Dejo de ser curiosidad, mi vicio por los hombres creció demasiado

La tercera vez que me ocurrió algo para contar sucedió de nuevo en uno de esos viajes por ahí, y al igual que los anteriores, en el spa, en mi tiempo de relajamiento y descanso. Había ido muchas veces a ese hotel, y era un lugar tranquilo, y el spa casi siempre con poca gente, pero ese día prácticamente no había nadie.

Después del circuito entré en la sauna, me gusta sentarme allí, hasta que me cae el sudor a chorros por la cara, y salgo, me ducho y vuelvo. Solía hacer esta ceremonia tapándome con la toalla, pero ese día no había nadie, así que entraba y salía tranquilamente en bolas.

Cuando vi que se abría la puerta de madera, me cubrí un poco con la toalla. Según quien tuviera de compañero, y su actitud, me quedaba desnudo o no, pero siempre me sentaba sobre la toalla, dejando colgar un poco la tela, para taparme por si pudiera molestar a quien entrase.

Era un japonés, o coreano, más o menos de mi edad, también cubriéndose con la toalla y que me saludó en ingles, para sentarse en el mismo banco, un poco a distancia.

Comenzamos una medio rara conversación, en un inglés muy básico, muy educadamente sobre temas mas o menos de compromiso, hasta que en una de esas me dice que me conservo bien, que si hago ejercicio.

Poco, le respondí, como es la verdad, y entonces, él, poniendo la mano sobre mi muslo me dice que se me ve fuerte, y sigue con no se qué, hasta que acaba afirmando que si mi cock, creo que dijo, también estaba en forma.

Qué? Le contesté. Imagino que prefirió explicarlo con gestos mas que con palabras y retirando un poco la toalla, me tocó con su mano el pene. No supe que decir, creo que algo así como… normal, del montón, yo que sé ¡¡¡

Su mano se posó de nuevo sobre mi muslo, y lo fue recorriendo de arriba abajo. Para entonces las toallas de ambos ya ocultaban muy poco. Aceptó mi silencio como conformidad, y al poco tiempo, su mano recorría mi pene sin ningún problema, haciéndolo crecer. Lo único que podía hacer era retirarme o imitarle, y opté por esto último.

Creo, sin ser presuntuoso, que le ganaba en tamaño y dureza, y eso se pudo ver rápidamente, en cuanto su mano subió y bajo unas cuantas veces, apretando la base y dejando mi capullo al aire.

Entre el calor de la sauna y la calentura a la que me estaba llevando, no podía más. Me puse en pie, con la toalla en la mano, me di una ducha rápida y entré en el jacuzzi, esperando que mi pene volviera a un estado menos aparatoso, si a alguien se le ocurría entrar entonces.

No estaba muy convencido de que siguiera, después de haberle dejado allí solo, pero estaba claro que confiaba definitivamente en que yo estaba en el bote, supongo que los que llevan muchos años en esto, saben cuando una presa es segura, y saben cómo hacer para que no se escape. Y yo, después de todo, esperaba que él regresara y que continuara tocándome y me hiciera sentir lo mismo que hace un rato, deseando después de todo un encuentro sexual que me desahogara.

Mi polla reventaba, necesitaba follarme lo que sea, y como dije, este hombre sabía mucho más que yo, porque se levantó, y apoyándose en la pared, me ofreció su culo redondo y suave, en pompa, listo para que yo le hiciera mío.

No sabía si le dolería, ni como debía ir empujando para no hacerle daño y que entrase suavemente, pero mi deseo podía mas que mi precaución. Me puse detrás, apunt é y fui apretando poco a poco, notando por lo estrecho de su trasero como mi polla rozaba en su carne suave, y entraba y entraba hasta que mis bolas chocaron con sus gluteos.

Me quedé quieto un rato, gozando al sentir mi polla toda envuelta en su carne, notando su calor y sus movimientos de placer, al sentirse atravesado. Era como follarse a una tia, pero con un placer especial, por lo ajustado del agujero donde habia entrado, y por la sensacion mental, siempre el morbo de lo diferente, de lo prohibido que multiplicaba el placer.

Decididamente me lo iba a follar, y ademas bien follado; me moví y empujé sin pensar mas en él, solo en mi goce, entraba y salía sin parar, mi polla ardiendo, y él echandose hacia atrás cada vez que yo me separaba un poco, y logicamente no aguanté mucho tiempo mas. Un chorro ardiente salió sin control, me agarré a sus caderas, apretando, mientras mi cuerpo entero vibraba, y la ultima sacudida coincidió con sus movimientos delatores de que tambien habia conseguido el orgasmo.