Cumpliendo mi fantasía con un vecino viejito pero caliente

Hola me llamo María, tengo 24, les voy a describir algo que me sucedió hace poco, trataré de relatar de manera fiel a como sucedieron los hechos. Comenzaré contando que desde adolescente llegue a sentir cierto morbo por los hombres mayores por ahí de 63 para arriba, algunos dirán ¿Pero por qué, si son personas que ni siquiera se les para su pene? Pues la respuesta sería que si me fascinan es por el hecho de que como son tan ignorados para el sexo, pues me da morbo saber que se pudieran complacer, digo que se pudieran ya que yo era muy reservada en ese asunto y era un pensamiento reprimido, yo trataba de ocultarlo ya que a pesar de todo tenía ciertos principios y sí, llegaba a sentir asco.

Resulta que a veces yo me tomaba el tiempo para ver porno, pero era para buscar una categoría en especial: la de jovencitas y viejos, y puedo decir que cuando veía a aquellos viejitos se me hacía agua la boca y se me hacía agua la vagina, me gustaba mirar, pero en la vida real cuando veía un viejo me daba asco es irónico lo sé, pero ojalá me comprendan que tenía una gran confusión en mi cabeza.

Por otro lado cabe mencionar que yo soy de Colombia y describiré mi casa, ya que es parte importante para contarles lo que me paso: Mi casa es de un primer piso pero es grande por tal razón se decidió que la dividieran en dos casas independientes así ciertas personas en mi familia podrían vivir en un lado y las otras en otro, al fin y al cabo no eran tan independientes ambas casas ya que existía una puerta por donde daba acceso a la otra casa.

Resulta que los familiares de una parte de la casa decidieron irse a otra ciudad dejando solo un lado de la casa, al ver eso, pues se decidió arrendar esa parte, se quería que de pronto llegara una pareja o una persona sola, después de ciertos meses se pudo arrendar, y fue a Don Luis, un señor de 72 años, pelo canoso, obviamente arrugadito, que se vestía como lo que era: un viejo.

Don Luis era viudo, tenía 4 hijos pero cada uno ya tenía formado su hogar, así que entre ellos decidieron pagarle un apartamento al papá para que él pudiera vivir dignamente ya que a su edad no trabajaba. Yo puedo decir que la primera vez que vi a Don Luis para mí fue normal, ese sentimiento mío reprimido por los ancianos no había florecido, pero poco a poco si lo fue haciendo.

Cuando ya Don Luis, nuestro nuevo inquilino se había instalado en su nuevo hogar, fui para allá para advertirle de ciertos temas propios del arriendo, así que entré y vi que no tenía muchas cosas pero de todos modos era ordenado: tenía un juego de muebles y un televisor en la sala, en una habitación su cama y un armario para la ropa, y pues lo esencial para la cocina. Entré lo saludé, me le presenté y le dije lo que tenía ya pensado decirle, pero a pesar de que yo iba a hablar solo un momento con él, me sorprendí cuando vi que ya llevaba un poco más de media hora charlando con Don Luis; y es que me pareció una persona interesante, era respetuoso y amable, me contó acerca de su familia, entonces pues sentí un poco de lastima cuando me di cuenta que él prácticamente estaba solo y al ya no tener la fuerza propia de la juventud para trabajar le tocaba quedarse en la casa nada más que viendo televisión cosa que de pronto era aburrido para aquel pobre viejito, ya que ellos necesitan entretener su mente y necesitan también afecto. Así que me propuse a mi misma visitarlo lo más seguido posible y hacerle sentir que tenía una amiga que pensaba en él.

Como yo trabaja en mi casa, y en esta ciudad hace calor pues necesitaba parar un poco el trabajo para refrescarme o para estirar mi cuerpo, entonces yo pensé y decidí ir a visitar a Don Luis, de por sí no me cuesta nada él vive prácticamente en la misma casa que yo. Cuando fui vi que su puerta estaba cerrada, le toqué y salió él, con un pantalón de vestir pero ya usado, era sólo para estar en casa, no tenía camisa, así que vi aún más su arrugado cuerpo y me dijo:

-Hola señorita María ¡Qué sorpresa verla acá!

-Ah sí, es que detuve mi trabajo, para así descansar un poco.

-Oh bueno ¿Y cómo crees que vas a descansar? Pues como vienes y me tocas…

-No, es que solo quería distraer mi mente un poco pues ahorita estoy sola en la casa y no hay con quien hablar.

-Oh ya veo, mira que estamos en las mismas circunstancias, si tú quieres sigue.

-Sí, gracias.

Entré y percibí el olor como a viejo, y a partir de ese momento sentí como me llegué a excitar un poco, ya que al estar los dos solos, me entró cierto morbo; Don Luis me invita a sentarme, yo lo hago y nos pusimos a hablar de temas triviales, y esta vez yo me desconcentraba a cada momento al pensar en que ese viejito lo podía complacer y a la vez él también podría satisfacer esa fantasía mía, al pensar en todo eso comencé a sentir calor en mi vagina, no pude y me levanté y dije:

-Oh Don Luis, está interesante la práctica, pero debo seguir trabajando ya que hoy se llevan ese pedido, que pena con usted.

-Bueno mija no importa, te comprendo.

Ese día quedé con una calentura que no quedó más remedio que masturbarme en la noche, ya cuando me iba a acostar, en la cama me comencé a tocar suave, poco a poco, estaba húmeda y esa calentura fue aumentando y más durito me tocaba, hasta llegar a un clímax muy rico que no sentía de esa manera cuando me masturbaba.

No lo podía creer, me había masturbado solo porque me había excitado hablando con el viejo de Don Luis, mi mente no quería aceptarlo, pero esa era la realidad, ese sentimiento hacia los hombres ancianos estaba de vuelta a mí, y la tentación estaba cerca. Al otro día estaba haciendo el típico calor de mi ciudad, así que me puse una franela sin mangas y un short de jean corto para así estar más cómoda, ese día la temperatura empezó a aumentar y yo estaba sudando, mientras tanto lidiaba con el pensamiento de Don Luis, no podía asimilar lo que me sucedía y al imaginarme a mi entregada como una puta a ese viejito, mi excitación salía de control, pero la reprimía mis sentimientos de niña buena; pero entonces tomé la decisión y volví a donde Luis, esta vez con el pretexto del calor que hacía.

-Hola Don Luis, ¿Cómo le ha ido hoy?

-Hola querida María, bien, ¿Vas a volver a seguir?

-Si claro.

Entré y me senté en el sofá más grande y así estiraba mi cuerpo mientras le comentaba del fuerte calor que hacía, el asentía con la cabeza, pero me pude dar cuenta de algo, yo como ya dije llevaba una camisa sin mangas y como estiraba mis brazos, observé como Don Luis se quedaba mirando mis axilas, las cuales por ese terrible clima estaban sudadas y aparte que tenían un poco de vello (no mucho, solo unos puntitos) Yo quedé atónita ante esa situación, se me hizo extraño al comienzo pero supe que de pronto le gustaba esa parte de mi cuerpo, para descartar hice lo siguiente:

-Ay pues si Don Luis que calor tan exagerado (dije estirando mis brazos)

-Sí niña es cierto.

-Hoy he sudado bastante.

-Oh si lo he notado.

De la repuesta que me dio Don Luis, comprendí que si estaba pendiente de mis axilas ya que si él notaba que estaba sudada, era por esa parte de mi cuerpo, solo necesitaba saber si miraba por curiosidad o por gusto, así que seguí con ese objetivo:

-Claro, aunque yo sudo, pero yo me baño bien y no huelo mal, no sea que te de asco, ja ja ja.

-No María tranquila (Decía mientras volvía a mirar mis axilas, ya que yo tenía los brazos alzados, haciendo que me estiraba)

Así que me olí una axila delante de él y vi como el quedo algo sorprendido, a mí se me hizo una sonrisa en la cara y con todo el atrevimiento del mundo le pregunté:

-¿Quieres oler?

Don Luis nervioso respondió:

-Bu… Bu… Bu… Bueno, sss… sí lo permites.

Yo sin pensarlo dos veces me acerqué a él y puse mi axila sobre su cara el cual la olió profundamente, él al hacer eso, sentí esa rica inhalación por parte de su nariz y mi piel se puso de gallina, me aparté lo más rápido de él, tratando de hacer sentir que todo estaba normal, y el quedó con una cara de placer, como quien huele un rico perfume y yo le dije:

-Ves, que no huele a feo, solo está sudadita y ya.

-Mmm sí María, me dejaste algo de tu sudor en mi cara, aparte que sentí un poco áspero esos vellos.

Yo me puse algo nerviosa por la situación, lo que hice fue reírme, él igual soltó una carcajada y haciendo la que la situación no le importaba, me despedí argumentando que iba a volver a trabajar.

Me senté sobre mi máquina de coser, aún con esa sensación de la nariz de Don Luis en mi axila, me había quedado pensando en lo que pasó, en como mis axilas iban a darme un empujón hacia ese viejo apetecido por mí ser, estaba pensando cuando llegó mi hermana:

-Hola María, ¿Cómo está tu día?

-Bien hermanita, ya casi acabo ¿Y tú?

-No, nada, yo estaba pensando en el arrendando, eh, Don Luis.

-¿Enserio?

-Sí María, ya que es un anciano y espero que no sea un viejo verde, enserio, es que me dan asco los viejos así.

Yo no contesté nada, de por sí él no era un viejo verde, en cambio la pervertida era yo, estaba explorando unos gustos que para otros es extraño.

Pasaron unos días, y como mi hermana y su hijo estaban en casa más seguido, no había vuelto a donde Don Luis, ya que me daba pena con ellos, me afanaba lo que pensaran. Una noche de esas estaba en mi habitación y me estaba quitando mi ropa, había quedado en ropa interior frente al espejo, me mire y pude imaginarme la delicia que sentiría aquel viejo si me veía así, tenía un sostén y tanga blancos con bordes rosados, en mi tanga se podía ver como de aquel borde rosado salía un pequeño moño de corbata enfrente, mis senos se veían espectaculares quedando bien ajustaditos en ese sostén, me baje un poco la tanga y salió mi vello púbico, (El cuál trato que no se vea como una selva, creo antes bien que se me ve sexy) Una vez así, alcé mi brazo dejando ver mi axila, al estar de esa manera, me invadió una rica sensación al imaginarme a Don Luis apreciando mi cuerpo, eso me ponía bien excitada, tocaron a mi habitación para avisarme que pasara a la cena, rápidamente me cambié.

Al día siguiente no dejaba de pensar en Don Luis, me daba vergüenza que él de pronto tomará una mala impresión acerca de quien yo era, pues si bien, la idea principal de hablar con él no era para excitarlo sino para acompañarlo en su soledad y parecía que en vez de eso, mi calentura hiciera que se saliera todo de mis manos, así que tomé la iniciativa y fui a donde él para acompañarlo un rato, le toqué, me abrió con su sonrisa amable y me invitó a seguir, nos sentamos y seguimos charlando, al parecer no le había tomado mucha importancia al asunto de lo que le hice con mi axila ya que no me dijo nada de eso, parecía lo mas de normal hasta que me preguntó:

-Y María, tu no me has contado… ¿Tienes novio?

-Eh no, yo por el momento no tengo Don Luis.

-Ah ya, solo que se me hace raro, ya que tú siendo una chica hermosa, lo normal sería que tuvieras novio.

-Bueno, siendo sincera he visto que los hombres no suelen llevar una relación sería sino que piensan solo en su placer. La verdad que a mí no me gustan los hombres así, me gustan que sean compresivos y amables, que no piensen solo en ellos. (Esto lo decía para darle herramientas a Don Luis de cómo se comportara conmigo)

-Comprendo María, bueno yo ya soy un viejo y creo que ya nadie se fijaría en mí, mire no más a mis hijos que ni me visitan.

-No digas eso Don Luis, mire que tú me caes bien, y si es por eso, no se preocupe, acá me tiene, yo soy tu amiga, cuenta conmigo para lo que necesites.

-Ah gracias María, tus palabras me hacen sentir mejor, gracias enserio, eres un ángel para mí, me gusta tu forma de ser.

-Ja ja Gracias Don Luis, ¿Le puedo preguntar algo?

-Sí, dime.

-Tú en estos tiempos no tienes alguna novia, pues digo, alguien que esté contigo.

-No, como ya dije nadie se fija en este abuelo, aparte creo que no funciono ya.

-Ja ja ja, pero por lo menos caminas y cocinas y por lo visto tienes fuerzas.

-Sí, pero yo lo decía en el sentido de una relación.

En ese momento obviamente sabía que Don Luis me hablaba en el ámbito sexual, cosa que incrementaba mi curiosidad por saber más, curiosidad estimulada por el morbo, así que de una manera sería e inocente, con cara de niña buena seguí haciendo más preguntas:

-Ah Don Luis, pero usted de todos modos merece disfrutar de una relación en todos sus aspectos.

-Si claro, yo quisiera, pero ni modo.

-Don Luis, te puedo hacer otra preguntita, es que yo soy muy curiosa.

-No, tranquila te escucho.

-Bueno, pero no lo tome a mal, ni de manera grosera, creo que tú eres lo suficiente maduro para responder si ser tampoco grosero… Eh… ¿Tú te masturbas?

Aclaro que en ese instante sentí gran adrenalina por la pregunta, pero no quería que el viejito de mi vecino se alborotara, me gustaba eso de ir excitándome de poco en poco, así que el algo sorprendido y a la vez apenado respondió:

-Pues María, ¿Qué te digo? Eh, sí yo suelo hacerlo, no ves que yo también tengo necesidades.

-Ja ja ja, Como decías que ya no funcionabas y que no tenías fuerzas.

-Sí María, pero cuando toca hacerlo pues no hay de otra.

-No te preocupes tranquilo, solo pues como ya te dije, soy a veces inclinada a hacer y hacer preguntas, espero que por eso no te incomodes.

-No, por mí no hay ningún problema, ¿Tienes alguna otra pregunta?

-No.

En ese momento quedamos en silencio ambos, en ese silencio que es incómodo, hasta que él dijo:

-¿Y tus axilas? ¿Hoy no están sudadas?

Yo me quedé asombrada por la pregunta, y que tomará el tema de mis axilas, pero siguiendo el hilo de la conversación respondí:

-Oh pues con estos calores uno suda mucho, ¿No crees?

-Sí, sí, esta ciudad se caracteriza por ser calurosa, pero tus axilas son bonitas, bueno todo de ti es bonito, gracias María por tu amistad.

-¿Mis axilas te parecen bonitas? Ja ja ja ¿Por qué?

-Eh no sé, como te dije eres un encanto, muy agradecido contigo.

-Bueno Don Luis, se me hace raro, ya que como que días que vistes mis axilas, tenían algo de vellito, pues de pronto le resulte asqueroso o algo así.

-Jamás María, tu nunca me provocaras asco, eso si no, y mira, es mejor cuando la mujer es al natural y sencilla como tú.

-Pues gracias Don Luis, que agradable hablar con un hombre como tú, me gusta que no eres como otros hombres que se pasan de la raya.

-No mi vida, tú te mereces respeto.

-Aunque aclaro yo me depilo, tampoco me dejo salir un pelero de mis axilas.

-Ah no, es obvio que una mujer se cuida en el aseo de su cuerpo, es de comprender, espero que el que no te haga dar asco soy yo, ya que pues yo no practico esos temas de depilación en todo el cuerpo, solo mi barba y bigote cuando aparecen demasiado.

-No se preocupe Don Luis, no me das asco, ¿Pero tienes mucho vello ahí?

-¿Cómo mija? ¿Adónde?

-ja ja ja no nada, Don Luis, olvídelo, que pena, ya me retiro, seguiré en mi trabajo, luego volveré.

-Bueno María nos vemos, gracias por tu presencia.

Yo no podía creer que hoy había sido más atrevida, pero no quería tampoco que se me notara tanto mi morbo, pero para ser sincera todo esto me estaba gustando, quería ver desnudo a ese viejito, se me antojaba, pero tenía que ser consciente que en cualquier momento llegaba algún familiar mío, y que pena y vergüenza que me encontrara haciendo algo con el inquilino, pero sabía que yo tenía que volver.

Al siguiente día siguiente, en la mañana, trabajando decidí parar un poco e ir donde ese viejito que me despertaba mi más malos pensamientos, como siempre le toqué y comenzamos a hablar, al parecer esta vez el que estaba un poco alborotado era él, pero pues no es de extrañar, simplemente ya había más confianza, claro, aunque yo haciéndome la sería y la que me gustaba el respeto. En cierto momento la conversación tomó cierto rumbo que llegó una idea a mi cabeza, y fue cuando Don Luis dijo:

-¿Tu duermes María?

-¿Cómo? ¿Por qué?

-Pues mira que a mí a veces me cuesta dormirme, y eso es un lío para hacerlo.

-Eh, yo pues, a veces duermo rápido a veces también me cuesta.

-¿Y qué haces cuando no puedes dormir? Yo prendó la televisión, pero eso no pasa nada bueno a esa hora.

-Ah pues sí.

No dudo en que sentí lastima por el pobre del viejo, ya que no poder dormir es feo, y más siendo él una persona mayor, así que se me ocurrió algo:

-Eh Don Luis, pues fíjate que en estos días me ha pasado lo que te sucede a ti, me acuesto y no soy capaz de dormirme, y eso es tedioso.

-Pues sí, no tienes necesidad de decírmelo, yo sé lo molesto que es.

-Bueno, pero mira Don Luis, ya que a ambos nos está ocurriendo lo mismo, te propongo esto: Ya cuando sea de noche, yo vengo y te toco para que me abras, por allá tipo once de la noche, y así seguimos conversando mientras que nos da sueño y luego ahí si a dormir, ¿Qué opinas?

Yo no sé si Don Luis no había entendido pero quedó con una mirada extraña, como pensativo y respondió:

-Pues bueno, como digas querida María, tu presencia siempre será cautivadora.

-Oh está bien, Don Luis.

Y continuamos hablando de otros temas, hasta que me retire para así seguir trabajando. Durante el resto de día no pude creer la propuesta que hice, ya que para mí las once de la noche era tarde, ya que en cambio al viejo yo si dormía, solo había dicho que yo no dormía para que el viejo no se sintiera tan mal, y pues poderlo acompañar, pero como todo tiene un interés, yo ya estaba planeando en mi mente un plan, y sentía como se me hacía desde ya, agua la boca.

Ya llegada la noche cené, me duché y esperaba a que se acostara mi familia para irle a tocar al viejo de mi vecino, cuando ya faltaba como un cuarto para la once, me encerré en mi pieza y busqué en mi armario la mejor ropa para la ocasión, quería algo que se me viera sexy pero a la misma vez fuera discreto, así que desnuda frente al espejo, mirando mi cuerpo de arriba abajo, apreciando la sensualidad de mi cuerpo, gustándome como se veía el vello en mi vagina, me puse una tanga roja (no tan pequeña) con un brasier del mismo color, y luego un short y una blusita de tiras muy cortos y transparentes, la blusa dejaba al descubierto mi ombligo y el short por encima dejaba mostrar parte de mi tanga, estaba con una adrenalina en mi cuerpo, me decidí y fui adonde mi vecino.

Cuando llegué puse el oído en la puerta y efectivamente se escuchaba el televisor encendido, con cuidado le toqué, para no despertar a nadie, el viejo de pronto ni se acordaba lo que ya habíamos establecido para esa hora ya que no se paraba a abrir, le volví a tocar y comenzó a preguntar que quién era, en vista que nadie respondía, él se acercó a la puerta y yo le dije en voz baja que era María, en ese momento el abrió y vaya sorpresa la mía, solo estaba en calzones, y era de esos interiores que por lo general usan los viejitos, yo quedé encantada y él algo avergonzado, entonces dijo:

-Ay María, que pena contigo, no me acordaba.

-Ja ja ja, no te preocupes.

-Pero es que mira cómo te recibo.

-Ya te dije, no te preocupes, es normal que a esta hora ya tengamos puesta la ropa con la que dormimos, mejor invítame a pasar antes que nos oigan.

-Bueno pasa.

Yo estaba fascinada, me fui delante del viejo para que el apreciara mi cola, como se veía con ese short que reflejaba mi tanga roja, llegué y me senté en el sofá grande y él en el otro sofá, me encantaba ver a ese viejo así casi desnudo. Él no paraba de mirarme, hasta que me dijo:

-Que calor el que hace ¿Verdad María?

-Uy sí Don Luis, y acá se ve que está haciendo demasiado calor, ¿No tiene un ventilador?

-No mija, el que yo tenía tocó mandarlo a arreglar, tenía fallas.

-Ah con razón que estas así con tan poca ropa.

-Ay sí María que pena contigo, ya busco algo de ropa para mí.

-No te preocupes, yo no he dicho que hagas eso, enserio, acá está haciendo calor y es comprensible que estés así.

Y era verdad que estaba haciendo calor, de todos modos seguí conversando con el viejo de mi vecino. Ya casi que estaba una hora ahí, el televisor seguía prendido pero con bajo volumen, de repente el canal que estaba sintonizado comenzó a tener interferencia, se había ido la señal, y no era de extrañar ya que ese televisor funcionaba con antena de aire, a partir de eso el viejo de mi vecino dijo:

-¡De nuevo se daña el canal! Siempre sucede lo mismo.

-Ah ¿Es muy seguido que ocurre eso?

– Sí.

-Pues Don Luis, miremos a ver cómo solucionar eso.

Así que yo me levanté y fui a donde estaba el televisor, tratando de acomodar la antena, el televisor era de los antiguos así que era pesado, necesitaba moverlo mientras sostenía dicha antena así que llamé a Don Luis para que me ayudara, como el televisor estaba en una mesa no tan alta él se agachó para sostener el televisor mientras yo de pie, movía la antena para recibir señal, en eso, como yo estaba alzando mi brazo vi como mi vecino miraba mi brazo alzado, fijándose en mi axila, me encanto que hiciera eso, así que aproveché la posición en la que estábamos y arrimé mis nalgas cerca de su cara, haciéndome la que no me percataba de eso, y era que puse muy cerca mi cola de él, pude sentir ese cosquilleo de excitación, el apenado tal vez, se puso de pie al lado mío, yo por lo que estaba haciendo me movía de un lado a otro hasta que quede nuevamente cerca del viejo, de espaldas hacia él, me quedé un rato así y me di de cuenta que Don Luis, estaba oliéndome disimuladamente, eso me encantaba, cabe aclarar que en ese instante yo estaba sudando por la acción que realizaba sumado al calor que hacía; después de varios intentos la televisión se había arreglado, pero Don Luis la apagó, entonces le dije:

-Ay no Don Luis, tanto esfuerzo para arreglar el canal y tú que apagas el televisor.

-Bueno María, es que de por sí es como mejor así, de todos modos gracias porque me dejaste el televisor arreglado y así puedo seguir viendo mañana.

-No te preocupes Don Luis, de nada. Pero eso sí, tengo mucho calor.

Y sin pensarlo dos veces me quité la blusa que traía puesta, me la fui quitando de una manera lenta, cuando quedé solo con mi sostén, vi como el viejo de mi vecino estaba asombrado, entonces le dije:

-Ay qué pena Don Luis, pero tengo calor y así es mejor para mí.

-María pero que bonito cuerpo, pero me siento apenado porque te sientes con calor.

-No, así está mejor, no te afanes.

Me senté y me sentía tan excitada estando así, me encantaba ver como el viejo miraba mi vientre, el cual por mi posición formaba unas llantitas, también a Don Luis se le escapaba miradas hacia mis senos, yo alcé mis brazos, colocando mis manos sobre mi cabeza, de tal manera que el viejo se fijara también en mis axilas la cuales traían algo de vellito y también sudor y le seguí hablando al viejo:

-Y que Don Luis ¿Tienes sueño?

-No mija, ¿Tu si?

-No para nada… Eh Don Luis, te iba a decir algo.

-Sí dime.

-A los viejitos como tu ¿Se le para?

Don Luis se había quedado sorprendido con esa pregunta, pero respondió con mirada picarona:

-Pues depende.

-Oh entiendo, ¿Me dejas ver?

-¿Cómo?

-Sí, o sea tu pene, es que tengo curiosidad, con tanto cuento que existe acerca del pene de personas mayores pues quiero saber si es cierto lo que dicen.

Entonces Don Luis algo desconcertado bajó su calzón y sacó su pene, el cual estaba entre vello algo canoso, dicho miembro no era tan grande, pero si era un rico pedazo de carne el cual hizo que se me hiciera agua la boca y mi vagina, aparte que el pende del viejo se veía húmedo y algo venoso, se veía que ese anciano había estado excitado, yo estaba algo desconcertada, le dije:

-Ah ya, gracias por ayudarme en mi curiosidad.

-Tu sales con unas cosas María, lastima lo viejito que soy, eso ha de ser lo que no te gusta de mí.

-No, Don Luis, no diga eso, tranquilo, aún se ve que tiene una buena herramienta, j aja ja, a parte que tienes ahí igual que yo.

Apenas dije eso me quité rápidamente el short quedando en tanga, y me bajé un poco mi tanga de tal manera que se alcanzara a ver algo de vello, ese viejo quedó muy anonadado, yo estaba casi que ofreciéndome a él. Entonces le dije:

-Ves Don Luis, yo también tengo vellito.

-Uy María que encanto, eso se ve muy hermoso.

-Gracias.

-¿No se te ha parado?

Así que el viejo se volvió a sacar su pedazo de carne y lo tomo con su mano como si fuese a masturbarlo y él me dijo:

-Mira, María, tú me pones así, ya no puedo aguantarlo, tú eres muy sensual, pero ya no puedo quedarme en silencio y no decirte nada.

-No te preocupes Don Luis, te comprendo.

Y sin pensarlo dos veces me levante y empecé a desfilar así como estaba, mostrando mi cola, el viejo solo miraba y ya había empezado a masajear su pene, yo de repente me paré en frente de él y alcé mi brazo oliendo mi axila, me senté en las piernas del viejo, sintiendo su pedazo de carne caliente y le puse mi axila en su cara, el olía, y me tomó del vientre me decía cosas como:

-Oh María que día tan especial, que rico tu aroma, que rico tu cuerpo.

-Sí Don Luis, te voy a decir algo, estoy empapada, toda esta situación es muy caliente.

-Mmm María qué lindo lo que dices.

Y el viejo bajó su mano a mi tanga y empezó a sobarla mientras yo gemía de placer, no podía creer eso, yo estar con ese viejo quien olía y lamía mi axila, aparte que frotaba sus dedos sobre mi tanga haciendo feliz a mi vagina, eso era delicioso. El viejo también subía y acariciaba mis vellos que sobresalían de mi tanguita roja, entonces aparté mi brazo de su cara, me acomodé bien sobre sus piernas, haciendo que rosara su pene por mi tanga y comencé a besar al viejo, era tan rico, nos besábamos con lengua, él tomó más confianza y bajó sus manos hasta mis nalgas y luego llegó a mi sostén y lo bajó un poco para dejar mis senos libres, dejó de besarme por mirar mis senos que de repente empezó a chuparlos desesperadamente, yo solo gemía de placer y me movía sobre el lentamente; duramos un buen rato haciendo todo eso hasta que el viejo se levantó y me sentó sobre el sofá grande me alzó las piernas y pudo apreciar mi tanga súper mojada y me dijo:

-Mira no más como estas María, te voy a pasar la lengua.

-Oh sí, hazlo mi amor.

Y comenzó a pasar su lengua sobre mi tanga, yo casi que gritaba y cuando el quitó mi tanga quedando expuesta totalmente mi vagina le volvió a pasar su lengua, yo comencé a temblar de placer, y gritaba, tratando de no hacer tanto ruido, era mi primer orgasmo, y cabe resaltar que el viejo sabía hacer un buen sexo oral, yo tocaba todo mi cuerpo mientras el viejo besaba mi vagina, me retorcía de placer, y no me aguanté y le dije que me metiera ese rico pedazo de carne. El viejo accedió y esta vez fui yo quien lo hice sentar en el sofá, y me le monté encima para cabalgarle, y efectivamente sentí su rica salchicha en mi húmeda e hirviente vagina, yo lo abracé a él y lo seguía besando, el viejo no más colocaba cara de placer, tal vez nunca se imaginó de estar con una mujer joven como yo, y eso me daba más morbo, haciendo que me moviera más rápido, hasta que sentí de nuevo otro orgasmo, me vine mientras me penetraba el viejo gemía al igual que yo de puro placer, otros minutos más y sentí como él se vino, a partir de ese momento quedamos abrazados, yo encima de él, descansando de ese rico placer, pasamos en silencio, yo me sentía bien excitada por la situación, ya que veía como estaba así desnuda frente a ese viejo, rosando su cuerpo, no lo podía creer.

Después de unos minutos el viejo me volvió a acariciar mi cuerpo y me dijo:

-María que enorme alegría me has dado, lástima que me fuera venido tan rápido, porque quería probar ese rico culo que se te ve a ti.

-¿Aún te quedan fuerzas?

-Lo deseo mi vida.

-Entonces hagámosle.

El se paró y me llevó a su cama, yo sin antes lo volví a besar de manera apasionada y agarraba su pene con mi mano, entonces así como estaba le dije:

-Espera que quiero probar tu rico pene, amor.

Y me lo metí a mi boca, tenía sabor raro, pero era más la calentura que tenía, que todo me sabía sabroso, me encantaba ver como el viejo hacia su cara de placer, lo chupe un buen rato, yo tenía mucha saliva por la excitación, me imagino el placer que le daba a ese anciano, pero no me aguanté más y me puse en cuatro encima de su cama, sentí como abrió mis nalgas y admiraba mi hoyo, le echó saliva y pasaba sus dedos yo me retorcía de la sensación que tenía, así pues, el viejo empezó de a poco a meter su pene en mi culito, yo gemía por el dolor, pero me gustaba el empezó a moverse, la cama sonaba de lo mismo como nos movíamos, yo le decía:

-Uf que rico mi vida, tú me encantas mucho.

-Oh María que precioso tu cuerpo, me gusta cómo eres de caliente.

-Oh sí papi, yo soy tu puta, dame bien rico.

-Sí cariño, tu eres una bella putita, tu eres muy cachonda, desde hace rato venía pillándote como eras de ofrecida.

-Sí amor solo a ti, tú me encantas, contigo encuentro el clímax.

-Oh si María, que rico lo que me haces sentir.

Seguimos así, moviéndonos bien rico yo solo tenía mi cuerpo envuelto en una calentura terrible, quería que ese viejo sintiera y me hiciera sentir mucho placer, el tocaba mis senos, tomaba mi pelo, pero poco a poco empezó a bajar su energía, sentí como me llenó de leche mi culito, yo ya estaba feliz, temblaba de una enorme satisfacción, el de una vez se acostó para descansar, yo me le hice al lado y volvimos a quedar así, en silencio, yo veía a ese viejo ya cansado, y como no, con todo lo que hizo.

Yo de un momento a otro me levanté, busque mi ropa y me vestí, y me fui sin decir ninguna palabra, salí de esa casa y fui de inmediato a mi habitación, no podía creer lo que había hecho, había cumplido mi fantasía, aunque me llegaba a sentir de cierta manera con remordimiento, no sabía lo que iba a suceder después, eso me tenía algo confusa, después de dar vueltas en mi cama, llegué a quedarme dormida, así como estaba, toda sucia, al otro día había despertado y supe que lo que había vivido no era un sueño, era ya un hecho.