Cumpliendo mi mayor fantasía después de tantos años

Hola, chicos…

No había vuelto a escribir porque…. bueno… estaba muy ocupada…. XD

La verdad es que desde aquella noche en el motel con mi compañero de trabajo, mi fama de zorra en el trabajo simplemente aumentó exponencialmente. Y las cosas que incomodan a las demás mujeres, como que les digan «cosas» mientras van caminando, o que les den una nalgada cuando pasan por el frente, la verdad, me empezaron a gustar… y al cabo de unos días decidí reírme en lugar de quejarme, para sorpresa de todas.

El miércoles que escribí sobre la noche en el motel… bueno… fue ese día que decidí empezar a reír. Y el sábado, por su puesto, ya alguien me había invitado a «tomar algo». Fuimos a aquella cafetería, comí más bien de mala gana, y cuando me preguntó qué pasaba le dije que si no prefería que fuéramos a un lugar más privado. Y cuando él se sorprendió me reí, y le dije que sabía que me había invitado sólo porque quería sexo conmigo, y que la verdad yo había aceptado porque lo encontraba deseable también…

En realidad él no me parecía tan atractivo pero tenía tantas ganas de hacerlo…

Y me lo metió duro desde el principio, en uno de los moteles en los que, por los juegos con mi ex, ya me consideraban una puta. Grité de gusto mientras se agitaba dentro de mí, y cuando me preguntó:

– ¿Te gusta?

Yo le respondí, sin contenerme,

– ¡Me encanta, papi! ¡Mételo tanto como quieras!

Y claro. Cuando más temprano que tarde me llamó «zorrita», me reí y le dije:

– No soy ninguna «zorrita», las zorras cobran…

– No – se apresuró a decir -, las zorras son chicas superliberales. Las que cobran son las prostis…

– Ah, ok… – le dije, y volví a reír. Luego añadí: – ¿Y cuánto me deberías si fuera una?

Él se puso un poco nervioso y me miró con sorpresa; luego dijo:

– Ejm… no sé, no sé de esas cosas…

Y volvimos a hablar de vanalidades.

El lunes el jefe volvió a llamarme. Parecía tenerme ganas, y hablamos al final del día, cuando ya era sabido por todos que yo me había acostado con un hombre diferente cada sábado, y que me dejaba nalguear felizmente. Me habló de eso con lenguaje formal, como si estuviera tratando de corregir a alguien inmoral, pero… no convencía.

Le dije que ahora quye había roto con mi novio quería vivir la vida al máximo, que siempre había querido hacer algunas cosas, y que ellos me gustaban. Que mientras mi conducta no perjudicara el funcionamiento de la empresa, él no debía preocuparse. Él trató de esgrimir el argumento mierda de siempre:

– Pero es que lo que se dice de usted en la empresa ya es reprecusión…

Y tuve que recordarle que lo importante era el rendimiento, y que mis risas en aquellas ocasiones eran meros gestos smistosos, porque yo les pedía de todas formas que no lo hicieran.

Naturalmente la discusión fue más larga y menos clara… pero yo gané y él me dejó ir sin tener oportunidad para insinuar claramente sus intenciones.

Conforme pasaron los días, seguí comportándome igual… o tal vez más zorrona. XD Me agachaba para que muchos pudieran ver bien, desde el ángulo en el que estaban, a través del «cuello» de la blusa… y el miércoles, cuando ya sabía cómo mostrarle los senos a cualquiera hasta que se le parara, hasta el punto de que había descubierto también las inclinaciones de algunas de mis compañeras… acepté genuino sexo casual con otro tipo. Eso sí, le dije que no quería ir a comer nada… que me bastaba con…

Y así es como se lo mamé a otro tipo esa noche, en el baño de un bar.

El jueves… bueno… ya todos me miraban con otros ojos… la puta de la empresa…. la que todos se «comen»… ¿por qué le llaman «comer» si anatómicamente es más como si nosotras nos comiéramos lo de los hombres? Bueno, ni modo; yo no hago el idioma.

El caso es que el sábado me invitaron a comer de nuevo. No uno, sino varios… o mejor dicho, uno me invitó, y dos se pegaron «de la nada»… y no quise echarlos; me recuerdo diciéndoles que no tenía dinero para ayudarles a pagar ni la comida, ni la bebida, ni el taxi… y me recuerdo, aún mejor, excitada en la mesa mientras hablaba insistentemente del concepto de «propina».

Ah, sí… la muchacha del restaurante estaba muy linda… y, por la vía esa rara del sueldo para las amas de casa, terminé diciendo que el pago se debería extender hasta a las esposas y novias…

Ellos dijeron que no les molestaría que les pagaran por sexo… y claro: antes de que el último acabara de decir entre risas «a mí tampoco», uno de ellos me saltó de inmediado al cuello:

– ¿Y tú, cobrarías por «servicios de novia»?

Debo confesar que no esperaba una pregunta tan directa. Así que me sorprendí e intimidé un poco… lo cual fijó la atención de todos en mí. Dije algo así como:

– No… yo estoy bien de plata… no necesito hacer esa clase de cosas…

– ¿No «necesitas»? – dijo ese, muy oportunista -, o sea que si lo necesitaras… ¿lo harías?

– !… – me había acorralado… ¿o no? Dije: – N…. no, es una cuestión de principios: si uno está seguro de que no va a hacer algo, no hay poder humano que loo haga cambiar de opinión…

– Y tú…. ¿estás segura? ¿No lo harías ni en una situación de mucha, mucha necesidad?

– Ejm… – vacilaba, y eso me encantaba: – No…

Me miraron con pícara incredulidad… yo añadí:

– Sería muy cara.

– ¡Uh! – se sorprendieron al entender el «sí»… – ¿Y cuánto pedirías?

– …n…. no sé… no sé cuánto piden las… – me sentía tan caliente… podía sentir el olor del bar, la luz a medio funcionar, ver a la gente pasar por el lado nuestro sin fijarse en que yo en ese momento básicamente estaba nego…

– Ellas piden 10000 por la mamada… – se aventuró a decir uno – …y 20 por el vaginal…

– ¡Hm! – le respondí, genuinamente sorprendida – Pero será una barata, por ahí…

– Entonces, ¿cuánto sería lo justo para ti?

– Uh, millones… el el cuerpo de uno, no cualquier mercancía… – ya se me entrecortaba la respiración… – Además, para que vaya y le salga a uno un viejo así bien feo… ¡uh, no, qué asco!

– Bueno… no todos son viejos feos… ¿Cuánto le pedirías a tipos como nosotros?

– !… -estábamos tan cerca… el corazon me llenaba el pecho y la mirada de la gente empezó a parecerme más intensa… como si el mundo entero esperara mi respuesta incluso dejando de mirar…

– No, yo… con ustedes no lo haría, son muy lindos y todo, pero no…

– ¡Pero es algo hipotético! ¿Cuanto nos pedirías por una noche así… bien candente?

– …mucho… No podrían pagarlo.

– Dinos un número…

– Mil millones…

– ¡Ja, ja, ja! – se rió uno – pónte seria… imagina que realmente tuvieras que hacerlo…

– … – ya no quería jugar más… – no sé, por lo menos dos millones…

– ¡Uh! ¡Dos millones cobran dos o tres! dijo uno. Los demás le reprocharon amistosamente por qué sabía algo como eso.

– …¿entonces, cuánto debería? – le pregunté.

– Hm… un millón, por ahí.

– ¡Hm! ¡En sus sueños!

– ¿Entonces?

– ¡Millón y medio, por lo menos!

– Trato hecho. – dijo uno, sonriendo astutamente.

– ¿Trato? ¿Cuál trato?

– Yo pongo 500. – Dijo él.

Los demás tuvieron un segundo de sorpresa… luego… se sumaron…

– Yo pongo otros quinientos…

– … – el tercero vacilaba… pero luego dijo: – …yo… también…

– ¡Listo! – dijo el «negociador» – Millón quinientos por una noche; ¡Una ganga!: ¡Lo pasarás rico, nosotros también, y mañana tendrás más de lo que gana un trabajador raso en un mes!

– Oye, no, espera, yo no soy nnguna puta de esas que ustedes ven en Internet…

– No son putas… muchas de ellas son actrices que ganan mucho más que eso…

– Igual, no soy como ellas…

– Seguro no, pero entonces, ¿por qué saliste con nosotros?

– Salí con él – señalé a quien me invitó -, y ustedes se pegaron…

– ¿Y qué pensabas hacer con él? Porque por ahí dicen que estuviste con [?] la semana pasada, y con [?] la antepasada… ¡eres una chica liberal!

– ¡Sí, pero no una puta!

– …pues míralo así… míralo como esos pagos de los que hablábamos hace un rato… si todo es un servicio, y si hasta las novias deberían recibir sueldos por los servicios sexuales que prestan… ¡pues una chica liberal también debería poder ganar algo! ¿O es que ella sí tiene que hacerlo gratis?

– … – se me había nublado la mente… de verdad estaba hablando de eso con tres desconocidos… qué fácil sería…

Me mordí el labio. Me comodé en el sofá, la excitación me había descolocado un poco… me acomodé con algún disimulo el brasier, en el que mis senos ya no daban más de tensión… Tomé aire profundamente… lo solté… tomé otra vez, y dije…

– Y… cu…ándo me pa…ga…rían…? Hffff…. – me faltaba el aire…

Ellos hicieron un gesto de triunfo y sorpresa… quizás creían que yo me negaría hasta el final… o quizás creían que me habían «simplemente convencido»… cuando yo me aseguré de darles todas las herramientas… mi tensión era poque estaba haciendo algo realmente atrevido…

Todos sacaron la billetera. Billete tras billete, como si mi vida dependiera de eso, vi a cada uno contar 500000 pesos. Uno se adelantó y me dijo:

– Te damos la mitad ahora y la mitad cuando acabemos…

– … – sentía como si no pudiera respirar ni hablar… así que asentí nerviosamente notando que además me sentía un poco paralizada.

Sus tres manos se dirigieron a mí con los billetes… creo que los mostraban a drede, orgullosos de su «logro»… o quizás sin las comillas… y les recibí entonces 750000 pesos… Parecían mucho… ¿ganaría el resto después de semejante placer…? No pude evitar mirar a todas partes con disimulo (no sé si convincente), y ví algunas personas mirándome, incluido un tipo en un asiento que sonreía mientras miraba… debe haber oído todo…

Terminamos la comida, y caballerosamente, pagaron la comida «también». Caminé con dificultad; en especial cuando uno de ellos me cogió por la cintura… y luego otro… y aún no salíamos del restaurante… la camarera sonrió, y la señora de la caja también, pero no dijeron nada… salimos… uno de los que me tenían me dijo que debería abrirme un poco la blusa, y lo hizo hasta que simplemente la abrió toda… el otro se desprendió un segundo y, sintiéndose astuto, cogió las puntas bajas, las subió, y me las amarró improvisándome una prenda con realce… y yo… pues… llevaba encaje esa noche…

– Ahora parezco una puta… – les dije, en serio y en broma a la vez… riendo tímidamente…

– …pues… de pronto… – respondió el tercero, mandándome de una vez la mano al seno y amasándomelo en un segundo… yo me retorcí… pero no me quité…

No pude/quise hacer más. El tercero detuvo un taxi. Él se subió adelante, los demás atrás, yo en medio. Obviamente.

– ¿Y para dónde van los señores con la señorita? – preguntó el taxista, con un aire pícaro, pero más respetuoso de lo que esperaba.

– Pues ya se imaginará, hombre… pal [Motel].

El taxista sonrió. Sabía dónde quedaba ese motel; manejó sin comentarios, pero con extraña amabilidad. Llegamos. Nos bajamos; él habló; al parecer, no aguantó la tentación:

– ¡Le respeto el apetito, señorita!

– … – no sabía qué responderle… lo que me dajaba muda era su… ¡cortesía!

Luego añadió dirigiéndose a ellos:

– ¡No la vayan a romper! ¿No?

Y el negociante se atrevió a responderle semejante cosa:

– Tranquilito que la dejaremos como nueva para próximos usuarios…

El taxista se rió y se fue. Y yo, medio rígida, medio muerta, pero ante todo, caliente, mojada y «fatigada» a más no poder, no sentía ganas de decir nada…

…pero sí de hacer…

…así que bajé las manos, las pasé por detrás de los dos que me sostenían, y les agarré las nalgas mientras besaba a uno… los otros se emocionaron… yo reí… acaricié… y pasé al otro y lo besé también… vaciló un segundo, por aquello del»beso indirecto», pero finalmente le importó poco… al besar al segundo me sentí tan… libre… erguí y curvé la espalda para enfatizar los senos, me reí de nuevo, y empezamos la corta caminata.

El recepcionista no me conocía. Lo saludé con un gesto pícaro, sin dejar de tocar a los dos, y él sonrió con algo de nervios; el negociador pidió una habitación «con una cama bien grande»… el otro se rió, asignó, cobró, y seguimos andando. Entramos al ascensor, donde me manosearon y despeinaron, salimos del ascensor, nos cruzamos con una pareja, yo le piqué el ojo al desconocido, él se rió, luego ellos, la mujer se enojó, y entramos a la habitación.

Empecé a besar y a coger, y ellos a mí, y en menos de dos minutos ya estaba en ropa interior, con ellos tocándome todo, y yo tocando por encima o por debajo de su ropa.

Primero lo primero: se lo chupé a uno mientras masturbaba a los otros dos. Y como la realidad supera la ficción, acabaron al tiempo, quizás porque se miraban entre ellos haber cuál aguantaba más.

Después… bueno… la realidad es dura… y viéndome un poco incómoda con todo eso encima, y necesitando algo de tiempo, me ofrecieron ir a la ducha, y yo acepté encantada. Me duché. Me sequé. Me peiné como el primer día que jugué a la puta con mi ex, cuando me masturbé frente al espejo… y me maquillé como tal. Había una caja con juguetes y otras cosas: me puse unas medias veladas hasta el muslo con encaje, una gargantilla, y unos tacones que me quedaban un poco apretados… Nada más… no quería nada que estorbara… los zapatos me los quitaría con disimulo.

Llamaron a la puerta. Ya estaban listos.

Salí. No lo estaban. Se les descolgó la mandíbula al verme arreglada así…

– Uh… – dijo uno – Tal vez deberías dedicarte al negocio…

Yo le respondí sonriendo:

– Ya lo estoy haciendo papi… – mientras le agarraba la entrepierna.

Me cogían entre dos. Por la boca, por la vagina, por el culo… no importaba quién… lo hacían bien de cualquier modo… o quizás yo simplemente disfrutaba al máximo estar al fin haciendo lo que siempre había querido. Siempre que sentía que uno sobraba, lo llamaba para ayudar con la mano; siempre que buscábamos una posición, yo hacía memoria sobre lo que había visto en la pornografía… ¿saben qué? Hay cosas que no son tan placenteras… porque exigen demasiada tensión muscular… no todos disfrutan…. pero incluso esas cosas, a través del contexto de entrega total… eran placeres inmediatos o previos al gusto de liberarse después de hacer un esfuerzo para dar placer a otro. Y cuando era incómodo, o cambiábamos, o nos reíamos al terminar…

Gritaba a veces, otras no. Era una delicia que me chuparan los senos… o mejor, que los lamieran y estimularan los pezones… dos a la vez, a veces tres… y la rusa… oh por Dios… me sentía tan zorra haciendo eso… nunca me pareció algo adecuado para la pareja, me parecía algo «extraño»… pero ahora… bueno… ellos eran mis… ahhh… mis clientes… y me sentía dispuesta a aprobar casi cualqueir cosa, y así fue.

A veces lo hacían de a uno y los demás miraban. Otras veces me agarraban los tres, y nos poníamos en posiciones imposibles. Bueno; yopensaba que eran imposibles… ¿olvidé mencionar que era mi primera vez con más de un hombre?

La relación no era sexo común… era casi un orgasmo constante… el mundo afuera no me venía a la memoria… sólo ellos y yo.. sólo el placer que sentía… una, y otra, y otra, y otra vez…

En algún momento, sudados y fatigados, prácticamente exhaustos, sonriendo apenas lo que nos permitía el cansancio, cerramos los ojos uno al lado del otro metidos en el sobre que es la cama… y nos quedamos dormidos… o al menos yo lo hice…

Y al otro día… pues.. domingo… domingo de puente… Se levantaron antes que yo, y me llamaron cuando se iban a ir; me sorprendió eso, pero.. ¿cuánto tiempo planeaba estar con ellos?

Ahí, arrodillada sobre la cama, les recibí uno a uno los billetes restantes… 750000 más… había ganado un millón y medio de pesos por acostarme con tres hombres que me lo hicieron delicioso…

Me vestí. Noté que no estaban mis pantys. Y luego en el brasier encontré una nota: «Me los llevo de recuerdo, [Yuri]. Y te dejo para unos nuevos.»; y ahí mismo, 30000 pesos… Ok. Tendría que salir sin ropa interior…

…sí, sin ella… el brasier… bueno… no quise ponérmelo… XD

Me maquillé, casi como de costumbre pero con un ligero delineado más sexy de lo usual… en la basurera, un montón de bolitas de papel higiénico… no se imaginan cuántos condones usamos… me reí de gusto, y salí de la habitación.

Cuando llegué a la recepción, pregunté:

– Los chicos pagaron, ¿cierto?

– …No sé, dígame usted… – se atrevió a decir el recepcionista, casi con malicia viendo cómo se me notaban los pezones a través de la blusa…

– Ok… – le dije, revisando mi cartera – Sí, completo. Buena cama… aguantó… TODO lo que me hicieron…

Él sólo sonreía… no era tan feo en realidad…

– Señor… – le dije.

– Dígame…

– El lugar parece bueno… ¿puedo seguir trayendo a los chicos aquí?

– Por su puesto, señorita, siempre que pague una comisión…

– …¿en especie? – le dije alzando una ceja.

– !… – lo cogí fuera de base. Me divertí. Estaba limpio. Añadí entonces:

– Quiere que le haga una… – miré a su entrepierna – …¿propina?

– … – el tipo miró para todas partes… no parecía dispuesto a nada más, pero al parecer no quería distraerse mucho del trabajo, así que preguntó: – …¿rapidito?

– …rapidito, despacito… Como quieras, papi…

– Bueno… venga a ver…

Y ahí, debajo de la tabla del escritorio de la recepción, apenas cupe yo en buena posición. Le abrí el pantalón, le bajé el bóxer, y se lo chupé tan rápido y fuerte como pude… cuando lo miraba estaba con cara de valocidad… XD Me lo metí hasta el fondo de la garganta hasta que se corrió… y por su puesto… no desperdicié ni una gota.

Me levanté, me relamí la boca, me puse algo de labial para reemplazar el que se había… quedado en el tipo… lo miré… y le dije:

– El desayuno.

El tipo se rió, y trató de ponerse a la altura:

– Vuelva cuando quiera, mamita, que aquí… – pero no se atrevió a decir lo que creo que iba a decir: que allí me tendrían siempre un «desayuno».

Le hice un gesto para despedirme y me fui. Llamé un taxi y cuando se detuvo me incliné para que el conductor me viera los senos; no me había amarrado la blusa, pero estaba… con varios botones sueltos.

– Hola, amor… – me dijo el tipo.

– Amor, me llevas a [?].

– Claro, amor, súbase…

Y viajé a casa (o más bien, a un lugar cercano antes de caminar hasta allá), con más planes de lo normal para el puente… XD

Luego les cuento lo que hice hoy… o a yer… ya que termino de escribir eso a las 2 de la mañana del 4.. del martes… y en unas horas hay que volver al trabajo… ¡Qué nervios! XD