadamente, me dolió y salió un poquito de sangre, asustado me quitaba la sangre con los dedos y tratando de no manchar la camisa blanca o el interior, cuando noté que había bajado un poco de salir sangre me lo cerré jalando la punta como para tapar el sucio de sangre y salí de nuevo a parame en un rincón y ver hacia la puerta.

Las niñas salían rojas, rojísimas. Había una compañera que se llamaba María, era negrita y flaca, muy flaca, que salió sonriendo, se veía sobradísima, como un NBA que mete una cesta para ganar el partido. Otras salían como asustadas, y se iban en parejas a hablar solas. Una de ellas se fue y no habló con nadie, fue la que como dije anteriormente se puso a llorar porque le dijimos que la doctora ya no iba a venir más.

Yo en mi mente hacía la escena, imaginándomelas con las manos de la doctora. No pensaba en sexo, sino en el tacto, en la exploración. Qué sentirían ellas cuando las manos les tocaran los pechos o la cuquita, aparte que todas usaban falda, ahora es que se acepta pantalón en las escuelas.

Eso marcó mi vida, por más que ahora de grande entienda que todo era un asunto médico. Pero lo que más me marcó fue el cambio en la actitud de las compañeras, desde ese día tendían a reunirse más en parejas con otras, secretaban más, y no eran tan “sangronas” como antes, se habían vuelto más dulces algunas, también habían nacido algunas “líderes”. Varias como María que empezaron a cambiar su actitud y a participar más con los hombres y en nuestros juegos. 4 o 5 chicas empezaron a tomar la actitud y el porte (al manos físico) de la doctora. Invitaban a fiestas entre ellas, otras se hicieron solitarias y calladas. Por el lado de los varones estuvimos un tiempo hablando de eso, bromeábamos, de cada uno, el chiste de que lo tienen chiquito, de que unos sí los tocó y a otros no, etc. Pero lo olvidamos rápido.

Bueno hasta aquí dejo una parte de mis confesiones, iba a decir lo de mis vecinitas que olvidé pero prefiero dejarlo para el próximo relato, ya que aún hubo factores que influyeron en la formación de mis fantasías sexuales. Debo aclarar de una vez que no soy gay. Soy un hombre heterosexual que tiene gustos lésbicos (o fantasías), y siendo mayor de edad, me puse a pensar y entendí que toda mi vida estuve rodeado por lesbianismo directa o indirectamente, muchas veces aún sin darse cuenta las participantes. En otro relato les explicaré por qué.

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Siempre pido que si les gustó el relato por favor valoren o comenten. Esta vez no lo creo necesario. Para confesarse no se necesita el permiso de nadie, y más si a la persona le cuesta hacerlo directamente y más cuando hablar se le dificulta. Si me extiendo a veces en mis relatos, es porque para mí es más fácil que las palabras “salgan de mis dedos en vez de mi boca”

Muchas gracias por su comprensión, al que le importe y al que no, me pueden tocar el g*#3@ con cariño, igual que la doctora.

Irvic E. Fernández. C.